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En cuanto la puerta del apartamento de Grace se abre, el enorme cuerpo que conozco tan bien se abalanza sobre mí y me envuelve en un cálido abrazo. La abrumadora muestra de cariño casi me hace caerme al suelo, aún sin ser capaz de acostumbrarme a mantener el equilibrio cuando estoy en el delicado cuerpo de Grace.

—Por fin estás aquí, ¡no sabes lo que necesitaba un abrazo!

—Yo también me alegro mucho de verte, princesita, pero acuérdate de que ahora mismo serías capaz de aplastarme como a una mosca —digo entre risas, apoyándome sobre la puerta cuando esta se cierra a mi espalda.

Grace se separa de mí y sonríe avergonzada, revolviéndose mis rizos rubios como ya acostumbra a hacer cuando está nerviosa.

—Perdona, pero siempre se me olvida la fuerza que tienes y no la controlo. Cada vez que voy al gimnasio me cuesta pensar que soy capaz de levantar todas esas pesas —responde antes de sentarse en el sofá junto a mí—. Aunque anteayer me hubiera encantado tener esta fuerza para haber mandado a ese idiota de Leo a su casa de un guantazo.

—Si quieres, puedes hacerlo en cualquier momento ahora que estás en mi cuerpo. Lo único que te pido es que le secuestres en el armario del conserje y le des una paliza estilo mafia sin que nadie te vea. Igual a mi reputación no le va bien que ande reventando caras a universitarios que no conozco por mucho que se lo merezcan.

Mi broma hace reír a Grace y niega con la cabeza, aunque lo que le digo no es completamente mentira. Cuando me contó todo lo que ocurrió el viernes con Leo, yo también tuve ganas de entrenar boxeo con su cara. De hecho, si no cogí un avión y vine directo a hacerlo fue porque Grace me dijo que no lo hiciera, y lo último que quería era cargarle con más preocupaciones.

—Bueno, pues el idiota de Leo me ha traído otro problema que no sé cómo atajar —explica, mordiéndose el labio con preocupación—. Todavía no le he contado nada a Olivia y necesito hacerlo, pero no quiero que se sienta culpable. Cada vez que me ha pasado algo como esto y se ha enterado, se ha sentido fatal y nada de esto es culpa suya. Por eso ahora no sé qué hacer, si ser egoísta y contárselo aun sabiendo que podría sentirse mal, o guardármelo aunque necesite a mi mejor amiga.

—Grace, yo no creo que seas egoísta por querer compartirlo con ella. Lo único que tienes que hacer es encontrar una forma de contarle lo que ha pasado a Olivia de forma que ella no se sienta culpable. No creo que sea tan complicado porque es evidente que todo es culpa del meapilas de Leo.

—¿Meapilas? ¿En serio? ¿Ese es el mejor insulto que se te ocurre? —pregunta Grace, alzando una ceja con una sonrisa divertida.

—A ver, si prefieres le llamo hijo la reputísima madre que parió al...

—¡Vale, vale, dejémoslo en meapilas! —interrumpe ella entre risas—. ¿Algún consejo desde el punto de vista de crush absoluto de Olivia Fox?

—Bueno, la única oferta que puedo hacerte es hablar yo con ella. Mañana camino a clase puedo contarle todo, decirle cómo fue la cita, que todo parecía indicar que Leo estaba interesado en ti y que al final solo quería utilizarte para llegar a esta ella. Creo que si le digo que lo más ofensivo evidentemente fue que Leo te engañó para acercarse a ella durante meses, no se sentirá culpable. No es lo mismo que se te acerque un chico estando de fiesta para preguntarte por Olivia que una especie de plan a largo plazo para engañarte, ¿sabes?

Grace se para a pensar en lo que he dicho antes de asentir con una pequeña sonrisa.

—Aunque pueda parecer que te estoy pasando el marrón, me parece una buena idea. Además, tampoco nos queda otra, al menos hasta el miércoles.

—Entonces está hecho, mañana se lo cuento y te digo qué tal fue —respondo antes de recordar otra cosa que tenía que decirle—. Por cierto, ¿sabes que ayer me escribió tu más mejor amigo Jeon Jungkook? Me dijo que me debe algo, lo que yo quiera, pero creo que esa recompensa no me corresponde a mí escogerla ni disfrutarla...

Una sonrisa malévola curva mis labios y veo cómo el rostro de Grace se ilumina inmediatamente por la emoción. Olvidando de nuevo la fuerza que tiene, empieza a darme golpecitos en el brazo, deseando contármelo.

—¡Ay, sí, que con todo esto de Leo se me olvidó decirte que he ganado la apuesta! Resulta que ayer me enteré de que no solo tu campaña de Calvin Klein fue todo un éxito, ¡sino que también eres tú del que más está hablando la gente! Jungkook me dijo que si esto pasaba, podría pedirle lo que quisiera, pero claro, ¿qué demonios puedo pedirle yo a ese dios griego a través de tu boca?

—Bueno, puedes comentarle que tengo una amiga espectacularmente guapa a la que le encantaría chuparle toda la...

—¡Axel! —interrumpe ella, golpeándome el brazo mientras sus mejillas se vuelven tan rojas que casi parece estar a punto de explotar—. ¡Nada de cerdadas!

—Pues dime tú lo que quieres, princesita. Fuiste tú la que ganaste la apuesta, así que solo es justo que tú seas la que decida. Dime, ¿qué es lo que siempre has soñado que hiciera Jungkook?

Las mejillas de Grace se colorean de nuevo de un rosa intenso, probablemente teniendo lo que ella denominaría como "pensamientos impuros", y la expresión me hace reír discretamente. Solo ella sería capaz de conseguir que mi propio rostro se viese así de adorable.

—La verdad es que siempre he querido ir a un concierto suyo. Ya te dije lo difícil que es conseguir entradas, y más para la primera fila, así que probablemente elegiría eso.

—No, pero eso no vale porque ya lo vas a tener, acuérdate de que ya lo hablé con él. Bueno, lo hablaste tú, pero a través de mi boca, ya me entiendes. ¿Qué otra cosa querrías que no fuese cualquiera de las guarradas que sé que se te han pasado por la cabeza, mujer impura y alejada de Dios?

—¡No estaba pensando en ninguna guarrada, mentiroso! —se queja, aunque sus mejillas vuelven a tornarse de un rosa violento—. La verdad es que... Aunque sea imposible, siempre he querido conocerle y hablar con él, al menos durante unos minutos. Supongo que eso es lo que quiere toda fan y alguien como él tendrá cero interés en conocer a alguien como yo, pero supongo que eso es lo que más quiero.

—¿Qué te he dicho sobre infravalorarte, princesita de otoño? —bufo con el ceño fruncido, odiando cómo suenan esas palabras en sus labios—. Además, te equivocas de pleno. Como famoso y amigo bastante cercano de Jungkook, te puedo asegurar que nos encantaría hablar con cada uno de nuestros admiradores si pudiéramos, y más si son tan maravillosos como tú. Por lo tanto, tú no te preocupes que de esto también voy a encargarme yo.

—Ay, qué miedo me das, ¿qué pretendes hacer?

—¿Confías en mí?

—Axel, es que tiendes a hacer unas cosas más locas y...

—¡¿Confías en mí?! —repito con el ceño fruncido, fingiendo enfado.

—¡Vale, sí, sí, confío en ti!

—Entonces está hecho.

Una sonrisa malévola se extiende por mi rostro cuando el plan empieza a forjarse en mi cabeza. Tampoco tengo que hacer un gran esfuerzo, ya que solo tendré que añadir este evento a otro que ya está planeado, pero tengo que apuntar en mi enorme agenda mental que he de hablar con Jungkook cuanto antes para dejarlo todo listo.

Al pensar en lo que tengo que hacer esta semana, recuerdo la petición que quería hacerle a Grace hoy y que había olvidado debido a todo el lío con Leo.

—Por cierto, necesito consejo de alguien que no odie a Megan, así que como no puedo preguntarle a Tyler, vas a tener que ayudarme tú —digo con una amplia sonrisa—. El treinta de octubre es mi aniversario con Megan y he pensado en sorprenderle yendo a visitarla y comprarle este collar exclusivo que lleva un tiempo queriendo. ¿Te parece demasiado poco o crees que es buen regalo?

Cuando le enseño el collar de Swarovski, brillante al estar repleto de diamantes, Grace boquea como un pez debajo del agua y casi se cae del sofá, incapaz de dejar de mirar la pantalla.

—¿En serio me estás preguntando si es un buen regalo? ¿O estás de coña? —pregunta con los ojos como platos, alternando su mirada entre el collar y mi cara.

—Es poco, ¿verdad? Lo sabía, tengo que comprarle también los pendientes a juego. ¡Si es que debería haberlo sabido cuando...!

—¡Deja de ser idiota! —me interrumpe Grace con un bufido—. ¡Es el mejor regalo del mundo y estoy segura de que le va a encantar, especialmente el hecho de que vayas a verla! No sé si será que como yo tengo como treinta dólares en el banco, me parecen regalos inalcanzables y fabulosos, o si realmente son tan geniales como creo, pero a mí me encantan. ¿Qué soléis regalaros por el aniversario? Así tengo con qué comparar.

—Pues el año pasado llené su casa de rosas y conseguí que el mejor chef del mundo nos preparase una cena degustación en su propio salón. Ella me regaló la nueva colonia de Paco Rabanne, sabes cuál, ¿no? Huele bastante bien, aunque me gusta más la mía de siempre.

Grace guarda silencio, mirándome como si acabase de contarle un chiste y no supiera si reírse o no. Su expresión me confunde, ya que no sé muy bien cómo interpretarla, y mi ceño se frunce por la confusión. ¿Tal vez será que mi regalo le parece demasiado insuficiente?

—A ver, déjame que entienda esto —dice al cabo de un minuto, gesticulando para sí misma—. Tú... le regalaste lo que serían centenas de rosas y objetivamente la mejor cena personalizada, y ella... Ella te regaló..., ¿una colonia? Estás de coña, ¿no?

—Una colonia nueva que olía muy bien —corrijo, adivinando por dónde va su crítica—. Por favor, no me digas que vas a ser como Tyler y a decir que me lo compró en el duty free del aeropuerto porque se le había olvidado nuestro aniversario hasta que le felicité por mensaje. Tú eres imparcial, ¡tienes que ser imparcial, Grace!

—Hombre, ya sabes que yo soy completamente imparcial porque apenas la conozco, pero cualquiera podría ver que son dos regalos completamente descompensados. Sé que no te gustará escucharlo..., pero creo que Tyler tiene razón y tú me has pedido mi opinión más sincera, así que tengo que dártela.

Grace habla como si le costase pronunciar cada palabra, temiendo ofenderme y mirándome con la disculpa visible en sus ojos, por lo que soy incapaz de sentirme mal por sus palabras. Sé que ella no me mentiría porque no tiene razones para hacerlo, pero aun así soy muy reacio a estar de acuerdo con lo que dicen tanto Tyler como ella.

—Bueno, supongo que tendré que esperar a ver qué me regala este año y así os demostraré que nuestros regalos si están equiparados —aseguro, aunque sin un ápice de rencor en la voz. En ese momento, suena la alarma de mi móvil y se la muestro—. Ha llegado la hora, princesita de otoño. Mañana tengo clase y tú tienes que dormir bien para entrenar muy duro en el gimnasio, a poder ser sin erecciones.

—¡Por una vez que me pasa, una sola vez, ¿y me lo vas a estar recordando durante el resto de mi vida?! —se queja, ocultando su sonrojado rostro tras sus manos.

—Te ha pasado dos veces, eso indica que tienes muy poquito control sobre tu propio cuerpo, querida. Duchita fría y pensar en cosas puras de vez en cuando, sabes...

Grace me da un golpe en el brazo y suelto un quejido, sintiendo la fuerza de mi propio cuerpo. Mi reacción le hace sonreír con satisfacción antes de levantarse para caminar hacia la puerta de salida.

—Y la próxima vez que vuelvas a decir tonterías, me saltaré el entrenamiento de las mañanas para hacer una excursión al McDonald's y terminar con todas sus existencias.

—¡Buenos días por la mañana! Creo que tienes algo importante que contarme, ¿no?

Olivia entra en el piso con la fuerza y vitalidad de una tormenta de verano, y su energía me hace sonreír mientras me tomo el café y los cereales a los que ya estoy acostumbrado cuando ocupo el cuerpo de Grace. Incluso teniendo en cuenta la delicada conversación que se avecina, la actitud de Olivia siempre resulta refrescante.

—Sí, aunque por desgracia, no es agradable —suspiro, decidiendo ir al grano—. Imagino que no tengo que recordarte que el viernes fue mi cita con Leo, ¿verdad?

—¡Obvio! Lo que quiero saber ahora son todos los detalles, especialmente si no son agradables por si tengo que tomar medidas personalmente. ¿Qué pasó? ¿Te encontraste con alguien de la uni y te dijeron algo malo?

Niego con la cabeza y aprovecho una pausa para ordenar mis ideas, recabando toda la información sobre la cita que ya me sé de memoria a pesar de no haberla vivido, y recordando las palabras que he escogido cuidadosamente para evitar que Olivia se sienta mal.

—No, nada de eso. Antes de decir nada, escucha todo lo que tengo que decir y cuando termine, ya me dices todo lo que opinas, ¿vale? —digo, esperando a que asienta antes de empezar a contarle con detalle lo que ocurrió el viernes. Cuando llego al momento clave, me aseguro de mirarle a los ojos y pausar un segundo—. Entonces, al llegar a la puerta de mi casa, Leo me dijo que tenía que hacerme una petición un poco arriesgada. Pensé que iba a besarme, hasta que me pidió que le ayudase a acercarse a ti para salir contigo. Resulta que nunca le había gustado yo y solo quiso aprovecharse de que a mí sí me gustaba él para conseguir lo que quería. Antes de que digas nada, nada de esto es culpa tuya, ya lo sabes. No es tu culpa que haya cerdos que quieren aprovecharse de la gente para llegar a otras personas y evidentemente no estoy enfadada contigo, faltaría más. Toda la rabia y el odio deben de ir dirigidos única y exclusivamente a Leo —digo con calma, sonriendo ligeramente para demostrar mi punto, antes de gesticular hacia ella—. Vale, ya está, ahora puedes hablar tú.

Olivia me ha mirado en silencio durante todo mi discurso, prestando mucha atención a todo lo que decía. El único cambio que he visto en su expresión que he visto ha sido cuando ha fruncido ligeramente el ceño al hablar de las verdaderas intenciones de Leo, por lo que, al terminar de hablar, no sé muy bien qué reacción esperar. Sin embargo, en cuanto le doy pie a que hable, la tormenta de felicidad que ha entrado en el piso hace apenas unos minutos, ahora se convierte en un terrorífico huracán.

—Voy a matarle, ¿sabes? ¡Voy a asesinarle hoy mismo! —gruñe, reflejando la rabia y el odio más puro en su rostro perfecto—. ¡¿Cómo se atreve a aprovecharse de ti?! ¡¿A no ver lo maravillosa que eres y pensar que puede usarte de alguna manera?! ¡Y encima para tratar de llegar a mí, como si yo fuese una especie de objetivo final de un videojuego o algo por el estilo! —Súbitamente, Olivia da un puñetazo en la mesa que casi me hace tirar el café y me apresuro a terminármelo y fregar los cacharros para irnos—. ¡Yo jamás saldría con alguien tan superficial e irrespetuoso como él, y hoy mismo voy a dejárselo clarísimo! —declara antes de suavizar su expresión y correr a abrazarme mientras friego la taza—. Siento muchísimo que tuvieras que esa experiencia con alguien como él. Ya sabes que me cuesta no culparme cuando pasan estas cosas, pero ahora mismo yo no soy la víctima de esto, así que olvida cómo me siento yo. ¿Qué tal estás tú? ¿Quieres que salgamos esta tarde a una librería o al cine a ver alguna peli que te apetezca? Ya sabes que podemos tener todos los días de chicas que quieras y necesites.

La reacción de Olivia me llena de cariño, no por mí, sino por Grace. Me alegro de que tenga la mejor amiga que se merece y viceversa, porque ambas son perfectas la una para la otra. Con Olivia, siento que al menos ya somos dos personas las que estamos dispuestas a hacer todo lo posible por querer y cuidar a Grace pase lo que pase, y me encanta. Todo este cariño y agradecimiento me salen en forma de abrazo, y tengo que aguantar mi primer impulso de apartarme y recordarme que ahora soy Grace y puedo abrazar a mi mejor amiga, que no estoy sobrepasando ningún límite.

—Gracias, Liv, de verdad. Eres la mejor amiga que cualquiera podría tener y no dejaré nunca de agradecerte que estés a mi lado —digo de corazón antes de apartarme ligeramente y sonreír con cierta picardía. Tal vez Grace no estará de acuerdo con lo que voy a hacer y decir ahora, pero como sus defensores principales, Olivia y yo debemos hacer lo que debemos hacer—. Me gusta cómo suena eso de dejárselo claro, así sabrá cómo comportarse como un ser humano decente en el futuro. ¿Qué tienes pensado?

Olivia imita mi sonrisa antes de cogerme del brazo y arrastrarme al exterior, dejándome apenas un segundo para coger mi mochila.

—Tienes clase con él ahora, ¿no? Llévame a la puerta, a ver si le vemos.

Hago lo que dice sin rechistar, dejando que ella lleve la voz cantante de esta especie de venganza o justicia poética. Al llegar, vemos que aún no llegó nadie a clase, por lo que esperamos en la puerta. No pasan ni cinco minutos antes de que llegue Leo, cuyo rostro se torna blanco al vernos mirarle, completamente inexpresivas.

—Hola, Leo. Me han dicho que querías hablar conmigo, ¿no? —saluda Olivia con la calma con la que un león acecha a una gacela.

—Eh... A ver, creo que aquí ha habido un malentendido...

—El malentendido creo que lo has tenido tú —interrumpe Olivia, acercándose a él con la barbilla bien alta. Como buen cobarde, Leo se achanta al comprobar que ella es igual de alta que él, como un machito con el ego herido—. Lo tuviste cuando se te ocurrió que yo podría salir con un idiota superficial y vacío como tú, y lo volviste a tener cuando pensaste que sería un plan infalible utilizar a alguien en lugar de tener el coraje que claramente te falta para acercarte a mí. Eres un pobre hombrecillo que va de distinto y único, creyendo que así atraerás a las mujeres, pero cualquiera que hable contigo se dará cuenta de que eso es solo una careta para ocultar el hecho de que solo eres otro hombre inútil más. Yo jamás saldría contigo porque soy demasiada mujer para ti, ¿pero sabes qué? Grace cumplió una tarde servicios comunitarios el viernes al salir con alguien como tú porque ni te acercas a ser suficiente para ella. Lo único que te queda hacer ahora para ser un poco hombre es pedir las disculpas que le debes a Grace, callarte la boca y aprovechar todos esos libros que lees para comprar uno sobre cómo comportarte como un ser humano respetuoso y maduro.

Leo aguanta el chaparrón en silencio, aunque veo en su rostro claros signos de orgullo herido por mucho que no lo muestre en alto. Eso me hace estar alerta en caso de que elija decir una estupidez que empeore su ya de por sí perjudicada imagen, especialmente cuando Olivia termina de hablar. En cuanto abre la boca, pienso que va a rebatir algo, pero el ceño de ella parece achantarle y recular en el último momento.

—Perdona por lo del viernes, Grace —murmura por lo bajo sin tan siquiera mirarme, lo cual me hace poner los ojos en blanco—. ¿Me dejáis entrar en clase ya?

Su actitud de idiota prenden una pequeña llama en mi interior, no la suficiente para hacerme perder el control que tengo desde el viernes y haga todo lo que me gustaría desde que supe lo que le hizo a Grace, pero sí como para responderle.

—Y pídele perdón también a Olivia por creer que podrías aspirar a estar con alguien como ella. De hecho, deberías pedirle perdón a todas las mujeres por ser heterosexual y obligarnos a lidiar contigo, pero creo que todas preferimos no cruzar más palabras contigo —suspiro dramáticamente, mirándole de arriba abajo con asco—. Lo último que tengo que decirte es darte las gracias. De verdad, gracias por recordarme que aspiro a más que tú y tengo al alcance a hombres de primera liga y no de tercera regional, como tú.

La mandíbula de Leo se tensa al escucharme y veo en sus ojos el fuego de la rabia que alberga en su interior, a punto de salir. Conozco a la gente como él y sé que va a dejar salir su orgullo en cuanto se libre de nosotras, pero estoy preparado.

Con Axel Maddox no se juega, y menos con la gente a la que quiero.

¡Hola, holitaaa!

Axel Maddox, también conocido como nuestro Superman, ya ha llegado al rescate y ya sabéis que tanto él como Olivia son incapaces de dejar que dañen a Grace.

Ah, pero... ¿responderá Leo después de este vapuleo? ¿Qué creéis que tiene pensado Axel?

Os leo! ❤️

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