33. Fingías

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"Pensé que era real, te felicito por lo bien que fingías"

Laura

Mis amigas estaban a las nueve de la mañana golpeando la puerta de mi casa.

Apenas mi mamá abrió, subieron a mi habitación corriendo. Yo seguía en la cama. Abril se sacó los zapatos y se metió a la cama conmigo. Emma se sentó en una silla que puso frente a nosotras.

—¿Era necesario que fuese tan temprano? —pregunté, restregándome los ojos. Tenía un leve dolor de cabeza.

Ese es tu castigo divino por besar a dos personas la misma noche.

Emma carraspeó.

—Ayer pasamos todo el día armando hipótesis del por qué Diego vino a tu casa con donuts. Estoy a punto de arrancarme el cabello de los nervios. —Entrecerró los ojos y habló entre dientes—: Además, está el otro tema.

Abril bufó.

—Ya sé que hay algo más y ella no me quiere contar —refunfuñó, señalando a Emma. Se cruzó de brazos como una niña pequeña—. Así que también me tienes que contar eso que no sé qué es.

Quise salir corriendo. Típico de mí. Pero en vez de eso, me agarré el puente de la nariz pensando por donde comenzar.

—Desde el principio —gruñó Emma, leyendo mis pensamientos.

—Está bien —dije, algo derrotada. Y les conté todo lo relacionado a Diego. Desde la foto con Oliver —que hizo que Abril abriera la boca y no la cerrara más—, hasta la última vez que nos habíamos visto—. Y me dio un beso —agregué, como si yo misma me estuviese pegando puñaladas al corazón. Después de todo le estaba contando a la hermana del chico con el que salía. Sin embargo, mi cerebro ya estaba cansado de mentirle u ocultarle algo a mis amigas.

Abril ahogó un grito emocionado. De esos que te mandas cuando por fin en una película o en un libro los que shippeaste se dan un beso. Pero su cara de emoción se transformó en confusión al girarse hacia Emma, quien tenía la expresión endurecida, y sus labios formaban una sola linea.

Tragué saliva y la miré sintiendo todo el peso de la culpabilidad.

—¿Es una broma? —preguntó, con una perfecta cara de estupefacción.

Negué con la cabeza.

—¿Por qué es tan terrible? ¡Diego la besó! Me mueroooooooo —de repente, refunfuñó—: Ni que estuviésemos hablando de Oliver.

Se produjo un silencio abrumador. Contuve la respiración. Con Emma nos quedamos mirando. Lo único que me sacó de mi estupefacción fue un golpe en la cabeza.

—Ya, habla —dijo Abril.

—Auch, ¿por qué me pegas?

—Por que el par de idiotas se acaba de mirar sospechosamente, justo después de decir la palabra Oliver. Creo que produjo el mismo efecto que si hubiese dicho la palabra pene de la nada frente a la clase... —Levantó una ceja y me hizo un gesto para que comenzara a hablar.

—Laura y Oliver —comenzó a decir Emma, apenas, como si estuviese punto de darle un infarto—, salieron ayer.

—¿Tuviste tu primera vez con Oliver? —Abril abrió los ojos enormes, y puso sus manos a los lados de su cara.

No pude evitar reírme. Ella era directa con lo que quería saber.

—Sí —murmuró Emma.

Le lancé a Emma un cojín que llevaba asfixiando hace un rato.

—¡Déjame hablar! —Me giré hacia Abril—. Pasó luego de la fiesta de Jose. Me vine a quedar con Emma, y terminé en la pieza de Oliver —confesé.

—Ahhhh sí. Típico, te vas a quedar en la casa de tu amiga y despiertas en la cama del hermano —murmuró Abril, sin ningún tipo de expresión facial.

Emma se partió de la risa, y casi se cayó de la silla. Yo me la aguanté, no quería cagarla más con Abril.

—No debería haberlo hecho. Pero pasó. —Me tiré de espaldas a la cama y me tapé la cara con la almohada.

—Y siguió pasando —agregó Emma. No sé si pretendía ayudarme a que contara las cosas de una vez o castigarme por lo de Diego.

Abril suspiró, exasperada.

—Laura lo que no deberías haber hecho era ocultármelo, ¿acaso no somos amigas?

—Sí, pero...

—¿Lo encuentro sexy y rico? Sí. Pero es eso Laura, nada más. No es que esté enamorada de él o algo así. Siempre lo nombro, pero es más de broma. Tú sabes como soy yo. —Suspiró, y me sonrió—. Estoy muy feliz de que por fin hayas conocido lo que es el sexo duro y fuerte como te recomendé. Por que no esperaría menos de Oliver.

Me tapé la cara con las manos.

—¡Paraaaaa! Es mi hermano —gritó Emma, sonrojada.

Abril chasqueó la lengua.

—Detalles, ahora. No empieces con que no quieres saber porque te conozco —le dijo a Emma. Y me tocó el hombro, poniéndose muy seria—: ¿Medida? —preguntó, de repente.

—¡Te lo prohíbo! —exclamó Emma, roja de la vergüenza. Se levantó, y se dispuso a salir de la habitación—. Les doy diez minutos para que cuentes todos los detalles cochinos, yo me iré a hacer algo para comer porque tengo hambre. Huele a dulce, tu mamá debe estar cocinando algo —dijo, antes de desaparecer.

—No te lo debí haber ocultado —dije, abrazándola. Me devolvió el abrazo.

—Sí...no debiste. ¿Laura? —preguntó, bajito. Cerré los ojos, yo sabía lo que quería decir—: ¿y Diego?

—Es un buen amigo. Me gusta tenerlo cerca.

Abril suspiró ampliamente, y se quedó en silencio.

—Estoy orgullosa de ti, bebe —dijo, besándome la frente.

Unos minutos más tarde, después de tener que dar todos los detalles correspondientes, Emma abrió la puerta de golpe con un pan en la boca. Con Abril nos sobresaltamos. Venía con la respiración agitada.

—Alex me invitó a su cumpleaños, pero es en casi dos semanas más. —Caminó a paso rápido hacia nosotras y nos pasó el celular. Los dedos le temblaban—. No sé qué hacer.

—Ir, ¿qué más vas a hacer? —Abril cogió el celular.

—¿Pero cómo voy a ir? Oliver me dijo que él y Alex...—De pronto se calló de golpe. Y me quedó mirando con unos ojos enormes. Emma se agarró el puente de la nariz, y exhaló hartas veces antes de añadir—: salieron bastante.

—¿y? —preguntó, Abril. Sin entender nada.

Al principio yo tampoco entendí, pero leer la expresión de Emma no se me hacía difícil. Supe que se refería a las semanas después de tener mi primera vez. Las mismas en que Oliver desapareció.

—Te dijo que habían estado con muchas mujeres —resoplé, con un poco de amargura. Desde que Oliver me confesó lo que sentía, él supuestamente era solo mío —aunque las personas no son de nosotras, pero lo digo en el sentido de que su corazoncito palpitaba por mí.

Me dio una mezcla entre pena y rabia. Porque Oliver, después de todo, tenía ese lado que a mi no me gustaba. Te gusta ese lado oscurito y perverso cuando piensas en él como alguien sexy y que quieres que te lleve a esos universos paralelos del placer, pero... ¿cómo novio? ¿el amor era capaz de hacer cambiar a una persona?

Me parecía muy irreal. Y ese pensamiento me hizo sentir un poco acongojada.

—Lo siento —murmuró Emma, haciéndose espacio entre las dos. Bajó la mirada, y comprendí que a ella también le afectó lo de Alex porque ellos no dejaron de hablar en ningún momento.

—Para ser justas en ese momento no había ninguna relación entre ustedes, o entre Oliver y yo —murmuré, preguntándome si después de decir que nos gustábamos, ya estábamos en algún tipo de relación.

—Deberíamos ser lesbianas —dijo Abril de repente, cortando toda la seriedad al momento. Se cruzó de brazos con el ceño fruncido—. No nos sentiríamos así por ningún idiota.

Con Emma nos miramos y nos partimos de la risa.

—Deberías ir. Oliver no irá a ese cumpleaños —dije, cuando ya nos habíamos calmado.

—Iré, y ustedes me acompañaran —respondió, sin dudar. Ante nuestras caras de no entender, aclaró—: Es su cumpleaños, habrá mucha gente y no quiero estar sola esperando a que me hable. Así que irán conmigo.

—Me suena a que ya está decidido —dijo Abril, entre dientes.

Emma revoloteó las pestañas en su dirección.

—¿Acaso te vas a resistir a una fiesta con universitarios?

—¡No se diga más! —exclamó, levantándose de la cama de un salto—. Voy.

Ambas deslizaron sus miradas hacia mí.

—¿Tengo opción?

Emma meneó la cabeza.

***

Toda esa semana fue un poco extraña. Con Oliver nos vimos muy poco durante sus descansos de estudios, aunque no por eso era menos intenso. Eso sí, hablamos todos los días por mensajes y llamadas. Lo extrañé los días en que no lo vi, pero a pesar de que quiso que nos viéramos más, no quería ser la culpable de que le fuera mal. Además eran solo dos semanas, y aunque pensé que no iba a ser terrible, lo único que quería era verlo y dejarme envolver por sus brazos. El problema fue que en la mita de la segunda semana, recordé el paseo de curso.

Su examen era el sábado durante la mañana, y justo el mismo día era mi paseo de curso, así que él me iría a dejar al bus.

El jueves —el mismo día del cumpleaños de Alex—, el equipo de la escuela tenía partido. Por lo que esa semana Diego se saltó algunas clases, a otras llegó tarde, y en otros momentos estaba con Nicol. Así que en la escuela no tuvimos la oportunidad de hablar.

Admito que verlos juntos me revolvía el estómago. Era una imagen que no me apetecía ver todos los días. Así que me encontré evitándolo y desapareciendo cada vez que lo veía llegar a alguna parte —menos en el salón de clases por que ahí no tenía opción—. Como los correos de Michelle pararon hasta el paseo, no tuvimos la obligación de hablarnos. Y más de alguna vez estuve a punto de escribirle. El beso había arruinado todo entre nosotros, y no quería aceptarlo.

Los primeros días me sentí algo aliviada de no tener que hablarlo, pero después me empecé a sentir un poco triste porque lo extrañaba, era un amigo que no tenía ganas de perder, menos por una estupidez.

Y me vi pensando mucho en nosotros con donuts y hablando relajadamente en las sillas de mi patio. Y si él quería estar con la loca, estaba bien, lo iba a aceptar. No era quién para decirle algo.

Antes del partido le envié un mensaje.

Laura: Si anotas, te debo una caja de donuts.

Conejito: Pero sin alcohol :p

Esbocé una sonrisa a la vez que menee la cabeza. Si el plan era hacer como que nada había pasado, me equivoqué. Diego no dejaba ir las cosas tan fácil, y siempre se burlaba.

Laura: No, porque después se te cruzan las ideas en tu cerebro.

Conejito: Sí, a mí no más.

Laura: ¡Diego! ¡Para!

Conejito: ja ja. Ok, me deberás esa caja de donuts.

Laura: Veo que va todo bien con Nicol.

No me respondió. Resoplé y con mis amigas entramos al estadio de la escuela. Encontramos unos lugares muy buenos. Ver un partido de fútbol me generaba sensaciones encontradas porque jugaba la bacteria y no quería verlo. Me producía un rechazo terrible, es como si te pegaras más de una hora a ver a tu peor enemigo lucirse y que los demás lo aplaudieran. Y por otro lado estaba Diego.

¿Por qué no desaparece todo el resto de jugadores y lo dejan a él solo moviéndose de un lado a otro? Así todas admiramos a esta hermosa creación de dios con esos pantaloncitos apretados.

—Dios, que trasero.

Emma me pegó en el brazo.

—Te recuerdo que sales con mi hermano.

Me sobresalté. Obviamente mi mente pervertida se hiperventiló e hizo que pensara en voz alta. Incluso me dio un poco de risa y Emma también esbozó una sonrisa.

—Seres así existen para mirarlos, no existe otra explicación —afirmó Abril, abriendo un paquete de papas fritas.

—Miren toda las pancartas que dicen Diego —agregó Emma, moviendo la cabeza para todas partes. La palabra Diego se repetía varias veces en color rosa y llena de corazoncitos.

Conejito, el crush de la escuela.

—Si ahora dijeran que lo besaste, te quemarían viva aquí en la mitad de la cancha. Cancelarían el partido y todo —susurró abril en mi oído. Oculté la risa tras mis manos. Luego, subió la voz—: Aunque yo miro a otro.

—¿Has hablado con Elías? —pregunté, en voz bajita.

Negó con la cabeza.

—La semana pasada me siguió en Instagram. Eso es algo, ¿o no? Quizás le hable hoy.

—Diego va a anotar —dijo Emma, agarrándome del brazo, nerviosa. Moví mi cabeza y lo busqué. Ahí iba Conejito corriendo, corriendo, corriendo y me tenía al borde del asiento. Anotó, dándole la victoria al equipo.

Saltamos y nos abrazamos a la vez que todo el estadio hizo lo mismo. Sus compañeros se tiraron arriba de él, y temí que lo ahogaran. Nicol abrió un cartel enorme con forma de corazón. Diego la vio y de repente deslizó su mirada hasta encontrarla con la mía. Enarcó ambas cejas sin dejar de mirarme, lo hizo tan rápido que pasó casi desapercibido porque Elías llegó a hablarle y se fueron juntos. Pero yo sí lo noté.

—¿Es mi idea o ignoró a Nicol? —quiso saber Emma.

—No te pregunté —dijo Abril, a la vez que intentábamos salir de entre toda la gente. La miré con una ceja alzada. Se acercó a mi oído—. ¿besa bien?

Me dio un escalofrío. No me había permitido pensar en ese beso en toda la semana. Es decir, no lo analicé y cada vez que el recuerdo quiso volver a mi mente, lo empujé de una patada a algún rincón oscuro. No pensé ni cómo había sido, ni lo que me provocó. Con el hormigueo que sentí en el momento, fue suficiente.

—Sí —respondí.

Muy bien Laura, no lo niegues.

De la escuela nos fuimos directo a la casa de Emma.

Laura: Ya va quedando cada vez menos para vernos <3

Oliver: Solo unos días! Y no aguanto... y ya sabes a qué me refiero.

Laura: Creo que lo descubriré cuando salgas de ese examen. No puedo creer que justo me voy de paseo de curso. Aunque será solo hasta el domingo en la noche.

Oliver: El domingo en la noche te iré a buscar.

Laura: ¿Como vas con el estudio?

Oliver: Aún nos queda mucho. Alex ya se ha bebido cinco cafés hoy. Yo...seis.

—Laura estoy demasiado nerviosa, no sé que ponerme —Emma lanzó el último vestido de su armario, era el tercero que me llegaba a la cara.

—No te estreses, si te pones una bolsa de basura te vas a ver hermosa.

—Ay bebé, tendremos que ir de compras —murmuró, sentándose en una silla, sobre una montaña de vestidos y faldas—. Necesito algo nuevo.

—Ya no hay tiempo, escoge lo que sea. —Cogí un vestido—. Este se te verá perfecto.

—Laura, ¿no tienes otro chico que quieras rechazar para que me llegue a mí? —murmuró Abril, cogiendo una de las faldas y midiéndola con su cuerpo. Hizo una mueca—. Esto me cabe en una pierna. ¿Y cómo es que Oliver no tiene idea que vamos?

—No tiene como sospechar, además esta noche se quedará estudiando en la casa de Alex, así que no los verá.

Mi corazoncito se estremeció, tenía ganas de verlo.

Mi celular vibró

Conejito: Creo que me debes algo.

Laura: ¡Sí! Llevaré para el paseo :)

De repente el celular de Abril sonó y se quedó mirando la pantalla con la boca abierta.

—¿Qué es? —Emma le quitó el celular y me lo mostró.

Elías mi amor secreto: ¡Hola Abril! Con los del equipo vamos a ir a celebrar en la noche, ¿te gustaría ir? Puedes ir con tus amigas.

—Los dioses del sexo te han escuchado. —Palmee en la espalda a Abril—. Hoy deberás prenderles una vela. No podrás ir a la fiesta de Alex —murmuré, imaginándome a Emma con Alex por alguna parte; y yo sola, triste, y abandonada en otra parte con un vaso en la mano.

—Esto pasó porque le recé a Sofía —dijo, con una expresión de felicidad marcada en la cara—. Pero no iré, ya me comprometí con Emma. Le diré que vaya a la fiesta de Alex en algún momento.

—¿Estás segura? —preguntó Emma, algo culpable.

—Le diré que vaya. —Abril se levantó de la cama, y comenzó a revisar los vestidos de Emma. Levantó uno—. Este me quedará perfecto. Y tú, Emma, ponte este —dijo lanzándole uno vestido dorado. Luego sacó unos shorts negros a la cintura y un top color vino brillante—. Y esto para ti. Ahora, se dejan de llorar. Y se van a vestir.

***

—¿Y te respondió algo? —Pregunté a Abril, cuando ya iba llegando el taxi a la discoteca.

—Me dijo que haría todo lo posible —murmuró, sacándose lágrimas imaginarias de felicidad.

Emma se refregaba las manos una y otra vez.

—Nunca te había visto nerviosa con un chico —dije, poniendo mis manos sobre las de ella.

—Este es distinto. No sé, me tiene loca —confesó Emma, con la voz exaltada de los nervios.

Suspiré ampliamente.

—¿En qué momento pasamos a estar así de desesperadas? —pregunté, riendo.

—Estamos cagadas. ¿No habrá sido el libro que nos obligaste a leer? Desde que lo empecé, Sofía me ha incitado a tener todos los pensamientos cochinos posibles. —Abril alzó las cejas—. Llegamos.

La música estaba muy fuerte. La cantidad de personas dentro, era impresionante; y los vasos con diferentes tipos de líquidos iban y venían. Las luces parpadeaban al ritmo de la música. En el centro, mucha gente bailaba. Con mucho roce y mucho coqueteo.

Íbamos de la mano para no separarnos; y apenas Alex apareció en nuestro campo de visión, Emma apretó los dedos haciendo que me doliera.

—¡Guau! ¡qué guapas están! —exclamó al vernos. Percibí un brillito cuando sus ojos se posaron sobre Emma.

Abril con la discreción propia de ella, habló:

—Iremos a buscar algo para beber. —Me cogió del brazo y me sacó de allí en un segundo. Un poco más lejos, murmuró—: Es que si no actuamos, ellos son capaces de no quedarse solos en toda la noche. De repente, su expresión se transformó a la vez que miraba algo detrás de mí.

Me giré, algo asustada.

No, esto no puede ser verdad.

Fue como si a mi corazón lo sacudieran, lo hicieran pedacitos y después lo lanzaran a la pista.

Era Oliver. Y no estaba solo, Clara caminaba con él.

Me giré hacia Abril sin entender nada. Y me di cuenta que ella tenía una expresión de felicidad. Me miró confundida, y movió mi cabeza hacia el motivo de su sorpresa.

Era Elías haciéndose espacio entre la gente hasta el bar. Y tampoco estaba solo, Diego avanzaba con él. El corazón se me apretó al verlo.

Mi mirada pasó de Oliver a Diego y de Diego a Oliver. Y de un momento a otro, ambos me estaban observando. Me hubiese gustado sacarle una foto a cada uno.

Oliver parecía como si se hubiese encontrado con la peor de sus pesadillas.

Y Diego... Diego luciendo bello, levantó la mano tímidamente y me saludó.

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Holaaaaa!! Ay! Son tan bonitas con sus comentarios (y perversas...hay que decirlo ajajaj) Gracias por su apoyo... porque me he estado esforzando en crear la historias -que al menos a mí- me gustaría leer.

No se olviden de votar y seguirme <3

¡No nos adelantemos!

Esperemos a saber qué diablos hacía Oliver allí si se supone que estaba estudiando...y además apareció con Clara.

¿Y Diego? ¿por qué estará tan sorprendido de encontrarse con ella? Igual...raro que no esté celebrando con Nicol.

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Qué les gustaría que pasara?

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