Capítulo 19: Apuesta.

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—Oye ¿Sabes la última del pueblo?

—¿Ah?

—Se rumorea que un brujo anda por ahí.

—¡¿Qué?!

—¡Sí! Dicen que sus magias oscuras buscan arrebatarle las riquezas a nuestro pueblo... o mejor dicho, los poderes místicos del templo Akabane.

—¡Oh no! ¡Que el cielo nos ampare! Ah, aquí tienes tu orden de fresas querido.

—¡Gracias!—Agradece Nagisa con una sonrisa mientras recibe el frasco con los frutos de una de las ancianas tenderas del puesto de frutas. Procedió a retirarse mientras dejaba a ambas mujeres seguir chismoseando entre sí.

—¡Espero que a Karma le gusten!—Exclamaba alegre mientras contemplaba los jugosos frutos rojos.

—Creo que debería preocuparte por cosas mayores a esa ¿Oíste eso no?—La voz de Lyon resonó en su cabeza cual eco distante, como susurrando temiendo que alguien lo escuchara—están empezando a nacer rumores, hemos estado demasiado tiempo aquí.

—Son meras historias de pueblo Lyon, no hagas caso.

—Yo creo que debemos hacer mucho caso—Nagisa frunce el entrecejo con enojo, previendo a donde iba la conversación. El libro continuó—¿Siquiera sabes cuánto tiempo hemos estado aquí? Mañana cumpliremos el mes, que es el límite de lo recomendado por el maestro pulpo sobre quedarse en un sitio. Los encargos se nos están acumulando y aún tenemos asuntos que atender, debes estar consciente de eso.

El brujo guarda silencio, dándole la razón a la voz en su cabeza que suspiró con cansancio.

—Nagisa, como buen libro de hechizos que soy apoyaré a mi brujo en todo lo que quiera hacer. Pero estoy seguro que no quieres quedarte en ese pueblucho de segunda para siempre ¿No? Sólo digo que si vas a hacerle la pregunta a tu peli rojo psicópata, ahora sería un buen momento.

Un suspiro de resignación sale de los labios de Nagisa.

—Tienes razón.

—Yo siempre tengo razón.

—Pero aún no siento el momento correcto para decírselo a Karma—Agrega con mirada distante a lo que Lyon bufa.

—¿Y cuando lo será?

—No lo sé... lo sabré cuando llegue el momento—Declara ahora sonriendo de forma segura, Lyon suelta un quejido mientras habla con mal humor.

—Como quieras, pero yo que tú empiezo a pensarme un buen cuento sobre mi vida.

—¿Eh? ¿A qué te refieres?

—Piénsalo un momento, has estado yendo al templo de ese psico- ¡ejem! "Chico especial" durante casi un mes, tiempo en el que no más han hablado de él, su estilo de vida y su trágico pasado. Pero ¿Qué hay de ti? ¿Qué pasa con este extraño enano, turista de personalidad particular que se interesó en él de la noche a la mañana? Es cuestión de tiempo para que haga preguntas.

Traga grueso, abrumado por los nervios que le aparecieron por las palabras de Lyon.

—N-No seas exagerado, seguro que ni interés tendrá.

.

.

.

.

—Entonces... ¿Eres un viajero?—Pregunta mientras toma una de las fresas que le trajo el contrario.

Nagisa sonríe de forma nerviosa mientras escucha una voz lejana en su mente diciendo "te lo dije", la ignora cómo puede tratando pensar en la mejor forma de hablarle a Karma.

—Así es...—Responde quedamente, entonces contempla como Karma le da una minuciosa mirada de pies a cabeza con una sonrisa curiosa—¿Qué pasa?

—Estás muy limpio—Agrega asintiendo con la cabeza para la extrañeza del contrario.

—Ummm... ¿Gracias?—Dice, pero el pelí rojo no presta atención y sigue observándolo.

—Tus ropas están en buen estado, y aunque estás algo delgado parece que te alimentas bien ¡Está claro!—Agrega juntando las manos con aires de suficiencia—no eres uno de esos trovadores errantes que viven de la naturaleza, debes vivir de algún tipo de oficio que te dé dinero ¿Cierto?

Nagisa sonríe algo impresionado.

—Que listo.

—Sólo jugaba, lo supuse desde la primera vez que nos vimos, pero me despierta la curiosidad el tipo de profesión que pueda ejercer un ratón debilucho como tú.

Nagisa frunce el entrecejo en expresión enojada.

—No soy debilucho.

—Tuve que abrir el frasco porque tú no podías.

—Ya yo lo había aflojado.

—Seguro que sí campeón.

Nagisa infló las mejillas en gesto infantil mientras Karma ríe por su disparate.

—¿Y? ¿Qué haces de bueno?—Preguntó nuevamente el peli rojo mientras se llenaba la boca de fresas.

Nagisa le sonrió nervioso mientras su cabeza se hacía un lío con respecto a lo que debe decirle ahora. Meditando para sus adentros sobre como decirle a Karma quien era y lo que hacía.

—Soy... un comerciante.

—¿Uh?—Exclama el peli rojo sonriendo y arqueando una ceja.

—Si en serio, soy algo así como un comerciante.

—¿Cómo que algo así? ¿Qué cosas vendes?

—Le doy a las personas lo que quieren y a cambio ellas me pagan.

—Sabes que me doy muchas ideas con eso que me acabas de decir ¿No?

—Oi, creo que el chico insinuó algo muy torcido...

Sintió un tick en su ceja mientras vuelve a sonreír.

—Es mejor si te lo muestro... Dime algo que quieras.

—¿Algo?—El peli rojo parpadeó con sorpresa ante la sonrisa del menor.

—Lo que sea, cualquier cosa que quieras—Anima, el peli rojo parece meditar seriamente sus palabras.

A Nagisa se le ocurrió muchas cosas que le podría pedir ese joven; venganza contra su padre, dominar la aldea, mejorar el templo en ruinas donde vive, dinero, lujos y todo aquello a lo que fue privado. Pero nunca se esperó lo que escuchó.

—Nada.

—¿Eh?

—¡Aguanta! ¡Aguanta! ¡Aguanta!—Maehara agita las manos deteniendo el relato del libro mientras intenta asimilar la información. En algún momento el peli azul se había retirado a buscar unas pócimas y ahora estaban sólo en ese sitio—¿Cómo que nada? Es Karma ¿no?

—Sip—Respondió con simpleza el libro para mayor extenuación del joven.

—Karma dijo nada.

Así es...

—Tuvo la oportunidad de que Nagisa le cumpliera un deseo, cualquier cosa que anhelara, y dijo nada.

—Yep.

—Nuestro Karma.

—Uhum.

—El demonio rojo que siempre anda por allí con un jugo de frutilla y acosando a su brujo de género dudoso...

—¡Maldita sea si!—Gritó ya harto al confuso Maehara.

—L-Lo siento es que... vaya no me lo creo.

—Si bueno, Nagisa tampoco en ese momento...

—Karma hablo en serio—Declara el peli azul con un rostro absoluto de seriedad—¡Puedo concederte cualquier cosa que pidas! ¡El mundo si así me lo pides!

—¡Jaja! De verdad te exaltaste—Rió divertido del malhumor del más bajo—por muy divertido que sea, en serio no se me ocurre que pedirte que "anhele" con fuerza.

—¿Q-Qué? ¿N-Nada? ¿En serio?—Interrogó incrédulo observando la sonrisa vivaz que le daba el peli rojo—mientes... todos queremos algo...

—Bueno... en realidad si hay algo que quiero...—Agrega pensativo, pero luego suspira sonriendo cerrando los ojos con un rostro complacido que a Nagisa desconcertó—pero prefiero que se cumpla sólo, lo hará con el tiempo...

—¿Uh? No comprendo.

—No tienes que hacerlo.

Cabe destacar que en los largos milenios de vida que hemos tenido, nunca le habían rechazado un deseo a Nagisa. Hubo quien, en broma al no creer, deseó una ballena y tuvo que lidiar con el animal en un charco. Pero este no era el caso, no es que no lo creyera sino que el bastardo en serio no quería nada, no había ni una pisca de anhelo material o algo que quisiera obtener de manera fácil e instantánea, fue un momento impactante para todo brujo.

—Oye no me mires así, si tan desesperados estás por mostrarme tus magníficos poderes entonces cumpliré tu deseo y te pediré algo imposible, haber...—Coloca la mano en su mentón mientras medita por lo bajo con una sonrisa mala intencionada para el sobresalto del contrario.

—¡¿Qué?! ¿M-Mi deseo? Ese no es el...

—¡Ya sé!—Lo interrumpe para luego mirarlo alegre—enséñame un rincón de este pueblo que yo no conozca.

—¿Eh?—Balbucea parpadeando con sorpresa, el contrario continúa.

—Me he escapado desde que tengo uso de razón sabes, me sé cada lugar y escondrijo de este pueblo como la palma de mi mano. Así que veo bastante imposible que encuentres un sitio que yo no conozca.

Nagisa parpadea atónito ante la sonrisa confianzuda del contrario.

—¿S-Sólo eso? ¿En serio?

—Vaya pareces bastante confiado. Entonces no hay problema ¿No?—Extendió su mano derecha hacia Nagisa—muéstrame algo que no haya visto de este estúpido pueblo, y si me dices que eres el dios de los helados me lo creeré ¿Trato?

Nagisa vio la mano extendida y luego a Karma, terminó estrechando la mano medio atónito.

—Si... seguro.

Y pues... la cosa no fue tan fácil como creímos...

Continuará...

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