Capítulo 10: Nunca más seré encerrada.

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Narra Vivían.

Después de haber matado a mi tía me miro al espejo, mi reflejo es nítido, ¿qué soy, seré de verdad un monstruo? Mis ojos son de un extraño color rojo, que cambian de repente a mi tono natural, azul cielo, mis garras se han retraído, y siento una inmensa paz, es raro haber matado a mi tía... sus últimas palabras no significaron nada para mí.

Me dirijo a mi habitación, la que debió haber sido siempre mía, me saco la ropa quedando completamente desnuda, voy a ducharme ya que me siento sucia asqueada, eso siento ¡Asco!

Me meto debajo del agua de la ducha, cierro los ojos y trato de no pensar, solo de sentir como el agua que cae sobre mí. Abro los ojos y miro mis pies, veo como el agua se lleva los rastros de sangre y de suciedad de mi cuerpo; cierro los ojos nuevamente por unos segundos, inspiro hondo y suelto al instante el aire contenido, abro mis ojos y agarro una esponja echándole jabón, empiezo a pasarla por mi cuerpo con rabia y fuerza, como si así pudiera sacar el recuerdo de sus asquerosas manos, de sus sucios besos... queriendo sacar todo lo que él le hizo a mi cuerpo indefenso.

Tocó mis labios y los limpio como puedo, pero su repugnante sabor, su olor sigue allí.

Después de pasar una hora en la ducha intentando sacar de mi cuerpo, borrando lo que no puedo, salgo, tomo una toalla que hay colgada a un costado de la ducha, me seco y me dirijo al closet de la habitación.

Allí me visto con la ropa que siempre debí haber usado, mi ropa suave y perfumada, me coloco ropa interior, unos jeans, una polera y un abrigo, junto con unas zapatillas.

Al terminar de vestirme, tomo una mochila grande, echo un poco de ropa y abro mi escondite al final del armario sacando tres cajitas cuadradas, una contiene un celular que me regalo la tía Edmira el año pasado y que fue un secreto entre las dos, su número está guardado allí por cualquier emergencia. Ella me enseñó cómo funcionaba, luego de echar la cajita a la mochila, saco la otra cajita que encontré y salve de las manos de mi tía, son cartas que mi madre nunca envió a mi padre y en donde pone su nombre y su dirección, las saco de la cajita y las echo a mi mochila.

Luego saco la tercera cajita, ésta contiene mi identificación y bastante dinero, lo saco para meterlo todo, aunque antes la abro y saco un fajo de billetes metiéndolo en la cartera de mi abrigo.
Cierro mi mochila la cual no pesa nada, es extraño como mi cuerpo cicatrizo poniéndose más fuerte, me siento invencible, más tranquila, pero rota por dentro.

Seco las lágrimas que sin permiso comienzan a bajar por mis mejillas al recordar lo que me hizo ese monstruo, ¡ya no quiero llorar más!

Antes de salir de la casa miro la hora en el reloj que está en la pared de la escalera 2:15 am, sonrío pero sin ganas y me digo.

《- Feliz cumpleaños Vivían... Aunque no haya sido a las 00:00 horas igual sirve que me felicite ahora》

Sigo sonriendo sin ganas pero, sintiéndome extrañamente feliz y libre.

Mientras me alejo de la casa a una velocidad sobrenatural, pienso en que a la única persona que extrañaré de esta casa es a Minga, dejo de pensarlo en el momento en el que recuerdo que el monstruo regresará, y no quiero verlo, todavía le temo pese a lo que le dije a mi tía, no estoy preparada, no puedo quedarme.

《Debo huir, donde no me encuentre ni la policía o Ben, o sino me encerrarán, y ¡no! ¡Eso no, nunca más seré encerrada o tratada mal... nunca más!》










Adelanto del Capítulo 11

Narra Vivían.

"Siento que mi sangre se hiela al ver a dos inmensos lobos delante de mí, uno es café y el otro negro, son más grandes de lo normal. Me miran y empiezan a rodearme enseñando sus dientes, su olor a perro es horrible."

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