8. Mamita

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

"Cuando me miras así
No sabes lo que te haría"

Oliver

Cerré la puerta de la habitación de Emma y me quedé apoyado en la pared tratando de tranquilizar mis pensamientos y recobrar el aliento. Joder. ¿En qué momento la mejor amiga de mi hermana chica había crecido? La semana anterior, para mí, era una niña de doce años. Cuando la vi subir a mi auto en ese vestido tuve que calcular en mi mente qué edad tenía por que no podía creer lo que mis ojos veían.

Laura Miranda creció, y se convirtió en una mujer, guapa. Y eso para mi era un problema, las mujeres guapas eran mi debilidad, y nunca había tenido una tan cerca y a la vez tan lejos.

Me refregué la cara con las manos, y negué con la cabeza.

Mi hermana me mataría. Sus amigas eran intocables. A pesar de que no lo demostraba mucho, Emma era una de las mujeres más importantes de mi vida. No podría aceptar que me odiara.

—Mierda, mierda —murmuré, calmando mis pensamientos.

Laura después de que la engañó el novio, había decidido cambiar su actitud; de la inocente y angelical Laura, a la seductora. Incluso sus ojos se oscurecieron. Irradiaba sensualidad, y una energía sexual la envolvía. Simplemente, me tenía desesperado no poder ir y tratar de conquistarla, o insinuarle que me atraía. Y quizás eso mismo hacía que me atrajera más.

Hasta mi madre amaba a Laura, si intentaba ligar con ella, me parecía imposible que no se enteraran, y por lo tanto, que no me mataran.

Pensé que era solo yo, pero apenas entramos a la fiesta los ojos se posaron en ella. Aunque pareció no darse cuenta. Mi vista se fijó en su trasero, y su cintura pequeña. Mi debilidad. Su cabello corto, con el movimiento a veces dejaba entrever su cuello, ¿cómo es posible que cambiara tan rápido? Quería morderle el cuello, y decirle que la quería conmigo. Me iba a volver loco si no la tenía rápido para mí.

De pronto tomé conciencia de que la conocía de toda la vida, siempre me había parecido dulce y bonita, pero nada más que eso. Ahora, sus labios rosados me llamaban para que los besara.

Bailé y me besé con Clara, y luego la entré a la casa donde las luces estaban apagadas para besarla con más intensidad, y poder tocarla. Todo iba bien hasta que, de reojo, vi a Laura bailar por la ventana que estaba junto a nosotros. Esa chica sí que tenía dominada la noche, ni parecía que su novio la hubiese dejado, cada movimiento de su cuerpo me indicaba que lo único que quería era olvidar a su puto ex novio teniendo sexo con otro. Lo sé, porque ya había estado con varias así.

Y no me quejaba, yo no quería nada serio con nadie.

Le dije a Clara que ya volvía y fui al baño a refrescarme, cuando llegué metí la cabeza bajo el grifo y la dejé allí, tratando de calmar mis pensamientos. No podía creer que en tan solo una noche mi mente se había puesto patas arriba. Sabía que si me lanzaba a Laura, podría estar con ella esa misma noche, sin embargo, esos pensamientos no me ayudaban en nada.

De repente, contra todo pronostico, y como si fuese una broma, Laura abrió la puerta del baño, y la cerró de golpe. Apoyó su frente en ella, y durante unos segundos me quedé mirándola.

¿Era eso una señal?

Cuando se dio cuenta que yo estaba con ella, vi el brillo en sus ojos y el nerviosismo en su piel. Y eso, antes a ella no le daba.

Algo había cambiado, y no solo para mí.

El imbécil de su ex novio estaba fuera de la puerta. Tenía que huir de allí, y ella torpemente impidió que yo saliera del baño y terminamos los dos en el piso. Sus pechos se recargaron en mi cuello, y con una mirada rápida noté que el vestido se le había subido. Mi pantalón se tensó de solo tenerla allí. No pude más que hacerla a un lado y salir prácticamente corriendo.

La amiga de mi hermana pequeña...quien diría que ese sería en algún momento mi deseo prohibido. Siempre pensé que sería alguna profesora, claro que ya me había tirado a la que estaba más buena. Fue entretenido y extaciante, sin embargo, esto superaba todo.

Cuando nos encontramos en la cocina, rocé mis labios con los de ella. Aunque no pensaba besarla, solo quería hacer que me deseara, y que pensara en mí como una opción para liberar todo el odio contra su novio. Pero ahora había una foto de nosotros. La cara que puso cuando se dio cuenta, fue como si se le cayera el mundo.

Más tarde —en la salida—, me acerqué a ella sin poder aguantarme, quería tocarla y su espalda era suficiente en ese momento.

Y allí lo vi más claro, ella también me deseaba.

Serás mía

Me tenía caliente, excitado, y con ganas de tocar cada centímetro de ese cuerpo.

Fuera de la habitación de Emma respiré hondo.

Maldita seas, Laura.

Su ropa interior inocente desapareció para hacer paso a las que ya estaba acostumbrado, pero no fue hasta que le vi su trasero al descubierto, cuando me di cuenta que sin dudas nunca había tenido entre mis manos o mis besos uno así. Me fui a dar una ducha fría, pero eso solo se iba a pasar de una forma, y no me podía quedar en la casa mientras la amiguita seguía en ella.

Marqué el número de Clara. Luego de la fiesta me fui con ella a su casa, y tiramos como nunca. Hace años que conocía a Clara, y teníamos acordado ser amigos y tener sexo de vez en cuando —y nada más—, porque yo no iba a tener una novia, menos a los veinte años.

Clara había salido de varias malas relaciones y lo único que quería era divertirse y explorar su sexualidad al máximo.

Bendita seas Clara, y benditas sean las mujeres que tienen sexo por que sí, porque se sienten cómodas, porque les gusta, y no les avergüenza tener un orgasmo si no están de novias.

—¿Un día lunes? —Fue lo primero que dijo, acompañado de una risita inocente.

—¿Acaso hay algún día que sea mejor que otro? —respondí.

—Tendría que ir a tu casa, mis padres están acá.

—Te espero —respondí sin pensarlo. Si ponía la música fuerte, mi hermana ni lo notaria.

—Llego en veinte minutos.

Bajé a la cocina para ver si tenía alguna pizza en el congelador. Habían dos de Emma. Pensé en reponerlas al día siguiente, pero justo entró en la cocina y me pilló con una en la mano. Me giré con una sonrisa enorme fingida.

—¿Por qué sacas mis pizzas? —preguntó mi hermana, desde el marco de la puerta. Sus dos amigas estaban más atrás. Laura se giró, evitándome. Emma sí que podía ser un grano en el trasero. La quedé mirando.

—Tengo hambre. —Me encogí de hombros—. Si quieres te paso mi tarjeta y vas a comprar pizzas a alguna parte, lejos... con tus amigas.

—¿Y podemos ir al cine? —preguntó, amenazadoramente. Emma tenía su genio, cuando le tocaba sus cosas se ponía como una fiera, sin embargo, que fueran al cine no podía ser más perfecto, tendría la casa para mi solo.

—¿Quieres que te compre ropa también? —pregunté irónicamente. Rodé los ojos—. Vale. Vayan al cine, y no me molesten.

Llévate a Laura lejos de mí.

—Gracias guapito —dijo Emma. Me beso la mejilla y salió con sus amigas.

Veinte minutos más tarde, Clara se encontraba en la puerta, con un vestido apretado. No me aguanté, cerré la puerta tras ella, la giré, y se lo saqué allí mismo. No había nadie en la casa, y nadie nos iba a molestar.

—Que rápido que estás cariño —dijo, girándose para darme un beso. No llevaba ropa interior, y mis ojos se encendieron al tenerla así apenas había entrado a la casa. La atraje hacia mis caderas, y con mis manos recorrí desde su cuello hasta la parte baja de su espalda. Ella tampoco se demoró en desabrocharme el pantalón, metió la mano en el bóxer y rodeo con su mano mi miembro que ya estaba listo para ella. La apoyé en el respaldo del sillón y se quedó allí esperándome.

Clara sabía tanto, que aunque ella no me gustaba como para tener una relación, hacía que me calentara solo por el hecho de sus movimientos. Me encantaba su forma de ver la sexualidad como algo libre y natural, sin pudores. Hacía que de todas...ella fuera mi favorita. Podía acostarme con tres en una misma semana, aun así, siempre terminaba llamando a Clara.

Bajó acariciando mis piernas y se quedó de rodillas frente a mí. Y en eso estábamos cuando la puerta se abrió de golpe. Emma, Laura y Abril se quedaron de una pieza en el marco, cada una con una caja de pizza en la mano. Pero de las tres, la única que apartó la vista fue Emma.

Puta madre.

Rodé los ojos, y busqué el bóxer con la mirada antes de girarme y ponérmelo de espaldas a ellas.

—¡Anda a tu pieza cochino! —gritó Emma, enrojecida. No sé si de enojo o vergüenza, o ambas. Se tapó la cara, y agitó sus manos frente a ella.

Clara se levantó, con una elegancia y tranquilidad impresionante para la situación. Corrió a recoger su vestido, y se lo abroché de un solo tirón. Me besó la mejilla.

—Espérame afuera —murmuré en su oído. Se hizo espacio entre mi hermana y sus amigas para salir de la casa. Me dio un poco de risa ver como Laura la seguía con la mirada.

—¿Y tú no ibas al cine? —pregunté, poniéndome la camisa, cabreado. Nada más mata pasiones que tu hermana menor te vea teniendo sexo.

—¡Pero no hoy día, idiota!

—¿Pero por qué te enojas? —dije, exasperado.

—¡Por que te estás tirando a una puta en la entrada de la casa! Tienes tu habitación para hacer eso.

—Eso —repetí, poniendo los ojos en blanco. A mi no me engañas hermanita, sé muy bien que una inocente paloma no eres—. Deja de armar un show. Además, Clara no es ninguna puta.

—Tienes razón —dijo, respirando hondo—. Ella no tiene la culpa de haberse cruzado en la vida con un suelto como tú—. Y subió a su habitación corriendo. Sus dos amigas quedaron allí, mirándome. Abril me sonrió y subió rápido.

Laura carraspeó nerviosa, sus mejillas se encendieron y se quedó allí plantada.

—¿Te calentó verme? Porque si quieres, así te puedo tener —murmuré cuando pasé a su lado. No me quedé para ver su expresión pero luego miré por sobre mi hombro. Se llevó una mano a la boca, y subió las escaleras como si las piernas no le estuviesen funcionando del todo bien.

Afuera, Clara estaba apoyada en el coche. Me acerqué riendo.

—No sabía que llegarían —dije, mordiéndole la oreja.

—No te preocupes cariño, otro día lo continuamos.

Me dio un beso en la mejilla, habíamos acordado nunca besarnos si no era mientras estuviésemos teniendo sexo, o a punto de. Se subió a su auto, y desapareció.

Entré a la casa enojado con Emma, por haberme interrumpido en el último minuto. Eso me lo iba a tener que pagar de alguna forma, quizás tirarme una vez a Laura no era tan mala idea.

--

¡Ah! Capítulo inesperado...el primero desde el punto de vista de Oliver.  Así sabemos qué está pasando por su cabeza y qué opina de Laura, y su soltería.

¿Quieren seguir sabiendo qué pasa por la mente de Oliver?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro