𝒊. 𝒕𝒉𝒆 𝒉𝒆𝒓𝒐

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LA NOCHE ERA IGUAL DE FRÍA QUE LAS ANTERIORES, su cabeza no dejaba de darle vueltas con cada paso que daba. Miro la hora en el reloj de su celular, casi eran las doce y media y aún no llegaba a casa, aquella tarde su jefe le había pedido que se quedará una hora extra para cubrir a su compañera del siguiente turno, no le quedó más remedio que aceptar pues al final era un dinero extra. Levantó la vista del suelo, a tan sólo unos pocos metros se hallaba un contenedor de basura, rápidamente bebió las últimas gotas que quedaban en la caja de la leche con sabor a plátano y lo tiro en el cesto. Desde hacía dos años que logro conseguir un empleo en un pequeño local de veinticuatro horas, así que cada que se encargaba de tirar los productos que ya habían caducado, toma sin permiso los que tenían fechas más recientes y los escondía en su mochila.

El dinero que ganaba no era lo suficiente como para poder comprar demasiada comida, así que tomaba algunos productos ya vencidos para tener los suficientes alimentos como para no morirse de hambre, éstos eran desechados y a su jefe le importaba muy poco lo que sucedieran con éstos. Soltó un fuerte suspiro y se llevó una mano a su estómago, su última comida había sido hacia más de cinco horas y sólo fueron las porciones que daban las cocineras de la escuela a la hora del almuerzo. Deseaba con ansias poder llegar a casa y preparar un poco del ramen instantáneo que había comprado hace una semana, aquella fantástica idea causa que su estómago comenzará a gruñir, se estaba muriendo de hambre.

Unas carcajadas a sus espaldas llamaron su atención, rápidamente giro un poco su cabeza y notó a dos hombres a unos metros detrás de ella, aquello no le gustó mucho así que comenzó a caminar. Unos minutos habían pasado cuando el sonido de unos pasos se escucharon por detrás, así que rápidamente trato de mirar por sobre sus hombros —de una manera disimulada y discreta—, logrando notar a los dos hombres que había visto anteriormente, aquello encendió una alarma en su cabeza y aumento su andar. Dos risas se escucharon nuevamente pero trato de ignorarlo, no sabía en que momento dejo de caminar para empezar a correr, su corazón había comenzado a latir de manera desenfrenada y estaba completamente segura de que aquello no se debía sólo por estar corriendo.

A lo lejos alcanzo a notar un grupo de amigos en la parada de autobús y eso logro darle un poco de esperanza. Sus priernas eran cortas pero si se lo proponía podría llegar hasta aquella parada, unirse a esos chicos y esperar a que un bus llegará y poder subirse para ir a casa, no le importaba gastar más dinero de lo necesario, aquello era unas circunstancias mayores. Abrió un poco la boca para poder llamar la atención de esos chicos, pero sintió como alguien jalaba fuertemente de su mochila y comenzaban a arrastrarla hacia un callejón que se encontraba cerca, un fuerte grito abandono su boca con la esperanza de llamar la atención de alguien pero una mano la calló. Sintió como sus pies se despegaban del suelo y comenzaban a moverse desesperadamente por los aires, “Dios mío, por favor ayudame” fue lo primero que paso por su cabeza cuando cayó fuertemente contra el mojado pavimento, logrando empapar un poco su ropa.

—Pero que suerte la nuestra.—una voz masculina se escucho, está estaba llena de un tono de diversión. Eun-ji levantó la mirada y logró notar como uno de los hombre tenía entre sus manos su mochila, así que rápidamente trato de levantarse para quitársela pero fue en vano ya que el otro tipo la tomo por los hombres y la empujó, cayendo nuevamente sobre aquel charco. Un quejido salió de sus labios cuando sintió un fuerte ardor en su mano—.Veamos que es lo que hemos conseguido el día de hoy.—dijo mientras que abría su mochila, el ruido de sus cosas cayendo hizo que su corazón se detuviera. Las cajas de leche que se había llevado de su trabajo ahora estaban en el suelo, el hombre río y con todas sus fuerzas aplasto algunas de ellas, el más joven de los dos tome su celular y lo guardo en el bolsillo de su chamarra.

Su corazón había comenzado a temblar, sus ojos picaban y su vista se había nublado por el llanto que deseaba salir. No iba pelear por su celular, verdaderamente no tenía nada importante en él, en la escuela no tenía amigos los cuales tener registrados. Sintió como algo golpeaba fuertemente contra su rostro y unas gotas resbalaban por sus mejillas, alguno de esos dos hombres le había lanzado una de las cajas de leche pero simplemente decidió no hacer nada, no le importaba si se llevaban su celular, ellos eran dos hombres adultos contra una jovencita que no media más de un metro con cincuenta y cinco, tenía todas las de perder pues la sobrepasan en número y fuerza. En su punto de vista, un celular no valió una fuerte paliza o incluso algo mucho peor.

—¿Y esto que es?—por primera vez se escucho la voz del otro hombre, el más joven. Curiosa, levantó levemente su mirada y vió que esté levantaba la bolsa negra que estaba tirada en el suelo, su compañero se la arrebato rápidamente y la abrió, dejando a la vista un par de billetes—.Mira nada más.—dijo con alegría y una estúpida sonrisa en su rostro. Aquel dinero era su paga, lo necesitaba ya que pronto debía de darle al señor Han el dinero de la renta, la poca despensa que tenía ya se estaba acabando y además algunos de sus útiles escolares ya estaba por terminarse. Sus ojos se abrieron como platón y se quedó sin aliento por unos segundos, no podía dejar que se llevarán aquello, había trabajado hasta el cansancio para conseguirlo.

—¡Por favor, no!—rápidamente se levantó como pudo, corrió hasta el mayor y con todas sus fuerzas trato de quitarle aquella bolsa. Unas pequeñas gotas de sangre resbalaban de su mano, seguramente al momento en que cayó al suelo una de esas dos veces, su mano termino cortándose con alguna piedra.—¡Por favor señor, se lo ruego, no se lo lleve, es lo único que tengo!—suplicó con desesperación, necesitaba ese dinero, no sabía que haría si aquellos tipos se lo robaran. Sintió como el más joven la tomaba del brazo con demasiada brusquedad y la alejaba del mayor hasta dejarla en el fondo del sucio y oscuro callejón, la muchacha comenzó a llorar y suplicar con desesperación mientras veía todo.

—¡Cállate de una puta vez maldita perra!—entonces un fuerte golpe se dejó caer en su rostro, aquello logro que perdiera el equilibrio y terminará cayendo por tercera vez. Un sabor metálico entro hasta su boca, con las manos temblorosas tocó su labio inferior, incluso aún con la poca luz de la luna que iluminaba aquella noche y que sus lágrimas le nublaban la visión, pudo notar esas manchas de sangre sobre sus dedos. Sin siquiera esperarlo, un fuerte golpe azotó contra su estómago, aquello le saco por completo el aire y sin poder recuperarse aún, otros golpes más siguieron torturandola. Lo único que podía hacer era cubrir su cara y soltar fuertes gritos de dolor, pidiendo que por favor se detuviera pero el joven no lo hizo. A lo lejos se podía escuchar las fuertes carcajadas del otro hombre, quién miraba la escena con gran deleite.

—Deberíamos enseñarle una buena lección a esta perra.—ante aquellas palabras el chico dejo de golpearla y Eun-ji sintió terror de lo podría llegar a sucederle. Las lágrimas no dejaban de caer mientras escuchaba las carcajadas de aquellos hombres, su cuerpo había comenzado temblar, no sabía si era por lo débil que se sentía ante aquella paliza, si tal vez era por el frío que sentía gracias a su ropa mojada por el agua sucia en la que había caído hacia unos minutos o si era por el miedo que sentía en aquellos momentos, tal vez era debido a esas tres razones. Lo único que podía hacer en esos momentos era llorar con desesperación y rogarle a Dios que la salvará, no le importaba quién o el cómo sino que simplemente la salvará de aquel destino, había sufrido bastante los últimos años así que esperaba que se apiadara de ella.

El sonido de unos pasos acercándose hizo que su corazón se detuviera por unos segundos, trató de levantarse pero su cuerpo dolía gracias a los golpes, los pasos se escuchaban cada vez más cerca y lo único que ella quería en ese momento era correr, estaba aterrada pero entonces un silencio azotó el lugar por unos segundos. Entonces un fuerte ruido se escuchó, se oyó como si un cuerpo hubiera caído y sido empujado contra algo metálico, no podía ver gracias a que aún mantenía sus ojos cubiertos pero escucho como el chico a unos metros de ella soltaba una maldición y se alejaba corriendo para segundos después oírse otro quejido. Sin poder evitarlo, quitó sus manos temblorosas de la cara y trato de mirar lo que estaba ocurriendo, un gemido de sorpresa y miedo salió de su boca.

La escena la dejo en shock, el hombre más grande estaba tirado en el piso con el labio roto y la nariz sangrando mientras que el más joven —que tenía la mejilla izquierda herida— peleaba con toda sus fuerzas contra un chico alto de complexión delgada y de cabello negro. Sin poder creerlo Eun-ji pudo reconocer rápidamente al muchacho que era el héroe que la había salvado. Yoon Gwi-nam, un chico que iba en su misma clase desde hacía dos años y quién era conocido por ser uno matón que intimidaba a los demás alumnos en la escuela de Hyosan, su boca y ojos se abrieron por completo. El muchacho hacia todo por tratar de derribar a Gwi-nam, pero esté no solo era más alto que él sino que también era mucho más joven y por lo tanto, más hábil, además de que gran parte de esto se podía deber gracias a las situaciones en las que se solía meter.

Eun-ji vio como Gwi-nam tiraba de un golpe al hombre hasta el suelo y si siquiera darle tiempo a esté de recuperarse, comenzó a golpearlo de la misma manera en la que él lo había hecho con ella. En ese momento quería levantarse y huir muy lejos, tal vez aquello no era lo ideal dado que terminaría viéndose como una malagradecida por dejar solo a Gwi-nam cuando esté la había salvado así que simplemente se decidió que tal vez lo mejor ahora sería primero detenerlo antes de que esté terminé lastimando de gravedad al hombre, pero en el momento en el que trato de levantarse termino cayendo nuevamente contra el suelo, ante esto Eun-ji soltó un gemido de dolor, su cuerpo dolía gracias a la paliza.

Gwi-nam logró oírla y rápidamente se detuvo para mirar a la chica, alcanzando a ver cómo está hacía un gesto de dolor y trataba de retomar un poco de aire. Despegó la mirada de ella y se agachó hasta el hombre más joven, quién se contrajo en su lugar y soltó en chillido de terror, con miedo a que esté le hiciera algo más, ante su reacción, Gwi-nam sonrió satisfecho pero entonces metió la mano en el bolsillo del hombre y saco aquel celular de funda roja con corazones dorados que le pertenecía a la chica. Se alejo de él y camino unos pasos hacía el hombre más viejo, quién aún seguía tirado en el suelo, tomo la bolsa negra y jalo de ella pero el hombre no la soltó, Gwi-nam soltó un suspiro lleno de cansancio y rápidamente levantó su mano cerrada en un puño, a lo que el hombre tirado en el suelo rápidamente soltó la bolsa y se cubrió la cara.

—Malditos idiotas.—susurro para que sólo ellos pudieran oírlo, se levantó y comenzó a caminar hacia donde se encontraba la chica que hacía hasta lo imposible para detener su llanto, su cuerpo estaba temblando y sus mejillas rojas y empapadas, tal vez por las lágrimas o por el charco de agua en el que había sido tirada al ser arrastrada hacía ese callejón. Al estar frente a ella, Gwi-nam flexiono una de sus rodillas hasta quedar a la misma estatura en la que se encontraba Eun-ji, ella levantó levemente su cabeza y lo miro sin entender nada—¿Estás bien?—pregunto, con su voz sonando tan dulce, como si no acabará de darle una paliza a un par de hombres, Eun-ji pudo llegar a notar como está estaba llena de preocupación y angustia, la chica no supo que decir en eso momentos, lo único que pudo hacer fue quedarse con la boca abierta en forma de “o” y mirar atentamente al chico frente a ella.

—Y-yo...—incluso cuando lo intentaba, las palabras se quedaban atoradas en su garganta, verdaderamente no sabía que decir así que lo único a lo que se dedico fue a repasar cada detalle del chico frente a él. Muchas veces lo había visto pues ambos eran compañeros de clase, siempre se dedicaba a observarlo de lejos y tratar de mantener su distancia con él ya que Gwi-nam era cercano a los matones que la molestaban y por lo tanto, él también era uno de ellos. Muchas veces lo había visto molestar a una de sus compañeras que estaba a unos asientos delante de ella y no solamente a ella sino a muchos otros estudiantes.

