Capítulo 29

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—No creo que eso sea una buena idea. —Digo, recibiendo un par de miradas.
—¿Por qué no? no entiendo esa maldita manía de los hombres de competir entre ellos. —Moira se cruza de brazos y bufa.
Levanto las cejas y, con la vista perdida, asiento.
—No se trata de quien es el más guapo o el más listo esta vez. Se trata de ella. —Becca me señala y elevo mis manos, indicando que yo no he hecho nada.

—Yo no tengo nada que ver.
—Me defiendo, fijando mis ojos en ella.
—Drew es tu mejor amigo, al que has besado. Está claro que no quiere que ningún otro chico receptivo se te acerque. Y a Matt le gustas desde el primer día, eso ya lo sabemos. —Muerdo mi labio con rudeza mientras lo cavilo.
Mis ojos encuentran unas pupilas mieles y, con una mirada, le indico que debemos hablar después.

Ella asiente con mucha levedad, de forma casi imperceptible.
Trago saliva.
—Hay clientes, niñas. —Nos informa el moreno.
Moira se levanta y se marcha.
—Sería un buen punto. —La pelinegra se inclina sobre la mesa y me mira.
Frunzo el ceño.
—¿Salir con Matt? ¿por qué?
—Ella rueda los ojos y bufa.

—Eres una chica "normal", con un amigo guapo que te tira los trastos, ¿a ti que te parece?
—Remarca la palabra normal y hace que mi cabeza comience a pensarlo.
Las chicas normales tienen citas. ¿No? intereses amorosos y esas cosas.
Y se lo cuentan a sus amigos, como cualquier chica.

—Haremos un pequeño experimento. Sólo porque no quiero que Drew crea que no salgo con nadie porque me gusta o algo así. —Una sonrisa picarona brota en sus labios.
—Claro que no, mujer. Ve a por Matt y ten una cita. —Suspiro.
—¿Está justificado? usar a Matt para esto. ¿Lo está? —Frunce sus cejas y abre la boca levemente.
—Lo está para esto, lo está para tu plan.

Las campanas de HeladoWorld vuelven a sonar y me levanto. El rubio acaba de cruzar la puerta.
No podía haber sido más justo.
Aliso mi delantal y me preparo mentalmente para esto.
Camino con una enorme sonrisa plasmada, dispuesta a cualquier trámite que deba pasar.
—Buenos días Matthew, ¿qué hay hoy? —El muchacho me sonríe y sus ojos se hacen más pequeños.
Verdes, sus ojos son verdes.
O igual no.

—No demasiado. Soy un hombre muy rutinario, no me gusta salirme de los planes. —Bromea.
—¿Así que hoy no harás nada?
—Toqueteo mi pelo. Es una táctica que no falla.
—Si quieres podemos hacer algo juntos. —Dice, en tono de broma. Pero yo sonrío de lado.
—Claro, ¿por qué no? —Parece extrañarse pues pestañea varias veces pero luego tira de las comisuras de sus labios en un gesto alegre.

—¿Comemos juntos? —Reviso el reloj. Tendré como veinte minutos para vestirme. Será más que suficiente.
—Vale. Busca un sitio y me envías la dirección, ¿hecho? —Asiente.
—Hecho. Te veo luego, Jane.
—Te veo luego, Matthew. —Le guiño un ojo y me alejo para buscar su pedido, moviendo mis caderas.
El día pasa rápido, me despido de las chicas y corro literalmente hasta llegar a casa. Tomo una ducha y me visto en pocos minutos. Reviso la dirección y sonrío cuando veo que es un restaurante bonito y no muy elegante.

—Te veo luego mi cachorrito, cuídate. —Abrazo a Tobi antes de abrir su boca y forzarle a tomar la medicina.
Me lavo las manos y me pongo una bufanda blanca. Respiro hondo antes de salir.
El camino no se me hace pesado, siento un pequeño nerviosismo que combina con el malestar por lo que voy a hacer.

Llego al restaurante y veo al rubio, lleva una camisa gris y no puedo ver la parte de abajo.
—Hola Matthew. —Me sonríe y se levanta para saludarme.
—Hola Jane. —Como todo un caballero, echa hacia atrás mi silla y le articulo un "gracias".
—Gracias por no escoger un restaurante muy elegante o clásico. No es lo mío.
—Tamborilea sus dedos contra la mesa con un gesto nervioso.

—Lo sé y por eso no lo he hecho. —Deja salir el aire. Sonrío.
Nos toman nota y vuelven a dejarnos solos. El ambiente se siente algo más tenso de lo que querría.
—Jane... —Mis ojos le enfocan y, de alguna forma, eso me recuerda a la forma que Drew tiene de llamar mi atención.
—Me gustas. —Suelta sin más.

—¿Por qué? —Casi telegrafío.
—No lo sé... —Me regala la mitad de una sonrisa y suspira.
—supongo que por esa sinceridad tuya que nunca escondes. O por la forma en la que me haces reír sin siquiera intentarlo. Tal vez por la manera en la que sonríes o me miras. O quien sabe, tal vez sea porque sólo tú me llamas "Matthew".

La culpabilidad me llena en instantes, todo mi cuerpo se revuelve y comienzo a sentirme realmente mal.
—Yo... ni siquiera sé que decir. Pero gracias. —Sonríe.
—Eres única. El peor de los desastres que he conocido.
La conversación se vuelve aún más tensa e intento mantener una charla que no sea incómoda.

Comemos despacio, hablando de cualquier cosa y evitando a toda costa cualquier tema que tenga que ver con "nosotros". Ni siquiera puedo negar lo mal que suena eso.
La cita se me hace larga y cansada, él me cae bien pero no quiero complicar mi vida.
Matthew es, aunque imbécil, un buen chico. Guapo y atento.
Pero no quiero salir con él, incluso cuando cualquier chica querría.

—La comida estaba deliciosa y la charla muy animada. —El rubio niega sonriente.
—Parece que estés describiendo una película cutre. —Suelta. Chasqueo la lengua.
—Cierto. Soy insensible y no tengo filtro. Puedo pedir disculpas por muchas cosas pero nunca por lo que soy. —Confieso sin pelos en la lengua.
—No quiero a una Jane que no sea así. —Tiro de mis labios y forma una sonrisa amable.

—Te acompaño. —Niego al instante.
—No es necesario, sé cuidarme yo sola y no me gusta que crean que no puedo hacerlo. —Asiente.
Se acerca despacio hacia mí y siento que debería apartarme.
Pero sin embargo no lo hago.
Sus labios rozan los míos pero nada más sucede.
No siento absolutamente nada más que un roce de piel. No hay amor, ni pasión, ni siquiera hay odio. No es como con Drew.

¿En qué narices estás pensado Jane?
pero con Drew al menos hay odio.
—No quiero que... —Él pone un dedo sobre mis labios.
—No significa nada, al menos por ahora.
Nos despedimos y camino de vuelta a casa, sintiendo aún más culpabilidad.
Me apoyo en la puerta y muerdo mis labios con fuerza, castigándome.

—Soy una mala persona, mi amor. —Tomo al animal entre mis brazos y lo envuelvo.
Miro hacia el reloj y me fijo en que es casi la hora del ejercicio. Beso a Tobi y lo dejo sobre el sofá antes de ir a cambiarme.
Voy de camino al parque, ejercitando mis músculos mientras ando.
Unos metros más allá, veo al castaño muy entretenido con su teléfono.

Entre cierro los ojos y, con sigilo, me pongo detrás de él.
Está tecleando un mensaje para Katy y tiene una sonrisa en su cara.
Ellos tienen algo, es más que obvio.
Levanto mis manos y las encierro en su rostro.
Susurro un "¿quién soy?" en su oído y noto como sonríe.
—Una loca que siempre usa el mismo perfume. —Dejo que mis manos caigan hasta quedar en sus hombros.

—¿Estás insinuando algo?
—Achino mis ojos para crear un efecto más dramático.
—Si, que ya sé que voy a regalarte por navidad.
—Bromea. Suelto una carcajada y niego.
Otro mensaje le llega y toma el teléfono con velocidad.
—¿Que hay con ella? —Me posiciono frente a él y pongo ambas manos en mi cintura.
—Hay algo. Pero no sabemos exactamente que es.

Apreto la mandíbula. Si Katy llega a salir con él, podría alejarlo de mí o descubrir algo y eso no me conviene en lo absoluto.
Tomo mi teléfono y envío un texto a Becca: "tenemos un problema".
—Ten cuidado con lo que haces, ¿quieres? —Asiente.
—Descuida, sé muy bien lo que hago.
—Yo he salido con Matthew hoy. —Comento, de la forma más casual que puedo.

Una sonrisa ladeada lucha por nacer in mi semblante al ver su descolocada expresión.
—¿Con Matt? ¿ese capullo?
—Ruedo los ojos.
—No le insultes. Ni siquiera lo conoces. —Imita mi acción más habitual y entre cierra los ojos.
—Ni tú tampoco. —Me ataca, cruzándose de brazos.
—Tú tampoco conoces a Katy y tenéis "algo". —Le contraataco con aires altaneros.

—Muy buen punto, Jane.
—Reconoce con la voz manchada de seriedad. Respiro hondo.
Terminamos de calentar mientras nos asesinamos mutuamente con la mirada.
Comenzamos a correr pero no dejamos de mirarnos.
Jane, estás mirando a una persona mientras corres. Te vas a dar la hostia de tu vida.

Pero no puedo dejar de mirarle, sería como perder la batalla.
Sin saber como, llegamos hasta el otro punto del circuito y nos detenemos para retarnos.
—Creí que tenías mejor gusto.
—Escupe.
—Creí que eras más honesto.
—Punto para mí. Una sonrisa nace en mi cara y no dejo de observarle.
—¿Cuando no he sido honesto? —Cuestiona.

Y eso me hace detenerme en seco con mis pensamientos. Porque hay algo que, por más que me esfuerzo, no logro comprender.
—¿Por qué estamos discutiendo? —De repente relaja el gesto y hace una mueca de no tener ni idea.
—Pues no lo sé. ¿Por qué somos gilipollas? —Interroga. Suelto una carcajada y comienzo a correr de nuevo, hacia el otro punto.

—¿Cómo está Tobi? —Pregunta cuando consigue alcanzarme y parece que la pelea ha llegado a su fin.
—Gordo. —Suelto sin más. Ríe.
—Le sobrealimentas, Jane. Debería comer menos. —Me aconseja.
—¿Quieres que ponga a dieta al perro? es un perro, Drew. No una persona. —Bufa.
—Habló la que preguntaba si estaba consciente y si había preguntado por ella. —Se burla. Le dedico una mirada cargada de odio y aligero el paso.

—Cierra esa cloaca que tienes por boca. —Siso entre dientes.
—Acéptalo, Jane. No eres la persona más normal del mundo. —Vuelve a reírse de mi en mi cara cuando me alcanza de nuevo.
Llegamos hasta nuestra meta y descendemos el ritmo poco a poco.
Las pulsaciones de mi corazón están muy aceleradas y se me dificulta respirar.

—Un día de estos me dará un infarto. —Comento, doblándome sobre mis rodillas.
—Lo sé, tenerme cerca es un delirio. Acelera tu pulso —Quito mi mano de mi rodilla y palmeo mi frente.
—Cualquier día de estos te proponen sustituir al sol. —Bufo. —Ya sabes, por tu brillo espectacular y esas cosas.
—Sonríe de lado.
—El sarcasmo no es lo tuyo, Jane. —Arqueo una ceja.
—¿Estás de coña? soy Jane Master, licenciada en sarcasmo. —Presumo, volviendo a mi posición erecta.

—Y en humildad. —Río de nuevo.
—¿Salimos esta noche?
—Propongo.
—¿No te reclamará tu novio?
—Pongo los ojos en blanco y en estos momentos desearía tener algo que poder lanzarle.
—No, ¿a ti tu novia? —Le devuelvo el gesto y mira hacia un lado mientras sonríe.
—Tampoco. —Se acerca hasta mí a pasos rápidos y apresurados.

—Aléjate. —Pido, poniendo una mano en su pecho y sintiendo como mi voz falla. Otra vez no.
No se lo permitas, Jane. El pulso de mi corazón se acelera de nuevo y maldigo a los malditos nervios por hacerme pasar por esto.
—¿Por qué? —Susurra despacio, mirando mi boca.
—Porque apestas. —Suelto sin pesar. Igual me he pasado un poco.
Una sonrisa nace en sus labios.
—El sentimiento es mutuo, preciosa.

Se aleja de mí y me permite respirar hondo, recuperando mi burbuja de espacio personal.
—Vamos. —Cabecea en dirección a mi casa y chasqueo la lengua.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que sé cuidarme sola?
—Le recrimino, harta de su actitud de padre sobre protector.
—No lo sé pero te repites. Parece que no te das cuenta de que digas lo que digas, seguiré haciéndolo. Déjalo ir, Jane, no tiene caso seguir.

Me remito a soportar el desagradable hecho de que tendré que seguir sufriendo esto durante al menos algún tiempo más. Así que sólo suspiro y lo acepto, comenzando a andar.
El castaño camina a mi lado y agarra mi mano. Otra pequeña y estúpida manía muy suya.
—¿Te han dicho que tienes unas manos muy pequeñas? —Mira con lo que parece fascinación mi mano y la retiro, escondiéndola en mi pecho.
Comienza a reír ante mi infantil gesto y llegamos a mi casa.

—Llámame luego. —Exijo autoritaria.
—No te desesperes, nena.
—Sonríe de lado. Oh no, eso ya no.
—No jodas, Drew. No empieces a comportarte como el típico imbécil que va de malote. —Me cruzo de brazos.
—¿Tú crees que con estas pintas se puede ir de malote? —Señala su cuerpo y el atuendo ajustado que está usando. Río a carcajada limpia. Parece un bailarín de ballet.

Terminamos de despedirnos y entro en casa.
—Drew y Katy. —Suelto de una cuando Becca responde al teléfono.
No será un problema.
—Responde con naturalidad.
—¿Por qué? —Voy hasta mi habitación y me deshago de las zapatillas.
Porque a Drew le gustas , Jane.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro