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Me levanté de un salto y corrí hacia la ventana. JJ no paraba de llamar al cristal y lo único que yo hacía para mis adentros era rezar porque Rafe no le hubiera visto.

Abrí la ventana y el fresco de la noche me dio en la cara, pero yo no pude evitar formar una sonrisa en cuanto tuve a JJ frente a mi. Él me miraba sonriendo también. Su expresión era adorable y llevaba su cabello rubio recogido hacia atrás y tapado por su gorra de color rojo.

—JJ —suspiré.

—Déjame pasar, princesa. Me voy a romper los brazos si sigo aquí colgado.

—¡Oh! Sí, sí.

Rápidamente le ayudé a entrar y cerré la ventana con las manos comenzando a temblarme. JJ había venido aposta y había subido la ventana solo para verme, era la primera vez que estaba en mi casa.

—Podrías haber llamado a la puerta. Estoy sola —dije riendo de manera nerviosa.

—Llevamos toda la tarde llamándote. Pope, Kie y yo.

—¿En serio? —Fruncí el ceño—. No... —entonces lo recordé—. Mi madre me ha quitado el móvil.

JJ me miró alzando las cejas.

—¿Tiene que ver con la escena en el club?

Asentí apretando los labios.

—Siento decirte esto, Lottie —dijo acercándose a mi lentamente—. Pero tu madre es una capulla de narices.

—Dices la verdad —dije sonriendo con amargura.

JJ se acercó más a mi y me agarró la mano para entrelazar nuestros dedos. Miré nuestras manos juntas y después alcé la mirada para encontrarme con la suya, sus ojos estaban puestos en mi y por alguna razón sonreía.

—Tengo una muy buena noticia. —declaró.

Lo miré con confusión, hundiendo las cejas. Él apretó mi mano con emoción.

—Suéltalo.

Él mordió su labio inferior con aún más emoción y después dijo:

—John B y Sarah están vivos.

Mi expresión se quedó totalmente neutra y me quedé con la boca cerrada y los ojos fijos en su cara. Pero mi mente se había quedado en blanco y no me movía.

—¿Princesa?

Parpadeé.

—¿Estás de broma?

JJ sonrió aún más abiertamente y negó con la cabeza.

Solté su mano y me alejé mientras negaba con la cabeza. ¿Vivos? Eso no podía ser. La tormenta había sido mortal, el barco se había hundido... no había manera de que siguieran vivos.

JJ vio que yo no lo comprendía y se acercó a mi de nuevo mientras trataba de explicarme lo que sabía.

—John B nos mandó una foto esta mañana con un número desconocido. ¡Eran Sarah y él! Están en las Bahamas y nos ha pedido que intentemos limpiar su nombre para que puedan volver a la isla. ¿Te das cuenta de lo que esto significa? ¡Están vivos!

Yo lo miraba con la respiración agitada. El corazón había comenzado a latirme con mucha rapidez.

No podían estar vivos. ¿O sí? Aquello no debía ser real. No podía serlo.

JJ llegó hasta mi y me agarró de los brazos para zarandearme y hacerme reaccionar de una vez.

—¡Están vivos, Lottie!

Yo intenté hablar pero las palabras no me salían.

JJ sacó su teléfono y rápidamente tecleó y buscó hasta que me dejó ver la pantalla y ante mi pude ver una foto. Una increíble foto en la que John B y Sarah sonreían a la cámara. Llevaban puesta la ropa que traían el día en que desaparecieron.

Entonces una carcajada salió de mi garganta y los ojos se me cristalizaron. Comencé a reír y tapé mi boca con la mano. El corazón me latía aún más veloz y yo no podía parar de reír y de llorar de alegría.

Sarah estaba viva. John B estaba vivo.

—¡Joder! —Exclamé con fuerza, sin poder creérmelo—. ¡Joder, JJ!

Entonces me lancé a sus brazos y él me abrazó con fuerza levantándome del suelo, dándome una vuelta en el aire y finalmente los dos comenzamos a gritar de felicidad.

—Dios, ¿qué hacemos? —Pregunté aún con mis brazos alrededor de su cuello. Él tenía sus manos en mi cintura—. Tenemos que ir a las Bahamas o... o algo.

—Eso he dicho yo, pero Kie y Pope no están de acuerdo con esa idea.

Reí sin poder evitarlo y apoyé mi frente en su pecho sin poder parar de reír. Estaba más feliz  que nunca. Si alguien me decía esa mañana que me encontraría así de alegre y esperanzada por la noche, me habría reído en su cara.

—Escucha, princesa. Tenemos un plan.

Alcé la cara y lo miré con atención mientras me separaba lentamente.

—Pope ha dejado un micrófono en el coche de Gavin, el piloto del avión donde iba el oro. Él escondió la pistola que utilizó Rafe para disparar a la sheriff Peterkin. Ha quedado con Ward para darle la pistola así que los vamos a seguir y les vamos a grabar. Pope ha ido a por la cámara, así que debemos bajar porque no deben tardar en volver.

—¿Qué? —abrí mucho los ojos—. ¿Ahora mismo?

—¡Sí! Ahora mismo.

Un trueno sonó de fondo, había anochecido pero toda la calle se iluminó por el relámpago que había cruzado el cielo. Los dos nos giramos hacia la puerta.

—Vale, JJ. Creo que no comprendes mi situación. Estoy castigada de por vida y, además, está a punto de llover a mares. ¿Crees que puedo salir ahora mismo a hacer de detective?

—¿Y? —él sonrió—. ¿Dónde está tu familia ahora mismo? Porque no les veo.

—Uhm... —miré a los lados—. Mi madre y mi abuelo están fuera de la isla, y Top está con sus amigos. Pero no tardará en volver.

—Venga, princesa, por favor. Ven con nosotros.

—No puedo. Si se enteran de que me he escapado...

—¿Qué? —me interrumpió—. ¿Te castigarán sin salir? ¿Sin móvil? ¡Ya lo han hecho! No tienes nada más que perder.

Me quedé sin palabras ante eso, pues tenía toda la razón del mundo. Realmente no me podían castigar con más cosas. Y ahora mismo nadie me vería salir de casa. Mi madre no volvía hasta dentro de unos días y aunque mi abuelo volvía al día siguiente, sabía que podía confiar en que él no me tratara como Cynthia.

Tragué saliva. ¿Qué demonios? Sarah y John B estaban vivos. ¡Merecía la pena hacerlo! Sonreí ampliamente.

—Al ataque.

—¡Sí! —JJ y yo chocamos los cinco con emoción.

—Vale, ahora tengo que cambiarme —declaré caminando hacia mi armario y lo abrí mirando la ropa.

JJ, que al parecer estaba analizando mi habitación de arriba a abajo por ser la primera vez que estaba allí, se quedó mirando la esquina de mi cama. Agarró mi ropa aún mojada y las pastillas que habían caído sobre la cama y el bote que seguía abierto. Me quedé paralizada al ver la cara que él ponía mientras agarraba una pastilla.

—¿Qué ha pasado esta tarde? —me preguntó sin mirarme.

—Nada. ¿Por qué?

Él suspiró.

—Estas pastillas ni siquiera tienen etiqueta. ¿Para qué son?

Me encogí de hombros tratando de restarle importancia.

—Scarlet me las dio para poder dormir.

—¿Y cuántas te has tomado? —Preguntó apretando mucho la mandíbula.

—Las suficientes —miré a mi armario, ahora más seria, y con voz tajante—. Han funcionado. He dormido.

Quizá por poco habría llegado a dormir demasiado.

Comencé a rebuscar soltando aire por la nariz con lentitud, intentado no parecer nerviosa. Por alguna razón notaba la mirada de JJ sobre mi. Una mirada muy acusadora.

—¿Y la ropa mojada?

Saqué del armario una camiseta y unos pantalones largos con corte de campana. Los lancé a la cama y encaré a JJ frente a frente. Él me miraba con los labios muy apretados.

—Me caí en la bañera llena de agua.

—¿Te caíste? —JJ alzó las cejas, muy serio, sin creérselo.

—Sí.

—¿Con la bañera llena de agua?

—Ajá.

JJ me miró enarcando solo una ceja y ladeó la cabeza, incrédulo. Yo eché hacia atrás la cabeza, resoplando.

—¡Vale! Rafe me encontró y me llevó a la bañera para que me diera agua en la cara. Me desperté ahí, ¿contento? Eso es lo que ha pasado.

JJ intentó hablar pero no supo qué decir, finalmente alzó el dedo índice y dijo:

—¿Por qué demonios estaba Rafe aquí?

—¿Y yo qué sé? Me he despertado y ahí estaba él.

—Hijo de puta...

—Pero me ha salvado. —dije finalmente, soltando aire—. Si no fuera por él... no sé...

JJ frunció el ceño y me miró sin dar crédito a lo que escuchaba.

—¿Que te ha salvado? ¿Qué cojones estás diciendo?

—¡Que si no fuera por él a lo mejor la habría palmado!

—Te lo repito. ¿Cuántas pastillas te has tomado? —JJ ahora parecía empezar a ponerse furioso.

Yo torcí la boca con incomodidad y miré a un lado. Moví el pie con nerviosismo.

—Medio bote —murmuré.

—¿¡Medio...!? —JJ pateó mi mochila en el suelo—. ¿Estás tomándome el pelo?

—No me grites —le pedí formando una mueca de dolor.

JJ se calmó y colocó bien su gorra en la cabeza, claramente alterado pero queriendo conservar la paciencia.

—Lo siento, princesa. —se acercó a mi y me miró de cerca con preocupación. Ahora su tono de voz se endulzó más—. ¿Por qué harías eso?

Mi expresión le respondió de por sí sola. No quise decirlo en voz alta, pero él lo entendió. Pude ver el miedo que cruzaba por su mirada.

—Escucha —le pedí agarrando su mano y acariciándola para poder calmarlo—. No ha sido aposta, no del todo. Y... ha sido por muchas cosas, pero estoy bien. ¿Vale? Estoy aquí y estoy bien. Y... joder, están vivos JJ. Esto lo cambia todo.

—¿No lo cambiaba todo que yo estuviera aquí? ¿Que yo estuviera vivo?

Hundí las cejas.

—He estado muy sola —declaré soltando su mano, ahora molesta—. No he sabido nada de ti hasta que te vi en el club. He sentido como si... mi familia me odiara. No he tenido a nadie con quien poder hablar sobre todo lo que he vivido. Ni siquiera a ti.

JJ no supo qué decir. Parecía afectado por lo que acababa de descubrir, yo habría deseado que jamás se hubiera enterado de lo ocurrido esa tarde.

—No volverá a ocurrir —le aseguré sonriendo un poco—. Te lo juro.

Coloqué mi mano en su mejilla y él cerró los ojos, suspirando, para después inclinar su rostro más hacia la palma de mi mano. Me derretí interiormente al ver esa imagen.

Hacía minutos había estado hablando en ese mismo lugar con Rafe, y ahora con JJ.

Y ahora Sarah y John B estaban vivos.

—Ahora déjame vestirme para poder jugar a detectives —le dije sonriendo de nuevo.

Él se quedó ahí parado. Yo agarré la ropa y estuve a punto de levantar el borde de mi camiseta hasta que me fijé en que seguía mirándome.

—¿JJ?

—¿Mhm?

Miré mi camiseta con obviedad, con los ojos muy abiertos.

—¡JJ! Quiero privacidad, me voy a cambiar.

Él sonrió de lado poco a poco, formando una expresión pícara. Yo abrí la boca con sorpresa y después le lancé el vestido mojado que estaba en la cama al pecho. El rió mirando al suelo con diversión, atrapando la prenda.

—Qué aburrida —murmuró poniendo los ojos en blanco, y después se giró mirando a la ventana.

Yo me aseguré de que no mirara en ningún momento, pero cuando me quedé en sujetador y vi que se daba ligeramente la vuelta, grité con frustración y agarré la ropa para después encerrarme en el cuarto de baño. Escuché la risa del rubio desde fuera. Sonreí un poco intentando no reír yo también mientras me cambiaba.

¿De dónde había salido toda esa energía en mi cuerpo? No me reconocía. Y aunque ante el espejo tenía un aspecto algo siniestro para lo que yo era, mis ojos brillaban.

Salí del cuarto de baño, y después cogí una sudadera con capucha.

—Vamos.

Salimos de mi cuarto y corrimos por los pasillos de mi cascada mientras yo rezaba porque Topper no llegase antes que yo. JJ y yo nos cogimos de la mano y caminamos con paso acelerado hasta el exterior de mi casa. Cerré la puerta y me guardé las llaves en un bolsillo de los vaqueros para después correr hacia el coche que nos esperaba en la valla que había al salir de la propiedad.

Sonreí en cuanto abrimos las puertas y entramos en el vehículo.

—¡Lottie! —exclamó Kiara desde el asiento conductos, y se giró para darme la mano—. Dios, no me puedo creer que el plan de JJ haya funcionado.

Pope me miró también sonriente al lado de Kiara.

—¿Qué ha hecho para convencerte de que te escaparas?

Yo reí.

—Me ha contado todo.

—¡Pues vamos a por todas! —exclamó Kie arrancando el coche.

—¡Wuuuu! —Gritaba JJ festejando con los brazos y las manos hechas puños.

Yo reía a carcajadas y me sentí más llena que nunca. De repente la vida había cambiado de color y mi situación era una completamente distinta a la de esa misma mañana. Joder, cuántas cosas podían pasar.

Así, los cuatro comenzamos a avanzar por las calles de Outer Banks dispuestos a pillar a Ward Cameron con las manos en la masa.

Semanas atrás, los cuatro estábamos en el mismo coche, ayudando a nuestros mejores amigos a escapar de la isla. Ahora estábamos igual, pero intentábamos traerlos de vuelta.

Todo volvía a tener sentido.

❀∘❀∘❀

Cuando las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer, supe al instante que aquello no iba a acabar bien. Los cuatro idiotas habíamos llegado a las obras que había junto a la tienda de surf —el sitio donde Ward y Gavin habían quedado.

Pero la lluvia era torrencial y ahora teníamos que esperar como estúpidos detrás de la valla de madera que había justo enfrente de las obras. Hacía frío y Pope agarraba con fuerza su súper cámara con la que grabaría todo.

—Como se moje mucho se estropeará —avisé con preocupación.

Kiara, a mi lado, asintió de acuerdo. JJ miró la cámara con el ceño fruncido.

—Pedazo de cámara. ¿De dónde has sacado eso? ¿Por qué no usas el móvil y ya está?

—En primer lugar, me gustan las cosas antiguas —respondió Pope—. Y en segundo lugar, esto un teleobjetivo que me permite grabar desde muy lejos.

Yo me encogí de hombros, la verdad es que era una buena razón para llevar esa cámara.

—El señor de los frikis —comentó Kiara con diversión. Reí por lo bajo.

—Para obtener la prueba de un soborno necesitaremos una lente de calidad. —se defendió Pope—. ¡Ahí está!

Todos nos giramos hacia la calle con el suelo ahora resbaladizo por el agua que no cesaba de empapar donde caía. En ella corría ahora Ward Cameron con expresión de alteración. En su brazo llevaba algo escondido bajo su chaqueta.

—Agachaos —dijo JJ—. Rápido.

Los cuatro nos agachamos al segundo, ocultándonos tras la valla de madera. Tenía el cabello lleno de agua, así que subí mi capucha y tapé mi cabeza con ella.

Volvimos a subir un poco las cabezas, dejando que nuestros ojos fueran lo único que se podía ver encima de la valla, y vimos cómo otro hombre corría hacia el interior de las obras de manera muy sospechosa.

—Y ahí está Gavin —añadió Pope.

Los dos hombres se adentraron en el interior del lugar a paso rápido. Yo fruncí el ceño mientras Pope comenzaba a grabar con su ojo puesto en la cámara.

—¿A dónde vas, cabronazo? —preguntó apuntándolo. Al entrar en las obras, se quejó—: No, no, ¡no! Los he perdido, joder. ¿A dónde va?

—Un momento —pidió JJ levantándose y alejándose de allí. Me giré para mirarlo con preocupación, y vi que se quedaba parado frente a otra pared. Nos silbó—. ¡Eh! He encontrado algo, venid.

Los tres corrimos hacia él. Se trataba de unas escaleras que daban a otro lugar más alto. Probablemente a la fachada de aquel edificio.

—Hay que subir —decía JJ.

Y entonces no tardó ni dos segundos en subir aquellas escaleras oxidadas.

—Servirá —Asentí subiendo detrás de él.

Kiara comenzó a subir cuando JJ llegó y a mi me quedaba unos pocos escalones.

—Rápido —pedía Kie con temor—. No quiero perderme nada.

JJ y yo llegamos hasta el borde de la fachada y miramos hacia las obras. Era cierto, ahora se veía mucho mejor.

Kiara y Pope llegaron y se colocaron a mi derecha, dejándome entre JJ y Pope. El último sacó la cámara de nuevo y empezó a grabar sin perder más tiempo.

—Los veo —dijo con seriedad.

Yo, a lo lejos, no podía ver tanto como lo que vería él a través de la lente, pero podía distinguir dos figuras a lo lejos dentro de las obras.

—Ward le ha entregado algo a Gavin —anunció Pope—. Una bolsa de deporte.

—Tíos, esto pinta a soborno —dijo JJ, que apretaba su brazo contra el mío.

Vi que Gavin rebuscaba en la bolsa que decía Pope que Ward le había dado. Luego se dio la vuelta y miró al Cameron. No podía ver sus expresiones desde allí y muchísimo menos intentar leer sus labios.

— A Gavin no se le ve muy convencido —relataba Pope—. Diría que le está gritando a Ward.

—¿Por qué? —Preguntó Kie.

—No sé, parece cabreado.

Vimos que comenzaban a gritarse y se acercaban peligrosamente uno al otro. Se podía ver la tensión que había allí a lo lejos, como si estuvieran a punto de atacarse uno al otro. Aquello no pintaba bien.

Y entonces Ward se lanzó sobre Gavin y comenzaron a forcejear.

—¡Joder! —dijo JJ.

Yo me incorporé con los ojos muy abiertos para ver mejor la escena.

—¿Qué está pasando? —Preguntó Kie.

—No lo sé —repitió Pope, sorprendido—. Se están peleando por algo.

Daban vueltas por la sala en obras mientras se agarraban de los brazos e intentaban tumbarse el uno al otro. Pero era un forcejeo continuo.

—Se les ha ido la olla —comentaba JJ con diversión.

Entonces vi que se daban patadas y rodillazos en el estómago.

—Ward le está machacando a Gavin —dijo Pope.

—¿Por qué se estarán peleando? —Pregunté confundida.

—¿Qué pasa? —Kie parecía desesperada por respuestas.

—Eso intento ver —contestaba Pope tratando de mantener la paciencia.

Los dos hombres siguieron peleando hasta que Gavin acabó siendo lanzado hacia una mesa. Vi que se golpeaba con fuerza y acababa de rodillas en el suelo. Se había hecho daño de verdad.

Se quedó así, apoyado de cara al suelo mientras ponía su mano en su frente. Se debía haber golpeado en esa zona.

Pero Ward, en vez de ayudarle, se acercó y le quitó algo del pantalón para después apuntarle con ese objeto negro.

—¡Coño! Ward tiene una pistola —Declaró Pope.

Se me pusieron los pelos de punta. No debía sorprenderme, pero aún lo hacía.

—Fijo que es el arma del crimen —Dijo Kie.

JJ y yo nos miramos al mismo tiempo con expresiones preocupadas.

Ward intentaba hablar con Gavin, pero el hombre no paraba de mirar al suelo con expresión de dolor mientras tocaba su reciente herida. Parecía estar llorando. Me dio lástima.

Gavin negaba con la cabeza, y Ward perdía la paciencia. ¿Qué estarían hablando?

Ward se incorporó y quedó de pie mientras pasaba su mano por su rostro, aún con la pistola en la otra mano. Caminó y le dio la espalda al piloto.

Gavin se levantó con dificultad y miró a Ward. Comenzó a gritarle algo, y pude distinguir entre la frase las palabras «Rafe» y «mató», pero no supe con exactitud qué le había gritado.

No me dio tiempo a asimilar que Ward se había dado la vuelta y había apuntado a Gavin con el arma para después disparar dos veces a sangre fría.

El sonido de los disparos me sobresaltó y activó todas las alarmas en mi cuerpo, llevándome de vuelta a mis pesadillas donde veía a Rafe disparando a Peterkin. Se me encogió el pecho y después contemplé cómo Gavin caía al suelo.

Todos a mi lado lanzaron maldiciones y soltaron gritos ahogados y se agacharon tras el borde de la fachada. Yo miré en shock cómo Ward se quedaba estático mirando a Gavin, que seguía de pie y miraba fijamente a su agresor.

—No puede ser verdad —se lamentaba Kie con la frente apoyada en el borde—. ¿Qué está pasando?

JJ se había quedado sentado con la espalda en el borde, dando la espalda a las obras, y con la cara blanca del susto.

Pope rápidamente volvió a subir para seguir grabando, a pesar de todo.

Acabábamos de presenciar cómo Ward Cameron disparaba dos veces a Gavin.

—Dime que lo has grabado —Le rogó JJ a Pope.

—Podremos encerrar a ese cabrón de por vida.

Apreté con fuerza mis dedos en el borde de la fachada, notando cómo las gotas caían sobre mi nariz. Apreté también mi mandíbula y miré con furia a aquel hombre en el que yo había llegado a confiar tanto.

Gavin, a pesar de todo, se lanzó encima de Ward y trató de golpearlo. Pero escuché de nuevo otro disparo y esta vez la pistola cayó al suelo. Vi cómo el pie de Gavin daba con esta por accidente y la tiraba desde arriba hasta el suelo que había en la calle.

—Esto es una puta locura —comentaba Pope grabando a Ward mirar desde arriba dónde había caído el arma.

Después le tomó el pulso a Gavin y comenzó a dar golpes con furia al, seguramente, ver que no respiraba y que no tenía latidos. Me dieron escalofríos. Gavin había muerto.

—Deberíamos irnos, Pope —Dijo JJ muy alterado—. ¿Te vale con lo que has grabado?

—Sí.

Miré la pistola que ahora avanzaba por la calle llevada por el agua de la lluvia, que había llegado a bastante altura.

—Un momento —pidió Pope—, ya ha salido.

En efecto, Ward había salido de las obras y ahora cargaba de nuevo con la bolsa de deporte que llevaba desde el comienzo. Parecía estar buscando algo en el suelo: la pistola.

—Está buscando la pistola —dije con los dientes casi apretados.

Ward comenzó a correr hacia la alcantarilla, donde la pistola se acababa de quedar entre los huecos de esta. El agua chocaba con fuerza y amenazaba con meterla dentro.

—¡No! —Gritó Ward con urgencia, agachándose frente a la alcantarilla.

Entorné los ojos para ver mejor y vi que la pistola se metió dentro del hueco de la alcantarilla, dejándola lejos del alcance de Ward. Él comenzó a quejarse y a gritar.

—¡La pistola se ha caído por la alcantarilla!—Pope relataba aquello con emoción.

Ward había metido su brazo en el agujero para llegar a la pistola, pero no había manera de que llegara a ella dese modo. Pope no cesaba de grabar.

Kiara entonces se levantó más.

—¿Qué haces, Kie? —Le preguntó JJ abriendo mucho los ojos.

Ella se había apoyado en el borde de manera que cualquiera que mirara en nuestra dirección podría verla allí arriba.

—¡Kie! —susurré con temor.

—¿¡Pero a ti qué te pasa!?—Chilló ella en dirección a Ward.

Los ojos se me desorbitaron y miré a Kiara sin poder creer lo que estaba viendo. Ward se levantó de donde estaba y miró en nuestra dirección.

—¡Asesino! —Gritaba ella.

—¡Me cago en la hostia!—Dije agarrándola del brazo y tapando su boca con mi mano.

—¡Agáchate, coño! —Gritó JJ bajándola de un tirón.

Pero Kiara no paraba de gritar y removerse con insistencia a pesar de no estar mirándolo. ¿Qué mosca le había picado?

—¡Para, Kiara! —le pedía yo.

—¿Estás loca? —quiso saber JJ.

—¿Pero qué haces?— añadió Pope, también.

—¡Me da igual que me oiga! ¡Es un asesino!—respondió.

La miré sin poder creer que de verdad hubiera actuado sin tan poca lógica en un momento como ese.

—¡No hace falta gritárselo cuando acaba de matar a alguien! —Señalé con todo mi cuerpo temblando.

—Conseguirás que nos maten a nosotros —asintió JJ con enfado.

Pope, que había mirado desde arriba a dónde Ward estaba, dijo con miedo:

—Chicos, nos ha visto.

—¿Qué? —JJ abrió la boca con sorpresa.

—¿En serio? —Preguntó Kiara, como si no hubiera sido ella la que había llamado su atención.

—¡Hay que salir de aquí! —Exclamé agarrando la mano de JJ.

Pope agarró la de Kiara y los cuatro nos levantamos de allí para correr hacia las escaleras de manera torpe y desastrosa.

—¡Venga, venga, venga, venga! —JJ gritaba a Pope, que era el primero que estaba bajando—. ¡Date prisa, Pope!

—¡Ya voy!

—¡Vamos!

JJ me indicó que bajara yo detrás de Pope, así que me agarré con rapidez a la escalera y comencé a bajar sin pensarlo dos veces. JJ me siguió y Kiara fue la siguiente. Mientras ella bajaba con los gritos de JJ alentándonos a movernos más rápido, Kiara pisó la mano de JJ en los barrotes de la escalera.

—¡Ah, mi mano!

JJ se soltó y cayó sobre mi, y yo caí sobre Pope, consiguiendo que los tres acabáramos en el suelo de manera dolorosa. JJ había golpeado sin querer mi estómago y yo había tirado a Pope, al cual se le había caído la cámara al suelo.

—¡Perdón! ¡Lo siento! —se disculpaba Kiara mientras terminaba de bajar las escaleras.

Froté mi estómago soltando quejidos de dolor, JJ me había dado fuerte. Él se acercó a mi con preocupación.

—Princesa, ¿estás bien?

—¡No, no, no! —comenzó a decir Pope agarrando su cámara. Nuestra atención se desvió hacia él.

JJ se acercó a él.

—¡Venga ya! ¿Se te ha caído?

Pope me miró con furia.

—¡Me has dado una patada! —me gritó.

Me levanté y lo miré con la boca muy abierta, sintiéndome ofendida.

—¡JJ me ha golpeado en el estómago!

—¡Kie me ha pisado la mano, joder! —se defendió el rubio.

—¡Intentaba darme prisa! —explicó Kiara.

Escuchamos a alguien cerca y entonces comprendimos que no era momento de discutir, así que comenzamos a gritar que debíamos salir de allí cuanto antes y corrimos lejos.

Saltamos verjas y vallas que yo no podría haber saltado de no ser por la adrenalina y finalmente encontramos el coche de Kiara de nuevo.

Entramos a toda prisa y cuando estuvimos por fin seguros, JJ dijo:

—¿Alguien puede... ¡explicarme lo que acaba de pasar!?

Pope soltó un grito de frustración. Yo me había quedado sin aliento.

—No me lo puedo creer —seguía diciendo JJ—. Pero ¿por qué se peleaban?

—Pues... por una pistola que usó Rafe. Debió de guardarla —respondió Pope mientras miraba su cámara e intentaba ver si estaba bien.

—¡Claro! ¡El arma del crimen! —JJ estaba fuera de sí.

Kiara al parecer había sacado su móvil y había marcado un móvil mientras todos tratábamos de procesar lo que habíamos visto.

—No contesta —se lamentaba ella.

—¿A quién llamas? —Pregunté irritada.

—¿A quién crees? —Respondió con obviedad mirándome con los ojos muy abiertos.

—¿A la poli? —Pope no daba crédito a lo que oía.

—¿¡A quién narices voy a llamar si no!?

—¿¡Qué haces llamando a la poli!? —Chillaba JJ—. ¡Era Ward!

Pope y JJ comenzaron a gritarle a la vez y yo me encogí metiendo mi rostro entre mi pecho y mis brazos, que estaban apoyados en mis rodillas. Todos los gritos envolvían el interior del vehículo y la cabeza comenzó a dolerme.

Oficina del sheriff... —comenzaron a contestar al otro lado de la línea.

—¡CALLAOS! —Rugió Kiara. Después habló al teléfono—. ¿¡Hola!? ¡Oiga, le han disparado a un hombre en el edificio en obras de Grand Street!

Señorita...

¡Tiene que darse prisa, se está muriendo! No sé si estará muerto, ¡dense prisa!

¿Dónde se encuentra?

¡Dense prisa, por favor! —Dicho esto, colgó la llamada sin darle respuestas. Ella apoyó la frente en su palma de la mano.

Yo miré a cada uno de ellos mientras todo me temblaba. ¿Cómo habíamos acabado en esa situación?

—¡Hay que irse! —dijo JJ.

—¿Y qué hago? —Gritaba Kiara.

—¡Tú arranca! —Respondió Pope.

Y Kiara obedeció. Arrancó el coche y por fin empezamos a movernos para alejarnos de ese lugar.

Miré a JJ sin poder soltar una sola palabra.

Ward acababa de matar a otro hombre. Justo frente a nuestros ojos.

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