seven ──── last look

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────────────── CHAPTER SEVEN,

LAST LOOK ──────────────



❛ Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas, o por cohecho o soborno están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos 



Acacia se encontraba en el reino de Tharan, uno de los pocos reinos donde los hombres dominaban. La genética de estos astrales era fuerte, tanto que las mujeres se extinguieron y tuvieron que buscar en otros reinos para que sus legados no se acabaran.

Era extraño para la princesa estar ahí. No viajaba frecuentemente a ese lugar, especialmente porque su relación con Giles no era tan cercana, lo respetaba por sus habilidades y sus visiones, pero nunca trató de construir una relación con el astral hasta ahora que está saliendo con su mejor amiga, Calista.

Ese día, había llegado para recibir su nueva espada, balanceándola para acostumbrarse a ese nuevo peso. El pomo era completamente negro y fácil de llevar en los cinturones de sus trajes que ya estaban preparados.

El filo llevaba la inscripción de su escudo, resaltando ante la luz que entraba en la mansión. No podía negar que era hermosa, la espada que siempre soñó tener en sus manos y la cuál iba a recibir en su coronación.

──── Tengo los arcos ──── avisó el rey de Tharan, haciendo que los guerreros dejaran las armas en las manos de los primogénitos ──── Son resistentes y las flechas pueden regresar al carcaj si así lo desean, solo deben de tener cuidado que no los golpeen.

──── Son hermosos ──── Calista admitió, viendo el arco dorado como si fuera un gran tesoro ──── Nunca había visto uno de este material.

──── Hemos estado creando armas con el permiso de los reyes aliados con un mineral que encontramos al norte del reino de Tharan ──── informó Giles, enseñándole una piedra oscura que traía pequeños destellos de colores ──── Es más duro y resistente que el diamante por lo que hemos trabajado con paciencia, pero hoy fue el día en que lo usamos para crear los carcajes y las flechas.

──── Es impresionante. ¿Cómo han podido hacer para que las flechas regresen a los carcajes? ──── cuestionó Bronte, viendo de cerca el filo de las armas ──── ¿El mineral lo hace?

──── Si, al ser de la misma piedra, trae un componente similar a un imán por lo cual las flechas regresan unos minutos después. Las pruebas que hemos hecho han comprobado que ha sido efectivo, en ocasiones, no lo hacen, pero creo que es una buena arma para esta misión ──── determinó el príncipe, colocándose el carcaj ──── ¿Quieres probar cuán lejos llegan, Bronte?

El mencionado asintió, agarrando sus armas ──── Por supuesto. Quiero ser el primero en lanzar la flecha.

──── Antes que se vayan, recuerden llevar sus armas preparadas en los trajes que les entregamos. Ya han sido modificados por nuestros confeccionistas así que no tendrán problemas en activarlos ──── el rey habló, cruzando sus brazos ──── Preparen ropa cómoda, el tiempo de la misión son cinco días. Recuerden que las horas pasan con rapidez en el mundo de los humanos y deberán de buscar refugio y alimentos. Se los pido, asegúrense de volver a salvo.



Mev y Tany paseaban por la habitación, buscando prendas adecuadas para que la princesa llevará en su misión mientras Acacia se mantuvo sentada, girando en la silla y con una expresión de aburrimiento.

──── Un vestido no funciona, Mev ──── carraspeó Tany, quitándoselo de las manos.

──── Solo tenemos vestidos, ¿por qué solo confeccionamos vestidos? ──── Mev exclamó, empezando a frustrarse.

──── ¿Puedo hablar? ──── cuestionó la princesa, levantando sus brazos para llamar la atención de las damas.

──── ¡No! ──── replicaron.

Acacia dio un encogimiento de hombros, dejando que las dos mujeres siguieran en su búsqueda por unos minutos más. Era divertido verlas en ese estado de nerviosismo y desesperación por no tener prendas "humanizadas" como se requería para la misión.

──── Que triste que no puedo hablar o les diría a mis damas donde escondo ropa de humanos ──── canturreó la princesa, fingiendo estar triste.

Las dos astrales giraron sus cabezas sincronizadamente, haciendo reír a Acacia por las expresiones enojadas de sus rostros.

──── ¿Y hasta ahora hablas? ──── Mev interrogó, apretando sus dientes.

──── Me dijeron que no hablara ni una palabra, solo respirara en esta habitación ──── se excusó, bajando su mirada al suelo ──── Hice lo que me pidieron, ¿eso estuvo mal?

──── ¿Desde cuándo acatas órdenes, Acacia? ──── chilló Tany, sintiendo las ganas de quitar la sonrisa burlona que apareció en su princesa ──── Siempre estás rompiendo las reglas.

Acacia suspiró, encogiéndose de hombros ──── Tany, siempre existe la posibilidad de la primera vez. Además, me iré al mundo de los humanos, quiero dejarles una buena impresión a mis damas.

──── ¡Oh, cariño! ──── Mev habló, acercándose a la princesa para darle un abrazo ──── Eres una maravillosa astral, siempre tendré buenos recuerdos de ti.

──── ¿Tany? ──── susurró ella, queriendo oír palabras dulces de la astral más fuerte que ha conocido.

──── Pues... ──── masculló, haciendo una mueca de impaciencia ──── Trataré de encontrar una.

Satisfecha con sus declaraciones, Acacia se levantó para abrir las puertas de su closet. Rodeo todos los hermosos vestidos y trajes hasta abrir unas tablas de madera en el suelo, revelando una bolsa blanca que guardaba hace mucho tiempo atrás.

En el planeta astral, las reglas eran importantes para cada astral y tenían un código de vestimenta. No había distinciones entre habitantes y reyes, todos tenían los mismos beneficios y tenían los mismos derechos de vestimenta, comida e incluso vivienda por lo cual crearon ese sistema de elegancia que era difícil encontrar a un astral que vistiera algo inapropiado.

──── ¿Cómo conseguiste esta ropa? ──── Tany preguntó, sacando la ropa con una expresión desagradable ──── Creo que podremos encontrar algo presentable aquí.

──── Mamá me la regalo. Antes, los reyes daban permiso a mamá para controlar a los humanos y traía estas prendas, nunca supe el motivo.

Mev sonrió con nostalgia, admirando la ropa ──── La reina siempre le gustó la moda humana. Lo llamaba renovador y se inspiraba en sus vestidos.

──── Tendremos que confeccionar algunas prendas, pero está bien ──── asintió Tany, inspeccionándolos ──── Te daremos una mochila con todo lo necesario. Hemos creado una lista para no olvidarnos de nada importante.

──── Gracias, tengo que cambiarme antes que sea más tarde ──── informó la princesa, levantándose del suelo.

Antes que las damas pudieran levantarse, Acacia pidió estar a solas. Se despejo por sí sola cada prenda que llevaba puesto del pesado vestido, tomando su tiempo para poder calmar los latidos acelerados de su corazón.

La camisa oscura era de mangas largas y con cuello alto, necesito doblarlo una vez al no ser de su talla. La tela era suave y adaptable, lo cual era bueno por si llegaba a pelear, no quería que una prenda interfiriera en su misión. Se colocó una falda que llegaba a mitad de su muslo, se puso una cinta oscura, introduciendo varias dagas que podría ocupar.

Las botas eran extrañas, completamente planas y eso era muy diferente a sus habituales tacones largos, pero eran necesarios. Para finalizar, colocó el pomo de la espada en su falda y se puso el collar donde portaba su traje, era lo principal y más importante para evitar ser herida.

Mev se encargó de peinar el espeso cabello oscuro de la princesa en dos trenzas para que no llegara a molestarla. Un suspiró brotó de los labios de Acacia, mentiría si dijera que no se encontraba nerviosa, era la primera vez que bajaba al mundo de los humanos y era para una misión, una que determinaría el futuro de su planeta por la equivocación de no alarmar a su padre sobre lo sucedido.

Su madre solía contarle historias sobre los humanos, costumbres y le enseñó sobre ellos por si un día tuviera la oportunidad. Ese día llegó, demasiado pronto y no por curiosidad o un simple viaje.

¿Cómo se suponía que le explicarían a ese humano, un simple chico, que era un rey de un planeta que desconoce o el hecho de que toda su familia se encuentra muerta?

Era una enorme carga en los hombros de ese humano que no merecía, pero lo necesitaban. Los astrales, miles de habitantes y de diferentes reinos, requerían de su presencia para acabar con una futura guerra que desataría problemas en todos los mundos existentes.

Mev se lanzó a los brazos de Acacia, sacándola de sus pensamientos. Empezó a murmurar incoherencias en su oído, haciéndola sonreír, aunque no pudo evitar sentir que era una despedida cuando no debería de hacerlo porque ella volvería.

──── Es suficiente, tiene que irse ──── mencionó, Tany, separándola.

Acacia inhaló profundamente antes de aceptar el hecho de que su misión acababa de iniciar.



Acacia se situó delante de su padre, cerrando el círculo que todos los primogénitos y reyes astrales crearon en el reino de Bastos donde saldrían a medianoche. Todos estaban preparados con armas, bolsos y atuendos similares que ayudarían a pasar desapercibidos.

Gaea tenía la mirada puesta en el suelo, parpadeando varias veces para evitar que sus lágrimas cayeran. Calista se aferró al brazo de su madre al igual que Dion mientras Giles y Bronte mantuvieron sus posiciones firmes.

──── Recuerden, cinco días para volver al planeta astral. Abriremos el puente del Templo para que sean transportados. Es su misión traer al hijo de Zoqri, cada uno tiene un papel fundamental allá abajo así que hagan lo correcto ──── habló el rey de Poxzia, mirando a los astrales ──── No iremos con ustedes al Templo, nos quedaremos aquí, pero todo está preparado. Queda en sus manos el futuro del planeta astral, como futuros reyes y reinas, traigan la paz.

Los primogénitos empezaron a correr hacia el Templo, dejando atrás la mansión donde se encontraban sus padres. Intentaron mantener sus pisadas lo más silenciosas, saltando las vallas y desviándose de los lugares con luz, todo tenía que ser en medio de la densa oscuridad.

Desde su posición, Acacia podía ver el gran Templo haciéndose más grande, alumbrado por la luna completa que esa noche decidió salir. Sus figuras eran borrosas para cualquier astral que estuviera vigilando, nadie debía de notar que salieron del planeta por una misión que no fue aceptada por todos los reyes.

Acacia se movía con rapidez, persiguiendo a Calista en medio de su camino. Tenía que proteger a su amiga en todo momento, incluso si tuvieron el mismo entrenamiento, no soportaba la idea de que fuera herida.

El Templo iba haciéndose cada vez más grande, dándole la esperanza a los primogénitos de que saldrían sin problema. Bronte era el astral que iba a abrir el puente que los mandaría al mundo de los humanos, ese fue su orden.

Antes de poder hablar, una flecha se incrustó en la puerta del Templo, haciendo que los astrales se detuvieran abruptamente. No pasó ni un segundo cuando supieron de quienes se trataban, todo su entorno cambió, creando una tensión en el aire.

──── ¡Traidores!

El grito los puso en alerta al revelar su posición. Las ventanas de casas cercanas encendieron sus luces, reflejándolos sobre lo cerca que se encontraban del Templo. Las flechas no tardaron en llegar, creando un perfecto semicírculo en el cielo que era similar a estrellas con puntas que podrían matarlos.

──── ¡Cúbranse! ──── Giles gritó, advirtiendo la amenaza.

Calista sacó su escudo, cubriendo a Acacia mientras la astral aprovechó la ventaja y sacó su arco, uniéndose a Dion en atacar a los astrales que estaban acercándose. Su objetivo no era matarlos, solo herirlos lo suficiente para que los dejaran ir.

Ella fue caminando de espalda, apoyándose con Calista para no tropezar mientras acortaba la distancia. Necesitaba proteger al resto de primogénitos que iban al Templo, Bronte debía de ser el primero para activar el puente y así escapar.

──── Iré con Giles, no te quedes tan lejos ──── avisó Calista con agitación.

La princesa de Poxzia dio un asentimiento, enfocada en lanzar las flechas a los atacantes que cada vez aparecían. Tal como aprendió de Giles, hizo que las flechas volvieran al carcaj, hiriendo a unos cuantos desprevenidos astrales.

──── ¿Por qué estás haciendo esto, Acacia? ──── habló una voz grave, una voz que ella conocía perfectamente ──── ¿Por qué unirte a los traidores?

En medio de los guerreros astrales, Karsten apareció, su rostro estaba serio, enojado pero sus ojos delataban la suavidad con la que siempre observaba a Acacia. La capa ondeaba detrás de él en cada paso, creando un gran halo oscuro detrás.

Acacia suspiró, manteniendo el arco tenso en sus manos. Siguió dando pasos atrás, viendo cómo la estaban rodeando, pero todavía tenía la oportunidad de escapar.

──── Hago lo correcto ──── ella respondió. La flecha fue bajando del arco, sin poder ver al astral como un atacante ──── Sabes que tu padre nos llevará a una guerra.

Karsten bajo su mirada, indefenso ante las palabras que oyó. Reconocía los errores de su padre, pero también sus grandes virtudes de pelea y si él determinaba que los humanos no eran los buenos de la historia, iba a creerle.

──── Contra los que arruinaron nuestros futuros, son depredadores, matan sin piedad y fingen arrepentimiento. ¿Quieres eso para tu reino? ──── cuestionó, frunciendo sus cejas rojizas ──── Sabes que ellos quieren gobernar nuestro planeta y por ellos, no tenemos la libertad que deseamos.

──── En este momento, solo quiero paz ──── murmuró con cansancio, sin despegar la mirada del astral ──── Murieron los reyes de Zoqri. Ellos fueron como nuestros padres, nos ayudaron y lo sabes. Solo hay que hacer su voluntad y no dejar que la guerra venga al planeta astral.

──── Y lo tendremos, no habrá guerra innecesaria, romperemos las reglas y podremos tener lo que siempre quisimos, lo que siempre deseamos desde que nos conocimos, Acacia ──── Karsten dijo con voz suave ──── Nuestros sueños se podrán volver realidad si acabamos con la amenaza.

──── Pero no estamos viendo la verdadera amenaza ──── ella susurró, mirando fijamente esos ojos rojizos en los cuáles siempre encontró refugio ──── No cuando yo sé la verdad de lo que pasó ese día ──── confesó por primera vez.

Los ojos de Karsten rápidamente cambiaron, mostrando sorpresa al oír esas palabras.

──── ¡Está listo! ──── Bronte avisó, saliendo del Templo.

De reojo, Acacia pudo ver al astral saliendo del Templo, sacando su arco cuando los guerreros volvieron a disparar. Acacia tuvo que sacar su propio escudo, sintiendo como las puntas golpearon el metal que la estaba cubriendo.

Ellos tenían orden de matar a cualquiera que se interpusiera en su camino.

──── ¡Vayan! ──── ella gritó ──── ¡Yo los detendré!

──── Acacia ──── Karsten volvió a llamarla con desesperación, deseando que pudiera pensar antes de tomar cualquier decisión ──── Quédate y puedo asegurarte que tu reino estará a salvo. Podrás tomar tus propias decisiones, tus propias normas ──── sugirió, intentando cambiar la mentalidad de su amiga.

──── Lo haré cuando aceptes el error que hizo tu padre ──── propuso, mirándolo fijamente ──── Los dos sabemos los pecados de él así que dilo en voz alta y me quedaré.

La mandíbula de Karsten se apretó, sin poder pronunciar ni una palabra. Acacia siguió dando pasos hacia atrás hasta traspasar la puerta del Templo. Pudo sentir las luces del Templo tomando parte de su cuerpo para enviarla a su destino, solo necesitaba pedirlo y pronto, aparecería en el mundo de los humanos.

──── Mi padre no cometió ningún error. Ya que no aceptaste mi trato, tú y tu reino no tendrán mi apoyo. Ambos terminarán quemándose por jugar con el fuego.

Ella se quedó estática, sintiendo el enojo aparecer en su cuerpo. Sus ojos rojizos brillaban de malicia al observar a su amigo, desafiándola a tener el mismo resultado que el reino de Zoqri. Pasó su lengua por su labio inferior, conteniendo el impulso de correr hacia Karsten para enseñarle a quien debía de temerle.

Acacia sonrió, eliminando toda preocupación de su rostro. A Karsten no le agrado su reacción, sabiendo que era una burla a su presencia y que nadie podía llegar a herirla.

──── Así como terminará el tuyo cuando regrese ──── amenazó, tensando el arco en sus manos ──── Tú y tu reino se enfrentarán a las consecuencias por haberse metido con los Poxzia. Verán como su príncipe es débil y como rogara por su vida.

──── Eres una maldita astral ──── escupió con odio.

Karsten empezó a caminar, tratando de llegar a ella. Acacia retrocedió, sabiendo que se encontraba completamente sola.

──── Suerte para encontrarme ──── susurró.

Las manos de Acacia temblaban de la ira al momento de colocar la flecha en la cuerda de su arco. Fijó su objetivo, justo en la frente de Karsten y soltó, sabiendo que él iba a detenerla, pero ese pequeño gesto iba cargado de un mensaje que solo los dos podían entender.

No se daría por vencida hasta que el rey de Neex fuera castigado por sus pecados.

──── Puente, concédeme el permiso para ir al mundo de los humanos.

Acacia fue tragada por las luces de colores. A través de ella, vio como Karsten forzó sus piernas para llegar sin ningún éxito.

Lo último que miro fueron esos ojos rojizos, donde una vez hubo amor y tranquilidad, ahora era un remolino de enojo que traería muchos problemas.

──── ¡Acacia!

Ella cerró sus ojos por unos segundos, deseando retroceder en el tiempo y reunirse con los primogénitos como usualmente lo hacían.

Donde no tenían preocupaciones, dónde no tenían que pelear entre sí, dónde podían reír sin temer en las consecuencias.







Y aquí termina la primera parte de El Astral Perdido, fue un poco de introducción acerca de los astrales y en la siguiente parte ya estaremos viendo al hijo perdido.

No se olviden de votar, comentar y muchas gracias por darle una oportunidad a está historia 🍒



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