—Oye, pregunté si estás bien.—nuevamente no supo que decir, ¿Estaba bien? Verdaderamente no lo sabía, las lágrimas aún seguían resbalando de sus mejillas y su cuerpo no sólo temblaba de frío sino también de miedo, suponía que ya no podían lastimarla pero aún seguía paralizada por todo lo sucedido. Gwi-nam soltó un fuerte suspiro de agotamiento. Sin jamás imaginárselo, Eun-ji vió como el chico se comenzaba a quitar su chamarra y la colocaba sobre ella con movimientos suaves, sabía que debía de tener cuidado para que la chica no se asustara pero aún así logró notar como está se sobresaltaba. Con movimientos lentos, dirijo su mano hacia una de sus mejillas y con su dedo pulgar comenzó a dar leves caricias a está, limpiando alguna de las lágrimas que seguían cayendon.—Tranquila Eun-ji, ya no tienes nada que temer, yo estoy aquí.

A lo lejos se escucharon unos quejitos y maldiciones, por un momento despegó la vista de esos ojos marrones que la miraban con preocupación y noto como sus dos agresores salían corriendo sin mirar atrás y tomarse el tiempo de robar algo más. Nuevamente volvió a dirigir su mirada hacia el chico frente a ella, el leve brillo que reflejaba la luna podía permitirle ver perfectamente sus facciones, demonios, nunca se había tomado el tiempo de ver de manera detenida el rostro de Gwi-nam. Sabía perfectamente que no debía pero no pudo evitar confiar en aquellas palabras, su corazón no dejaba de latir mientras que algo comenzaba a surgir dentro de ella pero simplemente se negó a mirarlos.

—Vamonos salgamos de aquí.—sin esperar alguna respuesta, Gwi-nam tomo de una manera suave el brazo de a Eun-ji y tiro de él para poder levantarla, ella tuvo que morder el Interior de su mejilla izquierda para evitar soltar un gemido por el dolor que sintió en su abdomen. El más alto acomodo un poco la chamarra y sin importarle mucho acarició levemente su cabello mojado, se giro y comenzó a caminar a pasó lento, siendo seguido por Eun-ji, quien mantenía una distancia de dos paso atrás. Gwi-nam se detuvo antes de llegar a la entrada del callejón, se agachó y comenzó a recoger las cosas que los dos hombres habían tirado, agarro su mochila y la sacudió un poco para tratar de limpiarla, acto seguido empezó a meter cada una de sus pertenencias e incluso metió su celular y la bolsa con su paga. Al terminar, giro un poco su cuerpo y miro a la chica detrás de él. Ella se mantenía unos pasos atrás cuando vio como esté se ganchaba la mochila sobre sus hombros mientras una sincera sonrisa se dibujaba en su rostro—¿Nos vamos?

Eun-ji trago duro, no sabía que estaba pasando y lo sucedido hacia unos minutos aún la tenía en estado de shock, pero de algo estaba segura, no debía de confiar en Yoon Gwi-nam, no sabía cuáles eran las intenciones que esté tenía para ella y verdaderamente se odiaba por sentirse segura al lado de aquel chico. Soltó un suspiro, sabía que no debía pero aquella mirada en sus ojos, esa que reflejaba sinceridad y preocupación hizo que sin darse cuenta, moviera su cabeza como leve asentamiento. Gwi-nam dió unos pasos hacia su dirección y entrelazó su mano con la suya, no sabía porqué pero tan sólo esa noche, se sentía segura y por primera vez después de mucho tiempo se permitió volver a confiar en alguien.


©𝗯𝘂𝘅𝘆𝗹𝗼𝘃𝗲𝗹𝘆

𝚙𝚞𝚋𝚕𝚒𝚌𝚊𝚍𝚊:
3O/O1/23

▎❛𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑𝐀❜ ▎
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Esperó y les haya gustado esté primer capítulo, decidí hacerlo algo corto como un pequeño adelanto aunque los siguientes posiblemente sean más largos. Quiero aclarar que los primeros capítulos suceden antes de los acontecimientos de All Of Us Are Dead, aún así espero y les guste. Quiero aclarar que soy muy mala escribiendo este tipo de escenas así disculpas de antemano.

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