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Un poco más de una semana había transcurrido ya de la llegada, o más bien vuelta, de Seungmin a la tierra. Las pesadillas se habían hecho constantes, pero no había ocurrido nada raro como la parálisis de sueño. Sus tíos lo habían llamado, estaban muy emocionados y los escuchó sollozar a través del teléfono. Él también lloro, a pesar de que no los había recordado. Le dijeron palabras muy emotivas y bonitas y que le organizarían una gran celebración cuando vuelva a los Estados Unidos.

Ahora se encontraba junto a su familia y Hyunjin yendo hacia la corte, aparentemente hoy la policía científica había terminado de hacer todas las pruebas correctamente del bosque de Mokao y de la choza que había allí dentro. 

Antes el rubio había recordado que en su primera sesión, el juez había dicho que el bosque estaba siendo investigado, pero que nada se había encontrado. Se lo comentó a su madre, y ella dijo que tal vez no habían buscado bien antes ya que no sabían con exactitud donde había aparecido Seungmin. Sin embargo, eso no hizo que dejara de encontrarlo extraño.

Bajaron del auto y entraron, el juez y los policías ya se encontraban, los saludaron con una reverencia.

—Seungmin, ¿has recordado algo de casualidad? —preguntó el juez.

—No. Solo tengo pequeños flashes de vez en cuando, pero son solo eso, flashes. 

—Bien. —hizo una pausa y luego continuó —Hyunjin nos ha contado lo de tus pesadillas y lo ocurrido el otro día.

—¿Hyunjin? —alzó una ceja, mirando al nombrado.

—Sí. ¿No te han dicho que él es algo así como el encargado del caso? Conozco al juez de Estados Ubidos, por muchos momentos querían dar por perdido el caso del ciervo, pero me contó que Hyunjin siempre solía pedirles, o prácticamente los obligaba a que continuaran. Por eso es que  contamos con él para que nos mantenga al tanto, obviando el tema de que es tu abogado.

—Oh, ya veo. —sonrió. Le parecía un gesto muy bonito de parte del abogado él no dejar que finalizaran un caso que, la verdad si era entendible que lo quisieran dar por perdido. 

—Y hemos decido que lo mejor es que vayas a un psicólogo. 

El juez había sido demasiado directo y su tono de voz parecía como si lo estuviera tomando por loco. Sin embargo no le molestaba al rubio la idea de ir a un psicólogo, si eso ayudaría a que se libere de las pesadillas, le parecía bien.

—Está bien. 

—Qué bueno que te lo tomes así. La mayoría piensa que los estamos tratando por locos. 

Pues, sí lo pensé.

—Ahora, para lo que vinieron. Fueron realizadas las pruebas en la sangre encontrada, y sí, es tuya, Seungmin. Esto sinceramente no deja de sorprenderme, derramaste muchísima sangre, y teniendo en cuenta tu contextura corporal.... Sé que debes haber escuchado esto muchísimas veces ya, pero es un milagro que estés vivo. 

Seungmin tragó grueso. ¿Así que toda esa sangre era de él? Su asesino... era realmente un psicópata. Si no fuera porque lo trajeron de vuelta, estaría más que muerto. Eso quería decir que no había manera que haya podido sobrevivir.

—Además... hemos hablado con el doctor que te atendió en Mokao. Nos ha dicho que en los estudios que te hizo no parecías tener una fuerte anemia, era una anemia normal teniendo en cuenta la sangre derramada por la puñalada que te dieron y los golpes. Lo cual es extremadamente extraño.

Eso no sorprendió al rubio, pero fingió sorpresa. Era bastante obvio porque había sucedido eso, los arcángeles quitaron todo rastro de las heridas anteriores y lo rehicieron creándole nuevas heridas, que por supuesto no tenían comparación con las que le había creado el asesino.

—Y eso es todo. Han tratado de encontrar huellas en las paredes pero solo pertenecen a ti todas las que hay. 

Miró a sus padres. Sus rostros de confusión eran un poema, miraban al suelo pensativos, como buscando respuestas. Y luego miró a Hyunjin, que tenía la misma expresión de siempre.

Agradecieron al juez, y al salir, la mirada de Seungmin se encontró con la de un hombre. 

No tardó mucho en reconocerlo, era el chico de la otra vez al que los policías llamaron loco. Estaba sentado en un escalón escuchando música tranquilamente, y cuando vio al rubio, se paró. Hoy estaba solo, nada de oficiales arrastrándolo.

—Disculpa, ¿ya termino su sesión? —preguntó. Aquél tipo tenía una voz muy tranquila y suave.

—Sí, sí. —Seungmin asintió y el desconocido lo miró extrañado. —Hm... ¿sucede algo?

—¿De casualidad eres... Seungmin? —el rubio iba a responder, pero lo interrumpió —No, no, es imposible que seas... Lo siento. Permiso.

—¡Pero si soy Seungmin! —exclamó —¿Nos conocemos? —sonrió emocionado. ¡Al fin estaba hablando con alguien que no fueran sus padres, Hyunjin o Jeongin!

—¿Pero cómo es que...? ¿Tú no habías desaparecido?

—¿Tú no ves mucho las noticias, no? —rió —Es una larga historia.

—Oh, bueno... —pasó una mano por su cabello, no parecía entender mucho la situación. —¿No me recuerdas? Soy Han Jisung, íbamos juntos al colegio en Estados Unidos.

—Sucede que perdí la mem-

—Hijo —interrumpió su madre —, deberíamos irnos. 

—Pero... me gustaría hablar con Jisung.

La mujer lo miró y frunció un poco el ceño, iba a decir algo, pero su padre le susurró algo al oído y Seungmin llegó a escuchar solo la última parte: —... Y él ya no tiene dieciséis... tú lo sabes.

Hubo un silencio por unos segundos.

—Bien, Hyunjin se quedará contigo y te llevará a casa. Mucho gusto, Jisung. —hizo una reverencia junto a su padre y se fueron caminando.

—¿¡Eh!? ¿¡Por qué debe quedarse Hyunjin!? —gritó.

—¡Porque no sabes cómo volver a casa!

—¿Esto es enserio? —puso los ojos en blanco y bufó. Todos se quedaron viendo como la silueta de los padres de Seungmin iba desapareciendo a medida que se alejaban. Jisung no entendía nada de lo que estaba sucediendo. —Pues... podemos sentarnos en el escalón. 

—Seungmin, yo tengo una sesión en unos minutos... no tardare mucho, pero...—habló el confundido.

—¡Esta bien, esperaré! 

—¿Qué? — preguntó Hyunjin con el ceño fruncido.

—Lo siento, puedes irte si quieres... Pero si me pierdo y desaparezco por otros cinco años será tu culpa.

Hyunjin gruño. —Haz lo que quieras.

—Bueno, Jisung, te decía... sucede que perdí la memoria.

—¿Enserio? ¿No recuerdas nada de nada?

—Recordé a mis padres, pero nada más. ¿Sabes quién es In, o no? A él no lo recordé, pero sé que éramos mejores amigos y la verdad es que siento que lo conozco con la palma de mi mano a pesar de que... bueno, no lo recuerde. 

—¿In? Quieres decir... ¿Yang Jeongin?

—Sí, sí.

—Creo que lo recuerdo... sí, ustedes estaban todo el día juntos. —sonrió. —Y que triste, Seungmin. Lo siento mucho. Espero puedas recordar pronto. 

—Yo también. —suspiró —Y bien, ¿Qué estás haciendo en Corea si estabas viviendo en America? 

—Vivo aquí hace mucho tiempo. Vine por mi novio, pero...  

—¿Terminaron?

—Ojalá hubiera sido eso. —bajó la mirada —Él falleció.

—Yo... oh, lo siento, Jisung...

—Han, llámame Han. Y está bien. —le dedicó una media sonrisa y luego observó su reloj. —Ya debo entrar, mi sesión es ahora. ¿Esperarás? 

—Claro, Han. —le devolvió la sonrisa y el otro asintió, entrando en la corte.

Observó a Hyunjin. No parecía muy contento. Pasaron unos largos minutos, hasta que Seungmin decidió abrir la boca.

—Oye, podías hablar también, Han parece amigable.

—¿Cómo querías que hablara si ni siquiera me lo presentaste?

—Es... es verdad, perdón. —hizo una pausa y luego continuó —Por cierto, Hyunjin, gracias.

—¿Gracias?

—Digo, por no abandonar el caso. 

Hyunjin resopló. —En vez de agradecerme, ¿Por qué no me ayudas?

—¿Ayudarte? ¿Con qué?

—A llegar al fondo de este caso. Ayudaría que me dijeras que sucedió estos cinco años en vez de fingir amnesia. 

—¿Otra vez con eso? Sabes, me gustaría poder ayudar. El problema es que no estoy fingiendo nada. —lo miró enfadado —¡Hyunjin, ya me ha hecho estudios un médico! 

—Un médico de un pueblo de Mokao. Dudo mucho que siquiera haya estudiado medicina. 

—¿Y de que le sirve a un médico mentir con eso?

—¿Y de que te sirve a ti mentir?

—¡Qué no estoy mintiendo, joder!

—Bien. —suspiró —Puede que tengas amnesia. Pero sé que algo ocultas, Seungmin. 

—¿Y tú no?

Hyunjin lo miró alzando una ceja. Seungmin esperaba una respuesta, pero lo único que oyó fue el sonido de las hojas moviéndose por una ráfaga de viento que corrió. 

Nadie dijo nada hasta que apareció Jisung nuevamente.

—Estás aquí, que bien. —sonrió. 

—Había olvidado presentarte a Hyunjin. Pues... Han, él es Hyunjin, Hyunjin, él es Jisung, pero llámalo Han.

—Mucho gusto Hyunjin. —le estrechó la mano, la cual el otro tomó firme —¿Son novios?

—¡Novios! —exclamó el rubio menor y soltó una carcajada bastante exagerada —¡Absolutamente no!

—Soy su abogado, nada más.

—Oh, ya veo. —Jisung soltó una risita incomoda. 

"Nada más"

¿Por qué a Seungmin le estaban molestando esas palabras si era exactamente lo que él mismo había dicho antes?

—B-bien... —carraspeó algo sonrojado— Cuéntame algo, Ji... Han. 

—Tú pareces tener una vida más interesante que la mía. —rió —¿Qué quieres que te cuente?

—Más que interesante... es muy extraña. —dijo —Podrías contarme por qué estás aquí en la corte, si quieres, claro. 

—No es una historia muy feliz. 

—Si no quieres contarme está bie-

—Él murió en un accidente de auto y desde que se fue... comencé a tomar pastillas. Más de las necesarias. Hasta que se convirtió en una adicción. —suspiró —Pero ya lo he dejado. Estuve en rehabilitación.

— Lo siento, Jisung. Eso es horrible. —posó una mano sobre su hombro. —Pero...  ¿Qué sucedió? ¿por qué estás aquí? 

—Pues... se puede decir que el juez se encariño conmigo y quiere saber sobre mi salud. —esbozó una media sonrisa. —El otro día me trajeron aquí porque... estaba necesitando mucho las pastillas otra vez y entré en una crisis nerviosa. Los vecinos llamaron a la policía y... bueno.

—¿No tienes a nadie aquí? 

—Ahora supongo que te tengo a ti otra vez. Solíamos hablarnos bastante en la escuela, ¿sabes? Y a Hyunjin aunque no parezca caerle bien ya que no me habla. —sonrió.

Ese comentario hizo que el corazón de Seungmin se oprimiera y sus ojos se llenaron de lágrimas. Jisung no tenía a nadie. Tuvo que pasar por todo solo. Y lo superó también él solo, dado que probablemente no tuvo a nadie que le dijera "Intérnate, ve a rehabilitación" 

—¡Por supuesto que nos tienes! —dicho eso, se echo a los brazos de Jisung y lo abrazó fuertemente, el otro correspondió.

—A pesar de que no me recuerdes me abrazas. —rió —No has cambiado nada, Seungminnie. Oh, y Hyunjin, puedes unirte si quieres. —inquirió Han, guiñándole un ojo.

—¿Qué es lo que tienes conmigo? Apenas hemos cruzado dos palabras. —rodó los ojos, mirando hacia otro lado.

—Eso es porque no has querido hablar. —dijo, mientras se deshacía lentamente del abrazo de Seungmin. —Cuéntanos algo sobre ti.

—Soy abogado.

—¿Y?

—Tengo veintidós años...

—¿Y?

—Me gusta... leer.

—¿Y?

—Un segundo, ¿tienes veintidós? ¿Tenemos la misma edad? —habló Seungmin, sorprendido. —Quien lo diría.

—Shh. —lo calló Jisung. —Hyunjin está hablando. Continua, por favor.

—Creo que eso es todo. —dijo el nombrado.

—¿Qué hay de tu familia? ¿Tienes hermanos?

—No tengo hermanos, y mis padres... no viven aquí. 

—Ya veo. ¿Ves que no era tan difícil? —sonrió.

Hyunjin bufó y sus mejillas se sonrosaron. —Ajá.

La tarde transcurrió tranquilamente, el sol no tardaría mucho en ocultarse ya. Se despidieron e intercambiaron direcciones de sus hogares y números, aunque este último fue solo Hyunjin y Jisung ya que Seungmin no tenía celular. 

—Él es realmente agradable y se nota que es una persona de oro. —dijo Seungmin, ya en el coche —¿Verdad?

—"Una persona de oro"... Vaya, jamás había oído esa expresión. —rió Hyunjin. —Sí, es agradable.

—A ti te cayó muy bien. Mira lo que te ha hecho, hasta haces bromas y todo ya.

Hyunjin rodó los ojos. —Al menos no lo abracé a los cinco minutos de conocerlo.

—Lo conozco hace mucho tiempo ya. Que no lo recuerde es otra cosa.

—Sí lo recuerdas.

—¿Siempre volverás a lo mismo?

—Estaba bromeando.

—Claro.

Hubo un largo silencio, hasta que Hyunjin volvió a hablar.

—¿Qué crees que oculto? —preguntó, sorprendiendo a Seungmin. —Has oído algo el otro día detrás de la puerta, ¿verdad? 

—No he oído nada. —mintió —Pero, ¿sabes qué? Yo sí oculto algo. —Hyunjin no parecía esperarse eso, porque lo miró con el ceño fruncido y luego volvió la vista a la carretera. —Y tú también ocultas algo. Todos tenemos secretos.

—¿Y cuál es el tuyo?

—¿Y el tuyo? — lo miró desafiante, aunque el otro mantenía la vista en el camino.

—Te lo diré si me dices tú secreto primero. 

—No lo haré. —rió.

—Entonces haré que lo escupas yo mismo.

—¿Qué me vas a hacer?

—Espera y verás. —aparcó el coche y ambos se bajaron. Seungmin lo miró.

—No dijiste eso en tono de broma.

—No lo hice, ¿verdad?

—Qué miedo.

—Haces bien en tenerlo.

El castaño soltó una carcajada. —Yo no te tengo miedo, tú gran idiota.

Al decir eso Seungmin paró y miró a Hyunjin antes de entrar en la casa. Estaban uno al lado del otro, sus brazos se tocaban. 

—Esa frase me trae recuerdos. — esbozó una media sonrisa y abrió la puerta, dejándolo confundido. 

Seungmin fue a la cama contento, porque este día había sido el más divertido y bonito desde que llegó. Pensó en que rápidamente y a pesar de no recordar nada se estaba volviendo a adaptar a este lugar, se preguntó si él era así antes... si tenía la misma personalidad, ¿o tal vez era alguien egoísta? Negó con la cabeza ante ese pensamiento, estaba seguro de que sus padres lo habían criado bien. Pensó en Jeongin, Hyunjin, Han... sus amigos. Sonrió tontamente sintiéndose un tanto infantil y luego recordó que uno de ellos no parecía considerarlo su amigo.

"Soy su abogado, nada más"

¿Por qué esas palabras le habían dolido? Luego le preguntaría a Hyunjin si ya lo consideraba su amigo luego del bonito día que habían pasado, porque él si lo hacía. 

Se durmió con una sonrisa en el rostro y esa noche en sus pesadillas, alguien lo salvó.

Al día siguiente, debía ir a su primera sesión con el psicólogo temprano. Y resultó ser que era una psicóloga. Una mujer de aproximadamente unos... cuarenta años o más. A simple vista parecía buena, más bien, no parecía estar loca. 

La sesión transcurrió normal, le preguntó su edad, la ocupación de sus padres —cosa que Seungmin no supo responder— y le dijo que ya sabía que él no tenía ocupación. 

—Esta pregunta no va mucho al caso pero, dime, Seungmin, ¿te gustaría terminar el colegio? —preguntó la mujer.

—La verdad es que no lo había pensado antes, pero sí, me gustaría. 

—Ya veo. —asintió. —Bueno, yendo al punto... Me han dicho que has tenido pequeños flashes que consideras, son recuerdos. ¿Me los puedes contar?

—Claro, pues... Tuve uno el otro día camino al bosque de Mokao, ¿sabe que allí fue donde aparecí, verdad?

—Sí, no te preocupes, me han dicho lo necesario. Continua.

—Fue como si ya hubiera hecho aquél camino, como si ya supiera lo que iba a venir. Después... no ha habido más flashes, pero tengo estas pesadillas y la parálisis de sueño...

—Y en el camino, ¿vino lo que tú supusiste que iba a venir? 

Seungmin asintió. —Me conocía el camino de memoria.

—¿Habías estado allí ya? —se reincorporó en su lugar, pareciendo más interesada en el tema. Al rubio le gustaba que la mujer se estuviera tomando esto enserio y con calma, y que no lo estuviera mirando como si estuviera loco.

—Solo una vez, la noche anterior a ese día. Pero fue cuando salí del hospital, y dormí todo el camino.

—Entonces —anotó un par de cosas en su libreta —Efectivamente has recordado cuando estuviste allí antes. O más bien, cuando te llevaron. ¿Puedes contarme tus pesadillas, Seungmin?

—En todas hay un hombre hablándome. No suelo recordar bien lo que me dice, pero... recuerdo en tono de su voz. Es... insoportable. Siempre es todo negro, nunca logro ver nada.

—¿Dices que ninguna ha sido diferente?

—Bueno, la primera de todas... en su momento la recordaba mejor, pero ahora solo un poco. Seguía siendo todo negro, pero el hombre le gritaba a un niño y este le suplicaba que lo dejara.

—Bien. —anotó —¿No has pensado que tal vez ese niño eras tú?

—¿Y-yo...?—la miró confundido.

—Tú memoria no está completamente vacía. Me dijeron que has recordado a tus padres al instante que los viste, las pesadillas y los pequeños flashes. Creo que todo lo que sueñas... tiene que ver con algo que te sucedió algún día de esos cinco años. Teniendo en cuenta todo esto, no creo que tardes mucho en recordar. 

Seungmin no supo que responder, solo se quedo mirándola con la boca un poco abierta. 

—Lo siento, sé que hablo un tanto rápido. Entiendo que estés más confundido que cuando llegaste. —sonrió —Pero hasta aquí llegamos. Nos vemos mañana, Seungmin. 

—Oh, no, no, está bien. —le devolvió la sonrisa —Nos vemos mañana, gracias. 

Salió de allí y se encontraba solo Hyunjin esperándolo. 

—¿Y mis padres? —preguntó.

—Tú madre te ha dicho que no te esperarían porque debían ir al médico con tu padre a hacerse unos chequeos. Poca atención le prestaste.

—¿Enserio? Lo siento, estaba apurado. 

—Y bien, ¿Qué tal fue la sesión? —dijo, ya subiéndose al coche.

—Fue normal. De todas formas, no puedo contártelo. —rió, mientras Hyunjin arrancaba. —Oye, ¿me consideras tu amigo?

—¿A qué viene eso? —alzó una ceja.

—Es que ayer dijiste que eras solo mi abogado y nada más... yo considero que ya somos amigos.

—No lo sé. ¿Los amigos se ocultan cosas?

Seungmin infló las mejillas. —Déjame en paz con eso. Y en todo caso, también se puede aplicar para ti.

Hyunjin rió. —Bien.

—¿Bien qué?

—Se puede decir que no solo soy tu abogado. 

—Eso es un avance. —sonrió.

Llegaron a casa al mediodía, sus padres no habían llegado aún. 

—Oye, Hyunjin. ¿De qué trabajan mis padres? —preguntó.

—Es un poco extraño que me lo preguntes a mí. Tu padre trabaja en una empresa, no sé bien de qué, ahora pidió vacaciones obviamente por ti y tu madre era costurera pero dejó de hacerlo hace un tiempo. 

—¿Por qué?

—¿Por que ya no tenía ganas de hacerlo? No lo sé, Seungmin. 

—Bueno, es solo que tú conoces muy bien a mis padres... —hizo un mohín —Incluso mejor que yo.

—Eso es verdad, pero no siempre les caí bien. —esbozó una media sonrisa algo nostálgica.

—¿No?

—No. Pero eso fue hace... muchísimo tiempo ya. Mucho más de cinco años. —lo miró y luego subió las escaleras hacia su cuarto dejando a Seungmin en una especie de trance.

—¡O-oye, espera! ¿A qué te refieres? —gritó, pero no hubo respuesta. Luego de estar analizando la última frase que había escuchado y, sin resultados, derrotado, subió hacia su habitación. Allí se encontraba Minho.

—¡Tanto tiempo sin verte! Te abrazaría pero bueno, no puedo hace- ¿Minho? ¿Estás bien? —preguntó al arcángel, quien no tenía una expresión muy feliz.

—Seungmin. —dijo, su voz se encontraba temblorosa. —Ayer... vine a verte, pero, entonces vi que te encontrabas en la corte y al verlo, yo... ¿Q-quién es... el tipo que conociste ayer? 

— ¿Ayer? Te refieres a... ¿Jisung? —lo miró extrañado. 

—Ji-Jisung... —su voz se quebró y comenzó a llorar.

—¿Q-qué pasa, Minho? —preguntó, acercándose, tratando de tocar su hombro y consolarlo, pero fallando en el intento.

—N-no lo sé, no lo sé, Seungmin... —sollozó —Ayer cuando te fui a ver a la corte y él estaba allí... también me dieron ganas de llorar, pero... no sé quién es él...

—Aguarda. —habló el rubio, parecía estar pensando rápidamente. —¿Sabes cómo moriste? 

—¿Q-qué? ¿Qué tiene que ver eso?

—¿Lo sabes?

—P-pues... creo que, en un accidente de auto... ¿Por qué? 

—Oh... no. —fue lo único que pudo vocalizar un ahora pálido Seungmin.

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