21. Cuando te besé

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"Y no pensé que fuera a suceder

Todo terminó en un beso y besarte fue un placer"

Laura

Y allí me encontraba yo. Con los pensamientos dispersos, sin creer que estaba en la cama de Oliver Ross, uno de los hombres más excitantes y atractivos que conocía. Su seguridad era otro tema: tocaba, lamía y besaba sin titubear; y sabiendo lo que provocaba.

Con razón las mujeres no paran de seguirlo. Es... es increíble. ¿Cómo me he perdido de esto tanto tiempo?

Respiré hondo, a la vez que avanzaba entremedio de mis piernas, haciéndose lugar entre ellas. El calor de nuestros cuerpos se mezclaba al igual que nuestras respiraciones. Sentía mi sangre arder. Dejó su cara frente a la mía, y se acomodó, dejando su erección justo en mi entrepierna. Nuestras respiraciones cesaron por un instante, y el silencio lo interrumpió mi propio gemido en su boca.

Tenía un deseo intenso de él.

De pronto empezó a retroceder entre mis piernas y se quedó en mi abdomen.

¡Puta madre Oliver avanza a mis pechos o más abajo pero no te quedes al medio que me voy a morir!

Y de repente sentí una presión, ardor, dolor...placer. Levanté la cabeza alarmada. Él seguía con los bóxer puestos, y me miraba con sus ojos verdes, esperando mi reacción. Me sentí confundida, me dolió, pero me gustó. Y quería que lo hiciese de nuevo.

—¿Que haces? —pregunté, ya bañada en sudor.

Levantó su mano, mostrándome su dedo, y luego la bajó nuevamente a mi entrepierna, causando estragos en mis sentidos.

¡Así que esto es lo que tanto recibe Sofía!

¡Oh, así que esto se siente!

Oh...

Me estaba penetrando con su dedo, y él lucía maravillosamente sexy, con el cuerpo perlado por el sudor. Me arrastró por la cama hacia el borde para continuar con sus movimientos. Me entregué a mis gemidos, y a sus dedos.

Tenía que hacer algo para calmar el fuego que sentía en mi entrepierna, y en mi cuerpo por completo; y no gritarle que por favor siguiera, porque me daba vergüenza. Lo único que quería era a él tocándome más. Y cada vez que mi mirada se deslizaba hacia la perfección de su cara o de su abdomen, el aire abandonaba mi cuerpo.

No olvides respirar.

Dios mío, no podía creer que me estaba haciendo eso con sus dedos, provocando hilos de corriente recorriendo mi cuerpo. Sentía que mi alma iba a salir disparada, con la respiración fallándome cada ciertos momentos. Lo necesitaba a él, y no así de simple, era a él dentro mío. Levanté la cabeza para tener una mejor vista. Tenía el cabello revuelto y pegado por el sudor en algunas zonas de la frente. A veces él me miraba para torturarme con sus ojos verdes que derrochaban fuego y placer.

Admito que me generó cierto recelo la idea de tener sexo por primera vez con alguien con quien ni siquiera salía. Es más, me había dejado en claro que era solo una vez y ya. Aunque la primera vez nunca la consideré como una gran cosa. Y en eso ayudaron mucho Abril y Emma con sus historias sexuales, y para qué decir del libro que leía. ¿En serio tenía que esperar a alguien importante para disfrutar el sexo? Si tuviese un novio— o a punto de tener uno—, perfecto. Pero... ¿cuándo más iba a tener que esperar?

No, ahora me toca a mí.

Gemí.

¿Después tendré que mirarlo a la cara como si nada hubieses sucedido?

Doble las piernas alrededor de él.

No me importa.

Quería más, y ya no me importó si lo hacía suave o despacio. Fuerte y rápido, comenzó a parecer una buena idea. Una excelente idea. Frenó sus movimientos.

—Ven a mí —pedí. Si continuaba así, yo no iba a aguantar más. Me sacó la camiseta y el sostén, y él seguía con el bóxer puesto.

Laura contrólate, debajo de ese bóxer probablemente esté tu perdición.

Con su mano rodeó uno de mis pechos y pasó su lengua alrededor de mi pezón; a la vez que con su otra mano me pellizcaba el otro. Al primer contacto de su lengua firme, arquee mi espalda buscando más de él.

—Quiero tocar y besar cada parte de ti. Y cuando terminé aquí. Es donde lo vamos a dejar por hoy.

¿Donde dejaremos qué?

—¿Qué? —pregunté, confundida. ¿No iba a tener mi primera vez? Me encontraba tan excitada que sentía que iba a explotar de las ganas de gemir, gritar su nombre, y decirle que por favor se bajara el bóxer.

Llegó a mi boca.

—¿Te gusta eso? —preguntó, juguetón. No podía creer que alguien tan sensual como él, con esos brazos, ese abdomen, y esa cara perfecta, me estaba haciendo sentir de esa forma. Asentí con la cabeza—. En estos momentos, eres toda mía, Laura. Mira cómo estás. —Tocó con sus dedos la entrada de mi sexo—. Completamente mojada. Quiero que me desees tanto que no puedas dejar de pensar en mí, y que lo único que quieras es esto...—Cogió mi mano y la llevó a su bóxer, sobre su miembro erecto—, dentro de ti.

Mierda. No me hables sucio que me desespero.

Es oficial, ¿cómo lo miro a la cara después?

Atacó mi boca sin piedad, y nuestras respiraciones agitadas se mezclaron, y nuestros cuerpos sudorosos rozaban el uno al otro. Sin querer, lo atraía más hacia mí con mis piernas, no quería que esa boca se alejara, y me dejó de importar si alguien escuchaba, porque gemí tantas veces como lo sentí. Y cada vez que lo hacía, él aumentaba la velocidad y presión.

—Oliver, hazlo. —Me incorporé para llevar las manos a su bóxer y dejó que se lo bajara. Su miembro apareció frente a mis ojos. Se quedó mirándome con una sonrisa en la cara. Una sonrisa de satisfacción formada con sus labios húmedos. Sus ojos no dejaban de devorar cada parte de mí.

Dejemos algo claro. No es que moría por verlo, además que el de él ya lo conocía. Sin embargo, allí descubrí que tenía cierta afición porque lo sacara para mí. Quedé sin aliento. De lejos no había dimensionado correctamente a lo que me enfrentaba. Abrí los ojos, pensando en qué posición tendría que ponerme para que no me dañara y no saliera con muletas.

Laura estás loca.

—Hazlo, hazlo —repitió juguetón, con la voz cargada de placer. Tomó mi mano y me llevó a tocarlo, comenzó a deslizarla de arriba a abajo.

Ok, me rindo.

Laura, te veo en el otro lado de la fuerza. En el lado oscuro, en el lado perverso, en el lado de tú abriéndote para el hermano sexy de tu mejor amiga.

—Oliver, quiero hacerlo. —Tomé aire para decir las siguientes palabras—: Quiero hacerlo.

Expulsó el aire lentamente, mientras movía mi mano arriba y abajo. Hasta que se alejó, y perdí el contacto con él. Abrió mis piernas y apoyé mis brazos en la cama.

Si pensé que antes había hecho uso de todas sus capacidades con las manos, me equivoqué. Arrastró dos dedos por mi muslo, y los introdujo sin darme aviso. Respiré hondo tratando de recobrar el aliento.

No podía pensar más, quería gritar su nombre, así como Sofía lo hacía, y decirle: "Mételo Oliver. Fuerte y rápido" pero me habría tirado por la ventana si eso salía de mi boca. No quería arruinar el momento mandándome una de mis frases de telenovela.

Ya no daba más, y si eso iba a ser algo de una vez, al menos quería que fuese la experiencia completa. Gemí, y gemí, tratando de ordenar los pensamientos dispersos en mi mente. Estaba decidida a hacerlo.

—¿Quieres que vaya más fuerte? —preguntó, con la voz excitada. Disminuyó la velocidad.

—Sí. Más fuerte —respondí, apenas.

Y con sus movimientos, constantes, y acelerados. Entró, salió, entró, salió, entró y salió.Cada vez más rápido, con mis caderas acompañaban sus movimientos.

Perdí el control de mis capacidades, perdí el control de mí, y me entregué al máximo placer que me estaba dando el chico más guapo que conocía. Tapé mi boca, gemí, y me dio un espasmo bajo sus dedos.

Se quedó mirándome. Y me sentí vulnerable y expuesta. Mi mirada se desvió a sus bóxers puestos.

—¿Qué miras? —preguntó, envolviendo su miembro con su mano.

Quería tocarlo, verlo, sentirlo. Pero no me atreví a decirle eso.

—¿Por qué no...?

Negó con la cabeza.

—Ya te dije. —Bajó su ropa interior, y dejó libre lo que yo ya había visto y tocado. Envolví mi mano alrededor. Estaba húmedo y caliente al tacto—. Vas a tener esto cuando no des más de las ganas de mí.

Uffff...

¿Estoy en una película? ¿ahora me va a decir que es rico y que me tiene un cuarto en su mansión?

Maldito idiota.

—Creí que esto era solo de una vez —respondí, deslizando mi mano. Quería hacer lo que Sofía hacía, quería que disfrutara por mí. Sin embargo, él no lo permitió.

—Porque pensé que te iba a dar duro contra la cama. Y si quieres perder la virginidad conmigo, está bien, pero primero tienes que desearlo realmente, para que después no te arrepientas. Y si pasa, Laura, quiero que sepas que no será lento y despacio. Hoy ya fui todo lo lento y despacio que pude, pero no se repetirá de nuevo de esa forma. Quiero follarte, ¿entiendes?

Oh, my god.

Tragué saliva. Se echó junto a mí en la cama, llevando los brazos hacia atrás para apoyar la nuca entre sus manos. Y yo aún recuperándome del: quiero follarte.

—Te tienes mucha fe, Oliver. —Me levanté, y recogí mi ropa desperdigada por el suelo. Me acerqué a él—. Esto nunca sucedió —susurré.

Tenía en mi mente que no quería ser otra más en la extensa lista de Oliver. Iba a dejar en claro que yo no iba a andar detrás de él corriendo por más, aunque quería más...mucho más.

Si él no había querido sacar todas sus cartas en ese juego, entonces de alguna forma, yo tenía que ser firme. No iba a ser su juguete, a menos que él fuera el mío también. Y la verdad, viéndolo ahí tan perfecto, tan hermoso, tan increíblemente sexy; no me sentía muy capaz de no llevar mis sentimientos a otro nivel, y morir por esos labios. No me iba a meter en más problemas.

Esbozó una sonrisa, me agarró de la cintura y me dio un beso corto en los labios.

Me alejé y huí... por mi vida.

Entré a la habitación de Emma. Me olí el cabello y los brazos, ¿existía el olor a sexo? Estaba sudada completamente y me avergoncé de acostarme así dentro de la cama, así que me recosté a su lado sobre el cobertor.

***

—Laura —dijo Emma, moviéndome.

Abrí un ojo. Tenía la cara a unos centímetros de la mía.

—¿Qué pasa? —quise saber, mientras la hacía a un lado. ¿Era el olor a sexo?

—¿Por qué tienes el pijama al revés? —preguntó, riéndose.

Oh... rayos.

—Creo que me lo puse con la luz apagada —respondí, levantándome de la cama.

—Yo recuerdo que nos pusimos los pijamas con la luz prendida. —Me miró con los ojos entrecerrados, pero no sabía si estaba infiriendo algo o solo molestándome.

—Quizás me lo di vuelta mientras dormía. —Caminé hacia el baño con paso rápido sin esperar su respuesta.

Me veía terrible, como un zombie. Me había llegado un nuevo correo. Lo leí de inmediato porque estaba muy curiosa con la última pregunta de Michelle, ¿Creía Diego que yo lo besaría?

"Laura, no me besarías porque según escuché ya te diste algunos besos con otro anoche"

Negué con la cabeza, reprimiendo la risa. Así que ya había llegado el rumor de mi beso con Oliver. Leí la siguiente pregunta.

Pregunta número 7: ¿Qué crees que la otra persona encuentra atractivo de ti? ¿por qué?

Bajé las escaleras de la casa de Emma rápido, sin mirar a ninguna parte. Me moría si veía a Oliver en ese momento. Crucé la puerta principal, y corrí a mi casa. Al llegar, me di una ducha, necesaria después de todo lo sucedido la noche anterior. Tenía la cabeza dispersa. Había tenido mi primer acercamiento sexual y no se lo podía contar a mis amigas.

Dormí hasta que mi mamá me fue a despertar.

—Parece que estuvo bueno anoche —dijo, mientras dejaba una bandeja con desayuno sobre la cama.

—Un poco —murmuré.

—¿Algún chico? —Me acercó un plato lleno de fruta. Me estaba chantajeando con comida para que le contara todo.

—Tuve una cita con un amigo de Oliver.

—¿Ese no es el hermano de Emma? —Asentí con la cabeza—. ¿Y? —Se sentó en la cama esperando a que le contara más.

—Creo que Alex es para Emma y no para mí.

—¿Y qué pasó? —preguntó, con los ojos entrecerrados.

—Nada, solo eso —respondí, encogiéndome de hombros.

—Laura, te conozco perfectamente.

—Y besé a Oliver. —Terminé por decir. Necesitaba contárselo a alguien.

Soltó una carcajada.

—¿Emma está de acuerdo con eso?

—No

Suspiró.

—No vale la pena perder amigas por un chico. Y si te gusta deberías hablarlo con ella.

—¿Tú crees que debería contarle? —Hasta ese momento la posibilidad de decirle algo a Emma había estado fuera de todas mis opciones.

—Si para ti fue algo importante, deberías. —Se quedó pensando con las manos en las caderas, y tomó aire para preguntar—: ¿fue solo un beso?

El color rojo intenso que subió a mis mejillas súbitamente me delató, y me escondí bajo las sábanas.

—Un poco.

Mi mamá me palmeó la espalda sobre las sábanas.

—Si quieres empezar a tener relaciones sexuales...

—¡Ahhhhh mamá! No quiero hablar de eso. —Asomé un ojo.

—O tomas pastillas o él se cuida. Te puedo acompañar al doctor. —Me dio otra palmadita—. Cuando quieras lo hablamos.

—Carla. —Llamó mi papá desde la puerta de mi pieza—. ¿Qué le pasa ahora a Laura?, ¿llegaste hoy en la mañana? —preguntó, levantando una ceja.

—¡Ay, Roberto! Deja a la niña, estaba en la casa de Emma.

—¿Pero cómo llega hoy?

Mi mamá resopló.

—Roberto, ¿a qué edad me conociste tú?

—A los dieciséis, ¿por qué?

—Tu hija tiene diecisiete y pronto cumplirá los dieciocho. —Informó. Mi papá se enrojeció como un tomate, y se llevó las manos a la boca ahogando un sonido de impresión. Se giró y se fue dando pasos fuertes a su habitación.

—¡Mamá! No le metas cosas en la cabeza —exclamé. Mi mamá se fue riendo.

Revisé mi celular. Tenía dos mensajes:

Conejito: Así que piensas que no te besaría porque crees que tengo una obsesión con Nicol...Has hecho que me replantee cómo estoy siendo con ella.

Alex: Solo diré que los vi... y tengo que decir que hacen una muy bonita pareja. ¿Me ayudarías con Emma?

Rayos.

Hola amiga, ¿te acuerdas de tu hermano que nos tienes prohibido mirar?

Le dije que lo quería dentro de mí.

Y debía contarle a Abril.

Hola amiga, ¿te acuerdas del chico sexy que te ha gustado todo este tiempo?

Me tocó entera.

Contesté el correo con la respuesta a la pregunta siete:

"Creo que lo que te atrae de mí es mi trasero latino porque mis curvas son irresistibles"

Diez minutos me llegó la respuesta de Diego.

"Definitivamente creo que encuentras atractivo que lea libros. Sumé mil puntos al confesarte eso (no es que lo buscara) pero admitámoslo... jugador de fútbol y lector de libros. Tu sueño, ¿no?"

—¡Ah! Este idiota —murmuré, explotando de la risa.

Conejito: Me reí mucho con tu respuesta. Estás loca.

___

Este capítulo es un poco más largo que el resto jijiji. ¿les gustó?

¿Qué opinan de que Oliver haya decidido no hacerlo?

¿Por qué creen que no lo hizo?

¿Habrá dejado a Laura con las ganas de más...?

¿Cómo les cae Diego?

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