11. Mentirosa

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Llegamos al penultimo capítulo antes de que acabe la primera parte de la historia. Vamos a observar el pasado de Sid y como es que ella terminó siendo una mentirosa con todos. Cuando inicié esta obra pensaba usar a Sid solo como la típica chica perfecta que te arregla la vida, pero después de mamadas como Nagatoro o la de Sono Bisque Doll me di cuenta de que yo puedo hacer algo mejor que eso. Si algo odio es ser aburrido, a mi me gusta arriesgarme, y aunque a veces fallo, prefiero eso a ser repetitivo.

Espero les guste, la historia ya va más de 3 mil lecturas y veo que les encanta. Ya saben que pueden apoyarme votando y comentando, así como publicitando el fanfic en redes sociales o si gustan pueden subirlo a Youtube con mi permiso. Así más gente conocerá esta historia tan peculiar. También pueden seguirme en mi twitter LoganG76 donde subo dibujos y respondo preguntas más rápido que por aquí. ¡Gracias! 

Empecemos.

...

El mundo se movía al igual que las estrellas en esa noche. Los ancianos caminaban lentamente, disfrutando ese paseo debajo de un cielo del cual desconocían si lo volverían a ver mañana, pero eso no importaba, solo querían mirarlo acompañados de la persona que amaban. Los adultos jóvenes contemplaban ese cielo más como un mar de posibilidades, estaban empezando a construir sus vidas juntos y por ello veían en esas estrellas muchas experiencias que les esperaban. Y los niños, pues, eran niños, solo corrían porque pensaban que la época tan feliz que gozaban iba a ser eterna, no sabían lo que se sentía crecer y de pronto descubrir que nada de lo que soñabas se va a hacer realidad. Y entre todos aquellos que avanzaban, había dos personas que no lo hacían.

Uno de ellos era un muchacho que estuvo mucho tiempo en retroceso, hasta que por fin entendió como volver a caminar en compañía de sus seres queridos. La otra, sin embargo, estaba quieta, estancada, y llevaba así desde hace mucho tiempo, pero logró lo que todos han anhelado alguna vez: convencer a todos de que es una persona que merece ser amada. Algo tenían en común: eran artistas, personas que creaban, no que destruían. No obstante, las luces que parecían jamás poder apagarse ya no parecían tan especiales, sobre todo porque lo que ese joven pensaba que era la chica perfecta estaba hallando algo que le daba sentido a lo que pensó una vez: "No puede existir alguien tan perfecta". Y así, ese pensamiento se hizo realidad, a diferencia de todo lo que fantaseamos cuando somos pequeños.

Esa mentirosa se llamaba Sid Chang.

— ¿De qué estás hablando? —preguntó Lincoln, confundido—. Sid, ¿Por qué estás llorando? Si no quieres salir conmigo lo entiendo, pero...

— Hiciste un progreso tan grande, verte tan feliz me emociona, y es por eso que... —rompía en llanto, no se podía controlar—. ¡Es por eso que sé lo decepcionado que vas a estar de mí!

— Sid, por favor, dime que está pasando —trató de tomarle la mano.

— Te mentí —dijo con un rostro desesperado, esa belleza y perfección de hace rato se desvanecieron—. Les he mentido a todos durante toda mi vida. No soy nada de lo que la gente cree, todo por lo que me aman es mentira, y a pesar de saber que todo era falso... ¡NUNCA LO CONFESÉ Y ACTUÉ COMO SI ME LO MERECIERA!

— Tú... —empezó a conectar las cosas—. En la exhibición, el dibujo de Taki...

— Lincoln...

— ¿Realmente lo arruinaste a propósito?

— Es que yo...

— ¡No lo justifiques! ¡Dime sí o no!

— ¡SÍ! —gritó, haciendo que toda la gente oyera—. ¡LO HICE! ¡YO LO HICE A PROPÓSITO!

El muchacho adoptó una postura de tristeza, retrocedió unos pasos para agarrarse la cara, no podía creer lo que estaba escuchando. Se sintió como un estúpido por haber peleado con Taki cuando se vieron por primera vez tras años. Sin embargo, antes de seguir con ese caos mental, quería agarrar cualquier cosa, cualquier excusa barata que le hiciera sentir que Sid no era lo que estaba pensando. Buscaba una mínima esperanza de que la chica que le robó el corazón fuera lo que él de verdad vio ese día, mientras las flores se movían por el viento.

— Dime que tuviste una buena razón... Dime cualquier cosa, por favor...

— ¿Quieres la verdad? —preguntó triste.

— No lo digas...

— Lo hice para ganar, lo hice solamente porque quería el premio.

— No...

— Lo hice... Por puro egoísmo.

Algo se había desgarrado. No era el alma de Lincoln ni su corazón, no estaba al borde de ponerse a llorar tampoco. Era otra cosa, algo que pensaba que solo aplicaba para su "yo" que se atrevió a poner una absurda popularidad por encima de los demás. Lo que se había roto eran sus creencias, su fe, su esperanza, esa poca inocencia de niño que le quedaba y le hacía fantasear con que quizás la vida realmente podía tener un final feliz sin problemas. Esa magia que lo llevaba a creer que un día despertaría y todos: Mollie; Jordan; su maestra; su familia; absolutamente todos tendrían sus finales felices. Él sabía que no sucedería eso, pero su poca inocencia lo obligaba a creer que era posible si se esforzaba. Después de todo, si esa hermosa chica llamada Sid Chang era tan inspiradora y tenía una meta tan noble, ¿Por qué no creer que realmente los sueños pueden volverse realidad? Eso fue lo que se quebró en Lincoln tras recibir un golpe de realidad, desatando algo que solo sintió una vez en su vida y fue hacia sí mismo.

Decepción.

— No puede ser —decía Lincoln, agarrándose la cara con enojo—. Tú... ¡Tú les mentiste a todos! ¡A la gente! ¡A Taki! ¡A MÍ!

— ¡L-Lincoln! ¡Te a-aseguro que puedo explicar lo de la exhibición!

— ¡¿Crees que me importa esa estúpida exhibición?! Lo que yo quiero que me respondas es... —la miró directamente a los ojos—. Todo esto que hemos vivido, todo esto que hemos sentido... ¿Es real para ti?

— Sí, lo es... —se agarraba el pecho—. ¡LO ES, LINCOLN! ¡TODO ESTO QUE HE EXPERIMENTADO CONTIGO ES REAL! ¡Y POR ESO ME ARREPIENTO DE NO HABERTE CONTADO NADA!

— Sid, ¿Entiendes lo que significa una confesión así? Pasaste 3 años gozando de fama, privilegios y todo de tipo de cosas gracias a esa exhibición, y nunca fuiste capaz... ¿De decir la verdad? ¡¿Cómo pudiste pensar que era justo?!

— ¡TENÍA 13 AÑOS!

— ¡ANTES DE QUE YO LLEGARA TENÍAS 16 Y PARECE QUE NI PENSABAS EN CONFESARLO! —exclamó, haciendo que la chica se quedara callada, avergonzada—. ¿Por qué ahora?

— Porque verte superar tus traumas me hizo darme cuenta de que esto ya no estaba bien, siempre supe que no lo merecía, es que... Pasé tanto tiempo llevando la mentira que mi mente se convenció de que no había nada de malo en disfrutarlo... —levantó la mirada—. No me odies, por favor.

— No te odio a ti, odio ese pensamiento que tenías, porque... Es exactamente igual al que yo tenía cuando abandoné a las personas —apretó sus puños—. No puedo odiarte, solo estoy decepcionado de ti.

— Linc...

— Cuando te vi pensé que el mundo podía ser más brillante, pasé tanto tiempo en oscuridad que tu presencia fue como descubrir la luz más cálida de todas —decía, sintiéndose mal—. Descubrir que la chica más perfecta del mundo no solo es una mentirosa, sino que se aprovechó de las personas no me hace dejar de quererte, pero me decepciona... Mucho.

— Lo siento... —bajó la mirada envuelta en lágrimas—. Lo siento tanto... Quería ser perfecta para ti... Cuando te encontré de verdad intenté serlo... Porque yo realmente, desde el fondo de mi corazón, siempre te considere el artista más honesto del mundo.

— Yo no necesitaba que fueras perfecta, tampoco lo necesito ahora, pero al menos podías ser... —suspiró—. Honesta. Lo siento, Sid, pero esto es... Demasiado.

— ¿Quieres que sea honesta? —preguntó, se le veía asustada, Lincoln sabía que ella pensaba que, de confesar todo, él la dejaría.

— Sí, pero quiero que lo seas porque confías en mí, no por miedo —le dio la mano—. Te voy a escuchar hasta el final, y digas lo que digas yo seguiré ahí. Quizás no tenga el mejor rostro ni estaré feliz, pero no me iré a ninguna parte. Dime toda la verdad, Sid, por favor.

— Está bien... Te diré todo...

Te contaré la historia de la chica que todo el mundo amaba por la sonrisa que tenía, mas no por todo lo que pasaba en su mente. Esto empezó hace mucho tiempo en China, en la época en la que yo tenía a alguien que dibujaba conmigo. Yo amaba todo lo que era el arte, por eso era que antes de ilustrar me gustaba mucho la danza.

Había una persona que me apoyaba en todo, que me motivaba a creer que todo era posible y que, si no lo conseguía a la primera, debía seguir intentando. Fue la persona que me inculcó los valores de la vida, comentándome sobre como el lápiz que tienes puede servir para crear algo bueno, pero también para rayar por encima del esfuerzo de los demás. Y es que, algo que mantuve oculto mucho tiempo, fue que, pese a que me enseñó cosas muy hermosas y positivas, también fue la encargada de inculcarme un pensamiento que me llevaría a cometer el peor error de mi vida.

Te dicen que debes sonreír siempre, que debes fingir que todo anda bien, pero entonces llega ella y me dice que, si me siento mal o si estoy al borde del fracaso, debo demostrar que nadie me puede quitar lo que, según ella, merezco. Fue esa mentalidad tan egoísta, tan avariciosa y tan repugnante la que me inculcó la mujer más sabía que conocí. Una mujer que no pudo evitar liberar sus peores pensamientos conmigo, pese a que intentó hacerme una buena persona. Fallaste, abuela, desgraciadamente tomé el lápiz y en lugar de crear cosas...

Solo lo use para tachar por encima de todos aquellos que se ponían en mi camino hacia mis sueños.

...

Capítulo 11: Mentirosa

...

Esto comenzó desde hace mucho, desde que empecé a tener uso de razón prácticamente. Las cosas siempre fueron complicadas para mi familia, con tanta saturación en los empleos era difícil que mis padres hallaran puestos que cumplieran sus necesidades económicas. Por suerte, si es que puedo llamar así a lo que me llevó a pasar tanto tiempo con ella, había una persona que podía cuidarnos a Adelaide y a mí. Era mi abuela, Shu Chang, una mujer muy conocida en la región en la que vivíamos debido a sus piezas de arte. Mi padre, pese a quererla, siempre tuvo conflictos con ella, ahora entiendo que se debía a que ella tenía planes para él que mi padre no quiso seguir. En esa época, y todavía en la actualidad, siento que no lo hacía con malas intenciones, pero hizo conmigo lo mismo que quiso hacer con mi padre: convertirlo en lo que ella en su juventud nunca pudo ser.

Tal vez era por el lugar en el que vivíamos, es decir, una cultura tradicional y bastante cerrada de mente, pero estaba tan normalizado el que otros decidieran por ti que ibas a hacer con tu vida que nunca me opuse a complacer los pedidos de mi abuela. Ella para mí era sabia, majestuosa, era como esa cúspide que yo quería alcanzar desde que tomé un lápiz un día y comencé a dibujar. A penas ella se dio cuenta de que tenía talento, no dudo en pasar tiempo conmigo. Quiero pensar que parte de su decisión de cuidarme a mí y a mi hermana era el amor hacia sus nietas, pero sabiendo como fue la última vez que la vi, me temo que todo fue por puro interés. Solo me pongo a pensar en todas esas fechas que nunca nos visitó, pero cuando descubrió que yo podía ser su heredera, repentinamente me agarro cariño. Es curioso, ¿No? Hay veces en la que para que te amen debes ser algo que ellos quieren que seas.

Y así empieza esta historia, en una tarde cumpliendo las exigencias de una persona que llegó a mi vida solo porque yo tenía una habilidad. Tenía 12 años, más precisamente, en lo que fue el punto de inflexión, lo que me llevó a tomar todas esas malas decisiones del presente. Creía que si la escuchaba y me esforzaba todos iban a amarme como ella me lo prometió, y de cierta manera terminó teniendo razón, la gente me ama. Sin embargo, ahora que estoy frente a una persona que YO amo también...

Entiendo la diferencia entre ser lo que la gente idealiza y ser lo que eres realmente.

— Bien, Sid, quiero que me digas que tal te fue hoy en las clases de arte —decía con gentileza Shu.

— Pues, como sabes, se entregó el proyecto final —sacó una carta de su bolsillo—. Creo que no es necesario abrirla para saber lo bien que me fue. La maestra me felicitó, me dijo que lo hice excelente.

— Y yo te creo, Sid, sé que eres talentosa. Sin embargo... —le quitó la carta—. No está de más comprobar que la maestra aprecie a mi nieta.

— Saqué la mejor calificación, e-eso es suficiente.

— La maestra dice que cometiste un error en los ojos del dibujo, a mí no me suena a un trabajo perfecto como tú dices —leía la carta, adoptando ahora una postura seria.

— ¡Pero tengo una nota perfecta, ahí lo dice!

