Epílogo: ¡Feliz Halloween!

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Muchas gracias a todos por leer hasta aquí UwU ¡esto ha sido muy divertido! XD Nos reímos, nos asustamos, nos ruborizamos mucho y nos encendimos >u< Con esto cerramos el especial de hoy, Pero la fiesta de los 300 sigue, y como volveremos a vernos el próximo domingo en COCONOTICIAS para revelar a nuestro picoso ganador y su premio, pues no me despido. Es solo un hasta luego, ¡truco o dulce cocoamigos! °u^ Nos vemos pronto en otra historia, y la próxima semana para más. 

***

—Ay, mi cabeza. Siento que me va a explotar.

—Muchas gracias por habernos recibido en tu casa Guila.

—No pasa nada. —Las cinco brujas traviesas se encontraban alrededor de una mesa de jardín tomando té, creyendo que lo que tenían era una simple resaca.

—Se ve que la fiesta fue muy alocada, ¿ no chicas?

—¡Seal! No lo digas en ese tono.

—Para mí fue una fiesta inolvidable. —Jericó miró de forma coqueta a Guila, y esta se ruborizó.

—Yo no me acuerdo de nada, ¡pero estoy segura que lo que viví ahí fue horrible! ¡Buaaaaaa! —La bruja líder de nuevo se puso a llorar mientras las demás se reían.

—No lo sé, creo que fue divertido. —dijo Jenna.

—Pienso lo mismo, aunque yo siempre sé cómo divertirme —Melascula no estaba segura de por qué, pero le quedaba una sensación de gran satisfacción por lo que fuera que hubiera pasado el día anterior.

—¿Zaneri, porque estás tan callada? —La pelinegra dio un buen sorbo de su taza de té y rió con ironía y tristeza.

—Yo preferiría no acordarme de nada. —Todas suspiraron al mismo tiempo, y luego miraron pensativamente al cielo, intentando adivinar que había sido de todas sus víctimas.

*

—¿Estás bien Elaine? —La pequeña rubia se había ruborizado mientras se abrazaba al pecho de su hombre.

—¿En serio lo preguntas? —El zorro sonrió ladinamente con algo de orgullo masculino, y le dio un rápido beso en la frente—. Yo soy la que debería preguntarte eso. ¿Crees que... lo que te hice te dejé marcas? —Y es que prácticamente toda la noche se la habían pasado entre gemidos y latigazos, y ella estaba casi segura de que lo había herido—. A ver, déjame verte.

—Neeeee, sigamos acostados un rato.

—¡Kyaaaa! —El peliblanco estaba metiendo la nariz entre sus senos mientras la abrazaba y acariciaba sus curvas—. Ban, es en serio —El chico ni siquiera se movió. Se rió un poco dejando salir ese sentimiento chispeante y cálido, para después usar una táctica diferente para convencerlo.

—Ban... tengo frío. —Eso detuvo su asalto amoroso, y se incorporó del cómodo nido de enredaderas en que estaban dormidos.

—Está bien.

—¡Ban!

—¿Qué? ¿Qué pasa nena?

—Tu... tu espalda...

—¿Qué tiene? —La rubia le pasó la mano a todo lo ancho, asombrada de lo que veía.

—Nada... no tienes absolutamente nada. Pero, estoy segura de que te había hecho sangrar. —Ambos guardaron silencio ante el misterioso enigma, y luego él simplemente se alzó de hombros.

—Debo tener muy buena regeneración, y ahora... —La ayudó a pararse ofreciéndole una mano y la besó cuando la tuvo en sus brazos—. Vamos a buscar algo de ropa.

—S... sí, está bien. —Elaine se adelantó unos pasos y Ban vio asombrado como ella también tenía algo extraño en la espalda: dos líneas a lo largo de los omóplatos, casi como si le fueran a salir... alas. El sonido de un piano los distrajo de sus pensamientos, y entonces ambos se sintieron misteriosamente atraídos hacia el sonido.

*

—A partir de ahora solo serás para mí, ¿verdad? —King se ruborizó de golpe y se sentó para verla a los ojos.

—¡Por...por supuesto! ¡Diane, seré tuyo para siempre! —La de coletas también se ruborizo y comenzó a jugar con su cabello mientras miraba a su hombre con ojos brillantes.

—King... —Se besaron nuevamente, y hubieran seguido así largo rato, si no fuera porque los distrajo el sonido de un piano. Era hermoso, y los atrajo de una manera tan poderosa que, sin pensarlo, se separaron y comenzaron a vestirse al mismo tiempo.

—¿Vamos a ver qué es?

—Claro, vamos juntos. Siempre.

*

Gelda admiraba el hermoso y dulce perfil de Zeldris mientras estaba recostada en su pecho. Sentía el amanecer cerca, aunque aún estaba oscuro, y le asustaba el hecho de que ni se había desvanecido ni había perdido sus memorias. ¿Qué pasaría si Zel también las conservaba? O peor aún, ¿qué tal si no? Cómo fuera, ella no sería capaz de verlo a los ojos nuevamente, y eso le rompió el corazón.

Comenzó a acariciarle el rostro con la punta de sus dedos, y deslizó el índice por sus delicados labios.

—Zel... amor mío... —Giró su cara para mirarlo a los ojos, y lo besó con todo el amor que sentía por él. Luego comenzó a llorar. Lo adoraba, le hubiera gustado permanecer así con él para siempre, pero como sabía que eso era imposible, decidió no torturarse más y mejor irse de ahí, antes de que el efecto del hechizo pasara. Estaba terminando de colocarse las medias cuando escucho algo que hizo que se congelara en su lugar.

—Ge... Gelda... —Era Zeldris que la llamaba.

—¡Zel! —La rubia se acercó velozmente a dónde estaba su amado—. Zel, ¿estás bien? Estás... —Se cayó al ver cómo su amado le sonreía—. Oh diosas, Zel... no sé... no encuentro la forma de disculparme, yo... yo me aproveche de ti y... ¡lo siento! —Estaba a punto de echarse a correr cuando el pelinegro tuvo que detenerla.

—Espera Gelda, por favor. Aún no puedo moverme, y no podría perseguirte, aunque quisiera. —Estas palabras despertaron un montón de preguntas, y aunque su mente le reclamaba que corriera en ese momento, su corazón le decía que se quedará.

—Zel... ¿qué tanto recuerdas? ¿A partir de qué momento dejaste de ser tú mismo? —La sonrisa del pelinegro se extendió aún más, y logró mover levemente los dedos como intentando tocarla. Ella le tomó la mano entre las suyas y comenzó a acariciarla con cariño.

—Nunca deje de ser yo. Aunque me estuvieran controlando, estaba consciente y lo recuerdo todo. —Ella estrechaba su mano mientras se ruborizaba cada vez más y la boca se le abrió de asombro. Zeldris soltó una risa cristalina y logró alzar su mano lo suficiente para acunar la mejilla de Gelda con cariño.

—Pero, eso quiere decir que yo... que nosotros... —El chico cerró los ojos en una expresión de gozo y placer que derritió el corazón de la vampira.

—Fue hermoso. Es lo más hermoso que haya vivido, Gelda, y me alegra que mi primera vez fuera contigo.

—¿Tu... tu primera...? —La carcajada de Zel inundó el cuarto de calidez, y la hizo sentir un súbito e irónico golpe de timidez.

—Pero no es posible. Eres tan guapo, no puedo creer que no tuvieras novias o amantes antes. Tus hermanos siempre han sido tan populares, y pensé que tú...

—Creo que te estaba esperando... —Volvieron a besarse con ternura, y ya estaban por iniciar una ronda más de pasión, cuando fueron interrumpidos por el sonido de un piano. Lo escucharon mientras se abrazaban, quedando como hipnotizados, y el vampiro solo salió del trance cuando sintió como su nueva novia le besaba la mejilla.

—¿Vamos?

*

Meliodas besaba sus mejillas, sus ojos, sus labios, y ella solo se abrazaba a él, disfrutando de su calidez.

—¿Qué haces amor?

—Besarte por todas las veces que no lo he hecho en estos años. Eli, perdóname.

—Ya lo hice —Ella le correspondió besándolo suavemente, y tal vez hubieran seguido, si no fuera por la suave melodía que comenzó a sonar a lo lejos—. ¿Qué es eso? ¡Es hermosa!

—No lo sé, pero... presiento que es una invitación para nosotros. —Se miraron a los ojos al mismo tiempo y, como cuando eran niños, hablaron a la par.

—Vamos. —Se vistieron uno al otro, y sin soltarse de la mano, caminaron por toda la casa hasta llegar al lugar de donde provenía el sonido: un enorme salón de baile con un piano de cola, que misteriosamente estaba tocando solo. Meliodas sonrió sabiendo qué es lo último que quería hacer en la noche, y se giró hacia ella en una vuelta elegante para hacer una reverencia y ofrecerle la mano.

—¿Me concedes esta pieza? —Elizabeth estaba radiante de felicidad, y tras una leve inclinación, tomó su mano. Él la abrazó suavemente de la cintura, y comenzó a girar con ella en brazos, quedando sumergidos por completo en la maravillosa música. No se dieron cuenta que el salón se fue llenando poco a poco, y no sólo con las parejas que habían ganado el juego mágico, sino con decenas de espíritus de las personas más queridas por ellos.

https://youtu.be/q582drqinyY

Al lado del chico alto con su pequeña rubia, bailaban sus padres, Zhivago y su esposa. King hizo girar a Diane en su sitio, mientras su amigo Helbram y su prima Gerheade los veían con sonrisas transparentes. Chandler y Cusack bailaban con fantasmas, y una misteriosa rubia de ojos verdes les sonreía a la distancia. El cuarto estaba lleno de fantasmas y monstruos, pero sin importar si eran lo uno o lo otro, todos se amaban más allá de la muerte. Giro, giro y paso. Miradas brillantes y labios sonrientes. Una música que llevarían eternamente en sus corazones. En cuanto la canción terminó, las campanadas de las seis sonaron por toda la casa, el sol salió en todo su esplendor, inundando de luz cada ventana, y el hechizo de noche de brujas llegó a su fin. Lo que nadie sabía es que parte de la magia se quedó con ellos, y cuando cada quien regresará a su casa, comenzarían historias nuevas.

*

Las brujas suspiraron nuevamente y miraron en dirección a la casa.

—Sí —dijo Vivian soñadora—. Quién sabe qué habrá pasado con todos.

—Mejor preocúpate de lo que te pasará a ti.

—¡Aaaaaahhhhh! —Merlín y su esposo Escanor estaban parados detrás de ella mirándola de modo amenazador—. ¡Maestra! Pensé que estaría fuera varios días.

—No querida, no fue necesario —La bruja acarició su vientre mientras su marido se ponía rojo como tomate—. Yo si obtuve mi truco o dulce —Su mirada se oscureció de forma aterradora y habló con voz de ultratumba—. Tú en cambio, lo que obtuviste fueron muchos problemas...

—¡¡¡NOOOOOO!!!




FIN.



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