3. Ya no tiene novio

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"Hace rato no la ven, pero hoy salió a beber

porque ya no tiene novio"

Laura

La fiesta fue en la casa de Nicol, una de las chicas más populares de la escuela. Tenía una casa enorme, de ensueños, de esas que parece sacada de una película de Hollywood. Cada vez que sus padres salían de viaje, ella hacía fiestas que se comentaban durante semanas.

Con Nicol y con el grupo en general de Justin, no había hablado casi nada. Imagínenme tratando de opinar sobre Ferraris y empleados, cuando yo con suerte tenía una bicicleta. Además, había algo en su grupo que me daba mala espina.

La casa tenía una cantidad de habitaciones absurdas para el número de gente que vivía, baños en cada esquina, grandes ventanales, un patio enorme con piscinas, etc. Demás está decir que tenía todo un contingente de sirvientes que yo creo que para las fiestas se encerraban en sus propias habitaciones a rezar de que el desastre al otro día no fuese tan terrible.

Ya estaba acostumbrada a este tipo de casas, varios de mis compañeros las tenían, Justin igual, aunque nunca quise ir a la de él. Siempre pensé que el día que pisara su habitación, sería el día en que iba a tener mi primera vez. No me sentía cómoda con la idea o quizás era una corazonada diciéndome que no sería bueno.

Sin embargo, desde el minuto que terminó conmigo, la realidad me golpeó cruelmente. Por fin había tenido un novio y no me atreví a hacer prácticamente nada con él.

Todas las ganas que tenía, se acumularon en mi vientre, provocándome una sensación nueva y extraña. Sobretodo porque comencé a leer un libro erótico que me dejó con la boca abierta desde el primer capítulo, y preguntándome hasta donde llegaría la intensidad de la vibración en mi entrepierna si estuviese con un chico. De pronto, la idea de dejar a Justin que me tocara no era descabellada.

Se me ocurrió que quería tener sexo al día siguiente de que me patearan brutalmente y sin piedad.

Ay Laura, por qué te pones así ahora.

—¡Oh! Ya estamos aquí —exclamó Emma, agitando las manos de felicidad.

Las inmensas rejas de hierro estaban abiertas de par en par para dar paso libre a los autos que quisiesen entrar. Me bajé del coche nerviosa y procurando no mirar a Oliver; porque desde esa mirada que él me dio, quedé con las piernas de lana, y no quería tener ningún tipo de contacto con él. Nisiquiera el contacto de sus ojos deslizándose sobre mi cuerpo.

Mi mente perturbada no podía soportar ver sus ojos clavados en mí, no después de estar todo el camino pensando en que quería besar a Justin y sacarle toda su ropa.

Tomé una bocanada de aire.

Laura, calma esas hormonas.

—Ay Laura, estás jugando sucio hoy —murmuró Abril, observándome—. Me impresionaría que Justin al verte no se fuera a llorar un rincón por el error que cometió.

Me encogí de hombros, como si esa no fuese mi intención en absoluto. Abril me pasó el brazo por la cintura y me atrajo a ella. Oliver levantó una ceja, y su labio se curvó de forma que no supe si interpretarlo como sonrisa sexy o de burla. Su teléfono comenzó a sonar, y se perdió entre la gente para contestar.

—Vamos a buscar alcohol —dije, saboreándome los labios—. Que empiece el juego.

—¡Oh, sí! Los juegos del hambre te referirás porque te van a comer. —Abril esbozó una sonrisa y me dio una palmadita en el trasero—. Al menos con los ojos.

Al entrar a la casa, traté de no mirar para ninguna parte, no quería encontrarme con Justin ni con Vanessa. No tenía ningún interés en verlos, aun así el miedo estaba latente y las manos me sudaban de los nervios. Puse todo mi esfuerzo en que eso no se notara, si no más bien demostrar mucha confianza en mí misma.

—¿Qué es esto? —pregunté, recibiendo el vaso de Emma.

—Ni idea, creo que vodka —dijo, arrugando la cara al beber el primer sorbo. De pronto su expresión se ensombreció, mientras observaba algo detrás de mí.

—¿Qué pasa? —Abril le siguió la mirada y tragó saliva.

Negué con la cabeza, no me iba a girar. Me llevé el vaso a la boca, y alguien me puso la mano en el hombro. Me estremecí, y sentí que el vaso iba a resbalar de entre mis dedos.

—¿Y tú quien eres? —preguntaron, desde mi espalda. Le saqué la mano de mi hombro, como si un mosquito se hubiese parado, y me giré para responderle. Era el mejor amigo de Justin, Ben. Más atrás, estaba el mismísimo ex, el innombrable, el diablo. De la mano con Vanessa.

Los rumores eran ciertos.

Recuerda respirar.

No llores.

Mi corazón se apretó. Mis sospechas eran reales. Ninguno de los dos se percató de mi presencia. Ben quedó estupefacto, y balbuceó algo que no entendí. Le di una sonrisa fingida, y agarré las manos de mis amigas para que nos fuésemos a otro lugar.

Me bebí todo el vaso en el camino.

—No tan rápido, Laura. —Emma me quitó el vaso de entre mis dedos y lo puso boca abajo, ya no quedaba nada—. Acuérdate que el objetivo es que te vea empoderada y segura, no ebria llorando por los rincones.

Nos pusimos las tres a reír. Lo único que quería en ese momento eran una leves ganas de ir a pegarle una cachetada a Justin, pero el área de dignidad de mi cerebro se mantenía intacta así que mis impulsos estaban controlados.

—¡iugh! —Emma puso una mueca, y señaló hacia una de las esquinas del jardín. Oliver se estaba besando con una chica.

Se me fue el aire.

Madre mía, eso sí que es un beso.

Creo que nunca me han besado así.

Mi respiración se volvió inconstante, y por mi cuerpo pasó una leve corriente. Tenía a la chica arrinconada en una pared, y di un respingo en el lugar cuando la giró y él se quedó contra la pared para comenzar a explorar la espalda descubierta de ella, con sus manos que sabían donde tocar y para donde querían ir.

¿Qué tengo que hacer para recibir un beso así?

Definitivamente nunca me habían besado de esa forma.

Él estaba a punto de comerse a la chica, y ella parecía saborear por completo los labios de Oliver. Me giré para poder recobrar la compostura, aunque sin poder controlar el calor dentro de mi cuerpo que subió cien grados en un segundo. Eso que hacían ellos era algo que estaba muy dispuesta a hacer. Ojalá pronto.

Aunque no con él, Laura.

Porque está prohibido.

Y porque no te gusta.

¿No me gusta?

No, no te gusta.

—¡Llevamos aquí veinte minutos y ya está con alguien! —Abril frunció el ceño y se bebió todo su vaso de golpe. Luego lo lanzó a un rincón del jardín—. Necesito unos tres más de estos.

Emma le cogió la barbilla y la obligó a mirarla.

—Te dije que mi hermano no estaría con una de mis amigas.

—Si sé, pero tampoco pensé en enfrentar la realidad así. —Abril los señaló y exhaló profundamente. Negó con la cabeza decepcionada—. Bailemos, no puedo con esta imagen. Es demasiado.

Sí, es demasiado.

Dios, ¿hace tanto calor realmente?

—¿Por qué tengo que ver algo así de fogoso justo después de que me patearan? Es como si la vida me estuviese castigando —gruñí, y me hice la fastidiada, aunque lo que sentía era otra cosa.

Cerré los ojos y tomé las manos de mis amigas para empezar a bailar. Pasé mis manos por todo el contorno de mi cuerpo, y menee el trasero y las caderas como lo sabía hacer. Bailé sensualmente porque así me sentía, y porque así quería que me vieran.

Esa noche había fuego en mi interior, y sabía muy bien que mis movimientos así lo demostraban. ¿El fuego se produjo al sentirme sexy? ¿al darme cuenta que quería pasar de los besos? ¿o con la mirada de Oliver? No tenía idea, pero cuando mi mente bloqueaba los pensamientos sobre Justin, me sentía fabulosa. Incluso encontré mi mirada con la de varios chicos, quienes levantaban las cejas impresionados de que fuese yo.

Abril me agarró de la cintura y se unió a la sensualidad del baile. Fue una terapia satisfactoria. Me liberé al ritmo de la música. Llevábamos dos horas bailando, y varios vasos cada una cuando me dieron ganas de ir al baño.

—Voy al baño, nos encontramos aquí mismo —jadee, levantando mi dedo pulgar.

—¿Te acompañamos? —preguntó Emma.

Negué con la cabeza, estaba tan lleno que si perdíamos el lugar, habríamos tenido que entrar a la casa a bailar.

No tenía idea donde se encontraba el baño, y apenas entré me di cuenta que ya me había pasado con el alcohol. Lo único que quería era no encontrarme con Justin, así que me fui mirando hacia todos los rincones para poder escapar si lo veía cerca.

En un momento, pasó frente a mí. El muy idiota ni siquiera se dio cuenta; pero con alcohol, despecho, y dos horas de baile en el cuerpo, salí corriendo como si la monja del conjuro hubiese aparecido ante mis ojos. Me metí al baño de golpe, y cerré la puerta.

—¡Hey! —exclamó alguien desde mi espalda.

Me giré lentamente, y sentí cómo me ruborizada. Oliver estaba con expresión de no entender nada mientras se lavaba las manos. Nunca habíamos estado solos en el mismo lugar, así que a pesar de que lo conocía desde hace bastante tiempo, fue más extraño de lo que debió ser ¿o era el alcohol?

Rayos.

—Perdón. —Me tapé la cara para que no viera lo roja que me encontraba. Sin esperar respuesta, comencé a abrir la puerta y escuché la voz de Justin afuera. Dejé un espacio diminuto para oír.

—¿La viste? —preguntó alguien.

—¿A quien? —Justin no entendía.

Me tapé la boca con ambas manos, como si estuviese a punto de gritar. De reojo miré a Oliver quien se sostenía el puente de la nariz.

—A tu ex —rio—. Vamos a buscarla, quiero ver tu cara cuando veas a Laura. Esto será épico. Mierda Justin, si fuera tú me la llevo a alguna habitación de esta casa sin pensarlo.

Justin murmuró algo que no entendí y cerré la puerta. Me giré, puse cara de pánico, y murmuré con un dramatismo que en otro momento me daría vergüenza:

—No puedo salir, está mi ex afuera. —Señalé varias veces la puerta, mientras negaba con la cabeza

El alcohol está haciendo lo suyo. Oh my god, ¿desde cuando Oliver es tan comestible?

Me mordí el labio. Llevaba jeans azules, ajustados en la parte inferior; una camisa celeste arremangada hasta los codos, y abierta dejando a la vista la camiseta blanca que llevaba debajo, marcando su abdomen firme.

—¿Y qué me importa? —respondió, con cara de desagrado. Se secó las manos y caminó derecho hacia la puerta, hacia mí. Y yo me quedé pegada mirando su cabello desordenado, los labios ligeramente rojos, y en sus ojos. Era inevitable no perderse en sus ojos verdes.

Le cerré el paso mientras extendía mis brazos, y lo amenazaba con mi dedo índice, procurando no tocarlo. Con todo el vodka que llevaba encima me sentía muy capaz de hacer alguna estupidez. Si lo tocaba quizás me terminase lanzando a besarlo.

¿Por qué no me das el mismo beso que le dabas a la chica?

¡Mierda!

¿Dije eso en voz alta?

No no lo hice.

Oliver me observaba confundido.

—No —exclamé. Luego, suavicé un poco la voz y le dije—: Espera. No te muevas.

Puso los ojos en blanco y se frotó la frente. Dio otro paso, y lo detuve con mi mano en su pecho. Sentí sus pectorales bajo mi mano, y un escalofrío se extendió por todo mi cuerpo.

Dios, sálvame de esto.

Carraspeó a la vez que arrastré las yemas de mi dedo por su pecho.

—Déjame pasar, tengo a una chica esperándome afuera —gruñó, sacándome la mano.

—Oliver Ross, ayúdame, ¿sí? —Pegué la oreja a la puerta, Justin seguía afuera. Oliver intentó abrir, y me lancé arriba de él para impedírselo. Esa fue la segunda peor idea que tuve esa noche, porque la primera fueron los vasos de vodka.

La alfombrilla cedió bajo nuestros pies, y terminamos los dos en el piso. Yo, arriba de él. Y estoy bastante segura de que mi vestido pequeño se subió hasta la mitad de mi trasero. Nunca habíamos estado tan cerca, con mi pecho por completo sobre él; tampoco nunca había sentido su olor. Usaba un perfume dulce delicioso.

Mi nariz casi rozó la suya, nos hallábamos tan cerca que con mi respiración, un mechón de cabello se agitó sobre su frente. Sus ojos verdes me lanzaron una mirada profunda.

La música caliente que estaba sonando en ese momento tampoco ayudaba. Él bufó, y su aliento olía a una mezcla de vodka y menta. Se me erizó la piel, y me encontraba paralizada por completo. Sabía que tenía que salir de allí, sin embargo, mi cuerpo no se quería separar de él.

Vamos, muévete.

De pronto, llevó sus manos a mi cintura, y con ese contacto tuve que tomar una bocanada de aire.

—Si querías hacer esto, podrías haberme dicho, así no me habría golpeado en el piso —murmuró en mi oído. Me quedó mirando mientras sonreía con los ojos. Se lamió el labio inferior, no teniendo compasión por mi alma sedienta de calor, y por mi cuerpo llamando a que lo tocaran. Me empujó hacia un lado bruscamente—. Pero ahora, no tengo tiempo. Córrete, debo irme.

—Que delicado —murmuré, bajando a la realidad.

Me quedé sentada en el suelo, todo giraba a mi alrededor. Oliver tomó el pomo de la puerta, y antes de girarlo, alguien golpeó.

—¿Oliver? —preguntó una chica por el otro lado de la puerta.

—¡Aja! Oliver, tu chica está allí, y me verá aquí adentro del baño —murmuré, sacando la lengua. Le revolotee las pestañas y menee la cabeza

Su mirada se ensombreció y sentí que me achicaba en el lugar. Cerró los ojos, estaba perdiendo la paciencia. Sacó su celular y tecleó enojado. De repente, se giró y se quedó observándome mientras yo seguía en el piso, esperando que las paredes se dejaran de mover.

—Laura, nunca me has agradado —gruñó, con voz fría. Abrió la puerta, y la cerró de golpe tras él.

Oh, gracias por la honestidad innecesaria que nadie te pidió, idiota.

Me dolió. Mi ser estaba ya muy herido para recibir más golpes. Me quedé allí, plasmada. Maldito idiota. Si no hubiese sido el hermano de Emma, probablemente le habría dicho unas cuantas cosas. ¿y cómo era eso de que yo no le agradaba? Me levanté del piso avergonzada y enojada. Salí, dando grandes zancadas sin revisar si Justin se hallaba fuera o no. Y los más importante, sin haber orinado.

Mierda.

—Te demoraste demasiado —dijo Emma, arrugando el entrecejo al verme aparecer—, estábamos a una canción de ir a buscarte, ¿pasó algo?

—Odio a tu hermano, ¿estás segura de que son de la misma familia? ¿No lo habrán encontrado tirado en algún bosque y es un animal salvaje?

—¡Hey! —Me interrumpió Abril—, ¿es que no lo has mirado? Si fuera mi novio, no lo dejaría usar ropa —exclamó, ladeándose un poco por el alcohol.

—¿Nada de ropa?

—Dios mío —murmuró Emma, agarrándose la cabeza—, ¿estoy aquí? ¿es el idiota de mi hermano?

Las tres nos miramos y nos largamos a reír. Oliver estaba completamente prohibido como para siquiera atreverme a mirarlo de otra forma, pero ciega no era. Cada parte de su cuerpo llamaba a tocarlo; sobre todo si clavaba su mirada profunda y seductora en ti.

Bailamos un rato más, hasta que escuchamos a alguien torpemente acercarse hacia nosotras. Más bien oímos un macetero darse vuelta a mis espaldas. Al girarme, me encontré frente a frente con Justin, ebrio hasta el pelo. Toda mi valentía y confianza desapareció en un instante. Sentí como mi cara formó una mueca de espanto. No sé qué esperaba, después de todo fui consciente a esa fiesta, sabiendo que él estaba allí.

Vanessa trataba de impedir que siguiera avanzando, tirándolo del brazo. Fue todo un espectáculo lamentable. Él se zafó, y se puso frente a mí. Su olor me llegó como una estampida a mis sentidos, se me erizó cada vello de mi piel. Sí que me gustaba ese chico, ¿por qué tuvo que romperme el corazón? Mi mano se levantó unos centímetros buscando tocarlo.

No lo hagas, no lo hagas

Tomé la mano de Emma.

—Así que era verdad —dijo, arrastrando las palabras, mientras con su mano me señalaba.

—Lo mismo digo —respondí lanzándole una mirada furtiva a Vanessa. Me giré, quitándole importancia. Me podría haber puesto a llorar, pero de rabia, no de tristeza. Rabia de que hace un día hubiese terminado conmigo, y allí estaba con ella, mostrando su nueva relación a todo el mundo. Me agarró del brazo, y me atrajo hacia él. Nuestras caras quedaron a unos centímetros, intenté zafarme sin éxito.

—¡Suéltala! —Emma se lanzó contra su brazo para intentar que me soltara. Yo intenté hacer lo mismo. En ese momento, me dio hasta lástima ver la cara de Vanessa.

—¿Qué quieres? —pregunté, enojada.

Justin se acercó torpemente a mi oído.

—Vámonos de aquí y te llevo a mi casa.

Me alejé de golpe y lo empujé. Aun así se las arregló para acercarse más. Abril se metió, y le pegó una cachetada. Justin, en un segundo, me tomó y me echó a su hombro, como si yo pesara cinco kilos. Mi amigas se lanzaron a él, impidiendo que avanzara. Sin embargo, él era grande y fornido. Sus brazos musculosos ni se inmutaban ante mis esfuerzos para que me dejaran libre.

Estos brazos, ¿cómo no dejé que me tocaran más?

Tierra llamando a Laura.

Intenté golpearlo sin éxito.

—Bájala —ordenó alguien, con voz firme. A esas alturas, ya se había formado un círculo de gente divirtiéndose con lo que sucedía. Extrañamente, Justin acató la orden. Me dejó en el piso con mi corazón a mil por hora. Yo creo que fue el alcohol, porque nunca en mi vida me había sentido tan extasiada como en ese momento.

Salí de mi estupefacción cuando Justin le dio un golpe a Oliver en la quijada, y se lanzaron a los golpes en el piso.

Oliver fue a mi rescate, y eso que yo no le agradaba. La pelea no duró nada, los amigos de Justin los separaron y se lo llevaron a rastras. Oliver quedó sentado en el piso, con una mano en su cara, y con la expresión de estar a punto de asesinar a alguien.

Me acerqué lentamente, como si frente a mis ojos tuviese un gatito herido a punto de arrancar si lo asustaba.

—¿Estás bien? —pregunté, moviéndole el cabello para ver su cara. Sus ojos llenos de furia me impactaron de lleno. Una linea de sangre salía desde su labio.

—Sí, nadie toca a las amigas de mi hermana —murmuró, deteniendo mi mano que se encontraba a escasos centímetros de tocar su cara. Se levantó, se llevó sus dedos al labio herido, y se marchó.

Abril suspiró.

—Madre mía, tendré que hacer que me rescate. Ojalá no anduviera con una chica distinta cada vez que lo veo.

—Eso se llama miedo al compromiso o calentura al extremo. Al menos tiene su lado positivo, muy dentro de su corazón. —Emma se cruzó de brazos y me miró—: ¿estás bien?

Asentí con la cabeza, con el corazón a mil por hora.

—Iré a buscar agua, todo me da vueltas. —La verdad es que necesitaba estar sola un poco, mi corazón iba a salir disparado de mi pecho. ¿Habíamos logrado el objetivo de que Justin se arrepintiera? Nadie nunca me había dicho algo así al oído, me hubiera tirado a la piscina para enfriarme, pero no quería que mis amigas se dieran cuenta, así que un vaso de agua serviría por el momento.

—Vamos contigo.

—No, yo prefiero quedarme acá no me siento bien —murmuró Abril, sentándose en el borde de la piscina.

—Mejor te quedas con ella, yo vuelvo. Cualquier cosa me llamas —dije, de la forma más normal que pude. Al parecer Emma no me creyó porque entrecerró los ojos, sin embargo, Abril no se podía mover.

