Capítulo XIII

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Nada más salir por la puerta,el brillante sol y una ráfaga de aire fresco encantador golpeó a la pareja mandándoles hondas de bien estar.

—¿Cómo pretendes que algo malo pase en un sueño? —preguntó la pelirroja con una mueca al observar el agradable entorno—. Se supone que estamos aquí por una recompensa, no para que él mundo nos odie.

—Si este es nuestro sueño, se supone que podemos hacer lo que queramos ¿No? —Olive asintió rendida—. Entonces, podemos hacer que el mundo nos odie.

—No lo sé Jack —musitó la chica no muy convencida—. No creo que esto funcione así.

—Bueno, podemos probar.

Olive alzó los hombros resentida y simplemente se dejó arrastrar por la ciudad mientras el ruloso intentaba encontrar algo que hacer; algo que estropear.

—¡Ajá! —exclamó después de un tiempo señalando una furgoneta que vendía comida.

—¿Ajá? ¿Cómo que ajá? —cuestionó ella con una mueca confusa.

Jack no dijo nada. Solo se acercó a la tienda y agarró dos grandes piruletas expuestas en el mostrador mientras el hombre de la furgoneta no mirada.

—¿¡Estás loco?! —exclamó Olive en un susurro—. ¿Qué mierda estás haciendo?

—Robar —dijo el ojimiel obvio y le obligó a coger una de las piruletas—. ¡Eh, señor!

La pelirroja intentó devolverle la piruleta a Jack antes de que el dueño de la tienda se girara hacia su posición, pero el ruloso la evitaba con una gran sonrisa.

—¿Sí? —cuestionó el hombre.

—Hemos cogido estás piruletas —confesó con una gran sonrisa y agarró a Olive del brazo para que no saliera corriendo evitando tal vergüenza.

—Oh —exclamó el hombre y la sonrisa que surcó sus labios desconcertó a Jack por completo—. Gracias. Unos chicos habían pagado por ellas hace rato, pero después se han ido corriendo por una emergencia y no sabía qué hacer con ellas. Os las podéis quedar. ¡Qué tengáis un buen día!

La sonrisa de arrogancia que tenía el castaño segundos antes se desvaneció lentamente y Olive rió al observarlo tras lamer su piruleta.

—Nada malo va a pasar —comentó la chica aún con su dulce en la boca como una niña pequeña y Jack gruñó caminando de nuevo por la ciudad con firmeza, después de tirar la piruleta.

Ella le siguió de cerca, curiosa por lo que haría después.

Jack sonrió al ver a dos chicos hablando en la acera alegremente, y sin pensarlo dos veces, corrió a su posición y empujó al más bajito de ellos.

La piruleta de Olive cayó al suelo de sorpresa al presenciar eso y corrió hacia Jack para golpearle, pero antes de que eso pasara; un coche se metió en la acera y si no fuera por el empujón de Jack, aquel chico hubiera sido arrollado.

—Oh Dios mío —exclamó la pelirroja asustada.

—T-tú —el chico señaló a Jack—. Me has salvado.

—¿Qué? ¡No! Osea sí, pero no era mi intención y...

—Muchas gracias —dijo el otro muchacho y abrazó al ruloso—. Eres una gran persona.

Y después de muchos más agradecimientos por fin se despidieron y Jack se quedó parado en medio de la acera sin palabra.

—Las cosas se tornarán siempre a tú favor, Jack, igual que al mió —sonrió la chica y sujetó su mano—. Por algo esto es un sueño.

—Los sueños también pueden convertirse en pesadillas ¿Sabes? —interrumpió él y la sonrisa de Olive se esfumó.

—¿Por qué te empeñas tanto en que esto sea horrible?

—¡Porque así es la realidad, Olive! —exclamó en un bufido—. Nunca tienes un día completamente hermoso, siempre hay algo que te molesta y el hecho de que eso aquí no pase... Me enfada, porque solo me hace sentir que lo que está pasando no es real y que lo podré olvidar; que te podré olvidar a tí, fresita.

Olive soltó un suspiro en sorpresa y apretó sus labios juntos en una fina línea mientras sus ojos se aguaban levemente, luego sonrió.

—Bien —agarró la mano de Jack de nuevo y empezó a caminar. El ojimiel la observaba confuso—. Tiene que haber alguna forma de que las cosas salgan mal, ¿Verdad? Y por suerte para tí, soy una experta en eso.

El chico sonrió alegre y le apretó la mano para darle ánimo, después de besar su mejilla.

Olive analizó el entorno, apretando sus ojos para ver cada pequeño detalle que había en la calle.

Jack la miraba con curiosidad y diversión.

—¡Allí! —señaló la pelirroja y le arrastró al césped de un parque cercano.

—Es solo... Barro —señaló el ruloso con una mueca.

—Exacto —cogió un puñado de la viscosa mezcla de agua y tierra y se lo tiró a la camiseta.

—¡Olive! ¡Mi camiseta!

Ella rió y le tiró más barro.

—¿Oops? —sonrió mientras Jack intentaba quitar el barro que había entrado en su boca.

—¡Qué asco! ¿Por qué has hecho eso? Era una de mis camisetas favoritas.

—La vida no es fácil, ¿Eh? —sonrió Olive—. Esto me pasaba una vez a la semana.

—¿En serio?

—Sí —le echó más barro y Jack gritó enfadado.

Fue el momento de la venganza y  Jack se adelantó a la chica para tirarla al barro.

—¡Jack! —el ojimiel rió por fin, pero Olive le puso la zancadilla y él también cayó.

Los dos comenzaron a mancharse completamente de barro mientras se revolcaban en la tierra.

—¡Idiota!

—¡Tonta!

—¡Estúpido!

Jack sonrió al observarse a él y a ella completamente manchados, hechos un desastre.

No era algo perfecto; pero era real y hermoso para ellos dos.

Olive le besó antes de que le diera tiempo a reaccionar y sonrió entre sus labios.

—¿Después nos duchamos juntos?

—Ya quisieras ricitos —rió ella y le volvió a besar.



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