40 Nadie le pertenece a nadie

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Hola a todos, aquí Coco, completamente histérica por el final del semestre TwT pero feliz porque ya está cerca el momento en que seré libre para entregar mi tiempo a ustedes y a las personitas que amo (si, te tengo en la mira Amore mío, por fin tendremos nuestra ansiada cita :'D). Pero mientras eso ocurre y su servidora se desangra los ojos de tanto ver el computador, ¿por qué no mejor nos relajamos y leemos un poco de esta emocionante historia de amor? Ya saben qué hacer. 

***

—¡Aaaah! King... ¡King!

—Shhhh. Silencio linda, no querrás despertar a Eli. —El joven castaño metía y sacaba lentamente el juguete rosa del acalorado cuerpo de su chica, generándole pequeñas convulsiones que ella trataba en vano de contener mientras él mantenía un ritmo constante y placentero. 

Apenas su amiga Elizabeth se había quedado dormida en el cuarto de huéspedes, Diane fue corriendo a despertarlo para pedirle que "jugara un rato" con ella. El juego era muy sencillo: una simple competencia de resistencia. Él tenía que meter a "Lucas", el vibrador favorito de su novia, dentro de su ardiente sexo una y otra vez, lo más lentamente que pudiera. Irían probando diferentes modalidades e intensidades de vibración hasta que ambos llegaran a su límite, y el primero en "rendirse" perdía. Rendirse era, por supuesto, la mejor parte: Diane perdía si se corría primero, y King lo haría si no se resistía a penetrarla. Considerando que a eso se sumaba el tener que guardar silencio para no despertar a la chica dormida en la otra habitación, la competencia estaba demasiado reñida.

—Más. King, más rápido.

—Ah no preciosa, ¿quieres perder sin dar la competencia apropiada? —Al recordar el humillante precio que tuvo que pagar la última vez que perdió, la castaña recobró las fuerzas y respiró lentamente tratando de controlar las contracciones en su interior.

—No por favor, no más trajes de osito.

—Pero te veías adorable...

—No cuando parece que te estás follando a una botarga —Ambos se rieron un poco, aunque ella se arrepintió de inmediato de hacerlo, ya que eso aceleró las pulsaciones en su interior, haciéndola apretar los dientes con fuerza—. ¡Ngh!

—Resiste Diane. Muy bien, aquí vamos.

Brrrrrr. Ese era el sonido de la vibración simple, la de menor intensidad que tenía lucas. Luego King presionó un botón, y el ritmo cambió. BzzzBzzz‒BzzzBzzz. Dos vibraciones más fuertes, un momento de silencio, dos más, y más silencio. Bit-Bit-Bit-Bit. Una cadena de vibraciones ininterrumpidas, con el mismo ritmo con el que sonaban las sirenas de la ambulancia. BRRRRR. Como en el primer nivel pero mucho, mucho más fuerte. Ahí fue donde Diane supo que no podría ganar.

Mientras, King estaba en el paraíso. Podía verlo todo. La castaña estaba de rodillas sobre la cama, con las manos apoyadas en su cabecera y reclinada ante él, mostrándole su hermoso trasero para que pudiera meter a Lucas por detrás. De la cintura para arriba vestía un femenino suéter rosa de cuello tortuga, pero para abajo... nada. Sus ojos ámbar podía ver perfectamente como aquel objeto en forma de falo se adentraba en los pliegues rosados de su novia, desapareciendo en su intimidad, para después salir brillante de líquido vaginal, que se escurría entre sus piernas hasta mojar las sábanas y que hacía un delicioso sonido acuoso cuando el juguete entraba o salía.

—King, no puedo. No puedo más... —Lo que ella no sabía es que él también estaba llegando a su límite. Incapaz de soportar la dolorosa erección que presionaba contra su pantalón, bajó su cremallera, hizo a un lado su estorbosa ropa interior, y comenzó a masturbarse al mismo tiempo que embestía a Diane con Lucas—. ¡Oye! Eso es trampa, es tram... ¡kyaaa! —Por fin había acelerado la velocidad. Y eso no fue todo lo que hizo. Aún sabiendo que se arriesgaba a perder, empezó a deslizar su miembro entre las nalgas de su chica, frotándola y pasando peligrosamente cerca de su apretado ano.

—Tramposo, ¡tramposo!

—E... está bien, lo siento. Tienes razón, es trampa. Por hoy, ¿qué te parece si admito mi derrota?

—¿Eh? —Ella entendió perfectamente a lo que se refería cuando sintió como Lucas salía rápidamente de su cuerpo y en su lugar se adentraba el tibio y palpitante miembro de King—. ¡Gané! ¡Sí! Ahhh, qué rico. ¡Qué rico! —Pero esta vez, el castaño ya no intentó callarla.

Se dejó ir por completo, embistiendo con rapidez mientras la tomaba de las caderas para jalarla y atraerla más a él. El vibrador seguía sonando, olvidado sobre la cama, mientras los dos se perdían en el deleite de sus juegos traviesos. Cuando por fin llegó el momento de la liberación, King cubrió justo a tiempo con su mano la boca de su novia para amortiguar el grito. En cuanto a él, su labio sangró un poco por la fuerza con la que lo mordió, pero al menos ahora ambos descansaban tranquilos y la casa volvía a quedar en silencio.

—Oh King, eres maravilloso, ¿algún día dejaré de sentir lo que siento por ti?

—Espero que no, linda. De lo contrario, no tendrá sentido el que haya comprado este anillo. —En cuanto la castaña escuchó eso, se levantó de un salto con los ojos abiertos de par en par, el corazón agitado, y un escalofrío recorriendo su espalda.

—¿Es una broma, cierto King? —En realidad no lo era, pero la reacción que tuvo destruyó por completo las emociones del doctor mientras pensaba en lo que tenía escondido en el cajón de las medicinas. Era cierto. Si lo pensaba con calma, era demasiado pronto como para pensar en eso. De hecho, toda esa situación ya de por sí era un poco precipitada. Llevaban de novios poco más de un mes, y aunque decidieron tomar el riesgo de intentar vivir juntos, la verdad es que él sentía que lo suyo era un amor predestinado. No se había detenido a preguntarse si ella sentía lo mismo así que, con el corazón en la mano, decidió dejar que ella pensara que no lo decía en serio y tratar de ganar un poco más de tiempo.

—¡Claro que lo decía en broma Diane! Es que... —Como salvado por la campana, en ese momento sonó el timbre de su casa, y la chica de coletas se paró en el acto para ir a abrir. Era el mejor modo de ocultar la decepción que sintió tras oír las palabras de su novio, y la frustración contra ella misma por no haber dicho que sí. Respiró hondo, puso su cara de "estaba dormida y no haciendo nada sospechoso", y cuando estuvo segura de que sus pantalones estaban abrochados, abrió la puerta.

—Meliodas, bienvenido de vuelta, ¿ya acabó la noche de bebidas con Ban?

—Sí. Ya lo dejé en su casa de camino hacia acá, y ahora vine a buscar a Eli.

—De acuerdo. Pasa, está en la habitación del fondo, ¿quieres que King te preste algún pijama?

—No gracias Diane. Ya nos vamos. —En cuanto la ojimorada oyó esto, se quedó parada en el pasillo como aturdida. Era la una de la mañana, al día siguiente entraban tarde al trabajo, y él sabía que podían quedarse a dormir en su casa. Entonces, ¿por qué la prisa en irse?

—Pe... pero no es ninguna molestia que se queden. Es lo mínimo que puedo ofrecerles después de que nos ayudaron todo el día.

—Gracias en verdad, pero no hace falta.

—Insisto, será divertido desayunar todos juntos, y si lo que te preocupa es que escuchemos ruidos raros en la noche, no hay problema —Un guiño pícaro y siguió con su oferta—. Esa habitación es la más insonorizada, así que...

—¡No gracias! —Eso último fue dicho casi en un grito, y Diane se quedó helada del susto al escuchar ese tono. Normalmente se molestaría, le gritaría de vuelta o hasta lo golpearía, pero cuando la joven miró los ojos del bibliotecario, sintió un tremendo escalofrío, como si no fuera a él a quien estuviera viendo realmente. La persona frente a ella era oscura, violenta... un demonio. Permitió que aquel extraño se adentrara en el cuarto donde dormía su amiga, a quien tomó en brazos y se llevó aún inconsciente en dirección a la puerta. Logró alcanzarlo hasta que tuvo su mano en el picaporte.

—Pe... pero...

—Adiós Diane. Y gracias por cuidarla. —Sus palabras sonaron bastante más siniestras de lo debían, como si la estuviera felicitando por un trabajo que estaba obligada a hacer. Acto seguido desapareció en la oscuridad de la noche, y la castaña deseo que, a quien sea que acabara de ver, no le hiciera daño a su Elizabeth.

*

—Uff, por fin terminamos. —Elizabeth acababa de archivar los últimos catálogos de las especialidades médicas con Meliodas a solo unos metros de ella haciendo lo mismo. Usualmente le encantaba verlo trabajar, hacerlo juntos como equipo, pero ese día había comenzado por demás raro, y no había ido mejorando con el paso de las horas.

No preguntó más cuando despertó en su propio departamento y no en la casa de Diane, pero definitivamente tuvo que hacerlo al notar todo lo demás. El rubio había preparado el desayuno de los dos, pero esta vez no la dejó elegir. Preparó uno de sus platillos favoritos más saludables, y aunque ella se lo agradeció, él no tuvo la delicadeza de preguntar si eso quería. También, había estado llevándola todos los días en auto al trabajo, lo que la hacía sentir muy halagada. Sin embargo, la última vez que intentó ir a la tienda sola, había insistido en llevarla también. Tal vez solo estaba nerviosa, pensó. Tal vez solo estaba pensando de más las cosas. O tal vez, solo tal vez, en verdad había algo extraño pasando. Esa era su oportunidad perfecta para averiguarlo.

—Mel, ¿estás bien?

—¿Hm? Pues sí Eli, estoy bien, ¿por qué? —Está vez era más evidente: habían comenzado a salirle ojeras, sus ojos se veían serios y oscuros, y hacía todo con tal velocidad y eficiencia que no parecía humano.

—No lo sé. Te noto un poco extraño.

—No te preocupes, no me pasa nada. Debe ser la desvelada y las copas con Ban. Verás que mañana estaré perfectamente.

—Se... ¿seguro? No tenemos que ir a la fiesta de la señora Grayroad si no quieres.

—Para nada linda —Eso había dicho, aunque la expresión en su rostro revelaba que parecía estar preparándose para una batalla. Permitió que le acariciara el rostro mientras se acercaban un poco más, pero cuando ella creyó que ya no diría nada y todo quedaría igual, le soltó algo que la dejó el doble de intranquila—. Este idiota te prometió que te llevaría a celebrar con los amigos. Dejemos a esos hipócritas celebrar, que ese no es problema. Si mi chica quiere ir, la llevaremos, y no hay más que decir. —Luego tomó una gran pila de libros en los brazos, dejándola con un escalofrío y la sensación de que sus peores temores se estaban volviendo realidad.

Oh Meliodas, ¿desde cuándo volviste a hablar de ti en tercera persona?

*

Esa noche, las pesadillas volvieron para el pequeño rubio que acunaba en sus brazos. Cuando se levantaron de la cama él no admitió haberlas tenido, pero la albina no necesitó de su confirmación; había estado acariciándolo buen rato durante la noche para que dejara de temblar. Ahora, recién bañado y con una sonrisa en su cara, la pobre no sabía qué pensar. Parecía normal, ¡tan perfectamente normal! Inhalando con fuerza, decidió ignorar su preocupación una vez más y tratar de disfrutar de su día con él. Una mañana perfecta, una tarde de risas, y cuando por fin llegó el momento de prepararse para ir a la fiesta de aniversario de sus amigos, de nuevo, las garras del temor se extendieron. No estaban. De pronto, sus labiales rojos y sus vestidos más escotados habían desaparecido, todo lo que parecía atrevido había sido reorganizado, pero como no quería lanzar acusaciones así sin más, decidió respirar y preguntar abiertamente.

—Mel, ¿has visto mi labial color coral?

—¿Hm? Pues... no Eli. ¿No lo habrás dejado con Diane?

Sí, tal vez fue eso.

—¿Y no sabrás dónde está mi vestido color crema?

—¿El corto? Esto... en lavandería, ¿no?

¿Será cierto? —Ella no lo supo, pero al final, decidió no dejar que la sospecha arruinara su noche. Usó un discreto gloss, unos jeans, y tomó el regalo para la pareja mientras se dirigía a la puerta.

—¿Qué opinas Mel? ¿Así estoy linda? —Ella no supo decir si su mirada era de alegría o de enojo. "Mía". Eso gritaba su cara. "Mía, y no quiero que nadie más te mire". En sus ojos se fusionaron la posesividad, los celos y la ira, con el orgullo, amor y admiración que le profesaba. Y luego vino la oscuridad, una mueca despectiva que no le conocía y que la hizo sentir de forma miserable.

Fue casi como si pudiera escuchar sus pensamientos mordaces: "Ese pantalón te marca demasiado el culo". "Esa blusa está muy ajustada". "Tu perfume es demasiado fuerte". Sin embargo, no dijo nada de eso. Simplemente sonrió con una expresión siniestra, se inclinó en una reverencia, y le ofreció el brazo para salir. Era el demonio usando los modales del bibliotecario. Al momento siguiente, volvía a ser un chico dulce, bromeando y entreteniéndola mientras conducían hasta la casa del viejo matrimonio.

Durante toda la fiesta de aniversario de sus amigos, Meliodas no mostró ni un ápice de esa retorcida personalidad que ella percibió en casa. Aquel desprecio que tal vez vio, esa mueca que duró solo un parpadeo, de pronto pareció un simple producto de su imaginación. Felicitó a la señora Grayroad por sus quince años de matrimonio, abrazó al señor Fraudrin como si en verdad lo apreciara, y bebió en compañía del profesor Monspeet, Galand y Melascula. Los temas y el vino corrieron con naturalidad, y Elizabeth comenzó a bajar la guardia, feliz de verlo tan relajado conviviendo con todos.

—¿Irás a la reunión de profesores conmigo?

—Claro que sí Galand, alguien tiene que representar a los bibliotecarios.

—¿Y a la feria del libro? Eso es en los mismos días, ¿no?

—No Monspeet, primero es la feria y luego la reunión. Por suerte no se empalman, y asistiré a ambas.

—¿Y a mi fiesta querido? No será igual de divertida si no estás.

—Esto... sí Mela, lo pensaré.

—¿Alguien quiere más pastel?

—Gracias Derieri, solo un poco por favor. —Tan encantador, tan social, tan dulce. ¿Sería que era ella la que se estaba volviendo loca? ¿Estaba teniendo alucinaciones donde él era una persona un momento y otra al siguiente? ¿O acaso esa era la verdadera naturaleza de una persona con TID? No, no podía ser, estaba segura. Ella lo conocía mejor que nadie, y lo amaba igual pasara lo que pasara. Justo cuando la fiesta por fin estaba terminando, el celular del rubio comenzó a sonar y se excuso para poder salir al jardín y contestar a solas.

—Oye Eli, ¿tu "gatito" no está un poco raro?

—Oh no... ¿tú también lo crees Derieri?

—No lo sé, es que... —El aludido cortó la respuesta que la peliplateada estaba esperando, e interponiéndose entre ambas, le soltó llanamente el problema.

—Eli, lo siento, surgió algo con papá y tengo que ir para allá un rato. Te llevo a casa ahora, vamos. —Mil preguntas cruzaron por su mente. ¿Qué le había pasado a su suegro? ¿Él estaba bien? ¿Por qué Meliodas no la dejaba quedarse más rato con sus amigos? Y para comenzar, ¿por qué decidía por ella? No pudo contestar a nada de eso, porque el rubio la tomó con fuerza de la mano y pasó como un rayo despidiéndose rápidamente de todos. Antes de siquiera poder decidir si quería resistirse o no, ya estaban los dos de camino a su departamento.

Tranquilízate Elizabeth, tranquilízate —Se regañó a sí misma—. Solo tiene un poco de prisa, es un asunto familiar, solo eso.

—Mel, ¿tu padre está bien?

—¿Eh? Claro Eli, no pasa nada malo, solo nos está visitando un viejo amigo de la familia, y tengo que estar ahí para recibirlo.

—Ya veo —Volvió a hacerse el silencio, pero como ella no quería que aquel extraño sentimiento se hiciera más fuerte, decidió ponerse a hablar de lo bien que la había pasado en la fiesta. Él le sonreía abiertamente, pero su mente y corazón parecía estar en otra parte. Pensando que tal vez eso tendría que ver con la apretada agenda de la que había hablado con sus colegas, decidió ayudarlo organizándose juntos—. Bueno, podemos poner una palomita en nuestra primera fecha marcada en el calendario, ¿no te pareció una fiesta adorable?

—Sí claro, sobre todo si consideramos que no salió a la luz ninguna de sus infidelidades.

¿Eh? —El comentario sonó cruel, mordaz y grosero, así que la albina decidió cambiar de tema.

—Por cierto, felicidades por la invitación del profesor Galand. Es un honor acompañar al decano a su reunión.

—Gracias preciosa. Lo hago todos los años, pero esta va a ser especial. Será la última —Lo último lo dijo casi en un susurro, pero justo cuando Elizabeth se preguntó qué habría querido decir con eso, él remató con algo aún más alarmante—. Esa será la única vez que te deje sola. Iremos juntos a la otra fiesta.

—Cla... ¡claro Mel! Aunque son dos. Primero la feria del libro, y luego la...

—No iremos a la fiesta de Melascula. —Se volvió a hacer el silencio, y solo hasta que la gota de sudor terminó de recorrer la espalda de la albina ella fue capaz de volver a hablar.

—¿No iremos? ¿Por qué?

—No iremos, y es mi última palabra.

—Pero... —Su débil reclamo fue interrumpido por el sonido del celular, llamada que fue enviada de inmediato al buzón de voz por el bibliotecario—. ¿Quién era?

—No te preocupes por eso Eli —Pero esta vez, ella no desistió. Se estaba enfadando. Miró de forma tan intensa a su novio que, tras solo un par de segundos de resistencia, este por fin cedió—. Solo era Merlín.

—¡Ah! De seguro es para agendar la próxima cita, ¿cuándo quieres que te acompañe cariño?

—No será necesario. Creo que lo estamos manejando muy bien nosotros solos, así que olvídate de momento.

¿Manejando quienes, él y yo... o él y su demonio? —De cualquier manera, eso no importó. Cinco minutos después, estaba frente a la puerta de su edificio, con el corazón en la mano, lágrimas en los ojos, y la certeza de que algo estaba yendo muy, muy mal. 

***

Oh no :0 Las cosas están poniéndose demasiado difíciles, es terrible, ¡me mata! Y también me hace feliz, ¡buajajajajaja! >: D[inserte el emoji de carita de diablo] La oscuridad se acerca, y créanme, esto solo está empezando. Pero antes de ponernos demasiado serios, mejor les digo un secreto de este capítulo: ¿sabían que este tipo de celos son los que Coco ha sufrido antes en sus relaciones? :0 Hay un tipo de celo que hace que el hombre se ponga violento contra la pareja, uno en el que parece enojado con todos... y otro donde comienza un ataque pasivo agresivo para invalidar a la mujer. Chicas, no permitan que las abusen de esa manera. Hay que aprender a reconocer las señales rojas a tiempo. Y hablando de eso, ¿por qué no vamos a la siguiente página para ver cómo va a reaccionar Eli? 



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