Crudo Invierno (Caps borrados)

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―¡All Might! ―gritó Izuku al despertar―. All...

Guardó el silencio. El frio viento sopló, atravesando su ropa y helándole el cuerpo.

―... ―observó abajo, notando que su ropa estaba manchada con sangre. Su sangre.

Observó a sus alrededores. Altos arboles y nieve. Mucha nieve cubriendo piezas de metal pertenecientes al avión privado de All Might...

Nuevamente gritó el nombre de All Might sin recibir respuesta. No había rastro de ninguno de él o del piloto...

Izuku intentó levantarse y soltó un fuerte quejido. Conocía este dolor. Era un esguince de tobillo.

Sin embargo, continuo y logró mantenerse de pie. Nuevamente observó a sus alrededores, notando que los arboles y la nieve se extendían hasta donde su mirada llegaba. Estaba en medio de la nada y... hacia mucho frio. Demasiado.

Comenzó a arrastrarse. Lo ultimo que recordaba era...

―¡Mira, All Might! ¡Canadá!

El héroe asintió. ―Tan blanca como la recuerdo. ¿Ya conoces la historia sobre mi misión internacional?

Izuku asintió con fuerza. ―¡Claro! ¡Canadá alzo un pedido para traer héroes extranjeros debido a una gran organización criminal en las montañas! ¡Héroes de Groenlandia y Estados Unidos acudieron, entre ellos usted! ―los ojos del peliverde se iluminaron con ilusión―. ¡Fue una de las tantas misiones completadas por la que se ganó el titulo de "Símbolo de la Paz"!

All Might solo sonrió amablemente. No sabia si estar alagado o asustado por toda la información que Izuku había memorizado en su estado de fan. ―Sin dudas lo fue, pero no hay que olvidar el trabajo de los demás héroes ―reconoció para la sorpresa de Izuku―. Canadá es extraña. En los inviernos incluso puede que se alcance la temperatura de -1° C. Si no hubiera sido por su valiosa información, nuestros suministros y el trabajo en equipo, probablemente no hubiéramos llegado en plena forma a las montañas.

Izuku asintió levemente. Eso tenia sentido.

Antes de poder preguntar mas detalles... el avión tembló con fuerza...

Izuku se sujetó la cabeza. Dolía...

Entonces... ¿Esto era Canadá? ¿Por que había sucedido esto? All Might había dicho que solían hacer -1° C... pero juraba que hacia mucho mas frio.

Se estaba congelando. Necesitaba calentarse. Necesitaba refugiarse de este frio. 

De repente alzó la vista. Escondida tras el fuselaje de aquel pequeño avión había un notable rastro. Como si hubieran arrastrado a alguien...

Izuku se le quedo viendo unos cuantos segundos. Era obvio que debía de seguir ese rastro, pero...

Palpó su abdomen. Dolía al tacto. Esa sangre debía de salir de algún lado... «Estoy... ―apartó la mirada de las marcas―. No puedo seguirlas. Tengo que tratar mis heridas primero...»

Continuo arrastrándose. Recordaba que el avión tenia un botiquín de primeros auxilios. Tiene que estar...

Se tropezó de repente, cayendo de rodillas. «Siento que... ―se concentró en respirar― podría perder la conciencia en cualquier momento...»

No podía permitírselo. Si lo hacia... no sabría cuando despertaría.

Puede que incluso, si llega a caer inconsciente... no despertaría. Moriría congelado o desangrado. Lo que primero sucediese.

Nuevamente se levantó empleando todas sus fuerzas y comenzó a arrastrarse. El botiquín debe de estar en el fuselaje.

Mientras se acercaba a él, observó con mas atención el sitio. Una de las alas del avión había sido arrancada por el impacto, y habían derribado un árbol en el choque. El fuselaje estaba completamente separado del resto del avión... ¿Había sobrevivido el piloto? Estaba preocupado por él.

Entrando al fuselaje buscó con la mirada. La caja del botiquín estaba abierta y completamente vacía...

Alguien ya habían tomado su contenido. ¿All Might, tal vez?

«¿Por qué...?» Izuku negó, ignorando por completo aquella pregunta que estuvo a punto de plantearse.

El hecho era... ¿Por que All Might le abandonó a su suerte? Si él no estaba, y el piloto tampoco... significa que posiblemente esas marcas que vio afuera eran de ellos...

Solo continuo buscando. Si no tenia medicina para tratarse... 

Notó que debajo del botiquín estaba tirada la pistola de bengalas. Solo le quedaba una esperanza.

Pedir ayuda.

Los sistemas estaban completamente destruidos y sin energía. No podía utilizar la radio. Solo le quedaba rezar por que alguien reaccione a su llamada...

Izuku buscó por mas tiempo las bengalas, pero no las encontró. Comenzando a desesperarse, buscó por el desastre, sin encontrar nada aun.

Su pulso aumentaba. Su cabeza dolía cada vez mas y mas. Se quedaba sin tiempo...

Solo quedaba un solo lugar en el que buscar. Los últimos rincones en la cabina.

Intentó utilizar el One For All, pero cuando comenzó a dispersarlo por su cuerpo este reaccionó muy negativamente, lastimándole. Parece ser que su condición no le permitía mantener el Full Cowl...

Concentrando el 5% en su brazo, sujetó el asiento del piloto y lo arrancó con fuerza. Bien. Las bengalas estaban resguardadas allí abajo...

Arrodillándose, las tomó y cargó la pistola. Las clases de N. 13 habían sido enormemente beneficiosas para esta ocasión.

Saliendo del fuselaje, apuntó al cielo.

¿Seria buena idea? Si el avión cayó de repente... ¿A caso alguien los había derribado o fue un simple accidente?

No tenia la certeza de nada... y su tiempo estuvo a punto de acabarse.

Esto... en toda la definición de la palabra...

Disparó.

Este era un disparo de fe. La bengala se alzó al cielo con un brillante color rojo. Esto debería de llamar la atención de cualquiera.

De héroes... y villanos por igual.

―... ―¿Hm? Su cuerpo no reaccionaba...

Tambaleándose hacia atrás, cayó dentro del fuselaje.

Este era su limite. Su fuerza de voluntad ya no era suficiente. Acababa de sobrevivir a una aterrizaje forzoso con heridas mínimas, después de todo. Ya no podía...

Izuku se desplomó. No podía continuar.

Y su cuerpo quedó a la merced de la congelación...

[...]

A kilómetros de aquel lugar... cierto pelirrojo despertaba.

El sonido del fuego fue lo primero que escuchó. Lo ultimo había sido...

―¡Los sistemas electrónicos se quemaron! ¡Sujétense!

¿Un... aterrizaje forzoso?

Observó a un lado. Allí, una persona no le sacaba la vista de encima. ―¿B-Bakugo?...

Él solo apartó la mirada. ―Tuve que hacerte una reanimación cardiopulmonar. No sean tan frágiles... ―murmuró.

―¿Fragi...les...? ―Kirishima lentamente se levantó. Su cuerpo estaba vendado con tiras de ropa...―. ¿Esto es... una cueva? ¿Dónde esta nuestro piloto? ¿Y el chico auxiliar del vuelo?

―... ―Bakugo le observó―. No lo lograron.

―¿Qué...? ―negó y sonrió―. Vamos, Bakugo. ¿Q-Que esta pasando?

Bakugo mantuvo el silencio.

Por  aquello, Kirishima supo que no se trataba de ninguna broma.

Bakugo nuevamente apartó la mirada. ―Algo chocó contra el avión. Fue como una onda, y... ―apretó los ojos levemente, molesto― y todos los circuitos del avión se quemaron. Dejaron de funcionar por completo. Ahora mismo se supone que estamos en Canadá.

Kirishima estaba impactado. ―¿Como es que... ellos no lo lograron? ¿Por que yo si?...

―Todos perdimos la conciencia en el choque. El piloto parece que tuvo una muerte rápida o instantánea. El auxiliar se congeló. Cuando desperté... tu fuiste al único que pude sacar de la nieve y traerte aquí ―apretó los puños, visiblemente frustrado por aquello―. Mierda...

―... ―Kirishima solo guardó el silencio. Intentó procesar todo aquello.

Estaban volando camino a I-Island ya que Bakugo había sido invitado por ser el ganador del Festival Deportivo, y por alguna razón le invitó a ir con él...

Y ahora estaban en una cueva. Desde aquí podía ver la nieve y los arboles de fuera. Allí fuera también dejaron a dos personas atrás...

Sus labios temblaron levemente. ¿Que acababa de suceder? ¿Un ataque como sucedió en la U.S.J.? ¿Un accidente? ¿Un Don activado accidentalmente?

Bakugo solo mantenía aquella leve frustración. En lo demás, se veía totalmente centrado. ¿Por qué? ¿No le frustraba la muerte de esas dos personas? ¿No se sentía agobiado por la situación?

De repente se levantó del suelo, captando la completa atención de Kirishima. ―¿Bakugo?

―Logré traer el botiquín de primeros auxilios. Un pedazo de chatarra atravesó mi palma derecha, pero nada de lo que preocuparse ―comentó casi como si fuera un dato sin importancia―. Tú estas lleno de cortes superficiales en el cuerpo y algunos moretones. Las vendas improvisadas son de mi ropa.

Kirishima asintió levemente. ―¿Como está tu mano?

―Horrible. Duele como el infierno ―admitió mientras, a unos pasos de la cueva donde se cubrían, tomaba algo que estaba sobre una roca―. Además por este frio de mierda no puedo activar mi Don. No sudo una puta gota de nitroglicerina. Fue una mierda encender ese fuego que nos calienta ahora mismo... ―mientras entraba a la cueva nuevamente, observó aquello que tomó de fuera. ¡Era un termómetro del Botiquín! Se vio sorprendido por lo que veía―. No subió una mierda...

―¿Y eso que significa?

―... ―Bakugo miró fuera―. Que incluso sin apenas viento... apenas superamos los 3° C. En el momento que oscurezca o comience a soplar mas viento... sin dudas la temperatura bajará por debajo de los -5° C. A este paso nos congelaremos...

Kirishima abrió sus ojos cuanto pudo. ―Eso es demasiado frio... ―observó a sus alrededores―. Ni siquiera tenemos abrigo...

―...

Kirishima lo observó. ―¿Bakugo? ¿Q-Que sucede?

Él se volteo. ―Ya regreso. Procura no moverte de aquí ―ordenó mientras se marchaba.

―¡E-Espera! ¡¿A donde vas?!

Bakugo solo guardó el silencio, saliendo de aquella cueva y alejándose aun mas.

¿Era frio? Tal vez. Claro que se odiaba mas que nadie por no poder evitar las muertes de esos dos tipos... pero no podía hacer nada.

Estaban muertos. Simplemente razonaba. No podía darse el lujo de nada, ni siquiera retirar sus cuerpos del lugar donde se estrellaron.

Tenia... Tenían todo en contra.

Hacia tanto frio que simplemente el viento atravesaba sus ropas. Estaban heridos con riesgo a infectarse. Su celular no funcionaba en lo mas mínimo. El frio amenazaba con congelarlos al anochecer... y tenia que cuidar del herido Kirishima, quien definitivamente tenia mas posibilidades de infectarse.

Ahora mismo no podía pensar en esos dos. Todos sus instintos gritaban una sola cosa: supervivencia. Y eso era lo que le impulsaba a regresar al lugar del choque.

Necesitaban comida, agua y abrigo. Y allí estaba todo lo que necesitaba...

Sin embargo, y cuando mas se acercaba...

Se detuvo, impactado al escuchar un ruido especifico. Rápidamente se volteó y miró arriba al cielo.

Eso era... ¡¡Una bengala!!

Apretó los dientes. ¡Alguien estaba pidiendo ayuda!

Pero...

Observó atrás suya, al lugar del incidente, para luego volver a mirar a aquella bengala aun en el aire...

Mierda...

¡Mierda, mierda, mierda! ¡No podía ser en un peor momento!

¡Cuánto mas se tarde, la ropa del piloto y el auxiliar mas se humedecerán! ¡No podía permitirse perder el abrigo que podría salvarles la vida esta noche!

¡Pero alguien necesitaba su ayuda! ¡Esa mierda estaba a mínimo 2 kilómetros de su ubicación actual! ¡Gastaría demasiado tiempo y energías yendo!

Chasqueó la lengua, viendo atrás y adelante repetidas veces.

―... ―así que esta era la primera prueba que este lugar le ponía enfrente, ¿Eh?

Debia elegir.

Y algo estaba muy claro en su mente.

Él aun apuntaba a ser un héroe.

[...]

El cielo estaba permanentemente gris. Sus nubes parecían cargados de agua, listos para hacer nevar sobre todo este suelo en cualquier momento.

A lo lejos se escuchaban cuervos. Parece que habían encontrado alimento. Las sobras de la caza de un lobo, tal vez.

Y aquella paz aparentemente inamovible del bosque... se vio perturbada por una agitada respiración que cruzó rápidamente, corriendo hacia su objetivo.

«Estoy cerca... ¡Estoy cerca!»

La decisión estaba tomada. Bakugo corría entre los arboles, entre la nieve que repentinamente comenzó a caer del cielo, mirando constantemente al cielo. Las bengalas solo aguantaban un minuto, por lo que obviamente hace rato que había desaparecido.

Sin embargo, era por aquí. Estaba absolutamente seguro de ello.

Y luego de, sin saberlo, haber corrido y malgastado demasiadas calorías atravesando 5 kilómetros en 40 minutos... Considerando que atravesaba cada kilometro en 8 minutos.

Había llegado.

Entre respiros y quejidos, Bakugo se detuvo y observó su alrededor.

No podía ser... ¿Alguien mas se había estrellado...?

Los rostros de aquellas dos personas atravesó su mente, lo que le impulsó a moverse rápidamente. ―¡Ey! ¡¿Donde mierda estas?!

Atravesó el lugar, lleno de restos de restos de metal inservible.

Observó con algo de impacto la cabeza del avión separada del resto.

Definitivamente el piloto había muerto...

Chasqueó la lengua. Sin embargo... ¿Dónde estaban los cuerpos?

―¡¡¿Hola?!!

Aquel gritó rebotó en el bosque, siendo rápidamente ahogado por la nieve que continuaba cayendo.

¿Dónde esta el dueño de la bengala...?

Se acercó al fuselaje. Si fuera él se refugiaría allí por ayuda.

―... ―y allí lo encontró.

O mejor dicho... encontró solo la pistola de bengalas.

Observó el alrededor. No habían marcas de que alguien le halla arrastrado...

¿Desapareció mágicamente...?

Mierda...

¿Que hacia perdiendo el tiempo? Si no lo encontraba... debía de volver.

Sin embargo, antes de ello, tomó la pistola de bengalas. Un poco mas halla, en el asiento del aviador, habían 7 bengalas mas en un estuche de 8.

Las tomó y las guardó, para luego alejarse del fuselaje lentamente, sin sacarle la vista de encima.

¿Dónde mierda se había metido...? La única respuesta que se le ocurría era que alguien llegó antes que él, ¿Pero en menos de 40 minutos? ¿Sin que escuche sus gritos? ¿Sin dejar marcas?...

Marcas...

Observó el cielo lentamente, prestando atención a la nieve que caía.

No...

Mierda...

¡¡MIERDA MIERDA MIERDA!!

Bakugo rápidamente se alejó, y miró al suelo. ¡¿Las huellas que dejó hace menos de 7 minutos al llegar aquí ya fueron tapadas?!

Y con impacto, su mirada se perdió en la inmensidad del bosque.

No... ¡Fue un imbécil! ¡Confiaba en que podría seguir sus huellas para volver, por lo que no prestó atención a ninguna cosa para usarla de guía!...

Apretó sus dientes con frustración. ―Kirishima... ¡Kirishima...!

Apretó sus puños mientras seguía girando, buscando inútilmente el lugar de donde había venido.

Y lentamente... dejó de apretar sus puños... ―Estoy... perdido...

Bajó los brazos.

―...

Fue un imbécil.

Regresando a su mirada endurecida habitual, observó de lado, directamente a los restos del avión.

Dejando de lado la chatarra...

Se acercó lentamente a un leve color verde que resaltaba del blanco de la nieve. Estaba casi completamente cubierta.

La tomó y la sacó de la nieve. Una maleta.

La abrió, y una leve sonrisa se produciría si no estuviera en la mierda. Si no hubiera dejado a un amigo a su suerte por su completa estupidez. Por su negligencia como héroe.

Había ropa poco húmeda. No era la gran cosa... pero era mejor que nada.

Era casi de su talla. Sin perder el tiempo, comenzó a ponérsela por encima de la suya. Se sentía un poco mas abrigado...

Y luego de ello... simplemente caminó delante, perdiéndose su figura poco a poco en el bosque.

Debia encontrar a Kirishima aunque explore todo el radio alrededor de 2 kilómetros.

No podía abandonarlo.

No podía permitir una muerte mas.

Y pasó el tiempo...

La noche estaba cayendo... y el frio aumentó.

El tenue fuego estaba a punto de apagarse... y el pelirrojo que se calentaba con él se levantó mientras soltaba un quejido. ¡Su cuerpo dolía demasiado!

No recordaba si se había endurecido cuando el avión cayó. Si lo hubiera hecho, no le hubiera dado tantos problemas a Bakugo...

Pero ya era tarde. Además... Bakugo no regresó en horas.

Ya hace horas comenzó a preocuparse... y parece que se había equivocado en quedarse sentado, acatando su orden y esperándolo.

Debia de ir buscarlo. Probablemente algo paso. Se vio serio. Tal vez algo muy malo había pasado...

Necesitaba mantener este fuego y conseguir ropa. Cuando Bakugo regrese, si es que no lo encentra, debería de tenerle algo preparado.

Hablando de algo preparado...

Se frotó el estomago. Desde hace rato que tenia hambre...

Observó sus brazos enteramente vendados.

Si se endurece puede que los arruine, pero...

No tenia camisa, y con el sol casi oculto y cayendo bastante nieve... salir así seria un suicidio, teniendo en cuenta que Bakugo había dicho que la temperatura bajaría a bajo cero.

Su piel endurecida prácticamente se volvía una armadura. Cuando se endurece, al estar en contacto con el fuego, su piel no se irritaba.

Si la temperatura no entraba a través de su piel endurecida... El frio no debería de entrar, ¿No?

De igual forma, así como no puede aguantar temperaturas de mas de 900°C, obviamente no aguantaría un frio que congele los huesos. Tampoco podía confiar mucho en esta teoría.

Mientras se acercaba a la salida de la cueva y sentía cada vez mas frio, sin dudar mas endureció todo su cuerpo. Esto le hizo doler un poco mas su cuerpo, ya que suponía cierto esfuerzo consiente, pero podía aguantarlo.

Las vendas, por su parte, se agrandaron. Por suerte no se había salido...

Salió de aquella cueva y observó el lugar por el que se había marchado Bakugo. Allí iría. Aunque no se alegaría demasiado. Esta cueva continuaba siendo su punto de reunión con él.

Aunque, antes de ello, arrancaría un poco de corteza de los arboles de alrededor y mantendría vivo el fuego. Despues de todo, no sabia encenderlo. Lo de frotar el palo nunca le salió.

Perdió aproximadamente 15 minutos en hacer aquello, ya que la mayoría de corteza estaba húmeda, lo que no le serviría.

En ese tiempo, había oscurecido una barbaridad.

Así que, sin perder el tiempo, se dispuso a ir a aquel lugar...

Si que costaba moverse... Tanto por la nieve como por el dolor que le atacaba. Si por milagro encontrase calmantes, por supuesto que rendiría mucho mas.

De igual forma, quejarse de algo como dolor muscular no era de hombres. ¡Ya debería de estar acostumbrado por su entrenamiento de héroe!

Solo se dispuso a continuar, atento por si viera algún rastro de Bakugo.

Y tras caminar por unos pocos minutos por un camino extrañamente despejado... lo vio. A si que este era el lugar del accidente.

Estaba oscuro, pero desde aquí podía ver algo rojo. Eso era...

Lentamente se acercó con la mirada baja...

Y frente a él, solo juntó sus palmas en forma de respeto.

Se sentía mal, muy mal, pero... Bakugo había dicho que tuvo una muerte instantánea, ¿No?

Claro que no estaba conforme con ello. Se había perdido una vida, pero... Si ella no estaba sufriendo...

Se estaba perdiendo en sus pensamientos.

El pensamiento de Bakugo cruzó por su cabeza. Tras despegar sus palmas, rozo la ropa de aquel hombre. ―Muchas gracias. Prometo que viviré por ambos ―comentó mientras comenzaba a retirarle su ropa. Debajo de su uniforme de aviador, llevaba un suéter hecho a mano.

Se sintió mal por ello, pensando en la persona que lo tejió.

Tras sacárselo, junto al resto de la ropa que podría ponerse, observó los alrededores. Por suerte era de su talla. Tal vez un poco mas apretada.

Parece ser que el segundo cuerpo ya había sido enterrado por la nieve. En tal caso, su ropa era inservible.

¿No había comida? Que recuerde no...

―...

Espera. Si había.

Revisó sus bolsillos. Busco por poco tiempo, encontrando su barra de chocolate.

Estaba derretida por estar tanto tiempo frente al fuego, perdiendo su forma. Pero se había endurecido al estar aquí afuera. Menuda locura.

Sin perder el tiempo comenzó a comerlo. Eran bastantes calorías, ¿No?

Normalmente comía estas cosas muy de vez en cuando. Pensaba en compartirlo con Bakugo en el avión.

Bueno. Un par de calorías no estaba mal.

Sin embargo... Esto no aguantaría para la noche...

No podía ser que no había mas comida. Tendría que buscar entre el desastre un poco mas afondo.

Luego de ello, no podía dormir hasta que Bakugo regrese. Debia mantener el fuego encendido, así que...

Observó el cielo. Le quedaban menos de 20 minutos antes que se haga de noche.

Volvería a la cueva cuanto antes luego de buscar. Desde allí pensaría que hacer.

¿Tal vez calentar un poco de nieve para obtener agua? Era una buena idea. En realidad... ¡Era una excelente idea!

El único problema era que no tenia donde hervir nieve.

Observó las piezas del devastado avión. ¿Tal vez podría usarlas? Tendría que probarlo.

[...]

Y en aquella noche oscura del primer día... Una tormenta se desató. Una tormenta de nieve en todo el termino de la palabra.

El viento soplaba con fuerza. La nieve congelada llegaba a cada esquina. La temperatura de -13°C congelaba los cuerpos de los animales que los lobos habían asesinado durante el día para alimentarse.

Comida que tal vez algún afortunado se encontrará, pero no ahora. Quien este en la intemperie ahora moriría sin dudas por congelación e hipotermia.

E Izuku había sido salvado por ello. Quien sabe si Bakugo hubiera podido arrastrarlo a lo largo de 5 kilómetros antes que la tormenta les alcance.

Pero... ¿Quién mas que Bakugo podría rescatarle? ¿Quién podría aguantar su peso?

Claramente alguien demasiado fuerte... o alguien que pueda ignorar aquel peso.

Izuku abrió sus ojos lentamente.

Estaba descansando sobre madera...

Palpó con cierta debilidad su cuerpo. ¿No tenia una herida que sangraba? ¿Estas eran... vendas?

Lentamente se levantó. ¿Dónde estaba? Estaba demasiado oscuro. ¿Ya era de noche?

«Alguien... respondió a la bengala... ―pensó mientras forzaba la vista―. ¿Quien? ¿All Might regresó por mi...?»

Algo era un hecho.

Pese a estar a salvo, aun tenia mucho frio. Despues de todo, no estaba cubierto. Solo llevaba la ropa que tenia antes de desmayarse. Además su esguince seguía allí.

―¿Hola...?

El chillido de la madera cerca de él le hizo tensar un poco. Parece que había despertado a alguien... ―¿Deku...?

El peliverde se sorprendió enormemente al reconocer esa voz. ―¿Uraraka?

Un sonido a encendedor llamó su atención, y tras pocos segundos, la luz de un farol le cegó levemente.

El lugar se había iluminado un poco, y Izuku observó con enorme sorpresa a su amiga a algo de distancia, sosteniendo aquel farol. ―Uraraka...

Esta sonrió cálidamente. ―Deku... Me alegro que estés bien...

El chico no pudo procesarlo. ―Como... ¿Cómo llegaste hasta aquí...?

―Oh... ―ella le iba a preguntar lo mismo, pero...―. Yaoyorozu recibió invitaciones a I-Island gracias a que su padre es accionista de uno de los patrocinadores de la I-Expo. Y como tenia 2 boletos extra... yo fui una de las elegidas para ir con ella.

Izuku se vio sorprendido. ―Eso significa que...

Asintió. ―Yo vine con ella y Jiro ―se vio extrañamente seria―. Nuestro avión salió 30 minutos despues que el de Bakugo. Él fue invitado por ser el ganador del festival deportivo, ¿No?

Izuku asintió. ―¿Y donde están ellas?

―... ―Uraraka bajó la mirada―. Ellas... Algo malo había pasado. El avión dejó de funcionar de repente... y...

Ella guardó el silencio. Izuku se le quedo mirando, esperando pacientemente.

Claro estaba que esto no era fácil. No era fácil para nadie.

Uraraka dejo el farol en el suelo, cambiando levemente la iluminación en el ambiente, y apoyó su mano en el lado izquierdo de su abdomen. ―Desperté con un trozo de metal clavado en el abdomen.

Izuku quedó impactado al escuchar aquello. De repente se preocupo. ―¿Y-Y estas bien?

Asintió. ―Todos estaban bien. Ellos me rescataron.

El chico suspiró con alivio. ―Ya... veo... ―sonrió levemente. Así que todos estaban bien...

Pero...

―¿Donde están ellas? ¿Tu me rescataste incluso con esa herida...?

La chica sacó su mano de su abdomen y observó la salida del lugar. ―Ahora estamos en una iglesia. Encontramos la carretera y la seguimos en busca de un pueblo ―le observó―. Nos separamos cuando paramos para descansar. Ellos se habían ido para buscar algo para comer dejándome descansar... y es cuando vi tu señal. Cuando regresé contigo, ellos ya no estaban. Había empeorado el temporal.

―... ―Izuku bajó la mirada―. Lo siento mucho.

La chica sonrió con alegría. ―¡No pasa nada! ―aseguró mientras movía sus manos, restándole importancia―. Deben de estar en el pueblo que seguro esta mas adelante. Si seguimos la carretera seguro que nos encontraremos de nuevo.

Izuku sonrió levemente. Uraraka si que lograba tranquilizarle. ―Entiendo. Muchas gracias por rescatarme, Uraraka.

Esta asintió con seguridad. ―¿Tu estas bien?

―Uh... ―observó su tobillo derecho―. Me esguince cuando el avión cayó...

―Oh... ―Uraraka nuevamente observó su costado―. Tambien estoy herida. La herida volvió a sangrar cuando te traía...

