9장

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Cuatro días. Cuatro malditos días habían pasado, tan pero tan lentamente y fueron una tortura para Seungmin.

Sus tíos eran agradables. Habían ido a buscarlo a él y a sus padres al aeropuerto, recibiéndolo con un fuerte y cálido abrazo mientras las lágrimas caían por parte de ellos y también del castaño, a pesar de que trató de aguantárselas. Más bien, estuvo tragando grueso tratando de que el nudo en la garganta se esfumara desde que se había ido de Corea y se odiaba un poco por ello, porque no lloraba totalmente por volver a ver a sus tíos, un ochenta por ciento era por Hyunjin, porque quería volver allí, estar con él, cuidarlo. Y estaba tan lejos.

La casa era muy bonita a decir verdad, al igual que su habitación la cual estaba en el piso de arriba. Se sorprendió cuando su madre le dijo que estaba intacta, es decir, no había tocado sus cosas, solo entraba para limpiarla. La observó estupefacto por unos momentos. En las paredes había muchísimas cosas escritas con marcador indeleble negro. Algunas eran frases y otras cosas tontas y sin sentido.

—¿Tu me dejabas hacer de mi habitación un desastre? —había dicho cuando la vio, dirigiéndose a su madre y enarcando una ceja —Es que... mira esto, mamá. Está todo escrito.
                     
—Tu letra no es fea y por lo tanto no es tan desastroso. —rió —En un principio traté de hacerte parar, pero ya era demasiado tarde, me temo. El rebelde Seungmin ya había escrito la mitad de la pared. —hizo una pausa, mientras ambos observaban la habitación, pero a ningún punto fijo en particular. —¿Puedes creer algo? Gracias a estas paredes me enteré de que a mi hijo le gustaban los chicos.
                        
El rubio soltó una risa. —¿Es enserio?

—Estabas en la etapa del "descubrimiento", es normal que no me lo hubieras dicho en aquel entonces.

—¿Y en dónde lo escribí? Quiero ver eso.

—Aquí, mira. Lo recuerdo perfectamente. —señaló un sector de la pared mientras sonreía. Seungmin acercó al mismo y leyó lo que decía.

"Me gusta alguien. Un chico. Lo cual es raro porque soy un hombre, pero... me gusta. Hace mucho tiempo ya. Creo que yo le gusto también."

—Wow. —se alejó y miró a su madre —Esto parece que era algo así como mi diario intimo... mi pared intima. —rió y luego dejó de hacerlo al ver que era el único que estaba riendo. — Bueno, fue malo.
                         
—Muy malo.
                         
—¿Y tu revisabas mi habitación? —frunció levemente el ceño —Eso está mal, mamá.
                         
—No lo hacía, tú no me dejabas entrar. —suspiró —Pero bueno, luego cuando desapareciste fue inevitable. Leer estas cosas de alguna manera me hacía sentir más cerca de ti.

—Oh, viéndolo de esa manera... estás perdonada. —rió.
                         
¿Por qué los cuatro días habían sido una tortura? Porque necesitaba a Hyunjin. Era increíble lo mucho que se había acostumbrado a dormir acurrucado en su pecho, a sentir su respiración en su cabeza y nuca, a levantarse y ver su rostro durmiendo, a recibir sus buenos días. Se había acostumbrado a Hyunjin en tan solo un mes y un par de días. Lo peor era que el abogado no había especificado exactamente en cuanto tiempo iría a buscarlo, pero seguramente era más de una semana y Seungmin no creía poder aguantar mucho sin él, o por lo menos sin una llamada. Jisung dijo que llamaría, pero conociéndolo... seguro se olvidaría. Y Hyunjin no querría llamar al castaño si su estado empeoraba seguramente porque no iba a querer preocuparlo más de lo que estaba.

Su padre ya había vuelto al trabajo y su madre también quiso volver a su profesión de costurera porque ahora tengo más motivación que antes, hijo. Por eso lo había dejado. Lo sorprendente fue que no tardaron mucho en darle trabajo. Es verdad que fui una costurera muy famosa y solicitada en su momento, para qué mentir. —había dicho la mujer, con aires de superioridad, a lo que el rubio rió.

Así que Seungmin, a las tres de la tarde del cuarto día, se encontraba mirando televisión en su habitación, acostado en la cama. —porque sí, ahora tenía televisión propia, se podría decir—. Su padre trabajaba hasta tarde y su madre había ido a no tenía idea donde. De todas formas, las cosas no cambiaban mucho cuando ellos estaban presentes, era igual de aburrido.

Se sobó la nariz exageradamente mientras trataba de alcanzar un papel de la mesita de luz, las lágrimas amenazaban con caer porque estaba viendo un drama bastante dramático y trágico. De esos donde sabes que uno de los protagonistas morirá, pero lo sigues viendo porque bueno, en el caso de Seungmin, es algo masoquista.

Al término del bello drama, se levantó de la cama dispuesto a hacer cualquier cosa. Y por cualquier cosa, se refería a buscar el teléfono de Hyunjin por todos los sectores de la casa. Sus padres lo debían tener, era el abogado al fin y al cabo.

Buscó en la habitación de sus padres algún tipo de libreta y fue fácil encontrar una. También lo fue encontrar el número de Hyunjin.

Vaya, estoy teniendo suerte hoy. Debe estar por llover.

Tomo una bocanada de aire antes de marcar el número y otra luego de hacerlo. Estaban tardando en contestar y el rubio no hacía más que ponerse nervioso.

—¿Diga? —Seungmin ahogó un gritó y dio un pequeño saltito al oír la voz del otro lado. No era la de Hyunjin, era la de Jisung.

—¡Han, Han, Han! ¡S-Soy yo, Seungmin! —dijo, alzando considerablemente su tono de voz, emocionado.

—Oh, ¿Seungmin? ¿Qué tal?

—¿Cómo está Hyunjin? —ignoró completamente la pregunta del otro.

—Cálmate un poco. —oyó su respiración —Hyunjinnie está igual, no ha cambiado su estado de salud desde que te fuiste. Estoy preocupado, sabes.

El rubio dejó la emoción a un lado y ese sentimiento fue reemplazado, otra vez, por la preocupación. —¿Cómo que no ha cambiado? ¿Nada? ¿Ni un poco?

—Ni un poco. La temperatura sigue igual, no baja ni sube. Quise llevarlo a un médico, pero él se negó.

—El médico solo ha dicho que es una fiebre normal... —gruñó levemente —Cuídalo, por favor, maldita sea... quiero ir allá.

—Qué raro que no hayas llamado antes.

—No lo hice porque no tenía el número y estaba esperando que ustedes llamen.

—¿Quieres que te pase con él?

—Por favor. —suplicó.

Pasaron unos segundos en los que Hyunjin podía sentir su corazón acelerarse.

—¿Seungmin? —oh, su voz. Era su voz. Su preciosa voz. Aquella voz que no oía hace cuatro eternos días.

—Hyunjin... —se mordió el labio y de repente no supo que decir. Un "¿Cómo estás?" sería bastante estúpido.

—No voy a preguntarte cómo estás —dijo el abogado —, porque conociéndote, lo más probable es que estés dramatizando, Min. —y el menor podría jurar que estaba sonriendo como un bastardo, a pesar de que no podía verlo.

—Cierra el pico, no estoy dramatizando. —trató de sonar enfadado, pero no hubo rastro de enfado en su tono de voz y, en cambio, estaba sonriendo.

—Cuando me recupere tienes bien claro que iré a buscarte, ¿o no? Quiero creer que no has dudado de mí. —la sonrisa de Seungmin se amplió ante el comentario.

—Sí, lo sé. Recupérate, Hyunjin.

—Hago lo que puedo. Y que estés lejos no ayuda mucho. 

—Oh, cállate. Tu estado no ha empeorado. —rió —Llámenme seguido. Díselo a Han, se olvidará.

—Así será. No te llamé antes porque dijo que era muy pronto y que parecería un desesperado.

Seungmin se sonrojo levemente. —¿Entonces yo soy un desesperado ahora?

—Tú lo dijiste. —soltó una risa —Pero me alegra que hayas llamado. Te... —hizo una pausa seguida de un suspiro —extraño.

—Yo también te extraño.

El menor se sorprendió de lo firme que había dicho eso. Era un simple te extraño, pero no le tembló la voz, ni dudó antes de decirlo. 

Supongo que así es como se dicen las cosas cuando salen del corazón.

Tragó saliva sonrojado y rodó los ojos ante el pensamiento cursi. Hyunjin al parecer se había sorprendido también, porque tardó unos segundos en hablar.

—Sí, bueno, yo... te llamaré luego.

—Eso estará bien.

Ninguno de los dos tenia la más remota idea de cómo terminar la conversación, ni querían hacerlo. Pero, finalmente, Seungmin imitó el sonido de un beso y luego colgó, sintiéndose algo idiota por lo que había hecho. Le había mandado un beso a Hyunjin, literalmente. Y ahora seguramente se estaba burlando de él.

Minutos después volvió a su habitación, a acostarse en su cama, y dispuesto a buscar otro drama en la televisión, pero no terminó de sentarse en el colchón cuando fue que sintió una fuerte punzada en la cabeza. Soltó un leve chillido y luego se acostó tomando la misma entre sus manos y apretando fuerte los ojos porque le estaba doliendo como un infierno, a decir verdad.

Entonces, el dolor paró.

Y, acto siguiente, la cabeza de Seungmin comenzó a proyectar una escena mientras él mismo se mantenía con los ojos cerrados. 

Estaba él, acostado, durmiendo. La habitación desordenada, ropa tirada por donde miraras. Era de noche, se podía ver la luz de la luna como lo único que alumbraba el rostro del castaño. Entonces, alguien entraba, no por la puerta, ni por la ventana, solo aparecía. No se podía ver quién era. Seungmin abría los ojos, se sentaba en la cama repentinamente y decía algo.

—¿Quién es? Hijos de puta, si son ustedes dos tratando de tocarme los cojones a la madrugada juro que mañana los mato, aunque sea técnicamente imposible. —su voz sonaba más aguda de lo que recordaba.

Al no recibir respuesta, alzó una ceja y, al parecer, iba a decir algo otra vez. Sin embargo... su expresión cambió, sus ojos se volvieron completamente negros, su ceja se bajó y se levantó de la cama, salió de la habitación tranquilamente, dirigiéndose al comedor y luego afuera de la casa. Su semblante cambió otra vez, soltó un fuerte jadeo, y parpadeó.

—¿Pero qué coñ...

Abrió los ojos rápidamente y se sentó en la cama. Su rostro de confusión era un poema.

—Eso no fue un sueño. No fue un jodido sueño. —pensó en voz alta. No, no había sido un sueño, de eso estaba convencido. No quería pensar en que podría haber sido.

Y las palabras de Jeongin fueron otros flashes en su cabeza.

"— ¿Qué pasó ese día? ¿Cómo es que desaparecí?

—No lo sé. Cuando tu madre fue a despertarte esa mañana, no te encontrabas en la habitación."

—Oh, mierda. —susurró. —Puede que eso haya sido...

Un recuerdo... de la noche que desaparecí.

Seungmin no sabía que debía hacer. Tenía tantas preguntas rondando por su cabeza desde que llegó a la tierra, no se suponía que debía ser así, maldita sea. Él debía volver y ser feliz junto a su familia, debía encontrar a su jodido asesino y punto, vivía feliz por siempre. Y se maldijo una vez más porque tendría que haberle preguntado a los arcángeles aquel día ¿por qué debo volver? Y de esa manera ahora no estaría así. Porque, la situación no era grave, no, pero la cabeza del menor estallaría, porque quería saber todo y sentía que todas las personas a su alrededor sabían algo que él no. Se preguntó, otra vez, el porqué. ¿Por qué debía ser él el que ve demonios? ¿Por qué debía ser, justo él, al que mandaron de vuelta a la tierra? Y, maldición, ¿por qué cojones le mintieron al decirle las razones del porqué de su vuelta?

—¿Y por qué les creí? —dijo a la nada, en un susurro, mirando al techo. 

Se dio cuenta de que siempre todo llevaba a lo mismo. Siempre terminaba odiando internamente al cielo, a los arcángeles y a su puta madre, porque todo había sido por su culpa. A él no debieron asesinarlo aquel día, había sido un error. Un jodido error. ¿Cómo matar a alguien y quitarle todos sus recuerdos es un simple y minúsculo error? 

Un sentimiento que Seungmin conocía muy poco hasta el momento, pero por alguna razón se sentía muy familiarizado con él, se instalo en su pecho: miedo. Porque, como había dicho Hyunjin... debió ser un motivo muy gordo que trajeran a alguien de vuelta. Si bien había sido un "error" según ellos, por alguna razón notaron que era un error. Y el ahora estaba en la tierra, Minho le había dicho que los arcángeles le habían dado las gracias aunque él no había hecho nada... por eso tenía miedo.

¿Ya... hice lo que ellos quisieron?

—Seungmin, hijo, ya volví. Ven a hacerle compañía a tu madre. —gritó la mujer desde el comedor, quitando al rubio de su línea de pensamiento.

—Mamá —dijo, bajando las escaleras —, tengo que contarte algo.  

—¿Qué pasa? No me asustes, ¿Qué ocurrió? —tal vez la expresión de Seungmin asustadiza y confundida lo delató. 

Habló con su madre —sentados en el sillón, porque sí, tenían un sillón casi igual de cómodo que el de Hyunjin en su casa— sobre lo que, él creía, había recordado. Ella lo escuchó atenta, y luego de que terminó de contarle, tragó saliva.

—Bueno, puede que sea un recuerdo. Claramente tiene sentido que sea uno. —hizo una pausa —Porque tu desapareciste una madrugada, o sea, fui a despertarte y no estabas... —sus ojos se llenaron de lágrimas —Lo siento, hijo, aún no puedo hablar de eso tan fluido... aunque ya hayan pasado cinco años, recordar ese día me eriza la piel.

—Está bien, siento hacerte hablar sobre ello. —pasó un brazo alrededor de la mujer y depositó un leve beso en su frente.

—Creo que lo mejor será que hables con el psicólogo sobre esto.

—¿Enserio es realmente necesario que vaya a un psicólogo? —bufó —No creo que me digan nada productivo, sabes. O, mejor dicho, nada que no pueda contestarme yo mismo.

—Es lo que dijo el juez, Min...

—Y yo digo que no quiero ir.

—Vaya humor tienes hoy, amor. —soltó una risa y el rubio rodó los ojos —Bien, no te obligaré a ir, después de todo ya estas bastante grande. Pero si el juez de Corea llama y ve que no estás cumpliendo, te las arreglas tu solito. 

—Lo sé, lo sé. Hablando de que ya estoy bastante grande... —carraspeó —¿no crees que pueda decidir entonces adonde quiero vivir?

—A ver, Seungmin... esto no es una cuestión de que no queremos que vivas en Corea porque es otro país y estarías lejos o algo así. La cuestión es que no queremos que seas un mantenido, ¿entiendes? Tú tienes una madre y un padre que pueden mantenerte perfectamente mientras termines el colegio, no tiene porqué hacerlo Hyunjin, que ya ha hecho un millón y medio de cosas por nosotros. Cuando trabajes y puedas mantenerte tú solito, ahí podrás vivir con quien quieras y en donde quieras.

—Pero él dijo que estaba bien...

—Hyunjin siempre dirá que está bien. Es un niño precioso y tan bueno. 

Seungmin se sonrojo levemente por las palabras que pronunciaría, y antes de decirlas, tomó una bocanada de aire. 

—Y entonces... nunca has pensado que tal vez, él y yo, podríamos ser...

Su madre lo miró alzando una ceja y luego una sonrisa socarrona se asomó en su rostro.

—Vaya, si te soy sincera, nunca imaginé tener a mi abogado de yerno. ¿Cómo no había notado antes que te gusta? —se cruzó de brazos, enojada consigo misma. —Ahora que lo pienso, ¡Eras tan obvio, hijo!

—¿¡P-pero qué dices!? —frunció el ceño e infló las mejillas —No... no soy obvio. Y... no es tu yerno.

—Oh. No le dimos tiempo a que te lo pidiera, ¿verdad? —agachó la cabeza.  Ahora veo por qué querías quedarte en Corea. —rió.

—Yo me quería quedar al menos... una semana más, para cuidarlo... —hizo un puchero y su madre, haciendo una mueca, dijo:

—Lo hablaré una vez más con tu padre, ¿bien? —Seungmin asintió repetidas veces mientras sonreía, con la mirada iluminada. —Pero no te emociones, hijo... no sé si en este momento tenemos plata para pagar otro viaje. Si me lo hubieras dicho antes...

—¿Lo único que debía decir para quedarme era que Hyunjin y yo somos... algo? ¿Es enserio, mamá? 

—Bueno... sí. De esa forma lo hubiéramos visto de diferente perspectiva: Hyunjin no estaba siendo bueno solamente, había un motivo detrás y en verdad quería que te quedaras con él.

Seungmin soltó un bufido y asintió. La mujer le dio un beso en la mejilla y susurró un lo siento, para luego decirle: —¿Quieres ir a merendar? Hay una cafetería cerca de aquí. No has salido estos cuatro días, la gente seguro estará muy sorprendida de verte de vuelta. Tal vez nos encontramos a alguien. —sonrió.

El castaño vocalizó un bueno, vamos sin ganas, y luego se paró para ir a su habitación a cambiarse.

Había chequeado el ropero solo dos veces, una cuando metió la poca ropa de la maleta y otra cuando busco un pijama. No se había detenido a ver toda su ropa, pero, a decir verdad, lo poco que había visto le gustó a pesar de que no creía que era su estilo. Mucha ropa de colores oscuros tenia, con pantalones rotos y camisas a cuadros, la mayoría de las camisetas que tenia eran negras o blancas lisas. Solo había dos o tres con dibujos o cosas así, una era una musculosa negra bastante larga que tenía una lengua y decía Rolling Stones —cosa que Seungmin no tenía idea que era, pero le sonaba de algún lado—, y otra igual solo que decía fuck everybody con letras mayúsculas blancas —no sabía lo que eso significaba, claro está—. 

Y ahora que lo pensaba, ninguna de esas prendas parecía ser adecuada para salir a merendar junto a su madre. Así que, luego de unos minutos decidiendo, eligió una camiseta blanca junto a una camisa a cuadros roja y negra, y unos vaqueros azules simples y apretados —que creía, eran los únicos simples que había visto —. Le gustó como le sentó. Desde que había llegado, muy pocas veces se había visto en otras ropas que no fueran sus pijamas o una simple camiseta blanca y jeans. Tal vez la camisa le daba un estilo diferente.

Se peinó un poco ya que su cabello era un desastre, y luego bajó.

Fueron caminando y recorriendo el centro, que estaba bastante cerca de su casa. Seungmin aprovechó para observar mejor Estados Unidos y sí, era muy bonito el panorama. Algunas personas lo miraban y cuchicheaban, otras incluso se pararon a felicitar a su madre. Al llegar a la cafetería "Moonlight", que olía delicioso, se sentaron al fondo en uno de los lugares junto a la ventana y la camarera les tomó la orden. El rubio leyó el menú antes y pidió un cheesecake—porque le gustaba como sonaba, no porque lo hubiera probado— con café, su madre pidió unas medialunas y té. No tardaron mucho en traerles sus pedidos, y Seungmin se lamió los labios antes de dar el primer bocado.

Casi, casi se le cae la baba por lo sabroso que era aquel cheesecake.

—Oye, mamá, ¿Por qué tenía un estilo en ropa tan... oscuro? —rió, mientras masticaba.

—Bueno, ya te he dicho que antes eras un rebelde. No me obedecías, salías y volvías a la hora que querías y cuando querías, tenías un estilo algo así como... rockero rebelde. —sonrió —Estabas algo acomplejado con tus facciones de niña, así que supongo que tratabas de ocultarlo de esa manera. Oh, también me robabas el delineador. Y una vez me amenazaste con hacerte un tatuaje. —soltó una carcajada y Seungmin alzó una ceja, riendo también.

—De todas formas —dijo, parando de reír —, me gusta el estilo, así que no lo cambiaré. Solo que ahora dejé de ser un rockero rebelde. —le dio otro mordisco a su delicioso cheesecake —¿Y cómo me iba en el colegio?

—Te iba bien, pero no eras brillante y siempre aprobabas con la nota que necesitabas, ni más ni menos. Si le ponías un poco más de empeño te sacabas dieces, pero eso sucedía muy pocas veces porque tú eras un ochenta por ciento salidas y un veinte por ciento estudio. 

—¿Con tan poca edad salía tanto?

—Así es. Al principio te escapabas porque yo no te dejaba, pero luego, cansada, cedí y a partir de ahí te descontrolaste.

—Vaya. Pensar que ahora hace un poco más de un mes que... reaparecí y solo salí dos veces de día. —rió y su madre se encogió de hombros, sonriendo.

Seungmin cuando le dio el primer sorbo a su café, pensó en Hyunjin y suspiró dentro de la taza, porque extrañaba sus cafés.

Para su suerte, no se encontró con nadie. No tenía ganas de lidiar con falsos amigos, porque sí, si tuviera amigos en Estados Unidos hubiera recibido más llamadas que la de sus tíos. Se divirtió mucho con su madre, luego de la cafetería fueron a hacer las compras para la casa y ella parecía muy emocionada porque nunca me habías acompañado, creo que voy a llorar, a lo que él rodó los ojos y sonrió.

Llegaron cansados a eso de las siete y media de la tarde a casa, ella fue a preparar las cosas para cocinar y él fue a ducharse. Su padre la mayoría de los días llegaba a las diez de la noche, y otros a las doce. Solía llamar a su madre por celular para decirle bien a qué hora volvería, cosa que a Seungmin le daba ternura y se imaginaba a Hyunjin y a él así, luego se sonrojaba y sacudía la cabeza.

—¿Cuándo tendré yo un celular?—le preguntó mientras cenaban.

—Debemos comprarte uno. ¿Quieres salir mañana a ver cuál te gusta?

—No es necesario que sea ahora, mamá. Solo decía.

—Y yo no dije que te compraría uno ahora, solo te digo que salgamos mañana a ver cuál te gusta.

—Bien —sonrió —, pero no te acostumbres a salir conmigo.

—Solo aprovecho a mi hijo antes de que se vaya a vivir a Corea, ¿está eso mal?

—Todavía tienes bastante tiempo, papá seguro no querrá que me vaya aún. —bufó.

—Haré lo que pueda para convencerlo, aunque no sé de donde sacaremos el dinero. —le acarició la mejilla cariñosamente —Siempre preferí que fueras feliz. Tu felicidad va antes que cualquier cosa para mí, así que... si quisiste amar a alguien del mismo sexo, si quisiste ser un rockero rebelde y si ahora quieres irte a vivir a Corea... yo te apoyaré, hijo. Siempre.

Seungmin sonrió y abrazó a su madre susurrando un gracias en su oído. 

Estuvieron un rato charlando de diversas cosas hasta que decidieron irse a dormir porque ambos estaban cansados de tanto caminar. El castaño había dejado la ropa que usó en el día tirada en su cama, así que la quiso ordenar en el ropero. 

Se sorprendió una vez más al ver todas esas prendas oscuras y rió levemente al recordar lo de rockero rebelde. Para ser honesto, Seungmin no se imaginaba a sí mismo con delineador y vestido de negro, tampoco con una actitud provocativa —porque eso era lo que se le venía a la mente por alguna razón—, ni saliendo todas las noches, ni emborrachándose, nada. Si era así antes... probablemente ya había dado su primer beso, aunque eso no venia mucho al caso, se preguntó con quien había sido. O, ¿había tenido un novio ya? Luego le preguntaría a su madre.

Terminó de doblar la camiseta y, cuando la depositó encima de las demás prendas, toda la ropa se cayó. Se quedó unos segundos mirando como todo yacía en el suelo reflexionando sobre la vida y luego rió porque otra cosa no pudo hacer ante la situación. Estuvo acomodando prenda por prenda un largo rato y, casi llegando a la última, un jean llamó su atención. 

Era negro y estaba roto, Seungmin se cuestionó si realmente entraba en él porque se veía bastante... pequeño. Probablemente entraba, pero sería jodidamente ajustado. Sin embargo, le gustó mucho el vaquero. Tenía tachas a los costados de los bolsillos, adelante y atrás. Observando los mismos notó que un papel sobresalía en el bolsillo derecho de la parte trasera. Lo quitó con curiosidad, estaba doblado de manera que pudiera entrar allí y se frustró un poco abriéndolo, pero lo hizo finalmente.

Era una carta. 

Y era de Hyunjin.

El rubio se tapó la boca en señal de emoción cuando leyó su nombre, y prosiguió a leer la carta con mucha, mucha curiosidad y ojos brillosos.

"De: Hyunjin.

Para: Seungmin.

¿Eso se pone al final? Nunca he hecho una carta así que no tengo idea. Bien, asquerosa manera de comenzarla, pero debía aclararte eso antes. Tampoco he dicho mis sentimientos muchas veces, mucho menos los escribí. Pero supongo que necesitabas saberlo, y yo necesitaba contártelo de una vez por todas.

Seungmin, me gustas. Desde que te conocí, desde que teníamos ocho inocentes y bobos años. No, no... no es gustar. Yo te quiero. Mucho, más de lo que te puedas llegar a imaginar.

Debes estar pensando que soy un idiota porque, ¿Qué clase de persona deja una carta donde se confiesa en el bolsillo de un pantalón? Bueno, pues... yo. Porque se lo mucho que amabas este pantalón y sé que lo tendrías puesto en este instante si estuvieras aquí. Si estuvieras aquí, con el pantalón puesto... sacarías la carta del bolsillo, te frustrarías porque tardarías demasiado en abrirla, y luego sonreirías mientras la lees, harías muecas, te sonrojarías y a veces asentirías o negarías con la cabeza.

Todo eso, si estuvieras aquí. Pero no estás y yo solo soy un idiota que le está escribiendo a alguien que ya no está y que no va a ponerse este pantalón nunca más.

No puedo estar sin ti. No puedo vivir sabiendo que tú estás, pero no estás. Porque sí, sé muy bien que eres un ángel ahora mismo, pero joder... no sé cómo ni dónde buscarte.

Vuelve, Seungmin... vuelve, por favor.

Maldita sea, es mi culpa que te hayas ido. Es mi culpa todo lo malo que te ha sucedido. Perdóname, Seungmin.

Los demonios me odian por lo que hice, sabes. Dicen que juntarme con humanos me hizo menos demonio y más humano, eso de alguna manera es peor según ellos. Yo podría creerlo viendo al resto de la humanidad, pero tú... tú eras hermoso, no había ningún tipo de maldad dentro de ti.

Ojalá... puedas usar este pantalón otra vez, algún día. Sé que es imposible, pero tú creías en los imposibles.

Te amo."

Seungmin, entre lágrimas, releyó cinco veces más la carta. Y cada vez que lo hacía, una pregunta se generaba en su cabeza.

Sentía que iba a estallar.

[...]

solo prepárense para el final.

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