𝗣𝗥𝗢𝗟𝗢𝗚𝗨𝗘

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𝗗𝗢𝗡'𝗧 𝗕𝗟𝗔𝗠𝗘 𝗠𝗘
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EL CAOS Y LA OSCURIDAD ESTABAN EN TODAS PARTES. Los últimos años habían intentado vivir tranquilos, fingiendo ignorar el mal que les acecha y condena sus vidas, sin embargo, había ocasiones en las que simplemente no puedes ignorar todo, no cuando tantas muertes y desapariciones estaban causando estragos tanto en el mundo mágico como en el muggle.

Europa estaba siendo corrompida por la maldad y nadie más que la comunidad mágica de  Gran Bretaña estaba tomando cartas en el asunto, incluso el Ministro Británico parecía no tomarse en serio la crítica situación que se presentaba frente a él. Era realmente frustrante ver cómo nadie parecía interesarse en hacer algo al respecto, de hecho, muchos magos y brujas incluso alaban y apoyan los actos atroces cometidos, mientras otros (que no comparten el pensamiento) eran víctimas sentenciadas a una muerte segura.

El llanto y las súplicas hacían eco en su cabeza, como si estuviera reviviendo un aterrador recuerdo, todo a su alrededor se sentía obstruido, pesado y cargado de rabia y dolor; era la presencia del más allá. Nunca había experimentado algo con tanta magnitud pero debía admitir que era sensible a sentir ese tipo de cosas, podía notar el ambiente lleno de muerte y desesperación, el temor atravesando su cuerpo con cada paso que daba mientras una imponente estructura comenzaba a aparecer ante sus ojos. Aquellos sentimientos no eran suyos, pero los sentía en carne propia apoderándose de su cuerpo con tanta magnitud y rapidez que llegó a asustarle.

Tenía que terminar lo antes posible o no soportaría estar ahí más tiempo.

Sabía que no contaba con mucho tiempo, pronto iban a notar la presencia desconocida y aquello se tornaría en un campo de batalla, sin embargo, no podía actuar hasta no tener la certeza sobre quien se encontraba en aquella mansión. Había vigilado el tiempo suficiente para saber que ese era su centro de reuniones, pero en ningún momento le vio entrar o salir, si iba por medio de aparición o utilizaba traslador le llevaba directo dentro de la casa. La situación comenzaba a complicarse y el movimiento a su alrededor le alertó. Sus ojos escanearon los grandes ventanales donde se lograba ver a algunos magos asomarse de vez en cuando con la intención de encontrar cualquier cosa que les pareciese sospechoso o fuera del lugar y, cuando no lograban divisar algo, volvían a desaparecer por un buen rato. Las puertas estaban cerradas con alguna especie de hechizo en ellas y a los alrededores se podían notar todo tipo de protecciones que, como una fuerza invisible, le dificulta el acercarse un poco más.

Fuera de la casa los vigilantes se mostraban ansiosos y alertas ante cualquier amenaza, pronto comenzaron a moverse más cerca de los límites y tuvo que buscar refugio entre la espesura del bosque agradeciendo que aquella tarde traía consigo una tormenta, pues el cielo estaba lleno de espesas nubes grises que obstruían el paso a los pocos rayos de sol que aún quedaban, lo cual le facilitaba ocultarse entre los árboles.

Cuando el mago que inspeccionaba sus cercanías dio la vuelta para regresar a su antigua posición, las grandes puertas de la casa se abrieron; un par de magos y brujas de renombre salieron y rápidamente desaparecieron. Se mantuvo quieto, casi sin saber cómo reaccionar, tenía que tomar una decisión en ese mismo instante y obviamente no podía...ni iba a retroceder, así que rápidamente y con simple movimiento de varita, dio la señal.

Fue como si de pronto todo estallara, hechizos volaron en distintas direcciones y los vigilantes rápidamente quedaron aturdidos, aquello alertó a quienes se encontraban en el interior de la casa pero, cuando quisieron reaccionar, fue demasiado tarde.

La protección de la casa (que fue debilitada para que los magos pudieran desaparecer dentro de los límites) desapareció por completo y los aurores rodearon la casa abriéndose camino hacia el interior, defendiéndose y atacando. Hizo su aparición liderando a los demás, viendo como las maldiciones se dirigían a él, siendo esquivadas o desviadas mientras contraatacaba con la intención de capturar a todo el que pudiera, sin embargo, eran escurridizos y sabían lo que hacían. Estaban dando pelea, preferíendo morir a ser capturados; muchos cayeron, otros huyeron y, al parecer, algunos pocos se ocultaron, solo para ser encontrados y retenidos de forma inmediata.

Los aurores invadieron  la casa, buscando en cada rincón pero no encontraron el objetivo principal de aquella redada. ¿Había sido todo una pérdida de tiempo? Probablemente. Lo peor es que no podían retener a esas personas sin tener pruebas de que ellos habían cometido un crimen y, aunque muchos de ellos lo sabían, preferían huir o simplemente morir por lo que ellos creían una buena causa.

El interior de la casa tenía ese aspecto aterrador y escalofriante que se esperaba, unas cuantas velas apenas lograban iluminar los pasillos y, en el ambiente se podía notar un extraño olor, era magia oscura; casi insoportable, tanto que tuvo que taparse la nariz para seguir recorriendo el lugar. Nunca había experimentado eso, los residuos de algo tan...oscuro que probablemente podría matarles, incluso siendo solo un simple rastro.

Una maldición imperdonable pasó rozando el rostro en cuanto abrió las puertas de una habitación, rápidamente se escondió tras la pared de esta misma y lanzó un hechizo aturdidor al interior esperando que esta lograra dar al mago o bruja que se encontraba dentro. Escuchó un golpe seguido de unos pasos, algunos insultos fueron soltados y una discusión comenzó a llevarse a cabo, no alcanzó a escuchar sobre qué discutían aquellas personas, pero logró distinguir la voz de un hombre y la de una mujer. Aprovechó ese momento para adentrarse con su varita en alto, sus ojos recorrieron cada rincón de aquellas cuatro paredes con mucha atención, encontrándose con una figura masculina vestida completamente de negro que envió una maldición en su dirección, un protego bloqueó el ataque y pronto ambos estuvieron enfrentándose.

Se sorprendió al notar que ahí solo se encontraba un mago y se sorprendió aún más cuando se dio cuenta de que conocía muy bien a ese mago.

—Vaya, vaya—tarareó el mago frente a él sin parecer sorprendido de verlo, de hecho, una sonrisa burlona se había instalado en su rostro—. Que afortunado me siento al estar en presencia de un héroe de guerra condecorado como tu, Scamander.

—No puedo decir lo mismo, Cyrus, tu presencia nunca ha sido exactamente agradable —bufó él, acercándose con cuidado y sin quitar sus ojos del contrario—. Pero me sorprende tu capacidad de poner en vergüenza tu apellido y arruinar la reputación de tu familia.

—No hay mucho que arruinar ya—dijó aún con una mueca de burla, pero con cierto dolor en sus ojos—. Gran parte de mi familia no puede avergonzarse de mí porque están muertos.

—Los tuyos aún luchan en contra de lo que tú ahora defiendes.

—Sus ideales no tienen porqué ser los míos—se encogió de hombro—. Y estoy seguro que mi queridísimo tío no tardará en darse cuenta que estará mejor de nuestro lado.

—El ministro no...

Un auror interrumpió aquella conversación sin sentido, llamando a su jefe mientras entraba en la habitación, él se giró rápidamente en su dirección y, antes de que pudiese advertirle o si quiera protegerle, un rayo de luz verde le impactó en el pecho y el cuerpo de su compañero cayó al suelo con un golpe sordo. El shock momentáneo lo bloqueó, estaba acostumbrado a ver la muerte de cerca (y no es algo que le enorgullezca) pero, en ese momento sintió como la vida se le escapaba a aquel hombre y no podía hacer nada para impedirlo, simplemente se quedó quieto sin poder asimilar lo que acababa de ocurrir frente a él, sus extremidades no parecían reaccionar ante las órdenes que su cerebro mandaba y sus ojos no se despegaba del cuerpo del auror.

Unos segundos después sintió como si miles de cuchillos se le incrustaran en la piel, un intenso dolor le recorrió todo el cuerpo haciendo que le fuera imposible mantenerse de pie, cayó de rodillas sobre el suelo reteniendo los gritos agónicos que querían escapar de su garganta y, luchando en contra de su sufrimiento, pudo volver a tomar su varita. La estrujó entre sus manos, casi llegando a romperla, apenas pudo realizar un pequeño movimiento con ella y le costó mucho llegar a pronunciar palabra, pues parecía que las letras se enredaban en su lengua, impidiéndole hablar. Logró enviar un hechizo que rozó a su atacante, pero que lo distrajo lo suficiente para que la influencia de la maldición lo abandonara y pudiese reponerse.

—¡Maldita sea! —maldijo al ver que su brazo (donde le había golpeado el hechizo) había sido herido—. Admiro tu fuerza de voluntad, Theseus—se rió, refiriendose al anterior dolor que le había producido y como se había levantado como si nada—. Pero hoy necesitaras más que eso si quieres salir con vida de aquí.

Y, ante sus palabras, aquellos dos magos se enfrentaron en una pelea en donde los maleficios iban en ambas direcciones. Ninguno parecía contenerse  mientras se movían con mucha agilidad y destreza por toda la habitación; ambos tenían experiencia en ese tipo de situaciones y eso los ponía al mismo nivel, por lo que parecía que ninguno lograba tener ventaja ante el otro. A pesar de todo, el Scamander realmente no era partidario de usar maldiciones imperdonables (aunque se les permitía usarlas en momentos como ese), pero no tuvo que pensarselo mucho para usarlas cuando el mago frente a él estaba dispuesto a todo con tal de verlo muerto.

Las maldiciones se mezclaban entre sí, a tal punto que ya no se podía diferenciar de donde provenían, las paredes y muebles estallan en pequeñas partículas que se mezclan con el polvo.

Luchaba para mantenerse con vida, pero sabía que tarde o temprano uno de los dos iba a caer. Notaba su corazón acelerado y como sus movimientos comenzaban a ser más lentos, sus músculos reflejaban su cansancio y las heridas comenzaron a notarse, una de sus propias maldiciones rebotó e impactó en una de sus piernas causándole un terrible dolor que le hizo tambalear. El contrario aprovechó su debilidad y, esperando acabar con él de una vez por todas, soltó un avada en su dirección. Fue lo suficientemente rápido y respondió el ataque en el cual ambos rayos de luz verdes se encontraron y, antes de cualquier otro movimiento, Theseus giró bruscamente su varita haciendo que su hechizo fuera hacia el otro lado.

No se lo esperaba, tampoco pensó que la maldición lograra alcanzarlo, pero fue como si todo ocurriera en cámara lenta; vió a Cyrus caer de espaldas, con la mirada perdida y vacía, pudo sentir la muerte a su lado, como si con su último suspiro aquel hombre dejará ir su vida. No se lamentó, tampoco tuvo tiempo para hacerlo porque, cuando levantó la vista del cuerpo, se encontró con unos orbes oscuros llenos de rabia y dolor que prometían fuego y destrucción en la vida de Theseus Scamander.





















🔥nota de autor

bueno, este es el inicio de esta historia. de verdad espero que les guste porque estoy poniéndole muchas ganas a retomar la saga y el haber añadido esta historia solo me emociona más uwu dejen mucho amor por aquí que voy a agradecérselos eternamente 💕

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