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19 y 20 años

Finales de año, la nieve había caído en todo el país y las personas ya habían comenzado a ir como locas a todos los locales para comprar adornos navideños, regalos para toda la familia, estrenos par las fiestas y comida para la gran cena.

Los años seguían pasando tan rápido como un parpadeo y cuando menos se dieron cuenta Hyunjin ya iba por su cuarto año de universidad aunque iba atrasado en uno al haber dejado un par de materias los últimos ciclos. Muchas cosas habían vuelto a cambiar.

Su relación seguía fuerte, aún eran pareja y ambos parecían felices estando con el otro, ya tenían sus respectivas dinámicas y podría decirse que se conocían tan bien como la palma de sus manos siendo el mundo del otro. Hyunjin ahora era más maduro, sus hormonas adolescentes habían dejado de afectarle hacía un buen tiempo y poco a poco se iba convirtiendo en un adulto joven aunque a veces siguiera siendo un simple niño.

Minho por otro lado no podría seguir igual.

— Fumas un cigarrillo más y te juro que te tiraré al estanque con los patos —le advirtió el ahora castaño claro sin levantar la vista de su tabla donde tenía pegada su tarea de anatomía.

— Bah eres un aguafiestas, solo me he fumado 3 —replicó el peligris arrecostado entre las piernas del más alto con la cabeza apoyada en su estómago.

— 3 en la última hora y media, no me jodas Minho —le dio un ligero golpe en la frente con su lápiz— Además me queda el olor en la ropa y en los trabajos.

— Me respetabas más cuando yo era el mayor y no tú —se quejó sacando un puchero involuntario.

— Eso es mentira, nunca te he respetado —se burló depositando un pequeño beso en la cabeza del chico— Hyung.

Minho chistó haciendo sonar su lengua en forma de reproche, desde que Hyunjin cumplió 19 años éste comenzó a tratarlo como un igual y aquel honorífico había quedado cada vez más desplazado aunque en realidad siguiera siendo el "hyung" de los dos. A veces lo sentía un poco extraño, en su cabeza Hyunjin aún seguía siendo aquel niño solitario de la caseta que conoció años atrás pero luego caía en la realidad teniendo al frente suyo a un chico más grande con facciones más definidas, incluso con un estilo de vestimemta diferente ahora sintiéndose más seguro de ir por el mundo siendo él mismo.

A veces se veía a sí mismo contemplandolo más de lo habital, aprovechando los momentos en los que el pelinegro estaba tan concentrado dibujando o pintando o simplemente descansando como para darse cuenta de su mirada posada en él. Se encontraba entonces analizando cuánto había cambiado el muchacho siendo antes un niño tímido y demasiado solitario, miedoso de ser quien realmente era aunque ni siquiera se conocía pero lo veía tan seguro, llegaba siempre a contarle todo lo que hacía con sus nuevas amistades demostrando lo social que ahora era pero nunca perdiendo su gusto al silencio y a tener sus momentos a solas consigo mismo.

Su Hyunjin realmente había madurado mucho.

Y mientras volvía a sumergirse en ese mar de pensamientos no pudo evitar ponerse...un poco sentimental. A lo largo de toda su vida en la tierra había conocido a mucha gente, personas de todo tipo que provevían de todas partes con miles de personalidades diferentes y miles de historias siguiéndoles el paso, algunas fueron buenas y otras no mucho, pero tenía la certeza que de que en sus 82 años de existencia no había conocido nunca a nadie como Hwang Hyunjin.

Aún a pesar de los años de conocerse y de compartir corazones seguía sin entender muy bien qué lo hacía especial, tan diferente al resto de seres humanos que veía a diario y que conoció alguna vez.

Veía aquellos ojos y encontraba algo que no sabía descifrar, como si compartieran un secreto no dicho y menos conocido entre miradas de dos seres completamente diferentes aunque a veces sentía que ambos pertenecían a dos diferentes mundos y quizás era así.

Cuando el pelinegro llegaba a contarle sus anécdotas con sus amigos, sus salidas a divertirse y ser el adulto joven que era, sus historias con su familia, a Minho le encantaba oírlo hablar y hablar por horas de su vida, él podía vivir a través de Hyunjin sintiendo cada momento, cada sentimiento, cada goce. Pero al mismo tiempo esas mismas pláticas eran las que le hacían darse cuenta que ambos no eran iguales, que realmente no vivían en el mismo mundo.

— ¿En qué tanto piensa señor? —una voz divertida lo sacó de su cabeza— Está muy distraído hoy en día —Hyunjin dejó sus pinceles de lado, metidos en un recipiente de vidrio con agua, para luego comenzar a acariciar con sus manos manchadas con toques de pintura el cabello gris del chico acostado en su estómago. Le miraba con ojos inundados en cariño, casi podía sentir la caricia de sus pupilas en su piel eriza— ¿Qué pasa por esa extraña cabecita tuya? —dijo en un susurro, como si el mundo entero no pudiese enterarse de su conversación.

— Pensaba en ti —habló sonriendo, dejándose mimar— Eres realmente en lo único que pienso, siempre.

Hyunjin barrió su mirada por todo el rostro ajeno, pasando desde su cabello ya un poco desteñido hasta las cejas notoriamemte descuidadas pero naturalmente bonitas, luego las largas y marrones pestañas que siempre adornaban aquellos ojos cargados con mil saberes, su nariz alta y perfecta hasta sus labios finos y llamativos. Minho sin duda era un chico realmente hermoso.

— No hagas promesas que no puedas cumplir, Minho —pronunció para luego dejar un beso en su frente que duró un par de segundos.

Minho sabía, vaya que sabía, que las promesas eran tan frágiles como la escarcha y a la más mínima preción podía romperse con facilidad. Pero ahí estaba, en los brazos de su amante en el jardín que lo posee esperando por un momento, deseándo con todas sus fuerzas e imaginando por un segundo, que Hyunjin y él podían vivir en el mismo mundo.

19 y 22 años


Pero entonces la eternidad, así como las promesas, al final terminan durando un segundo.

Ese día estaba lloviendo otra vez, la temporada de lluvia había comenzado semanas atrás y la ciudad entera parecía inundarse como estanque, ¿o eran ellos los que se inundaban?

Hyunjin estaba sentado en caseta como era de costumbre, veía la lluvia caer como cataratas del cielo haciendo un ruido ensordesedor, pero aún con todo el ruido que el mundo estaba haciendo en ese momento aún podía escuchar sus pensamientos tocando la puerta de su cabeza. Si la lluvia era la catarata su mente era el diluvio.

Más su estadía ahí era por la misma razón de todos esos años sin embargo se encontraba solo esta vez, esperando. Había pasado mucho tiempo desde que no la pasaba solo en el jardín, como aquel él adolescente que se llegaba a refugiar ahí en busca de algo que no sabía estaba buscando en realidad y que quizás lo encontró aquel día lluvioso a sus 15 años...pero que parecía estar perdiendo en esos momentos.

Su relación parecía ya un jardín descuidado, con la grama alta crecida hasta el pecho, las flores marchitándose y las enredaderas desprolijas por todas partes. Se habían descuidado o al menos eso era lo que quería creer.

Últimamente sentía que Minho era un poco más distante con él, quizás más evitativo o quizás solo era él que asumía cosas pero no podía evitar sentir esa sensación como si todo estuviera a punto de desmoronarse en cualquier momento. Tenía ese extraño pesentimiento que solo se agrandaba cada vez más.

Miró la hora en la pantalla de su celular que tenía de fondo su obra favorita de Van Gogh indicando que eran a penas las 9 de la mañana y que muy probablemente su visita no llegaría a su encuentro ese día.

Suspiró, se le estaba acabando la paciencia y el corazón como para seguir soportando todo eso. No sabía si era él el problema, si Minho era el problema o eran ellos o en realidad estaba tratando de ignorar con todas sus fuerzas el verdadero problema detrás de todo lo demás. Sabía, desde que aceptó seguir con la relación, que estaba arriesgándose a un futuro muy incierto (aún más del acostumbrado) y solo era cuestión de tiempo para que todo se cayera en picada.

Ya no funcionaban, ya no estaban en la misma sintonía, ya no bailaban al mismo tono ni se comprendían lo suficiente. Uno porque tenía muchas inseguridades, estaba creciendo y cambiaba constantemente y otro porque no cambiaba nada siguiendo una monotonía de por vida.

I'd tell you, "I thought I loved you too" I just didn't have the words to say —comenzó a cantar en voz baja siendo la lluvia su acompañamiento— I'd put the piece in your backyard in hopes to be enough for you to stay.

El viento sopló violento moviendo todas las copas de los árboles y haciendo un ruido temerario pero Hyunjin siguió cantando para sí mismo. En un momento cerró los ojos y se mecía a si mismo reproduciendo la canción en su mente, no fue hasta que escuchó unos pasos en medio de la tormenta entrar a la caseta deteniéndose en frente de él.

No fue necesario abrir los ojos para saber quien era y aún así lo hizo.

Frente suyo estaba el pelgris completamemte empapado de pies a cabeza como la primera vez que se conocieron, sus ropas chorreaban y su piel parecía estar incluso más pálida de lo que ya era, su rostro era serio sin ninguna expresión que le indicase nada al pelinegro. Por su parte no bajó la mirada, en realidad se la sostenía sin miedo ni pena a la espectativa de qué podría ocurrir en ese momento aunque de alguna forma sabía lo que se venía.

— Dejemoslo, Hyunjin —soltó sin un atizbo de emoción con su voz un poco fuerte para que fuese escuchado.

Hyunjin parpadeó paulatinamente, con paciencia, mirando el rostro del chico. Ya tenía más largo el pelo y se notaba que necesitaba un retoque a su tinte o quizás era hora de comenzar a usar otro tono, quizás un castaño claro le quedaría bien. Después de analizar el rostro frente suyo su mirada viajó haata el jardín tormentoso detrás del chico, estaba seguro que se vería como un desastre después.

— Dijeron que va a llover así todo el mes, parece que el cielo se está cayendo —comentó viendo hojas volar por los aires.

— Dejamoslo, Hyunjin —repitió en respuesta.

— Me pregunto si aquella ardilla que vimos hace un par de días estará bien —torció la boca con el recuerdo del animalito— No debe ser fácil para los animales estos días.

— Hyunjin —le llamó entonces, con un tono esta vez más autoritario y fuerte— Dejemoslo.

Y nuevamente le volteó a ver esta vez analizando toda la anatomía del chico, parecía que estaba tiritando del frío y con mucha razón, a penas tenía una camisa a botones de manga corta negra, pantalones igualmente negros y un suéter que se notaba no muy abrigador. Volvió a suspirar entonces negando en desaprobación mientras se levantaba de su asiento y se acercaba al chico. Ahora era más alto que él, quizás llevándole 8 centímetros o 10 teniendo entonces que ver para abajo cuando lo tuvo frente.

— Pero mira como estás —le comenzó a regañar— Pueda que seas inmortal pero aún así te agarran resfriados fuertes por estar bajo la lluvia —se quitó entonces su abrigo largo colocándolo en los hombros ajenos— Debes estar congelándote.

—Minho entonces le tomó rápidamente del brazo parando todo movimiento del chico— Hyunjin —insistió pero no pudo seguir hablando.

— Lo sé —se apresuró a decir, safándose del agarre para seguir con su tarea de abrigar al más bajo— Dejemoslo —repitió él— Pero solo quiero saber un par de cosas —tomó el cuello de su agrigo areglándolo para asegurarse de que no se le cayera— ¿Por qué?

—Minho aplastó sus labios frunciéndolos— Tu sabes porqué.

—negó— Quiero escucharlo de ti.

— Hyunjin, desde un inicio sabíamos que no iba a funcionar.

—volvió a negar— Quiero escuchar bien porqué. No ambiguedades Minho, la verdad.

Minho apartó la cara exhalando en frustración y alejándose del chico con un paso atrás. Llevó una mano a su cabello mojado que llevó hasta atrás como intentando aclarar su cabeza y todo lo demás.

— Tu vas creciendo, vas envejeciendo y con el paso del tiempo vas cambiando de alguna forma —comenzó su monólogo— Yo, en cambio, estoy atrapado aquí por la eternidad o más tiempo del que tú estarás. Yo sigo y seguiré igual Hyunjin, estoy maldito por alguna razón que desconozco completamente y estoy condenado a ver pasar los días y a la humanidad avanzando mientras yo me quedo atrás —comenzó a caminar de un lado a otro tratando de explicarse— No soy una apuesta segura y tú lo sabías, lo sabes. Te lo dije, no le pertenezco a nadie más que a este maldito jardín que me condenó. No hay futuro conmigo.

Hyunjin frunció las cejas con sus manos en la cadera y una expresión insatisfecha.

— Aún así no veo porqué dejarlo ahora, ¿por qué ahora Minho?

— Es mejor así, vas creciendo y no creo que vean bien que un chico de 22 ande por ahí con otro de 19.

— ¿Vean quienes?, ¿la gente? —chistó su lengua con su ceño aún más fruncido que antes— Las personas pueden irse muy al carajo, a ellos no les incumbe y ellos no saben nada. ¿Por qué de la nada te importa lo que dirán?

— No me estás entendiendo —habló más fuerte notoriamemte frustrado— No lo entiendes, Hyunjin.

— Entonces explícamelo —insistió también levantando más su voz.

— Es lo que estoy intentando hacer pero no entiendes maldita sea.

— Vuelve a explicarlo entonces, busca otras palabras o trata de ser más sincero. Sé que hay algo más ahí pero no lo quieres decir, escúpelo de una vez.

