Narra Cassie
Me asomé a la ventana, dando pequeños gritos para llamar la atención del ojiverde. Su ventana estaba abierta, al contrario que sus cortinas. El chico corrió las telas malvas para sin siquiera mirarme, cerró el cristal. No respondía mis llamadas, me ignoraba por la calle al igual que hacía con mis amigos. ¿Había hecho algo mal, acaso? ¿Estaría enfadado? O simplemente se había cansado de mi. Pero no podía entender que tenía que ver mi mejor amiga en eso, la veía triste porque alguien a quien ella admiraba la estaba dañando. ¿Qué tenia ella que ver? No se merecía que él la ignorara.
Me sentí despreciada, humillada, como si no valiera nada.
Moví mis piernas hasta llegar a su puerta, toqué el timbre tantas veces como pude pero no obtuve respuesta. Bufé con pesadez y regresé a mi hogar para vestirme como era debido. Me puse una sudadera gigante que sospechaba no era mia junto con unos jeans y unas zapatillas. Esto si era estilo. Una coleta alta y listo. Escuché el sonido de mi timbre, corrí esperando que fuera el ojiverde, para pedirme disculpas, para pelearse conmigo o al menos para gritarme que le dejara en paz. Echaba tanto de menos su voz. Abrí la puerta golpeando mi propio pie para encontrarme con una linda sonrisa pero tristemente no era la de mi gigante.
-Vaya, veo que verme no te hace muy feliz.- Musitó despacio, acercándose a mi.
-Disculpa Josh... Solo estoy algo cansada.- Mentí.
-¿Cansada de sentirte ignorada?- Me interrogó con firmeza.
-Me conoces muy bien.- Acepté a regañadientes. ¿Un refresco?- Sonreí. Y él asintió con energía.
Recorrimos la ciudad buscando un sitio decente, mi mente estaba viajando también pero no en las calles, todo se sentía tan extraño.
-...Y entonces me casé con un señor de 90 años y me convertí en el Rey de Divalandia.- Terminó de hablar.
-Oh eso es gen... ¿Eh?- Tardé algunos segundos en caer en sus palabras, me estaba poniendo a prueba y yo, claramente, había fallado.
Perdona, lo siento.- Me paré frente a él, relamí mis labios y me dispuse a hablar. -No te estoy escuchando, soy una pésima amiga y en serio lo siento mucho Señor Beanie.- Sonreí tratando de quitar hierro al momento.
-Está bien pero esta vez habla tú, yo me he quedado sin hilo.- Dió una risa poco sonora.
-Vale... ¿Por dónde empiezo? Voy a exponer mis fotos, estoy lejos de mis recuerdos y debería sentirme feliz pero no... No lo hago. ¿Alguna sugerencia?- Comencé a caminar de nuevo, lentamente mientras esperaba su respuesta.
-Pues te propongo que corras.- Chasqueó la lengua, mirándome pícaro.
-¿Eh?- Traté de entender pero comenzó a correr detrás de mi antes de que pudiera decir algo más. Mis piernas pesaban, mis zapatillas eran de gran ayuda pero el moreno era más rápido. Me cogió entre sus brazos, haciéndome reír.
-¡Pues eso! Ya te he hecho reír.- Finalizó con una gran sonrisa.
-Eres un buen amigo.- Confesé y sabía que tal vez le estaba enviando de nuevo a la friendzone.
-Tranquila rubia, me gustabas ¿Para qué mentir? Pero ahora te veo más como una hermana, en serio. El amor de mi vida aún no ha llegado pero lo hará.- Me miró dulcemente y sentí un gran alivio en mi corazón. Odiaba sentir que le hacía daño a un buen amigo como lo era él.
-El amor de mi vida ya ha llegado, es la pepsi.- Confesé con una sonrisa traviesa.
-¿La pepsi, eh?- Sus cejas bailaban juguetonas.
Ambos sabíamos el juego al que estábamos jugando pero yo no lo diría y él no se rendiría tan fácilmente.

¡¡¡¡¡¡¡LEAN!!!!!!!!
¿Me harían el tan enorme favor de pasarse por mi historia "Dulce Venganza"? ¡No es un fanfic!
Os gustará 👌💓❤
Gracias x