La descripción física

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De acuerdo, ya estamos aquí. Hagamos esto.

Vamos a empezar hablando de algo que es bastante básico y, aparentemente, muy sencillo. Pero, aunque parezca pan comido, hay maneras de arruinarlo. 

Aprendan esto, chiquillos, siempre hay maneras de arruinar las cosas: como cuando estás usando el celular en la cama (lo más fácil que existe, ¿verdad?) y luego aparece el síndrome de los dedos de mantequilla y se te cae el aparatote sobre la cara. 

No me vengas a decir que no te ha pasado. A todos nos pasa, al menos una vez en la vida. 

Y, en una de esas, si a ti todavía no te ha ocurrido, ya te va a suceder. Entonces te podrás acordar de mí. Imagíname en el fondo de tu mente, riéndome como Nelson. (Ha-ha).

Humor aparte, ¿cómo se puede arruinar la descripción física?

Para responder a esta pregunta, debemos tener en cuenta cuál es la finalidad de describir la apariencia física de un personaje. 

Ella es la de lograr que el lector se imagine cómo es que luce la persona (animal, ser sobrenatural, objeto o lo que sea) acerca de quien está leyendo. Pero vamos a detenernos un poquito allí. Sí, queremos que el lector se imagine cómo luce el personaje, pero también queremos que, más adelante, RECUERDE dicha apariencia. 

Entonces, tenemos dos partes: en primer lugar, queremos evocar una imagen visual de los rasgos físicos y, en segundo, queremos que esa imagen visual sea memorable. 

¿Sigue pareciendo pan comido?

Digamos que cumples con el objetivo, tienes la imagen visual memorable. ¿Crees que ya con eso estás a salvo? 

Ojalá. 

Pero no. 

Todavía puedes arruinarlo: podrías estar poniendo la descripción física en un momento inapropiado o presentarla de una forma estereotipada o poco adecuada.

¿Un ejemplo? La típica escena en la que el protagonista se describe a sí mismo al mirarse al espejo. 

No discutamos sobre esto, ¿quieres? 

Sólo no lo hagas. 

Es cliché. Es torpe. Es aburrido de leer. Da la sensación de que el personaje es inseguro o está obsesionado consigo mismo porque, ¿quién se mira al espejo y se empieza a fijar en todos sus rasgos físicos? ¡Nadie lo hace!

La gente se mira para ver si tiene bien el maquillaje o si luce decentemente peinada o si la ropa está en condiciones o si se le quedó albahaca entre los dientes después de comer esa pizza margarita... ya me entiendes. 

Además, las descripciones en el espejo son, como, demasiado obvias. 

A menos que tengas un buen motivo respaldado por la trama, todo el mundo sabe que la única razón por la que Adolfina se ha detenido a mirarse en el espejo esta mañana es para que tú, escritor o escritora, pudieras describir su apariencia con facilidad. 

Ponle un poquito de esfuerzo, vamos. 

Yo sé que es algo difícil hacer la descripción del protagonista en primera persona, pero es ahí donde entra en juego tu creatividad.

[EDITO: Una muy buena excepción a este punto es si vas a describir a alguien que comienza a mostrar síntomas de esquizofrenia. No me quiero adentrar demasiado en esta parte, porque lo puedes investigar tú mismo/a (y porque puede que haga apartados para personajes con trastornos mentales más adelante), pero un signo precoz de esquizofrenia es mirarse al espejo y no reconocerse. Entonces pueden pasar horas observándose y tratando de descubrir qué es lo diferente en sus rasgos.

En los comentarios mencionaban mucho, por ejemplo, el narcisismo. Se me ocurre también el trastorno dismórfico corporal. Es verdad, es consistente que estas personas también se miren mucho al espejo. Incluso alguien que es simplemente vanidoso o acomplejado por algún defecto. Y no está mal escribirlo, pero piensa si de verdad es coherente que se pongan a fijarse en cada uno de sus rasgos a lo "observé mis ojos azules, mi piel color crema, la textura suave de mis rizos cobrizos y las pecas que surcaban mi cara". En mi opinión, no es coherente. Se fijarían en el todo de su apariencia. "Observé mi rostro en el espejo y me maravillé de lo atractiva que era". O se fijen en un rasgo que les encanta o que los molesta, por ejemplo: "Observé mi rostro en el espejo. De inmediato, mi nariz pareció cobrar vida frente a mis ojos. Era como si cada vez que la viera, se hiciera un poco más pronunciada y monstruosa. De haber podido, la hubiese cubierto con una bufanda, pero afuera hacía un calor de 39 grados".

No sé si me explico. A lo que voy es a que las escenas en el espejo no necesariamente son malas. Lo que hay que tener en cuenta es que se supone que el personaje está familiarizado con su aspecto en general (a menos que haya sufrido una amnesia y no recuerde ni su apariencia, otra excepción válida), y no va a ir ponderando cada uno de sus rasgos como si no se hubiese visto nunca a sí mismo].

Uff. Me explayé un montón.

¿No te había dicho que no lo discutiéramos? 

En fin. 

Ya que empecé a hablar de cosas que no deberíamos hacer, voy a pasar a otra de ellas: no hagas descripciones criminalísticas del personaje. 

¿Qué es una descripción criminalística? 

Pues es como cuando tu personaje es buscado por la policía. 

«Mide un metro ochenta y dos de alto, su complexión física es delgada, tiene cabellos rubios y ojos verdes, viste vaqueros azules, una camiseta negra y zapatillas deportivas blancas». 

De acuerdo, eso fue un poco extremo, pero también podemos denominar descripciones criminalísticas a esos párrafos llenos de datos sobre cómo luce un personaje. Está bien, estarán adornados con comparaciones y metáforas bonitas del tipo:

«Adolfina era alta y delgada como una rosa. Tenía los cabellos del color del trigo y unos ojos tan verdes como los prados en primavera. Aquella mañana se había puesto unos vaqueros azules ceñidos y una camiseta negra que resaltaba la palidez de su piel surcada de pecas».

¿Verdad que no suena tan mal?

Entonces, ¿por qué no hacerlo?

Pues porque, muy como en el caso las descripciones frente al espejo, es algo predecible, aburrido y obvio. Básico.

Además, la serie de características enumeradas como si fuera una lista de compras tampoco es memorable.

Apuesto a que, para cuando termines de leer la entrega de hoy, lo único que recordarás de Adolfina es que era rubia. O que era delgada. Lo que te haya llamado más la atención.

Y no estoy tratando de insultar tu capacidad cognitiva. En absoluto. 

Es que es normal: piensa en cuando conoces por primera vez a alguien.

Lo que tiendes a hacer es formarte una opinión de esa persona en base a una (o a lo sumo un par) de sus características más resaltantes. Luego, cuando piensas en ellos, lo haces en términos de «el pelado musculoso», «la morena con linda sonrisa», «el adolescente con anteojos de culo de botella», ya me entiendes. 

Lo más probable es que, si alguien te pidiera que recordases cómo de alta era esa persona o incluso cuál era el color de sus ojos después de ese primer encuentro, no lo recordarías. Pero hay ciertos rasgos que resaltan más y te dan una idea (a veces errada, a veces no) de su personalidad. Por ejemplo, quizás asumirías que el pelado musculoso hace pesas en el gimnasio y es un tipo duro (¿alguien más está pensando en Toretto?). 

Entonces, claro, el pelado musculoso puede ser un excelente cocinero y ávido lector. Y eso es genial porque crea algo de factor sorpresa que debes tratar de buscar siempre al escribir: es lo que separa a tus personajes del resto y los hace únicos.

Recapitulando: no me des listas enteras de atributos de tus personajes, dame un par de rasgos más resaltantes. Deja que yo asuma algunas cosas sobre dicho personaje y luego déjame saber que tenía razón o pruébame por completo equivocada. Ve agregando alguno que otro rasgo resaltante más adelante, pero no andes repitiendo una y otra vez que el tipo era pelado. 

Con una vez (o dos, si lo sientes muy necesario) es suficiente.

Este es un error que yo tiendo a cometer bastante: menciono muchas veces el color de pelo y los ojos de mis personajes a lo largo de las novelas. Tengo que trabajar en ello. (Y si es cuestión de confesar, también solía hacer las descripciones en el espejo y las de criminalística. He mejorado. Thank you dear Baby Jesus).

Antes de que pierda el hilo de lo que iba diciendo, este par de rasgos resaltantes que me darás sobre el personaje debería ir en el primer capítulo. Porque voy a imaginarlo de todas maneras y me va a molestar tener que cambiar la imagen mental si resulta ser muy distinto a lo que yo había pensado. (Y, posiblemente, seguiré imaginándolo como se me antoje 😤)

Lo ideal es que, por supuesto, este par de rasgos resaltantes aparezcan en medio de una acción o un pensamiento. No los pongas por allí aislados, sin contexto.

Por ejemplo, podríamos decir algo como:

«Hermenegildo sonrió. 

Extendió el brazo y revolvió los mechones de cabellos cortos y rubios de Adolfina. 

―Eres adorable ―le dijo.»

Si se trata de narración en primera persona (lo sé, lo sé, es muy difícil sin el bendito espejo), podrías comentar acerca de la estatura de Adolfina con algo como:

 «No solía tener mucho éxito con los chicos. No era un secreto para nadie que ningún adolescente de la preparatoria quería salir con una chica que medía 1,82. Con esa estatura, yo era más alta que la mayoría de ellos, incluso sin usar tacones.»

Otra estrategia para hacer que las descripciones sean más memorables radica en involucrar imágenes que el lector ya conoce bien. Por ejemplo, todo el mundo sabe como luce un cerdo. Por ello, si decimos que Serafina tenía ojos que recordaban a los de un cerdo, oscuros, diminutos y separados, te haces una imagen bastante memorable del personaje.

Puedes jugar incluso con cosas como que el pelado musculoso se parecía a Toretto. Sí, puedes hacer eso, siempre y cuando estés describiéndolo a través de los ojos de otro personaje para el cual tenga sentido hacer semejante asociación.

Y eso me lleva a otro punto importante: siempre que puedas, trata de describir a los personajes a través de los ojos de otros personajes. Y, de nuevo, incluso si te da por enumerar unos cuantos rasgos, no lo dejes así. Añade pensamientos y asociaciones que lo hagan más vívido, más personal. 

Pero recuerda: ten en cuenta al personaje que describe. 

¿Qué quiero decir con esto?

Que, por ejemplo, hombres y mujeres se fijan en cosas distintas. Si un hombre describe a una mujer, es más probable que se fije en sus senos, (si es algo vulgar se referiría a ellos como tetas, qué se yo), en las caderas, en el modo en que va leyendo un libro en el subterráneo con los labios ligeramente entreabiertos, etcétera. En cambio, una mujer se fijaría en que lleva ropa de marca y un bolso de diseñador, pero su cabello luce grasoso, como si no se lo hubiese lavado en unos cuantos días.

Claro que estos ejemplos son bastante estereotipados, ni los hombres se fijan sólo en los pechos ni las mujeres sólo en la ropa, pero creo que se entiende el punto.

¿De qué me estoy olvidando?

Ah, sí.

Recuerda: la descripción física no incluye solamente la estatura, complexión, color de cabello y de ojos. Puedes hablar, siempre evitando caer en lo de la lista de compras, sobre la postura del personaje. ¿Se para con los brazos cruzados? ¿Tiene la mandíbula apretada y una vena gruesa salta en su cuello? 

Describe sus manos, las manos dicen mucho: ¿El personaje las tiene quietas o las mueve mucho? ¿Son suaves o callosas? ¿Lleva las uñas bien pintadas o se las come? 

No desperdicies otros sentidos, como la audición y, bastante importante, el olfato.

Hace algún tiempo leí una descripción acerca de un tipo viejo y casi calvo, pero que se las arreglaba para conseguir a las mujeres más bonitas en los bares porque olía como a miel. 

Sigo recordando con claridad el modo en que lo imaginé, incluso después de haber terminado el libro. 

¿Ves lo memorable que puede ser apelar a otros sentidos?

Ya para terminar, algo a tener en cuenta: cada persona que te lea va a imaginarse a tus personajes de un modo distinto (eso es, si no mencionas en qué actores los basaste y tal). 

Esto quiere decir que, sin importar cuántas veces repitas las descripciones y cuánta información des sobre su aspecto, cada uno va a evocar mentalmente aquello que su imaginación produzca y eso es parte de lo que hace la experiencia de leer, una maravilla.

No tengas miedo, entonces, de ser impreciso/a. Considera las descripciones físicas como una especie de marco y no subestimes la capacidad del lector de llenar los vacíos en las descripciones. 

ASÍ QUE NO MÁS DESCRIPCIONES CRIMINALÍSTICAS O DE LISTAS DE COMPRAS.

Por favor.

Y NO MÁS DESCRIPCIONES EN EL ESPEJO.

Por hoy, me despido. Espero que te haya servido de algo y, si así fue, déjamelo saber, que me encantaría leer lo que tengas por decir.

¡Hasta la próxima! ;)

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