xv. Otro ataque

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CAPÍTULO QUINCE
Otro ataque

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DIANNE Y DAPHNE SE DIRIGÍAN a llevarle algo de postre a Harry, luego de haber cenado, con Astoria acompañándolas. Se suponía que debían estar en las camas, pero a ninguna de las tres les venía el sueño. Las voces de los profesores las hicieron frenar en seco y pegarse a una pared, rezando internamente para que no las vieran.

Dumbledore entró en la enfermería, vestido con un largo camisón de lana y un gorro de dormir. Acarreaba un extremo de lo que parecía una estatua. La profesora McGonagall sostenía los pies. Entre los dos, dejaron la estatua sobre una cama.

—Traiga a la señora Pomfrey—susurró Dumbledore y la profesora McGonagall desapareció de su vista.

Escucharon voces apremiantes y la profesora volvió a aparecer, seguida de la señora Pomfrey, que se estaba poniendo un jersey sobre el camisón de dormir. Tomó el aire de forma brusca.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó la señora Pomfrey a Dumbledore.

—Otra agresión—explicó Dumbledore—, Minerva lo ha encontrado en las escaleras.

—Tenía a su lado un racimo de uvas —dijo la profesora McGonagall—. Suponemos que intentaba llegar hasta aquí para visitar a Potter.

Las tres intentaron ver algo más. se alzaron unos centímetros para poder ver la estatua que había sobre la cama. Un rayo de la luna le caía sobre el rostro. No era ninguna estatua, era Colin Creevey. Tenía los ojos muy abiertos y sus manos sujetaban la cámara de fotos encima del pecho.

—¿Petrificado? —susurró la señora Pomfrey.

—Sí —dijo la profesora McGonagall —. Pero me estremezco al pensar... Si Albus no hubiera bajado a por chocolate caliente, quien sabe lo que podría haber...

Los tres miraban a Colin. Dumbledore se inclinó y desprendió la cámara de fotos de las rígidas manos de Colin.

—¿Cree que pudo sacar una foto a su atacante? —le preguntó la profesora McGonagall, con expectación.

Dumbledore no respondió, pero abrió la cámara.

—¡Por favor!

Un chorro de vapor salió de la cámara. Les llegó el agrio olor del plástico quemado.

—Derretido—dijo asombrada la señora Pomfrey—. Todo derretido...

—¿Qué significa esto, Albus? —preguntó apremiante la profesora McGonagall.

—Significa—contestó Dumbledore—que es verdad que han abierto de nuevo la Cámara Secreta.

La señora Pomfrey se llevó una mano a la boca. La profesora McGonagall miró a Dumbledore fijamente.

—Pero, Albus..., ¿quién...?

—La cuestionó no es quién—dijo Dumbledore, mirando a Colin—; la cuestión es cómo.

A juzgar por la expresión sombría de la profesora McGonagall, no lo comprendía mucho mejor que los adolescentes que estaban escuchando.

















Las tres serpientes habían corrido como nunca para llegar a sus dormitorios, sabiendo que si Dumbledore o McGonagall las pillaban fuera de sus camas, se iban a llevar una buena bronca. Seguían rumiando en sus mentes todo lo que habían escuchado.

—Ya abrieron la cámara en otra ocasión—murmuró Astoria, sorprendida.

—Al final, el profesor Binns solo estaba intentando lanzar balones fuera—señaló Dianne, con el ceño fruncido con concentración—. Sabe que la Cámara Secreta es real y nos dijo que no lo era para...

—...para que nadie intentara buscarla —finalizó Daphne por ella, mientras hacía un gesto con las cejas.

Las tres intercambiaron una mirada, puesto que el mismo pensamiento flotaba en sus mentes.

¿Cómo era posible que el profesor Dumbledore permitiera que la cámara existiera y no tratara de destruirla?

Después de todo, si había un monstruo en su interior, este no tendría demasiados reparos en atacar a cualquier estudiante que se le cruzara delante. Por no hablar de los nacidos de muggles, pues todo el mundo sabía perfectamente el rechazo que Salazar Slytherin sentía ante ellos.

Y no era que, precisamente, hubiera pocos nacidos de muggles entre los alumnos de Hogwarts. Aunque a dos de ellas, realmente solo le preocupaba una persona dentro de ese amplio grupo.

—¿Quién intentaría buscar una cámara en la que se sabe que hay un monstruo? —preguntó Astoria, sonando entre confundida y algo sarcástica.

Dianne y Daphne no le contestaron, pero intercambiaron una mirada significativa. Podría ser que a Astoria no se le ocurriera nadie que fuera tan estúpidamente temerario como para buscar la cámara, pero a ellas sí que se les ocurría. Y no solo un nombre, sino tres.





















La noticia de que habían atacado a Colin Creevey y que yacía como un muerto en la enfermería, se extendió por todo el colegio durante la mañana del lunes. El ambiente se llenó de rumores y sospechas. Los de primer curso, según Astoria les había dicho, se desplazaban por el castillo en grupos muy compactos, como si fueran una medida para que no los atacaran.

Mientras tanto, a escondidas de los profesores, se desarrollaba en el colegio un mercado de talismanes, amuletos y otros chismes protectores. Incluso aquellos sangre limpia, como era el caso de Neville Longbottom, habían hecho sus compras. Dianne lo encontraba estúpido, pero no decía nada.

Durante la segunda semana de diciembre, el profesor Snape pasó a recoger los nombres de aquellos que se quedarían en el colegio en Navidades. Luego de convencer a su hermano, Dianne y Draco se quedarían en Hogwarts, algo que aliviaba enormemente a la menor de los mellizos. Y como ellos se quedaban Theo, Daphne, Astoria y Blaise también firmaron la hoja; todo, bajo la mirada entrecerrada de Snape.

Aquella tarde de jueves, la clase de Pociones se desarrollaba como siempre. Más de veinte calderos humeaban entre los pupitres de madera, en los que descansaban balanzas de latón y jarras con ingredientes. Snape rondaba por entre los fuegos, haciendo comentarios envenenados sobre el trabajo de los Gryffindor, como era usual en él.

Dianne, Theo y Daphne se encontraban demasiado concentrados en realizar su poción infladora de forma perfecta, pues querían asegurar su máxima nota en la materia. Al menos, hasta que un silbido llamó su atención, puesto que era extrañamente familiar... como el de una bengala.

De pronto, la poción de Goyle estalló, rociando a toda la clase. Los alumnos chillaron cuando los alcanzaba la pócima infladora. A Draco le salpicó en toda la cara, y la nariz se le empezó a hinchar como un balón; Goyle andaba a ciegas tapándose los ojos con las manos, las cuales se le pusieron del tamaño de platos soperos, mientras Snape trataba de restablecer la calma y de entender qué era lo que acababa de suceder. De reojo, Dianne vio como una melena larga salía discretamente de la clase.

—¡Silencio! ¡SILENCIO! —gritaba Snape, intentando callar los gritos de los alumnos—. Los que hayan sido salpicados por la poción, que vengan aquí para ser curados. Y cuando averigüe quien ha hecho esto...

La mirada de Dianne voló a una de las mesas de Gryffindor, donde Harry parecía estar aguantándose la risa mientras observaba a Draco corriendo hacia la mesa del profesor, con la cabeza caída hacia un lado a causa del peso de la nariz, la cual había llegado a alcanzar el tamaño de un pequeño melón. La rubia negó con la cabeza, pues intuía que el trío de oro estaba tramando algo realmente importante como para montar tal espectáculo en medio de la clase. Por fortuna, ni ella, ni Theo ni Daphne necesitaban que Snape los curaran, puesto que sus reflejos habían sido realmente rápidos.

Cuando todo el mundo que lo necesitaba se hubo tomado un trago de antídoto y las diversas hinchazones remitieron, Snape se fue hasta el caldero de Goyle y le extrajo los restos negros y retorcidos de lo que había sido la bengala. En la clase se produjo un silencio repentino.

—Si averiguo quien ha arrojado esto—susurró Snape, con firmeza—, me aseguraré de que lo expulsen inmediatamente.

Theo le dio un codazo disimulado a Dianne y ambos observaron al profesor de forma detenida. El profesor Snape tenía su mirada entrecerrada en dirección a Harry, quien esbozaba una expresión de perplejidad bastante convincente. La campana sonó al cabo de diez minutos.

Dianne, Theo y Daphne salieron juntos de la clase, y caminaron en silencio por los pasillos de Hogwarts. Al menos, hasta que estuvieron en uno bastante vacío. Entonces, el chico las tomó a ambas de los brazos y las metió en una clase vacía, ignorando olímpicamente sus quejas.

—Fue Harry, ¿no? —cuestionó en un susurro, como si temiera que la clase tuviera orejas y lo escucharan.

—¿Qué? —Daphne parpadeó varias veces, confundida puesto que no se había enterado del todo que era lo que había pasado en la clase. Simplemente Theo y Dianne la habían apartado de la mesa de pronto—. ¿De qué habláis?

Tanto Dianne como Theo rodaron los ojos a la vez, sin poder evitarlo. A veces Daphne era realmente lenta de mente.

—Sí, lo fue—asintió Dianne, respondiendo a Theo también en un susurro—. Pero es imposible que el profesor Snape lo sepa, estaba ocupado paseando por nuestro lado.

—No tiene pruebas de que fuera él—asintió Theo, para luego bufar al percatarse de que todavía había alguien que no se había enterado del asunto—: Harry fue el que lanzó la bengala a la pócima de Goyle—le aclaró a Daphne en un susurro.

La pelirroja estuvo unos segundos en silencio, pensando en algo muy concreto. Segundos durante los cuales sus amigos la observaron en silencio, esperando a que dijera algo de una vez.

—No puede hacerle nada—señaló la pelirroja, segura de lo que decía.

—Conociendo a Snape y el odio que le tiene—murmuró Dianne, de brazos cruzados—, yo no estaría tan segura de eso.


Holii :D ¿Qué tal estáis?

Este capítulo es algo corto, comparado con el anterior, pero creo que aún así tiene mucho que decir.

En la primera parte, tenemos a Dianne, Daphne y Astoria espiando lo que el profesor Dumbledore y la profesora McGonagall están haciendo (y, tenemos en cuenta que Harry también está escuchando lo que no debe mientras está en la enfermería). ¿Una referencia a los merodeadores? Puede.

Astoria no cree que haya nadie que pueda ponerse a buscar la cámara... Ay, pobre ilusa. Dianne y Daphne parecen tener tres nombres... Seguramente los mismos que tengo yo en mente, o incluso vosotros, ¿no?

¿Qué me decís de la escena en clase de pociones? Me dio la risa al escribirla, al leerla y al imaginarmela. Demasiado lo que puede liar una triste bengala. Aunque bueno...Snape ya ni se plantea que fuera alguien aparte de Harry... Se le nota mucho que no lo soporta x.

Bueno, ¿qué os ha parecido el capítulo? ¡Espero que bien!

Nada más por mi parte pero...

¡Nos leemos en comentarios!

¡Hasta el viernes!

PD: recordad que estaremos con actualizaciones los lunes y viernes hasta, por lo menos, el mes de febrero.

~I 👑

|Publicado|: 03/01/2022

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