Izuku asintió. Claro estaba. Uraraka ni siquiera debía de moverse con una herida como esa. Realmente había sido arriesgado...

Pero era una heroína. Claramente no se quedaría de brazos cruzados cuando era la única que podía actuar.

―Entonces...

―Si ―el chico apretó su puño―. Los encontraremos. Lo prometo.

Ella asintió con seguridad. ―Si, lo se.

Su misión estaba clara.

Pese a sus heridas, debían sobrevivir hasta atravesar la carretera. Debían encontrar a sus amigos.

[...]

Un esguince de tobillo y una herida que por poco fue letal. Sin dudas, ambos no estaban para nada listos para marchar.

Uraraka sabia eso. Deku le restaba importancia a su condición, pero no podía ignorarlo.

Mas aun cuando lo vendó con las pocas cosas que le dio Momo antes de que se separaran. Sea como sea que llegó a Canadá, estaba realmente herido debajo de la camisa.

Era razonable que, en sus palabras, se le dificulte usar su Don.

Uraraka sonrió levemente. ―Aun que un esguince es algo fácil de tratar.

Izuku solo asintió mientras soportaba el frio. ¡Tenia el pie bajo nieve que entraron de afuera! ¡Estaba helado!

Se suponía que debían de aplicarle algo de frio durante algunos minutos cada 3 horas. ¿Servía la nieve? Bueno. Ellos no tenían con que derreti-

Oh...

Uraraka se frotó la garganta levemente. Claro. El agua.

Estaban rodeados de nieve. Podría simplemente derretirla y luego hervirla para matar cualquier cosa que tenga. Sin embargo, carecían de un recipiente.

¿Que habían bebido hasta ese punto?

Exactamente. No habían bebido nada. Tal vez por todo este frio apenas se dieron cuenta.

Pero en dos días ya estarían inhabilitados por la deshidratación. Buscar agua potable liquida o, en su defecto, un recipiente de metal, era la prioridad.

Y estando Izuku con la necesidad de hacer reposo...

Muy bien. Sabia lo que debía de hacer. Y tambien sabia que seria difícil convencerlo a él sobre esto...

[...]

Izuku y Uraraka observaban las cosas que esta traía encima sobre el suelo.

―¿Yaoyorozu te dio estas cosas?

Asintió. ―Nos armamos con lo mas básico antes de andas. Momo había sugerido que era por si llegábamos a separarnos...

Izuku sonrió tontamente. ―Que precavida.

―Pero no es mucho ―continuó la castaña―. Estamos en un mal lugar. Momo no puede gastar todas sus reservas de grasa de su cuerpo en fabricar cosas. Moriría de hambre o cansancio...

Izuku se sorprendió ante aquello.

En un principio se sintió seguro de que la vicepresidenta estaría aquí, pero teniendo ello en cuenta...

De verdad que todos sus poderes perdían mucho efecto cuando se tratara de supervivencia... ―Bueno... Despues de todo consumimos casi 3000 calorías solo por estar aquí ―susurró Izuku, preocupándose por ello tambien.

Claro estaba que en un invierno como este debían de comer como un oso. Toda caloría contaba. El cuerpo gastaba mucha energía en mantener el calor corporal, aunque por fuera te estés congelando.

Uraraka regresó a sus materiales. ―Tengo un farol que puede recargarse con una bobina eléctrica. Algunas vendas que sobraron. Un poco de papel de aluminio...

―¿Por que no medicamentos?

Bajó la mirada. ―Momo desconoce como crear algunas cosas, mayormente por que estaban bajo patente. Es el caso de los medicamentos... ―contestó―. Un cuchillo de supervivencia y dos bengalas de mano... Las mantas térmicas eran muy peligrosas. Nos harían perder muchas calorías en pocas horas.

Izuku comprendió. ―A si que eso es todo...

―Ella no pensó en un contenedor de agua. Debí de habérselo dicho... ―se lamentó.

Izuku la observó de reojo.

Quería decirle algo para levantar los ánimos... pero tampoco pudo hacerlo.

Despues de todo, tambien tenia que pensar junto a ella en el resto.

―Bien ―Izuku bajó la mirada―. Entonces necesitamos calorías, algo para hervir agua... y necesitamos fuego.

―Comenzaré cuanto antes ―aseguró ella, comenzando a tomar las cosas―. Cuanto menos tardes en recuperarte, mas rápido podremos empezar.

Izuku solo asintió. Comprendía la situación, y tras esa conversación con Uraraka... sabia que su prioridad debía ser sanar primero.

Despues de todo, el One For All podría ayudar enormemente a sus amigos. Y para ello, debía de estar completamente recuperado.

Debia de confiar todo en ella.

―Muy bien ―Uraraka observó la salida de la iglesia―. Volveré pronto.

―Por favor cuídate.

Una sonrisa espontanea surgió en el rostro de ella. ―Bien. Lo prometo.

Y tras ello, ella caminó hasta la salida y la abrió, entrando una fuerte ventisca al lugar. ―¡Que... frio!

Uraraka se apresuró por salir y cerrar la puerta detrás suya. ―Debe de ser por la tormenta de ayer... ―pensó en voz alta―. Tengo que apresurarme. Por donde iba con Momo y las demás deberían de haber otros edificios... pero probablemente ya tomaron lo que había. Tengo que ir por el lado contrario. Tal vez encuentre una gasolinera...

Con aquella hipótesis ella avanzó hacia aquel lugar.

Tampoco estaría de mas encontrar un poco de ropa mas abrigada. Claro que se puso todo lo que tenia en su maleta junto a las demás antes de marchar, pero no era suficiente.

Bueno. En este ambiente, nada seria suficiente.

Y así comenzó su larga caminata. Caminata que se extendió por una hora entera.

Una hora entera aquí fuera. Decir que se estaba congelando era quedarse corto.

«Hay muchos autos abandonados... ―pensó mientras continuaba avanzando―. ¿Que habrá pasado con la gente? Apenas pasó un día desde eso...»

Los autos serian un buen refugio en caso de que algo malo pase de imprevisto.

Pero obviamente no contendrían nada. Los dueños se llevaron sus llaves con la esperanza de poder volver a recuperarlos.

Ahora que lo pensaba, probablemente dejaron de funcionar en sí desde esa onda extraña que les derribó...

Pensaría en ello, pero debía de estar enfocada.

―...

Casi la pasa de largo. Una cabaña al lado de la carretera...

¿Una oficina, tal vez? No tenia esas pintas. ¿Tal vez una casa aislada?

Rápidamente se acercó, cruzando la calle y llegando a sus puertas. ―¡¿Hola?! ¡¿Hay alguien?! ―gritó en un intento de contactar a alguna persona.

...

Pero nada.

Realmente este lugar estaba completamente abandonado. Muy seguramente por lo remoto que era. Si de repente te quedas sin electricidad y el frio amenaza con matarte, lógicamente irías a un lugar de urgencias o con tu familia.

Pero además de eso...

Era un heroína, lo que implicaba cientos de cosas.

Pero en estas circunstancias, y sabiendo lo que está en juego...

Uraraka apoyó sus manos desnudas y heladas en el picaporte, logrando abrirlo. Ni siquiera lo cerró con llave...

Entró con dudas y sintiendo una presión en su pecho, ya que esto era un allanamiento de morada claramente ilegal. Tras encender su farol...

―... ―observó el lugar. Una cabaña pequeña de madera. Estaba fría por dentro... y hecha un desastre. Como si la persona que vivía aquí tomó todo lo que pudo para salir sin mayor duda.

Juzgando por la nieve en la entrada, tal vez fue el viento el que cerró la puerta.

Se dispuso a concretar su robo, revisando los cajones, entrando a la habitación, llegando al baño y revisándolo tambien en busca de medicamentos.

Nada. Nada, nada y nada.

Suspiró, haciendo que algo de niebla salga de su boca. Solo podía tomar las sabanas gruesas de la cama, las cuales claramente podía cargar gracias a su Don. Pero luego de eso... nada.

Solo quedaba una sola cosa por ver. Detrás de la casa puede que encuentre algo que a esta persona no le dio el tiempo de empacar.

Salió del lugar con la sabana envuelta a su alrededor para brindarle mas calor, y se dispuso a ir atrás.

Estaba lleno de nieve, y había una caseta pequeña de madera.

Rápidamente se acercó. ¡Era probablemente un cobertizo de herramientas!

Pero cuando trató de abrirla, no lo logró. Estaba bloqueada. ―¿Cerrada...? ―comentó sin poder creerlo.

Se alejó algunos pasos para rodearla. Ventana. Ventana...

¡Ventana!

Sujetó los marcos de esta ventana que se abrió de abajo hacia arriba, y utilizó la fuerza.

¡Estaba congelada, pero...!

Logró abrirla. Y cuando se dispuso a entrar... su herida hizo presión, haciéndola gruñir de dolor.

Se la sujetó. «¡Esto es malo...! Abriré la herida...»

Apretó los dientes. No podía ser la que este en el suelo. Deku la necesitaba hasta recuperarse...

Solo se limito a solo observar por la ventana.

Era bastante mas pequeño que la casa, y contaba con muchos estantes y...

―...

Uraraka quedó en shock, poniéndose pálida. Eso...

―¿Una... persona...? ―al terminar de decir esas palabras, su cuerpo reaccionó por su cuenta, ignorando su propio bienestar físico y entrando ágilmente por la ventana, sintiendo un inmenso dolor en la parte afectada, pero ignorándola.

Corrió hacia aquella persona en el suelo, recostada en la pared y cayó de rodillas frente a ella. ―¡¡¿Esta bien?!! ¡Soy una heroína! ¡¿Esta bien?!

No respondió.

Uraraka rápidamente lo tocó para intentar agitarle y despertarle... pero fue como si hubiera tocado la propia nieve, lo que le hizo saltar hacia atrás.

―...

Y aquella persona se resbaló de la pared, cayendo directamente al suelo en una postura muy rígida...

―... ―Uraraka abrió sus ojos cuanto pudo, quedando impactada por varios segundos.

Esa persona...

Estaba congelada. Estaba muerta.

Uraraka continuó allí parada, sin poder moverse ni pensar con claridad.

Estaba mucho mas desabrigada que ella o Izuku. Además de ello... su expresión en el momento de su muerte continuaba allí. Era tétrico. Demasiado tétrico...

Uraraka observó levemente la puerta. No estaba cerrada como lo había pensado. Estaba congelada por dentro.

Este lugar pesimamente aislado se había convertido en un congelador la noche anterior. Aquella misma noche en donde Izuku y ella dormían...

Esto...

Nuevamente la presión en su herida la atacó, haciéndola regresar a la realidad. Se la sujetó con fuerza al darse cuenta de lo que había hecho.

Se sacó la manta que llevaba encima y comenzó a sacarse las capas de ropa que tenia. Esto no podía ser. ¡Esto no podía ser...!

―...

Las dos primeras capas de ropa estaban mojadas en esa área. Estaba sangrando...

Uraraka soltó un quejido y se recostó en una de las alacenas.

Rápidamente buscó de entre sus bolsillos aquellas vendas que decidió llevar encima.

Sin nada para cerrar la herida ni tranquilizar el dolor, solo se limitó a vendarse con la esperanza de que pare de sangrar.

Se estaba congelando dentro de este lugar...

Tenia que salir lo mas rápido posible.

No podía buscar nada. Solo tenia que volver a la iglesia. No podía...

Apretó los dientes con dolor, casi al borde de las lagrimas por el coctel de sentimientos que le invadieron de repente con todo esto. ¡No podía con esto...!

Apretó las vendas y sin perder el tiempo comenzó a ponerse las demás capas de ropa.

Y tras ello, solo tomó aquella manta y se arrojó por la ventana, cayendo en la nieve. Se puso de pie y se alejó a paso apurado.

Tenia que alejarse. 

No estaba preparada para esto.

Estaba preparada para enfrentar a villanos, para ver amigos heridos y incluso padecer una herida grave como esta.

Pero no para ver a gente morir.

Eso era demasiado para ella. No imaginaba que su primera reacción ante ello seria huir.

Por que, en realidad... nunca imaginó una primera vez en esta situación. Nunca esperó que alguien este muerto enfrente suya, sin que pueda hacer nada.

Y aquí estaba. Huyendo como una niña. Aunque, en su defensa, aun era una niña.

¡Pero era consciente que tambien era una heroína! ¡Ella no debería correr en situaciones así!

Pero así como sus piernas se movieron solas para asistir a ese hombre... lo estaban haciendo ahora para huir, asustadas al comprender la verdadera gravedad de esta situación.

Al comprender que incluso ella, Izuku, Momo, Jiro, aquel piloto... podían morir ante el mas mínimo descuido... Se asustó. Estaba realmente aterrada.

Y confirmando aquel hecho... su mente se puso en blanco cuando escuchó un gruñido.

Cuando se volteó, solo pudo ver una cosa negra embestirla.

Terminó en el suelo, y entre salvajes gruñidos aquella cosa clavó sus dientes en el primer lugar y comenzó a mover su cabeza con violencia, rasgando la zona.

Uraraka gritó e intentó forcejear contra esa cosa, la cual se puso aun mas violenta, intentando salvajemente de atravesar las capas de ropa.

Un lobo. Debió oler su sangre...

Por su puesto que debían de haber lobos...

Uraraka entró en razón, apoyando su mano en aquel lobo, inhabilitando su gravedad. Y tras eso, le pateó con fuerza, alejándolo de ella.

Entre quejidos adoloridos, intentó ponerse de pie, pero detrás suya escuchó mas gruñidos.

Desesperada, observó a su alrededor.

Los lobos iban en manada, despues de todo...

Su mente estaba en blanco. Ella estaba en pánico.

Y su única reacción simplemente fue correr.

[...]

Contusión leve. Hemorragia. Desgarro en su ropa.

Uraraka tocó su ropa rápidamente, tratando de liberarse del peso. Notó que no podía flotar. No llegaba a tocar las capas de ropa que tenia debajo de estas. Aquel peso se lo hacia imposible.

No podía correr mas rápido que los lobos. 

No podía perderlos.

No podía esconderse ni refugiarse.

Y por todo lo que vio en este crudo invierno... nadie vendría a rescatarla.

Nuevamente fue embestida, cayendo al suelo.

Uraraka soltó un fuerte grito al sentir los dientes del lobo penetrar los múltiples pantalones que llevaba, llegando a clavar sus dientes en su pierna.

Al intentar voltearse para sacárselo de encima, otro lobo le tomó su brazo derecho, comenzando agitar su cabeza con enorme fuerza, destrozando la manga de sus abrigos.

Ella se volteó en un intento de resistencia... y allí los vio. Eran 4, 5 contando al que echó a flotar.

No podía pensar correctamente. Su corazón latía con fuerza. El pensamiento de «muerte» se repetía vez y tras vez, como cuando estuvo en U.S.J. frente a esos villanos...

Estaba aterrorizada. No podía hacer nada.

La manta que llevaba encima entorpecía cualquier movimiento. Simplemente estaba vendida.

Y cuando los dos lobos restantes se arrojaron contra ella...

Solo se arrepintió de corazón haber salido.

Uno de los lobos embistió su brazo restante, clavando sus dientes en la mano desnuda de ella e hiriéndola gravemente.

Su cuello estaba libre, y el lobo restante obviamente apuntó allí.

Sin embargo, y como aquellas historias en donde los mas grandes héroes corren al peligro sin darse cuenta... el cuerpo de ella se movió por su cuenta, apretando el agarren de su mano izquierda en la boca del lobo, y con la gravedad deshabilitada, chocando a este contra el lobo que iba a matarla y rozándole con sus dedos.

Sus instintos de heroína se agudizaron. El dolor indescriptible de las mordidas aclaró su mente, haciéndola entrar en si.

Luchó contra Iida. Luchó contra Bakugo. Aprendió artes marciales con Gun Head. Ella no podía morir. ¡No podía dejar que la hagan pedazos una manada de lobos!

¡¡A toda costa...!!

Con su mano izquierda casi destrozada, Uraraka la arrojó contra los otros dos. ¡¡A toda costa, no podía morir aquí!!

Por que así como aquel hombre murió congelado, en soledad en su cobertizo...

Muchas otras personas deben de estar afrontando ese mismo destino.

Por eso, ella no podía morir.

En una situación como esta, los héroes deberían superar los obstáculos, e ir tras las personas que les necesitaban.

Por ello... y sabiendo que sus amigos se estaban esforzando al máximo... ella no podía rendirse.

Sujetó al lobo en su brazo derecho, haciendo lo mismo que hizo con los demás. Sin embargo, el lobo que la atrapó dejó su pierna y se arrojó contra ella, haciendo a Uraraka forcejear contra él.

El animal blandió sus garras y arrojó un zarpazo en el rostro de la chica, la cual solo apretó los dientes, apoyando su mano derecha en el pecho del lobo y empujándolo al aire.

Y así...

Uraraka por fin respiró. El frio entraba por cada agujero de los lobos hicieron en su ropa. Se estaba helando. Se estaba desangrando. En ausencia de la adrenalina que acababa de sentir... se estaba quedando inconsciente.

Pero antes de ello... observó con atención a esos 5 lobos flotando en los aires, claro estaba, el primero que le ataco un poco mas lejos.

Ellos le gruñían. En el momento que se quede inconsciente, su Don de deshabilitaría, y por supuesto que ellos terminarían el trabajo.

Por ello...

Uraraka gruñó, sintiendo un dolor indescriptible en todo su cuerpo.

Debia ponerse a salvo. Antes que nada... tenia que vivir...

Se aferró a su voluntad. Aquella voluntad que mostro cuando luchó hasta el final contra Bakugo.

Hasta que su cuerpo no pueda moverse mas, ella seguiría.

Caminó a paso cojo. A lo lejos, observó un auto, al cual apuntó. Tal y como había observado hace rato... las personas abandonaron sus autos con apuro, dejándolos abiertos. Sin embargo, no podrían ser utilizados, ya que aquella cosa que derribó su avión tambien descompuso todo aparato electrónico. Por eso su celular no funcionaba, suponía.

Cayó al suelo de rodillas, pero nuevamente gruñó y se puso de pie, llegando hasta el auto y abriendo la puerta de atrás, ya que las delanteras estaban congeladas casi por completo. Esta, por alguna razón, aun funcionaba.

Se arrojó dentro, acostándose en aquel asiento trasero. ―Esto... ―apretó los labios con inmenso dolor― es muy malo...

Hizo el esfuerzo final para cerrar la puerta, y puso la traba del seguro.

Y tras ello, buscó las vendas que le quedaban... y lentamente y con esfuerzo comenzó desvestirse. Su ropa estaba hecha pedazos...

Prácticamente era lo mismo llevarla a que no. El viento la atravesaba con facilidad.

Las únicas que sobrevivieron casi intactas fueron las dos primeras capas, dejando de lado los pantalones, claro estaba.

Sin embargo, estaban humedecidas por la sangre. Incluso parecía que se desangraría...

Levantando aquellas dos capas de ropa, comenzó a vendar aquellas mordidas. Su mano izquierda estaba destrozada... y su pierna... Dios...

Cerró su ojo derecho con fuerza cuando algo de sangre casi entra. Tambien el zarpazo del lobo...

Las vendas no alcanzarían. Fue demasiado descuidada. Ya las malgastó por completo.

Y ahora...

Uraraka cerró sus ojos, jadeando entre cada respiro. Dolía demasiado. Casi era insoportable. Por suerte, si no fuera por que el auto la estuviera refugiando del frio... Ahora estaría congelada.

No tenía energías para vestirse nuevamente. Solo bajó aquellas capas de ropa ya puestas... y se colocó por encima las ropas desgarradas.

Esta fue una misión fallida en toda la ley. No encontró nada para hervir agua. No encontró nada de comida.

Solo encontró un cuerpo... y una sabana a medio desgarrar por culpa de los lobos.

―Deku... ―Uraraka apretó sus ojos, contrayendo su cuerpo lo mas que pudo para mantener su calor corporal―. Perdóname...

En este punto, no sabía si despertaría.

Solo quería dormir.

Solo debía descansar un poco... Solo un poco...

Y en el momento que perdió la conciencia, su Don de desactivó. Inconsciente, no supo que el viento de afuera había elevado a los lobos y alejado levemente.

Y debido a la inmensa caída... por el daño casi critico, todos ellos se levantaron rápidamente y huyeron en diferentes direcciones, chillando por el dolor y algunos evitando usar una de sus patas, la cual obviamente se había roto.

En estas condiciones, lobos heridos como ellos no sobrevivirían.

[...]

Kirishima despertó, alarmado. ¡Que frio!

Lo primero que observó fue la fogata de Bakugo... la cual se apagó.

Se golpeó la cabeza en una reprimenda. ¡Se supone debía de esperar a Bakugo por si regresaba en la noche! ¡Pero se durmió anda a saber en que hora!

Bueno... por sus heridas, claro que necesitaba dormir, pero...

Su estomagó gruñó sin demora. Ayer no pudo encontrar comida en los restos del avión. Lo único que encontró fue abrigo.

Rápidamente se acercó. ¡Estaban secas! ¡El fuego logró secarlas antes de apagarse!

Rápidamente se puso de pie y comenzó a vestirse. 

Observó el exterior seriamente mientras lo hacia. El frio lo había despertado de verdad. Estaba bien descansado.

Eso significaba una cosa. Bakugo no había regresado en ningún momento.

―... ―tras terminar, observó el fuego―. No creo que deba gastar energías en intentar encenderlo ―nuevamente observó delante―. Tengo que buscar a Bakugo. Si no regresó... nada bueno debió de haber pasado.

Aunque observó a aquellas personas en el avión congeladas... aun no había comprendido la magnitud de la seriedad de este lugar.

Aun no había comprendido que Bakugo incluso ahora puede que este muerto.

Ahora... su única misión era emprender su búsqueda. Con un poco de suerte, tambien podría encontrar a mas personas y pedir ayuda.

De igual manera... él como Japonés dudaba en poder comunicarse con... ¿Dónde estaba? ¿Bakugo había dicho que estaban en Canadá, no?

En fin. El día terminaría rápido. Debia marcharse ahora.

¡Pero antes de eso!

Kirishima sonrió mientras tomaba su artefacto. Arrancó un poco de metal de avión. ¡Claro que no era una olla! Este metal abollado apenas y podría calentar medio litro de agua, ¡Pero peor era nada!

Además, tenia un poco de agua dentro, la que hirvió ayer de la nieve.

Buscó el lugar que alisó con su endurecimiento para no cortarse, y la bebió. ¡Asquerosa! ¡Pero era mejor que morir de sed!

Sonrió mientras observaba el exterior. ¡Seguro Bakugo se muere por un sorbo!

Y con aquella actitud positiva, se marchó de aquella cueva con lo puesto. Sin embargo, y sin saberlo, en vez de ir por la izquierda, que es por donde Bakugo había corrido... él continuó delante.

No estaba ni tan mal. ¡Había encontrado muchas cosas en el avión! No eran nada fuera de lo común, obviamente.

Por ejemplo, encontró cerillas. Para encender fuego, tal vez.

Por lo demás... Bueno... En realidad no había encontrado muchas cosas...

Continuó y continuó avanzado. Este bosque era profundo, y casi se podría decir muerto. Realmente no se parecía en nada a su país natal.

Sin embargo, los conejos silvestres, los venados que apenas le observaba salían galopando... En cierta manera, era reconfortante.

Claro, hasta que se encontró un maldito lobo cenando un venado. Por suerte fue lo suficientemente capaz como para bordearlo. El lobo, aunque notó su presencia, estaba enfocado en alimentarse de lo que ya había cazado.

Y despues de tanto andar por dos horas, y sintiendo sus manos congeladas y sus pies húmedos al no tener un zapato adecuado para la nieve... se detuvo y apoyó en un árbol.

―¿Una casa de pesca? ―observó con sorpresa. Chozas pequeñas sobre un hielo seguro en el que andar, en donde uno podía hacer un agujero en el hielo y pescar. Sumando, claro estaba, a la gran cabaña en donde se organizaba todo, en donde una bandera canadiense ondeaba con el fuerte viento―. Esto es muy norteamericano... ―murmuró, sintiéndose demasiado fuera de lugar.

Observó un poco mas halla. Ese camino... ¿Llevaba a la carretera?

Sonrió enormemente. ¡Parece que tomó el camino correcto! ¡Definitivamente Bakugo, si no esta refugiándose en esa cabaña, siguió la carretera hasta el pueblo mas cercano!

Y al acercarse, notando que de verdad el hielo debajo suya ni siquiera se agrietaba en su andar, observó el interior de la cabaña, o mejor dicho lo intentó, ya que las puertas estaban cerradas como tambien sus ventanas.

Definitivamente Bakugo no pudo haber entrado aquí...

Eso le quedaba la carretera, pero...

Observó nuevamente la puerta de la cabaña. Su estomago estaba bastante vacío... y se sentía algo débil.

Realmente estar en una situación como esta exigía mucho del cuerpo.

Luego les pagaría a los dueños. Ahora necesitaba comer algo.

Por aquello, endureció su brazo y atravesó la madera al lado del picaporte, y pudo abrirla desde adentro. Tras entrar, observó con atención el oscuro lugar. ―¿De verdad...? Parece que...

Todo estaba revuelto. Incluso una comida ya fría por el ambiente estaba sobre la mesa de la recepción.

Era como si tomaron todo lo que tuvieran a la mano y hubieran huido...

Se acercó a aquella pasta que estaba en el mostrador y se dispuso a tocarla, notando con inmensa impresión que estaba... ¿Congelada? ¿Como? ¡Si hubiera estado aquí una semana seria lógico, pero apenas y pasó un día!

De algo se estaba perdiendo. Parecía ser que solo podía ver una parte de todo lo que sucedió.

Observó los alrededores con atención. Una chimenea, seguros en puertas y ventanas... y podría ser que en el segundo piso encuentre camas, o libros para quemar.

Mejor que una cueva era. Puede que sea bueno instalarse aquí y comenzar a buscar a Bakugo desde este punto.

Despues de todo, ¿Regresarían a la cueva luego de que lo encuentre? Era una pésima idea.

―Bien. Buscaré provisiones. Luego de eso marcaré este lugar si es que encuentro un mapa para turistas... Por que esta es una zona turística... ¿No?

Y luego de ello, saldría a la carretera. Puede que encuentre a alguien allí.

Incluso puede que alguien necesite de ayuda.

Poco sabia que el tiempo era critico... y lo ultimo que debía de hacer era buscar provisiones.

Hemorragia. Infección. Congelamiento. Hinchazón. Deshidratación. Hambre. Muerte. A esas cosas se enfrentaba Uraraka, quien permanecía en el auto.

Sin embargo...

Ella no era la única que enfrentaba a la muerte cara a cara.

«Fin»

Y hasta aquí el crudo invierno. Era una historia que me daba ilusión, pero como que no gusto de ninguna manera. No iba a matar a nadie. Solo generar tensión e intentar generar felicidad en el lector cuando ellos logran algo.

Pero bueno. La vida sigue :>

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