Capítulo 47

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Muerdo mi labio inferior otra vez, casi deseando que el tiempo deje de pasar.
Miro la hora y me pongo de pie.
—Es la hora, Becca. —La veo tragar saliva y asentir.
—En cuanto acabes, llámame y estaré allí en dos minutos.
—Asiento sólo una vez.
—Lo haré. Después de eso, tomaré el primer avión y no volveremos a vernos... —La voz se atasca en mi garganta.

Ella carraspea.
—Suerte. —Dice en un hilo.
Agacha la cabeza y suspira.
—Cuida de Moira, por favor. —Le pido y ella asiente.
—Becca... —Susurro. Ella me mira. —Pase lo que pase, eres la mejor amiga que he podido encontrar y jamás voy a olvidarme de ti. De nosotras.
—Prometo, siendo tan sincera como nunca.
—Hermana. —Articula antes de dar una zancada y envolverme en sus brazos.
Tomo aire antes de salir de su casa.

De camino, me pongo los guantes y acomodo mi ropa en un gesto nervioso.
Me encuentro varada frente a la puerta, notando como un nudo crece en mi garganta y en mi estómago.
Cojo aire y entonces saco la llave de mi bolsillo y la introduzco en la cerradura. Miro de un lado a otro, asegurándome de que estoy completamente sola.
Cuando soy consciente de ello, hago un giro de muñeca y abro la puerta.

Miro de un lado a otro, buscando algo con mis ojos aunque sé que no está.
Estoy buscando a Drew, con su sonrisa impecable entrando por la puerta y sonriendo mientras me dice "Jane."
Dejo que el aire escape de forma dolorosa por mis labios y me centro en las escaleras.
Las subo, de dos en dos. Casi estando ansiosa, nerviosa y poco dispuesta. Un cúmulo de sentimientos que se contradicen.

Abro la madera de su habitación y veo todo acomodado, como de costumbre.
La mesilla de noche y el espejo.
Y encima de la mesilla, colonias, revistas, envoltorios y una caja entre abierta con algunos papeles que sobresalen.
Me levanto la chaqueta y saco el cuchillo, está caliente y roza mi piel.
Lo pongo frente a mis ojos y suspiro.

Espero y espero, no sé cuanto tiempo pasa. Llegué en cuanto la noche había caído y ahora no tengo ni idea de que hora podrá ser.
Oigo el sonido de la puerta de entrada y me pongo de pie al instante, noto un revoltijo en mi estómago que duele.
Oigo las escaleras y, seguidamente, le veo entrar en la habitación.
El momento ha llegado, Jane. Es ahora o nunca.

La luz se enciende y sus ojos se clavan en mi.
—¡Jane! ¿qué haces aquí? —Dice medio sorprendido y medio feliz. Su sonrisa me atraviesa el pecho.
Entonces sonrío. Pero no es una sonrisa bonita o dulce, es una sonrisa dolorosa, llena de amargura y rabia.
Una sonrisa rota, partida en mil pedazos.
Me fijo en que no se percata del cuchillo en mi mano.
Camino varios pasos, me giro y camino otra vez, me vuelvo a girar y así.

—He esperado tanto tiempo por esto... —Susurro y mi tono suena frío como el témpano más grande.
Quiero mostrarlo todo, he esperado demasiados años para no disfrutar ahora.
—¿Qué haces en mi casa? ¿por qué llevas un... cuchillo? —Me mira con rareza, intentando descifrar lo que está sucediendo.
Clavo mis orbes en él.
—Me destrozaste la vida y ni siquiera te acuerdas. —Le acuso. Y me siento orgullosa de la forma en la que mis palabras se deslizan venenosas fuera de mi boca.

—¿Te destrocé la vida? ¿estás borracha? —Su tono se vuelve divertido. Cree que es una broma.
Tomo el cuchillo con una mano y pongo mi dedo índice de la otra sobre la punta.
Es un gesto tan maniático como adecuado para la situación.
—Ni siquiera puedes mirarme y dignarte a pensar en quien soy. Pero tranquilo... te refrescaré la memoria. —Ladeo una sonrisa psicótica. No puede estar saliendo mejor.

—Me estás asustando, pareces sobria pero no puedes estarlo.
—Mi paciencia tiene un límite y su estupidez colma el vaso.
Apreto la mandíbula.
Y paso, sin escalón intermedio, de la cordura más absoluta a la locura más extrema. Porque mi vida es un cúmulo de polos opuestos que se tocan.
—¡Ese jodido accidente, Drew! ¡la niña a la que asesinaste!
—Vocifero sin cortarme.

—¿El accidente? ¿qué pinta en todo esto? —Pregunta, frunciendo el ceño.
Respiro hondo, tratando de calmarme pero la "Jane relajada y que disfruta" se ha ido al traste.
—¡La hermana mayor de la niña, Drew! ¡Jane Master! —Sus ojos se abren como un par de platos.
Noto comezón en mis orbes y esta vez no hago nada cuando noto las lágrimas llegar.

—Shelby Master... —Susurra con una mano en la boca y el gesto incrédulo.
Dejo salir una risa sarcástica y amarga.
—Parece que por fin lo entiendes. —Entonces me enfoca y mi corazón termina de romperse.
Sus ojos están cargados de la más sucia decepción e incredulidad.
Es la hora del golpe final.
—¿En serio creías que todo fué una estrategia del destino? ¿qué llegaste a mi trabajo por casualidad? —Río. —¡yo dejé caer esa tarjeta!

Ya ni siquiera me mira, mantiene sus ojos clavados en las baldosas del suelo.
—Entraste en mi vida... para romperla. —Casi articula en un hilo.
—Llegué a tu vida... para matarte. —Aclaro.
Sus ojos azules se detienen en mi.
—¿Y toda nuestra historia? ¿todo fué una mentira?
—Cuestiona y sé lo que está pensando.

Sólo quiere que esto termine, igual que yo.
—Sí. —Le respondo y miento. Él traga saliva y asiente. Pero hay una pequeña parte de mí que tiene la sensación de que no me ha creído.
—Adelante, Jane. Haz lo que tengas que hacer. —Alza las manos en un gesto de estar indefenso y dispuesto a lo que sea.
Entonces la primera lágrima cae y llega acompañada por muchas más.

Lloro por todo. Lloro por la situación, por el dolor, lloro por Tom y también por Shelby.
Lloro porque voy a dejar sola a Moira y porque me iré lejos de Becca.
También lloro por Drew, lloro por el dolor que mi alma siente.
—¡Te odio! —Grito por la pura impotencia que tiñe mi vida.
Mis manos agarran lo primero que encuentro y lo lanzo al suelo por no lanzárselo a él.

Tiro la colonia y las revistas. Y también la caja.
Mis ojos se fijan en como la caja cae al suelo y las fotos se desparraman.
Frunzo el ceño al notar que hay una foto del día del accidente.
¿Qué narices...?
Mis ojos buscan al castaño y me fijo en que está mirando lo mismo que yo.
Me agacho sobre mis rodillas y la cojo entre mis manos. Me reincorporo.

Con algo que palpita en mi interior, le doy la vuelta y el aire deja de fluir para mi.
Siento como todo se frena al instante y sólo puedo oír mi corazón latiendo descontrolado por encima de todo.
La foto es de Drew y su madre, dentro del coche.
El semáforo que hay al fondo es el último antes del percance.

La foto la toma el castaño ero no desde el asiento del conductor.
Si no desde el asiento del copiloto.
Drew no conducía el coche aquel día.
Drew no asesinó a mi hermana.
Mis dedos comienzan a temblar y la foto se resbala hasta caer al suelo.
—Tú no conducías el coche aquel día... —Susurro, incrédula y rota.
Él alza la cabeza y me mira. 

—¡Tú no conducías! —Vuelvo a repetir y vocifero. Sólo se dedica a mirarme.
No puede ser. Me he equivocado. He estado a punto de matar a un inocente.
—¿Por qué narices hiciste creer a todo el mundo que fuiste tú? ¡eres un hijo de...! —Veo como apreta la mandíbula.
—¡Porque no era justo! ¡mi madre era una mujer maravillosa que ayudaba cada día a personas! ¡y se equivocó de pedal, Jane! ¡no podía dejar que el mundo la recordara como la asesina de niñas! ¡no podía hacerle eso!

El llanto moja mis mejillas y sollozo.
—No podía dejarla... así que cargué con eso. Por ella.
—Sollozo otra vez, notando como el alma se me rompe aún más.
—No me importa. —Siso. —Voy a matarte.
—No puedes matarme... tú ya lo has hecho. —Y por la forma en que sus ojos me miran, sé que está tan destruido justo ahora como yo lo estoy.

Apreto con fuerza el cuchillo y apuesto a que mis nudillos se han vuelto blanquecinos.
Grito, desgarrando mi garganta mientras corro y clavo el cuchillo. En la pared.
Pero mi fuerza no da para demasiado y apenas rasguña.
Cae al suelo y le doy un último vistazo al castaño.
Es de esas miradas que hablan, que lo dicen todo.
Y así se lo digo todo, con mis ojos inyectados en dolor y desasosiego.
Mostrando todo lo que por su culpa siento.

Corro escaleras abajo, abro la puerta y sigo corriendo.
No sé cuando me detengo o si llego a hacerlo.
Sólo sé que todo ha terminado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro