CAPITULO VEINTE

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Kun

Él aún podía recordar Texas.

Como el sol no paraba de brillar cada mañana, y las personas que saludaba de camino a la escuela y a la universidad. Tendido en la nieve con los ojos cerrados, sonrió con lentitud al sentir los fríos copos caer en su rostro, la sangre aun recorría su nariz, y desde que llego, había manchado la nieve con su rojo sufrimiento.

Abrió los ojos, mirando el cielo gris de nubes que desprendían partículas heladas de nieve que recorrían su rostro y su cuerpo. «En New York nieva mucho cuando es diciembre.» Aún se acostumbraba al nuevo clima en el que habitaba, pero pensaba que no todo era tan malo, estaba viviendo nuevas experiencias.

Y, desde que recibió la carta que le informaba sobre la muerte de su abuelo, ese momento en la nieve era lo más tranquilo que tenía, porque dentro de él, su corazón no paraba de latir con un dolor mortal.

No quería sentirse culpable de nada, pero era inevitable no hacerlo.

«A veces siento que debería tomar un descanso… Tal vez uno eterno.»

Cuando estuvo de pie una vez más, comenzó a tirar bolas de nieve a los árboles, bancos, e incluso basureros, sintiéndose como un niño pequeño saliendo de su casa después de un largo tiempo. Theon había accedido a dejarlo salir por lo menos unas horas, estaba bien con eso. No sabía exactamente que lo había hecho cambiar de opinión pero lo agradecía alegremente, estaba pasando un rato increíble en aquel momento.

Salió del parque sacudiéndose por completo, estaba lleno de nieve. Todo el mundo estaba hecho un desastre por las fiestas. Kun nunca había visto tanto desastre en su vida antes de salir de Texas. Se disculpaba con todo aquel que se tropezaba con él, llevándose miradas críticas, bajaba la mirada con vergüenza.

Se agachó para poder amarrar las agujetas de sus zapatos. Sintió un fuerte golpe cuerpo a cuerpo que lo hizo caer, cajas y bolsas cayendo encima de él mientras caía al suelo.

––Agh… ––quejo débilmente.

El chico que calló encima de él se apresuró en apartarse y recoger sus cosas en el suelo mientras se disculpaba, buscando una manera de que las personas no los pisarán. Kun, a dolorido y aún sin entender nada, guardo silencio y lo ayudo con sus cosas.

«Tiene demasiadas cajas.»

Se puso de pie para entregarle la última bolsa.

––G-… Gracia… ––estornudo, se aparto un poco. Inclino la cabeza frente a él como agradecimiento––. Muchas gracias.

––No hay de qué ––respondió con amabilidad. Supuso que estaba sonriendo, tenía un cubre bocas tapándole gran parte de su cara, y su cabello se había desarreglado por la caída, o eso suponía.

El chico había bajado la mirada hasta la camisa del pelirrojo, luego la miro con espanto soltando un chillido.

––¡AAAAH, NO PUEDE SER! ¡LO SIENTO! ––dejo las cosas a un lado acercándose de nuevo al pelirrojo para intentar quitar la mancha en su camisa. Hasta ese momento no se había percatado de que había derramado su bebida encima, de una u otra forma, rio por lo bajo quitando las manos del chico de manera educada––. Lo siento, no era mi intención…

––No te preocupes, no pasa nada ––pero la vista del joven pelinegro seguía fija en su camisa––. Es… Una camisa, no pasa nada, es algo vieja y no tiene mucha importancia.

––¡Las cosas viejas son las más valiosas! Puedo pagarlo, se lo aseguro. Solo tengo que dejar estás cosas en casa y…

––Hey, no pasa nada, en serio. ––el joven pelinegro asintió recogiendo sus cosas una vez más––. ¿Los llevas a un lugar en específico? Podría ayudarte como agradecimiento por intentar limpiar mi camisa.

––Mmmh pedirle a un extraño que me ayude es raro… ¡Pero acepto!

El pelirrojo se sintió aliviado cuando acepto. Tomo las cajas mientras que el chico a su lado llevaba las bolsas, aquel chico era un poco más alto que él pero sin superarlo, diría que casi de la misma altura, su cabello era negro y un poco desordenado. Se veía cubierto por los copos de nieve que no paraban de bajar y cubrirlo por completo. Sintió algo de ternura, pese a que también le sucedía lo mismo.

––¿Alguna ocasión especial? ––pregunto.

––Mi familia viene de visita y algunos de mis primos también, quería hacerles un detalle. ––explico con alegría.

––Espero no haber roto nada…

––¡Para nada! Eso espero… ––Kun se espanto al momento en el que dijo aquello––. ¡Era un chiste! No compre nada tan frágil, solo algunas tazas que guardo en casa de mi mejor amiga. Hacia ya es donde vamos ––informo––, no queda muy lejos así que no tienes de que preocuparte. Además…

«Habla mucho. Qué ternura.»

Había conocido muchas personas que hablaban hasta el cansancio pero jamás había sentido aquel tipo de ternura hacia él joven. Se preguntó si se veía así cuando hablaba con Theon.

Su ánimo bajo en ese momento...

… Theon jamás le prestaba atención cuando hablaba.

Estaba bien con eso, pero al pelirrojo le gustaría pasar más tiempo con su novio, o al menos que no lo ignorará siempre que tenían un desacuerdo, era doloroso para Kun y nunca lo pasaba bien.

––Llegamos ––Kun se detuvo en seco, se frotó los ojos volviendo a su realidad en donde acompañaba al chico pelinegro––. ¿Podrías esperar aquí? No me tardó lo juro ––tomo las cajas de las manos de Kun con cuidado.

––Claro… No tengo… Problema…

A decir verdad él tampoco entendió por qué había comenzado a hablar de una manera tan apagada a diferencia de hace un rato. Pero el pelinegro corrió rápido para subir con las cosas, Kun lo vio desparecer en un elevador quedándose abajo a esperar. Le fascinaban los edificios grandes y lujosos de New York, no todos eran iguales, eso lo tenía en claro. Pero para alguien como él que jamás había salido de lo que ya conocía todo era sumamente enorme y hermoso.

Incluso sentía emoción cuando salía y exploraba todo, aún había miedo rondando dentro de él, pero todo le gustaba.

A veces se sentía inseguro también, veía a las demás personas vestidas de manera elegante o con estilo propio y sentía que se quedaba atrás con su estilo simplista o su ropa de segunda mano. Ni siquiera podía permitirse usar la ropa que le obsequiaba Theon. Siempre terminaba por romperla cuando declaraba cosas falsas hacia el pelirrojo. Pero estaba bien con lo que tenía, solo debía adaptarse a su nueva vida tal vez así las cosas mejorarían. Bajo la mirada para fijarse en sus zapatos llenos de nieve.

Sonrió levemente moviéndose de un lado a otro mientras jugaba con esta misma mientras caía. Era como un niño, no podía evitar serlo cuando se emocionaba por algo y quedaba encantado.

––¿Te gusta mucho la nieve no?

Asintió levemente dando algunos saltos sobre esta.

El joven pelinegro rio un poco haciéndolo entrar al edificio.

––Es agradable ver personas con los mismos ánimos que yo en New York.

––No siempre salía de casa, creo que se debe a eso. ––ladeo la cabeza de un lado a otro con entusiasmo.

––A mis padres y a mí siempre nos ha encantado salir cuando nieva. Salimos a patinar, hacemos peleas de bolas de nieve ¡Es increíble! ––Kun pudo sentir casi el mismo entusiasmo que él mientras lo escuchaba «Me gustaría intentarlo algún día.» como si leyera sus pensamientos el chico buscó en su bolsillo algo. Saco un lapicero y tomo la mano del pelirrojo anotando mientras murmuraba––. ¡Es mi correo! Sí un día quieres salir a patinar o quieres hacer algún juego en la nieve, puedes escribirme.

Clavó la vista en su mano, no era su nombre, ni mucho menos su apellido, incluso parecía el nombre de algún personaje de videojuegos pero algo era algo, «¿Habré hecho un amigo?» el pelinegro pareció recordar una cosa más. Tendió frente a él una camisa de blanca con mangas cortas azules.

––Sé que no compensa lo de tu camisa, y ni siquiera es tan bonita, peeeeero al menos es algo ––jugo con sus dedos––. Gracias por la ayuda.

––No tienes de que preocuparte, es más que suficiente, espero pagarte un día ––con eso, ofreció su otra mano para darle un apretón––, no te fijes en lo incomodo, solo tómala.

El chico rio, acomodando su cubre bocas y tomando su mano.

––Págame invitándome una bebida. ¡Por tres días!

––¿Tres días? Te invitaré una bebida si tú me muestras New York. Por lo menos en dos semanas y media.

––¿Dos semanas y media? ––pensó––. ¡Trato!

––Entonces tenemos un trato. ––camino entonces hasta perderse entre las personas y andar hasta llegar a casa.

Un grito a lo lejos lo hizo detener y voltearse, el pelinegro que, apenas lograba verse entre todas las personas movía los brazos tratando de llamar su atención.

––¿Cuál es tu nombre? ––grito entonces.

«¿No lo dije ya?»

La agresividad de las personas no lo dejaba verlo bien, se puso de puntas para poder gritar:

––¡Kun Lee!

Y una vez más, pese a la lejanía, pareció haberlo visto sonreír. Así fue como desapareció de su vista y de la multitud «Pensé que me diría su nombre.» tal vez, en otro momento cuando volvieran a encontrarse lo haría.

[“*”“*”]

«Respira. Respira...»

Su pecho se comprimía, las lágrimas inundaban sus ojos desprendían lágrimas gruesas que rodeaban ambas mejillas. Dolía, dolía escuchar a su novio mientras se escondía en la sala engañándolo con alguien más. Sabía que lo hacía pero jamás había estado tan cerca de comprobarlo como en ese preciso momento, o tal vez sí, pero era tan estúpidamente cobarde como para admitirlo.

Fuese como fuese, estaba teniendo un ataque de pánico en ese momento y no sabía cómo evitarlo. Cada vez se hacían más presentes los sonidos provenientes de la habitación y eso solo lo hacía querer acabar ya con todo el sufrimiento.

«Él dijo… Theon… ––tembló.»

Cerro los ojos con fuerza, apretando cada vez más su pecho, como si ardiera, como si estuviesen arrancando cada parte de él lentamente y sin piedad.

Mordió su labio con tal fuerza cuando solo hubo silencio y murmuros en el pasillo que comenzó a sangrar, susurros, besos… cuando se cerró la puerta y los pasos ya no se escucharon más, dejo caer el pequeño adorno de Winnie Pooh y con él las llaves. Gimoteo cayendo al suelo y sintiendo su vista nublarse hasta ya… no sentir nada más y solo ver, el molesto y sucio rostro de su novio. Sintió sus manos recorrer su cuerpo hasta que ya no vio ni sintió nada más…

[“*”“*”]

Kun abrió los ojos, encontrándose una vez más en su habitación con las cosas rotas alrededor, ropa, fotos, cartas, incluyendo aquel teléfono diminuto que tanto le gustaba.

––Explícame. ––guardo silencio por un momento.

Lo siguiente que pasó fue su mano en su cabeza, estampándolo contra la pared.

––Explícame. ––a Kun le asustó el tono con que hablaba pero aún así, no respondió.

Y una vez más, volvió a encontrarse con la pared que comenzaba a estar manchada de un color carmesí.

––¡QUE ME EXPLIQUES!

––Y-…Yo estaba llegando de la calle y… Y…

––¿¡Y QUÉ!? ¡JODER, KUN! ¡SIEMPRE TE PIDO QUE AVISES CUANDO VAYAS A LLEGAR!

––¿Por qué? ––débil, se soltó de su agarre limpiando la sangre derramada––. ¿Siempre traes a chicos desconocidos cuando no estoy aquí?

Hacia tiempo que no escuchaba aquel sonido irritante de chillidos en sus oídos cuando lo aventaba. La vista del pelirrojo se nublo por unos instantes, haciendo que se tambalease mientras intentaba levantarse.

––No me hables así Kun Lee.

––¿Por qué? ––se recostó de la pared––. ¿Te molesta que intente darte la car…? ––un golpe más––. H-…Háblame, Theon.

––No es nada que te interese.

––¿¡Qué no me interese!? ¡Eres mi novio!

––¡¡TU SIEMPRE ESTAS INVADIENDO MI ESPACIO!! ––intento tomarlo de los hombros, Kun se apartó como pudo, enfureciendo así a su novio.

––¿Yo, invadir tu privacidad? ¡¡Lo único que hago es preocuparme, idiota!! ME PREOCUPA QUE MI NOVIO NO ESTE BIEN, Y LO UNICO QUE CONSIGO CON ESA PREOCUPACIÓN ES QUE ME ENGAÑES, THEON. ––grito exasperado, con las manos en su cuerpo cabelludo intentando no perder la calma.

––¡Carajo, que no te engaño! ––grito de la misma manera que él.

––¿Ah, no? Escuché como decía tu nombre entre gemidos, Theon. Escuché a la perfección como tú le pedías que no parará.

––Es solo sexo, no significa nada. ––«¿Por qué tenías que aceptarlo?»

«No significa nada.»

Kun no había sentido tanta molestia como en aquel momento con Theon de frente, por momentos quiso golpearlo. Apretó los puños con fuerza abalanzándose sobre él, golpeándolo muy fuertemente en el rostro, aunque claro, su novio era mil veces más fuerte que él, y con mayor razón lo aparto con facilidad siendo él quien lo golpeara.

Intento defenderse dándole patadas en el estómago o sujetándolo de los hombros. Todo era en vano. Theon lo había hecho pedazos en muy poco tiempo dejándolo en el suelo con el rostro adolorido.

––¿Esto es lo qué querías conseguir? ¿Qué te golpeara? ––el pelirrojo no pudo haber pronunciado palabra alguna por todo el dolor que cargaba encima.

Theon se inclino hacia él, suspirando y besando sus labios dejándole una pequeña mordida notable. Se sintió asqueado por besar los mismos labios que una persona ajena a él.

––Cierra los ojos ¿Sí? No queremos llamar la atención de los vecinos. ––pidió en un dulce tono.

«¿Tengo otra opción?»

Dirigió su mirada débilmente hasta una esquina del cuarto, donde la camisa que le había obsequiado aquel chico pelinegro por manchar su camisa estaba partida en dos, ni siquiera quiso ver su mano, sabía que no encontraría nada. «¿Por qué incluso cuando intento tener amigos todo sale mal?»

––Oh, eso. ––rio por lo bajo, acariciando su mejilla––. A veces es mejor… Evitar conocer personas que interfieren con lo que tenemos cariño, ¿entiendes? Ahora cierra los ojos.

Ni siquiera podía negarse. Kun cerró los ojos evitando las lágrimas que retenía en los ojos. Antes de comenzar a dormir se preguntó:

«¿Por qué sigo aquí?»

Ya no sabía si se refería a la relación, o a la vida en sí.

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