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Con el celular en la oreja, tratando de escuchar bien lo que le pedían, caminaba por los pasillos del supermercado.

—¿Algo más, Junghyun? No me hagas volver de nuevo, el super está lleno. —Habló tomando lo que su hermano le pedía.

—Mmm no, nada más y date prisa. Suran ya no tarda en venir y tu cena especial para ella no estará lista.

Jungkook suspiró cansado, había sido un día largo en la oficina y aún tenía una cena con Suran. Más que feliz estaba agotado, él no solía dar muestras de afecto ni siquiera a su prometida y ella había discutido con él alegando que no le prestaba la suficiente atención y que le faltaban los detalles. Por eso, Junghyun lo convenció de invitarla a la casa a cenar. Jungkook no quería ni estaba de acuerdo, además en poco tiempo se casaban y podrían comer juntos todo el tiempo. ¿Qué era de especial una cena?

Caminó por el pasillo, llevando en la mano la botella de vino y la pasta que le pidió su hermano cuando de pronto un ligero antojo le invadió su ser. Quería cerezas. ¿Jeon Jungkook quería comer cerezas?

Odiaba lo dulce y eso que uno de sus aromas era dulzón, pero él repentino antojo no se iba y era extraño porque era la primera vez que le pasaba algo así. Caminó rápido hasta llegar al área de frutas frescas y tomó una caja de cerezas. Eran casi las siete de la noche, se dio prisa para pagar e irse, no quería ver la cara de perro bravo de Junghyun ni arruinar la “sorpresa” para Suran.

Caminó a la caja para pagar todo.

—¿Eso es todo, joven?

—Eh, sí. Eso es…

Una punzada en el pecho lo interrumpió. Era un jalón como si un hilo invisible estuviese tirando hacia atrás y, de pronto, lo sintió: Su lobo comenzaba a ponerse inquieto.

—¿Joven?

Jungkook volvió a la realidad tratando de calmar su lobo interior.

—Sí, es todo.

El cajero cobró y le entregó sus cosas en la bolsa, Jungkook salió más que caminando del lugar para llegar a tiempo; sin embargo, su lobo no quería irse. Al salir del supermercado y subir al auto, su lobo rasguñaba y aullaba molesto.

Humano tonto…

—Cállate.

No quería pensar, él no era tonto como su lobo decía, solo tenía pánico porque ya tenía una vida perfectamente planeada, una exitosa empresa de bienes y raíces al lado de su hermano gemelo, una bonita y muy exigente prometida; además…

Sí… ese había sido su Omega destinado. Junghyun y él ya habían hablado sobre eso y habían quedado en algo: Ninguno de los dos trataría de encontrarlo porque eso significaba compartirlo.

Así es… Solo pasaba una vez de cada muchas y esta vez les tocó a ellos. Los Alfas gemelos no suelen compartir Omegas o a veces está destinados a Omegas también gemelos o gemelas, y muy raras veces estaban destinados a un solo Omega y ese era el caso de los hermanos Jeon.

Ellos supieron desde que se presentaron que siempre estarían destinados a uno solo y estaba claro que no lo iban a hacer. Eran dos alfas territoriales y de casta pura, nunca jamás en la vida podrían convivir juntos, compartiendo a su omega, era ridículo. Sería una guerra de territorio y posesión a cada momento y ellos antes que Alfas eran hermanos, se querían demasiado como para que un Omeguita por más destinado que sea venga y los separe.

Estacionó con brusquedad y bajó las cosas. Subió corriendo hasta la cocina donde un rubio Junghyun caminaba de aquí para allá moviendo cosas y cortando vegetales.

—Por fin se digna el hombre a llegar. ¿Dónde estabas? ¿Estabas con esa verdad? —Junghyun se había colocado las manos en las caderas mientras alzaba un dedo en dirección a su hermano—. Llevas de retraso dos malditos minutos con tres segundos.

Jungkook rodó los ojos, divertido.

—¿Qué…? Te estoy entrenando para cuando vivas el feliz matrimonio y te pasen tarjeta de marcaje cuando llegues a casa.

—Cállate, Hyun, me duele la cabeza y no quiero ni estoy de humor para escuchar reclamos ni tonterías.

Junghyun aplaudió efusivamente.

—¡Excelente! ¡Bravo! Muy bien, te sale espectacular el papel de esposo amargado.

Jungkook le lanzó una mirada a su hermano y una ceja alzada. ¿En serio era amargado?

Miró las cerezas en aquella cajita transparente y suspiró cansinamente. ¿Debía decirle a Junghyun que sintió a su omega? Mejor no… Todo estaba bien, él y su hermano no necesitaban a nadie. Cada quien había prometido buscar a un omega a quién quisieran y por el cual sintieran atracción.

—¿Cerezas?

Mierda…

—Sí, es que yo… —Jungkook se rascó la nuca, tratando de encontrar la mentira perfecta.

—¿Desde cuándo comes cosas dulces?

Jungkook solo se encogió de hombros.

—¿Te ayudo?

—No, le diré a Nana que termine y tú ve a cambiarte.

La cena con Suran transcurrió de lo más normal para él, aunque ella estaba encantada, pero para Jungkook seguía siendo una típica e insulsa cena.

—¿Amor, segura que no quieres que te lleve?

Tenía sus manos en la cintura de Suran, acariciando lentamente.

—Sí, cariño, segura. Estás cansado e hiciste todo esto por mí, ve a dormir. Te amo, te veré mañana.

Suran unió sus labios a los de Jungkook en un beso suave y con ritmo. Era hermosa, la mujer perfecta, era culta, estudiada e inteligente. Todo lo que Jungkook buscaba en una omega, pero entonces ¿Por qué demonios no dejaba de pensar en el supermercado?

Porque a pesar de haberlo sentido solo un microsegundo, Jungkook estaba seguro de que ese era el olor de su destinado.

Cuando Suran se fue entró abatido a su habitación. No salió de ahí hasta que Junghyun casi derriba la puerta.

—Hey, Kook, soy tu hermano. Soy tú, prácticamente, lo cual me parece vergonzoso. ¿Qué te ocurre? Te conozco.

Jungkook levantó un poco la cabeza, despegandola de su almohada para ver a Junghyun bajo el dintel de la puerta.

—Creo que sentí a nuestra omega destinada.

Junghyun se tensó un momento, eso jamás creyó que iba a pasar porque habían tantas Omegas que no creyó que fueran a encontrar a la suya.

—O destinado. —Corrigió, caminando hasta la cama y sentándose a su lado.

—¿Qué?

—Que quizá pueda ser destinado, no sabes si es hombre o mujer.

Jungkook pareció meditarlo, pero finalmente asintió en acuerdo.

—¿Estaba en el supermercado?

Jungkook volvió a asentir sin ánimos de hablar.

—Ya hemos hablado de esto, hermano. Y llegamos a una conclusión sana: Cada uno buscará a un omega distinto… Compartir un omega será difícil.

—Lo sé, por eso huí de ahí, no lo quiero conocer… No quiero arruinar esto, Hyun.

Su hermano lo abrazó dándole apoyo.

—Ya, Kook. Que lo hayas sentido no quiere decir que te lo vas a topar en cada lugar.

Eso era verdad, quizá ni siquiera vivía en la ciudad y no volvería a sentirlo jamás. Él se estaba angustiado por nada.

—Tienes razón, esto no fue nada. Voy a casarme con Suran y todo estará bien.

—Así se habla, hermanito —Junghyun le dio unas palmaditas en el hombro antes de salir.

—Huele a cerezas. —Escuchó decir Jungkook a los lejos.


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