41. Rojo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

"Que todo lo he ignorado por ti
Todo ha sido por ti
Mi cuerpo sin saber te llama"

Laura

Oliver: Bonita, no podré ir a dejarte al bus :( El profesor me ha pedido que llegue antes a dar el examen.

Me encontré con Emma en la misma esquina de siempre. Su sonrisa de oreja a oreja se me contagió de inmediato.

—¿Por qué tan feliz?

—Unos besitos por aquí y por allá —respondió, riéndose—. Alex me tiene loca, no sé qué hacer—. Su cara se ensombreció—. Y yo me voy.

La abracé.

—No pensemos en eso. Tú preocúpate de vivir tu amor al máximo.

Resopló.

—Me cuesta ser como tú. Vivir más el momento y menos en el futuro —replicó, haciendo una mueca—. ¿Cómo se ha portado mi hermano?

—Tu hermano ayer hizo dos cosas que me colapsaron. Primero, me preguntó si yo quería ser su novia; y segundo, se fue corriendo detrás de Clara.

Emma no pareció verse sorprendida.

—No me gusta ella.

—A mi no me gusta que salga corriendo detrás de ella.

—¿Y qué le respondiste? A lo de ser su novia...

—Me dijo que le respondiera después del paseo —gruñí.

—Laura... ¿pasa algo con Diego?

Me quedé en silencio, como si eso fuese a borrar la pregunta de nuestras memorias.

—Me confunde —confesé—. Es que nos llevamos muy bien, me gusta mucho su amistad. No la arruinaría con otra cosa, además lo ayudo con Nicol. Y estoy con tu hermano. Yo... quiero estar con tu hermano, no con Diego. Pero no me encuentro segura de nada.

—No lo puedo creer. Siempre —secretamente—, pensé en Diego para ti. No sé por qué. Y él tiene una relación algo enfermiza con su ex novia.

Asentí con la cabeza.

—Lo sé. ¿Tu hermano no tendrá una relación un poco extraña con Clara?

Emma se agarró el puente de la nariz.

—No sé.

Llegamos a la entrada de la escuela, y el bus ya se encontraba estacionado. Abril nos agitó la mano, Elías revisaba su celular junto a ella. Mis amigas estaban felices y eso me llenaba de felicidad a mí. Aunque mi sonrisa se desvaneció al ver a Nicol correr, no pude evitar ver hacia donde corría.

Se supone que esto no te tiene que afectar en nada.

Le cogió el brazo a Diego, y él se giró sorprendido. Al verla, se apartó con aspecto cansado.

¿Por qué la rechaza? ¿Así piensa tenerla de vuelta?

Diego encontró su mirada con la mía, y me giré avergonzada de que me hubiese pillado mirándolo.

—¿Y qué le responderás? —Emma me sacó de mi estrés.

—¿A quién?

—A Oliver.

—mmm no sé. Lo pensaré... creo que sí —murmuré, recordando que yo me iba a Nueva York.

—Y yo creo que tendrías que estar un poco más segura. Haz lo que tu corazón quiera hacer. Que no te importe nada más. Aunque si tienes dudas con ya sabes quien, piénsalo mejor —dijo, poniendo su mano sobre mi hombro—. Lo que tú hagas te voy a apoyar. Al menos que quieras estar con los dos al mismo tiempo.

Fruncí el ceño.

—No estoy con los dos.

Justo llegamos donde Abril.

—¿El amor está en el aire, o no? —preguntó, enarcando las cejas.

Sentí a alguien acercándose por mi espalda. Miré por sobre mi hombro. Era Diego. Abril soltó una risita sospechosa. La miré con los ojos entrecerrados, algo confundida.

—¿Nos vamos juntos? —preguntó Diego. Se acercó a mi oído haciendo que me estremeciera—. Por favor, lo necesito para el plan.

Suspiré.

Sí, el plan de recuperar a la loca.

Sonreí fingidamente, y él soltó una carcajada.

—Está bien —gruñí, entre dientes. Subí primero. Nicol ya se hallaba arriba. Me asesinó y me lanzó diez cuchillos y una bomba con su pura mirada. Bueno, si iba a ser parte de este plan, le iba a poner empeño. Así, Diego por fin se quedaba con ella, y yo ya no tenía por qué tener algún tipo de duda. Me dirigí a los asientos que estaban detrás del de Nicol.

Me senté y Diego abrió los ojos. Me hizo un ademán para que nos moviéramos, y yo enarqué una ceja y me crucé de brazos. Resopló y se sentó. De inmediato, Nicol apareció.

—Hola Laura —siseó. Para mí fue como una víbora dirigiéndose a mi ser diminuto.

—Hola Nicol.

—Así que ya saltaste a tu próximo objetivo —dijo, señalando a Diego.

—Sip, aparentemente tengo la posibilidad de ir de chico en chico —respondí, enarcando las cejas. Si iba a ser perra, lo iba a ser con todo. Después tendría que soportar su odio menos de dos meses, y adiós. De repente me sentí más interesada en que Diego y Nicol estuviesen juntos.

Egoístamente, porque tenía muy claro que ella no se merecía ni un dedo de Diego.

Lo haces solo para que pensar en él no sea una opción.

Chao, pensamiento enviado al área 51 de mi cerebro.

—Pero antes ninguno te miraba —agregó, con una sonrisa fingida.

Diego refunfuñó a mi lado.

Sí, esta es la chica que quieres.

—Nicol, ¿te puedes girar? —preguntó él, con una paciencia que me sorprendió.

—Con una condición —dijo, revoloteando sus pestañas hacia él.

—¿Cuál?

—Que duermas conmigo en mi habitación.

Me podría haber levantado —descaradamente— del asiento y haberla lanzado bajo el bus. La idea de Diego durmiendo con ella me revolvió todo mi interior. El mundo se detuvo, y como me di cuenta de lo que me afectó, tragué saliva y hablé:

—¿O qué? —pregunté, teniendo muy clara su respuesta. Ya conocía a Nicol.

—O te haré la vida imposible este paseo.

—Nicol, yo no me voy a cambiar de habitación. —Michelle apareció desde el asiento de al lado de ella. Con la pura mirada de su amiga, volvió a sentarse.

—No lo haré —respondió Diego. Sentí una felicidad que me desconcertó. Así que contra toda voluntad de mi ser, y si él insistía en que esto era lo que quería, agregué:

—¿Y vas a dejar que me haga la vida imposible? No lo puedo creer.

Diego pareció sorprendido, e impactado con mi actitud.

Quiero que salgas de mi mente.

—Yo... —balbuceó. Enarqué una ceja, apresurándolo a responder—. Está bien.

Nicol le cerró un ojo y se giró.

Tomé aire y esbocé una sonrisa fingida. Miré a Diego quien tenía la vista pegada en el mismo lugar donde segundos atrás estuvo Nicol. Lo golpee del brazo para que reaccionara, y me sentí un poco afectada por su conmoción.

Sí que está enganchado de ella.

Y yo dudando de que quizás le gustaba yo.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó confundido, en voz baja.

—Ya basta, estás extendiendo demasiado tu plan. Ella quiere estar contigo y tú con ella —respondí, enfadada.

—¿Y por qué te enojas? —replicó arrugando la frente.

Relajé mi expresión, no me había dado cuenta de la intensidad de mi respuesta. Le toqué el hombro.

—Solo me estresa que seas tan lento. No tienes por qué darle más vueltas. Ya está.

Ya había hecho mi trabajo, y no quería hablar del tema.

—¿Ya está? —preguntó, como si no entendiese lo que sucedía.

—Sí, ya está —respondí, enojada.

No te debes enojar.

—Literalmente me mandas a dormir con ella —gruñó—. Sí, me queda claro que "ya está" —agregó, imitando mi voz.

Me giré para enfrentarlo, pero él se puso los audífonos, terminando toda conversación conmigo. Le saqué un auricular.

—¿Qué te pasa?

—Nada, no era lo que tenía planeado.

Bufé. Los dos enojados y un viaje por delante.

—Así que finalmente un plan no te salió como querías —murmuré. Estaba enojada con él y conmigo. Y me sentí angustiada porque en ese mismo momento me di cuenta que él no era una opción, que nunca lo fue. Y gracias a mí, iba a dormir con su ex novia en el mismo hotel donde yo iba a estar.

No me culpen, simplemente fue el shock del golpe de la realidad. Ese mismo cuando las cosas no salen como esperamos. Si bien yo lo había presionado, no obligué a nadie. Pero bueno, allí —por el dolor de mi corazoncito— me di cuenta que no solo estaba confundida sino que Diego me gustaba. Y Oliver también.

Tragué saliva al admitirme a mí misma la realidad. Y bueno... al parecer ya podía sacar a Diego de la ecuación definitivamente.

¿Pero qué quería hacer él exactamente?

La verdad es que habían pasado solo dos días desde que Nicol nos había visto juntos. Quizás sí me adelanté un poquito a los planes. Fruncí el ceño esperando su respuesta. Él se limitó a escudriñarme con la mirada, hasta que abrió la boca.

—Aún tengo tiempo —dijo, y se puso los audífonos. Notoriamente enfadado.

Bufé, y me giré hacia la ventana. Saqué mi celular.

Oliver: Bonita, ¿todo bien en tu viaje? Estoy a punto de entrar al examen. Perdón por lo de ayer, a Clara la asaltaron cerca de la casa de una amiga. Por cierto, la pregunta que te hice la hice de verdad. Quiero estar contigo.

¿Les ha pasado que a veces quieren renunciar por unos momentos de los dramas de su vida? Porque Oliver también me tenía enojada, ¿iba a seguir corriendo tras Clara? No entendía esa relación.

Pero bueno, la habían asaltado. Si una de mis amigas me hubiese llamado y dicho lo mismo, tampoco lo habría pensado para salir corriendo tras ellas.

Laura: Te irá perfecto. Ya te quiero ver, ¿podrías no salir corriendo la próxima vez?

Oliver: Lo prometo, ¿y tú podrías enfocarte solo en mí?

Le lancé una mirada a Diego, y solo vi su espalda porque se había girado. Me agarré el puente de la nariz.

Dios, dame paciencia también, por favor.

Laura: Lo prometo.

Lo envié no muy segura de poder lograrlo, pero con toda la intención. Obvio que la promesa me duró poco y que rápidamente me enteré que las intenciones no eran suficientes.

Así que las dos horas que duró el viaje, Diego evitó cruzar palabra conmigo. Cuando llegamos al hotel, la profesora encargada nos dio a todos las llaves correspondientes a nuestras habitaciones. A mí me tocaba con Emma y Abril.

—¿Qué has hecho? —murmuró Abril.

—¿Por qué?

Con la cabeza me señaló a Diego.

—Se ve molesto.

—Lo ayudé con Nicol, no sé por qué anda llorando ahora —refunfuñé. Caminé dando zancadas hacia el ascensor.

—Laura —susurró Abril. Abrió la boca, y justo llegó Elías enojado.

—¿Qué pasa? —Abril lo cogió del brazo.

—Tengo que irme a la habitación de Michelle —gruñó—. No puedo creer que...—de repente me vio y cerró la boca de golpe. Abril se giró a observarme.

—¿Qué?

—¿Metiste a Nicol en la habitación de Diego?

—Sí —dije, totalmente confundida de la escena. Aunque rápidamente entendí que al hacer eso envié a Elías a dormir con Michelle.

Ok, renuncio de nuevo.

—Laura, ¿no lo ves? —preguntó Elías, señalando a Diego. Caminaba con la cabeza gacha.

—Sí, perdón. No pensé en que tú te tenías que ir a otra parte. En verdad no pensé en nada.

—¡Laura! Eso no...ahhhgggg. —Abril agitó las manos, y se dirigió a Elías—. Creo que ya está claro, no hay dudas.

—¿De qué hablan? —pregunté, con toda la culpabilidad encima. Emma parecía entender menos que yo. Para reivindicarme, murmuré—: Traje una botella de tequila de mi papá. Se las regalo si me perdonan. Abril se acercó y me abrazó.

—No te preocupes bebé. Aunque sí la beberemos, por supuesto.

Elías se encogió de hombros y se giró hacia donde estaba Diego. Nosotras fuimos a nuestra habitación y revisamos el horario de actividades.

—Primero, almuerzo en el restaurante del hotel —comenzó a enumerar Emma—, luego tiempo libre en la piscina, más tarde una charla vocacional de mil horas, y todo termina a las ocho con una cena.

—Después nos volvemos locas, y sacamos ese tequila que ya me está llamando —murmuró Abril. Se lamió los labios.

—¿Y dónde lo beberemos? —preguntó Emma.

—Elías me dijo que todos nos escabulliremos a la playa luego de la cena. Está listo.

Las tres comimos juntas, y Emma con Abril me contaron los detalles de sus nuevas aventuras amorosas.

Más tarde nos fuimos a la piscina. Toda la clase se hallaba allí y la profesora roncaba mientras dormía en una reposera. Tenían un equipo de música sonando a todo volumen, y algunos bailaban. Abril me cogió de las manos y comenzó a bailarme. Las tres bailamos sin importar quienes nos miraran. No me iba a amargar por Nicol, ni Diego que —al parecer— seguía enojado conmigo.

—Me encantaaaa esta canción —gritó, Abril.

De repente, abrió los ojos y se quedó quieta. Me giré, y me encontré a Diego con la mano estirada, invitándome a bailar. Enarcó las cejas cuando no me moví. Y me quedé unos segundos sin reaccionar a su petición.

___

Ay, dios

No puedo con esto...

¿Que baile con él o no?

¿O mejor que huya a llamar a Oliver?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro