4. Una chica particular

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Finalmente, el encuentro más esperado por toda Latinoamerica unida, ni "No es tu zzzz" tuvo tanto hype. Tremenda obra maestra, 10/10, los efectos de sonido del cómic son realistas.

En fin, no alargo más este capítulo, ya que por fin Sid y Lincoln se conocen.

¡Comencemos!

...

Hace 3 años, ella estaba segura de que no iba a ganar. La ilustración de ese joven de cabello blanco que visualizó el día anterior a las premiaciones la dejó tan maravillada, que su mente divagaba en si algún día llegaría a ser así de talentosa. Al fin y al cabo, no importa el trazo, sino lo que expresas con él.

Ella dibujó un parque, el parque donde siempre se sentaba a pensar en la infancia que tuvo en china. Su cultura era hermosa, y tal vez era por eso que siempre se caracterizaba por dibujar flores detalladas sin importar el tipo de ilustración que quisiera hacer. Esa era su marca, la marca de una adolescente asiática que vivió siempre distinta a su gente. Si China era conocida por ser la ciudad más veloz del mundo, ella siempre fue conocida por ser la chica que más tiempo se tomaba para hacer lo que le gustaba.

"Si caminas solo, irás más rápido; si caminas acompañado, llegarás más lejos". Eso fue lo que le dijo una vez su difunta abuela paterna, un proverbio chino que siempre siguió. ¿Por qué correr si había tanta belleza en el recorrido? ¿Para qué apurarse si lo divertido está en ir lento? A ella jamás le importaron esas cosas, siempre admiró más la capacidad que tenían las personas para socializar y ganarse a otros. Era por eso que no se sentía mal por perder, porque el dibujo de ese joven era la manifestación de un trabajo lento, detallado y hecho con amor.

— ¿No está? ¿Cómo qué no está? ¡Lo vi hace 10 minutos aquí! —exclamaba uno de los jueces—. ¡No puede irse, él ganó!

Sin embargo, el mismo amor que ese muchacho tanto expresó, fue el mismo que lo obligó a abandonar la exposición. Solo que ella no lo sabía en ese momento. Ella no tenía ni idea de que esa maravilla de artista escapó por una tragedia, ni siquiera sabía su nombre, mucho menos lo conocía sentimentalmente.

— ¿Qué vamos a hacer? —preguntaba la jueza—. ¡Su dibujo fue el mejor!

— Las reglas son claras, señora jueza, no importa las circunstancias personales, si el ganador no se encuentra aquí al momento del anuncio, se lo entregaremos al segundo puesto —mencionaba el juez—. Es una falta de respeto a nuestra asociación de artistas poner tu vida personal por encima de un compromiso tan grande. Lo avisamos cuando empezamos, NADA justifica una ausencia, más que el sentimentalismo barato.

— Pero escuché que hubo un accidente con alguien que le importaba...

— Que lástima, pero este es un negocio, y necesitamos un ganador para cubrir las portadas de las revistas y noticias que tanto cobraron por la publicidad. Decir "lo siento, el ganador se tuvo que ir", ¿Crees que va a cubrir el presupuesto?

— No somos así, nosotros...

— ¡Hace mucho que el arte dejó de ser arte! ¡Mira nada más como cada vez son más los jóvenes que dibujan para ganar dinero fácil en internet! ¡YA NO EXISTEN PINTORES NI DUBJANTES PROFESIONALES! ¡Esto dejó de ser arte hace mucho! Se volvió mero entretenimiento para contentar masas, así que, a la mierda con esto, le daremos el premio a la que quedó en segundo lugar y punto.

No le molestó en lo absoluto ser la portada de una estúpida revista que, en verdad, no representaba nada. Ningún tipo de publicidad que recibió la molestó, no porque la mereciera, sino porque sabía que eso no la hacía mejor que el chico que no estuvo presente. Ella recibió el premio solo por estar ahí, no por ser mejor. Y lo que sí la hizo enojar fue cuando le pidieron que mostrara el premio en público, como si fuera de ella o se lo hubiera ganado legítimamente.

Ese premio no era de ella, y era por eso que lo mantenía tan limpio y bien cuidado, porque no era suyo. Tenía la esperanza de algún día volverse a encontrar con ese joven, quizá en la próxima exhibición cercana o, si tenía suerte, en la calle. Era incapaz de olvidarse de él, de la mirada que tenía al momento de dibujar, y de la forma en la que trazaba con el lápiz. Aunque claro, llegó a la adolescencia y ya comenzaba a preocuparse por otras cosas también.

Pasaron así 3 años en los que ella poco a poco se olvidó de esa fantasía, pues pensaba que no iba a volver a verlo. El premio seguía bien guardado y protegido, ya que representaba más que solo ese sueño infantil de conocer a quien tanto la inspiró. Ese premio representaba el sueño de toda su vida, de infancia, adolescencia y hasta la futura adultez que tendría; la joven de cabellos castaños soñaba con un día en el que el arte volviera a ser tan hermoso y valorado como antes. Quizá, realmente un día, ser artista vuelva a ser un don y no un negocio. Y no era por esas personas que cobraban, ella no lo veía como algo malo, pero sentía que la esencia de ser dibujante se había perdido. Por eso jamás, ni en esos 3 años, ella cambió, siempre fue la joven soñadora que usaba un lápiz para decirle a todos lo mucho que amaba la vida.

— Tú... Hace 3 años te vi en una exhibición de arte, ganaste.

— L-Lo siento, creo que me confundes con otra persona, yo no gané nada —mencionó el joven.

— No, tú ganaste... —respondió ella—. Fuiste el mejor dibujante ese año.

— ¿Quién eres tú? —preguntó Lincoln, sorprendido por la expresión tan brillante de la desconocida.

— Una artista —contestó—. Mi nombre es Sid, Sid Chang.

No sabía si era su largo y brillante cabello, sus ojos tan inocentes, o su sonrisa tan adorable, pero cuando la vi por primera vez... Supe que no era la primera vez, realmente.

Su nombre era Sid Chang, una artista que compitió conmigo hace 3 años en la exhibición que hubo en Royal Woods. En ese momento no le presté atención, por estar concentrado en mi propio dibujo. Pero, ahora mismo, no... Mejor dicho, en esta crucial escena, me comenzaría a dar cuenta de quien era realmente esta particular chica.

Me comenzaría a dar cuenta de cómo una sola persona puede ser suficiente para llenar la hoja en blanco que tienes en el pecho.

...

Capítulo 4: Una chica peculiar

...

— No era mi intención causar esto.

— Usted no tiene la culpa, señora Santiago, es que Lincoln... —suspiró Jordan—. Es muy dramático.

— Bueno... ¿Cuál de las dos le dice a la maestra que lo perdimos?

— Mollie, no seas estúpida, hay que encontrarlo.

— ¡Estamos en la gran ciudad! No conocemos nada aquí y el lugar es gigante, hallarlo será casi imposible. Llámalo de nuevo.

— Ah... Es que... Nos pusimos a leer "No es tu culpa" en el camino para reírnos un rato y se le acabó la batería a Lincoln.

— Espera, ¿Esa mierda no era para combatir el insomnio?

— Chicas, esto es mi culpa, así que yo encontraré a Lincoln. Tengo auto, puedo hallarlo más rápido que ustedes a pie —dijo María, sacando sus llaves—. Además, creo tener una idea de a donde pudo ir. Ustedes vuelvan con su maestra y díganle que Lincoln se detuvo un momento a visitar a alguien, ella siempre ha sido muy amable y de seguro lo entenderá.

— Jordan, miéntele tú, la maestra siempre me detecta cuando le miento.

— No es mi culpa que seas inútil hasta para mentir.

— ¡Soy excelente mintiendo!

— ¿Y esa vez cuando dijiste que la película de esa serie que nos gusta sería de Multiversos?

— ¡Eso no fue mentira, fue una estupidez! ¿Lo ves? Seré estúpida, pero no mal mentirosa... Espera, ¿Qué?

— Nuestra maestra caderona tiene una habilidad para detectar mentiras, pobre de su marido. No me sorprende que te descubra —se cruza de brazos—. Supongo que tendremos que intentarlo. Bien, señora María, confió en que usted para hallarlo. La conozco, y sé que lo encontrará.

— Gracias chicas, vayan con su maestra.

— Gracias a usted —respondió Jordan—. Vamos, mentirosa experta, volvamos con la maestra.

La mujer de origen latino se quedó pensando en todo lo que acababa de suceder. Sabía que esto era su culpa, pues fue ella misma quien hizo sentir mal a Lincoln hace 3 años, al punto de ser la mayor culpable de que ahora él esté tan desanimado. Siempre quiso bastante a ese chico, era muy responsable y atento con todos, no podía creer que llegó a tratarlo tan mal por algo que jamás fue su culpa.

Pero claro, cuando la tragedia sucedió ella estaba nublada por el dolor, y, en su búsqueda por sentirse mejor, decidió desahogarse en él. Ella siempre era así, cuando se enojaba se desquitaba con otros, detestaba eso de su personalidad. María era orgullosa, posiblemente por secuelas del divorcio que tuvo y que la obligó a ser una persona mucho más reservada y cerrada. Ahora entendía a su marido y porque él ya no podía seguir a su lado, ¿Cómo amar a una mujer que te culpa de todo lo malo que pasa en su vida?

Tal vez era por eso que su hija también llegó a rechazarla, porque siempre culpaba a los demás de todo el dolor que sentía.

Lincoln...

¿Dónde estás?

El viento pasaba con bastante fuerza en aquella colina, tal vez era por eso que parecía un lugar tan mágico. Algunos cuantos pétalos tocaban su rostro, haciéndole cosquillas, pero nada distraía su mirada de la joven que se hallaba parada a solo unos metros de él. No podía describir lo que sentía... ¿Era curiosidad? Sí, probablemente era eso, la curiosidad humana era infinita, cuando vemos algo que nos llama la atención ya no lo olvidamos.

Lincoln sentía curiosidad por ella.

— ¿Sid?

— Sí, ese es mi nombre. ¿Me recuerdas?

— Yo...

Ella desbordó una gran sonrisa, la emoción de conocer al autor del dibujo más hermoso que había visto con sus ojos esmeralda la forzaba a sentir gran felicidad. ¿Cómo era él? ¿Qué proceso seguía? ¿Será que podía hasta pedirle consejos? Sid estaba extasiada, sentía que iba a estallar de la impaciencia, pues aquel joven era muy talentoso. Ella no lo olvidó, y estaba segura de que él también se acordaba de...

— No tengo idea de quién eres.

Y la felicidad desapareció tan rápido como lo hizo la expresión de emoción y paz de Sid.

— ¿Qué? —dijo pálida.

— No te conozco.

— ¡¿Qué?!

— Te acabo de decir que no te conozco, ¿Te sientes bien?

— ¡¿QUÉ?!

— Oh, mierda —dijo avergonzado—. ¿E-Eres sorda? Diablos, n-no sé lenguaje de señas, ¿Sabes leer labios o...?

— ¡NO SOY SORDA! —gritó frustrada.

— ¡L-Lo siento! —se disculpó asustado—. Es que parecía que no me entendías nada de lo que yo decía.

— E-Es que... ¿No te acuerdas NADA de mí?

Mierda, ¿Quién es esta loca? No quiero lastimar sus sentimientos, a lo mejor si la conozco y no me acuerdo —pensó, y decidió fingir que si se acordaba de ella—. ¡Oh claro! ¡Sid! ¡Claro que te recuerdo!

— A ver, dime mi apellido.

— Ah... Es que tu nombre es difícil de recordar, por eso me aseguré de memorizarlo solo.

— ¡MI NOMBRE TIENE 3 LETRAS!

— ¡A VER SI TÚ ME CONOCES DI MI APELLIDO! 

— ¡Eres Lincoln Loud!

— ¡Falso, mi apellido es...! —se sorprendió bastante al darse cuenta de que la chica había acertado—. Si... Si sabes que soy Loud. Tú... ¿En serio nos hemos visto antes?

— Por supuesto, lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Fue un momento bastante tierno, me diste una muy buena impresión.

— ¿Cómo fue?

— Te dije "Lindo dibujo", me respondiste "gracias", y luego no nos volvimos a ver.

En ese momento, Lincoln empezó a dudar de la capacidad humana para socializar.

— Ah... De casualidad, no te escapaste de ningún sitio con paredes blancas, ¿Verdad?

— ¡¿Me estás diciendo loca?!

— Me acabas de decir que te acuerdas de una interacción de 5 segundos que pasó hace años, me das miedo. Hasta el sujeto al que le compré un chocolate en la gasolinera lo conozco mejor, su hijo está en la universidad, me siento orgulloso.

— ¡Eso no ser loca, es ser rara!

— ¿Acabas de admitir que eres rara?

— ¡SÍ! —exclamó orgullosa.

— Sí...C-Creo que iré a sentarme por allá, fue un gusto hablar contigo —se dio media vuelta, mientras, en su mente, se preguntaba que clase de chica era ella—. ¿Qué le pasa a esta chica? Es demasiado hiperactiva, rara y habla como si fuéramos amigos. Creo que mejor me alejo, me da miedo.

— Está bien, no eres la primera persona que me dice rara y luego se va —dijo ella, con un tono más serio—. Me cuesta olvidarme de las personas, aun si solo los miro por unos segundos, creo que cuando alguien es memorable es imposible apartarlo de tu mente.

— ¿Qué de memorable tengo yo? —preguntó, alejándose caminando.

— Tu arte.

Lincoln ya empezaba a conectar puntos, hasta darse cuenta poco a poco de donde podía provenir esa muchacha tan única. Fue entonces que notó el lápiz y la libreta que la joven traía, y se convenció de que se trataba de una dibujante que, muy seguramente, estuvo presente en la exhibición de hace 3 años.

Probablemente era una fan, no era nada raro encontrarse con una, muchas mujeres ya habían demostrado un notable "interés" por el arte que manejaba Lincoln. En palabras de la maestra, él poseía un estilo que atraía a las damas por la forma en la que ilustraba la belleza de los alrededores, haciendo que las personas se imaginaran que estaban en esos lugares. Obviamente, a las mujeres les fascinaba un hombre capaz de transportarlas a lugares más allá de la imaginación.

Aun así, él seguía sintiéndose bastante incómodo. Acababa de salir de una situación muy mala, encontrándose con María, no era momento para que llegara una fanática. Especialmente una tan activa y llena de energía.

Tengo que volver con el grupo, pero sería una falta de respeto dejar a esta chica así. Hablaré rápido con ella, después de todo, me parece injusto comportarme tan pesimista con alguien tan animada.

— ¿Y bien?

— Creo... Que ya sé donde nos conocimos, o bueno, donde tú me viste por primera vez —volteó a mirarla—. Hace 3 años hubo una exhibición de arte en Royal Woods, ¿Estuviste ahí?

— ¡Así es!

— Entonces debo admitir que es un placer conocerte a otro artista —dijo alegre—. Discúlpame por mi actitud, soy algo tonto a veces. Tu nombre es Sid, ¿Verdad?

— Sid Chang, y tú eres Lincoln Loud, ¿No?

— No creí que fuera alguien lo suficientemente interesante para ser recordado por tantos años. ¿En serio solo nos dijimos esas palabras?

— Sí —respondió avergonzada—. Estabas muy concentrado en ti dibujo, parecía que no tenías nada más en la mente que eso.

— Es técnicamente cierto, yo... —suspiró—. Estaba demasiado enfocado en eso, tanto, que descuidé otras cosas.

— Sé que suena muy extraño, y realmente lo es, pero estos 3 años no he sido capaz de olvidarme de tu dibujo —confesaba ella, muy emocionada—. Siempre he creído que el arte es más que solo dibujar bien, se necesitan una serie de cosas que, unidas, creen algo aun más grande. Tú lograste eso, lograste hacer que una simple ilustración a base de lápiz sea más real que muchas cosas que veo a lo largo de mi día, y es por eso que no he podido olvidarte. Ni siquiera el fin de la infancia borra los recuerdos más maravillosos que tienes.

— Vaya, eso fue bastante bonito de tu parte —agradeció el cumplido—. Pero, tampoco es para tanto, solo es...

— ¡Ven conmigo! —exclamó.

— ¿Ir? ¿A dónde?

— Lincoln —dijo bajando hasta llegar a él—. Hace 3 años no estuviste presente en la premiación y por eso yo recibí el primer lugar. Todo este tiempo yo guardé el premio por si te encontraba de nuevo, porque hiciste un trabajo que me gustó tanto que sentía que era injusto quedármelo. Por favor, ven conmigo y te lo daré.

— No es necesario, no me interesan los premios.

— No se trata de eso... —mencionó con una expresión triste—. Tú perdiste a alguien ese día, ¿Verdad?

— Sí, creo que la noticia fue muy popular...

