—¡Mierda! ¡Es enorme!

—Lo sé.

Kate sostiene mi mano en alto para ver mejor el diamante en mi anillo de compromiso, una monstruosidad con varios kilates cortesía de Paul Clayton.

—Debió costar una fortuna.

— Seguramente, pero no es nada para Paul y su familia.

—¿Y cuándo será la boda? ¿Tu padre y el de Paul acordaron la fecha?

—Si, —El recuerdo de mi habitación llena de rosas y mi novio en el centro apoyado en su rodilla me hace sonreír—. En 6 meses, antes de que Paul tome la dirección de la compañía. Su padre quiere estar seguro de que es un hombre responsable antes de cederle todo.

—Eso es muy pronto.

—Si.

Kate deja ir mi mano para volverse al espejo y retocar su labial rojo brillante. La gala de los Kavanagh es el evento del año para todas las familias de la alta sociedad de Seattle porque tienen la oportunidad de presumir sus yates y viajes por Europa.

—¿Y quién es tu pareja esta noche? —Pregunto.

—El hijo de un socio de papá, pero si me preguntas —Hace una mueca de disgusto—. Es demasiado bobo para mí, prefiero a los hombres que saben lo que quieren.

—¿Existen?

Ambas reímos porque incluso mi mejor amiga sabe que mi prometido hace todo lo que si papi le dice que haga. Él fue quien orquestó todo el asunto para que su hijo y yo saliéramos.

—Estoy lista, Steele. Volvamos a la fiesta.

Salimos del tocador de damas y avanzamos por el pasillo de vuelta al gran salón, saludando a algunos conocidos a nuestro paso.

Antes de llegar a las puertas dobles de madera, el sonido de una voz familiar me detiene y a Kate detrás de mí. No es él quien llama mi atención, sino la melosa voz con él.

—Calma. —Susurra mi amiga.

Pero yo ya estoy viendo todo en color rojo, ¡Cómo se atreve! ¡bastardo! ¿Nos comprometimos la semana pasada y ya está seduciendo a otra chica?

Me dirijo hacia el rincón oscuro donde se escuchan las voces solo para confirmar mi sospecha. El jodido Paul Clayton Jr. Está besando a una estúpida chica de voz chillona.

—¡Eres un idiota! —Gruño con los dientes apretados y conteniendo el coraje para que no me escuchen.

—¿Anastasia?

—¡Si! Anastasia, tu prometida. —Kate también bufa furiosa— ¡Pedazo de mierda!

La chica con él balbucea confundida, una simple mesera por lo que puedo ver en su uniforme.

—Es un malentendido, puedo explicarlo. —Paul intenta tocarme pero me aparto— Annie, no es lo que piensas.

—¡Es exactamente lo que vi! ¿Y sabes qué? Quédate con ella, ¡Terminamos!

Giro para alejarme de Paul y Kate se interpone en su camino para que no me siga con sus malditas excusas. Aire. Necesito alejarme y respirar para enfriar la furia que me calienta el rostro.

En lugar de volver al salón, me dirijo hacia la salida forcejeando con el estúpido anillo en mi dedo que no quiero volver a ver en mi vida. Camino tan furiosa y distraída, que no me fijo en la figura del hombre frente a mi hasta que topo con él, feliz de que el anillo haya salido.

—¿Estás bien? —Sostiene mis brazos cuando me tambaleo.

— Ah, si. Gracias.

El hombre esboza una sonrisa y mi vista cae en su abrigo negro con grandes bolsillos. Bolsillos perfectos para deshacerme del estúpido anillo de Paul.

—Lo siento mucho, no lo vi. —Deslizo el anillo dentro rápidamente— Ahora tengo qué irme.

Me aparto y sigo caminando sin mirar al hombre que se llevará una gran sorpresa cuando revise sus bolsillos. Y una sorpresa mayor para mi querido Paul cuando sepa que su reliquia familiar pagó por su estupidez.

Encuentro a mi chofer en la acera junto al auto y le pido que me lleve de vuelta a casa, puede regresar más tarde por mis padres. Para mí, este asunto con Paul está terminado.