~Vivían~

Al llegar con la chica delante de mí padre, con mi vestido medio desgarrado por la culpa de Zack cuando me tiro al suelo. Sin olvidar la sangre de él que es obvia, y mancha mi precioso vestido.
Con todo eso, y sin olvidar que soy "la princesa" llamo irremediablemente la atención de todos.

Cuento que fui a tomar aire,《Una pequeña mentirilla, pero nadie lo sabrá, ni siquiera mi padre. A menos que beba de mi sangre》 y que me encontré con los sirvientes de una Vampiresa, que se encuentra presente. Conté como ellos no querían dejarme ir, me atacaron, casi violaron, al igual que a la indefensa humana a mi lado. La que por cierto esta medio muerta.

Todo esta en silencio, hasta sus respiraciones se han cortado, es que escuchar tales atrocidades contra alguien de la realiza es imperdonable.

Sigo relatando todo y hago una pequeña pausa antes de pronunciar el nombre de la culpable.

- Hiliana. -mi voz es alta y clara.

Ella al escuchar su nombre palidece más aún, pero oculta como puede sus nervios disfrazados de falsa ofensa y me llama mentirosa.

Eso no me gustó.

¿Ofendida, ella y yo la mentirosa? ¡Maldita descarada!

De manera rápida llego al lado de la vampiresa, me mira asombrada. Es más alta que yo, su cuerpo exuberante y más maduro, me hace parecer una niña a su lado. Bueno soy una niña media adolescente, pero una niña que aunque no lo demuestre es mucho más fuerte que ella.

Una niña a la que ella insulto, una niña que reclamo su derecho delante de todos los allí reunidos. Quienes aceptan al enterarse de la atrocidad que tenía preparado para la pobre chica.

Agarro por la muñeca a Hiliana, mientras tanto el Vampiro Dionisio se acerca a su compañera, quien casi agoniza en los brazos de uno de los guardias reales.

- ¿Cómo pude ser tan ciego? -se lamenta tomando en brazos a la frágil y débil chica. Se deshace en disculpas y en promesas de un futuro juntos.

- ¡Fue Gracias al hechizo, que ésta...-digo yo, y apunto a una Hiliana muy ofendida y enojada al ver a Dionisio con su compañera- mando a hacerles!

- ¡Marcala ahora! -le urge mi padre- Si no quieres que muera.-su voz es sepulcral. Ella morirá si no lo hace rápido. Y sin pensarlo dos veces lo hace, todos los presentes lo miramos.
Luego vuelvo mi vista a Hiliana, quien quiere deshacerse de mi agarre en su muñeca.

- Ahora tú y yo arreglaremos nuestro asuntito, tus sirvientes quisieron atacarme, ¿sabes lo que te pasará?-la miro sonriendo.

- ¡Suéltame, niña estúpida! -me grita furiosa, y esta vez no fui yo quien la agarra desprevenida de la garganta.

- Acabas de ofender a tu princesa, eso es algo que no voy a tolerar...-esta furioso, mira a su alrededor y dice fuerte- ¡A nadie! ¡Ella es mi hija y se le respeta!

- Padre... -toco su brazo con delicadeza para llamar su atención-debo darme a respetar yo misma, ¿no crees?

- Ella tiene razón... Mi Rey...-balbucea apenas la Vampiresa descarada, quien por su cara piensa que conmigo le irá mejor, tal vez piensa que soy más débil que ella. Pero se equivoca, el respeto se gana no solo siendo hija del rey, sino demostrando ser la más fuerte. Algo que no me preocupa en absoluto, y a ella tampoco por lo visto.

《Mmm que ingenua, las apariencias engañan vampiresa descarada》

- Esta bien hija. -me mira con ternura y me sonríe, luego cambia a una cara de furia para mirar a Hiliana y le dice- Créeme, que dentro de unos minutos vas a arrepentirte de haber preferido que fuera mi hija y no yo quien te matara. -la suelta y ella tosé.

La mirada de todos esta sobre nosotras dos ahora, están atentos y se nota que la sed de sangre los consume a algunos, desean que yo muera a manos de ella. Mientras otros, los que no me odian, solo me miran con curiosidad.

Hacen un círculo para que ninguna de las dos escape de allí. Yo suspiro impaciente y luego un puño impacta contra mi estómago.

- Maldita... -le gruño, ella me mira con altivez y yo no puedo creer su desfachatez, me hace reír a carcajadas, algo que la desconcierta y enoja. Otra vez quiere golpearme pero, yo atrapo su puño y doblo su muñeca.
Ella chilla y se enfurece, mis garras que se habían retraído, ahora crecen, mis ojos azules oscuros y fríos, ahora deben ser más claros para dar paso a un rojo sangre.

La vampiresa en mí despierta furiosa, pobre estúpida, hubiera sido mejor para ella haber muerto en manos de mi padre, una muerte rápida y sin dolor.

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