EPÍLOGO

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Rachel en la foto.
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Ya llevaba tres días encerrada en mi habitación sin querer ver a nadie.

Todos habían intentado que saliera, incluso Gregory, pero como era un idiota con una boca muy grande, terminé enojándome con él.

Así que ahí estaba yo, sentada sobre una silla en el balcón de la habitación en donde me  hospedaba.

La casa era grande y estaba entre el bosque, por lo que la vista era increíble y me relajaba.

De pronto la puerta del balcón se abrió. Pensé que sería mi hermana o mi madre pero no, era Balthazar. Hasta ahora el único que no había ido a hablar conmigo.

—Hola —saludó tranquilamente y solo asentí extrañada—. Supongo que piensas que vengo a convencerte para que salgas.

—Un poco —admití y negó.

—No vengo a eso, pero sí a hablar.

—Bien —dije parándome para ir al barandal y apoyar mis codos sobre él. Balthazar me imitó y se puso junto a mí para admirar el paisaje.

—No voy a preguntarte cómo estás, porque seguramente nos sentimos igual —comenzó a decir sin verme—. Pero sí vengo a confesarte mis sentimientos —susurró y lo miré confundida.

—¿De qué estás hablando? —cuestioné cautelosa y se giró hacia mí para encararme.

—Te confesaré lo que nunca creí que podría llegar a salir de mis labios. Prometí guardarme esto para mí, pero creo que es mejor que lo sepas... —se detuvo y respiró hondo mientras yo rogaba que no fuera lo que estaba pensando.

—¿Balthazar qué... ?

—Estoy enamorado de ti Scarlette Bloodwod. No sé cómo ocurrió, pero solo pasó —soltó y retrocedí abriendo más los ojos de la sorpresa.
No, no...

—Y no te lo digo con el objetivo de que respondas a mis sentimientos porque sé que no será así, tu amas a mi hermano y lo respeto. Pero sí te lo digo para que veas que no estás sola, todos estamos sufriendo por Dwight y estoy seguro de que a  él no le habría gustado verte así. Es hora de que dejes lamentarte y salgas adelante —dijo seguro y yo simplemente no podía hablar—. Nos importas a todos, ya eres parte de esta familia.

Él suspiró y sin decir nada más, se fue.

Estaba en shock, sinceramente. Nunca llegué a pensar que Balthazar estuviera enamorado de mí y tan solo de pensarlo, me hacía sentir incómoda, mucho.

Pero por otro lado sus palabras me habían llegado. Era cierto, me estaba comportando como una patética llorona y débil.

Así que Balthazar al final lo logró: me levanté y salí de allí tratando de regresar a mi vida lo mejor que podía intentar. Aunque nada sería lo mismo ya.
Y menos ahora que me acababa de enterar de algo que era mejor ignorar... Para siempre.

*     *     *

Narrador omnisciente

Scarlette se encontraba con su madre en un avión de regreso a Washington.

Ella no quería volver, los recuerdos la atormentarían, pero tenía que ser fuerte. Debía serlo.

—¿Nuestra próxima parada es? —le preguntó a Anabell. Rachel no había podido irse con ellas porque se había quedado a cuidar de Arthur. Aún se recuperaba.
Aunque Scarlette sospechaba que su hermana sentía algo más que gratitud hacia él y él, bueno, estaba de la misma forma.

—Iremos a la tumba de tu abuelo —respondió en voz baja.

—¿Por qué?

—Por que ahí es donde escondí la piedra —confesó y Scarlette la miró sin creerle, pero su madre raras veces bromeaba y esta vez no era una de ellas.

—¿Luego que haremos con ella? —volvió a preguntar.

—La destruiremosn—habló y Scarlette estuvo completamente de acuerdo.

*     *     *

Él las observaba desde los asientos de atrás.

—Se dirigen a Washington —había dicho él cuando le habló a su ama, Friggia.

—Bien, no las pierdas de vista —ordenó.

—Sí mi señora —había dicho.

Ahora estaba cumpliendo con su trabajo:  las seguiría y si volvían a lo que Friggia sospechaba... No dudaría en matarlas para conseguir la piedra.
Él sería un héroe, un ser alabado.
Y esto apenas comenzaba, la lucha del más fuerte

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