Un poco más muerta,
un poco más ida.
Los días transcurren deprisa,
y no entiendo qué rumbo
está tomando mi vida.

Porque los amigos que quería ya no están,
la soledad se hizo carne en mi piel
y los sentimientos que sentía escuecen
como limón en herida abierta.

Un poco más viva,
un poco más salvaje.
Porque me he despertado de un sueño
de cuentos e ilusión
para encontrarme en una realidad cruda,
que no tiene ninguna compasión.

Me he despedido de gente que amaba,
y he amado a gente que me golpeó.
Lloré lágrimas que, al final, no fueron nada
porque, sin importar qué, parte de mí se desgarró.

La soledad, sin embargo, me ha ayudado;
de alguna forma sé que me encontré.
Obviamente no del todo,
me queda mucho por recorrer.
Pero quiero ser fuerte,
quiero enfrentar ese vacío que siento cada noche.
Conocer gente nueva,
recordar bien a las personas que pasaron,
incluso los que me dejaron las peores cicatrices.

Quiero dejar de sentirme pesada,
vivir como si no hubiera mañana.
Resolver lo que me ata y volar hacia nuevos amaneceres,
donde un tiempo mejor espere.