CAPITULO NUEVE

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Mike

––¿No te tropiezas siendo tan alto? ––pregunto Lex por quinta vez aquella noche.

––No. ––respondió, Kun cansado mientras intentaba alejarse de la rubia, quien tenía una sonrisa de punta a punta––. ¿No tienes que estar en tu camerino?

––¿Acaso quieres quedarte a solas con Mike? Conozco un buen lugar en donde podrían hacer lo suyo…

Mike cubrió la boca de la rubia rojo de pena. Lex mordió su mano ocasionando que esté gritara por lo bajo, su madre le dio un pequeño golpe en la cabeza con un panfleto, negando con humor. Mientras que  su padre jugaba un pequeño juego en su teléfono.

«A veces actúa como un adolescente…»

Trato de imaginarse a su padre de joven comportándose como en aquel momento.

––Sera mejor que bajemos ––Kun asintió ante la sugerencia de la mujer––, te veremos allí abajo, Lex.

––Muchas gracias ––sonrío con educación.

––¿Ahora sí te comportas bien?

––No tengas tanta confianza conmigo, rojito, soy un perro que ladra mucho. Auf, auf.

––Adiós Leeeex. ––alejo a su mejor amiga con pequeños empujones. Cuando desapareció sus padres habían salido ya del pasillo, Kun estaba recostado de la pared, con sus manos dentro de sus bolsillos delanteros.

Mirarlo con descaro era algo que Mike no podía evitar.

A su parecer, lucia igual que una escultura antigua, de esas que mantenían la esencia magnífica de la obra. Solo era un chico, recostado de una pared ¿Había alguna razón para mirarlo de esa manera? El pasillo era rojo por la alfombra, las paredes vino tinto con decoraciones doradas, la luz era amarilla. La posición en la que se encontraba lo hacía ver como una obra de arte. Una tan sencilla pero magnífica que, tuvo impulsos de tomarle una foto.

Llevo dos dedos de ambas manos hasta su ojo izquierdo, haciendo un rectángulo con estos, seguidos de un sonido similar al de un click. Kun miro está escena y sonrió antes de dejar escapar un pequeña risa.

––¿Acostumbras a acosar a las personas?

––No, pero acostumbro a hacer fotos mentales, ¿quieres ver? ––hizo un ademán de mostrarle su foto con sus manos, el pelirrojo se inclino cerca de él, fingiendo interés––. Soy un buen fotógrafo, lo sé, son piezas increíbles.

––Vaya… eres pésimo para esto ––dijo. Había tomado sus manos con delicadeza viendo las fotos imaginarias––, esto no puede arreglarse ni con fotoshot, tendré que despedirte.

––¿Despedirme a mí? Soy un artista ¡Un artista de dicho!

Acto seguido: el pelinegro movió sus manos con frustración, caminando mientras movía una capa invisible. En sus mente, quería lucir igual que Snape caminando.

Kun no tardó en seguirlo, está vez, atándose su cabello en una colilla. Fue inevitable para el pelinegro no mirarlo de nuevo. Era extraño. Verlo con su cabello recogido era algo extraño para él, pero se veía bien.

––Te ves bien ––soltó sin pensar.

Cuando se dio cuenta de lo que había dicho en voz alta, se detuvo y cubriendo su boca, apenado, y pidiendo perdón.

––Lo siento, lo siento, lo siento…

El pelirrojo examinó su cabello, jugando con uno de sus mechones.

––Tendré que recogerme el cabello más seguido, entonces. ––fue lo último que dijo antes de comenzar a caminar.

«¿A qué se refiere con eso?» dio un par de saltos mientras caminaba, pensando. Desde la noche pasada Mike no podía dejar de pensar en la palabras del pelirrojo, pensaba que era un buen actor.

––Tu mamá es muy linda ––halago el pelirrojo, caminando aún––. Se parece mucho a ti.

––¿Verdad que sí? Siempre me he parecido a ella, incluso de pequeño. Soy como una versión masculina. De pequeño… quería casarme con una chica que fuera lo contrario a mí. Como mis papás. Ahora parece que no son muy unidos, pero es cuestión de que los veas más a detalle.

––¿Y como imaginabas esa relación? ––curioso.

––Como una relación larga, una en la que pudiese formar una familia. Yo iba a ser el que limpiará todo el tiempo, me gusta mucho limpiar con música de fondo, ¡deberías escucharme, soy un gran cantante! ––explico con ánimo.

––Viéndote, luces como alguien que desentonaría con facilidad. Mike. ––sonrío tras ver cómo este fruncía el ceño. «¿Se divierte de verme así?»––.Sigue, por favor.

––La chica pasaría mucho tiempo con algunas de nuestras mascotas, cocinaríamos cosas extrañas, veríamos muchas películas y haríamos un montón de actividades… ––la voz del pelinegro iba desvaneciendo a medida que avanzaba––… Luego…––tardo un par de segundos en seguir, suspiro––… Descubrí que era gay y no supe como tomármelo.

––Para mi es algo difícil de entenderlo, desde pequeño supe que me gustaban los chicos y fue cuestión de tiempo para poder asimilarlo mejor.

––¿Tus abuelos lo sabían? ––Kun lo examinó como si fuese un niño inocente ante todo ¿A qué vendrían esas miradas?

––Mis abuelos sabían muchas cosas. No me afecta actualmente. Pero recuerdo que tuve que aprender a vivir con todo lo que sucedía. Ser abiertamente gay no trae buenas cosas, en la mayoría de los casos.

––Se perfectamente a qué te refieres. ––comprendió.

Ambos compartieron una mirada entonces, asintiendo levemente y entrando a la sala, con el frío invadiendo sus cuerpos. No sé había molestado en llevar un suéter, pensaba soportar el frio.

Mike no paraba de equivocarse.

A diferencia de Kun, Mike iba un poco más formal. Llevaba puesto una camisa blanca con botones, un pantalón negro. Se vio en la obligación de vestirse de aquella manera por su madre.

El pelinegro tenía costumbres de ir a pijama a cualquier lugar, su madre sabía que aquel evento no sería la excepción.

El pelirrojo en cambio, iba con una camisa azul, un jean azul que mantenía lo ancho y ajustado con unas converse, ya se había disculpado por su vestimenta, pero incluso se veía mejor que él. «Se ve bien con cualquier cosa.»

A lo lejos pudo encontrar a sus padres moviendo los brazos. Ambos se acercaron hacia los asientos de atrás, su madre les preguntó por qué habían tardado tanto. Kun respondió que solo estaban hablando, Mike se encontraba con el pelirrojo a su izquierda mientras que sus padres estaban a la derecha.

Estaba nervioso, por alguna razón.

––Hace un tiempo que no venimos, la última vez Mikie tenía 18 años. ––comento su madre.

––A mi abuela siempre le gustaron los espectáculos, y siempre iba con mi abuelo a muchos.

––¿Y tú no ibas? ––pregunto Mike con curiosidad––. ¡Es fascinante!

Se llevó un pequeño golpe de parte de su padre en la cabeza con un folleto. A veces olvidaba que no podía hablar muy fuerte. El pelirrojo negó muy levemente.

––Estaba muy ocupado en casa cuando ellos salían, así que solo me quedaba esperando a que llegaran, eso me daba más tiempo de practicar mi técnica en la cocina.

––Eres muy bueno cocinando, deberías venir más a menudo a casa para cocinar. A Mike le gusta venir de vez en cuando a hacer galletas.

––Terminan como carbones. ––el joven miro con espanto a su padre. «¡No dice lo mismo cuando hago las tartas de limón!» este se limitó a acomodarse en su asiento, mientras su hijo lo miraba con dramatismo.

––Seria un placer, me encantaría corregir a Mike cocinando. ––comento.

El pelinegro sintió el calor en sus mejillas cuando esté guiño su ojo. Siempre hacia lo mismo en la cafetería, pero las últimas veces que había estado yendo ya no eran tan seguidas.

«Tomaba el pedido y antes de darse la vuelta, me guiñaba el ojo.» siempre pensó que era algo extraño pero con el paso del tiempo se había acostumbrado. Aquel guiño tenía mucho sentimiento en Mike, haciéndolo sentir feliz.

––Sera mejor que prestemos atención hacia adelante ––sugirió––, están apunto de empezar.

Todos guardaron silencio hasta el momento en el que las luces se apagaron y los directores comenzaron a salir para dar la bienvenida. Las amigas de su madre estaban más debajo de ellos. Prefirieron ver a sus hijas más de cerca.

«De verdad tengo mucho frio.» El pelinegro era muy sensible al frio por lo que podía congelarse en cuestión de segundos o minutos, teniendo que dejar sus manos entre sus piernas, presionando para no sentir tanto frio. Mientras se acomodaba, cayó en cuenta de cómo sus padres los miraban de reojo con cierta sonrisa entre sus labios.

Sintió algo de pena, aún le costaba hacerles creer que era real. Miro la mano del pelirrojo a su lado, pero no la tomo, acercó su cabeza con lentitud hasta recostarla en su hombro.

Este, sin embargo, se mantuvo tenso por un rato hasta que relajo los músculos. El pelinegro noto cierta inquietud en su mano.

«¿En qué pensará? Casi parece que quiere acariciar mi cabello…»

––¡¡El tema de esta noche vendrá directamente de sus cabezas, ustedes serán los únicos que interpretarán los bailes, y la música a su propio parecer!! ¿Están de acuerdo? ––a Mike se le hizo imposible no aplaudir y silbar con el resto de las personas––. Entonces démosle un fuerte aplauso a Silence.

La obra empezó con un grupo de violinistas vestidos de blanco. Cuando comenzaron a tocar bailarinas corrieron en círculos, moviendo los brazos como alas, descalzas mientras una sola luz las alumbraba. Una de estas cayó al suelo, luego otra, otra, otra, y otra más. Pronto todas estuvieron en el suelo, alzando los brazos y acariciándolos con suavidad.

De un momento a otro todas las bailarinas comenzaron a tomar el brazos de cada una ayudándose mutuamente para levantarse. Una volvió a caer y así siguieron las demás. Los violinistas tocaban una melodía suave, pero brusca, así como los movimientos de las chicas. Crearon un circulo en el suelo a rastras en donde una de ellas se puso de pie, haciendo una pose elegante.

––¿Tú qué ves? ––pregunto Mike en un leve susurro.

La mano de Kun aún lucia inquieta.

El pelirrojo se tomó un tiempo para responder.

––Un grupo de aves en manada buscando el camino a casa. Una de ellas se va de esta columna, haciendo que todas las demás se desequilibren. Intentan levantarse la una a la otra pero… ––los ojos de Mike solo podían ver su mentón. Su cuello estaba caliente, quiso acurrucarse más en él––… Es difícil volver a unirse. ¿Y tú?

El pelinegro entreabrió los labios de manera inconsciente al notar como esté lo miraba, tuvo que aguantar sus ganas de tragar grueso, no quería que su nerviosismo fuera notorio. Esto tardó en desaparecer. Era complicado mantenerse nervioso todo el tiempo con Kun cerca de él.

«Cerca de mí…»

––No sabría decirlo con esa actitud ––respondió al fin––, los movimientos son suaves y sutiles pero tienen mucha peso, el violín es un gran complemento y el ambiente oscuro, de una sola luz es maravilloso. ––la manera en la que él pelinegro interpretaba aquel acto era como el de una perdida de si mismo––. Casi igual que como cuando te pierdes en ti mismo.

––¿Alguna vez te ha sucedido? ––pregunto.

Sabía la respuesta a la perfección, aún así, quiso darse a si mismo el don de la duda y preguntarse.

––Hace mucho tiempo. Creo que a los 16, cuando descubrí que bueno, ya sabes. ––el hecho de que estuviesen susurrando no le aseguraba que las personas a su alrededor los escucharán, decir abiertamente que era gay le daba pánico.

––Eres un chico increíble, Mike.

––¿Intentas conquistarme en un teatro guapo? Eso es muy atrevido de tu parte, no quiero ni siquiera pensar en lo que pasa por tu mente.

––¿En serio no quieres? ––el tono coqueto de Kun era casi similar al tono atrevido del pelinegro. Mike sentía como su cuerpo se aligeraba más, su cabeza era un completo suspiro cargado de encanto.

«Este chico me encanta.»

––Guarda esos pensamientos en el fondo de tu cabeza ––rápido y discreto inclino la cabeza del pelirrojo hasta la suya, guiñando severamente su ojo. «Luce… Demasiado lindo…»

Cuando miro de nuevo hacia el frente las personas comenzaron a aplaudir por el cierre del espectáculo. Las bailarinas se tomaban de las manos y, los violinistas solo hacían una reverencia, antes de que el telón se cerrará.

Era extraño que su mente se hubiese nublado por completo cuando estuvo conversando con Kun, al menos para él, aunque Mike se distraía con gran facilidad. Se sentía tímido y vulnerable en aquel momento, no estaba siendo discreto y por alguna razón extraña quería seguir recostado del hombro de Kun. Incluso, de su pecho.

[“*”“*”]

Llegó el turno de Lex, quien, para sorpresa de Mike también estaba con las hijas de las amigas de su madre. Estaba claro que las chicas no debieron pasar un buen rato con la pequeña rubia, era muy escandalosa y quisquillosa cuando alguien le parecía interesante.

Aquel no era el caso, en muchos intentos una de aquellas chicas quiso ligarse a Mike conociendo su sexualidad.

La rubia no soportaba a esas personas por lo que, cada vez que tenía la oportunidad las dejaba sin paciencia y sin estribos. Desde arriba pudo notar los nerviosismos y la enorme sonrisa de su amiga. Quiso cubrirse la cara ante la malicia de esta, que terminó por hacerlo y chillando a medias.

Presentaron a la orquesta antes de que se sentarán en sus respectivos asientos organizando sus instrumentos y partituras. Ellos, y sus padres estaban dos filas más arriba de la primera.  El sonido de la flauta inundó todo el lugar, seguido de los suaves toques de la guitarra, violín, y arpa que tocaron con melancolía sus notas.

Notaba la pasión y el esfuerzo que dejaban en aquellas notas tan suaves y frágiles, capaces de quedarse grabadas en la mente de los espectadores incluyendo a ellos mismos. Niños aparecieron a los costados cantando un coro sinfónico a corsé a la melodía.

––Baile, melodía, gloria baja en una nube y llévate mi dolor… ––El canto fue empezado por uno de los niños del coro mientras el fondo seguía siendo melancólico y suave.

A su lado, escucho como el pelirrojo se ponía en sintonía con esta canción en una voz muy baja mientras, jugaba con sus dedos.

––¿Te la sabes? ––su voz sonó mas alegre y curiosa que la de un niño pequeño. La emoción lo había tomado por sorpresa––. A mí me encantaba de pequeño, ¡baile, melodía y gloria…! ––tuvo que retener un gritico debido al golpe del folleto en su cabeza. No hacia falta voltearse para saber que era su padre.

Kun había sonreído muy levemente mirando a Mike con la cara hecha molestia por su padre, cuando lo miro directamente, aún seguía sonriendo y con más encanto. No paraba de sentir como sus mejillas se calentaban, Kun tenía una sonrisa encantadora.

––Lo escuché una vez en una clase música, pero la melodía era en piano, le da un toque más intenso y glorioso ¿Entiendes? ––Mike asintió con entusiasmo.

––¡Las notas del piano hacen que se escuche tan profundo y delicado casi como si estuvieses escuchando la orquesta original!

––Conozco a una actriz y cantante de Broadway llamada Jhaney Stha…

––¡Jhaney Sthain es increíble! ––no pudo contenerse, fue imposible para él, se inclino más a él con una sonrisa estúpida de punta a punta, mientras sus ojos brillaban a medida que iba avanzando la conversación––, hizo una reinterpretación de Enola Holmes, estuvo grandiosa. ¿Has visto la obra en la que canta con Miley? Esa en donde la duquesa le dice a Britney…

––Estamos corrompidas en una sociedad en donde lo nuestro es algo imposible de aceptar. Tú lugar está con un noble hombre, que pueda otorgarte hijos…

––… Y amor. Amor del que yo no puedo darte. Ambas somos un par de idiotas al pensar que seríamos capaces de estar juntas…

––Escapemos a donde nadie nos encuentre jamás ––continuo el pelirrojo con emoción––, donde la corona no la persiga y ambas seamos nuestra misma corona. Nuestra misma alma, mismo aliento y mismas lágrimas. Duquesa. Quédate conmigo, porque…

––…Te amo…

Fue en aquel momento en el que Mike se aferro tanto a la mirada de Kun que noto tantas cosas en un rostro que no podía verse bien por las luces apagadas, y la lejanía del escenario. ¿Estaría viviendo su propia escena de Broadway? Kun tenía unos ojos tan verdes como los árboles, brillantes como las estrellas, pero oscuros como la misma noche.

«¿Quién te hizo tanto daño? ––quiso preguntarle.»

Sus brazos querían rodearlo y, quedarse recostado de su pecho por instantes largos, muy, muy largos.

«¿Qué se sentirá estar en su pecho?»

¿Qué era aquel sentimiento que se forma de manera repentina? ¿Y por qué sentía que ya le había pasado mucho antes? Trato de recordarlo Pero a su mente solo venía la cabeza la mirada del pelirrojo, y la cafetería. ¿Tendría algo que ver?

––Casi parece coincidencia que nos guste la misma persona. ––dijo Kun, aún con su sonrisa encantadora, rompiendo el silencio entre los dos.

El pelinegro no paro de mirarlo en algún momento. Entonces recordó cuando lo conoció. Las miradas. Los guiños. Estaba frente a él en un teatro fingiendo ser su novio, sin alguna molestia de mostrarse tal y como es con Mike.

Y, de manera inconsciente, Mike hacia lo mismo con él.

––Mucha. ––respondió al fin recostando su mentón de su mano––. Eres como el chico que no sabía que quería. Irreal.

Kun enarcó una ceja, acercándose un poco, de una manera tierna y adorable a la imagen del pelinegro.

––¿Crees que en otra vida y en otro universo seguiré siendo tu chico irreal? Tal vez ¿Tú pareja? ––«Usa un noto de voz tan jodidamente sexy que me desmayare.»

––Me encantaría que fuera en esta. ––confeso, dejándose llevar por la pregunta.

Pero solo era un reto del cual no volverían a saber una vez que se acabarán. Lo más probable es que ninguno volvería a saber del otro. Mike tenía malas experiencias con los chicos, sobre todo porque sabía que todo era temporal, al menos para ellos.

Su desánimo ante aquel pensamiento quiso asomarse y hacer presencia, pero la conmoción del momento y la mirada del pelirrojo sobre él se lo impedían.

Lucia tan encantador allí, en la oscuridad del lugar, sus ganas de abrazarlo y acurrucarse no se reprimieron esta vez. Fue algo sutil. Mike había levantado la cabeza y había enrollado sus brazos alrededor de uno de los del pelirrojo, recostando su rostro del hombro reteniendo la respiración por largos instantes, en los que sus ojos se mantuvieron cerrados y exhalo.

––Mike ––llamo en un pequeño susurro. Su voz era tan clara y suave en aquel momento––. ¿Haces esto por tus padres?

«No.»

––Sí. ––se obligó a responder. No sabía con esa actitud que estaba sintiendo en aquel momento pero le encantaba. Sus ojos estaban tan iluminados como el día en el que lo conoció.

Aquel día algo dentro de él hizo que su corazón palpitara, al punto de estallar.

No creía que fuera por su hermosa apariencia, o el aura que tenía. Solo supo que, cuando lo atendió por primera vez actuó de la manera más energética posible, pero no actuaba para impresionar. Ni siquiera esa actitud fue falsa. Quizás quería que recordara.

Actuaba de tal manera porque pensaba que si lo atendía de aquella manera el volvería a la tienda, y así podría verlo de nuevo. Y aquello no hizo falta a su parecer.

Aquella tarde antes de cruzar la puerta guiño un ojo, sonriendo levemente a labios cerrados y dio media vuelta, en donde, atraves del cristal y la lejanía de la puerta hasta la caja registradora, lo observo serio, inexpresivo. ¿Se comportaba así solo por amabilidad?

Fue entonces cuando todas las tardes, de cada día, atendía al mismo chico pelirrojo que en aquel entonces tenía un cabello corto. Nunca intercambiaron palabras más que pedidos, nunca dijeron sus nombres, nunca tuvieron alguna interacción más que cliente/trabajador. O tal vez sí. Quién sabe.

Pero, muy en el fondo, Mike quería saber más y más, conocerlo y saber su nombre, su vida y su mente.

Porque algo dentro de él le decía que ya se habían visto, y hace unos días pudo comprobarlo mejor que hace unos meses, pero las circunstancias no eran las correctas para él. Y tal vez tampoco para Kun.

––Oye Kun, ¿aceptas que te abrace por mis padres?

––Sí.

Y el sabor amargo se formó en su boca, pero no pronunció ninguna palabra, no había nada que pronunciar, él hacía lo mismo ¿No es así?

––Un día bailaras conmigo baile, melodía, y gloria, como Jhaney y Miley en la obra. Creo que sería algo único ¿No crees?

––¿Por qué hablas de cosas únicas ahora? ––a diferencia de cómo pensaría, en su voz había un toque de curiosidad y humor.

––Porque, que ambos sepamos lo mismo de Jhaney Sthain me parece único y me gustaría recordar el momento como algo único. Tal vez no nos volveremos a ver luego de esto.

Las voces eran tan silenciosas que solo ellos podían entenderse. Allí, estando los dos en un mismo lugar, con uno de ellos recostado del otro, la orquesta frente a ellos y los sentimientos de cierto pelinegro brotando en confusión ya era lo suficientemente único para guardar en su mente. Pronto, sintió los dedos del pelirrojo entre su cabello, acariciando con delicadeza y ternura. Se sentía bien y su pecho comenzaba a relajarse.

––Te prometo que bailaremos la canción que tú quieras. 

––¿Sin mentiras?

––Sin mentiras, si eres tú el que lo desea no podría negarme.

Una vez conoció a un chico que le mintió, y lo dejo con el corazón en las manos y lágrimas en las mejillas. Confiar en la promesa de alguien más era una apuesta segura hacia sus emociones.

Confesarle su pensamiento sobre querer bailar con él era algo extraño para el mismo pelinegro, y sin embargo, no dudo en preguntárselo. Que dijera que lo prometía era algo que lo hacía temer. Volver a confiar en alguien era como volver a leer el mismo libro, sabiendo cómo termina.

«Pero él no es James.»

––Confió en ti ––le dijo sin dudarlo.

Fue entonces cuando sintió como esa parte de sí mismo que tanto se molestaba en ocultar comenzaba a querer salir y mostrarse ante el pelirrojo, cuando la obra terminó, y las luces se encendieron alzó el brazo para saludar y silbar a su mejor amiga. Mordía su labio luego de eso porque sus nervios lo ponían sensible.

[“*”“*”]

––¡ESA ES MI AMIGA! ––grito Mike corriendo hacia la rubia quien corrió hacia él con la misma felicidad––. ¡Lo hiciste increíble! Espero tener un boleto asegurado cuando seas famosa. La gran Lex en una presentación de flauta solitaria  ––sonrío de punta a punta señalando un cartel imaginario––, ya puedo verlo. No olvides que me gusta primera fila.

––Lo sé, soy grandiosa, no deberías dudar de mi. ––sonrío con encanto abrazando a los padres de Mike––. Muchas gracias por venir señor Mike, y señora Alicia.

––Por supuesto, al principio no sabíamos que tendrías presentación pero aún así te habríamos apoyado al notar que tú eras una de las integrantes.

––¡Oh, sí! Toque con las hijas de sus amigas, dicen que las pongo nerviosa no sé por qué ––Lex se encogió entre hombros fingiendo inocencia. El señor Mike enarcó una ceja al escuchar eso, Lex hizo un par de señas y ambos asintieron. La menos no tardó en localizar a Kun bajando de los escalones y correr directo hacia él, Mike intento detenerla pero está ya estaba de pie frente a él––. Hola, hola ¿Qué tal te pareció mi espectáculo? ¿Increíble no es así? Se necesitan muchos años de practica para lograrlo, a Mike también le gustan los instrumentos con forma de flau-...

––¡LEX, POR FAVOR, CÁLLATE!

Tuvo que enrollar su pierna atreves de la suya y recostarla de unos asientos vacíos para hacerla callar y mantenerla quieta. Al igual que Kun, Mike estaba sonrojado de la pena, el pelirrojo lucia casi como una estatua. La imagen le dio cierta gracia pero no duró mucho hasta que Lex se abalanzó sobre Mike.

––¡Oigan no peleen! ––escucho a su madre a lo lejos sin hacer caso.

––¡Lex no te dejes ganar, Mike tú tampoco te dejes ganar! ––«¿De que lado estás papá?»

Al final, Kun termino separándolos a los dos.

––¿Siempre están peleando? ––pregunto con curiosidad.

––No es pelea, es una prueba de fuerza ¡MUAJAJA! ¿Quieres intentar? ––sugirió con una sonrisa macabra, inclinándose frente a él––. Estoy segura de que no aguantarías ni cinco minutos.

––No gracias, quiero conservar mi cuerpo ––un pequeño chillido escapó de la boca del pelirrojo cuando está lo miro con mala cara, bajando los escalones––. Es agradable.

––¿Cómo es que aún no te espantas? Lex intenta hacerte una serie de pruebas para intentar espantarte, lo hace con todo el mundo. ––recostado del suelo.

––Me recuerda a los chicos que vivían cerca de mi casa ––sonrío levemente mientras miraba a la rubia conversando con sus falsos suegros––, eran igual de animados que ella y, aaaalgo insoportables.

Lo ultimo hizo que ambos rieran un poco.

––¿Recuerdas con cariño tu vida en Texas?

––En gran parte, sí. Tuve unos cuantos amigos que me ayudaban a salir de mi mente por largas horas, siempre fui muy callado con ellos, pero no les importaba. ––menciono mientras recogía mechones de su cabello cobrizo.

––¿Y que hay de ahora? ¿No sabes nada de sus vidas?

––Tal vez sigan viviendo en Texas siempre fuimos muy apegados, pero yo no podía seguir quedándome en casa.

Pensaba que si preguntaba al respecto haría del momento algo incómodo para él, optó por desviar la pregunta.

––Yo tuve muchos amigos cuando estaba en secundaria, y unos cuantos en la universidad, pasaba horas en sus casas jugando algún juego de mesa, o viendo películas. ––el pelinegro se encogió entre hombros cuando Kun pregunto al respecto de ellos––. Cada uno tomó su lugar. Algunos formaron parejas, otros simplemente se mudaron de ciudad.

––¿Te dolió cuando se marcharon?

––Por supuesto. Eran mis amigos de toda la vida, y soy muy sensible en cuanto perder a las personas que más me importan. Pero aprendí a vivir con eso, pase más tiempo con mis padres y un par de años después conocí a Lex.

––Si yo hubiese sido uno de esos chicos te llamaría por semana, no me gustaría perder mi amistad con alguien como tú. ––Mike sonrió con cierta travesura, subiendo y bajando las cejas, escuchándolo con atención––. Por favor, quita esa sonrisa ––jadeo cubriendo su rostro de la vergüenza.

Le encantaba ver como este se sonrojaba, cuando hacia aquel tipo de cosas.

––Vamos, dime, ¿alguien como yo, eh? A veces pienso que eres un pervertido muy extraño, me halagas y me dices cosas bonitas. Dime ¿Acaso es tu manera de ligar?

––Guarda silencio, comienzo a arrepentirme de lo que dije ––el hecho de que no lo mirara directamente a los ojos mientras se le levantaba.

––¿Te pongo nervioso, guapi guapillo?

