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POV’ Jongho





—Maldición —eso fue lo que susurré después de haber desempacado y no haber visto mis consolas de videojuegos.

Había llamado a mis padres los cuales solo me dijeron «Te las quitamos por tu bien» «Para que aprendas a comportarte» «Estudia si las quieres de vuelta o consiguete tu propio dinero»

No podía creerlo, en serio. Mis padres me han quitado mi vida. No pude evitarlo y salí disparado de la habitación, choque con varias exasperantes personas pero no es mi culpa, es la de ellos al no notar que ando desesperado.

No me importo mirar atrás después de tirar las malteas de un bicho raro, que él las recoja no tengo tiempo.

Empecé a correr por las calles buscando algún metro, ¡Vaya mi suerte! Seúl tan lleno de ellos y ninguno se aparece ante mi.

La rabia emprendió un largo camino sobre mi piel, sintiendo como cada músculo de mi cuerpo se tensa. Quería romper algo, quería destruir algo, deshacerme de algún objeto.

Fui a un callejón y al no ver a nadie me encargue de destrozar el maldito basurero. Aventé las basura, destruí el pote y tumbe todo haciéndolo trizas. Y al terminar solté un furioso grito de desesperación e ira.


—¡Me las pagarán! —exclamé con la respiración agitada. Trate de tranquilizante y recobrar la estabilidad.

Saqué con rapidez del bolsillo de mi pantalón una pastilla y la trague sin necesidad de agua. Necesito relajarme, tengo que hacerlo o me volveré loco.

Me tumbe al suelo arrastrando mi espalda contra la dura pared hasta caer y fijar mi vista en la nada. Cerré lo ojos y me puse a contar.


Uno...

Dos...

Tres...

Cien...

Doscientos cuarenta y dos...

Cuatrocientos cincuenta y uno...

Mil trescientos doce...

Dos mil.




Abrí los ojos.

—Ya estoy bien —suspire cansado.

Me levanto del sucio suelo, sacudo mi ropa queriendo quitar la suciedad y salgo del callejón un poco mas tranquilo.

La casa de mis padres esta en Seúl, pero es a media hora de aquí. Después de todo querían alejar a su impulsivo hijo, querían deshacerse de mi y hacerme sufrir sin mis videojuegos. Ya verán que no los necesito, que pronto conseguiré lo que quiera así sea por las malas. La ley no me importa y ellos lo saben.

Di una corta caminata hasta que logre conseguir un taxi, le di las indicaciones y él solo asintió.

Unos minutos después ya había llegado nuevamente al Edificio.

—Hola —me saludo gustosa la recepcionista algo que ignore y me dirigí al ascensor sin mirar a nadie.

Subí al quinto piso y me dirigí a la puerta 511, mi habitación.

Al entrar veo mis maletas aun desordenadas en el lado derecho de la habitación, tal cual como lo dejé y me percato de nuevos objetos.

Hay un chico de cabellera pastel, doblando sus ropas en el armario. Lo raro de él son sus oscuros lentes de sol. Estamos entrando a pleno otoño, no es necesario vestirlos. Bueno, cada uno con sus gustos. No puedo juzgar eso.

—Hola —saludó sin mirarme.

—Ajá —masculle rodando los ojos. Fui hacia mis maletas y seguí ordenando lo mío.

—S-Soy Kang Yeonsang de segundo —se presentó algo nervioso.

—Choi Jongho —inquiero con fastidio dándome cuenta de que ahora tendría que llamar "Hyung" a ese estúpido. —... De primero.

—Ah... ¿Entonces eres nuevo, no? —noto como sonríe pero aun seguía sin mirarme. Él dobla sus ropas con zumo cuidado pero tiembla en el acto, también vi que de vez en cuando sus manos chocan contra el armario aún cuando está en frente de sus narices.


Al parecer, el tipo es bien torpe. Odio a las personas lentas y torpes.


—Si, tu debes de llevar ya mas tiempo por aquí. Si tengo una pregunta te la haré saber —suelto porque sí, sin tomarme en serio mis palabras. Abro mi armario y empiezo a trasladar la ropa del bolso a el, ordenando.

—B-Bueno, no se si sea de mucha ayuda pero haré lo que este en mis manos para ayudarte —contestó con una risa nerviosa.

Ladee la cabeza confundido. Ciertamente me exaspera el que no me vea al hablar, me hace sentir ignorado como si fuese poca cosa. No me gusta ser ignorado, necesito la atención de la persona o si no, me voy a enojar.


Y cuando me enojo, soy capaz de muchas cosas.






POV’ Yunho




—Oh, que emoción —dije al entrar al edificio por primera vez —¿Estás emocionado, Minho? —miré a mi costado esperando la respuesta, la cual obtuve y sonrío. —Yo también, espero tener un año increíble pero si llegara a tener problemas como en el otro colegio... Mmm...

—Hola, buenos días ¿estudiante nuevo? —me saludó una hermosa rubia.

—Si, soy Jeong Yunho de segundo —le sonreí amablemente. ¿Cuántos años tendrá la señorita? Se ve muy joven y linda.

—Tome, aquí están tus llaves. Piso cinco, habitación 514 —me dijo a lo que le agradecí.

Subí por el ascensor y mientras camino en el pasillo de pronto escucho un grito, lo cual me sobresalto. Me giro y veo que proviene de la habitación 510, no sé que habrá pasado pero como no escuché mas nada decidí no prestarle atención y entrar a mi habitación que no esta muy lejos, esta justo enfrente.

Pues, primero esta la habitación 510, al lado de ella la 511. La 512 en el centro al final del pasillo. Enfrente de la primera habitación mencionada está la 514 y de la segunda la 513.
La verdad, creo que yo mismo me termine enredando. Pero el punto es que mi habitación es la 14 y ya.


Solo espero y aspiro tener nuevos amigos. Minho también quiere nuevos amigos.
A Minho le gusta jugar con mis amigos.
Pero por alguna razón mis amigos no quieren jugar con Minho.


—Tranquilo, Minho. Encontraré amigos que quieran jugar contigo —le dije a mi compañero y así sin espera entre a mi habitación.

Un alto pelirrojo fue lo que llamó mi atención. Oh, es tan alto casi como yo. Estoy tan acostumbrado a mirar hacia abajo para hablar con las personas pero ahora por suerte, gracias al destino no tendré que lesionarme el cuello y sentir esos característicos dolores.

—Hola —salude brillantemente mientras entro junto a mis dos maletas.

Me aproximo y acomodo pero el chico sigue sin mirarme, no me prestó atención aunque mas bien parecía que no había notado mi sola presencia desde que entré.

—¿Hola? ¿Me escuchas? —empecé a decir detrás de él hasta que le toque el hombro.

Él se sobresaltó y me miró.

—Oh, hola. ¿Cuándo llegaste? —exclamó sorprendido mirándome a mi y luego a la puerta.

—Hace un momento pero tu no parecías escucharme.

—Ah... Disculpame, soy Song Mingi de primero, un estudiante nuevo —se inclinó levemente hacia mi disculpándose y en parte por la presentación.

—Yo soy Jeong Yunho, de segundo. Un gusto en conocerte, compañero de habitación —también me inclino y nos dimos un leve apretón de manos.

Después de regalarle unas cuantas sonrisas cada uno prosiguió con lo suyo.

La verdad no podía evitar mirar aquel chico pelirrojo, no tanto por su atractivo sino por su extraño comportamiento y movimiento de manos, tiemblan y se mueven con torpeza; su mirada ida y sus labios susurrando cualquier cantidad de cosas indescifrables para mis oídos.

—A mamá pato le gustaba comer pescado —fruncí mi ceño y veo como alimenta a un pequeño pez dentro de una pecera mientras habla bajo. —A sus hijos también les gustaba, por eso fue al lago a conseguir pescado y un tiburón le arranco la cabeza. Se comió a mamá pato en un día de invierno cuando hacia calor.






¿Qué?
















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