CAPÍTULO 27 - Reencuentro

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Narrador omnisciente

Rachel no podía creer que el mismo chico que había llevado a su hermana a una fiesta,  fuese un miembro del Círculo.

Dweight, no, era Dwight, se encontraba frente a ella con expresión sorprendida y un poco desconfiada.

—Soy Dwight, pero ya lo sabes y él es mi hermano Balthazar —dijo señalando a un joven apuesto de pelo negro tras él, que le asintió en saludo.

—¿Dónde está Scarlette? —exigió pensando lo peor.

—Deberíamos hablar esto en privado —advirtió el castaño. Rachel no confiaba en ellos, pero Danny le había dado entender que su hermana sí, así que no le quedó de otra más que subirse en el coche.

—¿Tu amuleto? —preguntó el pelinegro desde el asiento copiloto.

—Me lo quitaron antes de encerrarme en los calabozos —respondió cortante.

Nadie habló hasta que llegaron a una grande y elegante casa.

Dos chicos salieron a su encuentro, uno rubio y el otro pelirrojo junto con un hombre de mayor edad, apuesto también.

—¿Quienes son ustedes?

—Yo me llamo Gregory lindura y este escuálido que vez aquí, es Alec —comentó el rubio señalando al pelirrojo, que le gruñó en respuesta.

—Yo soy August, y los tres son mis sobrinos —se presentó el hombre trajeado, mirando a Dwight, Gregory y Balthazar.

—Mi hermana —exigió sin importarle las tontas presentaciones.

—Se fue —soltó Gregory haciendo que todos lo miraran furiosos—. Debemos ser honestos con la dama —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Cómo que se fue? —cuestionó.
Dwight y August intercambiaron miradas decidiendo si deberían contarle o no.

—Mejor toma asiento, que la historia es larga —pidió Dwight al fin.

* * *

(Scarlette)

Mi humor estaba hecho pedazos después de la visita de Honor. Mucho más.

Habían traído comida pero ni la miré, lo último que quería era eso.

Escuché pasos acercarse pero ni me moví esta vez. No tenía ánimos de nada.

—¿Cómo la estás pasando querida? —preguntó Friggia.

—Oh fantástico... —gruñí en voz baja y rió—. Perra.

—Mandé un aviso a todos los clanes de Inglaterra. Pero tu madre no ha venido, al parecer no le importas lo suficiente —declaró.
Bien, eso, había dolido, pero traté de parecer indiferente.

—Es que necesitas enviarle la invitación directamente —mascullé y sonrió.

—No lo creo, además di un plazo de cinco horas para que llegara. Y lamentablemente no ha sido así, por lo que tendría que matarte ahora mismo —anunció y bufé irritada.

—Entonces déjate de tanta palabrería estúpida y hazlo de una vez  —solté y alzó sus cejas.

—¿No te importa caminar a tu propia muerte?

—Ya no.

—En ese caso vamos, sígueme —ordenó abriendo la celda. No intenté ningún movimiento porque sabía que saldría perdiendo así que solo la obedecí.

Llegamos a la habitación de antes y no me sorprendí al ver allí a Radrick junto con Honor y a Reynald con mi onuxor colgando en su pecho.

—Veamos querida, dije que te mataría... pero se me ha ocurrido algo mejor —dijo Friggia y vi que Honor sonrió—. Únete a mí, vive para servirme y perdonaré tu vida.

—Prefiero morir —escupí riendo y negó.

—Sabes que no te pregunté, el matarte solo haría dejarte libre, pero yo... yo quiero que sufras y lo lograré si te convierto —habló con una sonrisa malvada y me preocupé por que sabía que hablaba en serio.

—Ni se te ocurra acercarte —amenacé furiosa poniéndome a la defensiva.

—¿Quién dijo que lo haría yo? —insinuó antes de darle una mirada a Radrick que se lanzó sobre mí.

Yo me aparté con rapidez pero Honor ya me había atrapado.

—¡¿Qué haces?! —grité furiosa tratando de zafarme pero en cuánto lo logré, Reynald ya me tenía agarrada por atrás.
En resumen: no tenía escapatoria, además si no tenía armas nunca ganaría contra cuatro vampiros.

Estaba perdida...

Así que no me quedaba de otra más que matarme yo misma. Sentí una daga en los vaqueros de Reynald.
Sonreí en mi mente mientras lo sacaba rasgándole el brazo con ella. Me alejé hacia atrás con la daga en alto y me apunté en el corazón.

—Hazlo, me encantará ser el consuelo de Dwight cuando mueras —dijo Friggia.

Ante la mención de Dwight vacilé, no quería dejarlo, no podía dejarlo pero tampoco quería ser un vampiro por toda la eternidad.

Estaba pensando que hacer cuando alguien me agarró por detrás quitándome el arma; giré mi cabeza para ver a un vampiro rubio.

—Gracias querido Kedik —mrmuró alegre Friggia—, ahora traela —ordenó y él me llevó a rastras hasta ella.

—Voy a disfrutar beber de ti —susurró al tiempo que el tal Kedik jalaba mi cabello negro hacia atrás dejando mi cuello expuesto y poniéndome de rodillas.

Friggia se agachó sacando sus colmillos y la miré con desprecio.

—Hueles bien —me alabó acercando su nariz a mi cuello, aspirando profundo y no pude evitar retorcerme, pero era inútil.
Sentí sus colmillos rozar mi piel y me estremecí involuntariamente.

—¡Suelta a mi hija! —gritó una voz de que no había escuchado desde hace seis años. Y que creí nunca escucharía de nuevo.

Giré mi cabeza sin creérmelo y la vi.
Estaba igual de joven y hermosa como la recordaba y ahora era real, no en uno de mis sueños, estaba ahí. Vestida como cuándo salía de caza e inclusive llevaba varias armas en su vestimenta. Mi madre.

—¿Ma... mamá? —pregunté incrédula, tal vez todo era una visión y me la estaba imaginando.

Ella me sonrió con cariño.

—Hola cielo —me saludó y la risa de Friggia hizo que desviara mi atención de ella. Por suerte no me había mordido aún.

—Por fin apareciste Anabelle, sabes que mi paciencia es poca.

—Déjala ir ahora —ordenó.

—Dime donde está la piedra primero.

—No lo haré —se negó.

—¡Puedo matarla estúpida! —gritó furiosa Friggia.

—Pero no lo harás, sabes que no puedes —dijo antes de dar un gran salto aterrizando sobre Reynald. Le arrebató mi amuleto y se lo puso ella en un rápido movimiento. Él sacó sus colmillos pero ella ya tenía la estaca preparada en su espalda.

—¡No! —gritó Friggia, pero ya era tarde, mi madre le había atravesado el corazón, estaba muerto. No le bastó y también lo decapitó arrojando la cabeza a una pequeña chimenea de la esquina.
Miré con sorpresa la escena, sin duda mi madre había estado entrenando.

Yo aproveché la distracción y di una pirueta hacia atrás cayendo sobre los hombros de Kedik. Le di con el codo en la cabeza y me alejé de él cuando cayó desmayado. Sin duda era un Sangre Oscura, de haber sido un vampiro completo no habría perdido el conocimiento.

Mi madre estaba sobre Radrick, por lo que Honor chilló mientras saltaba sobre ella.

Corrí en su dirección quitándosela de encima.

—¡Sueltame maldita! —gritó queriendo ir a salvar a su amo.

—¡Basta Honor, esta no eres tú! —supliqué pero no funcionó.

—Te mataré —siseó lanzándose sobre mí, pero yo le había quitado una estaca a mi madre.

—Lo siento —susurré con lágrimas antes de clavársela en el pecho.

Cayó inerte a mi lado y me sentí terriblemente mal.

Quería matarlos a todos por lo que me estaban haciendo pasar.

Empecé a derramar más lágrimas furiosas antes de levantarme para ir por Friggia, sin embargo ella ya tenía a mi madre por el cuello con Radrick ayudándole.

La matarían, iba a correr hacia ellos pero la mucama que me había llevado hasta allí llamada Olivia, salió saltando sobre ellos.

Nos estaba ayudando, ¿por qué? No me importaba, solo quería salir de ahí.

Mi madre logró quitárselos de encima con ayuda de Olivia y corrió hasta mí.

—¡Vámonos Oliv! —gritó mi madre.

—Vete, llévate a tu hija... fue un placer conocerte —dijo la que yo creí que era mucama pero peleaba como una profesional, no entendía nada.

—Gracias —susurró mi madre antes de ponerme sobre su hombro y salió corriendo de ahí cargándome mientras dejábamos a Olivia atrás. Había dado su vida por nosotras y eso siempre se lo agradecería.

Un coche estaba esperándonos afuera. Mi madre abrió la puerta y prácticamente me lanzó adentro en los asientos de atrás antes de meterse conmigo.

—Arranca —ordenó a un hombre que fácilmente pude decir que era un chupasangre.

—Toma —dijo tendiéndome mi amuleto—. Jamás lo pierdas de nuevo, es muy importante que no lo hagas —añadió con voz severa mientras nos poníamos en marcha a toda velocidad.

—¿Por qué? —pregunté antes de ponérmelo y esconderlo debajo de la blusa que llevaba.

—Porque es la llave para encontrar la piedra la noche —contestó dejándome sorprendida.

* * *

Narrador omnisciente

Rachel había escuchado atentamente sin interrumpir.

Ahora lo sabía todo, sobre los hermanos Wellyntong, que eran mitad vampiros por lo tanto eran Sangre Oscura. Que August era un vampiro completo.

Sabía de Radrick, Reynald e incluso Friggia. Claro no podían saber que ellos tres eran hermanos, ya que ni el propio Dwight estaba enterado de eso.

Como Scarlette les había prometido la piedra si la ayudaban y como de pronto se había ido sin dejar rastro.

Parecía que el mundo conspiraba para que ellas jamás se encontraran de nuevo.

El teléfono del rubio comenzó a sonar y Gregory se apartó para atender.

Rachel estaba muda asimilando la información que le acababan de dar.

—Requieren a todos los cazadores de Inglaterra para que vayamos mañana al Consejo —anunció cuando colgó.

—¿Para qué? —interrogó Balthazar.

—Quieren que seamos testigos de la decapitación del hijo de Deverus, la asistencia es obligatoria —explicó y con eso Rachel se levantó de un salto.

—¿Van a asesinar a Arthur? —preguntó ella angustiada.

—Sí, me dijeron que era por traición de dejar escapar a la prisionera —dijo antes de mirarla fijamente—, o sea tú —afirmó.

—¡Tengo que salvarlo! —exclamó con urgencia caminando hacia la puerta pero Dwight se interpuso en su camino.

—¿Planeas ir sola?

—Se los debo, también tienen a Danny y a otra chica que igual me ayudó —replicó y con la mención del nombre de la chica rizada (como Gregory le decía), él se inquietó sin poder explicarse el porqué.

—Yo iré contigo —se ofreció Gregory sorprendiéndolos a todos.

—En ese caso yo también —dijo Balthazar y Alec asintió.

Pero Dwight no quería irse, él quería buscar a Scarlette y August no podía ir al consejo.

—Yo tengo que buscar a Scarlette.

—Hazlo entonces. Mientras, hay que trazar un plan de rescate para tres personas —indicó Balthazar poniéndolos en marcha.

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Dwight en la foto.

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