Capítulo 1: Perfectly Normal

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1. Perfectamente Normal

Los Dursley, del número cuatro de Privet Drive, se enorgullecían de decir que eran perfectamente normales, muchas gracias. Su rutina era bastante simple y repetitiva, como deben ser siempre las rutinas normales, y eran la última familia en verse envuelta en algún escándalo.

Vernon Dursley, el jefe de la casa, salía todas las mañanas a trabajar, y Petunia Dursley, su esposa, le arreglaba la corbata y le daba un beso de despedida todas las mañanas, junto a la puerta. Ella le tiene preparadas todas las comidas y habla con sus vecinos todos los días. Tienen un niño llamado Dudley, al que quieren mucho, porque es su niño perfecto. Completamente normal. Es la vida perfecta, según los estándares de cualquiera, y dan envidia a los demás.

Petunia conoce todos los secretos de sus vecinos. Es muy cotilla, pero se guarda algunos de esos secretos para tener un arma si llega el momento.

Pero, como todo el mundo, tiene sus propios secretos. Cosas que se ha guardado para sí misma.

Hace once años, encontró un bebé en la puerta de su casa, con una carta atada a su cestita. La carta hablaba de su hermana, una persona en la que Petunia no había pensado en años, y de su prematura muerte. Ella y su marido habían sido asesinados, y este bebé era su único hijo. Harry Potter.

Al parecer, había una guerra no muy lejos de Privet Drive y de la vida normal que llevaban ella y su marido. Una guerra que no se libraba con armas o misiles, sino con magia. Había un lunático, un Señor Tenebroso, le llamaban en la carta, que quería apoderarse de Gran Bretaña y los Potter habían sido asesinados por ese mago.

Y, por alguna razón, cuando el mago intentó matar al bebé, lo mató a él.

Entonces, este bebé que ella estaba mirando era en realidad el Salvador de la Luz. El que estaba destinado a matar a este Señor Oscuro, a este lunático. Y necesitaría ser protegido. Así que la carta le pedía que, como deber hacia su hermana, protegiera a su bebé de ese mago.

Recuerda haber mirado al bebé durante unos minutos. Harry tenía una cicatriz en la frente, pero parecía completamente imperturbable. Se preguntó si se habría enterado de lo que pasaba cuando murieron sus padres o si habría estado durmiendo. Dormía tranquilamente, más tranquilo que su Dudley, que roncaba y hacía ruidos.

Es adorable, pero no tanto como su Dudley, y le recuerda vagamente a su hermana.

Lily Potter.

Petunia pasó toda su vida odiando las cosas raras. No le gustaban las novelas de terror ni de fantasía. Odiaba los cuentos que le contaban sus padres.
Petunia no creía que la gente pudiera volar si no era dentro de un avión, y desde luego no creía en la magia.

Lily era todo lo contrario. Le fascinaban las cosas inexplicables, lo oculto, la fantasía y lo imposible. Quería estudiar lo que se consideraba extraño. Quería comprender. Y, como si un Dios la hubiera escuchado, cuando Lily tenía once años, la familia Evans recibió la visita de una bruja que afirmó que Lily también lo era.

Lily había dejado a su familia, había abandonado a Petunia, se había casado con un ricachón que conoció en aquel colegio de bichos raros para magos, James Potter. Petunia lo sabía, sus padres habían querido que mantuvieran el contacto, aunque nunca lo hicieron. Petunia se pasó la mayor parte de su vida odiando a Lily por haber ido allí, por haber abandonado a la familia, y lo único que deseaba era desvincularse por completo de su hermana.

Tomó su decisión en ese mismo momento, pero sabía que primero debía consultarlo con su marido. Llevó al bebé dentro y se lo enseñó a Vernon. Vernon también leyó la carta, la leyó muchas veces, porque no entendía qué estaba pasando y de qué estaban hablando, pero, después de que Petunia se lo explicara, estuvo de acuerdo con ella. Le dieron de comer a Dudley y, cuando ya era tarde y no había nadie más fuera, se metieron en el coche y empezaron a conducir lejos, muy lejos de su casa perfectamente normal.

Ahora, once años después, esta tumbada en la cama, sin poder dormir. Su Dudley está cada vez más grande y quiere cada vez más regalos de cumpleaños y comida. Hace una década que no piensa en Harry. Se pregunta si entonces tomó la decisión correcta. Harry sin duda había necesitado protección, era un simple bebé, pero ella estaba segura de que si le hubiera pasado algo, habría recibido otra carta.

Vernon conocía un orfanato, católico, donde Harry se criaría bien, lo suficiente como para que no tuvieran que lidiar con su rareza. Petunia se aseguró de decirle a la hermana que tomó al bebé de sus brazos que se llamaba Harry Evans, y no Potter, porque los magos esperaban un Potter y no un Evans.

Les dijo que los padres de Harry habían sido negligentes y habían tenido una sobredosis, porque entonces las Hermanas se vieron obligadas a hacerle nuevos documentos legales. Petunia se siente aliviada, ahora, que Harry nunca será asociado con los Potter.

Pero, aun así, nunca ha entendido a los magos. Tal vez tengan alguna forma de detectar que este niño es Harry Potter.

Tal vez no.

Petunia se aclara la cabeza, se pone de lado e intenta dormir un poco. Es inútil pensar en el pasado ahora. Dudley la necesita.







***
N. T:
Y comenzamos la historia uwu
Personalmente me hizo llorar a mares
De felicidad? ¿Tristeza? ¿Furia? Ah quien sabe, averigüenlo ustedes jsjsjsjsj
Ranita de chocolate 🐸🍫

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