Ay, madre

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Entre los rastros
más infantes
de mi codicia perenne,
brasas hallo en retazos.

Hostiles ecos
de un afecto
que solo conoce
la nieve.

Ay, madre,
que me entierro
en ropajes blancos,
cubiertos de rojos claveles.

Pues solo hay hogar
en ti en el sigilo
de mis sueños

y un heredero
en odas salvajes
destronadas de mi pluma.

Ay, madre,
¡qué anhelo viejo
guardo!

Que maldita voz
tiene el longevo verso,
de una errada condena
por bastardo.

Que en alma desnuda,
escarcha me aqueja
sin tu cálido abrigo.

...

Ay, madre.
Brasas hallo en retazos.

Perpetuas sombras
en retratos de una ceguera
de un hijo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro