17. Sola

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"Esperando a que cooperes para probar un poco de tus poderes. No te demores que es el momento."

Oliver

Decidí no mirarlos mientras bailaban, los movimientos de Laura eran para dejar loco a cualquiera. Me encontré con algunas compañeras de la universidad y me quedé con ellas pasando el rato, sin embargo, mi cabeza estaba en Laura y Alex. No se me iba la idea de que ellos se besaban a tan solo unos metros de mí, o bailando con sus cuerpos rozando entre sí. No podía concebir que Alex se resistiera a darle un beso a Laura, porque ella estaba increíblemente sexy esa noche. Cualquier hombre que no opinara lo mismo, debía estar loco y tenía que ser internado.

Cada vez que la veía parecía estar más guapa, tenía un cuerpo alucinante y unos movimientos que dejaron con la boca abierta a muchos y muchas. Era algo nuevo, tanto sus raíces como su sensualidad que despertó y me removió por completo los límites impuestos para las amigas pequeñas de mi hermana.

—Guapo, ¿en qué piensas? —Sara —unas de mis compañeras—, se me acercó y me ofreció de su bebida—. Podemos ir a mi departamento, parece que aquí te estás aburriendo.

—No estoy aburrido —respondí, rechazando el ofrecimiento. Me separé de ella y me fui a buscar un vaso de agua. Ya me había tomado uno de Vodka, y más tarde debía manejar.

Me detuve de repente al ver a Laura en el mesón de bebidas. Tuvo mi misma idea, y Alex no se veía por ninguna parte cerca. Decidí acercarme, y ella de la nada, chocó el vaso con quien tenía a su lado. Él le dijo algo sin mirarla, es más, en ningún momento se miraron. Me pareció extraño, como si no quisiesen que nadie los viese hablando. Llegó la novia de él, y Laura en ese preciso instante salió hacia el patio delantero sin decir palabra.

Arrugué el entrecejo, eso había sido raro.

Me serví un vaso de agua, y luego salí por el mismo lugar donde Laura había ido. Quizás ese era mi momento. No tenía idea donde estaban mi hermana, Abril, y Alex.

Al cruzar la puerta principal, Laura estaba cortando una llamada. Detrás de ella, se hallaban dos personas riéndose mientras la observaban, y cuando Laura se giró, ellos comenzaron a darse besos allí mismo. Sin dudas algo calculado, ¿para qué?. Por el cambio de expresión de ella, supe de inmediato que era el ex novio.

Hijo de puta

No me gustaba para nada lo que veía. Laura quería salir de allí pero la chica la cogió del brazo con fuerza y le taparon el paso.

—Vamos Laura, sal —murmuré desde la entrada.

Ese imbécil no se iba a salir con la suya, algo tenía que hacer para sacarla de allí, y demostrarle a él que ya la había perdido, que ella podía tener algo mucho mejor.

¿Cómo tú?

Esperé segundos que se me hicieron eternos. No sabía que hacer, y no quería que Laura siguiera allí mirándolos y sufriendo. Lo que estaba haciendo ese par de imbéciles era algo que a cualquier persona le dolería. Ni yo, que muchos me decían que no tenía corazón, podría ser tan cruel.

Miré a mi alrededor, no había nadie que yo conociera o que pareciese darse cuenta de lo que sucedía. Tomé aire enojado y caminé hacia Laura sin ningún plan. A dos pasos de ella, noté el brillo de sus ojos.

¿Qué hago?

¡Ah, mierda!

Con mi corazón acelerado y la respiración agitada, la cogí del brazo. La atraje hacia mí y estampé mis labios con los de ella.

Nuestros labios chocaron, y no me rechazó. Cerró sus ojos y se entregó a mí. Desee llevármela en ese mismo momento, quería comérmela, y darle los mismos besos que le estaba dando en su boca, en cada parte de su cuerpo. Lo que sucedía en ese momento, de alguna forma era perfecto. Así lo sentí y la vibración que se produjo entre nosotros era palpable. Si mi intención era hacer que su ex dejara de molestarla, se me olvidó por completo. Solo la quería a ella en ese momento, y nada más. No miento, sabía que iba eso a suceder, solo que no pensé que ella me respondería con tanta intensidad. Incluso, considerando que el imbécil de su ex nos observaba.

Mi lengua se lanzó contra la de ella, con una de mis manos acaricié su piel descubierta, y con la otra toqué su cuello desnudo. Deseando recorrerlo y dejar besos húmedos en cada centímetro. Laura era una tierra inexplorada para mí, no sabía cómo iba a reaccionar, ni hasta qué punto yo podía llegar con ella. Se estremeció bajo mis manos, y su respiración inconstante provocó que la mía se acelerara más.

Con las yemas de mis dedos recorrí su espalda, pensando en que lo único que quería era pasar más allá de su falda. Me ardía la sangre, y mis pensamientos se dispersaron. Su cuerpo estaba caliente, y sentí la forma en que ella temblaba. De placer y de excitación.

Debía separarme, sin embargo, se me hacía imposible. Una de las tareas más difíciles a las que me había enfrentado últimamente. Dejar hasta allí algo que me estaba dando tanto placer, porque los besos de Laura eran ardientes, y sedientos de más. Quería más de mí, y esa idea me volvía loco. Tenía un deseo intenso de ella y su cuerpo.

Laura debe ser mía.

Presentí que ella estaba dispuesta, y yo seguro de que no se iba a arrepentir. Me separé cuando sentí que mi pantalón comenzaba a tensarse; y me quedó mirando con los labios hinchados, los ojos brillantes, y sus mejillas sonrojadas. Su ex y la nueva novia seguían allí. Carraspee. Debía continuar con el show.

—¿Nos vamos a mi casa? No aguanto más —dije, sacudiéndome el cabello. Tratando de pensar en cualquier otra cosa para calmar mis ganas de lanzarme de nuevo a ella.

Una sonrisa picarona se asomó por su cara.

—Yo tampoco aguanto —respondió, mordiéndose el labio, y lanzándole una mirada a nuestros espectadores.

Laura me quieres matar.

Me giré para quedar de frente al par de imbéciles. Puse mi mayor cara de arrogancia, y fruncí el ceño.

—¿Nos van a estar mirando todo el tiempo? —les pregunté, enarcando una ceja. Di un paso hacia ellos, y me rasqué la barbilla. Le lancé una mirada furtiva a Laura, y murmuré—: las cosas están a punto de ponerse más intensas, y no me interesa tener público.

Mi mirada se deslizó a la chica, quien estaba igual de sonrojada que Laura. Por su expresión nunca había visto un beso tan excitante. Le sonreí, y ella dio un respingo. Sus ojos pasaron de Laura y a mí, incontables veces, como si no pudiese creer lo sucedido. Me mordí el labio sin sacarle la vista de encima. No era idiota, y sabía perfectamente lo que podía ocasionar en las mujeres. Nerviosa, se giró y se fue caminando con sus brazos envolviendo su propio cuerpo.

La seguí con la mirada hasta que él habló.

—¿Así que este es? —preguntó, mirándome despectivamente.

Bufé.

Amigo, no eres nada al lado mío.

Laura me miró nerviosa, mientras se mordía una uña.

—Así que este soy —respondí con mi mejor sonrisa, sin saber en qué me estaba metiendo.

—Eres una puta. Laura —siseo él. Escuché sus palabras en cámara lenta. Me acerqué desafiante y le dije con voz tensa—: Si me entero que le has hablado de nuevo, te va a ir muy mal. —Bajé la voz para que Laura no escuchara—: Aléjate de ella, ya la perdiste, y la perdiste para siempre.

Ah, ¿si?

¿Y por qué?

¿Acaso te jodió con un puro beso?

—Desaparece Justin —bramó ella, con la voz temblorosa. Dio un paso al frente y entrelazó su mano con la mía.

Así que ese es tu nombre

Justin con los ojos llenos de furia, se giró y se fue a paso rápido.

—Gracias —murmuró Laura, con la vista pegada al piso. Se separó rápidamente.

—¿Todo bien? —preguntó Alex, acercándose a nosotros.

Esbocé una sonrisa, y Alex entrecerró los ojos. ¿Había visto todo?

—Todo bien. Tu cita andaba perdida por acá —dije enarcando las cejas.

—Que bueno que la viniste a rescatar.

Me reí, él sabía perfectamente lo que había sucedido. Justo en ese momento apareció Abril y Emma.

—¿Pasó algo? —preguntó Abril.

—Todo perfecto, ¿vamos a bailar? —Laura cambió su expresión, y le sonrió a sus amigas como si nada hubiese pasado. Aún tenía las mejillas coloradas, y su respiración inconstante.

Avanzaron juntas con Alex pisándole los talones. Antes de desaparecer la puerta, Laura se giró y me clavó la mirada algo nerviosa. Le sonreí.

Me fui a buscar a Sara. No quería ver a Laura bailando sin poder tenerla entre mis brazos. Era la primera chica que besaba así, para después no llevármela a la cama. Estaba confundido porque sentí que el tema Laura se me había escapado de las manos. Pensé que estaba todo controlado. Sin embargo, cuando la atraje hacia mí, un necesidad de ella me embargó. Una necesidad de tenerla entre mis brazos, de tener su respiración chocando contra mi cara, y sus labios húmedos besando los míos. Quería más.

Me pase la mano por el cabello, frustrado por la sensación de perder el control. No sabía qué iba a suceder a partir de ese beso, pero allí no lo iba a dejar. Laura quería más de mí y yo más de ella, ¿por qué tendríamos que reprimir y apagar el fuego que había entre nosotros?

—Guapo, ¿dónde andabas? —Sara, un poco ebria, me agarró del brazo.

—Necesitaba un poco de aire —respondí lacónico. Mis pensamientos aún no volvían a la normalidad.

—¿Y ahora estás bien?

—¿Qué?

Sara con su dedo indice recorrió mi brazo, y eso fue suficiente para sacarme de mi estupor. No necesitaba más estimulación. Me abrazó, presionó su pecho contra mí, y se puso de puntillas para besarme.

La tomé por la cintura. Su presencia en esos momentos era como un regalo, si no podía con Laura que me tenía loco, al menos, con ganas de tirar no me iba a quedar.

Unos minutos más tarde, alguien carraspeó a mi lado. Emma se encontraba de brazos cruzados, y con una ceja levantada.

—¿Qué quieres? —gruñí.

—Nos queremos ir —respondió enojada.

—¿Ahora?

—No genio, mañana.

—Si me sigues respondiendo así te iras caminando.

Resopló.

—Tenemos que irnos. —Con su cabeza hizo un gesto para que mirara hacia una mesa cercana. Laura tenía todo el cabello y la ropa empapada. Alex le puso su chaqueta encima.

—Vamos —respondí.

—¿Te vas? —preguntó Sara.

—Sí. Nos vemos otro día. Debo irme —dije, separándome de ella. Luego me giré hacia Emma:— ¿Qué pasó?

No me respondió, con un gesto le dijo a los demás que la siguieran, y en el estacionamiento, Emma gruñó.

—Vanessa se ha pasado esta vez.

—¿Y por qué dijo que te habías estado besando con alguien? —preguntó Abril. Se calló de golpe. Verdad o no, era una pregunta poco apropiada ya que Alex se encontraba allí.

—No sé de qué habla —murmuró Laura, desconcertada.

Me reí.

—No me mojes el coche —dije, mientras Laura se iba subiendo. Le guiñé el ojo por el espejo retrovisor.

—Que eres pesado. —Emma me dio un golpe en el hombro.

Fui a dejar a Alex primero a pesar de que vivía lejos, no quería que siquiera tuviese la oportunidad de que se quedaran solos con Laura. Cuando se bajó del coche, se fue hacia mi ventana y murmuró:

—Sé lo que haces.

Levanté una ceja y reprimí una sonrisa.

—Laura se quedará con nosotros —dijo Emma de repente.

¿Será esta mi oportunidad?

Laura durmiendo en el mismo techo era algo que no me esperaba.

Alex seguía fuera de mi ventana, me miró, y se encogió de hombros esbozando una sonrisa. Me palmeó la espalda.

Eso fue un: diviértete. Y pretendía hacerlo.

Al llegar a la casa subí directo a mi cuarto, me di una ducha fría y me acosté porque las chicas se encerraron en la habitación de Emma. Me vi una película entera tratando de conciliar el sueño y de calmar mi mente. Cuando terminó, seguía sin sueño. Miré la hora, y eran las dos de la madrugada. Desde la habitación de Emma no se escuchaba ningún ruido, eso significaba que estaban durmiendo.

¿Así de fácil te rendiste?

¿Ese fue todo tu juego?

Había dejado ir mi oportunidad. Mi estómago reclamó por comida, y odiaba dormir con hambre. La casa estaba completamente oscura, y no se oía ningún movimiento. Bajé las escaleras hasta la cocina, y cuando entré, divisé una silueta apoyada en la mesa. Con la poca luz que entraba desde afuera, reconocí a Laura revisando su celular. Me quedé plantado. Tenía que tomar una decisión: o me devolvía en silencio a mi habitación, o entraba a la cocina.

Nunca me destaqué por ser el más sensato.

___

Ay dios... Adiós Laura... te vemos en el infierno

¿O no?

¿Creen que se resistan?

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