10장

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CAPITULO FINAL

[...]

Seungmin no pudo dormir la noche que leyó la carta y durmió muy poco las siguientes noches. Su cabeza no paraba de pensar, de preguntar, y casi siempre terminaba llorando de la frustración porque sentía que no tenía idea de nada. Eso le pasaba factura a la mañana siguiente porque su madre preguntaba ¿por qué tienes esas ojeras? A lo que el simplemente respondía que las tenía por tenerlas, no porque no haya dormido. Lo cual era mentira, claro está.

No había vuelto a llamar a Hyunjin, pero sí lo atendió la vez que él llamó. La conversación había sido un desastre; Seungmin tenía demasiadas emociones contenidas y no veía correcto gritarlas por teléfono. Eso era asqueroso porque no las quitaría de su pecho hasta volver a ver al abogado, y quién sabe cuándo llegaría ese día. En aquella llamada, Jisung le informó que Hyunjin ya estaba bien, que ya no tenía fiebre, cosa que tranquilizó al rubio.

Y, repito, la conversación había sido un desastre.

—Seungmin, ya he mejorado. Ya estoy bien. —había dicho Hyunjin al principio, con un tono de alegría. Y Seungmin no podía evitar estremecerse ante su voz una vez más.

—M-me alegro por ello. —trató, joder, trató enserio de que no le temblara la voz, pero falló.

—Eso significa que podré ir a buscarte lo antes posible.

—Claro.

—¿Ocurre algo? —preguntó.

Sí, maldita sea, ocurren tantas cosas.

—Sí, Hyunjin. Ocurre algo. —suspiró —Necesito que hablemos.

—¿Sobre qué? ¿Te pasó algo? ¿Qué...

—La otra noche encontré una carta. —soltó.

Hubo silencio unos segundos.

—Una... una, ¿carta? —Seungmin se sorprendió un poco al oír como a Hyunjin se le acortaba la voz.

—Una carta.

—¿En...

En el bolsillo de un pantalón.

—Sabes... —hizo una pausa —No es algo que... que debamos hablar por teléfono.

—Lo sé. Por eso... necesito que, por un tiempo, tú...—tragó saliva— No me llames, por favor.

—Seungmin...

—Hazme ese favor, ¿sí? —dijo, en un hilo de voz. Un nudo en su garganta no tardó en formarse. —Mis padres me dijeron que pagarían el viaje a Corea, pero que primero quieren que pasemos tiempo juntos, así que... no vengas a buscarme. Yo iré a su debido tiempo...

Hubo silencio otra vez y Hyunjin parecía estar pensando a la velocidad de la luz.

—Está... está bien. Yo... lo siento, Seungmin.

—¿Por qué te disculpas? —sonrió levemente —Nos vemos, Hyunjin.

Y luego colgó, limpiando rápidamente una lágrima que se le había escapado.

Esa jodida carta decía tantas cosas que el rubio no tenía idea de cómo sentirse respecto a ella. Para empezar, decía que, básicamente, Hyunjin sabía de su asesinato todo este tiempo y quién sabe por qué se lo había ocultado, que se culpaba a sí mismo por todo lo malo que le había pasado a Seungmin, que los demonios lo odiaban. Y, también, que lo amaba. Hyunjin lo amaba.

Jodida carta.

Sí, era verdad que sus padres le habían dicho que le pagarían el viaje a Corea, pero que antes querían pasar tiempo con él. Su madre dijo que costó muchísimo convencer a su padre pero que, efectivamente, luego de contarle todo lo que le había dicho Seungmin, lo había logrado.

Decidió que no quería que Hyunjin lo llamara porque no podía simplemente hablar con él y hacer como si nada hubiera pasado, como si esa jodida carta no existiera. Y sí, sabía que lo extrañaría y le costaría como un infierno no llamarlo, que le dolería a horrores no oír su voz siquiera. Pero lo necesitaba porque sentía que sino explotaría por teléfono y eso no era especialmente lo que Seungmin quería. Quería hablar con Hyunjin cara a cara, que finalmente le cuente todo lo que le tenga que contar y que luego le diga que lo ama otra vez y así vivirían felices por siempre porque Seungmin respondería que lo amaba también. Porque sí, joder, lo amaba.

Y pasaron los días, los meses... siete y medio, para ser exactos. Seungmin no sabía cómo había sobrevivido sin haber hablado ninguno de esos siete meses y medio con el abogado. Con los únicos que había hablado era con Jeongin y Jisung, quienes parecían estar muy bien y se alegraba por ellos. De vez en cuando, le preguntaba a este último cómo estaba Hyunjin y respondía que estaba como siempre, aunque a veces le veía una mueca de tristeza cuando mencionaba a Seungmin.

En esos meses, salió y bastante junto a su madre, quien estaba feliz de la vida porque amaba salir con su hijo. Y a él también le gustaba mucho, aunque no tenía otra opción para ser honestos, no tenía amigos para salir en Estados Unidos y tampoco le importaba buscar si tuvo alguno alguna vez.

Minho no había aparecido más. En ningún momento. Seungmin pensó que quizás estaba muy ocupado, porque, bueno, otra cosa no se le ocurría. Mentiría si dijera que no se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que les haya contado a los arcángeles que Hyunjin era un demonio, pero borró al instante el pensamiento porque él confiaba en él.

Dos días antes de ir a Corea, como regalo, al rubio le compraron un celular que no tuvo idea de cómo se usaba hasta que su padre le enseñó. Llamó nuevamente a Jeongin y Jisung, pidiéndoles que lo agreguen a contactos. El último se ofreció a ir a buscarlo al aeropuerto cuando llegara, lo que el agradeció respondiéndole con un sí.

Aquí se encontraba ahora. Aeropuerto internacional de Los Ángeles. Ocho y media de la mañana.

—Y cuídate mucho, ¿sí? —dijo su madre mientras le removía el cabello de la frente, peinándoselo un poco y luego depositando un beso en la misma. Ella, a pesar de que le gustaba la idea de Seungmin viviendo con Hyunjin, había hecho lo posible para que su hijo se retractara. Cosas como "puedes quedarte acá y Hyunjin puede venir aquí, les alquilamos un departamento" "¿Crees que siete meses y medio han sido suficiente? Debieras quedarte más tiempo", luego, con la cabeza gacha, decía "Lo siento, sé que debo dejarte... volar. Pero es difícil para mí" —Te extrañaremos, hijo.

—Lo sé, mamá. Has repetido eso todo el camino. —Seungmin rió levemente volviendo a despeinar sus cabellos, a lo que la mujer frunció levemente el ceño y negó con la cabeza como diciendo no tienes remedio. —Yo también los extrañare y mucho.

—Iremos a visitarte según nos deje el presupuesto —sonrió —, probablemente tres o cuatro veces al año, veremos. Y, obviamente, te llamaremos seguido.

El rubio respondió con un asentimiento de cabeza y una sonrisa. Ese día no estaba demasiado hablador debido a los nervios.

—Oh, todavía no puedo creer que te estemos dejando viajar solo a un país que apenas conoces. —el tono de dramatismo hizo que Seungmin soltara una risita.

—Tengo veintidós.

La mujer bufó. —Pero muy poca experiencia en la vida, hijo. Tú sabes bien a lo que me refiero.

—Pasajeros del vuelo SL520 con destino a Corea del Sur, Seúl, por favor abordar en la puerta treinta y cuatro. —la megafonía del aeropuerto informó.

—Supongo que ya es hora de irme. —hizo una pausa, observando al panorama, las personas yendo de aquí para allá con sus maletas, otras abrazándose mientras lloraban, algunas tristes, con caras largas y cansadas, otras felices. —No llores, mamá. —era un poco tarde para decir esas palabras, porque su madre ya estaba sollozando. Seungmin la abrazó fuertemente, estrechándola contra su pecho y depositó un beso en su mejilla.

—Hijo, si Jeongin no está allí apenas llegas no te muevas del aeropuerto, ¿me oíste?

—Sí, mamá.

Abrazó a su padre, quien poco había hablado en todo el camino, a diferencia de la mujer.

—Cuídate, por favor. —susurró —Cuídense. —el rubio sonrió ante el plural de aquella palabra.

—Ustedes también. Cuida a mamá, como lo has hecho siempre. —se golpearon levemente la espalda en un gesto cariñoso.

—Estás loco si piensas que me verás llorar. —dijo con una sonrisa, mientras se separaban.

—No pensaba verte llorar. —rió.

Su madre, como última acción, le dio besos en todo su rostro y lo abrazó. Seungmin tomó sus maletas y se alejó de los mayores. Al estar a una distancia considerable, la mujer gritó: —¡Saluda a Hyunjin por nosotros! —a lo que él se limitó a despedirlos con la mano y asentir levemente.

Tuvo que sentarse rápido en su asiento del avión porque las piernas comenzaban a flaquearle del nerviosismo. Soltó un largo suspiro, tratando de calmarse, pero su corazón no hacía más que palpitar con mucha, mucha rapidez.

Y, sin querer, cayó en los brazos de Morfeo.

[...]

—Señor, señor... —oyó una voz femenina y sintió como alguien lo zamarreaba suavemente. —Despierte, por favor. Ya hemos llegado.

Abrió los ojos con pesadez encontrándose con una joven y bonita chica que lo miraba sonriente. Le devolvió la sonrisa.

—Siento que hayas tenido que despertarme. —bostezó frotándose los ojos —Pero te agradezco. —rió levemente.

—No hay de qué. No suelen haber pasajeros que duermen a estas horas, y menos en un viaje que dura tan poco. —soltó una risita.

Seungmin la miró confundido. —¿Qué hora es?

—Son las diez de la mañana. Ahora, si hay alguien esperándolo afuera será mejor que vaya porque se atrasó un poco ya.

—Oh, claro. Muchas gracias. —con una reverencia a la azafata bajó del avión. Realizó el proceso de inmigración, cogió su maleta y pasó por Aduana, tal como le había indicado su padre. Se sintió orgulloso de sí mismo al ver que había realizado cada paso sin ningún inconveniente y al pie de la letra. Trato de divisar a Jeongin en la multitud pero no lo encontró, así que se dispuso a enviarle un mensaje. Se sentó en un banco que había allí y sacó su celular.

Grata fue su sorpresa al encontrarse con quince llamadas perdidas y ocho mensajes de Jisung.

Han Jisung       
﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋
[ Seungmin, responde ]

[Olvide que estabas viajando, lo siento ]

[Pero ven rápidamente a casa de Hyunjin cuando llegues, por favor ]

[ Cuando vine a visitarlo hoy lo encontré desmayado ]

[ Aun no se ha despertado, lo llevé a un hospital ]

[ Yo estoy en el hospital, avísame cuando estés en casa de Hyunjin para pasar por ti ]

[Ya pasaron dos horas, Seungmin, ¿aún no has llegado? ]

[ Hyunjin no despierta, estoy muy preocupado :( Me quedaré aquí, así que ven tú, el hospital es a la vuelta de la corte, no sé bien la dirección, pero espero que te acuerdes, cualquier cosa mándame un mensaje ]

Seungmin palideció y tragó grueso. Casi sintió que se le salía el corazón del pecho cuando alguien le tocó el hombro, agarrándolo desprevenido.

—¡Seungminnie, estas aquí! —exclamó su amigo con ojos de zorro. El rubio asintió algo aturdido y cuando quiso acordar ya estaba siendo abrazado —o aplastado, más bien— por Jeongin. Lo soltó, tomándolo de los hombros y dedicándole una brillante sonrisa. —¿Qué tal los Estados Unidos? ¿Cómo estás tú? ¿Tus pad-

—Jeongin —dijo, soltando un suspiro, mostrándole la pantalla de su celular con los mensajes de Han, haciendo que se apague la sonrisa —. Por favor, llévame a casa de Hyunjin. Rápido. —el otro asintió y guió a Seungmin hacia su coche. Para sorpresa del castaño, había alguien dentro, un chico, probablemente el novio de su mejor amigo.

—Oh, así que este es el tal Seungminnie. —afirmó sonriendo, tenía una sonrisa rara que asustó un poco a Seungmin y quizás en otro momento habría hecho un comentario sobre ella, pero ahora no tenía muchas ganas. Lo único que quería hacer era llegar a aquél hospital y rápido.

—Y tú debes ser Chan. —se limitó a decir, esbozando una media sonrisa.

—Correcto. —respondió. Al parecer iba a decir algo, pero antes Jeongin se le adelantó.

—Tenemos que ir al hospital, el de la otra cuadra de casa. Ya, rápido. —el tono de preocupación hizo que Seungmin se alegrara un poco, porque era... lindo tener un mejor amigo que sienta, o al menos finja, preocupación por alguien que era importante para él.

—¿Ha ocurrido algo? —enarcó una ceja, quitando la sonrisa.

—Luego te cuento bien, ahora mejor dedícate a conducir. —le dijo.

Seungmin en todo el trayecto se mantuvo mirando por la ventana y cuando se bajó sintió que había estado dentro de ese auto como cinco horas, pero apenas habían sido veinte minutos en los que Chan había manejado lo más rápido que pudo.

—No entren si no quieren, estaré bien. —habló el rubio al ver bajar a los dos.

—Nada de eso. —Jeongin negó con la cabeza y Seungmin sonrió levemente.

Se adentraron en el hospital, sin tener la menor idea de donde debían ir, recorrieron los pasillos, y luego de unos minutos encontraron a Jisung en el primer piso. Este abrazó a Seungmin al verlo y le contó lo que había sucedido con Hyunjin.

—Lo encontré desmayado en su cama. Lo fui a despertar y, bueno, no despertó —explicó —. Ahora le hicieron unos chequeos, y no tiene absolutamente nada, ni siquiera fiebre. Dijeron que probablemente le bajó la presión, pero cuando se la tomaron estaba perfecta. Estoy muy preocupado y confundido.

El rubio se aclaró la garganta. —¿Ya despertó? —preguntó.

—Sí, hace unos minutos. —respondió. —Me dejaron entrar porque no tiene nada, así que cuando venga el médico le preguntamos si puedes entrar tú. No creo que no te dejen.

—Gracias, Han. —asintió e hizo una pausa —Olvidé presentarte, ellos son Jeongin, mi mejor amigo, y Chan, su novio.

—No me agradezcas. —sonrió y luego se dirigió a los dos aludidos, dándole un apretón de manos a ambos. —Es un gusto, yo soy Jisung, pero llámenme Han.

—No es un lugar muy bonito para conocer a alguien, pero es un gusto, Han. —contestó Jeongin, sonriendo.

—Lo mismo digo. —siguió Chan.

El médico paso por allí unos minutos —eternos, para Seungmin— después. Dejó pasar al rubio, solo. Tragó grueso antes de entrar, abrió la puerta con cuidado. No miró a Hyunjin hasta que esta estuvo cerrada por completo detrás de él y se apoyó en ella. Se miraron y Seungmin contuvo las ganas de ir corriendo a abrazarlo, en su lugar camino lentamente hacia él, sin quitar la vista de sus ojos, y con el corazón palpitándole fuertemente.

—Te extrañé, Seungmin. —fue lo que necesitó el rubio para que le importara una mierda todo y se echara a sus brazos, abrazándolo fuertemente, sintiendo su fragancia.

—Yo también, Hyunjin. —respondió, aferrándose a él como si su vida dependiera de ello. El abogado correspondió el abrazo rápidamente tomándolo por la cintura, y aunque la posición era algo incómoda ya que él estaba sentado en la camilla, no presentó un problema, o más bien, poco les importo. Se separaron lentamente y luego de eso, Hyunjin lo tomó de las mejillas y lo besó. Un beso dulce, esperado, parecido al último que se habían dado, pero este tenía sabor a reencuentro en vez de a despedida. Dos labios que se habían extrañado, no había mucho que decir.

Se separaron por falta de aire y el abogado sonrió porque no había imagen más bonita que la de un Seungmin sonrojado con los labios hinchados y los ojos brillosos. Le despejó unos mechones de la frente y le dio un corto beso para luego, finalmente, hablar.

—Viniste.

—¿Creíste que no lo haría? —esbozó una media sonrisa.

—No creí que tu vuelta seria... así. —dijo —Creí que estabas enojado.

—No arruines el momento. —infló las mejillas —No es enojo... no sé muy bien que sentimiento es, pero en fin, te extrañaba.

—Escucha... mañana dijeron que me quedaría hasta las cinco de la tarde o algo así, y si no pasa nada me dejaran ir. Luego de eso, en casa, hablaremos. ¿Bien?

—Está bien.

Seungmin se quedó un rato largo con Hyunjin contándole sobre su estadía en Estados Unidos, él lo escuchó atentamente, mirándolo cuando hablaba como si fuera la octava maravilla del mundo que en realidad, para el abogado, sí lo era. Le comentó entre risas las salidas con su madre, hasta que llegó al tema de "Seungmin del pasado".

—Era un rockero rebelde, según mamá. —rió —utilizaba ropa en tonalidades oscuras, camisas, tenía un estilo genial que sé que no encaja con mi personalidad actual, pero continuaré usándolo porque me encanta.

—Me di cuenta. —lo miró de arriba a abajo soltando una risa. Seungmin llevaba una camiseta negra, abajo de esta una de rayas blanca y negra junto con un jean roto color azul, bastante oscuro. —Ya sé cómo era tu estilo, Min. Y me encantaba.

—¿Te encantaba? —enarcó una ceja.

—Me encanta. —besó su mejilla y Seungmin sonrió.

—Sabes cómo son las paredes de mi habitación, ¿o no?

—Sí, están todas escritas. Recuerdo que solías contarme que ahí relatabas tus días porque era divertido, según tú.

—No sé que tenía en la cabeza. —se mordió el labio mientras sonreía y negaba.

—A mi me gustas así, con tus raras formas de expresarte. —rió y luego dejó de hacerlo al darse cuenta de lo que había dicho, carraspeando levemente. A Seungmin le gustaba esa faceta de Hyunjin, que no pensaba en lo que decía y cuando ya estaba dicho se avergonzaba. Era algo tierno porque decía cosas que estando consciente, no lo diría. Soltaba las cosas así, y a Seungmin le gustaba porque eran palabras honestas. Eso se sumaba a su lista mental de infinitas razones por las que me gusta Hyunjin.

—Que tierno eres cuando quieres, Hyunjinnie. —dijo sonriendo y le apretó la mejilla al otro, quien bufó y se sonrojo.

—Para qué decir que no, si sí. —se encogió de hombros y ahora sonreía como un bastardo.

—Y honesto, también. —rodó los ojos y carcajeó seguido de Sehun.

Seungmin se despidió de Hyunjin con un largo beso y le dijo que tal vez iría más tarde a visitarlo. Al salir de la habitación, Jisung le informó que Jeongin y Chan ya se habían ido porque tenemos que trabajar y al parecer está todo bien, ya que lleva ahí dentro hace como dos horas, así que le dijo que él lo llevaría a casa de Hyunjin.

Tenía un mensaje de Jeongin.

Jeongin ♡ㅤ
﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋﹋

[ Seungminnie~ Chan y yo nos tuvimos que ir, espero que Han no se haya olvidado de decirte >< Luego iremos a visitarte, no te preocupeeees<3 Mándame un mensaje si ocurre algo con Hyunjin. ]

[ No se ha olvidado!! Eso haré, nos vemos luego, estaré esperándolos~ ]

Lo primero que hizo al poner un pie en la casa, luego de quitarse los zapatos, fue echarse en el sillón con una sonrisa porque sí, también había extrañado el sillón.

—Bueno, Seungmin, creo que mi trabajo aquí esta hecho. —habló Jisung, parándose delante de él.

—Quédate un rato, por favor. Odio estar solo. —hizo un puchero —Al menos a almorzar, ¿sí?

—¿Y no puedo quedarme a dormir? —el tono de inocencia hizo que Seungmin asintiera mientras reía.

A todo esto, ya eran las tres y media de la tarde y el estomago del castaño había comenzado a rugir. Sintió que estaba en el paraíso o algo así al probar lo que había preparado Han y lo halagó exageradamente provocando una tierna sonrisa y sonrojo por parte del otro. Luego de almorzar, se sentaron a charlar sobre diversos temas, pero la mayor parte del tiempo era Han el que hablaba y Seungmin debía admitir, se divertía mucho con él y lo admiraba por mantener ese sentido del humor —que a veces ni siquiera intentaba ser gracioso, hacía comentarios que le daban risa al castaño— a pesar de todo lo que había pasado. En una que otra ocasión mencionó a Minho, pero no parecía poder hablar de él tan fluido.

—Seungmin, dime...

—¿Si?

—¿Crees en la vida después de la muerte?

Esa pregunta Seungmin no se la esperaba. Se quedó en silencio por unos momentos, mirando a la nada y se aclaró la garganta antes de responder. Jisung lo observaba expectante.

—Vida... ¿en qué sentido? ¿Qué reencarne o que se convierta en... ángel?

—En ambos. Creo que los dos existen... que una persona puede elegir si quiere seguir siendo un ángel, o en su lugar, reencarnar.

—Pues... —hizo una pausa —Sí, sí creo.

—Minho era un ángel incluso antes de convertirse realmente en uno... y conociéndolo, probablemente decidió quedarse así.

—Tal vez prefirió quedarse así para cuidarte.

La respuesta causo una sonrisa en el otro, nostálgica, y luego cambiaron de tema.

Llegado el atardecer, Seungmin quiso ir a visitar a Hyunjin otra vez, pero Jisung debía trabajar ya que su turno era de tarde, así que le dijo que cuando volviera irían a ver a Hyunjin. El rubio pasó esas cuatro o cinco horas sentado en el sillón tratando de encontrar los dramas que veía en Estados Unidos, pero no encontró ninguno. Simplemente fue por todos los canales y se quedó mirando una película cliché de zombies. Todo muy tranquilo hasta que sintió que no estaba solo. Y, efectivamente, no lo estaba. Changbin se encontraba sentado a su lado completamente tranquilo observando la televisión. Seungmin gritó como niña al verlo mientras se abrazaba a un cojín.

—Vaya grito. —soltó una risa que hizo que el rubio frunciera el ceño.

—¡Pudiste haberme matado! —gritó dramáticamente y jadeando debido al susto.

—Qué dramático. —rodó los ojos.

—Dramático, dices... ¡Apareciste de la nada en el sillón! Como para no ser dramático. —suspiró mientras su respiración se calmaba —Y bien, ¿A qué has venido? Hyunjin no está...

—¿Por qué crees que vengo por Hyunjin? —alzó una ceja. Su tono sonaba enojado. —Enserio... tú y yo también éramos amigos. Hyunjin no es el único que sufrió. —agachó la mirada y Seungmin no pudo hacer otra cosa que sentirse mal.

—Lo siento... es sólo que no hemos pasado mucho tiempo juntos ahora, Changbin. —hizo una pausa —Tal vez si vienes más seguido podemos... no sé, volver a lo de antes. Aunque no recuerde nada. —soltó una risita y el otro lo miró sonriendo mientras asentía. —Pero cuando vengas a verme, nada de sustos.

—Lo último no estoy seguro de que pueda cumplirlo porque verás, me gusta mucho asustar. —rió y Seungmin bufó —Esa es una de las razones por las cuales no vengo muy seguido, asustar humanos es divertido.

—Eso no está bien. —regañó y negó con la cabeza.

Se quedaron en un cómodo silencio mientras veían la película. Seungmin observó a Changbin y pensó en la primera vez que lo había visto. El demonio lo había asustado muchísimo, ya que se había puesto detrás, además su voz... recordaba que era exactamente igual a la de sus pesadillas.

Un segundo. Jamás le había hablado de eso.

—¿En qué piensas? No me mires tanto, quedaré ojeado. —sonrió.

—Hay algo de lo que no te he hablado...

Y le contó. Changbin lo observaba confundido, como si no entendiera.

—¿Mi voz en tus pesadillas? —dijo extrañado —Qué raro, ¿por qué podría suceder eso?

—No sé... pensé que tú podrías decírmelo. ¿Me asustabas mucho antes? Quizás es por eso, ya sabes, un trauma o algo así.

—No, intentaba hacerlo, pero tú ya estabas acostumbrado. —se mantuvo pensativo por un tiempo hasta que volvió a hablar, parecía haber pensado en algo. —Puede ser porque... el día que tú fuiste asesinado... —carraspeó —La última voz que oíste fue... la mía. No lo sé, puede ser...

—¿Tú también... sabías todo esto? ¿Estabas allí? ¿Por qué... por qué tu voz? —lo miró confundido —¿Qué ocurrió ese día, Changbin? ¿Dónde estaba Hyunjin? ¿Qué pasó?

—Lo siento, Seungmin... no puedo contártelo. No yo. Sabes quién es el que debe contarte todo. —dijo —Lo único que puedo decirte es que llegué tardé y cuando te vi... grité tu nombre antes de que, pues... murieras.

—Maldición...

—Lo siento.

—No he tenido pesadillas luego de verte. Tal vez necesitaba eso, asegurarme de que eras tú. Pero lo sueños... eran muy extraños.

—Sé que cuando te enteres de todo podrás ordenar las cosas en tu cabeza y encontrarás las respuestas a todo.

—No me digas eso si no me lo vas a contar.

—Lo siento.

—Deja de decir que lo sientes.

—No te enojes, Minnie.

—No me enojo.

Seungmin suspiró hondo.

Changbin se quedó un rato más hasta que volvió Jisung. Cuando él y Seungmin fueron al hospital, Hyunjin se encontraba exactamente igual que al mediodía. Los médicos, sin embargo, sostuvieron que se quedara hasta el otro día por las dudas que le sucediera algo. Esta vez entraron ambos a la habitación y Seungmin se carcajeó bastante cuando le contaron cómo había sido su mini convivencia en su ausencia, cuando Hyunjin estaba enfermo.

—Oye, Seungmin, ¿sabías que Hyunjin tiene amigos? —preguntó Jisung en el medio de la conversación.

—¿Y habría alguna razón por la que no debería tenerlos? —habló el abogado, frunciendo levemente el ceño.

—Frunces mucho el ceño, Jin. Eso dice mucho en una persona. —rió y Hyunjin bufó murmurando un cállate, yo no frunzo mucho el ceño, y no me llames Jin.

—¿Y quiénes son tus amigos? —dijo Seungmin, sonriendo. —¿Me los presentarás, verdad?

— Lee Felix y Jung Jaehyun, y la verdad es que no, preferiría que no los conozcas.

—¿Eh? —hizo un puchero —¿Y eso por qué?

—Te los presentaré y verás porqué no quería que los conozcas.

—¿Son malos?

—No, ese no es el adjetivo que yo usaría.

—¿Y entonces?

—Diría que son... especiales.

Seungmin rió. —Tú no te quedas muy atrás tampoco, no te hagas el normalito. —Jisung soltó una gran y exagerada carcajada mientras se agarraba el estómago. Hyunjin rodó los ojos y frunció el ceño, otra vez —¿Y dónde los conociste? —cuestionó, dejando de reír.

—En el trabajo.

—¿Son los dos abogados, entonces? —dijo, en tono de sorpresa.

—No, Jaehyun es un cliente mío, pero se conocía de antes con Felix.

Felix, Felix... ¿Por qué a Seungmin le sonaba ese nombre? Sentía que lo había oído en algún lado.

—Oh, ya veo. Qué raro que no los haya conocido, ¿no van a visitarte muy seguido?

—A Felix lo veo casi todos los días y solemos reunirnos en casa de Jaehyun, no en la mía. —hizo una pausa —Aunque han venido aquí a visitarme hace un rato, pero ya se han ido como verás, Min.

—Qué pena, ahora me dieron ganas de conocerlos. —hizo un mohín y Hyunjin sonrió levemente, negando con la cabeza.

Se despidieron de Hyunjin una vez más y Seungmin lo hizo con un beso bastante atrevido que provocó que Jisung diga "Oigan, son lindas las muestras de amor pero no de tal manera cuando estoy yo aquí" causando que el menor ría y el abogado rodara los ojos.

Esa noche comieron las sobras de comida que habían quedado del almuerzo, y Seungmin se sintió feliz que estuviera igual de sabrosa. El rubio durmió en la habitación de Hyunjin y Jisung en la que era de Seungmin. Esta vez Luhan no tardó mucho en dormirse, pero eso era probablemente por el cansancio.

Al día siguiente, todo transcurrió normal y fueron con Jisung luego de que saliera del trabajo a recoger a Hyunjin, quien había pasado bien la noche según los médicos y ya había sido dado de alta. El rubio comenzó a sentirse nervioso cuando vio que Jisung se marchaba de la casa, dejándolos completamente solos. Porque no se quedarían solos dos días, sino que vivirían juntos.

Ciertamente, con todo lo que había pasado, no se había puesto a pensar en qué significaba por completo el que vivieran juntos, ellos dos solos. Eso significaba... que compartirían todo. Todo. Dudaba mucho que volvería a dormir solo a partir de ahora. Y, Seungmin no se había puesto a pensar tampoco en la manera que estaba actuando con Hyunjin y que estaba siendo así desde antes que él se fuera.

En realidad, en el fondo, lo sabía. Era consciente de sus actos y de los actos del abogado. Se habían besado, habían dormido juntos... pero, Seungmin se preguntaba algo.

¿Eran novios?

No, no lo eran. Joder, Hyunjin no se lo había pedido. Ninguno de los dos se había confesado, nada. Bueno, en la carta Hyunjin decía que lo amaba, pero quién sabe en qué momento fue eso, debía decírselo ahora.

—¿Piensas entrar o te me quedaras mirando con el ceño fruncido por mucho tiempo más? —dijo el abogado mientras reía. El comentario devolvió a Seungmin a la realidad, no había notado que estaba mirándolo. Asintió y entró. Algo se movió dentro de él y su corazón palpitó cuando sintió la puerta cerrarse detrás. Los nervios, probablemente. —¿En qué pensabas?

—No es nada. —respondió, mirándolo y dedicándole una sonrisa.

—Cuando te quedas mirando alguna cosa con el ceño fruncido es porque algo te molesta. Y la cosa que estabas mirando era yo, así que... ¿Qué sucede conmigo?

Seungmin soltó una risita, sentándose en el sillón. —No es nada, enserio.

—Seungmin. —Hyunjin se sentó a su lado, a una distancia casi nula, y lo miró fijamente, como si estuviera tratando de descifrarlo.

—Oye, no me mires así. No puedo contarte lo que me pasa a través de miradas. —rió y dejó de hacerlo al instante al ver que el abogado sonreía triunfante, había metido la pata.

—Entonces sí te pasa algo. Vamos, soy todo oídos.

—¿Siempre debes atosigar a las personas para que te cuenten las cosas? —infló las mejillas y Hyunjin lo besó.

—No, solo a ti. —Seungmin rodó los ojos levemente sonrojado y suspiró.

—Es solo que... —tragó saliva y abrió la boca para decir algo, pero olvidó por completo todo rastro de las palabras que pronunciaría cuando vio a Hyunjin toser fuertemente, apretar su suéter en el sector del pecho y hacer una mueca de dolor. —¡¿Q-qué pasa, Hyunjin?!

El otro pareció querer responder, pero no paraba de toser y Seungmin se horrorizó cuando vio que comenzó a escupir sangre.

—¡M-mierda, Hyunjin... llamaré a Jisung, no te muevas! —dijo, como si realmente el abogado estuviera en un estado como para moverse.

Le costó un infierno marcar el número de su amigo debido a que estaba temblando muchísimo, pero lo hizo finalmente.

—¡H-Han! ¡Por favor, ven! —no le dio tiempo al otro de decir hola si quiera.

—¿Seungmin? ¿Qué sucede?

—¡H-Hyunjin! ¡É-él...!

—Ya voy. —y colgó. Seungmin agradeció que haya atendido y comprendido rápido la situación. Hyunjin paró de toser sangre minutos después, el castaño estaba con su mano en la espalda del abogado tratando de tranquilizarlo a pesar de que probablemente él estaba más asustado.

Ninguno de los dos habló hasta que Hyunjin salió del baño, cambiado y limpio. Seungmin estuvo atento a él cada segundo, y cuando entró al baño se quedó en la puerta esperando a que saliera.

—Ahora vendrá Han e irás al hospital otra vez, joder, no puedo creer que te haya dado esto justo ahora que estás en cas-

—No iré al hospital, Seungmin. —su voz sonaba diferente, rasposa y débil, debido a lo mucho que había tosido. El menor frunció el ceño.

—Estás loco si piensas que dejaré que te quedes aquí luego de lo que pasó.

—No se trata de un capricho. —hizo una pausa, soltando un suspiro —Se trata de que sé que es inútil ir porque no me encontrarán nada.

—¿...A qué te refieres con eso? —enarcó una ceja, confundido.

Hyunjin tomó una bocanada de aire antes de hablar.

—Tengo algo así como una maldición... que los arcángeles me pusieron cuando me encontraron.

—¿M-maldición? P-pero... ¿por qué? —preguntó, en un hilo de voz.

—Porque soy un demonio... un supremo, más bien.

—Pero tú dijiste que ya no eras uno... que habías decidido convertirte en humano.

—Y eso fue lo que hice. No soy un humano por completo, como tampoco soy un demonio al cien por cien. —suspiró —Escucha, te lo voy a explicar bien.

La cosa era así: Los arcángeles le habían puesto algo así como una maldición a Hyunjin porque era un demonio y supremo muy poderoso. Ya no lo era, sin embargo, pero ellos lo tenían identificado de esa manera. La maldición consistía en que, cada vez que él tocaba a Seungmin, minutos después sentiría un fuerte dolor que la incrementaría haciendo que se volviera como una enfermedad. Eso provocó la fiebre y, justamente, la tos con sangre que ahora había sufrido. Los síntomas serian diversos y le podría agarrar cualquier cosa, ya que no era una enfermedad definida. Los arcángeles o ángeles solo podían matar un demonio maldiciéndolos.

Cuando terminó el relato, Seungmin, más que confundido, estaba preocupado.

—¿Y cómo sabes todo esto?

—Me di cuenta solo, he visto demonios con la misma maldición. Y Changbin me ayudó a confirmarlo.

—¿Cómo se quita la maldición?

—No hay manera... no se puede quitar.

El menor tragó saliva y lo miró con los ojos muy abiertos.

—¿Qué?

Hyunjin le respondió con una leve risa, seca, sarcástica, triste. Y Seungmin sintió que algo se quebró dentro de él.

—No. Tiene que haber una manera. —dijo y no supo cómo le había salido la voz. El nudo en su garganta dolía, joder, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para que las lágrimas no salieran.

—Hay una, pero dudo mucho que haya algún arcángel que quiera quitar la maldición. —el rostro de Seungmin volvió a iluminarse.

Minho.

—Encontraré uno. Lo prometo.

—¿Encontrarás uno? —rió levemente —Creo que es un poco tarde, Min...

—¿P-por qué? —y se volvió a apagar.

—Porque la maldición ya se... "consolidó". Ya no me duele cuando te toco y lo que sucede antes de morir... es lo que me acaba de suceder.

Seungmin se estremeció y un escalofrío recorrió toda su espina dorsal. —Tú no te vas a morir. Yo voy a encontrar al jodido arcángel y tu puto culo seguirá en la Tierra.

—Me gusta cuando insultas. —sonrió, acercándose al menor y besándolo. El timbre sonó, sacándolos a ambos de sus casillas.

—Debe ser Jisung. —dijo Seungmin, alejándose para abrir la puerta. Efectivamente, era su amigo el que estaba allí.

—¿Qué ha pasado con Sehun? —preguntó —Tráelo, tengo en marcha el auto para que podamos ir rápido al hospi-

—Ya está bien, Han. Ha sido un susto. —respondió, sonriendo —Ve a apagar el auto.

—¿No sucede nada? ¿Entonces puedo volver al trabajo?

—¿Has dejado el trabajo solo para venir aquí? —lo miró mientras su sonrisa se agrandaba —Muchas gracias, Han. Enserio. Te quiero.

—Oh, no me agradezcas, por dios. —rió —No es nada, Seungminnie. Yo también te quiero, nos vemos. —se despidió y Seungmin entró a la casa nuevamente. Hyunjin estaba sentado en el sillón.

—¿No quiso pasar? —cuestionó.

—Nop. Dejo el trabajo solo para venir aquí y tuvo que volver—contestó, sentándose a su lado. —¿No es genial? Amo a ese chico.

El silencio levemente incómodo que hubo luego de eso hizo que Seungmi recordara que debía hablar de Hyunjin sobre aquella carta.

—Oye... tú y yo teníamos que hablar de algo.

—Lo sé.

—Te escucho, Hyunjin. Y esta vez dímelo todo, por favor. —lo miró firme.

—¿Qué quieres saber? —el abogado se notaba a leguas que no se sentía cómodo hablando de eso.

—¿Cómo es que sabes que yo había muerto? Todo este tiempo...

—¿Tenias que empezar por ahí? —tragó saliva y Hyunjin asintió levemente. —Yo... joder, Seungmin... dame un momento, no es tan fácil, sabes...

—¿Qué tan... grave es lo que me vas a contar, Hyunjin?

—Sólo escucha. —tomo una bocanada de aire antes de hablar y por alguna razón al castaño comenzó a dolerle el estómago, porque estaba asustándose. —El día que te asesinaron, yo... Changbin... nos dijeron, pero no llegamos a tiempo...

—Tranquilo. —le dedicó una media sonrisa, tratando de tranquilizarlo, y luego se puso serio otra vez para dejarlo hablar. Hyunjin no lo miró, y por lo tanto, no se tranquilizó.

—Tú ya habías muerto, pero el asesino estaba allí, entonces... me volví loco y... yo, lo...—tragó grueso —lo maté, Seungmin... yo maté a tu asesino.

El menor palideció y parpadeó. Miró a Hyunjin, esperando que diga algo más, esperando que diga algo como es broma, idiota. Pero nada de eso llegó. Solo observó como su mirada cambiaba ante el pesado silencio, suplicando que Seungmin dijera algo. Tenía los ojos vidriosos y el castaño no sabía cómo reaccionar.

—A los demonios... —continuó, a pesar de que se notaba que le estaba costando demasiado hablar y no quebrarse. —Les dio igual que me convirtiera en humano, porque al asesinar a un demonio, es decir, tu asesino... me veían como un traidor o algo así...

Seungmin no se movió, susurró un sigue apenas audible.

—En esa carta... te dije que todo lo malo que te había sucedido era por mi culpa debido a que te asesinaron por mí... porque podías ver demonios, porque habías descubierto a un supremo, de cierta forma... —hizo una pausa —También, en esa carta... te dije que te amaba y... te amo, Seungmin. Es porque te amo que entendería si ahora tú... te quieres ir o algo así...

—Hyunjin.

—Pero, quédate en Corea, si quieres te puedo pagar un departamento...

—Hyunjin...

—No me quites la posibilidad de verte una vez más... no otra vez, por favor... no me odies, Seungmin, lo hice porque al verte ahí... lleno de sangre, joder...—Hyunjin estaba llorando, tapándose el rostro con las manos, con los codos apoyados en sus rodillas, su voz quebrada, afectada por los sollozos.

—Hyunjin, cállate. —le quitó las manos del rostro y entrelazo sus dedos con los de él. Hyunjin lo miraba confundido, con los ojos bien abiertos. No esperaba que esa fuera la respuesta después de todo lo que le había dicho. —Yo también te amo.

—Pero, Seun...

—No, escúchame. —hizo una pausa —Te amo. Y sé que es rápido, todo, todo es rápido. Pero así lo siento, y sé que este sentimiento ya lo traía conmigo desde hace muchísimo tiempo, y cuando te vi lo volví a sentir aunque tardé en darme cuenta de ello. Te amo. Me dices que asesinaste a un demonio porque te volviste loco al verme muerto a mí y yo no puedo sentir que te odio o algo así, no puedo sentir miedo, no puedo alejarme de ti, ¿sabes por qué? Porque te amo y sé que me volvería loco también si algo así sucediera y asesinaría al tipo, por más psicópata que pueda llegar a sonar. Después de todo, en aquel momento... tú tenias dieciséis años, ¿verdad? Eras un supremo, alguien poderoso. Supongo que eso también afecto, aunque no se pueda justificar, afectó porque siendo tan joven y poderoso no supiste como actuar. Y no me pidas perdón, por favor. Tú no tienes la jodida culpa de nada. Te amo, Hyunjin.

No llegó a terminar por completo la frase que el abogado estaba abrazándolo fuertemente mientras continuaba sollozando, aunque notoriamente estaba tratando de callar los sollozos. Hyunjin probablemente había estado atormentándose con esos hechos por tanto tiempo... y finalmente, podía llorar, podía sacar todo lo que tenía dentro.

—¿Sabes cuánto tiempo he estado esperando a que me dijeras esas cosas? —dijo deshaciendo el abrazo, pero aún cerca, llevando sus manos a las caderas de Seungmin y este a sus mejillas, limpiándole las lágrimas con suavidad.

—¿Cinco años, quizá? —soltó una risita.

—La mitad de una vida, joder. —respondió y luego se apoderó de sus labios. Fue lento y suave hasta que Hyunjin capturó el labio inferior de Seungmin y lo mordió. El menor gimió ante la acción y volvió a unir sus bocas, esta vez más demandante, pegándose por completo a él y enredando sus brazos alrededor de su cuello. Se entregó a su lengua y exploró su cavidad a fondo, como pocas veces lo había hecho.

Se separaron y la respiración de ambos era un desastre. Mirándose a los ojos, Seungmin sonrió levemente y Hyunjin besó la sonrisa.

—Siendo sincero —habló el abogado —, no esperaba nada de esto.

—¿Y crees que yo sí? —rió y el otro le siguió la risa —Pero... aún te falta algo, Hyunjin. Hay algo que no me has dicho. —el aludido se tensó otra vez y Seungmin ahogó otra risa al ver cómo le afectaba.

—Oh, ¿enserio? ¿Qué?

—No sé, dímelo tú. —se encogió de hombros, sonriendo con malicia.

Hyunjin volvió a relajarse al notar que el castaño estaba jugando con él. —Dame alguna pista.

—Algo importante.

—¿Muy importante?

—Demasiado importante, diría yo.

—Vaya, que gran pista. —rodó los ojos.

—Dejaré que lo pienses. Tienes tiempo hasta mañana.

—Trato hecho. —dijo, sonriendo y apretándole la mano. Después lo atrajo otra vez hacia él y lo besó.

Aquella noche, tal como Seungmin lo había creído, no durmió solo. Y creyó, realmente creyó, que dormiría bien por primera vez en siete meses y medio abrazado a Hyunjin, recostado en su pecho, sintiendo sus latidos. Pero apenas durmió dos horas, deseando que Minho apareciera rápido, y comiéndose la cabeza pensando en qué cojones haría para que viniera.

[...]

Hyunjin no despertaba.

—Oye, abre los ojos de una vez. —lo zamarreó con brusquedad luego de haberlo hecho suavemente tres veces. Seungmin estaba asustado. —¡Maldita sea, Hyunjin, despierta! —sus ojos se llenaron de lágrimas al ver como un hilo de sangre salía de los labios del abogado y corría por su mejilla.

Estaba desmayado, el rubio se acercó a su pecho y comprobó que su corazón latía normalmente. No sabía qué hacer, todo su cuerpo temblaba. Quiso llamar a Jisung, pero antes pensó en llamar a alguien más.

—¡Minho! ¡Lee Know! —gritó, desesperado. Se sentía estúpido gritándole al jodido techo, pero no tenía idea de qué más podía hacer. Repitió el nombre del arcángel muchísimas veces, pero no hubo resultado. —Lee Know, por favor...—susurró en un hilo de voz mientras observaba a Hyunjin. Se mordió el labio, oprimiendo las lágrimas.

Entonces recordó que la forma más factible de que un ángel o alguien allá arriba te escuche, era rezando. Y Hyunjin lo hizo.

—¡Minho! Creo que es Hyunjin el que llama, ¿vas a darle una mano o voy yo? Deberías ir tú, eres su amigo, después de todo.

—Yo... no sé si...

—Minho no irá a ningún lado, Doyoung. Ve tú.

—¿Yo? ¿Estás seguro, arcángel... cuatro? —dijo el ángel —Seungminnie estará más cómodo con Minho... además, estaba gritando su nombre hace un rato. —el mencionado pareció sorprenderse ante el comentario y parpadeó, aunque luego bajó la mirada y tragó saliva.

—Primero que nada, soy el arcángel dos. —frunció levemente el ceño y el ángel bufó —Segundo, si digo que irás tú, irás tú. ¿Queda claro? Cumple bien tu función. Y no espíes a la gente, Doyoung, ya te lo he dicho.

—Pero no tengo ganas. Ve tú, arcángel cuatro.

—Soy el arcángel dos. Irás tú si no quieres que te tire de las alas hacia la tierra.

—Yo... —habló finalmente Minho con un tono realmente bajo, pero audible —Iré.

—No puedes, Minho. Hemos hablado de eso.

—También, hace un tiempo, hemos hablado de que querían que fuese arcángel porque era confiable y, sin embargo, ahora no confían en mí. —su tono se elevó y frunció el ceño, mostrando un claro enojo. —Entonces, obtendrán lo que recibí. Desconfianza y desobediencia.

—¿Desobediencia? ¿Cuándo nos has ordenando algo?

—Nunca. Pero, dime, ¿alguna vez me han hecho caso cuando hablé? ¿Si quiera me han oído? —aapretó los puños —Jamás quisieron oírme cuando dije que era una pésima idea hacer volver a Seungmin a la tierra por una idea tan macabra como encontrar, maldecir y matar un demonio. No somos así, los arcángeles y los ángeles se supone que estamos para proteger, ayudar, ya saben, cosas buenas. No para matar, por más de que sea un demonio... que ni siquiera lo es ya. ¿Saben algo de Hyunjin, al menos?

—¿Se llama Hyunjin? Por supuesto que sabemos sobre él, lo justo y necesario. Es un demonio y supremo poderoso, demasiado, y debía erradicarse como todo el mal en este mundo.

—¿Eso es todo lo que contestarás? —soltó una risa sarcástica —¿Acaso no entiendes? Nuestro deber no es erradicar el mal, es hacer el bien. Nada más.

El arcángel permaneció en silencio unos segundos.

—...Creímos que era lo correcto. —suspiró —Puede que tengas razón.

—Iré a quitarle la maldición a Hyunjin. Cuando el de más arriba se entere de esto, enfurezca y me nombre primer arcángel al mando, ahí se verán. Nos vemos.

—Min... —suspiró una vez más al ver como el arcángel desaparecía y luego miró hacia el otro ángel que aun seguía ahí —¿Y bien? ¿Algo que decir al respecto?

—Que todos los arcángeles son imbéciles, excepto Minho. Me alegra que sea el único con nombre, así lo recuerdo mejor y puedo decir "oh, este es el único inteligente".

—Doyoung, ¿Qué te he dicho de usar esas palabras? ¿Qué es esa falta de respeto?

—Cállate, por favor. No me dejas escuchar.

—¿Estas espiando otra vez?

—Shh.

[...]

Seungmin no supo expresar sus sentimientos al ver a Minho en la habitación. Hacia media hora que estaba acostado al lado de un desmayado Hyunjin sollozando —a pesar de que había estado conteniendo sus lágrimas —. Se sentía jodidamente inútil y desesperado.

—Te has tardado demasiado. —dijo, levantándose de la cama rápidamente y yendo hacia el arcángel, quien lo miraba con una expresión de tristeza.

—Lo siento, Seungmin. —observó a Hyunjin y se dirigió hacia él —Le quitaré la maldición.

—¿Cómo sabias qué... oh, joder, no importa. Quítasela, maldita sea, quítasela, por favor...

Minhi se posó al lado de Hyunjin, llevó sus dos manos juntas al corazón del abogado y las mantuvo allí, sin apoyarlas, cerrando los ojos. Seungmin observó la escena mientras sollozaba y las lágrimas caían, aunque trató de hacer el menor ruido posible. Durante una hora estuvieron así, hasta que Hyunjin abrió los ojos de repente y se sentó en la cama, jadeando fuertemente y tomando fuertes respiraciones, como si le faltara el aire, y miró a los ojos ahogados de Seungmin, quien sintió como el corazón se le salía del pecho por el alivio al ver como el abogado despertaba.

—Bueno... creo que mi trabajo aquí está hecho. —habló el arcángel esbozando una leve sonrisa.

Seungin sacudió suavemente la cabeza, saliendo de su trance. —Gracias, Minho. —suspiró, observando a Hyunjin, quien no parecía entender mucho la situación. —Muchísimas gracias, yo... dudo mucho que me hubiera ayudado otro arcángel.

—Hice lo que tenía que hacer. —dijo —Y, Seungmin... quiero pedirte perdón porque yo... tendría que haber sabido esto. Me creí lo que me dijeron... que no le habían hecho nada a Hyunjin al fin y al cabo. Pero, entonces, cuando me prohibieron bajar a verte por un tiempo, lo supe... Si hoy llegaba cinco minutos más tarde, quizás Hyunjin ya no estaría aquí.

Seungmin tragó saliva y sonrió. —La verdad es que... lo único que me importa en este momento, Minho, es que viniste y salvaste a Hyunjin. Nada más. Así que estás perdonado.

El abogado carraspeó, obteniendo la atención de los presentes. —Oye, arcángel... gracias.

—De nada. —respondió, simplemente. —Cuida de Seungmin. No he arriesgado mi puesto en el cielo por nada. —rió.

Luego de que Minho se despidiera de Seungmin y Hyunjin, ambos se miraron y el menor sonrió, acercándose y echándose en sus brazos. Se aferró a él como cuando volvió, sintiendo como le volvía el alma al cuerpo al sentirlo cerca.

—Vaya, cuando dijiste eso de encontrar un arcángel no creí que enserio lo harías. —soltó una risita en el oído del otro.

—Pues hiciste mal. —se alejó, deshaciendo el abrazo, pero aun manteniendo sus brazos alrededor del cuello del abogado —Yo cumplo con mi palabra.

—Me di cuenta. —unió sus bocas dulcemente, dejando que sus lenguas se encontraran y se movieran lentamente, al compás del beso. Cuando se separaron, Hyunjin le besó la mejilla de una manera tan cursi que hizo que Seungmin riera. —Verás, yo también cumplo con mi palabra.

—¿A qué te refieres?

—Oh, ¿no recuerdas nuestra conversación de ayer?

El menor alzó una ceja, pensativo, y sonrió. —¿Adivinaste qué es lo importante?

—Bueno, no sé si sea esto, pero... —tragó grueso —¿Quieres ser mi novio, Seungmin?

—Adivinaste, muy bien. —rió —Sí, quiero.

—Eso está bien.

—¿"Eso está bien"? —repitió, soltando una carcajada. Hyunjin frunció levemente el ceño, aunque no estaba para nada enojado.

—¿Y que querías que dijera? No sé qué decir en este tipo de...

—Quizás deberías besarme y cerrar el pico.

—Pero para besarte debo tenerlo abierto.

Seungmin rodó los ojos causando una risa por parte del abogado, y antes de que pudiera reprochar algo, Hyunjin obedeció y lo besó. Al separarse y contemplar su rostro, no tuvo idea de como pudo haber vivido cinco años sin aquellos ojos, sin aquellas mejillas sonrosadas, sin aquella sonrisa, sin Seungmin. Pero lo que importaba ahora era que estaba aquí, con él. Y que se amaban.

Tal vez, si Seungmin hubiera aparecido dos años antes, la gente seguiría recordando perfectamente "El caso del ciervo", y saldría en las noticias que el abogado del caso, Hwang Hyunjin, ahora era el novio de Kim Seungmin, el chico que desapareció y milagrosamente, volvió.

F I N

falta el epílogo aún aaaa así que aún n hay despedida:)

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