Dolorosamente bello.

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¿Alguna vez has visto algo tan hermoso que te ha hecho llorar?

Veía su alrededor y se daba cuenta que era totalmente ajeno a este, los acontecimientos que emocionaban a su familia y hacían convivir a esta no causaban el mismo impacto en él, sus labios siempre se mantenían en una fina línea y sus ojos ya no transmitían el brillo que antes tenía.

Sentía como si fuera un robot, teniendo una rutina sumamente monótona con movimientos automáticos, no hacía más que cumplir con sus tareas del instituto y poco más, no le interesaba las cosas que antes lo hacían como el deporte o jugar videojuegos.

La consola que sus padres le habían regalado por su décimo cumpleaños estaba llena de polvo y poco le interesaba, los grandes lienzos que tenía en su habitación se estaban tornando un poco amarillentos, el balón de baloncesto con el cual jugaba se estaba desinflando y muchas más cosas que usaba están volviéndose viejas con el pasar del tiempo, como si el pelinegro no hubiera estado allí nunca.

Le fastidiaba un poco, recuerda haber estado rogando por unos meses aquellas caras pinturas, pero el simple hecho de tomar un lápiz para dibujar un boceto le revolvía el estómago, ya no era él mismo y eso le daban ganas de llorar porque, por más que quiera volver a animarse realizar uno de los maravillosos cuadros que hacía, no puede y no sabe si podrá volver a hacerlo.

— Estoy bien.

Estaba claro que no lo estaba y aquello era muy evidente, pero no lo podía decir por alguna razón. Su voz se veía atascada cuando, a mitad de la noche, intentaba llamar a sus padres en busca de consuelo cuando los recuerdos inundaban su mente y sus lágrimas eran un río sin fin, pero en eso se quedaba, en un intento, mientras su estómago dolía por la fuerza de su silencioso llanto, él era incapaz de pedir ayuda.

¿Por qué era tan difícil? Eran sus padres, ellos lo entenderían más que nadie y verse vulnerable con ellos era completamente normal, sólo debía hablar un poco y aceptar toda la ayuda que los adultos le estaban brindando porque ellos, desde la oscuridad, hacían todo lo que podían, sólo era cuestión de que el menor la aceptase.

Eso le hacía sentir más miserable de lo que era y su tristeza se mezclaba con ira, una combinación letal y peligrosa como para hacer estallar una bomba y, a veces, le sucedía. Estando en un estado neutro en su habitación, sus padres desde el primer piso lograban escuchar los gritos adoloridos de su hijo mientras soltaba golpes al aire, muchas veces también se golpeaba a sí mismo, siendo incapaz de ver por su seguridad y, si los señores Jeon no hubieran estado con él, su suicidio estaba más que asegurado.

Mordía su mano a la vez que su cabello era fuertemente jalado, empezó tirando los útiles que se encontraban encima de su escritorio y terminó lanzando un tarro de negra a un lienzo al descubierto, hace unos días había intentado – nuevamente – hacer algo, pero fallando en el intento.

La superficie se manchó totalmente y en pocos espacios se lograba apreciar lo blanco que era, con paso apresurado caminó hasta colocarse delante de este y enterró sus manos en el espeso líquido para cubrir totalmente el lienzo de negro. Abrió más latas de pintura con brusquedad y, enterrando sus manos en ellas, empezó una dolorosa obra de arte.

— ¡Te odio!

Jeon JungHa y Jeon Hyerin se pusieron alertas cuando escucharon al menor gritar, dejaron de preparar la cena para ir a por su hijo. Sus pasos eran un poco torpes debido al miedo y estuvieron a nada de caerse por las escaleras, pero lograron llegar hasta la habitación de Jungkook y no sabían muy bien cómo reaccionar.

Totalmente lleno de pintura negra y otros pocos colores pintaba lo que parecía ser un rostro, su cuerpo temblaba con demasiada fuerza y, el hecho de usar solamente sus manos como pinceles, les despertaba una preocupación por el chico sobre de que si se estaba haciendo daño. Lo que más les espantaba, era lo hermoso que se veía.

Sus pies estaban descalzos y sus movimientos hacían parecer como si bailara, sus lágrimas eran de por sí una obra de arte, en el lienzo de a poco se lograba apreciar una figura conocida para todos. Verlo era doloroso, no podían negar que era un escenario sumamente bello y, mientras los adultos se quedaban atónitos ante lo que sucedía frente a sus ojos, el menor era atacado por recuerdos.