—No te demores —dijo Emma, entre dientes.

Cuando logré llegar a la cocina, Oliver estaba allí junto al grifo, había tenido la misma idea. Tenía la mitad de la cara enrojecida, y me sentí culpable de que lo hubiesen golpeado.

—Gracias —dije, pasando junto a él—. Es un idiota. No te debería haber golpeado

Su pecho subía y bajaba, y cuando habló, no me miró.

—Está b...

En ese momento se cortó la luz de la casa, y quedó todo casi a oscuras. Me giré en el instante en que un chico ebrio empezó a dar golpes a todos, y lanzó mi vaso lejos. El murmullo de las personas tratando de entrar y salir de la cocina, se intensificaba a cada segundo.

—¡Mierda!

—¿Estás bien? —quiso saber Oliver.

—Sí, ese ebrio me tiró el vaso. Necesito agua. —Estiré mi mano, y torpemente llegué al de él. Se lo quité de golpe y bebí la mitad que quedaba—. ¡Mierda, es vodka!

—¿Pensaste que era agua? —preguntó burlón. No ocultó su risa. Lo hice a un lado y bebí dos vasos de agua.

—¿Y tu chica? ¿ya huyó de ti? —quise saber, gracias a la nueva inyección de alcohol.

—¿Enserio crees que huyen? —Sentí como se removió en su lugar, de pronto creí que estaba más cerca.

—No sé, no me interesa. Necesito salir de acá, me falta aire. —Me faltaba aire desde antes, pero allí encerrada en la cocina con más gente, sentía que me ahogaba. Sobretodo teniendo a alguien como él tan cerca.

—Te aplastaran si intentas salir, espera un poco.

—Sí, lo creo —respondí, lacónica. Cruzando los brazos.

Laura, cállate.

—¿Qué cosa? —Su voz sonaba cansada, como si estuviera aburrido de hablar conmigo.

—Que si huyen de ti.

—¿De qué hablas tú? Con suerte has salido con una persona, y está claro que su cerebro se desarrolló hasta los doce años. No sabes lo que es estar con alguien.

—Sí, lo sé —mentí.

Estaba enojada porque tenía razón. Así que me acerqué a él, desafiante. Una decisión estúpida. Mi idea era que me viera la mirada de enojo, pero con la luz apagada, lo único que conseguí fue que nuestras narices se tocaran otra vez. Estaba más cerca de lo que pensé. Me alejé de golpe por lo tonta que había sido.

Maldito vodka.

Maldita fiesta.

Maldito Justin.

—¿De nuevo? ¿Acaso me quieres besar? Ya te dije que no me agradas Laura. Admito que eres guapa, pero no me gustas —respondió, riendo con su aire de autosuficiencia.

Así que me encuentra guapa.

—¡Ay, por favor! No te besaría ni aunque fueras el último ser en la tierra —respondí, infantilmente—. A mí tampoco me agradas, solo te hablo porque eres el hermano de Emma.

—Ah, ¿sí? —preguntó, tomándome de la cintura. Con sus dos manos me atrajo hacia él y pegó mi cuerpo con el suyo. Bajó su cabeza y sentí su respiración caliente demasiado cerca, estremeciéndome por completo. Nuestras caras se encontraban a solo unos centímetros. ¿Qué estaba haciendo? De pronto sus labios casi rozaron los míos, y con la punta de la lengua lamió la comisura de mi boca.

Ese puro contacto, me produjo más que cualquier beso con Justin.

Mi cuerpo por completo dejó de funcionar correctamente. Como si un desastre se hubiese producido y llamas se encendieron por todo mi ser, amenazando con provocar un incendio sin precedentes. Cuando me intenté alejar y Oliver me soltaba la cintura mientras reía, alguien ebrio se cayó en mi espalda, haciendo que me fuera hacia adelante sin poder controlarlo.

¡Nooo!

Así fue como con Oliver nos dimos un beso sin querer. Él, sin poder moverse por el mueble que tenía detrás; yo por el ebrio que no salía de mi espalda. Un desastre que podría haber quedado sin evidencia si es que no hubiésemos sentido un destello de luz. Un flash que capturó en primer plano lo sucedido.

---

OMG... ¿Qué creen que pasará con ese beso?


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