Kun apresuró el paso hasta debajo de los escalones, el pelinegro se apresuró en tomarlo de la muñeca sonriendo, para detenerlo, repitiendo las mismas palabras de antes poniéndolo aún más nervioso. Sus padres estaban de espaldas en la puerta hablando con Lex, antes de que se alejaran a saludar a las hijas de las otras mujeres.

Ahora se encontraban solos en el salón, frente al escenario riendo por alguna idiotez que debió de olvidarse al ver a Kun reír de nuevo.

En el poco tiempo que estuvo observándolo lejos de ser su cliente, había notado que este reía muy pocas veces, y esas veces habían sido cerca de Mike. Sus mejillas no tardaron en teñirse de un color carmesí al pensar que tal vez…

––Bailemos.

––¿Qué dices? ––pregunto, confuso.

––Bailemos.

Y antes de darle oportunidad de responder, el pelirrojo se aferro a su agarre de muñeca acercándolo a él hasta casi hacerlo chocar contra su pecho, puso una de sus manos en su hombro y con la otra se aferro al agarre.

El pelinegro ni siquiera supo que hacer al momento en el que Kun comenzó a mover sus pies de un lado a otro.

––¡Kun! S-…Se que te dije que quería bailar, pero la idea era que me dejaras aprender ¡No sé bailar! ––el pelirrojo río cuando esté chillo. Intento liberarse del agarre para golpear su pecho pero le fue prácticamente imposible.

––Yo tampoco sé. ¡Dejémonos llevar! ––entonces retomo el movimiento con torpeza, llevándose a un Mike gritón y paranoico a cada rincón del salón.

Un par de veces, el pelinegro piso sus pies por la manera en la que bailaban y sintió mucha pena. A diferencia del pelirrojo quien estaba aguantando el dolor, y las ganas de reír, pues el también pisaba sus pies de vez en cuando casi haciéndolos caer.

El pelinegro chillaba protestando por la decisión del pelirrojo mientras que este se hacía oídos sordos y pronunciaba cada parte de la canción, mientras bailaban y chocaban entre si mismos y el escenario.

Decidido a continuar con el baile, el pelinegro comenzó a moverse por todos lados cantando con Kun en voz alta, baile, melodía, y gloria, ignorando el dolor que sentían sus pies en el momento solo se dejó llevar.

––Llévate mi corazón  adolorido, porque mi cuerpo tiene ganas de bailar…

––… Es triste que me dejes ver cómo te vas mientras yo me quedo en una nube, una nube de doloooooor.

––¿Crees que nos vemos ridículos? ––pregunto en una sonrisa.

––Oh, nos vemos muy ridículos, te quitaré un descuento en la cafetería ¡Así no me imaginaba el baile, Kun!

––Quítamelo, a mí me gusta estar así.

Tal vez fue esa frase, o el hecho de que cuando terminaron de bailar en busca de un descanso, estaba tan mareado de dar vueltas que  se quedó de pie junto a él, mirando su rostro con mucho detalle hasta llegar a sus labios que no paraban de dejar escapar suspiros, lo que hizo que Mike se preguntará:

«¿Cómo… Sería besarlo?»

Se puso de puntas con la excusa de querer quitarle algo en su cabeza, cuando realmente alcanzaba su estatura y siendo consiente de que sí quería besarlo.

Pero era muy arriesgado. A Mike le dio miedo el hecho de besarlo y que de un momento a  otro todo empeorará. Su mente se nublo en ese instante dando un par de pasos atrás, dejando un pequeño silencio entre los dos. Kun lucia tranquilo mirando en escenario y los asientos.

El pelinegro le ofreció su mano mientras le regalaba una sonrisa de punta a punta.

––Vamos, nos estarán esperando afuera ––sugirió.

Kun tomó su mano luego de unos segundos, asintiendo.

––¿No estarás usando una excusa para tomar mi mano o sí? ––enarco una ceja con algo de humor.

––¿Cómo se toma la mano de alguien por excusa? ¿A caso no puedo tomar la suave y dulce mano de mi falso novio?

––Me diste en donde más me duele.

––Es una pena, me encanta romper corazones.

«¿Qué si es una excusa ––quiso decir––. No me culpes por tener ganas de tomar tu mano. Esto también me confunde.»

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