31. Cómo cagarla al estilo McFarland Parte II

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LAURA

— ¿Entonces es cierto que lo dejarías todo por mí?

— Laura, me lo has preguntado como veinte veces. ¿Cómo quieres que te diga que sí?

— No lo sé ¿Lo hacemos en la ducha otra vez antes de trabajar?

Levantarme con Nico todas las mañanas es un lujo mayor que el de comprarme zapatos de lujo. Lo juro. Cada día estoy más enganchada a él. Y no puedo parar de escuchar que lo dejaría todo por mí. Me dejó patidifusa y ojiplática. Pero me llenó de un amor inmenso.

He hecho una mini mudanza a su piso, el que comparte con Voldemort, que es un amor de gato. Porque me quiere más a mí, que a Nico. Sara se molestó, pero sé, que pronto le dará igual porque se ve con Rober, el amigo de Nico, el cuál pasa más tiempo en mi piso que en el suyo propio.

Empezaron con un polvo en una discoteca, un día que se encontraron de casualidad y no han dejado de verse ni un solo día. La muerte del yayo y su ayuda incondicional a Nico, les hizo pasar más tiempo fuera de la cama juntos y conocerse algo más. Aunque, claro, ya veremos qué pasa cuando Rober sepa, que mi amiga, es la nieta del dueño de una firma de joyas y que está podrida en pasta.

Bueno... mejor dicho ya veremos qué pasa cuando Nico se entere que soy la dueña del bufete y que estoy podrida en pasta. Es una realidad que cada día está más cerca y que me aterra. Solo de pensarlo me entra una cagalera del demonio y tengo que ir al baño directa.

— ¿Tanta prisa tienes? No hay que ir a currar hasta dentro de dos horas.

Le sonrío, le guiño un ojo y cierro la puerta del baño. Nico se queda en la cama descojonándose de mí. Pero me da igual.

En cuanto al curro, Nico y yo estaos trabajando en el nuevo caso que quiere agenciarse Martín. Roy nos ha pedido que hagamos para él una propuesta de acusación para el caso, que sea infranqueable. Nico, sabe qué casos buscar, de esos clasificados que se ocultan en las sombras, de los que le conseguí la llave mágica.

Pasamos horas y horas allí, encerrados, leyendo una y otra vez. Nico, se ha centrado en un caso, que nuestro bufete perdió en los años ochenta. Quiere encontrar los fallos y estructurar la acusación. El informe lo estoy escribiendo yo, que se me da mejor. Bueno digamos que soy más técnica al escribir. O eso dice Nico. Yo creo que no le gusta escribir a ordenador y listo. Pero somos un gran equipo. Y vamos a hacer el mejor proyecto que le vamos a presentar a mi padre. Uno de esos que te caes de culo, porque Nico tiene ideas geniales.

La puerta del baño se abre cuando ya estoy lavándome las manos. Nico, me abraza por detrás y volvemos a enredarnos otra vez. No podemos parar de hacerlo desde que nos reconciliamos. Creo que incluso es insano sentir esta necesidad tan grande del otro. Pero no me quejo, porque se me está quedando un tipín, que no he conseguido yendo al gimnasio en años. Eso y la riqueza en posturas sexuales, que hemos adquirido, que ni el Kama Sutra.

Llegamos como todos los días al trabajo, cogidos de la mano y hablando de lo que haremos ese día, Roy, mi hermano, le ha pedido una revisión del estado del proyecto del caso. Van a hablarlo para establecer alguna posible acusación. Yo por mi parte nada más llegar voy a por un café, donde me encuentro con Carmen y Lola.

— Hola chicas —les digo, me miran y veo estupor en sus caras— ¿Qué pasa?

— ¿No te has enterado? —Lola es la primera en hablar. Lo hace en bajito, tono secreto. Pero secreto a voces que ya sabe toda la oficina.

— Pues... —miro a todos los lados y hablo bajito también— Parece que no me he enterado.

— Resulta que el señor Valdeoliva está prometido con la hija del jefazo.

— ¿¡¡Qué!!? —me retiro y grito. Me da igual la gente en este momento.

— Lo que oyes. Por lo visto hay mucha mierda en esta empresa que han intentado tapar. Y la secretaría de Martín dice que le oyó discutir con su padre. Por lo visto él, está harto de los desplantes de su prometida y que esta vaya por ahí paseándose con otro por todos lados. Creo que quieren poner una estrategia en marcha para separarlos y que ella se case de una vez con él.

— ¿¿¡¡Cómo!!?? Pero... —me callo y pienso. Debo hacer algo, hablar con Roy, o con mi padre o con Charlie, que ya hace dos semanas que se incorporó.

Mi padre no va a hacer nada. Estoy en este lio por su culpa. Roy Jr tiene una reunión con Nico... ¡Dios! ¡NICO! ¿Se habrá enterado él de algo de esto?

¡Joder!

— Chicas, tengo que dejaros —las dos me miran estupefactas—, he recordado que el nuevo McFarland me pidió unos papeles ayer.

Ambas suspiran. Piensan que Charlie es el hombre perfecto. Pero el pobre mío es gay perdido. Pero claro, ¿quién soy yo para contárselo a ellas? Además de su hermana en secreto, nadie.

Salgo escopetada para el despacho de mi hermano. Cuando llego, su secretaria me recibe con una sonrisa. Otra que se ha quedado plasmada con la belleza de mi hermano. Pobre.

— Hola Seli —le digo con mi mejor sonrisa—, esto... El señor McFarland me espera.

— ¿A usted? No la tengo en la agenda.

— Avísale si quieres, me llamó ayer para que viniese. Igual se le olvidó comentártelo.

Ella me repasa como siempre con la vista. Después de la fiebre de mi padre por las apariencias, he regresado a mis vaqueros rotos, mis camisetas de Rock enseñando tattoos y mis eternos tacones. Como siempre, me mira con celos. ¿En serio?

— Señor Mc Farland... —la veo dudar

— ¿Sí?

— Está aquí la señorita Villanueva, dice que la espera.

— Oh... esto... vale. Dígale que pase.

— Claro señor.

Me quito una pelusa inexistente de la camiseta y entro al despacho.

Es más pequeño que el de Roy. Pero decorado igual de aburrido.

— Hola princesa —Charlie se levanta y me abraza.

— Tengo un problema.

— ¿Cuál?

— ¿¡No te has enterado!?

— ¿De qué?

— La secretaria de Martín se ha enterado de que está prometido conmigo. Osea, con la hija de papá. Osea, con la dueña de este sitio, vamos. Y lo sabe todo el mundo. ¡Joder! ¿Y si se entera Nico?

Le miro con pavor. Esa idea me quita el sueño y todo. Él no puede enterarse por una tercera persona.

— Tranquila, peque. ¿Saben quién eres tú? —niego con la cabeza— A ver, primero y no quiero que suene a reprimenda, pero deberías haberle dicho quién eres a tu novio hace tiempo. En serio. Es tu novio. Besa el puto suelo que pisas. Y se va a sentir como la mierda y más, con lo que conlleva ser Laura McFarland.

Voy a hablar, pero me hace un gesto con la mano para callarme.

— Segundo y no menos importante, deberías solucionar lo del compromiso con el gilipollas ese. De cara a la galería nos pone buena cara, pero en privado no hace más que restregarnos por la cara quién es y que la empresa será suya.

— Charlie, hablé con el abuelo para que pagara la deuda, pero me dijo que debía pensarlo, no quería que papá... —me tiro del pelo nerviosa y me meto un mechón en la boca para lamerlo— ¡Putos orgullosos! Van a llevarme a una muerte porque se me pare la patata por sus malditas disputas. He pensado pedir un préstamo.

— Laura, el bufete está valorado en más de cien millones de euros ¿Crees que el banco te puede dar un préstamo?

— Soy una McFarland ¿no?

— Ni siquiera yo sé a cuánto asciende la maldita deuda de papá.

— Me da igual. Huiré entonces, aunque arruine a esta familia, pero no voy a casarme con el sinvergüenza ese.

La puerta del despacho se abre y mi padre entre en él.

— Charlie —nos mira a ambos—, Laura. Tengo que hablar con vosotros.

— Claro papá.

Se sienta en el sofá y nosotros delante de él.

— Martín y su padre han presentado un proyecto de acusación muy elaborado. Y tenemos un problema.

— ¿Cuál?

— Es el de Nico.

— ¿¿¡¡Qué!!?? —abro los ojos de par en par— ¿Cómo has dicho?

— Lo que oyes, Roy me ha ido mandando las actualizaciones del proyecto, y cuando esto —nos muestra una carpeta—, ha llegado a mis manos esta mañana me he quedado de piedra. Mismo caso de referencia, mismo planteamiento, mismas estrategias y mismas valoraciones de la posible defensa. Es un plagio al cien por cien. No han cambiado ni una coma de sitio.

— Pero... eso está en mi portátil personal. Y yo solo lo uso aquí y en casa. Tiene contraseña —mi padre me mira con una ceja levantada— ¿No me crees?

— Claro que te creo, pero Martín es listo. Puede que no sea un abogado brillante pero su padre y él son muy buenos estrategas. No es la primera vez que presentan un proyecto plagiado. Pero sí es la primera vez que afecta a alguien de mi familia.

— ¿Tu familia? ¿Ahora te preocupa tu familia? —le recrimino.

— Laura, no me hables en ese tono.

Salgo del despacho como alma que lleva el diablo. Martín se va a enterar. Llevo hasta lágrimas en los ojos. Cuando llego a su despacho no está. Voy hacia mi mesa llena de frustración y rabia. Mucha rabia. Nico está sentado esperándome, cuando me ve se levanta preocupado, lo veo en sus ojos.

— ¿Qué te pasa princesa? —me dice nada más llegar y me abraza.

— Martín nos ha robado el proyecto y se lo ha presentado al jefe —le digo entre sollozos.

— ¿Cómo?

— Lo que oyes, no sé cómo lo ha hecho —le miro a la cara y él me limpia las lágrimas como puede, pues no paran de salir—, se ha debido meter en mi ordenador de alguna manera —me alejo y comienzo a encenderlo—, me ha robado todo. Mi... el jefe —rectifico— dice que es igual al nuestro hasta en las comas.

— ¡Joder! ¿Qué podemos hacer?

— No tengo ni idea, pero yo a ese... Hijo de... le parto las piernas te lo juro.

Justo cuando empiezo a calmarme veo a lo lejos a Martín. Esa rata de cloaca va a saber quién es Laura McFarland.

— ¡¡¡TÚUUU!!! —le grito con toda mi energía y llamo su atención— Rata de cloaca, ¿Cómo se te ocurre? ¿crees que soy tonta? ¿Qué no sé lo que pretendes? ¿Cómo has podido?

Noto a Nico a mi espalda sujetando mi brazo para que no monte un numerito, pero ya es tarde.

— ¿De qué hablas fierecilla? —me dice en tono burlón el muy...

AAAAGGGGGHHHH

— ¿De qué hablo? ¿¿¡¡DE QUÉ HABLO SINVERGÜENZA!!?? Del proyecto hablo. Ese es nuestro proyecto.

— Laura —Nico se esfuerza por separarme de Martín, pero me revuelvo y me zafo de su agarre— Laura ¡No! ¡Para! ¡Joder!

— Sí, para Laura —Martín le hace burla—, hazle caso a tu noviecito si no quieres tener más problemas.

— ¿Me amenazas? —le digo señalándole con una furia que no sé de dónde me sale.

Mi padre aparece furioso detrás de Martín.

— ¡Señorita Villanueva basta! —mis hermanos aparecen tras él. Parecen la puta mafia en este momento.

— ¡Ni señorita Villanueva ni nada! —le digo— Este sujeto nos ha robado de alguna manera un proyecto en el que Nico y yo llevamos trabajando dos semanas. Sin descanso...

— Bueno... paraditas para follar habréis hecho ¿no? —dice Martín con una malévola sonrisa en la puta bocaza y todo en mi cabeza explota.

— ¡Martín! —grita mi padre rojo de la ira.

Yo exploto como una bomba nuclear y voy a arrasar con todo. Me abalanzo sobre Martín y le golpeo pillándolo por sorpresa. Martín cae al suelo, Nico me intenta sujetar mientras grita que pare, que las cosas se solucionan de otra manera, pero yo no tengo retorno.

Los brazos de mi padre me sujetan fuerte y me zarandea.

— ¡¡LAURA SE ACABÓ!!

Me suelto de su agarre y estoy fuera de control.

— ¡¡NO VUELVAS A TOCARME!! TODA ESTA MIERDA ES POR TÚ CULPA —Le doy un golpe con el dedo en su solapa.

Mi hermano Charlie aparece en escena ante un estupefacto Nico que me mira. Veo la sorpresa y la decepción en sus ojos y eso que aún no sabe nada. Charlie me sujeta mientras miro los ojos de mi novio y me arrastra hacia el ascensor.

No paro de soltar todo tipo de insultos para Martín hasta que llegamos al despacho de mi padre. Martín, mi padre y Roy ya están dentro y sin pensarlo le suelto una bofetada a Martín.

— ¿Este es tu jugoso plan para dejar a Nico mal?

— No sé de qué me hablas Laura.

— ¡¡Qué asco me das!! —voy a escupirle en la cara, pero Roy, mi hermano me frena.

— Laura contrólate.

— ¿Contrólate? ¿Qué me controle? Estoy harta de controlarme con este neandertal hijo de su madre, estoy cansada de mentiras, de secretos y de fingir esta mierda. No aguanto más.

— Venga ya, Laura —Martín vuelva a hablar— la otra tarde mientras te follaba en el baño me dijiste que tenías el mejor proyecto para el caso —mi cara debe ser un poema ¿Qué demonios dice el retrasado este?—, es nuestro plan para deshacernos de él y casarnos de una vez.

— ¿¿Cómo??

La voz de Nico me llega como un eco lejano. Algo retumba en mis oídos, es un bum, bum que me palpita en la cabeza. ¿Qué demonios está pasando?

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