— ¡Estoy cansado maldita sea! —explotó dejando casi su garganta en ese grito— ¡Estoy terriblememte cansado de ver a las personas que quiero morir!, ¡de verlas envejecer e irse dañando de a poco como máquinas que se oxidan! —pequeñas lágrimas salieron entonces de sus pupilas— ¡¿Y yo qué?!, ¡solo me quedo atrás viéndolos partir y joder duele como el maldito infierno! —llevó una mano a su rostro frotando su frente— Estoy cansado. Desde hacía mucho me había hecho la idea de que me tocaría estar solo en este mundo pero entonces- entonces tú llegaste y no pude...no pude evitarte por más que quise, joder, realmente quise evitarte pero algo en mí me hacía volver a ti cada maldito día —sollozó mirando con ojos rojos al pelinegro— Es jodido, es completamente jodido.

Hyunjin se había quedado estático en su lugar escuchando cada palabra dicha, totalmente anonadado sin saber qué hacer o si quiera qué pensar. Todos esos años sabía que no debieron haber sido fáciles para el peligris pero realmente nunca se había parado a pensar en...lo solo que debía sentirae y todo el peso de esos años que le aplastaban la espalda.

Verlo ahí, por primera vez tan frágil y vulnerable simplemente le rompió el corazón en miles de pedazos y le hizo darse cuenta de lo poco considerado que había sido todo ese tiempo.

Se acercó los pasos que los separaban y con cuidado rodeó el cuerpo ajeno con sus brazos apretándolo tanto como podía, queriendo quizás reunir los pedazos rotos que habían quedado esparcidos en toda la caseta.

— Lo siento tanto —dijo en un susurro.

Minho lloró en sus brazos por varios minutos, tanto que la lluvia se apaciguó y solo se quedó la calma después de la tormenta estando entonces todo el jardín en silencio pero ellos no se separaron. Minho se permitió llorar todo lo que no había llorado o todo lo que había ocultado durante tanto tiempo, se permitió derramarse a sí mismo en Hyunjin.

Después de un tiempo que los sollozos pararon se separó despacio.

— Hay una última cosa que quiero saber —interrumpió el silencio el pelinegro— ¿Me amas, Minho?, ¿realmente me quieres?

— Hyunjin —le llamó y éste solo hizo un sonido con su garganta para que supiera que le estaba prestando atención— Te amo.

Y se acercó dejando un beso en sus labios profundo y húmedo por sus lágrimas aún no secas. Se besaron fuertemente, moviendo sus labios a un ritmo un poco rápido y se dejaron sin aliento hasta que ya no pudieron respirar y se tuvieron que separar.

Se quedaron viéndose a los ojos en silencio intentando recobrar el aliento perdido.

— Pero te tengo que dejar ir. Lo lamento pero no creo poder soportar una pérdida más de lo que ya te estoy perdiendo —apretó los labios y tragó saliva intentando no volver a llorar— Tienes que vivir mi amor y para eso debo dejarte ir.

Levantó una mano hasta tocar con sus fríos dedos la mejilla contraria que ahora también estaba llena de lágrimas silenciosas. Acarició la mejilla con todo el cariño que le tenía intentando trasmitirlo en su toque.

— Tú no puedes decidir por mí cómo vivir mi vida —le dijo el pelinegro terco.

— No puedo —aseguró— Pero ya lo decidí.

Se alejó entonces caminando hasta la entrada de la caseta, Hyunjin reaccionó un poco tarde e intentó alcanzarlo tratando de tomarlo de las ropas peros olo consiguió quitarle su propio abrigo antes de que este saliera.

—Minho se detuvo en medio del cendero de piedras y le volteó a ver— Vive feliz Jin, vive todas las aventuras del mundo por mí y yo viviré a través de ti —le sonrió con ojos llorosos— Es lo único que te pido —relamió sus labios y volvió a sonreír— Y cuando sientas que todo se derrumba puedes volver aquí. Siempre tendremos este jardín, siempre estaré aquí.

Y sin decir nada más, con esa sonrisa dolorosa en su rostro y el sol saliendo por entre las nubes Minho se despidió caminando lejos de él y aunque Hyunjin no pudo detenerlo, porque sus pies simplemente no le respondían, tuvo la certeza de que probablemente no sería la última vez que lo viera.

De todos modos, Minho nunca cambiaba.



Y final.

Espero les haya gustado, no quedé tan satisfecha con el final pero creo que esta descente. Quizás más adelante lo corrija o algo o quizás haga un extra después. Lo pensaré.

Repito, espero a ustedes les haya gustado y agradezco me hayan acompañado en esta historia. La idea me vino cuando vi un video resumiendo una película anime de un adolescente que hace zapatos que se enamora de su profesora, no recuerdo el nombre pero me inspiró de alguna manera.

Y bueno eso sería todo.

Sin nada más que decir, nos vemos en la próxima historia 🦋.

©_prayBluesoul_

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