— ¡Te odio mucho, Kim Taehyung!

Como cuando lo conoció, eran tan sólo unos niños inocentes en ese entonces, su única tarea era divertirse y jugar o eso se suponía. Jeon lo hacía más que bien, había sido ese niño que siempre llevaba una sonrisa tierna en su rostro, disfrutando de su alrededor y del amor que le brindaban las personas a su alrededor, pero parecía que su amigo no era consciente que era un niño porque no le veía reír, ni si quiera sonreír.

Desde que llegó a la guardería le invitaron a ser integrado a los demás, pero el niño no parecía querer lo mismo, siempre negando o colocando alguna excusa cuando él o alguien más le invitaba a jugar. Su rostro era serio y Jungkook, por un momento, pensó que no era un niño, pensó que, tal vez, podría haber estado en problemas y no entendía nada, él creía que sólo los adultos tenían esos dolores de cabeza, sin saber que un niño también podía, desgraciadamente, tener problemas, muchos problemas.

Su preocupación empezó a crecer, llevándolo a hablar con sus padres sobre aquel niño castaño con mirada triste y sin sonrisa. ¿Qué era lo que le ocurría? ¿Acaso era algo malo? Pensarlo le hacía llorar, creando una cadena de preocupación que fue a dar con sus padres, muchas noches consolaban al pequeño con tardías promesas sobre que su pequeño amigo estaría bien.

Desde ese día, siempre acompañó a Kim, aunque este no quería su compañía en un principio, él estuvo ahí sin descanso. Lo ignoró e insultó, le pedía que se vaya y que quería estar solo, algo que su pequeña cabeza no podía entender, nadie quería estar solo, aunque nunca había tenido la necesidad de querer alejarse de los demás hasta años más tarde, sabía que no lo quería.

Parecía que su insistencia empezaba a rendir frutos porque, de a poco, Taehyung empezaba a contarle o hablar sobre algunas cosas sin sentido, descubrió que uno de sus pasatiempos favoritos eran el dibujo y la pintura, aunque él se consideraba un fracaso para ello, le gustaba y Jeon algunas veces se molestaba con el castaño porque eso de ser malo en lo que le gustaba era totalmente mentira, ¡era muy bueno!

Le gustaba ver cuando el contrario traía algunos dibujos hechos en casa, muchos no los entendía porque había varias personas haciendo algo que no lograba comprender qué era, pero Tae le aseguró que no era nada malo, su mamá le había asegurado ello también, así que lo creía.

El castaño siempre le dejaba ver sus dibujos con la única excusa de no mostrárselos a alguien más, algo que aceptó sin muchos rodeos, hasta que supo que algo no andaba bien con él. Sabía que, de por sí, el niño era un tanto diferente hacia los demás, una actividad en clase dejó a todos con la boca abierta.

Tenían que dibujarse a sí mismos en una hoja un poco más grande lo que eran las normales, era una tarea por lo que no pudo ver a su amigo mientras hacía el dibujo. Esa era la primera vez que dibujaba y, a su parecer, lo hizo muy bien, ya tenía un nuevo pasatiempo favorito.

El día en que debían presentar su tarea, lo tenían que hacer con una pequeña exposición de su obra de arte. Eso también lo hizo muy bien, recibió muchos aplausos por parte de todos y vio a Taehyung sonreír, creyó que estaba orgulloso de él.

Después de unos cuantos estudiantes más, el turno de su amigo llegó y todos se vieron maravillados al momento de que este mostró su pintura.

El niño dibujado sí se parecía a él, su tono de piel era casi idéntico y las pequeñas ondas de sus cabellos se apreciaban, pero no llevaba ropa y, mayor parte del cuerpo, estaba manchado con huellas de, seguramente, sus pequeñas manos.

— Son los lugares donde el novio de mi mamá me toca, pero ella dice que es normal.

Su boca quedó abierta al igual que todos, no entendiendo mucho de lo que hablaba su amigo. La maestra tomó su pequeño brazo y lo sacó del salón, llevándose consigo su hermoso dibujo y, no fue hasta después de muchos años, que descubrió lo que realmente les pasaba.

El caso se dio a conocer por todo el país, pero el lindo rostro de su amigo no y eran más que entendible.

Sus padres habían tenido un matrimonio difícil y el padre de Tae terminó suicidándose, su madre cayó en depresión y poco le importaba el bienestar de su hijo, el castaño aprendió a ser un poco independiente en el ámbito de poder él mismo hacerse de cenar o ir a la escuela sin un adulto que vele por su seguridad y eso era algo que, a su corta edad de diez años, no lograba entender cómo una persona pudo haber dejado a un niño totalmente desamparado.

Estaba molesto y mucho, sentía una impotencia que no debería sentir un niño y, lo que más le molestó, fue el hecho de que alejaron a Kim de él.

Entendía que debían alejarlo de muchas cosas como los adultos que vivían con él, vio que fueron arrestado y sentenciados con una cadena de no recuerda cuántos años que pasaron por la televisión, ¿qué pasó con su amigo? ¿Quién lo estaba cuidando? ¿Estará bien? ¡Necesitaba saber del castaño!

Hasta se enojó con sus padres cuando le dijeron que ese asunto era cosa de adultos, quería insultar a todo el mundo que le decía aquello, su amigo era un niño, no tenía porqué estar metido en esos asuntos y, estaba seguro, el chico la estaba pasando realmente mal así que, lo único que quería, era ir hasta donde estaba y jugar un poco para distraerlo, pero nadie parecía ayudarlo.

Y el tiempo pasaba, decían que su amigo pasaba de un orfanato a otro, hasta les rogó a sus padres que lo adopten, pero ellos no tenían las posibilidades que requería cuidar a otro niño. Le dieron la única posibilidad de visitarlo todos los domingos en el lugar donde se encontraba y Jungkook nunca había visto nada más triste en su vida.

Conocía lo que era ese lugar, lo había escuchado desde hace mucho y no se esperó que el lugar esté cargado de tristeza, de niños en la espera de una familia que les ame como se merecen y se sentía como un bicho en el lugar porque, cada vez que caminaba por el lugar con sus padres al lado, podía ver cómo los demás lo miraban con una mirada triste, incluso llegó a escuchar por ahí una frase como de querer también tener esos padres.

Lo primero que hizo fue abrazar al otro, después de unos meses que parecieron años, por fin logró verlo y su apariencia era más dolorosa de ver, ojeras por debajo de sus ojos le hacían ver vulnerable, también su cuerpo estaba adelgazando cada vez más por lo que llevaba un pequeño bote con comida y le alentaba a comer, pero el tiempo pasaba y, por más que quisiera ayudar al contrario, ya no podía.

Dejó de ir cuando tuvo catorce años, no pudo ni si quiera despedirse y eso le atormentó por mucho tiempo y, sin pensarlo, Kim Taehyung fue una gran influencia a quien es ahora, el pasatiempo del menor se convirtió en su favorito y le ponía mucho esmero en ello, tomaba clases para perfeccionar su pulso y más, desde ya, soñaba con convertirse en un grandioso artista, no estaba muy lejos de serlo, el talento que tenía es innato y no había que negarlo.

Y todo dio un giro inesperado cuando vecinos nuevos llegaron al vecindario, entre ellos, un chico menor a él, su cabello castaño era muy brillante y su cuerpo era un poco delgado, pero pudo reconocer esos ojos y pudo darse cuenta que sabía quién era, aunque la tristeza era mucho más profunda que antes, pudo saber quién era.

No había cambiado mucho, sólo lo normal, vestía con ropas holgadas y un barbijo de un solo color, sus cejas se mantenían en una línea recta y no hallaba ninguna expresión en él, parecía como si estuviera muerto en vida. No lo reconoció y no sabía si debía alegrarse o entristecerse, porque él lo recordaba, claro que lo hacía, pero no le importó, volvió a presentarse de nuevo.

— Soy Jeon Jungkook.

— Lindo nombre. Jun Taehyung. —dijo, adaptando el apellido de sus padres adoptivos.

Tenía miedo de hacer o decir algo erróneo, tal vez, el contrario ya olvidó y superó lo que pasó en su niñez, si bien notaba una pequeña mejoría, no estaba dispuesto a arruinar su estabilidad emocional.

Estudiaba en casa, por lo que sólo se veían cuando el pelinegro llegaba del instituto, descubrió que dejó el dibujo y no le dijo la razón de ello, lo entendía, tampoco quería entrometerse en ello. Ahora, su pasatiempo favorito, era cantar y lo hacía muy bien, Jeon amaba cuando, acostados en el piso de la habitación del castaño, él cantaba con su grave voz.

Muchas veces lloró en silencio, ¿por qué todo lo que hacía Taehyung era tan hermoso?

El tiempo pasaba y se volvían cercanos, sólo lo suficiente para que el menor le contara que algo había pasado en su infancia, aunque ya sabía qué era lo que hablaba, su corazón se rompió una vez más al ver el cuerpo de su amigo temblar por el llanto, no mencionó nada acerca de su madre o el novio de esta, sólo aclaraba que pasó algo muy terrible y que llevaría esos amargos recuerdos hasta su tumba.

Y así lo hizo.

Iba un poco tarde al instituto por lo que sus pasos eran rápidos y torpes, apuraba a su padre para que terminara de desayunar y así poder llegar a tiempo, sin embargo, sus planes fueron interrumpidos cuando vio a muchas personas rodear la casa del castaño, una ambulancia también estaba en el lugar, poniendo alerta a todos.

Salió corriendo y poco le importó que golpeó a varias personas para entrar a la casa, unos oficiales se lo trataron de impedir, pero él se escabulló para no poder reaccionar ante lo que estaba viendo.

Taehyung estaba vestido de blanco, unas muy pequeñas flores rosas se encontraban en sus manos, las cuales estaban manchadas con un poco de sangre, la camisa que tenía también estaba un poco manchada. Se encontraba acostado, como si mirara el techo, sus ojos se encontraban cerrados y su cabello estaba bien peinado, una sábana blanca cubría sus piernas.

Se veía hermoso.

Sus padres adoptivos estaban a un costado suyo, lloraban a más no poder mientras tomaban con delicadeza el cuerpo inerte de su hijo, tenían mucho cuidado, parecía que, en cualquier momento, él se rompería tal cual copa de vino, así de frágil. Oficiales y médicos miraban la escena en silencio, no queriendo interrumpir el momento en que dos adultos se aferraban a un pequeño cuerpo sin vida.

Jungkook era otro caso.

Empezó a hiperventilar y unas enfermeras tuvieron que sostenerlo cuando rápidamente se agachó para llorar mientras gritaba el nombre de su amigo, siendo incapaz de calmarse. Los señores Jun le dieron paso para que se posicionara al lado de ellos, ya no podían hacer nada, Taehyung se fue.

Volviendo al principio, donde él adoptaba un comportamiento frío y automático.

Dio un golpe en el lienzo, el cabello con distintos tonos de café estaba hecho y la base de su cuerpo estaba formada — ¡¿Por qué?! —

Se sentía egoísta al preguntar aquello, mas se sentía más miserable al saber que el menor se encargó de arreglarse para su suicidio y no lo criticaba, sabía que mucho sufrimiento terminaría en algo fatídico, pero no creyó que sucedería muy pronto. Sabía muchas cosas, aunque seguía sin poder aceptarlo.

Sus ojos estaban listos, no fue difícil pasmar la pena en ellos, veía esos orbes cafés todos los días, imposible olvidar de ellas. ¿Por qué no pidió ayuda? Ahora lo entendía, ahora conocía la impotencia de querer gritar y no poder hacerlo, si lo hacía, su voz salía en un susurro inaudible que se perdía entre la penumbra de su habitación.

¿Por qué no lo vio? ¡Era tan ciego, maldición! El lienzo parecía desestabilizarse, pero logró tomarlo con sus manos para colocarlo en el piso, tomó más pintura y la regaba por toda la superficie, sus padres no sabían cómo le hacía para que todo saliera bien, desde lejos, parecía un completo desastre, aunque más de cerca, la obra se lograba apreciar.

El color que predominaba era el negro y su rostro, más específicamente su boca, se vio manchada con el líquido al intentar que sus espamos pasasen, con su otra mano seguía pintando.

— T-Taehyung, ¿por q-qué lo hiciste?

La pregunta en sí era demasiado estúpida. Le dolía vivir, estaba claro, aun así, todavía se pregunta la razón de ello.

Se dejó caer en el suelo cuando dio por terminado la pintura, en ese momento, sus padres fueron hasta él y lo rodearon en un cálido abrazo, viendo lo que hijo acababa de ver.

Su belleza era del más allá, sus facciones estaban muy bien distribuidas y la rosa que cubría un poco su rostro no estaba muy bien detallada, pero seguía siendo una de las cosas que resaltaba del cuadro, sus ojos brillaban y Jungkook no hacía más que aferrarse a su creación, no podía calmar su llanto y estaba colocado en una posición fetal, tomando todo lo que podía el lienzo manchando todo su cuerpo.

Porque Kim Taehyung era sumamente bello, pero doloroso de ver.

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