18. El viaje a nuestro descubrimiento

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NICO

Es viernes y estoy nervioso. Porque Laura y yo nos vamos a ir a la playa este fin de semana. Lo haremos nada más salir del bufete. Me miro el reloj, quedan 30 minutos.

Van a ser los 30 minutos más largos de mi existencia. Por un lado, lo estoy deseando y por el otro tengo un miedo atroz a que esto pase un nivel más. Estos días al lado de Laura me hacen querer más y más tiempo con ella. Y no hablo en el terreno sexual, en el que estoy dejándome llevar al extremo y creo que ambos disfrutamos cada vez de experiencias nuevas. No. Hablo tiempo de calidad. Viene todos los días a pasar tiempo con mi abuelo. Ayer nos acompañó al paseo de la tarde por el parque.

Mi abuelo la adora y ya me ha advertido que, si la cago, y está seguro de que la cagaré a la que Leila vuelva de vacaciones, será mi problema, pero él seguirá viendo a su niña adorada. Que así la llama. Uno, porque la adora y dos, por su pelo dorado. Sí, así es mi abuelo. Yo lo tengo todo planeado.

Todos los días a las 11 de la mañana Leila me escribe para ver qué tal el día. Hemos quedad en que solo hablaremos por llamada el domingo por la noche. Todos los días me dice que me echa de menos y que está deseando volver a verme, a lo que yo suelo contestar con evasivas discretas para disimular. Ya queda menos, solo quedan dos semanas, pronto nos veremos, cosas así. Siempre evitando frases demasiado efusivas o que sean forzadas. Tampoco es plan de ilusionarla demasiado.

Le he dicho a Laura que a esa hora Rober suele tener un descanso en la gestoría y aprovechamos para chatear un rato. Cada día, me cuesta más y más mantener estas conversaciones con la que todavía es mi novia. En parte también estoy deseando que llegue de las vacaciones, pero, porque necesito acabar con esto. Quiero dejarla y eso lo tengo muy claro.

Viene un martes de dentro de una semana, así que, esa tarde le diré a Laura que quiero quedar con Rober para pasar una tarde de chicos. Iré con Leila y le diré que en este tiempo me he dado cuenta de que no estoy enamorado de ella y que además he conocido a alguien más. No voy a engañarla del todo. ¿No?

Lo dejaremos y entonces mi vida con Laura podrá pasar a la siguiente fase. Laura, cada vez está más abierta a tener una relación formal. Va a presentarme a su hermano este fin de semana, eso es un paso muy importante. Lo valoro como un gesto de confianza hacia mí. Y también como un gesto de que vamos por buen camino.

La miro mientras habla con el jefe. Él la tiene casi como su secretaria, ahora que María ha sido despedida. Nadie sabe qué ha pasado, pero está claro, que acostarse con el jefe en esta empresa no te da puntos extra, ni de favor. Así que Roy Jr ha tomado a Laura como suya y la tiene de recadera y chica para todo.

Al principio me mataban los celos, porque el tipo enfurruñado y enfadado que siempre muestra, se vuelve un dulce corderito a su lado. Incluso se ríe con ella. Y eso los dos primeros días me mataba, pero veo que él la mira más como algo fraternal. La mira con ternura, pero no veo intenciones de nada más. Y Laura me deja claro cada vez con más claridad, que aquí dentro solo tiene ojos para mí.

El tal Martín, es otro cantar, cada día se pasea más por aquí. Sé que me tiene entre ceja y ceja, ha perdido que me manden más trabajo para que no pase tanto tiempo con Laura. Hasta las mellizas, Carmen y Lola, que así las llamo, porque siempre van juntas, ellas, me lo han comentado. A Martín se le ve venir y está que trina por mi "amistad" con Laura. Es que babea cada vez que la ve. Aunque desde el día de la gran bronca no ha vuelto a hablar con ella ni dirigirse directamente a ella. Lo cual agradezco enormemente. Porque si me entero que la vuelve a gritar, juro que le suelto un guantazo. Y eso que no soy violento.

— ¿Listo? —Laura viene sonriente y salgo de mis pensamientos. Miro el reloj. Al final ha sido una media hora improductiva, pero, no se me ha pasado tan lento.

— Listo ¿Y tú?

— Más que lista.

Recojo mi mesa, apago el ordenador y nos vamos.

— ¿Ya os vais? —Roy Jr se acerca a nosotros. Es raro que no se haya ido de vacaciones como los demás. Se ha quedado aquí trabajando. Dice que tiene informes atrasados.

— Nos vamos directos a la playa —no me acostumbro a que Laura se lleve tan bien con el jefe.

— ¡Qué envidia me dais! Pero yo iré en octubre a México. Ya os daré envidia entonces.

— Seguro que sí. Nos vemos —Laura se despide con la mano a lo que Roy tira de ella y le da un abrazo. A mí me tensa la situación, pero, lo intento disimular.

— Que disfrutéis —él me tiende la mano y se la estrecho como si fuésemos grandes amigos—. Daos un bañito por los que nos quedamos en Madrid muertos del asco —me guiña un ojo y se va.

— ¿Por qué últimamente nos trata como si fuésemos colegas?

— Es un tipo muy majo. Desde que soy casi su secretaria me ha demostrado que puedo contar con ser como su amiga.

— No me gusta tomar confianzas con los jefes —le digo algo molesto.

— ¡Oh, venga! Pitufo gruñón ¡Vámonos!

— ¿Pitufo gruñón? —la miro, pero me agarra del brazo y tira de mí.

— No me pongas cachonda con tus caras de enfado.

— ¿Qué?

— ¡Venga! —se ríe contagiándome su buen humor y salimos cagando leches de aquí.

Rober me ha dejado su coche. Porque tengo carnet, pero no coche. Es lo que tiene tener una hipoteca y solo 22 años. Uno no se puede permitir ciertos lujos. Las maletas las hemos cargado hoy a primera hora cuando he ido a recoger a Laura al centro. Mi abuelo, se queda en casa con Kathy.

Laura ha hablado con el dueño del estudio de tatuajes donde trabaja los findes y harán FaceTime cuando lleguen para hablarle de los proyectos y así darle libre para estar en la playa.

Nos montamos en el coche y Laura se pone a toquetear la radio. Conecta el bluetooth del coche y conecta Spotify del móvil. Veo que toquetea la pantalla y se ríe.

Comienza a sonar Highway to Hell de AC/DC. Lo que me da ánimos.

— ¿Rock? —le pregunto arqueando una ceja. No me pega nada para ella.

— Siempre ¿No te gusta? —noto la inseguridad en su tono.

— Me encanta —le doy un beso en los labios y arranco el coche.

El viaje se hace rápido y ameno. Paramos a mitad de camino, y aunque reconozco que Laura canta fatal, me encanta que le guste el rock. Y nos pasamos más de la mitad del camino desgañitándonos con las canciones que nos sabemos. Y para mi sorpresa, Laura es una gran conocedora de los clásicos del rock. Otro punto a su favor como la mujer de mi vida.

¿He dicho la mujer de mi vida? Igual es pasarse un poco ¿no? Apenas nos estamos conociendo. Pero a veces me descubro pensando e imaginando un futuro con ella. Como sería nuestra casa, nuestros hijos. ¿Hijos? ¿Pero, hoy que me pasa? Yo no quiero hijos. Bueno no todavía. ¿Con ella? No tengo ni idea. Aunque reconozco que la idea no me agobia en lo absoluto.

— Según el gps hemos llegado —le digo a Laura que está dormitando en el asiento. Pongo suave mi mano en su muslo y le zarandeo un poco.

— Mmm ¿qué? —dice medio dormida.

— El gps, dice que hemos llegado —abre un poco los ojos y mira a su alrededor.

— Vaya, me he quedado dormida —se estira y al arquearse se vence ligeramente hacia delante.

Aprovecho y la rodeo con mis brazos arrastrándola hasta colocarla encima de mí. En el coche solo se oyen sus gritos de sorpresa mezclados con risas. Cuando está donde la quiero tener, la beso. Llevo todo el camino observando sus muecas, sus sonrisas y sus provocaciones con el vestidito que se ha puesto. Un par de veces he acariciado sus muslos, pero cada vez que la veo dormida solo me entran unas ganas locas de besarla hasta quedarme seco.

Nuestros besos se vuelven hambrientos poco a poco y cuando ya tengo dormidos los labios, me separo un poco de ella.

— Deberías besarme así siempre —me dice, se retuerce en mi pecho y cuela su rostro en el hueco de mi cuello. Le acaricio el pelo y se lo beso.

— Eres perfecta para mí —cuelo una mano bajo la falda de su vestido entre sus muslos— ¿Te das cuenta?

— Esta noche vas a saber lo perfectos que somos juntos.

Me da un beso suave en la nariz y abre la puerta para salir.

Mira hacía el edificio donde hemos parado y da un silbido extraño. Un chico rubio como ella asoma por una ventana y ambos dan un grito.

Por la puerta aparece un tipo idéntico a Laura, pero algo más alto, en bermudas y sin camiseta. Lleva un pecho tatuado y una cresta de pelo rizado. ¿Sabes cuando las mujeres dicen que tiene un cuerpo esculpido por los mismos dioses? Pues eso es este hombre. Creo que hasta yo me enamoraría de él. Parece el típico modelo de Calvin Klein. ¿Tenemos tantos abdominales en el cuerpo? Miro mi abdomen, pero claro yo no tengo nada de eso. De hecho, diría que tengo un poco de tripa, aunque con la cantidad de ejercicio que hago con Laura últimamente... ya me entiendes, estoy perdiendo volumen. ¿Este chico habrá logrado eso a base de sexo?

— Nico —Laura me saca de mis pensamientos—, este es Kevin, mi hermano —el chico me profesa una sonrisa—. Kev, este es mi novio Nico.

¿Novio? ¿Ha dicho novio? ¡Joder! Soy el peor hombre sobre la faz de la tierra. Pero suena tan bien en sus labios, que no puedo negar que es lo que deseo ser con todas mis fuerzas.

El chico me tiende la mano, se la tomo con fuerza.

— Hola, un placer —le digo.

— El placer es mío, colega. Es la primera vez que Lau me presenta a un novio, así que debes de ser la caña.

— Emm... sí, supongo —Ambos entrecierran los ojos mirándome—. ¿Os han dicho alguna vez que sois como dos gotas de agua? —les digo.

— Sí, tío, todo el tiempo. Empezando por mi padre que dice que somos rebeldes como él, pero con la belleza de mamá.

— Ya.

— Bueno —Laura nos corta—, estoy que me muero del sueño —me mira y me guiña un ojo. Creo que no es dormir lo que quiere ahora mismo— Enséñanos donde vamos a dormir.

— Oh, no enana. Antes cenaréis, que me he currado unas movidas que he pillado de youtube que flipas. Pero os mostraré donde dejaréis las cosas. Eso sí.

El chico carga la maleta más grande, rodea con su esculpido brazo los hombros de Laura y la arrastra hacia adentro. Yo los sigo con la otra maleta. La verdad es que me ha sorprendido que Laura no viniese con ochenta cosas, como hacen casi todas las chicas.

Llegamos a un cuarto no muy grande, con una cama con dosel de madera y unas finas cortinas a su alrededor. La ventana va del techo al suelo, está abierta y la brisa entra. Es una especie de balcón con vistas a la playa, que la tenemos muy, muy cerca.

— Es super chula —suelta Laura antes de que yo pueda decir nada. Mira a su hermano con una hermosa sonrisa—, te la has currado un montón. Y haciendo lo que te gusta. ¿Tu cuarto es así?

— No, el mío es algo más grande, pero está aquí al lado. Tengo un balcón gemelo y las vistas son las mismas. Luego hay otro dormitorio más pequeño y un único baño. Lo tendremos que compartir. ¿Os importa?

— No, claro que no —le digo a lo que Laura le vuelve a abrazar dando grititos que hacen reír al chico.

— Hace como mil años que no te veo —le dice mientras dejo las maletas en el cuarto.

— No hace tanto, ¿Un par de meses?

— Puede.

— Puede. Oye dejad las maletas y salid al salón. He preparado picoteo del guapo.

— Vale —Los brazos de Laura de repente rodean mi pecho y besa mi espalda—. Estoy deseando pasar este fin de semana contigo.

Me giro y la tomo de la cintura levantándola del suelo.

— Yo no quiero que se acabe nunca este fin de semana.

Se ríe y nos damos pequeños besos ambos. Uno detrás de otro, en los labios.

— Tortolitos, eso dejadlo para después —nos grita su hermano desde el salón.

Ambos reímos y salimos del cuarto.

Kevin nos tiene una mesa llena de canapés, que presume de haber preparado él mismo y bocadillitos que tienen una pinta de muerte.

— ¿Cerveza? —pregunta Kevin y Laura y yo asentimos.

Bebemos y comemos.

— ¿Cómo está mamá? —pregunta Kevin.

— Bueno, deberías llamarla. Sabes que adora a su hijo descarriado.

— No soy descarriado. Vivo mi sueño y tú, señala a Laura, deberías dejar ese trabajo de mierda y hacer lo que te gusta.

— Sabes que no es tan fácil.

— Lau que se busquen la vida, ¡joder! ¿En serio vas a permitir que te jodan la vida?

— No voy a hablar de esto —noto la tensión de Laura en el instante en que ha comenzado la conversación—, te dije que venía a verte porque eres mi hermano, te quiero y sobre todo porque me ofreces cama gratis en la playa. Si me comes la cabeza me largo —le señala con el dedo, mi mano se posa en su muslo intentando calmarla.

Sé que a Laura no le gusta hablar de nada que concierne a su familia. Siempre que ha salido el tema lo evade. Yo siempre he hecho lo mismo. No me gusta hablar de mi madre. Ni siquiera Leila sabe nada de mis padres. Tengo mis motivos, claro, pero si Laura me preguntase. Se lo contaría. Siento que quiero que me conozca del todo. Con mis luces y mis sombras. Todo, quiero que lo sepa todo y saberlo todo de ella. Aunque me da que va a ser muy, muy complicado.

Terminamos de cenar. Kevin, es un tío muy majete. Le ayudamos a recoger y limpiar lo que hay.

— Bueno chicos, me voy a dar una vuelta —mira a su hermana y le levanta ambas cejas—, y tomarme unas birras con un par de colegas. Os dejo que descanséis y mañana os veo.

Le da dos besos a su hermana y a mí un apretón de manos.

— ¡Estáis en vuestra casa! —grita antes de cerrar la puerta de la calle y desaparecer.

— Mmm, estamos en nuestra casa —dice Laura en un tono que se me hace muy, muy seductor. La miro con mi ceja alzada y ella se ríe—. Voy a ponerme cómoda. ¿Por qué no coges una botella de champagne que le he visto a mi hermano en la nevera?

— Igual es para algo suyo. No deberíamos...

— Me da igual. La he visto y estoy como en mi casa. Me la quiero beber. Vamos a celebrar nuestra primera escapada de pareja.

— ¿Somos una pareja? —le susurro al oído, ella muerde mi cuello y se abraza a mí.

— Descúbrelo poniendo esa botella con dos copas en la habitación —me muerde el lóbulo y se va corriendo.

Cojo la botella, estaba casi preparada. Imagino que los hermano Villanueva ya lo habían hablado antes. Está muy claro. Me vibra el móvil y lo saco del bolsillo.

Leila

Sé que no son las horas preestablecidas. Jajaja, pero, es viernes ¿Qué haces? Yo me aburro con mi familia. Son todos viejos. Huelen raro y quiero estar entre la gente de mi edad de nuevo.

Me debato entre responder y no hacerlo. Por un lado, está feo no hacerlo, pero por el otro, no me apetece. Y esa es la cruda realidad.

— ¿¿Qué haces?? —un grito de Laura me llega. Sonrío sabiendo lo que vamos a hacer en esa habitación. Me guardo el teléfono después de silenciarlo. Y me dirijo con las dos copas y la botella al cuarto.

Descubro a Laura asomada al balcón con vistas a la playa. Veo un par de velas en la cómoda y unas cerillas al lado. Enciendo las velas y las llevo a la terraza. Las dejo sobre la mesa y vuelvo en silencio al cuarto. Laura ni se ha percatado. Apago las luces y con la botella y las copas en la mano entro al balcón. Laura se gira y al ver las velas me sonríe.

— Eres un romántico —me dice. Me encojo de hombros y el caso es que nunca antes he tenido detalles de este tipo con Leila, que ha sido mi única novia.

Abro el champagne y sirvo en las copas.

— Hace una noche preciosa —me dice.

— La verdad es que las vistas son preciosas sí —y no hablo de la playa de fondo, que ni siquiera la he visto. Hablo de una radiante chica rubia, a la luz de la luna, con esos ojos enormes y verdes que me traen loco.

— Las mías también —le paso una de las copas y brindamos—. Por nosotros.

— Por nosotros —le digo.

Apenas llevo un cargo cuando ella pone un pie sobre el apoya brazos de una de las sillas y el otro sobre la silla de enfrente. Su vestido se escurre por sus muslos, algo que me resulta hipnótico, hasta dejar al descubierto su pubis y sus pliegues húmedos y desnudos. Mi miembro se pone duro en apenas un segundo.

Dejo de mirar su humedad y miro sus ojos. La luz de las velas se refleja en sus pupilas completamente dilatadas por la excitación. Caigo rendido a sus pies, literalmente. Me acerco mientras desabrocho mis pantalones, liberando el monstruo que ruge por salir de su prisión.

— ¿Has venido todo el camino así? —le pregunto con una voz ronca que me cuesta reconocer.

— ¿Te habría gustado? —asiento con la cabeza— Entonces, la vuelta la haremos así.

La veo relamerse los labios y yo hago lo mismo por acto reflejo. Me quito la camiseta y me planto completamente desnudo frente a ella. Mis manos recorren sus muslos despacio, sin perder el contacto directo con sus ojos. Necesito esta conexión tan espectacular que siento.

Conectamos en un plano que no creo que esté en este mundo. Creo que los límites de este plano se ven sobrepasados por nuestros sentimientos. Porque no hay sexo, o sexualidad en este momento tan mágico como bonito. Hay mucho más.

El corazón acelerado, las palmas de las manos me sudan, el estómago me tiembla. Las manos de Laura recorren mi desnudo pecho, despacio, se entretienen haciendo círculos por mis pezones, besa mi clavícula, sube dejando un reguero por mi cuello hasta llegar a mi boca.

Sus labios apenas han rozado los míos cuando su lengua los lame despacio ofreciendo una humedad que han perdido por la excitación. Con mis dientes atrapo su lengua y el beso no tarda en llegar. Me muero por estos besos lentos que cada vez son más numerosos. Estos besos que arden en mi interior. Que cierran mi estómago y que me hacen olvidar cualquier cosa que me rodea. Solo me centro en ella.

Mis manos suben por sus costados debajo de la fina tela de su vestido. Lo hacen hasta llegar a sus maravillosos y perfectos senos. Pellizco ligeramente sus pezones, provocando que Laura tiemble. Todo su cuerpo tiembla y hace que el mío lo haga con ella. Sus dedos acarician mis mejillas y poco a poco se posicionan en la parte trasera del cuello atrayéndome más. Fusionando nuestros rostros en uno solo.

Nos separamos para quitarle el vestido por la cabeza. Con sus manos guía mi dolorosa erección hasta su interior. Y una vez dentro nos quedamos quietos. Mirándonos a los ojos. No son necesarias las palabras.

Amo a esta mujer y ella siente exactamente lo mismo. En este momento no puedo mentirla. Esto es lo que soy y aquí es donde estoy. Con ella, por ella y solo para ella. Y es una sensación que es eterna. Nada, ni nadie podrá cambiarlo.

Abrazo su cuerpo desnudo y comienzo a embestir suavemente. No hay prisas. No tengo necesidad de buscar el orgasmo. Solo queremos seguir sintiendo esto.

Entro y salgo. Entro y salgo. Entro y salgo. Y no hay nada más en el mundo que nosotros.

— Te amo tanto Nico.

Y sus palabras me desbocan. Me hacen morir en este mismo instante para renacer cual ave fénix de las cenizas de nuestro amor.

Esta noche va a ser larga. Y se me va a hacer tan corta que me duele. No quiero que acabe nunca. Ni la noche, ni ella, ni nosotros. Nunca.

— Yo te amo a ti, Laura.

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