Capítulo 5: Alma Gemela Reencarnada.

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Narra Anónimo


De la nada siento un dolor inmenso en mi pecho, unas infinitas ganas de llorar y matar a alguien. No sé qué es esto, es muy raro. Mi espalda arde, como si la golpearan con furia una y otra vez, me pongo una polera blanca y salgo de mi habitación hasta el despacho. Donde me esperan algunos de mis hombres para recibir órdenes respecto a que se va hacer en la reunión con el rey de los vampiros, porque alguien debe tomar su lugar algún día, ya que él no tiene herederos de sangre, y como yo soy el siguiente en la línea de sucesión al trono, por derecho debería ser mío.

El Rey Lucius tuvo una sola mujer, la cual era su alma gemela, y ya que la marcó no pudo volver a temar otra. Se dice que ella murió, eso quiere decir que no tendrá nunca descendencia y que morirá pronto.

Hay muchos que desean su lugar, sobre todo por el poder que tendrían si llegaran a poseerlo, pero para ello deben deshacerse de mí y no les será tan fácil.

Al ingresar al despacho siento otra vez aquellos fuertes golpes en la espalda.

— Señor su espalda... –me dice uno de mis hombres con los ojos muy abiertos por la impresión que le causa la situación– está sangrando. –me llevo la mano a mi espalda sin poder creerlo, me quito la polera y efectivamente ¡esta manchada de sangre!

— ¡Llamen a Darla! –grita alguien mientras yo siento todavía aquellos golpes en mi espalda. Me llevan a mi recámara, porque mi cuerpo de pronto pesa mucho y apenas soy capaz de caminar.

Darla es una vampiresa mitad bruja, y la médico del clan, cuando llega se dirige a mí que estoy recostado en la cama, mi espalda esta hacia arriba, me arde como no tienen idea. Ella pone sus delicadas y heladas manos en mi espalda, y poco a poco el dolor desaparece cuando comienza el proceso de curación de lo que sea que haya sido.  Los dolores por fin han cesado, Darla me extiende una copa con sangre, para fortalecerme y recuperarme por completo, se la recibo sentándome en la cama y la  bebo con ansias, pero sin darme cuenta la copa se suelta de mi agarre por culpa de un dolor muy agudo y horrible en mi entrepierna. Me dirijo al baño a penas, 《estoy manchando sangre》 Me retuerzo como nunca antes del dolor.

Esto es muy raro, me meto a la ducha y los dolores siguen ¡¿maldición qué mierda me pasa?!

Después de horas todo cesa, ahora ya de verdad. Aunque no me fío, esto no es normal y mando a llamar a la adivina, la madre de Darla.

Cuando llega le cuento lo que me paso, veo en su mirada un atisbo de algo que no sé descifrar, ella parece sospechar lo que es. Al estar frente a mí solo me mira, para luego cerrar los ojos, los cuales se abren tan pronto los cierra, con la diferencia que el marrón de ellos se ha ido, ahora están completamente blancos.

Dos minutos después vuelve en sí, sus ojos vuelven a ser el marrón de siempre.

— Es ella, por eso sientes esos dolores, su vida te ha pertenecido desde siempre, ¡es tu alma gemela reencarnada, mi señor! Pero la diferencia es que tu lazo con ella en esta reencarnación se está haciendo más fuerte. No fue necesario que la reclamaras para que esto sucediera. Tal vez ella está en la edad de transformarse, y por lo que siento, sera alguien muy poderosa. Es extraño y muy especial, mi señor. –dice ¿feliz? Ya que mi alma gemela murió, pero como yo no la marque ni nada podía tomar a quien quisiera en su lugar, con quien tendría hijos y todo normal. Solo que no conocería nunca la intensidad con la que se ama a un alma gemela.

— Pero si Mónica murió, esto no puede ser... –hablo medio confundido.

— Debo decirte que es alguien muy joven, mi señor. Lamentablemente no pude ver más, pero esos dolores que sentiste no auguran nada bueno para tu alma gemela, ya que si sientes lo que ella...

— ¡Debo encontrarla entonces! ¡No puedo perderla otra vez! –grito ya que no hay para que sumar uno más uno, eso dolores solo pueden ser por...  
Y vuelven los malditos dolores otra vez, me cortan el aliento por unos segundos, luego comienzo a respirar agitadamente.

— Envía a alguien por mientras mi señor, yo los acompañarey guiaré –me propone May la adivina, la madre de Darla– tú no puedes ir, ya que es muy peligroso en tu estado mi señor, debes recuperarte, te mantendremos al tanto.

Y así fue, por más que quisiera ir, no podía, ya que en mi estado sería muy peligroso y una presa fácil para mis enemigos.

Los tres días siguientes apenas si podía caminar, mataré a quién quiera que la esté dañando, pero no será una muerte rápida, ¡Será muy lenta y dolorosa!


¡Hola!

Gracias si has leído mi historia, votado o comentado😘🤗🤗

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