La tiendita

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No puede ser, no quiero. ¡No! Van a cerrarla, me toman por loco y les vale a todos. No entiendo el porqué no les importa como a mí.

Me enteré apenas hoy por la mañana.

Mi mamá me obligó a ayudarla con las compras sin importar que me negara y debo decir que ante la amenaza de recibir un chanclazo no tuve más opción.

Tampoco soy un hijo desobligado, pero es que mi mamá se tarda HORAS comparando. Y ni se diga si se encuentra a sus amigas. Hice changuitos para que eso no sucediera.

Pasamos por la tienda de don Mateo, vimos que mi abuela platicaba muy agusto con él. Ella de pie con el monedero y sombrilla en mano. Él, detrás del mostrador, con los brazos apoyados en la superficie transparente. Al abuelo no le cae bien, pues durante su juventud don Mateo fue pretendiente de mi abuela Sabina.

¿Quién diría que los viejos sienten celos? Peor aún, la mayoría de los niños quedan traumados al ver a sus papás “hacer un hermanito”, y yo quedé horrorizado al ver a mis abuelos intentar “hacer tíos”. Jamás será igual, ese momento se ha quedado grabado en mi mente y dudo que haya cosa más perturbadora como para hacerme olvidarlo.

Pero da igual, lo importante fue lo que don Mateo decía.

—¿Y por qué? —preguntó la abuela al tiempo que mamá y yo entrábamos.

—Pos tal como le digo. Así 'tan las cosas —respondía él—. Las ganancias ya no rinden, apenas y me alcanza pa' pagar la mercancía, y con eso que también se pagan impuestos pos peor tantito.

—¿Ya lo pensó bien? —comentó mi abuela.

Pos sí, que me queda, Sabina —suspiró—. Intenté todo, no tengo ni un quinto y me estoy yendo al carajo. Nomás me queda resignarme.

Pude ver el brillo en sus dientes cuando exhaló. Hace años, cuando estaba de moda, se había puesto unas coronillas de plata.

—Lo vamos a extrañar. —Mi abuela lucía apenada.

Mamá saludó y pidió unas cosas, la abuela nos esperó hasta que pagáramos y nos acompañó de camino a casa. Se tardaban una eternidad al caminar, claro, como ellas no cargaban nada. Pero al menos oí lo que decían.

¡En cinco días van a cerrar la tiendita! Para colmo será el mismo día de mi cumpleaños. No es que me moleste que me roben protagonismo, al contrario, si por mí fuera nunca festejaría ese día. Son presagios de que esa es una fecha maldita, y nadie me saca la idea de la cabeza. Sólo haya que ver, cumpliré trece, ese es un número de mala suerte. Por algo se toca madera cuando cae martes o viernes trece.

Volviendo a lo importante. Lo peor es que parece no importarles. ¿Cómo es que no les interesa? “La bonita” ha estado ahí, en la esquina, desde mucho antes que yo naciera. Cuando mi abuelo se quedó sin trabajo, mi abuela hacía dulces de tamarindo con chile, cocadas, ate de guayaba y hasta merengues, se los daba a don Mateo y cada que entraba un cliente a la tiendita, él les ofrecía de los dulces, no era mucho el dinero que obtenida la abuela, pero alcanzó para mantener alimentados a mi mamá y sus hermanos durante tres meses. Aunque mi abuelo se enfadó tuvo que tragarse su orgullo y apuró el paso para conseguir otro trabajo.

Hay tanto que “La bonita” representa. Mi infancia está llena de su imagen; las paredes blancas con líneas rojas, los estantes con galletas, dulces, botanas. Es como un mini súper chiquito. ¿Será correcto decirle así? Venden jamón, queso, salchichas, jabón, detergente para ropa, etc. Incluso hay medicina; pastillas contra diarrea, dolor de cabeza, de estómago, de espalda, para la gripa. Todo al alcance de la mano, incluso estampitas de dibujos animados.

Para mí es una especie de lugar mágico. Ahora representa lo sentimental.

Mi hermana Patricia se burla al verme agüitado por la noticia. ¡Es qué nadie lo comprende! ¡Van a cerrar la tiendita!

Chanclazo: Golpe con una chancla o también conocidaa como sandalias. La mayoría de los Latinos enterán jajaja.

Hacer changuitos: cruzar los dedos para atraer la suerte. (Se coloca el dedo medio sobre el dedo índice)

Pos: Pues.

Agüitado/a: triste, abatido, melancólico, etc.

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