10. Nena maldición

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"No ves que me estoy muriendo

Por que un ratito me regales tu atención"

Diego

Las escenas más detalladas de sexo.

Se me cayó la mitad del vaso de agua encima, me mojé yo y parte de la cama donde estaba Nicol.

¿Pero qué...? ¿Leí bien?

—¡Diego! —Nicol saltó de la cama, y su cara se torció en una mueca— ¿qué te pasó?

Aún tenía el correo abierto, y la boca abierta. Atiné a bloquear el celular cuando nicol se dio cuenta de que allí se encontraba la razón de porqué había botado el agua. Frunció el ceño cuando lo hice, eso no se iba a quedar así para ella, pero no podía mostrarle lo que estaba viendo. ¿Cómo le iba a contar que ahora yo sabía que Laura leía novelas eróticas?

Tragué saliva.

¿Por qué Laura envió eso?

Luego de la impresión inicial, me dieron ganas de reír, pero me contuve al ver la expresión de Nicol.

—Nada, preciosa —balbucee, nervioso. La palabra sexo seguía rebotando en mi cerebro. Yo solo esperaba una respuesta inocente, en vez de eso, me llegó una confesión que la verdad no quería saber. No era de mi interés. Me peiné el cabello hacia atrás con la yema de los dedos, un poco acalorado.

—Parece que hubieses visto un fantasma. Algo viste en tu celular —dijo, entrecerrando los ojos, y acercándose a mí sospechosamente. Levantó una ceja—: ¿Qué fue? Muéstrame.

Piensa, piensa.

¿Se han dado cuenta que mientras más uno se dice eso, la mente se pone más en blanco?

Se me ocurrió algo que había pasado más temprano ese día, y procuré cambiar mi expresión a una más relajada. Carraspee y dejé el teléfono en la mesita de noche.

—Vanessa me contó que le envió una foto a Laura. De ella y Justin —comenté, con un grado de preocupación.

—Si, ya comentamos eso. —Nicol se llevó las manos a las caderas, y me lazó una mirada sospechosa. A ella no se le iba nada. No me estaba resultando.

—Es que ahora me enteré que le escribió algo bastante cruel —continué. Eso si que no lo habíamos hablado. Junto antes de leer el correo de Michelle, Vanessa me había mandado un pantallazo del mensaje que le envío a Laura.

—Bueno, Laura se lo buscó. ¿Cómo hace esa caricatura de Justin? Ya cinco chicas me han preguntado si es verdad lo de los cinco centímetros —bufó, enojada. Tomó aire y continuó—: no sé como podrían pensar eso. Me parece absurdo.

La quedé mirando un poco confundido.

—¿Y por qué te preguntan a ti?

Nicol arrugó el entrecejo.

—¡Ay! Diego, no sé. —Se llevó una mano a la cabeza, y se comenzó a desenredar el cabello.

—Nicol...

Su cara se transformó, y bajó la mirada.

—Ok, pero no te vayas a enojar. —No dije nada esperando su respuesta. Se produjo un silencio incómodo hasta que ella suspiró profundamente, y rápido dijo—: Yo estuve con Justin antes de que tú llegaras a la escuela. Pero entre nosotros no pasó nada...nada. —Puso énfasis en lo último, sin embargo, igual quedé con la duda de a qué se refería exactamente con eso.

No me preocupaba que hubiesen estado juntos, sino el hecho de que recién me venía enterando. Tampoco me consideraba alguien celoso, pero de pronto todas las veces que la tuve que ir a buscar a casa de Justin, o que me dijo que estaba allá...aparecieron rebotando en mi mente. Además, Justin me desagradaba.

—¿Y por qué no me habías dicho que estuviste con él?

Rodó lo ojos, y bufó.

—¿Y qué importa? Fue hace tiempo. —Se lanzó de nuevo a la cama, y comenzó a darme besos en la cara. Y lo único que se me vino a la mente era ella y Justin.

Justin no era mi amigo, sin embargo, pertenecía al mismo grupo que se armaba para ir a fiestas, barbacoas o ver deportes. Él era el más lejano para mí, y es que siempre lo encontré tóxico, de esos tipos que hablan mal de las chicas, o que le muestra a todos sus amigos —y no amigos—, las fotos con poca o sin ropa que algunas le enviaban. Lo soportaba porque era parte del grupo, y porque tenía que jugar fútbol con él, pero Justin es de esas personas que te provocan un rechazo cuando lo conoces, y lo quieres lo más lejos de tu existencia posible.

Aunque al parecer era el único que veía lo desagradable que él era.

Y mi desprecio hacia él se reafirmó cuando comenzó a andar con una chica que se veía extremadamente inocente, Laura. Empezó con ella porque según él, iba a hacer que perdiera la virginidad en menos de dos meses, después lo intentó con otros dos, y al parecer no lo logró.

Laura era más recatada de lo que esperaba él. Algo me decía que de todas formas había quedado prendado de ella, pero que como Laura no era parte de nuestro mundo, él huyó antes de estar más involucrado. Así que la engañó con Vanessa que siempre lo siguió. Actuaba cobardemente, y se reía de todas las personas que no eran de su mismo estatus social. Sinceramente, no sé cómo Laura nunca se dio cuenta de lo apestoso que era Justin. O él fue un excelente actor o ella era demasiado inocente.

A pesar de que llevaba más de un año en clases con Laura, casi que solo supe de su existencia cuando se puso a andar con Justin. Me pareció que tenía una belleza algo exótica marcada por sus rasgos latinos, con un aire angelical. Nunca me di el tiempo de conocerla, porque en el único lugar donde coincidíamos era en las clases y ni nos sentábamos cerca.

Intenté alejar a Nicol. Era como un balde de agua fría enterarme de algo así, de todas formas se me pasaría el enojo, pero no podía hacer como si nada. No me lo había contado en todo ese tiempo.

Y justo con el amigo de ella que me cae mal.

—No me agrada ese tipo —murmuré entre dientes. Nicol seguía dándome besos.

—Es mi amigo, si no te agrada simplemente no le hables —replicó, llegando a mi cuello.

La separé de mí, notablemente incómodo y la quedé mirando.

—¿Tú estás de acuerdo con lo que le hizo a Laura?

—Yo no te vi impidiéndolo —respondió a la defensiva.

Tenía toda la razón, yo sí sabía por qué él se había puesto a andar con Laura y con qué objetivo, y aun así no dije nada. La verdad es que en ese momento lo encontré absurdo, pero ni me paré a pensar en lo problemático que podía ser para alguien ser engañado así. Me sentí culpable y bajé la mirada. Había sido parte de algo horrible. Tragué saliva, ¿qué había hecho?

—¿Estás de acuerdo? —volví a preguntar.

—Me da lo mismo. —Se encogió de hombros, y cogió el celular. Empezó a revisar Instagram, dando por terminada la discusión.

Está bien, aceptaba la culpabilidad de no haber hecho nada, sin embargo, nunca habría dicho que me daba lo mismo como lo decía Nicol. Era decir libremente que el sufrimiento de alguien no importaba en absoluto.

—¿Y si te hicieran eso a ti? —pregunté. Ya se me había metido el tema en la cabeza.

—Que te pones pesado —dijo, suspirando fuerte. Me miró, y enarcó una ceja—. ¿Tú crees que alguien me haría eso? Diego, por favor...

Se agarró el cabello y se lo amarró en una cola. Nicol era una de las chicas más hermosas que había visto, quedé enamorado de ella el primer día que la vi. Sus ojos enormes y celestes hacían que olvidara todo los demás a mi alrededor. Pensaba que teniendo esos ojos conmigo, nada malo podría pasar...porque ya lo tenía todo. Decían que éramos la pareja soñada, de esas que salían en las películas. Eso me parecía bastante absurdo, pero sí asumía que juntos nos veíamos como un complemento perfecto. Me quedé observándola, y suspiré antes de contestar:

—No lo creo, pero Laura...

—¿Quieres parar? —preguntó, exasperada—, ¿qué te pasa hoy con esa chica? Ahora que se puso vestido y anda mostrando las piernas perdieron todos la cabeza. Julián y Marco también me hablaron hoy sobre ella. Ni se me habría pasado por la cabeza que mi propio novio haría lo mismo. —Se levantó de la cama, y fue por su mochila. Un tinte rojo apareció en sus mejillas.

—Nicol, me acordé de ella por lo de Justin. Además, tú no me contaste que estuviste con él. Yo creo que es un punto importante a comentar ya que estamos todos los días compartiendo con ese idiota —dije, tratando de calmarla un poco.

—¿Ese idiota? —preguntó con el ceño fruncido. Se puso la mochila al hombro y me lanzó una mirada de odio.

—Que sea tu amigo no significa que sea el mío, ¿por qué estamos discutiendo por él?

—Es uno de mis mejores amigos, y no te voy a permitir que lo trates de idiota. Si no te cae bien, entonces te aguantas.

—¿De qué hablas?

Bufó.

—Somos todos parte del mismo grupo. Si te empiezas a comportar raro y defender a las mosquitas muertas de la clase te vas a quedar solo. A ellos los invitamos a nuestro mundo para que lo conozcan, pero que acepte chicas como Laura en mi casa, no significa que las defienda o las deje entrar en mi vida.

Resoplé, casi dos años con Nicol y no sabía que reaccionaba así tratándose de otras chicas, y es que de verdad yo nunca había mirado a otra. Laura estaba en mi cabeza por lo del proyecto con Michelle, y por su respuesta sobre libros eróticos.

—No seas tan mala Nicol, no te queda. Ven y dormimos un ratito, más tarde te voy a dejar —dije, palmeando la cama junto a mí.

—Yo siempre he sido así. Tú eres muy dulce Diego. —Se acercó a mi y me pellizcó la mejilla. Se quedó pensando, y luego me dio un beso en la boca—. Y romántico, eres de película.

—Tu también, pero de chicas pesadas —reí. Me había hecho ver tres veces esa película.

Me sacó la lengua, juguetona.

—Debo ir a estudiar, nos vemos mañana en la escuela.

La fui a dejar a su casa, y cuando llegué de vuelta a mi habitación me quedé pensando un poco en todo lo sucedido. Lo que me llevó directamente al correo de Michelle.

Tuve que leer diez veces la respuesta de Laura. Pero, ¿qué le sucedía a esa chica? ¿por qué me decía eso?

Aunque asumo que me pareció divertida, y mi visión sobre ella cambió un poco. Quizás no era tímida como creía yo, sino que nunca me había dado el tiempo de conocerla.

Por alguna razón, no me pude quedar sin responderle. Laura tuvo las agallas de mandar algo así, se merecía una respuesta. Además, considerando su revelación, yo fui bastante aburrido con mi respuesta.

Busqué su número en un correo que nos había enviado un profesor con todos los de la clase, y le envié un mensaje para molestarla, sin saber exactamente qué cara ponerle al otro día al verla.

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Este es más inesperado, ¿o no?

Así que Diego sabía por qué Justin estaba con Laura...

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