iii. De nuevo en Hogwarts

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CAPÍTULO TRES
De nuevo en Hogwarts

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EL FINAL DEL VERANO LLEGÓ mucho más rápido de lo que Dianne se había esperado. Para ser honestos, estaba deseando volver a Hogwarts, para seguir aprendiendo magia y sobre ella. Pero, por otro lado, el mes había pasado muy rápido y ya no iba a estar más tiempo con su madre, que era la única persona —aparte de Draco, por supuesto— por la que Dianne seguía manteniendo su apellido como "Malfoy". Al menos, lo que la consolaba, era que Narcissa siempre la iba a recibir de la misma manera, puesto que a diferencia de Lucius, ella sí sentía verdadero amor por su hija.

La última noche, su madre pidió a los elfos que hicieran una tremenda cena que incluía todos los platos favoritos de los hermanos. Dobby y Kiera adornaron la mesa mucho más de lo normal, en el fondo algo tristes de que los señoritos se fueran. Después de eso, Draco y Dianne recibieron un generoso tazón de chocolate caliente con pastas, para ir a la cama y finalizar el mes de vacaciones.

A la mañana siguiente, les llevó mucho más tiempo del normal ponerse en marcha, pues los mellizos tenían algo de sueño. Se levantaron con la salida del sol, pero todavía parecía que había que revisar cientos de cosas más. Incluso Lucius se molestó en supervisar como los elfos cargaban el equipaje de ambos hermanos; como si en el fondo temiera que alguno de los dos se olvidara de llevarse algo.

Llegaron a Kings Cross a las once y media. Ambos hermanos, en un gesto algo automático, se encargaron de meter sus baúles en unos carritos. Dianne colocó con suavidad la jaula de Dark en lo alto de la montaña, acariciando la parda cabeza del ave en el acto. Draco no había querido tener un animal, por lo que la lechuza de Dianne seguía siendo el único animal que ambos llevarían. Aunque, a la rubia le hubiera gustado adoptar a otra criatura, no lo dijo.

Ambos se despidieron al ver a lo lejos las cabelleras de sus amigos. Dianne fue atacada por Daphne, quien la envolvió en un cálido abrazo que hubiera ahogado a una madre osa; o eso habría jurado la rubia. Luego, fue Theo quien atacó a la pequeña de los Malfoy, seguido de Blaise, ambos apretándola tanto que Dianne juró que se le saldrían los pulmones por la boca. Pero no objetó nada, para sorpresa de su hermano, puesto que los había echado mucho de menos.

—Anne, quiero presentarte a mi hermanita, Astoria—habló Daphne, mientras exhibía una enorme sonrisa. Estaba realmente emocionada porque ambas se conocieran, y por empezar un nuevo curso en Hogwarts. Esperaba que algo más tranquilo que el anterior—. Tori, ella es Dianne.

Dianne observó a la pelinaranja al lado de su amiga. Su cabello era de un naranja realmente intenso, haciendo que sus ojos avellanas destacaran mucho más. Era bastante pálida, al menos en comparación con Theo. Exhibía prácticamente la misma sonrisa que su hermana mayor, marcando dos hoyuelos a los lados de su boca.

—Bienvenida a Hogwarts, Astoria—la rubia le ofreció una minúscula sonrisa, siendo amable.

—Oh, ¡puedes llamarme Tori! —exclamó la pequeña pelinaranja, con gran efusividad —. Daph me ha hablado mucho de ti, Dianne. ¡Es increíble que hayas aguantado a mi hermana todo un curso!

Tori—regañó la pelirroja mayor, algo avergonzada—. Perdónala, Anne, es algo... intensa.

—¿En qué casa de Hogwarts crees que acabarás, Astoria? —le preguntó Theo, mientras le sonreía de forma amable.

—¡Oh! Mamá siempre dice que soy bastante Ravenclaw—parloteó Astoria, causando alguna que otra sonrisa divertida entre los presentes—, ¡pero a mí me gustaría entrar en Slytherin!

—¿Ah, sí? —cuestionó Draco, de repente interesado en la información.

Astoria asintió con la cabeza.

—¡Sí! Porque así podré estar con mi hermana—se explicó, mientras le sonreía a su hermana mayor.

Daphne la miró enternecida, colocando una mano en la cabeza de su hermana. Dianne y Draco intercambiaron una mirada, mientras Theo y Blaise observaban a las hermanas Greengrass con pequeñas sonrisas en sus rostros.

—Entremos —indicó el moreno, al ver la gente que comenzaba a llegar.

El grupo entró en el expreso para conseguir un vagón vacío para todos. Dianne localizó, a duras penas, la cabellera abundante de Hermione, al lado de una pequeña pelirroja que supuso que era la menor de los Weasley. Saludó a la nacida de muggles con un movimiento de cabeza, antes de ser arrastrada por las hermanas Greengrass hacia el vagón que Theo y Draco habían encontrado vacío.

Dianne no prestó atención al tema de conversación que iniciaron sus amigos, puesto que abrió un libro que se había llevado a Hogwarts y leyó en silencio, con la cabeza apoyada en el hombro de su hermano mayor. Las pelirrojas imitaron su acción, por lo que solo los chicos hablaron. Tan entretenidamente que ni siquiera se dieron cuenta de que los perros falderos del mayor de los Malfoy no estaban con ellos.

El viaje se les hizo mucho más corto que la vez anterior, y cuando quisieron darse cuenta, estaban de pie en la estación de Hogwarts, mirando a su alrededor. Era la primera vez que estaban allí, pues solo los de primer año iban en las barcas. Dianne vio de reojo como los Weasley y Granger parecían discutir algo entre susurros, y se dio cuenta de que faltaba alguien. Faltaba Harry Potter y Ronald Weasley.

<< ¿En qué lío se habrán metido ya?>> se preguntó, mientras entraban al castillo de Hogwarts.

Por fortuna, pudieron sentarse en la enorme mesa de Slytherin, donde los alumnos más mayores ya se encontraban sentados. Dianne saludó con un gesto de cabeza a Adrian Pucey y a Terence Higgs, quienes ya estaban allí, y eran los más cercanos a ellos.

—Oye, ¿Dónde se han metido Harry y Ron? —bisbeó Daphne a Dianne, en un hilo de voz de forma que solo su amiga rubia pudiera escucharla.

Dianne dirigió sus ojos verdes grisáceos a la mesa de Gryffindor y repasó cada cabellera a su alcance. Ni rastro del inconfundible negro azabache ni del pelirrojo característico de los Weasley. Además, los hermanos de este último parecían algo nerviosos, incluso los gemelos estaban algo serios y Percy no dejaba de mirar hacia la puerta, como si se esperaba que entraran en cualquier momento.

—No tengo ni idea—susurró Dianne, frunciendo el ceño, mientras deshacía un trozo de pan con sus largos dedos—. Pero, conociendo a ambos, estoy segura de que ya se han metido en algún lío.

—Ni siquiera ha empezado el curso—señaló la pelirroja mayor, algo divertida.

—¿Te recuerdo de quien estamos hablando, Daph? —murmuró la niña Malfoy, mirándola por el rabillo del ojo—. Uno de ellos, literalmente lleva escrito "buscador de problemas" en la frente, y el otro... se deja llevar.

Daphne asintió con la cabeza, puesto que sabía perfectamente que su amiga tenía razón. Harry Potter llevaba en sus venas lo de meterse en problemas, puesto que todo el mundo sabía el historial que James Potter había tenido en Hogwarts: casi todas las semanas castigado por hacer una de las suyas.

Tanto Dianne como Daphne pusieron mala cara al escuchar la voz chillona y nasal de Pansy Parkinson, intentando sacarles información sobre por qué ellos supieron el curso anterior lo de la Piedra mucho antes que los demás a Theo y Blaise, quienes se limitaron a mirarla con las cejas arqueadas.

—Parkinson—la llamó Dianne, aunque su tono salió malhumorado—, ¿puedes hacerle un favor al mundo y dejar de hablar, no sé, para siempre?

Daphne tosió para ocultar una risita, mientras Theo y Blaise esbozaban sonrisas divertidas. Draco bebió de su copa para esconder su propia sonrisa, mientas observaba con diversión como la chica Parkinson se molestaba con el comentario de su hermana.

—Nadie estaba hablando contigo, princesita—escupió Pansy, sin pensar.

Dianne dejó el pan encima de su plato y entrecerró los ojos, mientras sus cejas se arqueaban, como si no se pudiera creer como le había hablado. Daphne, Theo y Blaise se dieron una palmada en la frente muy poco disimulada, preguntándose si la chica Parkinson sabía lo que era el instinto de supervivencia o si era tonta del todo. Draco, por su parte, vigilaba a su hermana melliza por el rabillo del ojo.

—¿Cómo me has llamado, Pansy? —cuestionó la rubia con un tono de voz extrañamente dulce, el cual puso los pelos de punta a todos los que podían escucharla—. Es que creo que me he vuelto algo sorda y me parece que no te he escuchado bien. ¿Acaso te has atrevido a llamarme princesita con tu sucia lengua?

—Hermana —Draco posó una mano en su hombro, por preocupación.

—Oh, relájate, hermanito—Dianne mantuvo su falso tono dulce, aunque su mirada detonaba claramente el enfado que estaba comenzando a hervirle la sangre—. Pansy y yo solo estamos hablando, ¿verdad, querida?

Pansy balbuceó cientos de cosas para ella, mientras su cuerpo se sacudía, algo nerviosa. Quizás se había olvidado del carácter de Dianne, o que no se le podía hablar a los Malfoy-Black como ella lo había hecho sin sufrir las consecuencias.

Dianne ladeó sus labios en una sonrisa algo perversa, para luego murmurar algo por lo bajo. De repente, el contenido de la copa que Pansy se iba a beber, estalló cerca de su cara. La mojó completamente, como si le hubiera caído una ola encima. Le arrancó un grito que hizo que la mayoría de los presentes se giraran a mirar.

—¿Qué ocurre, Pansy—preguntó Dianne, con fasto tono de preocupación —, ahora no sabes beber como una persona normal?

Dianne sabía que estaba mal meterse con la gente como su hermano hacía, pero la chica la sacaba completamente de sus casillas.

Los presentes se quedaron mirando a la figura vestida de negro que se había acercado a su mesa para saber qué demonios había pasado. Severus Snape observó a los alumnos de su casa con los ojos entrecerrados y el ceño completamente fruncido. Observó el estropicio de que la chica de pelo corto negro había liado, y luego, como un instinto, su mirada voló a la menor de los Malfoy. Ella ya lo estaba mirando, con una sonrisa algo divertida en sus facciones.

—¿Se puede saber que ha pasado? —preguntó, con su tono de voz gélido.

—Lo que ha pasado, profesor Snape, es que Pansy ha tenido un pequeño accidente con la bebida y su magia—respondió Dianne, con tono de inocencia, mientras adoptaba la misma expresión que pondría un niño que jamás había roto un plato en su vida—. ¿Verdad, Pansy?

La chica Parkinson tenía dos opciones: seguir con la trola de Dianne o decir la verdad al profesor Snape. Y cualquiera de los dos caminos acababa mal para ella, pues tendría que enfrentarse al profesor o a la rubia Malfoy. Y, honestamente, ya no sabía cuál era peor.

—Sí, profesor—musitó, bajando la mirada.

—Vaya a cambiarse la túnica, señorita Parkinson—ordenó con seriedad, aunque una parte de su mente desconfió totalmente de aquella escusa—. Y ustedes...—desvió su mirada al grupo frente a él—... no hagan que Slytherin pierda puntos este año, ¿estamos?

—Por supuesto, profesor Snape—pronunciaron a la vez, de forma perfectamente coordinada, aunque lo estaban improvisando totalmente sobre la marcha.

Los adolescentes se quedaron mirando como el profesor se alejaba, en dirección a la mesa de los profesores, donde Albus Dumbledore los observaba con una minúscula sonrisa en los labios, como si supiera en verdad que era lo que había pasado. En el fondo, Dianne sabía que el director lo había visto todo, y agradeció mentalmente que no les fuera a poner ningún castigo.

Justo en ese momento, Minerva McGonagall apareció, siendo seguida de los alumnos de primer curso. Dianne localizó enseguida a las cabelleras pelirrojas de Astoria y Ginny. Para su sorpresa, ambas iban hablando con normalidad, como si una no fuera traidora de sangre y a la otra no le importase lo más mínimo aquello.

Dianne no prestó demasiada atención, pues se seguía preguntando donde estaban dos chicos que faltaban en la mesa de Gryffindor. Le pareció ver de reojo como Dumbledore abría los ojos más de la cuenta, para luego susurrarle algo al profesor Snape. Este, se levantó de su silla y se fue como alma que lleva el diablo, solo Merlín sabía hacia dónde.

Finalmente, Astoria Greengrass fue clasificada en Slytherin, justo como ella quería para estar con su hermana mayor. Se sentó al lado de su hermana, con una enorme sonrisa surcando sus facciones, divirtiendo algo a los demás. Aquel gesto tembló algo cuando vio como Ginny Weasley clasificaba para Gryffindor, como toda su familia, y Dianne se preguntó a qué se debería aquello.

El banquete comenzó cuando las lechuzas llegaron con periódicos, tomando por sorpresa a la mayoría de los presentes, pues nadie esperaba correo aquel día. Uno de los ejemplares cayó cerca de Dianne y Daphne, por lo que ambas se apresuraron a atraparlo antes que los demás.

<<MUGGLES>> DESCONCERTADOS

POR UN FORD ANGLIA VOLADOR

"En Londres, dos muggles están convencidos de haber visto un coche viejo sobrevolando la torre la torre del edificio de Correos, al mediodía en Norfolk, la señora Hetty Bayliss, y el señor Angus Fleet, de Peebles, informaron a la policía de lo sucedido..."

—¿Un Ford Anglia? —cuestionó Daphne, confundida—. ¿De qué me suena?

—Es el coche de los Weasley—respondió Astoria, para luego percatarse de que todas las miradas de los demás estaban sobre ella —. ¿Qué? Me lo dijo Ginevra.

Dianne supo que la elección de llamarla por su nombre completo era una pequeña estrategia por parte de Astoria, ¿pero para qué? ¿Acaso ocultaba algo? Y, durante unos segundos, se preguntó si a la menor de los Greengrass le habían llamado la atención los Weasley luego de lo que su hermana le había contado sobre la Piedra Filosofal.

—Me parece que alguien se va a meter en un buen lío—tarareó Draco, como si le hubieran dicho que había entrado en el equipo de Quidditch de Slytherin—. ¡Au! Serás agresiva —se quejó, cuando Dianne le dio un codazo en las costillas.

—Compórtate—le pidió, en un siseo.

La puerta del Gran Comedor se abrió y observaron como Severus Snape cruzaba la estancia con una expresión algo asesina. Se paró en la mesa de los profesores, justo delante de Minerva y Albus. Le murmuró algo por lo bajo, aparentemente entre dientes, a ambos. La primera en ponerse de pie fue la profesora de Transformaciones, quien abandonó el salón junto al profesor de Pociones. El director tardó algo más, luego de comprobar que todos los alumnos estaban comiendo con tranquilidad. Todos, menos cierto grupo de Slytherins que lo observaba con curiosidad.

—Bueno, creo que ya sabemos que Gryffindor va a perder puntos antes de que empiece el curso —murmuró Theo, sacudiendo la cabeza.

—No lo creo—opinó Astoria, encogiéndose de hombros.

—Yo tampoco lo creo—asintió Dianne, mirando su plato con el ceño fruncido—. Sea lo que sea lo que Potter y Weasley hayan hecho, ha sido fuera de las instalaciones de Hogwarts.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Blaise, algo perdido.

Dianne desvió su mirada de su plato a sus amigos, arqueando una ceja.

—Que no pueden sacarle puntos a Gryffindor cuando el problema que se ha hecho ha sido en Londres, no en el castillo.

Y todos tuvieron que darle la razón, a regañadientes, puesto que sabían que tenía razón.

¡Holaaaa!

Finalmente, ¡ya están en Hogwarts! La verdad es que no quería retrasar más la llegada, puesto que es uno de los momentos más cómicos del libro. Es decir, todo lo que Harry y Ron tienen que pasar para poder ir a clase...

Como vemos, parece que Pansy olvidó todo lo que había aprendido sobre Dianne el curso anterior. Creo que no aprende de sus errores, y Dianne se lo ha hecho ver. Puede que a mucha gente no le guste esta manera de obrar, pero creo que hay que ponerla en su sitio.

Por cierto, ¿lo habéis notado? No es la primera vez que Dianne hace magia sin varita. Es una de las cosas que la hacen especial, junto con otras que irán saliendo. En este libro, sabremos mucho más de ella, y algunas de esas cosas van a ser muy importantes.

Y... ¿Qué os parece lo de Astoria? ¿Creéis que se ha fijado en Ginny o son sólo imaginaciones de Dianne?

No olvidéis dejarme en comentarios todas vuestras teorías, opiniones, críticas, lo que queráis... Ya sabéis que os contesto a todo.

Así pues, ¿qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

Nada más por mi parte, así que, me despido.

¡Hasta el próximo jueves!

~I 👑

|Publicado|: 28/10/2021

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