— Yo no conocía a esa persona, pero si era tan importante para ti como para dejar ese dibujo solo, entonces sé que le haría feliz que recibieras el premio que mereces. No por gloria o algo así, sino porque todo artista que sacrifica su tiempo es digno de recibir algo a cambio. Solo acéptalo, por favor, sé que no valdrá mucho para ti, pero quiero dártelo porque tu dibujo ha sido de las mayores influencias para mí.

Me puse a pensar en la conversación que tuve antes de la competencia con "ella". Realmente, ella quería que yo ganara y yo le prometí que, de hacerlo, ese premio se lo entregaría como regalo por haberme apoyado tanto. Ahora ella no está, solo está su memoria, pero si puedo honrarla de alguna manera, creo que lo justo es hacerlo.

Ella tuvo tanta fe en mí, puedo ser un idiota, pero no un cobarde ahora. Le juré que si ganaba yo le daría el premio, así que se lo entregaré, no para sentirme mejor, sino porque sé que me ella me sigue observando, y que reclamar ese premio la hará sentirse muy orgullosa.

Además, es solo cosa de acompañar a esta chica, ¿Qué es lo peor que puede pasar?

— Acepto, realmente si valoraría tener ese premio.

— ¡Genial!

— Oye, pero tiene que ser rápido, estoy de visita en la ciudad y debo volver con mi clase.

— Cuenta con ello, tardaremos máximo 5 minutos, mi casa está muy cerca —lo tomó de la mano—. ¡Sígueme, manos de mujer!

— ¡NO TENGO MANOS DE MUJER! —ella le toca una uña—. ¡Con delicadeza, por favor!

— ¡Jajajaja! Y dices que yo soy la rara —lo jala—. ¡Adelante! ¡A por tu premio!

— Ya me arrepentí de esto...

...

Nombre: Mollie Grace

Edad: 16 años (nacida el 18 de octubre)

Historia: Usando el arte como un escape de la realidad, Mollie, desde muy pequeña, sintió gran apego al arte. Tiene varios problemas de conducta y dificultades para aprender, pero el talento nadie se lo quita. Se rumorea que tiene una relación complicada con su familia.

Estilo de arte: Abstracto

...

"¿Por qué estoy aquí?" pensó él, pero ya no por su crisis emocional ni por su desastrosa mente. Se preguntaba a si mismo que clase de decisiones había tomado para terminar, literalmente, siendo arrastrado por una chica por las calles de una ciudad esperando a llegar a algún lugar. ¿Cómo llegó a esto?

— Dijiste que tu casa estaba a 5 minutos.

— Sí, en carro.

— No sé si me confundes con uno de esos raros de twitter que creen que ser una tostadora es una sexualidad, pero no soy un auto.

— ¡Disfruta la caminata!

— Solo estamos caminando, ¿Qué hay de especial en esto?

— Eso mismo, estamos caminando, y lo hacemos sobre una acera sobre la que muchos ya no pueden hacerlo —decía ella, muy positiva—. No sé tú, pero creo que en cada pequeña acción que hacemos hay todo un motivo para sentirnos alegres.

— Yo sé que hay gente que ya no camina, la novia de mi abuelo ahora está en silla de ruedas y me da mucha lástima que ya no pueda hacer las cosas por si misma. Aunque bueno, ella dice que no le importa siempre y cuando estemos sus nietos para empujarla.

— Caminar deja de ser especial cuando lo haces sin razón alguna.

— ¿Por qué estamos hablando de caminar?

— Porque no sacas otro tema de conversación, estás más callado que yo cuando preguntaban quien era la que metía perros callejeros a mi departamento.

— ¿Y si eras tú?

— Tal vez...

¿Qué se supone que diga? Llevo años interactuando con las mismas personas, hace demasiado que ya no hago nuevas amistades y no es como que mi vida sea interesante actualmente —pensaba él, apenado por no saber que decir—. Entonces... ¿Desde cuándo dibujas?

— ¡Hasta que hablaste! —celebró—. Lo hago desde que tengo memoria, mi abuela me educó en base a la ilustración china, así que siempre sentí mucha atracción hacia todo tipo de arte visual.

— Wow, ¿Creciste en china? —preguntó sorprendido—. Siempre me ha parecido una cultura muy hermosa, en especial la extravagancia que manejan, muchos de mis dibujos están basados en el estilo chino para dibujar naturaleza.

— ¡Sí, China es hermosa! Pero las cosas estaban muy complicadas, mi padre perdió su trabajo en la estación de trenes y mi abuela enfermó, luego de que ella muriera decidimos empezar de cero aquí, donde mamá creció —contaba, recordando sus días en su bella China—. Mi madre trabaja en el zoológico, es la veterinaria principal de los elefantes; y papá consiguió otro trabajando en la estación de la gran ciudad.

— Vaya, mi hermanita Lana se llevaría bien con tu madre.

— ¡¿También tienes hermana menor?! —lo miró con emoción—. La mía se llama Adelaide, es un ángel.

— Tengo 10 hermanas, de hecho...

En ese momento, Sid empezó a dudar de la capacidad humana para protegerse sexualmente.

— Diablos, tus padres si se quieren...

— No serán los más responsables, pero... —sonríe—. Siempre que los necesito están ahí, y creo que eso es todo lo que necesito.

— Eso es lo más importante, nunca se sabe cuando las personas que aprecian pueden irse.

Sí... Nunca se sabe cuándo todo puede cambiar.

Cuando dieron la vuelta en una calle, Sid empezó a buscar con bastante insistencia algo en sus bolsillos. La expresión que ella tenía le dejaba claro a Lincoln lo siguiente: ella había olvidado o perdido algo muy importante. No por nada Sid ahora tenía un rostro avergonzado, acompañado de una sonrisa tonta.

— Ah... ¿Prometes no reírte?

— Olvidaste tus llaves, ¿Verdad?

— ¡No! No soy tan distraída.

— ¿Entonces?

— Las dejé dentro del bolso que si olvidé en casa.

— Genial... —suspiró—. ¿Qué vas a hacer? No puedes entrar a tu casa ahora.

— Tengo mi llave de repuesto en mi oficina.

— ¿Oficina? —preguntó confundido.

— Ya sabes, donde dibujo, así le digo. ¿Cómo le dices tú al lugar donde dibujas?

— Prisión, y a veces le digo escuela.

— Mi oficina está a 10 minutos de aquí, solo ten un poco más de paciencia, por favor —rogaba ella, con ojos brillantes.

— Ok, ok... Vamos.

— ¡Genial! —lo vuelve a tomar de la mano—. ¡Sígueme!

— ¿Es necesario que hagas eso?

— ¿Qué cosa?

— Gritar todo el tiempo, ¿No se te hace pesado?

— A veces me cuesta controlarme cuando estoy muy emocionada, lo siento.

— No te disculpes, está bien... Soy yo el que está acostumbrado a, bueno, un ambiente más silencioso y calmado —decía, refiriéndose a todo el tiempo que pasaba solo.

— Puedo ser silenciosa si gustas —dijo entre susurros.

— Como tú quieras, no me molesta que seas escandalosa —expresó con confianza—. Vamos a por tu llave.

¿Cómo puede estar tan sonriente? Esa es la pregunta que quería hacerle desde hace rato. De donde vengo, las personas de mi edad, los adolescentes, siempre están envueltos en problemas que los molestan. Malas familias, pésimas decisiones, mediocre desempeño académico, la gente de mi edad siempre sufren de alguna situación que les impide tener esa sonrisa que ella tiene, una sonrisa tan inocente.

La veo, y no puedo creer que tenga mi edad, se ve como si siguiera en su infancia y jamás hubiera atravesado por algo malo. A lo mejor era eso, nunca pasó por un problema que la llegara a destrozar, quizá la muerte de su abuela, pero me cuesta creer que un adolescente esté tan feliz. Estamos llenos de hormonas y pensamientos raros, cualquier cosa nos enloquece y nos desespera, ella es todo lo contrario, se olvidó sus llaves y ni siquiera se enfadó. Lo tomó con humor, y en lugar de sufrir por el error cometido, fijó una solución de inmediato.

Esto puede sonar como algo ridículo o hasta exagerado, pero vivíamos en una época en la que las personas eran cada vez menos expresivas. Los adolescentes gastaban sus años de juventud en cosas sin sentido solo para verse bien ante los demás, y, ni por un solo momento, mostraban indicios de la infancia que pasaron. Los tiempos cambian, y las generaciones también, antes los niños crecían, ahora los niños desaparecen. En un pasado, los adultos eran niños con una mente experimentada y un espíritu mayor, ahora los adultos son personas que parecen no haber tenido niñez. En un mundo como este, yo me preguntaba...

¿Quién era esta chica?

— Hemos hablado de mí, pero no de ti.

— ¿Disculpa? —salió de su mente.

— Lincoln, ¿Cómo empezó tu amor por el arte?

— Oh... Vaya...

— ¿Qué pasa?

— Hacía mucho que no pensaba en eso, en como comenzó todo... —miró brevemente las nubes—. Me cuesta decir cuando me volví un dibujante, porque creo que fue así como nací. Un día, de repente, agarré un lápiz, y desde ese momento, no me pude detener. No fui capaz de frenar mi creatividad.

— ¿Recuerdas tu primer dibujo?

— Claro, yo era muy fanático de los cómics, así que traté de calcar el dibujo de los profesionales. Obviamente, lo que hice parecía un mutante de verdad, no un X-Men.

— ¡Jajaja! Todos empezamos así, ¿Tan feo era?

— Se parecía a Clyde.

— ¡DIOS! —gritó asustada—. ¡D-Digo...! Cualquiera comete errores, hasta los más profesionales empezaron siendo un desastre... Y por desastre me refiero a ese pedazo de fealdad que empieza con C.

— Algunos creen que nací con talento, pero yo lo dudo bastante, era muy malo.

— "La motivación siempre le ganará al talento", eso dijo Norman Ralph Augustine.

— ¿Quién sabe? Practiqué y practiqué todos los días de mi vida, hasta que llegué a tener un nivel similar a los que nacieron con talento. Lo curioso, es que a pesar de lo mucho que dibujaba, no estaba en el club de arte, lo hacía totalmente alejado y solo, como si me diera miedo que alguien viniera y me dijera que no sirvo. Y... Tal vez esa era la razón, siempre me daba miedo la idea de que alguien me dijera que no servía para nada.

— ¿Alguna vez te lo dijeron?

— Sí, una madre me lo dijo, pero no era la mía.

— ¿Y tú crees que tiene razón?

— No lo sé...

— Nunca debes avergonzarte de lo que eres —comentó con firmeza—. Eso es admitir la derrota ante un montón de gente que quiere verte caer. Las personas malas existen, yo las he tenido cerca y siempre se esfuerzan en hacerte sentir mal. No puedes desaparecerlas ni hacer oídos sordos, todo lo que puedes hacer es mirarte al espejo y decidir por ti mismo si lo que ellos dicen sobre ti es verdad. Después de todo, la perspectiva que más cuenta a la hora de decidir algo sobre tu vida, es la tuya.

— Eres una chica muy optimista, ¿De dónde sacas tanto animo?

— Hmmm... Creo que no se trata de ser optimista, es que... —lo mira—. No tengo razones para sentirme mal teniendo una vida tan linda.

— Me gustaría ser así de alegre —confesó el albino.

— Pero... A juzgar por las cosas que me has contado, no pareciera que ahora tuvieras una vida triste o vacía. Digo, parece, porque yo no soy nadie para saber como se sienten los demás. Cuando te vi en la colina te noté bastante estresado, ¿Qué puede tener a alguien de tu nivel y con una vida tan linda así de mal?

— Sid...

El joven chocó con un arbusto de flores, el cual la chica abrió lentamente, dando a entender que la oficina era un lugar escondido. No le sorprendía esto, hasta Jordan solía tener un lugar privado para dibujar. Muchos artistas se acostumbran a tener una zona especial, donde su imaginación fluye de una manera tan espectacular que parecían separarse de la realidad. Lincoln solía hacerlo en el patio de su casa, un ambiente relativamente común.

Pero claro, tú eres quien decide que consideras especial. Puede ser la cosa más común, repetida y pequeña del mundo, pero si tú decides que es para ti, entonces será especial.

Eso mismo pasaba con la "oficina" de Sid, una vieja choza, únicamente adornada de flores que crecían de forma constante entre la madera. Cualquiera diría que era un caso perdido, un basurero, hasta Lincoln lo pensó por un instante. Hasta que, al ver la sonrisa que esa chica tenía, recordó que no todos les ponen el mismo valor a las cosas. ¿Quién era él para decirle a esa artista que era y que no era bello? En cierto modo, verla tan feliz con algo tan simple, le trajo bastantes recuerdos de sus días de infancia.

— ¿Es aquí? —preguntó él.

— Sé que parece una choza mugrosa... Bueno, lo es, pero...

— No se juzga por los recursos que use, sino por los resultados que obtiene.

— ¿Quién dijo eso? —preguntó sorprendida.

— Yo.

— Ah... ¡Pues gracias!

— Todos tenemos métodos distintos, no te voy a juzgar por algo así —observa bien la choza—. Aunque, no voy a negar que una buena limpieza sería útil.

— ¿Te parece si entramos a buscar las llaves?

— Bien, no creo que tardemos tanto.

En ese momento, Lincoln entendió la obsesión de sus hermanas con el orden.

— Esto está más desordenado que el cuarto de un fan de The Owl House.

— Disculpa, soy floja para arreglar.

— No importa, yo también soy bastante desordenado con mis cosas —comenzó a mover cosas cuidadosamente—. ¿Tienes idea de donde las dejaste?

— Deben estar en algún cajón, revisa esos de la derecha —señaló.

— Bien —respondió, y mientras revisaba lo indicado, se encontró con una pequeña libreta—. ¿Qué es esto? ¿Son tus dibujos?

— ¡AHHH! ¡N-No veas! ¡Son los primeros que hice!

— ¿Quién es ella? —preguntó, señalando a la mujer que salía en la ilustración.

— Esa es... —agarra la libreta suavemente—. Este es el último dibujo que hice con mi abuela, era una especie de examen final para ver si yo estaba capacitada para seguir el camino del arte. La prueba... Era dibujarla a ella.

— ¿Estás bien? —se daba cuenta de la expresión de tristeza de Sid, por más que la haya conocido hace poco, sentía algo de lástima por ella. Después de todo, él también ha perdido a alguien—. Si te sirve de algo, es un grandioso dibujo, se ve que tu abuela era una mujer muy especial.

— ¿Sabes por qué dibujo personas? —miraba tiernamente la libreta—. Porque sé perfectamente que nada dura para siempre, todos los que conozco pueden irse cuando menos lo espere, y ya no los volveré a ver. Por eso me gusta dibujar a los demás, porque siento que una parte de ellos siguen conmigo, una parte que yo misma creo con un simple lápiz. Así, cuando me pongo triste, me pongo a dibujar, porque no tiene sentido llorar por los muertos cuando puedes recordarlos y apreciar lo maravillosos que fueron contigo en vida. Es por eso que yo dibujo, Lincoln, para darle a las personas la oportunidad de recordar y ser recordadas, porque no hay nada tan bello como llenar una hoja en blanco con una persona que tanto te lleno a ti.

Es aquí donde yo me empezaba a preguntar... ¿Qué estaba pasando?

Ya era momento de aceptar la verdad, y era que yo solo la estaba acompañando para alejarme del grupo. Sí, así de egoísta estaba siendo, gran parte del tiempo con Sid no me importó nada de lo que ella me decía, pues solo quería una excusa para huir, como siempre. Sin embargo, a medida que ella iba hablando más... Me estaba empezando a sentir muy mal conmigo mismo.

Estaba usando a una chica solo para huir de mis problemas, ella hacía todo esto para darme algo y yo le estaba pagando con puro egoísmo. Pero ahora ya me daba cuenta de que, frente a mí, estaba una muy buena persona. No sé si era que mi vida no variaba y era un ciclo infinito de mi odiándome y quejándome, pero tener una nueva persona en mi vida y que fuera tan distinta a todo lo que estaba acostumbrado... Me estaba haciendo sentir como un idiota cobarde por evitar hablar de cómo me siento.

Sid parecía salida de un sueño, no solo por su forma de ser. Yo no era ningún torpe, era un adolescente y era parte de mi naturaleza fijarme en el físico de una mujer. Y, con todo el respeto que merecen las damas, vaya que Sid era extremadamente hermosa. Sus ojos eran como esmeraldas, brillantes y llenos de vida; su cabello era precioso, se notaba suave y muy bien cuidado; su sonrisita era demasiado adorable, daba satisfacción verla; y respecto al cuerpo, pues, era un placer a la vista. Yo jamás he visto nada de malo en alabar el cuerpo de una mujer, siempre y cuando se le respete y jamás se profane. En este caso, Sid me parecía una preciosura de chica.