— Sí, una nota perfecta en una clase llena de niños sin talento y que creen que dibujar es hacer figuras absurdas por diversión —miró a su nieta—. Sid, a mí me importa poco lo que diga una libreta de calificaciones. Lo que me interesaba era la opinión de la maestra, ella es una amiga mía y si dice esto es porque es cierto. Muéstrame el dibujo.

— No lo tengo aquí conmigo —desvió la mirada.

— Lo tienes en tu celular —afirmó con seguridad—. Quiero verlo.

— Abuela, me estoy esforzando mucho, estoy haciendo...

— Cada día suenas más como tu padre —suspiró—. Diciendo que te estás matando, que estás dándolo todo. Sid, cuando quieres algo lo demuestras en los resultados, no en tu esfuerzo. Tu padre eligió ser un mediocre conductor de trenes en vez de un exitoso artista, tenía talento, pero se juntó con tu madre y eligió tener familia en vez de dedicarse a la generosa oferta de su madre. Yo te estoy dando una oportunidad de oro y tú, nieta, no mejoras. Lo de los ojos lleva siendo un problema recurrente, me dijiste que ibas a pulirlo.

— ¡Lo estoy haciendo! ¡S-Solo tengo 12 años! ¡No puedes pedirme que lo haga como una profe...!

— Yo puedo pedirte lo que quiera porque sé que eres capaz de hacerlo. Jamás te pediría algo que no pudieras hacer —la miraba enojada—. A mis 12 años yo era una estúpida, no sabía hacer nada, tardé muchos años en tener el nivel que tú tienes desde que naciste prácticamente. Sí, soy famosa, pero no tengo el nivel necesario para cumplir mi meta de ser influyente. Tú, en cambio, eres la elegida para esto. Yo sé que puedes, pero gastas tiempo en estupideces como tu danza, en salir con tus amigos y salir con tus padres. No te servirá nada de eso en el futuro, tienes que convertirte en alguien importante, debes ser mejor que yo.

— Pero...

— ¿Tienes algo que decirme? —se bajó del columpio, caminando hasta estar frente a su nieta—. Dímelo a la cara, nieta.

— No quiero hacer esto por fama... Lo hago porque me gusta.

— Te diré algo que me dijo mi madre cuando era una niña. Yo quería ser una grandiosa artista, pero dibujaba horrible, así que ella se acercó a mí y me dijo muy claramente... —agarró a Sid de los hombros—. Si quieres morirte de hambre, vivir en las asquerosas calles, y ser un don nadie que la gente mire con lástima, trata de vivir de lo que te gusta. Pero cuando estés maldiciendo al mundo por tener una vida de mierda, no culpes a nadie, sino a ti por tener los pies en el cielo. Tus gustos le importan un carajo a la gente, harás lo que tengas que hacer para que no te falte dinero, casa y reconocimiento, seguir tus gustos te llevará a la miseria y al olvido. Así que se realista, toma el camino que TIENES que tomar, y olvídate de ser feliz siguiendo tus sueños.

Mi abuela recién pudo ser artista de adulta, primero se vio forzada a estudiar una carrera que nunca le gustó, a trabajar en algo que solo la hacía infeliz, y todo para tener dinero, una casa, y una vida estable. Pero, ¿Cómo pudimos llegar a esto? Es tan deprimente pensar que las probabilidades de que acabes en un ciclo sin fin de trabajar solo para comer, pagar cuentas y tener donde dormir son tan altas, que terminas teniendo miedo del futuro. Eso es lo que mi abuela me estaba haciendo, me estaba asustando.

Y es que sí, yo amaba dibujar, pero, así como una persona puede gustarle cocinar, jugar videojuegos, etc; había un límite, y el mío era que yo lo hacía por pasión. Yo veía el dibujo como una forma de expresarme, pero tenía otros gustos también: danzar, la música, la comida. Y todo lo que alguna vez quise convertir en parte de mi vida poco a poco fue desapareciendo hasta ser solo una dibujante, y nada más. No había más nada, todo era lo que mi abuela quería que fuera. Y por alguna razón, yo pensaba que ella estaba lo correcto. Quizás por ser una niña me dejé influenciar, por eso fue adoptando esa mentalidad de que debía dedicarme solo a lo que se me daba bien, abandonando todo lo que era parte de mi personalidad. No culpo a nadie por esto, solo a mí por no haber hecho nada por evitarlo, porque, al fin y al cabo, mi abuela solo seguía la filosofía con la que la educaron.

Ella pensaba que la felicidad estaba en esto, en tener cosas, nunca pudo disfrutar de la libertad de hacer algo por diversión. Mi padre tuvo el valor de rebelarse y por eso conoció a mamá, porque ella lo motivaba a seguir el futuro que de verdad quería. Yo, en cambio, debido a la ausencia de mis padres por tanto trabajo, no fui capaz de darme cuenta lo suficientemente rápido. Esta era mi vida: una existencia que ya ni siquiera me pertenecía.

El último día de ese año escolar ella se dirigía a su casa sola, acompañada de su hermana menor. Sus padres le prometieron que en la noche celebrarían juntos, pero por ahora estaban muy ocupados. Su abuela se ofreció a recogerlas, pero Sid insistió en que podían volver solas; por no decir que le gustaría estar tranquila ese día.

— Sid, ¿Sabes que es Michigan? —preguntó inocentemente la pequeña Adelaide.

— Es una ciudad en los Estados Unidos, mamá creció allí —miraba a las personas caminando, imaginando como sería dibujar rostros tan variados—. Ya te dije que no escuches lo que ellos hablan en privado.

— Oí algo sobre mudanza, ¿Por qué ellos querrían irse de aquí? —se notaba algo triste.

— Bueno, hermanita, las cosas aquí no son tan fáciles —suspiró—. Mamá me dijo que tienen un departamento allí, su hermana antes vivía ahí y si nos mudamos dice que podríamos alquilarlo por buen precio. Además, papá está muy estresado por su trabajo, parece que podría perderlo.

— No lo entiendo, ellos trabajan mucho, no es justo que tengan tantos problemas.

— Por eso debemos aprovechar bien nuestra juventud, la adultez es muy complicada —se deprimió un poco—. Y a veces todo lo que puedes hacer es someterte ante el trabajo, olvidando completamente lo que te gusta. Quizás en Michigan encontremos algo mejor, hermanita.

— ¿Y que pasará con la abuela?

— Parece que ella se quedará, no quiere irse de aquí —se encoge de hombros—. Es su decisión después de todo, aunque ya no está tan joven como para vivir sola.

— La abuela... Es mala contigo, ¿Verdad? —preguntó apenada—. He escuchado que te grita.

— Ella no es mala, solo es muy... Estricta. Quiere que sea lo que ella nunca pudo ser.

— ¿Y tú realmente estás feliz haciendo eso?

— No se trata de si soy feliz o no, es lo que tengo que hacer —bajó la mirada—. No tengo más talentos, no destaco en la escuela ni en otras áreas. Tengo que explotar lo único que tengo para ofrecer.

— Hmm... En la escuela el profesor de desarrollo personal nos comentó sobre la importancia de equilibrar la felicidad y la comodidad, no le entendí mucho, pero creo que se refería a que no vale la pena explorarte si no eres feliz —miró a su hermana mayor tiernamente—. Solo mírame a mí, estudio mucho, pero lo hago porque si saco buenas notas papá y mamá me compran mis muñecas. Creo que todo esfuerzo debería tener una recompensa que te guste, ¿No?

— Je... Creo que tienes razón —sonrió—. Igual no es tan malo, me gusta dibujar. Solo espero que la abuela se relaje.

— ¡Sid! —gritó una voz masculina.

— Oye, ¿No es el chico que te gusta? —Adelaide puso un rostro burlón—. Uy, ya encontramos otra cosa a la que podrías ponerle tu atención.

— Cállate o lo próximo que dibujaré será tu tumba contigo adentro.

El primer amor de Sid fue un joven que conocía de la escuela a la que asistía. No tenían demasiado en común, pero las pocas veces que habían interactuado se veía que había algo de química. Además, a la muchacha si le parecía algo atractivo; así como él le parecía muy linda Sid. Era un joven castaño como ella, con el cabello algo desarreglado, pero que era conocido por ser buen alumno y una persona tranquila. Se veía que llevaba rato buscando a Sid, pues lucía cansado.

— Llegué tarde a la ceremonia de cierre de año, por eso no te pude ver entre tanta gente —decía cansado el chico—. Por suerte ya te encontré.

— Y eso que mi hermana no puede correr, sí que eres lento —Sid la miró feo—. Creo que iré a esa tienda a comprarme un chocolate, ahora vuelvo.

— Aquí nomas, no te vayas lejos —vio a su hermana entrar a una tienda cercana, así que no se preocupó—. Hola, Dalai. Lamento no haberte buscado, es que tengo que llevar a Adelaide a sus clases de ballet y se hizo algo tarde.

— No te preocupes, es solo que quería hablar contigo.

— Oh vaya, que bueno —decía con una sonrisa—. ¿Y sobre qué...?

— ¿Es cierto que se van a mudar? —preguntó serio.

— Ah... Dalai, todavía no es algo oficial. Es una posibilidad.

— Entiendo...

— No estés triste, tonto —le tocó la nariz—. Soy solo la dibujante del salón, ustedes van a estar bien si me voy.

— Eres más que eso —respondió—. Al menos para mí. Todos te buscan porque sabes dibujar, pero yo sé que hay más en ti que solo los trazos, Sid Chang.

— Siempre has sido muy lindo conmigo, Dalai —le sonrió con ternura—. Tú también tienes muchas cosas buenas que ofrecerle a la gente. Eres un buen chico, estoy segura de que te esperan cosas muy buenas.

— No hables así, esto no es una despedida... ¿Verdad?

— Si lo fuera, ¿Realmente tiene algo de malo decirte cuanto significaste para mí? —preguntó seria—. No quiero irme, pero si sucede quizás es una señal de que tú y yo solo estábamos destinados a conocernos por poco tiempo. Eso no quiere decir que no hayas importado, al contrario, si esta fuera la última vez que nos viéramos yo te recordaría para siempre. Ese es un consuelo a la hora de decirse adiós, saber que la otra persona no te olvidará.

— En ese caso... —le entregó un bloc de hojas—. Me gustaría que a partir de ahora dibujes en esto. Digo, tu abuela siempre te revisa todo y no te deja tener ilustraciones propias. Ese es tuyo, allí puedes dibujar lo que quieras. Usa bien esas hojas en blanco.

— ¿Sabes? A veces me siento así, como una hoja vacía. Pero hay gente que me hace sentir que estoy creando algo, algo bueno —le dio un rápido beso en la mejilla—. Como tú, por ejemplo. Entre tantas exigencias de mi abuela, oír a alguien diciéndome que soy más que solo mi talento es... Fantástico. Gracias, Dalai.

— No es nada —contestó sonrojado por el beso.

Hermana, verte con una sonrisa de verdad y no con la que la abuela te obliga a estar me alegra bastante —pensaba Adelaide, mientras comía el chocolate que se compró.

En la noche, tal y como lo prometieron, lo cumplieron. La familia Chang asistió al restaurante favorito de las hijas para celebrar que había acabado otro año escolar. La verdad era que ese lugar no era el mejor que habían probado Sid y Adelaide, pero sabían que era más barato y por eso les decían a sus padres que amaban ese sitio. Era una mentirosa creada por Sid, pero que, a diferencia de las demás, esta era en beneficio de quienes la criaron y la amaban. No obstante, la noche no estaba del todo bien, Stanley lucía algo estresado y la abuela no paraba de regañar a Sid por ciertas cosas. La nieta sabía que su abuela, estando sus padres presentes, no era tan despiada, pero esta noche ella se estaba pasando. Al parecer la idea de quedarse sola y que los demás se mudarán la había hecho enojarse.

— Niñas, tenemos que hablar con ustedes —decía Stanley, su esposa le abrazó, se notaban muy preocupados.

— ¿Paso algo, papá? —preguntó Sid.

— Me despidieron —confesó—. Los trenes antiguos ya no generan tantas ganancias en esta ciudad, tuvieron que hacer recortes de presupuesto y pues... Se deshicieron de varios empleados.

— No tendrías estos problemas si me hubieras escuchado, hijo —se metió Shu—. Te dije que siguieras mi legado, que fueras un artista famoso, pero Becca te llenó la cabeza de ideas.

— Mamá, te voy a pedir amablemente que no vuelvas a echarle la culpa a MI ESPOSA de esto —se mostró enojado—. Becca me ha apoyado todos estos años, ha trabajado en la veterinaria desvelándose varias noches para poder pagar todo.

— Y mírense, luchando para pagar la casa, la educación de sus hijas, viven desesperados —hablaba fríamente, no le importaba nada—. Sid y Adelaide son niñas prometedoras. Adelaide tiene grandes habilidades para el ballet, y ya ni hablar de Sid, ellas merecen algo más que dos padres con trabajos mediocres. En especial tú, Stanley, me parece injusto que siendo ellas tan buenas tengan un padre tan... Patético.

— Señora Chang, yo a usted la respeto por ser la madre de mi esposo —miró muy molesta a su suegra—. Pero si vuelve a decirle eso a mi marido, le prometo que yo...

— ¿Qué harás? ¿Tienes idea de quien soy? —respondió de forma intimidante—. Yo tengo ambiciones, a diferencia de ti. Soy una mujer que se proyecta a largo plazo, que sabe lo que quiere, que es realista. Tú, en cambio, soñando con trabajar al lado de animales, en zoológicos repugnantes llenos de pestes, como una pequeña niña que cree que ese trabajo es digno. Eres lista, Becca, pudiste haber sido una veterinaria exitosa, pero no terminaste la carrera por embarazarte. Y encima, tuvieron otra hija. Ellas existen, ellas dos son reales, pero tus sueños, yerna... Dejaron de serlo cuando te volviste una adulta.

— ¡Abuela, basta! —gritó Sid, recibiendo una mirada cruel por parte de su abuela—. Por favor, no les digas eso, yo me estoy esforzando para enorgullecerte.

— Lo sé, nieta, por eso te quiero y a Adelaide también —sacó su billetera—. Es más, yo voy a pagar la cena porque ustedes dos son mi orgullo. Son fuertes, son listas, no como sus padres. Sé que, con la educación correcta, triunfarán.

— La educación correcta es la que les enseña a ser realistas, pero también a disfrutar su niñez —interrumpió Stanley—. ¿Crees que no sé lo que haces? Estás convirtiendo a Sid en alguien como tú, no he podido detenerte por romperme la espalda trabajando, mamá, pero lo haré ahora. ¡Son solo niñas! ¡Si quieren soñar pueden hacerlo! Becca y yo las vamos a apoyar en TODO, no hay necesidad de tratarlas tan mal.

— ¿Qué tal si te hago una oferta? —preguntó riéndose—. Becca y tú váyanse a Michigan, como lo han estado planeando. Consigan trabajo, ganen mucho dinero, mientras tanto, yo las criaré aquí hasta que estén bien posicionados. ¿Acaso se las llevarán para tenerlas en malas condiciones hasta que tengan el sustento suficiente?

— Ya hemos ahorrado para los primeros meses del departamento, viviremos ajustados un tiempo, pero lo lograremos —aclaraba Becca.

— No me interesa lo que tenga que hacer, si debo trabajar horas extra, si debo hacer cosas que deteste, ya nada de eso me importa —encaró a su madre—. Le daré a mis hijas la vida que tú no me dejaste tener. Ellas se dedicarán a lo que quieran, a lo que les guste, y si fallan, estaremos Becca y yo para motivarlas a seguir intentando. La felicidad no se logra así, mamá, teniéndolo todo, se logra teniendo lo que tu corazón realmente anhela. Y me decepciona que no hayas entendido eso... Ni siquiera con la muerte de papá.

— Tu padre era un bueno para nada... ¡Ustedes no...!

La abuela, de la nada, colapsó. Se cayó al suelo, teniendo leves temblores en el cuerpo. Stanley, asustado, llamó rápidamente a la gente del restaurante para que lo ayudaran. Becca, gracias a sus conocimientos médicos básicos, pudo mantenerla estable hasta que llegó la ambulancia.

Sé que puede sonar exagerado decir que el mundo conspira en tu contra, pero a veces la realidad es así. La abuela cayó enferma, haciendo que nos viéramos obligados a replantear el tema de la mudanza. Mi padre estaba más furioso que nunca con ella, pero su ética y amor por su padre le impedían abandonarla. El corazón de mi abuela estaba fallando, en cualquier momento podía detenerse. Sin embargo, el gasto de la medicina era muy costoso, y aunque ella tenía bastante dinero, papá estaba desempleado. Mamá se vio forzada a ir a Michigan sola para empezar a ganar dinero por su cuenta.

— Sid, ven, necesito hablar contigo —decía la abuela, sonaba bastante débil.

— Ya voy —se sentó junto a ella—. Dime, abuela.

— ¿Sabes que es lo único de lo que huye un artista? De su pasado, Sid, de su pasado —la invitaba a mirar los campos de la ciudad—. Los artistas odiamos los borrones en nuestras creaciones, es decir, detestamos todos esos malos momentos que vivimos.

— Tú... ¿Sientes pena por tu pasado?

— Me arrepiento de no haber tenido la valentía de encarar a mi madre, de decirle que yo no era su forma de desahogar sus sueños frustrados —miró a Sid—. Tú vas a lograr grandes cosas, nieta, vas a tocar el corazón de las personas. Tendrás un legado impresionante... Si es que de verdad quieres eso.

— Abuela...

— Mírame a los ojos, y dime si de verdad quieres esto.

— Es que...

— Sid, me queda poco tiempo, puedo sentirlo —tosió—. Quiero que me digas la verdad. ¿Eliges recorrer el mismo camino de tu padre o ser como yo? Digas lo que digas, eres mi nieta. No me mientas solo para no decepcionarme.

— ¡Es que no deberías decepcionarte si es que elijo no hacer lo que tú quieres! ¡Deberías alegrarte por mí! ¡Eres mi abuela!

— Y por ser tu abuela es que quiero lo mejor para ti, y lo mejor es no ser como tu padre. ¿De verdad crees que ellos te dejarán seguir tus sueños? Tan pronto como crezcas te van a obligar a ir a una universidad, a trabajar, a casarte, a tener una familia. ¿Quiere eso? ¡¿Quieres vivir una vida que no es tuya?!

— ¡Pero tampoco me siento feliz obedeciéndote a ti!

— ¡ME LO AGRADECERÁS ALGUN DÍA! ¡¿OK?! YO SOLO... —bajó la cabeza, triste—. Yo solo quiero dejar un legado en este mundo... No tengo amigos, no tengo a nadie más que ustedes... Quiero que tú continúes con mi historia.

— Yo...

— Continua, por favor... No quiero que me olviden.

— Nadie te va a olvidar, abuela —la tomó de las manos—. Pero...

— ¿Quieres que mis últimos momentos sean así de tristes? —preguntó, haciendo que Sid se sintiera prácticamente obligada a aceptar, debido a la inmensa culpa de que su abuela muriera triste.

— Está bien, está bien... Voy a dedicarme al dibujo.

— En ese caso, te tengo una última prueba —le entregó un folleto—. El destino es tan gracioso que hizo que la exhibición de arte más importante del año fuera allí.

— La gran ciudad... En michigan —leía el folleto.

— Yo te recomendé, están dispuestos a que participes si vas.

— Pero falta un mes...

— Y en ese mes te voy a entrenar como nunca, para que vayas y ganes —volvió a toser, ahora con más fuerza—. Por favor, nieta, gana esa competencia para mí, así podré irme en paz...

La mirada que ella lanzó sobre mí fue tan devastadora que no pude decir que no. Quiero creer, con todas mis fuerzas, que no se trataba de un chantaje emocional. Ella estaba asustada de verdad, sabía que moriría pronto y quizás su miedo la obligó a actuar así. No lo sé, mi abuela fue un misterio siempre, pero una parte de mí tiene fe en que ella no era tan mala. Si hubiera tenido una crianza normal y hubiera reflexionado a tiempo, todo habría sido distinto. Solo me reduje a obedecerla, a complacerla, a darle una última alegría antes de su muerte. Pensaba que si ganaba tal vez ella recobraría las fuerzas y podría vivir, o hasta podríamos convencerla de que viviera con nosotros en Michigan. Era ilusa, era tonta, pero más que nada: era muy manipulable.

Pasé todo ese mes entrenando de manera insana. Me hacía dibujar a toda mi familia, una y otra vez, perfeccionando los rostros. Pero más que nada, mi prueba definitiva era dibujarla a ella. La dibujé decenas, no, cientos de veces. Mi mano me dolía, sentía que no podía más, pero cuando volteaba solo la veía a ella con su rostro cada vez más débil sonriéndome, porque ella pensaba que me estaba haciendo un bien. Mi abuela creía que esto me hacía feliz, que de verdad yo quería dedicarme a dibujar. Y sí, me gustaría dibujar cada día de mi vida, pero no de esta forma, sintiendo dolor, angustia, cansancio. Mis padres estaban ya demasiado ocupados con la mudanza, no podían hacer mucho; y mi hermana, pues, la mantenía alejada de ese ambiente tan tóxico.

Finalmente llegó el día de la competencia, aun la mudanza no estaba lista, así que solo fui recibida en la gran ciudad por mamá. Mi abuela me llamaba desde China para darme ánimos, y claro, recordarme que si yo ganaba ella sería la mujer más feliz del planeta.

Hay mucha gente talentosa aquí —pensaba Sid, preocupada.

— ¡Ay! ¡Fíjate! —gritó una chica de ojos rojos que se chocó con ella—. No me dejas ver a Lincoln, digo, no me dejas pasear.

— Lo siento, lo siento, estoy algo perdida —se disculpó la de ojos esmeraldas—. Soy Sid Chang, tengo que presentarme en la mesa de inscripción para finalizar el proceso.

— Es por allá, buena suerte, conozco a un chico que es un fuerte candidato a ganar, aunque anda medio... Frío, últimamente —se despidió, yéndose de regreso con su compañera de camiseta amarilla.

¿Fuerte candidato? Lo dudo mucho, he oído sobre ese tal Lincoln, pero debe tratarse de alguien inflado y... —volteó hacia un lado, viendo algo que la dejó maravillada—. Eso es...

Era, posiblemente, el dibujo más hermoso que había visto en mi vida. No era tanto por el profesionalismo al que mi abuela me acostumbró, sino por esos trazos que lucían tan... Especiales, únicos, apasionados. Solo de verlo me sentía inspirada, más que nada por andar tantos años sin ganas. Ese vació que tenía en mí se llenaba al ver ese dibujo, era como ver el sol luego de años en la oscuridad. Era como ver una estrella que te guiaba cuando estabas perdida. Quizás eso fue lo que me daba esperanzas en que un día todo cambiaría, ver que existía alguien que dibujaba de forma tan magnifica y con tantos deseos me daba fuerzas para confiar en un mundo en el que todos podían hacer lo que les gustara sin miedo al cruel futuro.

Pero lo que nunca pude olvidar, fue al muchacho que hizo el dibujo. Ese cabello blanco; esos ojos negros, pero con leves destellos naranjas; ese rostro apagado, pero que parecía querer encenderse; y esa aura que emanaba, un aura tranquila, como si se tratara de un ángel bajado del cielo.

— Lindo dibujo —dijo ella, muy alegre.

— Gracias —respondió con frialdad.

Me ignoró por completo, no sabía que le pasaba, solo esperaba que estuviera bien. Ahora sé que se trataría del chico de mis sueños, de esos sueños que mi abuela trataba de borrar, pero que seguían ahí. Nunca pude olvidarte, Lincoln Loud, porque te vi en uno de mis peores momentos, y, sin embargo, me disté uno de mis mejores momentos. Entre todo ese dolor que sentía, llegaron tú y tu arte, diciéndome que tal vez, y solo tal vez...

Sí podía dibujarme una vida, una vida propia.

Lamentablemente, perdí cualquier tipo de oportunidad de eso poco después, cuando hice un acto asqueroso. Ahora veo ese día no solo como el inicio de mi mentira, sino también como la aceptación de que yo nunca tuve una verdadera voluntad.

Sid se encontraba detrás del escenario, pronto se iba a anunciar al ganador. Sin embargo, su emoción no estaba del todo clara, ya que, minutos antes del resultado final, recibió una llamada de su padre.

— Sufrió otro colapso, aseguran que no pasará esta semana con vida —le comunicaba su padre—. Sid, para cuando regreses aquí tu abuela... Posiblemente ya estará muerta.

— No puede ser... Debe haber algo que podamos hacer.

— Los doctores ya vieron todas las opciones, lo único que nos queda es alargarle un poco más los días, o puede que solo un par de horas —decía muy deprimido, Sid podía sentir que su padre estaba devastado. Por más que se pelearan siempre, Shu era su mamá, y oír que estaba por perderla lo entristecía.

— Puedo partir de inmediato, no es necesario recibir este premio, quizás haya un vuelo esta misma noche —escuchó que su padre hablaba con alguien—. ¿Papá?

— Tu abuela quiere hablarte, dice que es importante —revisó la hora—. Buena suerte, hija, estoy seguro de que te irá bien, ya estás por iniciar así que no te quito más tiempo. Dedícale estos minutos que quedan... A tu abuela.

— ¿Abuela? —preguntó, esperando una respuesta, hubo unos cuantos segundos de silencio.

Desearía haber colgado esa llamada.

— Estaba esperando que tu papá saliera del cuarto, disculpa —su voz estaba muy débil—. ¿Qué tal todo? Me imagino que has conocido gente talentosa. Rodéate de gente buena, Sid, si caminas sola irás más rápido, pero si caminas acompañada llegarás más lejos. Claro, siempre y cuando sea acompañada de gente exitosa.

— Sí, creo que todo bien...

— Supongo que ya te dijo que no tengo mucho tiempo. La verdad es que estoy muy asustada, pero hay algo que me mantiene bajo control: saber que mi nieta va a ganar.

— No lo sé... —veía a los otros dos competidores—. La final está muy reñida, cualquiera de ellos dos podría vencerme.

— Tonterías, tú vas a ganar —se escuchó un breve sollozo—. Tienes que ganar.

— Hice todo lo que pude, abuela, di mi mejor esfuerzo. ¡Incluso tú revistaste mi dibujo y me dijiste que alcancé mi máxima capacidad! Y, aun así, te aseguro que ellos dos son superiores. No puedo prometerte nada...

— Debes hacerlo, nieta —su voz recuperó una leve energía—. Promete que vas a ganar tu primera exhibición de arte, prométemelo. Prométeme que alzarás ese trofeo, saldrás en todas esas lujosas revistas, y tu nombre estará en boca de todos. Hazlo y te prometo que aguantaré hasta que vuelvas aquí... A despedirte.

— Abuela...

— Dame una razón para soportar este dolor solo un poco más.

— Soy tu nieta, esa debería ser la razón...

— Si pierdes esa competencia, Sid... —parecía como si pegara los labios al teléfono—. Vas a arrebatarme las pocas ganas de vivir que me quedan. ¿Quieres eso? ¿Quieres matar a tu abuela? Vamos, nieta, sé que puedes, dale a tu abuela la seguridad de que el apellido Chang quedará en la historia.

— N-No... Abuela, e-eso no es justo... No es mi culpa que te estés muriendo...

— No, no lo es, pero si no llego viva a mañana... —susurró al teléfono—. Ni se te ocurra volver a dibujar mi rostro, mocosa, porque mis ojos te van a seguir toda la vida para atormentarte por fallarme cuando más te necesité.

Pude haber dicho que no, pude haber superado el miedo ante mi abuela, pero elegí lo contrario: mi propia seguridad. Sabía que, si ella se moría, por mucho que supiera que no era así, algo dentro de mí iba a sentir culpa. Mi mente me gritaba que mi abuela me amaba, que ella me había educado bien, que todo esto era por mi bien. Mi propia abuela no podía estar haciéndome esto por maldad, eso era lo que mi cabeza quería plantearse, pero sabía la verdad: ese día mandé a la mierda todos mis valores. Todo lo que era Sid Chang murió para que naciera lo que Shu Chang había creado: la mujer que todo el mundo iba a amar porque era perfecta.

Mientras todos se preparaban para oír el resultado, una cubeta de pintura que se había usado para las paredes del lugar fue tomada por alguien. Esa persona se acercó hasta un dibujo, aquello que alguna vez considero como lo más valioso del mundo.

¿Saben por qué es tan fácil mentir? Porque, por naturaleza, detestamos asumir lo que es real. Nos encanta sentarnos en nuestros sillones a disfrutar de programas, historias y demás elementos ficticios que nos hacen pensar en como sería si nuestras vidas fueran así; mientras, afuera de nuestra imaginación, todo es una enorme pila de mierda. Mentir es fácil porque nos encanta darle la espada a la verdad, nos fascina aplastar todo lo que amenace con romper nuestra visión idealizada del mundo. Cuando alguien le dice su peso a una persona obesa; cuando un alcohólico es internado en una casa de rehabilitación; cuando un profesor le confiesa al alumno que no ha aprobado la materia en la que se mató todo el semestre. Odiamos la verdad, la aborrecemos, no queremos aceptar que las cosas no son buenas siempre, y por eso mentimos.

La pintura era lanzada sobre el dibujo, arruinándolo completamente.

"No es así", "déjame explicarte", "vive y deja vivir", "no te metas en mi vida", "no es cierto", cuando oyes a alguien negar con tanta desesperación una acusación, dato o comentario es porque es la verdad que lo alcanzó luego de tanto tiempo. La mentira es veloz, se esparce rápido, pero mientras más la usas, más pesada se vuelve, más lenta. Mientes para mantener la mentira, vuelves a mentir para proteger la mentira que ya protegía a la primera; y cuando te das cuenta, has creado toda una maldita historia de ficción digna de llenar un libro entero, todo para proteger tu pellejo. Cuando la mentira ya es muy grande ya no puede correr, y la verdad llega, puede tardar, pero llega.

La ilustración quedó hecha un desastre, mientras la usurpadora soltaba la evidencia como si nada hubiera sucedido.

Mentir es fácil, todos lo hacemos. Te crees listo, te crees más inteligente que el resto por engañarlos, crees que nadie lo descubrirá. Pero una vez volteas y ves que alguien sabe lo que hiciste...

Sid Chang se dio la vuelta, viendo como Taki Jimura estaba de pie a metros de ella, en un estado de shock total por lo que acababa de presenciar.

Sufres un golpe de realidad: el idiota fuiste tú por pensar que jamás pagarías las consecuencias.

— Tú... —la señaló—. Te vi... ¡TE VI ARRUINANDO MI DIBUJO!

Y cuando eres descubierto recurres a la táctica más sucia de todas: fingir que eres la víctima en algo que tú mismo pudiste evitar.

— ¡YO NO FUI! —gritaba desesperada—. ¡TE JURO QUE YO NO FUI! ¡ASÍ ESTABA CUANDO YO LLEGUÉ!

— ¡TE VI, SID CHANG! ¡TE VI CON MIS PROPIOS OJOS! —estallaba, estaba furioso—. ¡Seguridad! ¡Ella arruinó mi dibujo!

— ¿Qué pasa aquí? —llegó Diego Van Monet a la escena.

— ¡Señor Diego! ¡Sid Chang tiró pintura sobre mi dibujo para arruinarlo!

— ¿Eso es cierto? —miró a la niña.

— ¡NO! ¡LE JURO QUE NO!

— ¡Revisen las cámaras! —Taki señaló una cámara, Sid se quedó pálida—. Allí está todo.

— Bien, hagámoslo rápido, tenemos que anunciar al ganador —se fue a revisar las cámaras.

Creí que recibiría mi castigo, pero, como siempre, el mundo nunca apoya a la persona inocente. Cuando se trata de poder, los que necesitan mantener su imagen hacen lo que sea para lucir bien ante el público.

— ¡¿Por qué me descalifican a mí?! —gritaba Taki, confundido—. ¡Ella fue la que lo hizo!

— Vimos las cámaras, ella no hizo nada —Diego ni lo miraba.

— ¡MALDITOS! ¡ESO ES IMPOSIBLE! ¡MIREN LAS...! —el hombre volteó a mirarlo.

— Si dices una sola palabra de lo que pasó aquí... Nos aseguraremos de que no vuelvas a dibujar jamás, ¿Te quedó claro? —amenazó a Taki—. Tu habilidad hizo que tu escuela te haga un descuento, no querrás que te expulsen, ¿Verdad? Tu madre ya está muy mal por el divorcio como para que le des más problemas.

— Ustedes... ¡SON UNOS LADRONES! —gritó Taki, mientras los de seguridad se lo llevaban—. ¡Sid! ¡Di la verdad, por favor! ¡No me pueden eliminar así! ¡No formes parte de esto!

— ¿Vie-Vieron las cámaras? —preguntó Sid, sin hacer contacto visual con Diego.

— Si vimos lo que hiciste, pero nos da igual.

— ¿Q-Qué? —no entendía nada—. ¿Por qué? ¡¿POR QUÉ?!

— ¿Tienes idea de cuanto nos beneficia tener una finalista mujer? —se agachó, mirándola con avaricia—. Pierdas o ganes, esto será buena publicidad para nosotros. Con tanto progresismo en el mercado actual, tendremos por primera vez una finalista mujer. Te haremos mucha publicidad, serás famosa, y solo necesitamos que mantengas esta mentira. ¿Te parece bien?

Lo que pasó me dejó tan impactada que ya ni siquiera me importaba la victoria. Todo lo que creía que era amor al arte se derrumbó, resultó ser un asqueroso y corrupto negocio. Por eso no hice nada contra Lincoln, porque a este punto ya estaba con toda mi inocencia destruida, ya no tenía ganas de decir que era artista en un mundo lleno de ladrones que veían el arte como un método solo para el dinero.

Pero, nuevamente, el destino benefició a la persona incorrecta.

— Ante la ausencia de Lincoln Loud, debido a un trágico accidente, nos dimos cuenta de algo —Diego no sonaba para nada triste, parecía no importarle—. Notamos que él no era el ganador, contamos mal los votos. La verdadera ganadora de esta exhibición es Sid Chang, ¡La primera mujer en ganar una exhibición de arte tan grande!

Todos aplaudían, pero yo no escuchaba nada. Sabía que decían mi nombre, sabía que me fotografiaban, sabía que me había convertido en todo un ícono en ese momento. Pero en mi cabeza solo yacía la mentira que yo acababa de aceptar, me entregué a un mundo de fama, dinero y conveniencias solo para quedar bien con mi abuela y con esos viejos hambrientos de plata. No pude guardar el trofeo en mi habitación, lo separé en un lugar especial, esperando a que el verdadero ganador volviera un día. Porque la que estaba sobre el escenario, siendo alabada como una diosa, era una mentirosa.

En China, la anciana Shu había resistido unos días más hasta que su nieta pudo regresar a verla. La abuela no notaba en lo más mínimo que Sid estaba con un rostro distinto, apagado, decepcionado.

— Ganaste, nieta... ¡Ganaste!

— No me siento bien, abuela...

— ¡Tu vida acaba de empezar, nieta! —no parecía prestarles atención a las emociones de Sid—. ¡Toda tu historia va a ser recordada por siempre al igual que la mía!

— No soy una ganadora...

— ¿Por los rumores de que le arruinaste el dibujo a un chico? Esas son estupideces, ¡TÚ GANASTE!

— Pero sí lo hice...

— ¡SON RUMORES! —le exclamó, agarrándola de la muñeca—. Rumores, querida nieta. Estoy muy orgullosa de ti.

— Ya no quiero dibujar nunca más... ¿De qué sirve si quienes dicen amar el arte solo quieren dinero?

— ¿No lo entiendes? —se acercó al oído de su nieta—. Ahora esta eres tú, la artista, el ángel, la dibujante Sid Chang. Eres eso y nada más, a nadie le importa si te gusta la danza, si te gusta la música, lo que sea. Eres la famosa dibujante, y si lo que quieres es no ser olvidada, conviértete en lo que todos ven en ti. ¿A quién le importa si es una mentira? Inspiras gente, los haces felices, vuelves locos a los chicos... ¡Tu vida será perfecta y eso es todo lo que importa! ¡Eres increíble, nieta!

— Soy una mentirosa...

— Sí...

"Pero el mundo ama a las mentirosas"

Ella murió unas horas después de eso, me entregó su flor como despedida, no sé si la uso por lástima o porque una parte de mí quiere creer que esa bellísima flor no merecía quedarse sola. Finalmente nos mudamos a la gran ciudad, donde todo el mundo quería acercarse a mí. El dinero del premio les permitió a mis padres pagar muchas cosas, hasta que consiguieron los trabajos que siempre soñaron. Básicamente, todos eran felices gracias a mi mentira, pero no podía quitarme de la cabeza los gritos de Taki ni el rostro de avaricia de Diego. Sin mencionar que, cuando pensaba en ese chico de cabello blanco, solo me imaginaba lo decepcionado que estaría si supiera que ese ángel era una mentira. Pero lo peor no fue mentir.

Sino mantener tanto la mentira que llegué a creérmela yo también.

Unos días después de mudarse, recibió una llamada: era Dalai.

— ¿Lo hiciste? Todos esos rumores, quiero saber, Sid...

— Son falsos, no escuches nada.

— Tu voz se oye triste...

— Estoy feliz ahora, no hay necesidad de pensar en eso.

— Entonces, ¿Sí lo hiciste?

— Tú no lo entiendes...

— Entiendo que tal vez mentiste por una razón, pero lo que no entiendo es como puede ser que no hayas confesado nada.

— ¡Todos están mejor ahora! ¡Si digo la verdad ya nadie confiará en mí, ni siquiera mi familia! Solo... ¡Solo hice lo mejor para todos!

— ¿Lo mejor para todos? —se enojó—. ¿O lo mejor para ti?

— Mi abuela me presionó por años, creo que... ¡Creo que tengo derecho a disfrutar esto! —exclamaba de forma caprichosa—. Además, usaré esta fama de buena manera. Tengo valores, motivaré a la gente.

— No dudo de que aun hay algo bueno en ti, pero saber que todo eso lo vas a lograr en base a esta mentira... Me decepciona. Porque sé que no necesitas falsedad para lograr lo que te propongas, pero en fin... Tomaste tu decisión.

— Dalai...

— Voy a seguir con mi vida, Sid —suspiró—. Te deseo cosas buenas porque sé que hay una buena chica dentro de ti, solo espero que no sea reemplazada por otra. Ojalá un día halles a alguien que te abra los ojos, porque yo no pude.

— Cuídate, Dalai, se feliz...

— Tú también, Sid Chang.

Pasaron los años.

Use mi engaño para motivar gente, de verdad estaba dispuesta a demostrar que se podía dibujar honestamente. Sin embargo, realmente la culpa me estaba afectando, al punto que había momentos en los que decía cosas sin pensar.

— Sid, solo queremos lo mejor para ti, puedes seguir dibujando y todo eso —su madre se acercaba a ella—. Pero creo que debes ir pensando a que universidad ir, que carrera seguir, debes tener un plan además de solo pasarla bien. Puedes ser una artista, pero en la sociedad actual necesitas más que eso para poder ser adulta.

— ¡¿Desde cuándo te volviste como la abuela?! ¡Yo puedo dedicarme a esto! Si aplico a la escuela de arte que se está fundando aquí podré vivir del dibujo.

— ¿Y si no tienes el nivel? Hija, por favor, solo queremos que tengas un plan B por si...

— ¡¿Por si qué?! ¡¿Por si fallo?! ¡Yo soy una artista! ¡Yo gané la exhibición de hace años! ¡Soy Sid Chang!

— ¡Y yo soy tu madre! ¡Por eso quiero que bajes los pies a la tierra, hija! —agarró un bloc de hojas viejo, el mismo que Dalai le dio—. ¡Esto no es suficiente! ¡Tienes que empezar a ser realista también!

— ¡No toques eso! Yo soy realista, ¡Lo soy tanto que sé que puedo conseguirlo!

— ¡Tu padre y yo no criamos a una chica tan terca! Eres mejor que esto, Sid. ¡Solo deja ya de soñar con esas cosas y empieza a madurar! ¡YA NO ERES UNA NIÑA!

