Grandes esperanzas

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Hobi nunca podía ocultar lo que sentía. Sus expresiones eran como un libro abierto.
Cuando reía lo hacía abiertamente y sin complejos, enseñándole sus grandes y bonitos dientes. Acompañando sus risas con palmas o incluso, tirándose al suelo.
Cuando tenía miedo, cuando se sorprendía y sobre todo cuando estaba enfadado, todo el mundo era partícipe de sus sentimientos.

Y ahí estaba, en el nuevo sofá (que no era nuevo pero para ellos sí) que había comprado Jimin para su lugar, hasta ahora, secreto.

-Hobi, por favor, cambia la cara.

El sofá era largo y se veía cómodo. Estaba retirado en una de las esquinas.
Hobi había quitado sus zapatos y tenía los pies encima, las rodillas tocaban su barbilla.

-Me voy a hacer cargo de ellos sólo una noche y El Jefe me va a pagar bien. Míralo como una inversión.

Jimin no paraba de disparar excusas para que su amigo dejara de estar enfadado.

-No me fio de ellos, Jimin ¿Y si te tratan mal? O peor...¿Y si se enteran de que eres un desheredado?

Jimin se sentó al lado de su amigo. 

-Es un riesgo que debo correr.- al ver como su amigo quería replicar se adelantó.- pero no se van a enterar Hobi. Nadie de ahí dentro lo sabe. Sólo tú, yo y El Jefe. Y a él no le interesa que se sepa.

Hobi cambió su postura, relajó las piernas y atrajo a su amigo hacia él.

-Intentaré estar cerca, por si acaso.

Jimin le sonrió.

-Confía en la profesionalidad de tu amigo ¿si?

El rubio se dejó abrazar. Hobi siempre olía a vainilla. Ese aroma tan característico que lo apaciguaba.

-Oye,no me contaste como fue tu cita con Park Seo-Joon.-Jimin lo miró pícaro

-Ni te lo voy a contar...No me quiero hacer muchas ilusiones. 

El rubio lo miró sorprendido.

-¿Por qué?

-¿Porque hasta hace un año era heterosexual? ¿Tenía novia?

-Pero es tan guapo...-Suspiró el rubio.- Y tan alto...

-¡Jimin!

Hobi le pegó un golpe a su amigo para que quitara esa cara de ensoñación.
Jimin se rió echando la cabeza hacia atrás.
Se quedaron un momento en silencio.

-Aún me cuesta creer que se fijara en mi...-se sinceró Hobi.

Park Seo-Joon había sido un gran apoyo para sus abuelos cuando Hobi estuvo en el orfanato.
Él había reunido todos los papeles que necesitaron para que los abuelos de Hobi pudieran tener su custodia.

El día que salió, Seo-Joon lo esperaba junto con sus familiares. Hobi no no lo imaginaba tan guapo.

En esa época Seo-Joon estaba emparejado, aún así se hicieron íntimos amigos y disfrutaban de muchos momentos juntos.

-¿Cómo no se va a fijar en ti? ¡Si eres estupendo!.- Jimin y su sonrisa sincera le subieron el ánimo.- Venga, vamos a terminar con esto.-Miró a su alrededor.- Ya va cogiendo forma ¿verdad?

Hobi asintió sonriente.

-¿Sabes qué he pensado?.- preguntó Jimin

-¿Qué?

-Voy a comprar un piano para Suga. Y lo voy a poner ahí. -Señaló el único rincón donde ahora mismo estaba bañado por la luz del Sol.- Será mi regalo de cumpleaños.

Hobi sonrió enternecido.

-Suga se lo merece.- dijo el pelinaranja. 

Jimin asintió enérgicamente mientras anudaba sus manos nervioso.
Hobi las cogió intentando calmar aquello que había vuelto a alterar al rubio.

A veces Jimin se sentía culpable y los remordimientos le invadían entonces se tenía que repetir cientos de veces que fue Suga quién tomó la decisión y que fue él mismo el que le dijo que la respetaría toda su vida.

Jimin se levantó de golpe dando una palmada y se puso a mover uno de los muebles que había traído Hobi.
Hobi no tardó en ayudarle.
Se sonrieron felices de estar cumpliendo su sueño.

Por lo menos, uno de ellos.

🎈🎈

Jin había pedido el día libre.
Era un día soleado, de los que le gustaban a él.
Imaginó ir al puerto a pescar junto a Nam.
Habría sido una cita ideal en cualquier contexto normal pero en esa época que les había tocado vivir cualquier tiempo de más juntos a la vista de todo el mundo podría suponerles el estar bajo sospecha.

Esperó detrás de un árbol,a que la campana del instituto sonara, faltaba poco tiempo para ello.

Lo había calculado todo.
Abordaria a Jungkook y lo llevaría dónde pudiera hablar con él a solas y examinar su estado.

La campana sonó y las puertas del instituto se abrieron, Jin aprovechó para entrar al recinto.
Se quedó esperando al principio del pasillo principal desde donde tenía una buena visión general.
Jin se hizo a un lado apoyándose en la pared, él era más alto que la mayoría así que no tenía problema.

No veía a Jungkook pero vió a Tae. Mierda, pensó, no había pensado en Tae y en que él y Jungkook eran como uña y carne.
Y el castaño no podía enterarse de nada.
Se escondió un poco.

Entonces afinó mejor la vista.
El chico que le acompañaba no era Jungkook.
Notó a Tae demasiado serio y al chico que le acompañaba intentado que sonriera.
Algo no andaba bien aunque ahora esa no era su prioridad.

¿Y si Jungkook no había ido al instituto? ¿Y si su padre...?

Decidió quitar esos pensamientos de su cabeza y seguir observando.

Y al fin, cuando todos los adolescentes se habían dispersado, apareció un solitario Jungkook.
Cabizbajo, pensativo...

Jin dejó que se acercara y cuando lo tuvo cerca lo agarró del brazo y tiró de él llevándolo hasta su posición.

-Jin...¿Qu- Que haces aquí?.- preguntó Jungkook sorprendido

-Hola cachorro. Vengo a verte.

De pronto Jungkook supo el motivo y se apartó de él. Se alejó tres pasos.

-No. No puedes. Jin, no puedo...

Miró hacia todos lados con miedo.

-Tranquilo...Aquí dentro no hay problema.-le acarició el pelo.-  ¿Dónde podemos hablar tranquilos?

Jungkook pensó.

-Sígueme. 

Jungkook lo guió hasta uno de los baños que estaban en el piso superior.
Allí se encerraron.

-Nam me contó. 

Jungkook chasqueó su lengua.

-Sólo queremos ayudarte,Kookie.- dijo al ver el enfado de su amigo reflejado.-  Ahora dejame ver debajo de la camisa.

Jungkook se levantó la prenda dejando ver un par de hematomas color morado.

-¿Te duele?

-No.- mintió.

Jin descargó su mochila negra en uno de los lavamanos y la abrió.
Sacó un par de tubos.

-Esto es ungüento para el dolor.- explicó.- Te voy a echar un poco ¿Vale?

Jungkook asintió algo avergonzado.

Cuando sintió el tacto de la mano de Jin se sobresaltó.

-¿Con que no dolía,no?.- Sonrió divertido el doctor.

-Esta frío. 

Cuando terminó aplicó también en la sien del chico que estaba morada.

-Guárdalos.-Jungkook los cogió.-Échate cada 12 horas hasta que se vayan. ¿Has tenido fiebre o dolor de cabeza?

-No.- Jin levantó una ceja.- De verdad que no. Te lo juro.

-Vale, te voy a creer. -Dijo con sinceridad.- Ahora hablemos de lo sucedido.

Jungkook le contó, esta vez con pelos y señales pues SeokJin le iba haciendo preguntas, todo lo que ocurrió aquél día.
Jin se mantenía con los brazos cruzados y la frente arrugada.
Cuando terminó Jungkook lo miró con sus ojos empañados en lágrimas y se los frotó con las palmas de sus manos.

-Ahora entiendo por qué no saliste con Tae.

El pelinegro giró la cara para no enseñar su dolor.

-Escúchame Kookie, voy a intentar frenar a tu padre.

-¿Cómo? .- preguntó con amargura.- No se puede.

-Si se puede. Necesito que cada vez que ese cerdo ponga su mano encima de ti, vayas al hospital.

-¿Y de qué va a servir? Nam fue a la comisaría un día y le echaron a patadas. Sobre todo cuando les dijo quién era mi padre.

-Hazlo Kookie, por favor.- suplicó.- Toda esa información estará recopilada y yo podré acceder a ella.

Jungkook no estaba muy decidido a hacerlo.
Su padre, a pesar de vivir en el otro lado del muro, estaba bien visto.
Todos los herederos pensaban que la sentencia había sido una injusticia para su progenitor.
Sobre todo porque además tenía que hacerse cargo de su hijo, al que todo el mundo creía que le había quedado un trauma y por eso no hablaba ni se expresaba.

De hecho, el padre de Jungkook, obtenía cada mes una generosa cuantía de dinero debido al supuesto estado mental de su hijo.

-¿Y qué más dará que esté recopilada?

-He conocido a una persona que nos podrá ayudar.-Dijo.- Aunque cueste creer las cosas están cambiando en el otro lado del muro. Ya hay gente alzándose contra la segregación. 

Jungkook lo miró desconfiado.

-¿Y por qué esas personas querrían ayudarnos?

Jin sonrió.

-Sigue habiendo gente buena en el mundo, Kookie. Y el otro lado no es una excepción.

-Estás tú, por ejemplo.

Jungkook sonrió enseñando sus dientes de conejo.

Jin enganchó a su amigo por los hombros y lo abrazó.

-Se fuerte, Kookie. Todo pasará, te lo prometo.

Jungkook lo abrazó fuerte, agradecido por aquella visita.
Estos últimos días se había sentido muy solo.
Ahora sabía que no era así y que, aunque no podía verlos, sus amigos seguian cuidando de él.

Cuando Jin lo dejó Jungkook se fue hacia casa con un sentimiento de fortaleza renovado sintiéndose el chico más afortunado del mundo por tenerlos a su lado.

🎈🎈

Silvia estaba en su despacho cuando recibió una llamada telefónica.
Desde que fue echada de la rueda de prensa del Senador Wang, todo el mundo se había alejado de ella y recibía pocas llamadas.

No querían a personas conflictivas a su lado.

Pero ese tipo de soledad a Silvia no le asustaba. Sabía que era el precio que tenía que pagar por sus principios.

Allí en la redacción del pequeño periódico que gestionaba escuchó como la saludaban amigablemente desde el otro lado del teléfono.

-Soy el Doctor Kim SeokJin. La vi el otro día por la televisión...

-Mire...Si va a insultarme, ahorreselo, por favor.- Dijo a la defensiva.

-¿Insultarla? Nada más lejos de la realidad. La admiro.

Silvia bufó. Otro baboso.

-Digame claro qué es lo que quiere.

-Ayuda. Necesito que nos ayude.

-¿En qué necesita ayuda? ¿Y por qué mi ayuda?

-Necesito que el castillo de naipes caiga y usted ha sido mi primera esperanza.

Silvia quedó en silencio.

-La vi. -repitió SeokJin.- Y puedo asegurarle que en esta guerra no está sola.

Silvia seguía procesando aquellas palabras. No había caído en que la repercusión  de aquella escena televisada podría haber traído consecuencias positivas para ella.

Quizá aquel chico era una de ellas.

¿Por qué no?, pensó, ¿Por qué le costaba creer que podía haber gente con sus mismos ideales?

-Si quiere quedamos y le cuento mi historia. - continuó Jin.

-Vale. Pero yo elijo lugar y hora.

-De acuerdo. Apunte mi número. 

Silvia cogió papel y lápiz y apuntó el número de aquel muchacho.

Si quería formar su propia revolución debía confiar. Y aquél chico que decía ser doctor sería su primer acto de fe.

🎈🎈

Nota de la autora:

Os presento al 'rollete' de Hobi.
El grandioso, talentoso y guapo Park Seo-Joon:

Hobi no se merecía menos.

Lau🐘

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