Hallé caminos
entre las cenizas,
el oídio del cerezo
y la bruma blanca.
En promesas viudas
con un augurio añejo
y en confusos reflejos
del temblor de una flama.
Pues al sosegado dueto
aúlla el mar del exilio,
armonía durmiente
que eterna aguarda.
Plañe el olvido
al recuerdo de la vida,
mas a pos de ella vibra
en solitaria danza.
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