Pero, eso no es como que me importara tanto, ya que había algo que me llamaba mucho la atención de ella, y era su esencia. Me recordaba a mí, cada una de sus actitudes y comportamientos me hacían pensar en lo que yo fui alguna vez. No sé si era ella muy infantil, o era cosa de que yo era demasiado negativo, pero parecía tan feliz que me era imposible aceptar que tenía mi edad. Solo de verla, por muy exagerado que sonara, me daban deseos de mantenerla sonriendo, como si fuera una pequeña niña que solo quiere disfrutar. Era como ver a una hermana menor viviendo la infancia que tú alguna vez viviste también, te sientes nostálgico.

¿Por qué? ¿Por qué esta chica me estaba llamando tanto la atención?

— ¡Oh, mira! ¡Encontré la llave! —reveló el hallazgo—. ¿Hola? ¿Sigues ahí?

— Lo siento, me perdí... —mira las llaves—. Genial, vayamos a tu casa.

— ¡Sí! —lo tomó de la mano nuevamente, pero rápidamente lo soltó—. Perdón, me volví a emocionar, sé que puedes caminar solo.

— Está bien, de hecho, me gustaría que me guíes, con tanto arbusto me puedo perder —bromeó.

— No hay nada tan bonito como ver sonreír a alguien —dijo alegremente al notar que el animo de Lincoln estaba subiendo.

— Lamento si he estado algo negativo.

— No hay problema, no se puede ser feliz todo el tiempo.

— Pero... Tú te ves muy alegre, como si jamás perdieras esa expresión.

— Yo puedo sentirme mal, pero jamás perder la alegría. Una persona que pierde la capacidad de sentirse feliz... Simplemente, eso no es vida.

— Sí, eso no es vida...

¿Hace cuánto dejé de tener una vida?

...

— Ya está abierto.

Este edificio se me hace familiar... —pensó Lincoln, mirando los alrededores. Estaban en el quinto piso, y sentía que ya había estado ahí.

— Lamento el ruido, los vecinos son una familia bastante grande —se disculpó, y abrió la puerta—. Bienvenido a mi casa.

La casa de Sid era muy elegante, y se notaba que les iba muy bien económicamente. Había bastantes cuadros y fotos familiares, en las que Lincoln pudo darse una idea de como era la familia de la muchacha. La madre era una mujer rubia bastante atractiva, por no decir que era la definición de mujer adulta envidiable. El padre era el de origen asiático, cuyo cabello era similar al de su hija, se le veía como un buen hombre. La niña pequeña debía ser su hermana, parecía tener unos 10 u 11 años de edad.

— Wow, Sid, tu casa es asombrosa —alababa los adornos y el buen cuidado de la limpieza.

— Mamá y papá adoran tener todo en orden, así que aquí si tengo que ser organizada. En fin, creo que no tienes mucho tiempo, así que te llevaré directo al premio.

— Pues vamos.

Al momento de entrar en la habitación de la bella joven, Lincoln se percató de que había una gran cantidad de premios en una estantería. Todos eran de competencias de arte que ella ganó, pero eran de años posteriores a los de la exhibición en Royal Woods. Si el premio no estaba allí, ¿Dónde lo había guardado Sid?

— ¿Y estos premios?

— Lincoln, creo que es hora de decirte porque no he olvidado tu rostro —señala los premios—. Estos trofeos los gané luego de la exhibición, y fue todo gracias a que me inspiré mucho de ti.

— ¿De mí? Pero yo dibujo naturaleza, no personas. Es más, soy pésimo con la anatomía humana.

— Antes de que mi abuela muriera, yo le prometí que ganaría mi primera competencia de dibujo. Pero entraste tú, y me venciste, al principio me sentí muy mal y hasta enojada, pues pensaba que solo eras un chico sobrevalorado —confesaba, buscando el premio de Lincoln—. Hasta que vi tu trabajo, y me di cuenta de que entre tú y yo existía una gran diferencia. No eran los trazos, ni el estilo, ni el lápiz, lo que hacía tu dibujo una obra de arte... Eras tú.

— ¿Yo?

— Desde que me mudé he estado bastante sola, y no hablo de amistades, me refiero a mi amor por el dibujo. Cada vez son más las personas que olvidan lo que es dibujar, y se aprovechan de eso para generar morbo, molestar a otros o hasta sexualizar cosas. ¿Ya sabes qué? Está bien, cada quien usa su lápiz como se le antoje, pero... ¿Qué pasó con lo que dijo Marc Chagall? "El arte debe ser una expresión de amor, no es nada".

— Creo que sé a que te refieres... —suspiró—. Los tiempos cambian y las personas ya no ven el arte como antes. Incluso los cuadros más famosos de la historia han quedado en el olvido por culpa de las nuevas tendencias y no digo que esté mal, pero no me parece justo olvidar el pasado.

— Mi abuela tenía un sueño que no pudo cumplir, y por eso yo quiero hacerlo realidad —decía con optimismo—. Quiero convertirme en una artista que inspire a las nuevas generaciones a usar su creatividad, a explorar, a superarse. Porque allí afuera son muchos los rechazados, los que tienen miedo de seguir sus pasiones porque otros les dicen que no llegarán a nada y serán perdedores, yo quiero ser una inspiración. Quiero demostrarles que con esfuerzo y optimismo tú puedes lograr todo lo que te propongas.

— Sid, lamento decirlo, pero no todos los sueños se hacen realidad...

— Lincoln... Si perdiera la esperanza, y me rindiera tan solo por un segundo, ¿Qué clase de futuro tendría?

Uno como el mío, definitivamente.

— Si fracaso, pues fracasaré y punto, no es el fin del mundo. Pero si tengo la mínima oportunidad de cambiar las cosas, de ser importante para las personas y ayudarlas a creer en si mismas cuando más lo necesiten, voy a estar ahí. Y si yo tanto he pensado en ti por 3 años, es porque eres tú quien protagonizó el dibujo que me hizo ganar mi primer premio.

— ¿Qué?

Sid destapó una cortina, revelando el primer dibujo que le llevó a tener un premio. Se trataba de una ilustración, por muy particular que sonara, de un joven dibujando. Pero, ese chico se veía tan contento, feliz y lleno de alegría, que Lincoln no podía creer que ese, alguna vez, fue él. Ni las fotos ni las memorias lo llevaban tanto al pasado como ahora, este dibujo, lo estaba haciendo.

¿Cómo terminó así? ¿Cómo pudo permitir que esa sonrisa se perdiera por una carga de culpa? Todos siempre le decían que debía continuar, y él era el único que se disparaba en el pie y se negaba a progresar. Ese día de la exhibición su vida cambió, y olvidó lo que era dibujar con emoción y para los demás. Ahora, el dibujo de esta chica lo estaba haciendo recordar esos días como lo que eran: su infancia.

Una infancia hermosa, llena de esperanza y que cualquiera moriría por tener. ¿Cuándo dejó de ser un niño? Probablemente, fue en el momento que se le olvidó que, así como una hoja se puede llenar, también se puede romper. Pero, incluso con el trozo más pequeño, aun se puede usar un lápiz. Lincoln ya había perdido el camino, ¿En serio iba a decirle a esta muchacha que se rindiera?

— Sid, realmente eres una buena persona.

— ¿Eh?

— En el poco tiempo que te he conocido, me has dejado una impresión que me recuerda mucho a mí. Hubo un tiempo en el que yo era así, muy alegre, pero me encapriché tanto con seguir mi sueño que olvidé a alguien, y ahora ya no está. Tú eres diferente, quieres dibujar por otros, no por ti. Por eso sé que, si vas a lograr un cambio, a diferencia de mí, que soy un depresivo aburrido.

— ¿Es por eso que tienes una expresión tan triste? ¿Sientes que alguien ya no está por tu culpa?

— Si tan solo supieras...

Ella le colocó el premio en las manos. Era una mano dorada sosteniendo un lápiz, muy bien conservada gracias a los constantes cuidados de Sid. Él estaba por rechazarlo al pensar que no estuvo para "ella" solo por ese estúpido premio y unos momentos de fama de dibujante.

Pero, ella lo evitó.

Fue como una escena de una película, por lo fantasiosa que era, ella lo estaba mirando a los ojos con gran insistencia, mientras él se preguntaba... ¿Por qué? ¿Por qué esta chica era tan buena con él? ¿Cómo podía un egoísta como él ser admirado por una joven tan maravillosa?

— Si alguna vez vuelves a sentir que no has hecho nada por nadie, o que no has logrado nada importante, recuerda... —sonríe—. Tú eres quien me inspiró a seguir dibujando, porque fue tu sonrisa la que me demostró que no importa cuanto te juzguen y cuanto quieran hacer que te des por vencido, debes seguir llenando la hoja hasta crear tu obra maestra.

Ese día, hace 3 años, perdí a alguien, y me sentí muy mal por eso. Creí que no volvería a amar, y que hacer lo que me gustaba solo me llevaba a un camino de egoísmo.

— Sid... V-Voy a estar una semana en esta ciudad.

— ¿En serio?

— ¿Sabes de la exhibición?

— Claro, voy a participar. ¡No me digas que tú...!

— Esto sonará loco, pero... ¿Te interesa ponernos un reto de artistas?

— ¿Un reto?

— ¿Sabes dibujar naturaleza?

— No, se me da un poco mal.

Y ahora, este día, 3 años después, en este momento que parece un sueño y veo tu sonrisa...

— ¿Qué tal si te enseño a hacerlo y tú me enseñas a dibujar personas? Yo participaré así, y tú con un nuevo estilo.

— ¡¿Hablas de aconsejarnos juntos?! —preguntó emocionada—. ¡CLARO QUE SÍ!

Yo no lo sabía aun, pero...

— Es una promesa de artistas, Lincoln Loud —extendió su mano.

— Sí, una promesa de artistas, Sid Chang —le dio la mano, estrechándola.

Ninguno de los dos lo sabía, pero ese era el inicio de una nueva vida. Creían que era solo una semana, y que nada iba a cambiar realmente, pero, como siempre, el destino funciona de formas misteriosas. Especialmente para aquellos que crean, experimentan, y usan un lápiz para seguir sus sueños.

Me enamoré de ti.

— Sid, dejaste la puerta abierta —mencionó una voz femenina.

— Lo siento, señora Casagrande, es que entramos apurados.

— E-Espera, ¿Señora...? —el tono de Lincoln se tornó preocupante.

— ¿Estás con un chico? ¡A VER PASA EL CHISME! —exclamó, intentando entrando a la casa—

— Casagrande... —susurró Lincoln—. De todos los lugares posibles en esta ciudad...

¿En serio Sid tenía que vivir en el mismo edificio que esta familia?

Los problemas para Lincoln apenas empezaban.

Continuará...

...

Hasta aquí llega este capítulo, el siguiente ya será más corto, pero en este me extendí porque era necesario contar bien como se conocieron los dos. Para que entiendan bien, la razón por la que ahora Lincoln le agarra algo de cariño a Sid, es porque lleva 3 pensando que realmente no ha servido de nada ser un dibujante, y es ella la primera persona que le dice que si ha servido de algo.

Aun no se ha enamorado, falta bastante para eso, ahora solo ve a Sid como un medio para escapar un poco de su tristeza.

Y bueno, me gustaría que opinen un poco de como va la historia y del nuevo estilo de dibujo que por dios, miren nomas esta diferencia.

Así se veía Sid antes, así se ve ahora:

Aunque creo que se le ve bien ese nuevo tipo de ojos xd

Ahora sí, nos vemos a la próxima.

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