— ¡TE ODIO, MAMÁ! —gritó muy fuerte, dejando en shock a su madre—. ¡TE ODIO DESDE QUE ME EMPEZASTE A DECIR QUE YA NO SOY UNA NIÑA! ¡ME REHUSO A ESTUDIAR EN UNA UNIVERSIDAD! ¡ME REHUSO A QUE USTEDES ME DIGAN COMO VIVIR MI VIDA! ¡SOY LA ARTISTA QUE VA A CAMBIAR LAS COSAS! ¡NO VOY A TRABAJAR COMO UNA MALDITA MULA EN ALGO QUE ODIE! ¡ME CANSÉ DE QUE TODOS ME DIGAN QUE HACER! ¡VOY A DIBUJAR Y PUNTO!

— Sid... Tú... Tú no eres así...

— ¡TAL VEZ SIEMPRE FUE ASÍ! ¡TAL VEZ NUNCA FUI LO QUE CREÍAS! ¡TAL VEZ LA ABUELA DE VERDAD ME CONVIRTIÓ EN LO QUE QUERÍA PORQUE USTEDES ESTABAN TAN OCUPADOS LLENANDO SUS BILLETERAS QUE NI SE DIERON CUENTA DE QUE SU HIJA ERA EXPLOTADA POR UNA ANCIANA EGOÍSTA! —volteó a ver su dibujo—. ¡TAL VEZ...!

Se quedó helada al ver el dibujo. Se tapó la boca para que su madre no escuchara sus llantos.

A veces no importaba que tanto me esforzara en evitarlo, al final cuando veía lo que creé solo me encontraba con su mirada. Con esa mirada que me atormentaba la niñez y ni siquiera ahora me deja en paz. Quizás ella no mintió cuando dijo que su rostro iba a perseguirme, o tal vez solo era una forma de mi conciencia de romperme para que confesara. Desde hace años e incluso hoy, la veo en todos lados.

— Déjame sola, mamá... No necesito que me escuchen porque no tengo nada que decir.

— Está bien, hija, pero quiero que sepas que la razón por la que trabajamos tanto fue por ti y por Adelaide. Sé que no podemos recuperar el tiempo que perdimos, pero estamos aquí... Estamos aquí y no nos iremos a ninguna parte, Sid.

Oír a mi madre llorartoda la noche me hizo sentir una mierda. Aunque, en realidad, siempre fui unamierda. Toda mi vida fui manipulada por mi abuela y no hice nada al respecto.Es cierto que era joven, pero no era estúpida, sabía lo que ella me hacía y mequedé callada. Peor, supe siempre que todo era una mentira, y pese a eso me convencí de que me merecía ser feliz.

Mentir es fácil. Pero es mucho más fácil convencerte a ti mismo de que tu mentira es una verdad. Y aún más fácil, es creer que eres la víctima en la historia que tú iniciaste. Es tan sencillo fingir que eres una niña asustada que te terminas saliendo con la tuya. Mi historia es esa, es la historia de como la villana ganó.

Sid Chang, la mentirosa, ganó.

Ella concluyó. Lincoln no sabía que decir, todo eso había destrozado su raciocinio.

— Mentí sobre muchas cosas, pero nunca te utilicé ni pensé en hacerlo —confesaba—. Desde que te vi en la exhibición, fuiste lo más puro en el mundo del arte. Entre tanto mentiroso, falso y corrupto, incluyéndome, tú eras un ángel. Eres lo que las personas veían en mí, un verdadero artista, solo que tú perdiste a alguien sin merecerlo, mientras que yo gané todo sin merecerlo.

— Sid... —levantó la cabeza, haciendo contacto visual con ella—. Confiésalo todo. No es tarde para hacer lo correcto, yo estoy aquí, voy a apoyarte si estás dispuesta a hablar.

— Si lo hago nadie volverá a confiar en mí...

— Yo lo haré —ella lo miró con brillos en los ojos—. Si tienes el valor de admitir que mentiste, yo seguiré confiando en ti. Mollie, Jordan, tu familia, todos seguiremos confiando en ti. Tienes que elegir, el amor de gente a la que realmente no le importas o ser honesta con quienes se preocupan por ti.

— No puedo...

— ¿Vale la pena ser la chica perfecta acaso? ¿Qué ganas con toda esa gente amándote? Al final, dijiste que yo te llené un vació, entonces que ellos te admiren no cambia nada. Lo que te debe importar es la opinión de tu familia y amigos.

— Si confieso todo Diego se asegurará de que yo no vuelva a participar en algo de dibujo, podrían hasta expulsarme de mi escuela y anularme la oportunidad de aplicar a la escuela de arte aquí.

— ¿Y desde cuándo importa las escuelas y esas cosas? ¡Nosotros dibujamos porque amamos hacerlo! Claro que me gustaría dedicarme a esto, ¡Pero es una pasión! —la toma de las manos—. No debe importar que tanto legado generas con tus trazos, sino que tanto transmites con ellos. Tú me has enseñado tantas cosas, Sid, ahora déjame ayudarte yo a ti. Me gustas, y no me vas a dejar de gustar por esto si es que confiesas todo, yo sé que vales la pena.

— Cometiste un error... No, yo lo cometí —soltó las manos de Lincoln—. No debí hacerte esto, ilusionarte. Mi papá te pidió a ti que no me ilusionaras, pero yo fui la culpable, te hice creer que soy un ángel.

— Sid...

— Querías alguien con quien dibujar una vida, y en vez de eso... Yo te la taché —se levantó, se comenzó a alejar—. Mereces algo mejor que una mentirosa.

— Y tú algo mejor que alguien que estuvo 3 años creyendo que era una víctima. Los dos tenemos defectos que podemos corregir, Sid. Tú me salvaste, déjame hacer lo mismo...

— Estoy enamorada de ti... Y te deseo tanto la felicidad... Que por eso sé que estarás mejor sin mí.

Ella salió corriendo, Lincoln la alcanzó inmediatamente. Ella quería alejarse, pero él la abrazaba fuertemente, no quería dejarla ir. Sin embargo, ella agarró agua de una fuente y se la tiró en los ojos, logrando soltarse. Para cuando Lincoln pudo secarse, ella ya no estaba. Se preocupó, sabiendo que Sid no podía correr.

— ¡SID! ¡NO CORRAS! ¡TE VAS A PONER MAL! —la buscaba desesperadamente.

¡LO SIENTO! —pensaba ella, corriendo a toda velocidad, alejándose de Lincoln—. ¡LO SIENTO TANTO! ¡SERÁS MÁS FELIZ CON ALGUIEN QUE NO SEA COMO YO! ¡YO NO TENGO EL VALOR DE DECIR LA VERDAD! ¡LO LAMENTO, LINCOLN!

Pasó una hora entera buscándola, incluso llegó a su casa para poder hablarle, pero nadie atendía a la puerta. Sabía que los Chang estaban allí, los escuchaba, pero también podía oír como Stanley y Becca le gritaban A Sid. Era obvio: ella les había contado todo y, decepcionados, la estaban regañando. El peliblanco solo vio que, por la ventana, se asomó Adelaide, ella solo le lanzó una mirada triste, y cerró las cortinas.

Esperó, esperó, y esperó. Finalmente, Stanley salió.

— Lincoln, hace mucho frío, ¿Quieres que te lleve al hotel?

— Stanley, por favor, quiero hablar con ella.

— No quiere ver a nadie, ella... —suspiró—. No puedo creer lo que nos dijo.

— Por favor, no le hagan nada.

— Es nuestra hija, Lincoln, jamás la lastimaríamos, pero pedirnos que no hagamos nada... —se agarró el rostro—. Ya grité hasta cansarme, es tarde y solo quiero dormirme para despertar y ver que todo esto fue una pesadilla. Déjame llevarte hasta tu hotel, por favor, no quiero que pases la noche aquí.

— Lo siento, Stanley, quise ayudarla...

— Eres un buen chico, Lincoln —le tocó el hombro, se veía muy desilusionado—. Desearía ser tan bueno como tú, pero he cometido muchos errores. Quizás si hubiera estado más con ella... No habría pasado esto.

— Usted es un buen hombre también —le dijo de forma honesta—. Son una buena familia.

— Gracias, Lincoln... Gracias.

Al llegar al hotel fue recibido por su preocupada maestra y sus dos amigas. Se preguntaban por qué él no respondía las llamadas y por qué llegó tan tarde.

Les contó todo. Las tres no podían asimilar lo que oyeron, teniendo, cada una, reacciones diferentes. Astrid se entristeció por su alumno, lo veía deprimido, desanimado, sin ganas. Jordan se decepcionó, pensaba que iba a tener una nueva amiga, pero saber todo eso la dejó con una mala opinión sobre Sid. Y Mollie, pues, ella estaba muy enojada, no podía entender como pudo jugar así con Lincoln y todos.

Esa noche Lincoln no pudo dormir bien, tampoco Sid. Lo único que tuvieron en común esa noche fue que los dos abrazaron la almohada, soñando que era un abrazo entre ambos. Esperando así, quizás, despertar y que todo fuera mejor. Porque, desde el día que se conocieron, todo fue así: mejor.

...

El día de la exhibición había llegado. Estaba programada para llevarse acabo a las doce del mediodía. Jordan se despertó extremadamente temprano, a las seis de la madrugada. Vio que Mollie no estaba, salió a ver si amigo se encontraba bien, pero él también se había ido. Solo se encontró a Astrid en los pasillos.

— Maestra, ¿Sabe dónde están Mollie y Lincoln?

— Eso misma iba a preguntarte yo. En recepción me dijeron que salieron hace un rato, primero Lincoln y un rato después ella.

— ¿Habrán salido juntos a algún lado?

— Lo dudo, Lincoln de seguro quería estar solo y ella lo debe estar siguiendo para ver que esté bien.

— Cree... ¿Cree que Lincoln volverá a estar deprimido?

— No, la verdad no —fue honesta—. Digo, si está decepcionado, pero volver a lo de antes no creo. Ya superó el trauma, ahora solo se siente algo desmotivado, eso es todo. Iré a buscarlo, ¿Puedes quedarte por si él regresa?

— Deberíamos ir juntas, soy su mejor amiga, quiero verlo bien.

— En este momento Lincoln necesita un adulto, Jordan —le acarició la cabeza—. Ya ayudas mucho quedándote aquí por si vuelve. Además, no iré sola, alguien me va a acompañar.

— Ok... —la vio irse—. Lincoln... Espero que estés bien...

En el departamento de los Chang, la familia se había levantado temprano debido a su preocupación por Sid. No sabían como hacerla salir, pero tampoco podían obligarla. Parecía que se quedaría allí por siempre.

Sin embargo, la puerta sonó.

— Debe ser Lincoln —sospechó Becca.

— ¡Sid! ¡Lincoln ha venido a verte! —gritaba Adelaide—. Por favor, sal, todos queremos hablar contigo en paz.

— Lincoln, que bueno que... —abrió la puerta el padre—. ¿Ah?

— ¿Dónde está Sid? —preguntó Mollie, entrando a la casa sin importarle nada.

— Oye, eres la amiga de Lincoln. Mollie, ¿cierto? —preguntó Becca.

— Sí —respondió, entonces miró la habitación de la castaña—. ¿Ella está ahí?

— Así es, no quiere salir —dijo la hermana menor.

— ¿Me permiten hablarle?

— Bueno, primero tenemos que hacerla salir —decía Stanley.

— Nunca dije que necesitaba sacarla de ahí para hablarle —abrió la puerta del cuarto. Entró y cerró con llave, dejándolos sorprendidos.

— ¡OYE! ¡SAL DE AHÍ! —exclamó la pequeña.

— Dejémoslas, tal vez ella la haga entrar en razón —dijo el padre.

Mollie observaba a Sid, quien estaba en su cama echada sin moverse lo más mínimo. Parecía un cadáver.

— Vamos, muévete, hay un tonto que te espera —con su pie la tocó, esperando alguna respuesta.

— Vete... Déjame sola.

— ¿Llorarás todo el día o te pararás?

— Estoy mal, Mollie, te ruego que te vayas...

— ¿Estás mal? Oh vaya, pobre Sid Chang —se reía—. Como sufre la pobre.

— ¡No te burles! —se levantó enojada, mostrando que tenía los ojos rojos de tanto llorar—. ¡¿Tienes idea de cómo me siento?!

— Mal.

— ¡Claro que sí! ¡ME SIENTO MAL! ¡ESTOY TRISTE! ¡TODO SE ESTÁ YENDO A LA MIERDA!

— ¿Y?

— ¡¿Y?! ¡¿CÓMO QUÉ Y?!

— ¿Y quieres que te felicite o qué?

— ¡SI VINISTE SOLO A REÍRTE DE MÍ ENTONCES VETE! ¡TÚ NO COMPRENDES MI DOLOR! ¡NO ENTIENDES LO QUE ES SENTIRTE COMO UNA MIERDA! ¡ME SIENTO MUY MAL! ¡SOLO QUIERO DORMIRME Y QUE TODO ESTO SE TERMINE! ¡TENGO MIEDO! ¡MI VIDA ES HORRIBLE! ¡NO SÉ QUE HACER! ¡SOLO SIENTO DOLOR! ¡TODO ES UNA MIERDA ENORME! ¡TÚ NO SABES LO QUE ES...

— Cállate.

— ¡PERO...!

— Cállate.

— ¡ME SIENTO...!

— Cállate.

— ¡ME GOLPEASTE!

— ¡Y A TODOS A TU ALREDEDOR LES HA CAÍDO GOLPES MIL VECES PEORES QUE ESE Y NO LOS VES LLORANDO TIRADOS SOBRE UNA CAMA ESPERANDO A QUE TODO SE TERMINE!

Sid se quedó callada. Mollie la acorraló contra una pared.

— ¿Alguna vez has sentido miedo de estar en tu propio hogar? ¿Sabes lo que se siente tener que fingir que estás dormida para que tu padre ebrio se aleje de ti y no te golpee mientras su aliento de mierda te cae en toda la cara? ¿Has experimentado ese momento en el que no quieres irte de la escuela por qué tu casa es el infierno? Esa es mi vida.

Ella no respondía nada.

— ¿Tu propia madre te ha dicho que eres lo peor que le ha pasado? ¿Te han hecho burlas por qué tu madre está en una clínica mental debido a los abusos psicológicos contra ti y tu padre? ¿Has pasado un día de la madre sin ninguna madre a la que abrazar pues la que tienes es una perra que cada vez que visitas te dice que dese que estabas en su panza te odiaba? Esa es la vida de Jordan.

Seguía sin responder.

— ¿Has sentido el dolor de ver a todas tus amigas cargar a sus bebes mientras tú eres incapaz de quedarte embaraza? ¿Sufriste el abandono de una pareja debido a que quería hijos y tú no podías dárselos? ¿Sufres el constante descenso a la tristeza por recordar que no puedes darle al hombre que te ama una familia y pese a eso él te cuida y te ama? Esa es la vida de mi maestra.

Todavía nada.

— ¿Has pasado por algo mínimamente similar a todos nuestros rivales en la exhibición de arte? ¿Un divorcio? ¿Maltrato familiar? ¿Presión?

— ¡P-Presión!

— Pues Harry encaró a su hermana, ¿Qué hiciste tú?

No contestó.

— Lloyd escapó de su familia e inició de nuevo. ¿Qué hiciste tú?

Nada.

— Taki, al que le jodiste la vida, no tomó venganza y siguió adelante. ¿Y tú?

Sin respuesta.

— Y Lincoln... Llegar a la escuela y ver su rostro sin ganas de vivir era lo más doloroso del mundo para todos. La gente se burlaba de él, incluso yo, todos lo vimos como un exagerado o como alguien con quien desahogarnos. Y pese a eso, pese a que había tanta mierda encima de él, se aferró a lo bueno. A su mejor amiga, a su familia, a su maestra, a mí, a mí que soy una mierda me dio su amistad. No dejó que un error lo rompiera, tardó, pero logró superarlo y por más que me duela aceptarlo... Fue por ti.

Sid abría los ojos.

— El mensaje aquí no es que sufrimos más que tú, eso es estúpido, nadie sufre más que otros, todos llevamos el dolor a nuestra manera. Lo que para uno es insignificante, para otro es lo peor. El mensaje es... 

— Todos sufrimos, Sid. Todos. Tú no eres única en esto, todos cargamos con mierdas que desearíamos borrar. Pero seguimos adelante porque tenemos gente buena que nos ama, y si nos aferramos solo a lo malo entonces no progresaremos. ¿Sabes quién nunca avanzó?

— ¿Q-Quién?

— Yo —dijo Mollie—. Yo porque nunca tuve el valor de confrontar a mi padre. Tuvo que venir Lincoln a decirme que yo valgo más que esto, ahora sé que debo enfrentarlo, pero no lo haré sola. Esa es la clave, Sid, no estás sola. Sí, perderás cosas por seguir adelante. Jordan perdió a su madre, la maestra perdió su primera pareja, nuestros rivales perdieron familia, Lincoln perdió a su primer amor, y cuando yo enfrente a papá seguro perderé muchas cosas. No es fácil, es muy complicado salir de esto, pero si solo te fijas en lo que vas a perder, en vez de pensar en lo que ganarás entonces nunca cambiarás nada.

— ¿Qué ganaré?

— La confianza de quienes realmente te ven como lo que eres, Sid Chang —la mira a los ojos con firmeza—. Eres una chica que le cambió la vida a alguien que nunca creí ver sonreír de nuevo. No eres un ángel, es cierto, pero eres SU ángel. Si lo que quieres es quedarte aquí y llorar el resto de tu vida como una cobarde está bien, yo hice eso durante años. Pero si estás dispuesta a abandonar todo lo que creaste con esa mentira, verás que ganarás lo que creaste siendo tú misma. No es mucho, pero es honesto, y eso es lo que importa.

— Mollie...

Volvió a cachetearla.

— Eso es por engañarnos a todos, maldita idiota. Demuestra que no eres lo que tu abuela quería que fueras, confiésalo todo. Y cuando el público se aburra de abuchearte, estaremos nosotros allí para recibirte —sonrió—. En especial Lincoln.

— ... —no sabía que responder.

— Yo daría lo que fuera por estar en tu lugar, tener a ese chico a mi lado, pero el destino te puso en ese puesto. Aprovéchalo, Sid Chang, dibuja sobre esa hoja en blanco que el destino te dio.

— ¿Y si no puedo hacerlo? ¿Y si lo mejor es que Lincoln esté con gente buena como tú y Jordan?

— Jamás sabrás que te depara el destino si te escondes bajo las sabanas. Puedes quedarte y disfrutar todo aquello que cosechaste de manera fraudulenta, no me importa la verdad, cada quien hace con su vida lo que quiere. Pero lo que sí me importa es Lincoln, y si te quedas significa que vale una mierda decepcionarlo, en otras palabras, no lo quieres en lo más mínimo. Esto no es sobre hacer lo correcto, Sid, se trata de, por una vez en tu vida, ser honesta sobre lo que quieres. Quédate aquí en tu mundo de fantasía donde todo es como tú lo deseas, o sal y aprende que la única manera de realmente tener una vida es saber recibir los aplausos y los golpes.

— No lo entiendo... —la miró a los ojos—. ¿Cómo Lincoln era tan infeliz si tenía a alguien como tú cerca?

— Porque yo no tuve el valor de arriesgarme, y si tú tampoco lo tienes ahora, olvídate de verlo —se dio media vuelta—. Hasta que no empieces a ser realista, jamás podrás salir de esto. A veces solo debes bajar el lápiz y volver a la vida real, te aseguro que...

Se formó una sonrisa en el rostro de Mollie, ella volteó a ver a Sid. Las memorias de todo el abuso de su padre contra su madre, su hermana y ella la torturaban, pero, al mismo tiempo, eran desvanecidas para que destacara todos esos momentos en los que fue feliz. Esas ocasiones, a pesar de ser pocas, la hacían creer que valía la pena seguir aquí. Las cosas no eran como quería, pero si todavía era capaz de emocionarse al ver un lindo día, de reír mientras pisaba los charcos de lluvia, y de conectarse con otras personas, entonces Mollie existía por una razón.

— Hay momentos en los que te sientes feliz de haber nacido.

Mollie se retiró del departamento sin decir nada. Los Chang estaban confundidos, hasta que vieron a Sid salir del cuarto.

— ¿Sid? —preguntaron los tres.

— Tengo que prepararme —anunció.

El sol comenzaba a resplandecer por toda la ciudad. El muchacho había salido del hotel demasiado temprano, pero debido al clima esa luz tardó en salir. Faltaba solo media hora para la exhibición, era un día bastante frio, se vio forzado a colocarse su chaqueta negra en la espalda. No había tristeza en su rostro, pero tampoco felicidad, solo caminaba neutralmente esperando a hallar algo que le llamara la atención. Algo que lo hiciera olvidar todo lo que acababa de pasar. Fue así que se detuvo en frente de un lago, desde allí podía ver toda la ciudad.

Siempre se preguntó como es que la humanidad había llegado tan lejos. En que momento pasaron de ser una raza que utilizada lo ya existente a ser los creadores de todo lo que necesitaban. ¿Quién pudo tener la valentía para creer en si mismo y así motivar a los demás a que el ser humano puede crearse su propio camino por el cual avanzar? Ese era el verdadero progreso, pasar de ser alguien que solo existe a existir por una razón, para aportar, para inspirar, para dejar algo en el mundo. Si todos se concentraran en crear y no tanto en destruir, las cosas serían mejores. Pero si todo fuera perfecto, quizás él no estaría aquí ahora. Porque si un día la humanidad decidiera eliminar todo lo imperfecto, no quería ni uno solo de ellos sobre la faz de la tierra. Tal vez él existía para ser imperfecto, para ser la prueba de que ser humano no significa ser Dios.

O tal vez existía para demostrar que Dios no es el único que puede cambiar las cosas en un status quo.

Desearía que este lápiz realmente pudiera crear el mundo que he soñado por tanto tiempo, pero el mundo ya no te deja dibujar, solo borra lo que haces, todo lo que te esforzaste tanto en crear... Lo borra. Ronnie Anne, si pudieras responderme ahora, ¿Qué me dirías?

Respiró profundamente, esperando así encontrar algo de tranquilidad. Lo estaba logrando, sentía toda esa brisa en su cuerpo y se sentía excelente. De pronto, una figura se posó a su costado, haciendo exactamente lo mismo que él.

— Creo que el negro nunca pasa de moda, pero, a decir verdad, ese blanco también se te ve bien —dijo la maestra.

— Maestra Astrid, ¿Cómo me encontró tan rápido? No le dije a nadie a donde iba —dijo de manera fría.

— Resulta que hallar a la única persona con cabello blanco de la ciudad no es tan complicado —se paró junto a él—. ¿Cómo te sientes?

— No lo sé —suspiró—. No estoy triste, digo, creo que retroceder a lo que era antes sería mandar a la mierda todo el progreso que hice. Ya no estoy roto, dejé de estarlo cuando entendí que los fragmentos pueden unirse de nuevo. Sin embargo, saber que una persona que admiraba tanto es una mentirosa es... Algo decepcionante.

— Te comprendo —respiraba con tranquilidad, ella lucía muy serena—. Yo también la pasé mal cuando tuve mi primer golpe de la vida.

— Es que esté no es el primero, es el segundo —miraba el lago, había pequeños peces nadando—. Primero me quitan a alguien debido a mi egoísmo, y ahora que estoy listo para ser mejor, resulta que ella es la egoísta. ¿Por qué?

— Tú sabes que soy una persona positiva, pero creo que a veces una profesora debe ser ruda con sus alumnas —suspiró—. No hay razones detrás de las tragedias. Puedes ser la persona más buena del planeta e igual morirte como si nada importara. Lo que te sucede a ti les pasa a millones más, luto, decepción, creer que la vida está en tu contra. Te voy a contar un secreto, Lincoln, para mí el destino no tiene la razón absoluta.

— ¿El destino? Pero... Creí que nadie puede huir de él.

— El destino existe, lo sabemos por como ciertas cosas suceden por más irreales que parezcan —miraba el cielo precioso—. No sabemos como funciona, pero el punto es que hay alguien allí arriba que ha escrito una historia para ti y espera que la cumplas. Eso, hasta que te sales de lo que había planeado para ti.

— Creo que entiendo lo que está diciendo, maestra. Se refiere a que uno no posee control sobre ciertas cosas, pero sobre otras sí, ¿Verdad?

— No somos dueños de nada, Lincoln, existimos en una realidad en la que formamos parte de un ciclo. Hay cosas que están más allá de nuestro control, como los accidentes de auto, la aleatoriedad con la que un ladrón te puede asaltar justo a ti, incluso ese maldito momento en una gasolinera en el que un idiota enciende un cigarrillo matándote a pesar de no haber sido tú el que lo provocó. Así son las cosas.

— Descrito así vaya que todo se oye muy, bueno... Disculpe mi expresión, pero se escucha como la mierda eso. Créame, yo quiero ser feliz, más que nunca estoy listo para crecer. Sin embargo, no puedo hacerlo hasta ayudar a Sid, mi conciencia no me dejará tranquilo. Sin mencionar que... Yo quiero hacerlo, quiero ayudarla. No porque es linda, o porque ella lo hizo conmigo, incluso si fuera una desconocida hay algo en Sid que... —miró también al cielo—. Que me hace sentir que no está mal soñar como un niño de vez en cuando.

— Es decir, ¿Afirmas que quieres ayudarla por qué te nace del corazón?

— Así es.

— Allí tienes eso que convence a los miles de millones de personas del planeta para que vivan —volteó a mirarlo—. Las decisiones, Lincoln.

Otra persona se colocó a su lado, se trataba de Alexander, su maestro.

— ¿Te has preguntado que es lo que lleva a alguien a terminar con todo? —miraba fijamente la ciudad—. La desesperación de ya no poder decidir nada más que la muerte, Lincoln. Cuando te quedas sin opciones piensas en morir, porque te rehúsas a vivir siendo esclavo de un destino que odias. Allí el por qué incluso gente que lo tiene todo puede matarse, porque no pueden decidir ser felices por más que quieran. Suena increíble, pero es la verdad, algunos no pueden decidir la felicidad, ya sea porque su trabajo los explota, sus familias no los entienden, o incluso hay los que no saben cómo sonreír. Cuando ya no tienes caminos que elegir, piensas que rendirte es lo mejor.

— Nunca he pensado en suicidarme —confesó Lincoln—. Por mucho que lo de Ronnie Anne me doliera, no era capaz de hacer eso porque sabía que había personas que me amaban. Y por eso me pone triste pensar en el suicidio, porque para que alguien recurra a eso significa que sentía que nadie lo quería. ¿Cómo debe sentirse eso? Estar rodeado de gente y aun así... Pensar que nadie llorará por ti si te mueres.

— Nuestro punto es, Lincoln, que cuando ya no te queda un propósito piensas en la muerte. Sin embargo, hay algo que también puede pasar por tu cabeza: la búsqueda de una razón —hablaba Astrid—. Cuando Alexander me dejó pensé en matarme, una mujer incapaz de dar luz a un hijo completamente sola sentía que ya no había nada para ella. Pero encontré en mi marido y en ustedes, mis estudiantes, algo que me hiciera sentir que por algo he nacido.

— De eso se trata todo, Linc, de encontrar lo que te haga sentir que estás aquí por una razón —miró a Astrid—. Porque si piensas que tu vida solo se tratará de diversión, te equivocas. Encuentras a alguien que amabas, que pensabas que era la indicada y en verdad lo era, pero en lugar de intentarlo, te rendiste a penas supiste un defecto. Yo hice eso hace mucho tiempo, de haberme quedado a su lado tal vez todo habría sido distinto. Ahora es que estoy buscando la redención, probar que soy más que un cobarde, quiero ser mejor.

— Lincoln, tú... ¿Qué encontraste en Sid? ¿Qué viste en ella para quererla tanto? Tienes que mirar en tu corazón y responderte tú mismo... Si eliges tú o elige el destino.

— En ella...

"Nadie debe cargar con el dolor solo, por algo tenemos manos, sirven para ser sostenidas y sentir el calor de otros"

"Tienes los recursos, nadie te está deteniendo, y yo estoy aquí para acompañarte... ¿Qué es lo que te detiene de comprarte tu ansiado buñuelo?"

"Somos artistas, nosotros no dejamos que un error nos someta, aprendemos de él y lo convertimos en una exquisita ilustración.

"Quizás esta vez sí estoy conociendo bien al chico que me gusta"

"No hay nada tan bello como llenar una hoja en blanco con una persona que tanto te lleno a ti"

— En ella encontré lo que creí que había perdido para siempre cuando Ronnie Anne murió...

Miró su lápiz.

— Las ganas de dibujar para alguien más.

Los dos lo escuchaban atentamente. El muchacho solo miraba su herramienta de dibujo, mientras el fuerte viento sacudía su oscura ropa, revelando un poco de la ropa clara.

— Yo nunca inicié esto para ser famoso, para ganar estas exhibiciones, ni siquiera para hacer amigos. Yo estaba escapando de algo, de la soledad, de sentir que no había nada esperándome en el futuro. Dibujaba porque era un cobarde, y cuando me di cuenta de lo maravilloso que es llenar una hoja vacía... Empecé a dibujar porque tenía la valentía suficiente de ser yo mismo. Lo que era un escape, se volvió una pasión.

Recordaba esas tardes en las que solo se sentaba en su cama para dibujar. Eran cosas tontas: súper héroes, dinosaurios, bestias fantásticas, personajes que le gustaban. Sin embargo, cuando todo era él, un papel y un lápiz, era el niño más feliz del mundo.

— Aprendí a dibujar para no estar en el mundo real, lo odiaba. Pero me quede... Estoy aquí, de pie, en frente de esta gran ciudad, porque aprendí que no tiene sentido crear algo si no es para dárselo a alguien más. Los artistas no inventan pensando en el reconocimiento, lo hacen pensando en que sentirá la humanidad. Sigo odiando el mundo real, se lleva personas que no merecen morir, pero ya no lo rechazo. Porque, así como me quita cosas, me da la oportunidad de tener otras.

Pensaba en todas esas veces que estuvo con Jordan y Mollie. Podían simplemente estar sentados en medio de una clase sin hablarse, pero hasta esos momentos se le hacían especiales porque estaban juntos. Eran tres artistas que habían conocido la verdadera cara del dolor, pero se mantenían unidos.

— Y cuando vi a Sid...

Esa hermosa obra de arte invadió su mente. Su cabello moviéndose, las flores cubriendo la zona, esas esmeraldas que lo miraban fijamente. Todo en esa escena era perfecta, al menos para él.

— Cuando la vi... Desde el primer momento... Algo dentro de mí me dijo...

"Quiero dibujar contigo"

— Que, si había un momento de volver a elegir, era este. Me dije a mi mismo...

Esa noche en el balcón bajo las estrellas cuando la tuvo más cerca que nunca. Esa noche lo terminó de hacer entrar en razón sobre ella.

— Que, si quería dibujar con alguien, debía ser con ella. Porque tal vez yo fui quien la inspiró, pero fue Sid Chang...

Una semana parecía ser una eternidad. Cada segundo que pasó con ella lo recordaba como si se tratara de un cuadro en un museo de maravillas. Su sonrisa, sus ojos, sus delicadas manos, esas pestañas perfectas, esa forma tan adorable de actuar, pero en especial, esas palabras que ella le dedicaba. Tal vez todo lo demás fue mentira, pero cuando la miró a los ojos y la oyó decir que quería dibujar con él, supo que era la verdad. Y así como eso era verdad, otra cosa también lo era.

— La que pudo llenar la hoja en blanco que tenía en mí.

— ¿Qué haces aquí entonces? —preguntó Alexander.

— Porque no sé cómo ayudarla...

— Quizás lo que necesitas no son palabras, Lincoln —sugería ella—. Tú no eres Sid, ella usa su voz, tú eres distinto.

— Yo... —miró el lápiz—. Quizás yo...

— Muchacho, en todos mis años de irresponsable existencia nunca vi alguien como tú —señalaba con su dedo a Lincoln. Alexander se puso algo sentimental—. Tienes chispa, personalidad, eres único. Tú no dibujas, tú vas más allá de eso. La forma en la que sonríes, como te mueves, toda esa vibra que emanas me transmite más que solo alegría. Tú naciste para esto, ese es tu destino, pero lo que debes elegir es para que lo usarás.

— Ya basta de hablar, Linc, ¡Dibuja! —exclamaba ella alegre—. ¡Ve a esa exhibición y frente a todos esos ancianos idiotas demuéstrales cuanto significa ella para ti!

— ¡Pero Sid no irá a la exhibición! Además, queda solo media hora y no estoy listo.

— Bueno, no solo me tardé en encontrarte por lo grande de la ciudad —ella sacó su teléfono—. Mollie hizo entrar en razón a tu chica, ella segura que Sid acaba de llegar a la exhibición. Lincoln, lo va a confesar todo.

— ¡¿En la exhibición?! ¡VA A ARRUINAR SU REPUTACIÓN PARA SIEMPRE! —gritó preocupado.

— Tienes que dejarla elegir también, Lincoln, si ella quiere hacerlo no puedes detenerla —decía Alexander—. Lo que puedes y debes hacer es llegar para evitar que se vaya luego de decir la verdad. Haz que se quede, gana la exhibición y pruébales a todos que el arte real no ha muerto. Y una vez lo hagas, puede que le reestablezcas la fe a esa chica.

— No lo sé, el arte se ha vuelto tan dependiente del dinero que ya no es lo de antes —miraba a otro lado—. No sé si lo consiga.

— Tú sube a ese escenario, Lincoln. No te fijes en lo que esos vejestorios adictos al dinero digan de ti, solo voltea a ver el rostro de Sid y si la haces sonreír... Sabrás que el arte sigue existiendo —sonrió Astrid.

— Maestra, Alexander... —los abrazó a los dos—. ¡Gracias! ¡De verdad gracias por confiar en mí!

— Gracias a ti por ser un chico tan especial, Lincoln —dijo ella.

— Tenemos que irnos de inmediato, el tráfico debe estar hecho mierda por tanta gente que asistirá —sugirió el hombre.

— ¡Pero ni siquiera tengo mi traje! —se acerca a Alexander para susurrar—. Ni he lavado esta camisa, es la misma de ayer.

— Este es tu estilo, muchacho, la camisa blanca y la chaqueta negra, lo mejor del Lincoln del pasado y lo mejor del Lincoln nuevo —aplaudía Alexander—. ¡Siéntete orgulloso de eso! ¡Así te presentarás!

— Aunque esto no estaría de más —Astrid le entregó una colonia, desodorante y varias cosas para higiene bocal.

— ¡Vamos a la exhibición! —exclamó Lincoln emocionado.

En el museo de arte de la gran ciudad, el evento más importante sobre arte de ese año iniciaba. Las personas asistían con ropa de gala, sabiendo que se trataba de algo único y que podría marcar un hito importante en la historia del arte moderno debido a la noticia de que el ganador sería heredero de Diego Van Monet. Las familias de los ocho competidores estaban en las primeras filas. La tía de Lloyd, feliz por su sobrino; la madre de Taki, emocionada; la mucama de los Pensive, los padres ni mostraron interés en ir hasta que alguno de sus hijos ganara; la familia Chang, angustiados; el padre de Jordan estaba muy ocupado y solo podía oír el evento por su teléfono, desde Royal Woods; los padres de Mollie ni se acordaban del evento; los Loud observaban todo desde su televisión en su hogar. Todo estaba preparado, así que Diego salió a dar la bienvenida.

— Hace 3 años celebramos una exhibición que fue la introducción a esta —hablaba fuerte—. De esa competencia hemos visto a jóvenes muy prometedores, ahora ocho de ellos están aquí. Bueno, mejor dicho, siete, al parecer uno tuvo problemas para venir. En fin, a nadie le importa la vida de quienes no participan. ¡Lo que nos importa son nuestros competidores!

— ¿Dónde está Lincoln? —preguntaba Lori—. No sale en ninguna toma.

— No responde su celular, ¿Creen que algo malo le haya pasado? —preocupada, Leni dudaba.

— Jordan y Mollie no se ven preocupadas, lucen seguras, ellas nunca estarían tranquilas si algo le hubiera pasado a Lincoln —explicaba Luna—. Debe estar por ahí, él no faltaría a esto.

— Ese sujeto, Diego, es muy arrogante —opinaba Lana—. No puedo creer que alguien quiera ser su heredero.

— Mucho dinero, esa es la respuesta a todo —le respondió Lola—. Cuando alguien es millonario, te empieza a caer mejor.

— Con ustedes, ¡Nuestros artistas!

Todos comentaban sobre el misterio que rodeaba a Lloyd; la gran apariencia tosca para un artista como lo era Taki; la elegancia de los hermanos Pensive; la ternura de la chica de baja estatura; la extrema belleza que presentaba esa joven de ojos rojos; pero más importante, hablaban de la presencia de Sid Chang. Ella era la favorita del público, la más conocida, la candidata definitiva. La gente enloquecía al verla, era la chica perfecta.

Harry se cortó el cabello —pensaba Jordan—. De seguro se cansó de que sus padres lo controlen.

Es la hora de la verdad, siento que voy a vomitar —pensaba Harry nervioso.

Vamos Sid Chang, lúcete, quiero ver cuando todos se enteren de quien eres —se reía en su mente Katya.

Tengo que estar concentrado —pensó Lloyd, pero volteó a ver a Jordan—. Tengo que mirar esas piernas.

Esta vez será diferente —se juró Taki.

Sid... ¿Realmente hablarás? —se preguntaba Mollie.

— Antes de iniciar, ¿Qué les parece unas palabras por parte de los competidores? —Diego notó que la gente aprobaba la idea—. ¡Bien! ¡Empecemos con la talentosa Sid! Sid, cuéntanos, ¿Qué planes tienes para este día? ¿Qué vas a dibujar?

— Hmm...

— Vamos, niña, responde —susurraba él enojado—. No te demores tanto.

— Es que no voy a dibujar nada hoy.

— ¿Disculpa?

— Yo...

La gente quedó boquiabierta. Los Chang, los competidores y el propio Diego no podían creerlo. La única que no se sorprendió era Mollie, quien se mantenía seria, pero por dentro sentía alivio de ver que Sid estaba diciendo la verdad.

— Renuncio a la exhibición —dijo con firmeza.

— Oh... B-Bueno, disculpen a Sid Chang, ya saben que es una chica muy animada, ama las bromas —Diego se reía, pero se acercó a Sid, alejando el micrófono para que no lo oyeran—. ¡¿Qué es esa mierda de que te retiras?!

— No voy a participar, se acabó.

— Maldición, mocosa de mierda, Lincoln Loud no está aquí. ¡Tú puedes ganar limpiamente!

— No debería estar aquí en primer lugar... Así que deme eso —le quitó el micrófono rápidamente, asustando al hombre.

— ¡No! ¡ESPERA! ¡NI SE TE OCURRA...!

Abuela, sácame tu mirada de encima...

Ya no soy tu esclava.

— Hace 3 años, el rumor de que yo arruiné el dibujo de Taki Jimura... No era un rumor —esquivó a Diego, quien, desesperado, se tropezó—. Hace 3 años yo arruiné su dibujo a propósito para que fuera descalificado porque yo quería ganar. Diego lo sabía y no me castigó, silenció a Taki para quedar bien ante todos al mostrar una finalista mujer. Yo no me merezco estar aquí, gané porque arruiné el trabajo de Taki y porque Lincoln Loud sufrió una tragedia. Les mentí por 3 años a todos, a la escuela, a mis padres, a mis compañeros, todo este tiempo fui una chica egoísta que fingía ser adorable para que no descubrieran que nunca tuve nada bueno que ofrecer. Me disculpo por lo que hice y por ello renuncio al arte, porque he deshonrado este mundo y no merezco volver a tocarlo. A todos, lo siento, y a Taki... Lamento haberme quedado callada ese día.

Si esta fuera una historia feliz nadie habría abucheado. Sid fue recibida por gritos, insultos y todo tipo de ofensas por parte de la gente enojada que buscaba respuestas a lo que escucharon. Obviamente los Chang le dijeron a Sid que se bajara para irse, pero ella no se movía de allí, sabía que se merecía todo eso. Toda la ciudad se decepcionó de Sid, pues ella se supone que era el rostro del lugar, y ahora que frente a televisión nacional quedó como una mentirosa, la gran ciudad se convertiría en una ciudad humillada cuya mayor ganadora era una fracasada.

— ¡No, esperen! ¡Esto es un malentendido! —gritaba Diego.

— Se te cayó tu teatro, Diego —dijo Sid.

— ¡No volverás a tocar un lápiz en toda tu miserable vida! —se enojó mucho—. ¡Te ofrecí todo, mocosa malagradecida! ¡Pero tu moral pudo más!

— Si tuviera moral habría confesado hace mucho, yo no soy ahora valiente por confesar —piensa en Lincoln—. Solo soy... Menos mierda de lo que ya era.

En la casa Loud, la familia se quedó bastante sorprendida por lo que Sid confesó. Algunas se sintieron ofendidas, pues saber que su hermano se había enamorado de una mentirosa que, probablemente, estaba jugando con él, les llenaba la cabeza de pensamientos negativos hacia la muchacha de cabello castaño.

— Ya decía yo que era muy perfecta para ser real —bufó Lynn—. Esa fachada de niña inocente y adorable era solo para esconder todo eso. Hizo trampa, y yo detesto a los tramposos. ¡Que ni se le ocurra acercarse a Lincoln!

— ¿Y si Lincoln sabe algo que nosotras no? —planteaba Leni—. Tal vez hay una razón detrás de esto que él sabe y por ello no se alejó de Sid.

— De cualquier manera, en este momento hay que preocuparnos más por el paradero de Lincoln que por quienes son sus intereses amorosos —afirmaba Lori.

En el escenario, los demás dibujantes reaccionaban a la confesión.

Ella... Ella lo confesó... —pensaba Taki, sin poder decir ni una palabra—. Soñé con esto por años, pero ahora que veo como la castigan... Realmente no me siento mejor. Se lo merece, pero diablos, no puedo sentir alegría por algo así. Creí que el resentimiento me iba a hacer mejor artista, que así podría motivarme más, pero ahora estoy aquí siendo testigo de lo que ansiaba, y no me siento satisfecho. Esto no cierra el ciclo, solo empieza otro. Ahora la que será llamada mentirosa y será víctima de burlas es Sid. ¿Por qué? ¿Por qué no podemos todos haber tomado mejores decisiones y así ahorrarnos esta mierda? Maldita sea... ¡No es justo que alguien siempre tenga que sufrir!

Sabía de los rumores, pero no imaginaba que llegarían a ser ciertos, en especial sabiendo que Lincoln Loud confiaba en ella —pensó Lloyd—. Es una lástima, pero me temo que su carrera como artista acaba de terminar. Todo el país acaba de ver esto, nadie querrá volver a patrocinarla, mucho menos admitirla en una escuela profesional.

Ella mintió... ¿Todos estos años? Mierda, eso es serio —pensaba Harry—. Ojalá pudiera ayudarla, pero me temo que ni con todo el dinero podríamos borrar esto de la memoria de sus fanáticos decepcionados.

No esperaba que lo confesara en público, maldición, Lincoln... ¿Dónde estás? —se preguntaba Jordan—. Sid te necesita...

— ¡JAJAJA! —se reía Katya—. ¡Este sí es un lujo! ¡Ver a Sid Chang siendo humillada!

— Quisiera verte a ti teniendo la mitad de valor que ella acaba de tener —la retó Mollie.

— ¡Dime lo que quieras! ¡Pero ahora ella no volverá a dibujar nunca! Ninguno de ustedes va a ganar, este es el mundo ahora. La gente desprecia el arte porque es falso, así que dejemos de aparentar que no lo es. Aquí lo que importa es el poder, el estatus, ser alguien —se burlaba—. Y yo los aplastaré de uno en uno hasta lograr mi objetivo. ¡El arte ha muerto! ¡Y MURIÓ CUANDO LA HUMANIDAD LO CONVIRTIÓ EN OTRA FORMA DE LLENARSE LOS BOLSILLOS!

La puerta de la exhibición, que siempre debía permanecer cerrada, se abrió de golpe. La luz del sol no dejaba a la gente ver bien, pero dos figuras se acercaban caminando hacia el escenario.

Sobre su espalda, estaba una chaqueta negra: el símbolo de su pasado, esa etapa oscura en la que casi era consumido completamente por la tristeza y el vació. Por delante, presumía su camiseta clara de color naranja y blanco, brillantes, pues: simbolizaba su vida actual, su presente, como salió del agujero depresivo y emergió para convertirse en esa luz, esa estrella que aparecía para que las personas se arriesgaran en creer que el verdadero arte existía.

Su nombre era Lincoln Loud: un artista que inició para no estar solo y terminó dibujando para todos los que conoció en su camino hasta la felicidad.

El artista que dejó entrar el sol a ese lugar tan cerrado.

— Tú... —dijo Diego furioso—. ¡¿Qué significa esto?! Llegas tarde, no traes ropa formal, y te atreves a abrir la puerta como si nada te importara. Ya tenemos suficientes problemas con Sid Chang como para que tú vuelvas a hacer de las tuyas, Lincoln Loud. Eres una deshonra para el mundo del arte con esa actitud rebelde.

— Si yo soy una deshonra no quiero ni imaginar que eres tú —respondió, haciendo que la gente exclamara, no creían que alguien sería capaz de decirle eso a Van Monet.

— ¿A qué has venido?

— A demostrarle a todos lo que han venido a ver —señaló a Diego con su lápiz—. Arte real.

— ¿Arte real de alguien como tú que se atrevió a irse en medio de una exhibición y que me faltó el respeto hace poco? Tú no eres un artista, solo eres un adolescente que cree que el mundo funciona con emociones. Las cosas han cambiado, muchacho, si queremos mantener el prestigio hay que elevar las ganancias —contestaba sin descaro—. Yo mantengo viva esta industria a base de ser estricto y elegir bien a los artistas. A nadie le importa que sientes cuando dibujas, lo que queremos es que generes cosas que nos sirvan.

— El mundo gira con dinero, eso es cierto, pero las personas no —extendía sus manos, refiriéndose a todo el público—. Solo porque un montón de ancianos avariciosos crean que todo se trata del dinero no quiere decir que las personas vayan a aceptar cualquier cosa. Nosotros no somos estúpidos, estas personas esperan un show real, algo que los haga sentir lo mismo que el dibujante que apoyan. Tu sed de poder ha convertido algo que sí, es un negocio, pero que pasó de ser un negocio honrado y bello a un monopolio sin corazón. No está mal ganar dinero de lo que te gusta, pero esa es la cosa, hacerlo porque te gusta, no solo porque quieres llenarte los bolsillos. Si crees que tener tu maldita cuenta del banco llena es ser un artista, entonces creo que tu hambre de poder es solo la forma de compensar tu falta de inteligencia.

— Lárgate de aquí, Loud, no te dejaré participar.

— ¿Tiene miedo? —lo hacía enojar—. Es eso, ¿Cierto? Sabe que ya no soy el niño de ese día que corrió envuelto en lágrimas. Ahora no iré a ningún lado, porque esta vez no abandonaré a mis seres queridos. Todos los que me importan están aquí, esperándome, pude haberme ido, pero elegí probar que no somos tu fuente de ingresos, somos más que eso. No dibujamos para ti, dibujamos para los que nos aplauden, para los que ven en esa hoja algo más que un simple trazo. Si tanto crees que la pasión ha muerto, ponme a prueba. Si pierdo la exhibición, podrás expulsarme de toda competencia y hasta del club de arte de mi escuela. Pero si yo gano, les probaré a todos que estás equivocado, el amor al arte existe, lo estás viendo justo ahora. ¡Estás viendo lo que pasa cuando alguien de verdad ama lo que hace!

— ¡Me rehusó a aceptar ese trato! —se acercó a él una mujer—. ¿Qué pasa?

— Los ratings están elevándose a niveles nunca antes vistos en otras exhibiciones que hemos hecho, señor. La gente habla en todas las redes sociales sobre esto, quieren saber quien gana este duelo —fue honesta—. Déjelo competir. Hay gente que está de su lado, si él pierde nadie lo verá mal a usted.

— ¡¿Y si gana?! —preguntó preocupado.

— Entonces nadie volverá a verlo como una persona a la que tomar en serio.

— Vamos, Diego, ¿A qué le temes? —lo tentaba Lincoln.

— ¡BIEN! ¡Aquí y ahora vamos a demostrarlo sin trampas y sin trucos! —señaló a los demás dibujantes—. Todos ustedes, su objetivo es ir contra Lincoln Loud.

— ¿Crees que te vamos a hacer caso? —preguntó Jordan—. Diablos, viejo, no sabía que además del pelo perdías neuronas.

— ¡Chicos! —les sonrió Lincoln—. Dibujen con todo, no se contengan. Si gano contra ustedes limitándose no se sentirá bien. Confió en que probaré mi punto. Además... Si se limitan, no se divertirían. ¡Y quiero que se diviertan como nunca! ¡Dibujen como si solo existieran ustedes y el papel!

— Está bien, Lincoln —asintió Mollie, muy alegre de ver que él estaba de regreso.

El debate de la exhibición se había convertido en un tema discutido a nivel internacional. Todos los vídeos y fotos recorrían internet, haciendo que mucha gente se preguntara cual bando era el correcto. Estaban los que defendían a Diego, diciendo que de nada servía la pasión si es que dibujabas bien y podías ganar dinero. Pero también estaban los que apoyaban a Lincoln, todos esos artistas de internet y de la vida real que estaban hartos de que tantos falsos se llamaran a si mismos dibujantes cuando nunca en sus vidas hicieron un trazo con una sonrisa, y si en caso lo hacían, era pensando en dinero. Era la gente que veía todo como oportunidad de poder y reconocimiento contra los que estaban felices disfrutando con la creación de cosas en hojas en blanco.

Era el hombre que jamás tenía suficiente debido a su avaricia contra el muchacho que se sentía más completo que nunca.

Todos eran testigos de ese duelo que iba a dar respuesta a esa interminable discusión. Y mientras Lincoln subía las escaleras hacia el escenario, se detuvo al lado de alguien que se había quedado callada todo este rato.

— Para alguien que adora hablar, estás algo apagada —se río Lincoln.

— ¿Por qué haces esto? Lincoln, si fallas vas a perder la oportunidad de ser un artista profesional... No lo hagas.

— Hace una semana, cuando llegué a este lugar, me peguntaba lo mismo. ¿Por qué he venido? ¿Para qué si nada va a ser diferente? Entonces apareciste tú, y todo empezó a volverse bello. Lo que no tenía color ahora rebosaba de todos los que existían. Gane o pierda hoy, no me importa, no me sorprendería que hagan fraude para eliminarme la verdad. Mi propósito ahora es mostrarle al mundo dos cosas.

— ¿Qué cosas?

— La primera, pues, es obvio. ¡Les mostraré a todos que es dibujar de verdad!

— ¿Y la segunda?

— Le mostraré a todos...

Lo que significas para mí.

Fue como ese día. Él estaba en oscuridad y ella en la luz; y ahora ella estaba en el lado oscuro del escenario y él bajo las elegantes luces. Dos almas que encontraron algo que creían perdido tras muchos años se miraban fijamente. Pero esta vez no era ella la de la sonrisa, era él. Sid salvó a Lincoln; y ahora Lincoln iba a salvar a Sid.

— Yo...

— No hiciste cosas muy inteligentes, ¿Y? Si vamos a crucificar a todos los que hayan hecho estupideces se muere todo el mundo —le dio la espalda—. Sid, ¿No lo has entendido todavía? Yo te quiero, te quiero tanto que lo que parecía imposible se hizo realidad. En este momento, quiero dibujar con tantas ganas que a penas puedo contenerme. Esta energía, esta pasión, estos deseos de vivir son gracias a ti. Si pudiste hacer eso es porque eres un ángel, Sid Chang. Un ángel que tal vez no sea puro, pero sigues teniendo esas alas con las que me impulsaste.

— Lincoln...

— Cuando acabe con esto, entraré a la escuela de arte aquí para verte todos los días. Dibujaremos juntos todo lo que quieras: árboles, flores, montañas, todo lo que tú desees. Porque cuando estoy contigo, Sid, no hay hoja vacía que no pueda llenar. Cuando estoy contigo...

— Dejo de dibujar para escapar, y empiezo a dibujar para sentir que soy parte de este mundo, un mundo en el que fui testigo del milagro... Que fue conocerte.

Su corazón palpitó de una forma que nunca había sentido. Pensaba que su respiración se agitaba por su enfermedad, pero era por lo que escuchó. Esa misma luz que vio ese día cuando se enamoró de él la estaba viendo otra vez. Y sus ojos color esmeralda brillaban ante lo que era ver a un ángel en todo su esplendor. Era la mirada más hermosa del mundo.

Una mirada de amor.

— Ok... —se colocó en el medio del escenario—. Observen bien, todos...

Sacó su lápiz, apuntando al sol, a la puerta abierta, a la libertad.

— Están a punto de experimentar una obra maestra. 


Actualización doble: La primera parte concluye la próxima semana

...

Eso es todo, finalmente tendremos la conclusión de esto. Lincoln pasó de alguien que no tenía ganas de nada a ser un pijudo que se le cago de risa a Diego en la cara. Ahora está motivado y veremos si será capaz de ganar porque los demás son talentosos.

Les aseguro que daré todo de mí para la parte final, muchas gracias por todo. Sin ustedes no estaría aquí.

¡Hasta la próxima semana!

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