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POV' Hongjoong



Bien, persuadir a San fue lo suficientemente fácil. Se lo pedí y aceptó rápido, aquel pequeño e indefenso chico tímido.

Pero quien fue difícil fue Jongho al cual le prometí que con el primer ahorro de dinero del grupo compraría una consola. Solo con eso bastó para que acepte.

¿Realmente le compraré una consola?

Claro que no, hay muchas mejores cosas que hacer con el dinero.

¿Y tengo miedo de sus poderosos puños de hierro?

Tal vez un poco pero...

¡Que no panda el cúnico! ¡Tengo una solución y es Kang Yeonsang!

Él es el bello angel que salvará la malévola alma de Jongho. ¿Y cómo lo sé? Porque ellos son almas gemelas, están destinados a estar juntos. Y para cuando tengamos el dinero, el ser más puro de la tierra habrá cambiado al chico de puños de hierro y olvidará su consola.

¿Puede existir alguien más inteligente que yo? ¡Já, lo dudo!

—Bueno, Albert Einstein hizo la Teoría de la Relatividad —de pronto me dice San sacándome de mis pensamientos.

Lo mire frunciendo el ceño. —¿Qué?

—D-Digo... —veo como se ruboriza apenado mientras mueve nerviosamente sus dedos encima de la mesa —É-Él es u-un h-hombre i-inteligente...

—¿Leíste mi mente? —lo miro con asombro.

—Estúpido —me insultó Seonghwa cruzándose de brazos. —Todo lo pensaste en voz alta.

—N-No c-creo que s-sea b-bueno m-mentirle a J-Jongho... —se atrevió a hablar San de nuevo. Tiembla tanto como un pequeño pollito en medio de feroces lobos.

—Este será nuestro secreto, no pueden decir nada de nada a nadie, ¿Entienden?

Veo como Song me mira con molestia y rueda los ojos. —No sé de dónde sacas que Yeonsang es un ángel que salvará el alma de Jongho. ¿Si quiera te escuchas? ¿Quieres que llame a un psiquiátrico? Conozco uno bueno.

—¿Dices al psiquiátrico dónde eres tratado? —le respondí con dureza, cuando apenas pronuncie aquello veo como el contrario vacilo un poco. Le di justo en el punto perfecto para que se callara.

Justo la puerta de aquel salón, que se convirtió en la guarida de nuestro club, es abierta y entró Wooyoung saludando eufórico como siempre.

—¡Hola, mis queridos amigos y vecinos! —se apresuró a sentarse junto a San y le dió un fuerte abrazo que logró ruborizar al contrario. —¿Cómo astes Sannie?

—B-Bien...

—Me elagro... —y sonrió tan grande como cálido, demostrando que tiene un profundo afecto por el pequeño chico miedoso.

Mm... ¿Hay otra conexión por aquí?

—Hongjoong —escucho como mi nombre es pronunciado por la dulce voz del demonio, como si fuese una droga para mis oídos. Lo mire y espere que algo lindo salga de sus apetecibles belfos rojos —No somos cables.

¡Rayos! ¡Debo dejar de pensar en voz alta!

Otro ser se adentro.

Es Yunho quien trajo una caja llena de galletas. Saluda con su bella sonrisa de comercial, tan alto y atractivo como un actor de kdrama. Dejó la caja en la mesa.

—Las hice con Minho, espero que las disfruten.

Uhh... Ese Minho no me da buena espina.

Pero el olor de las galletas es tan rico que me dejo caer ante la tentación y como una. Bueno, hay que admitir que ambos son unos muy buenos cocineros.

Luego llegó Yeonsang y sonrío de inmediato. Ver una belleza así, hace que tú estado de ánimo mejore de inmediato.

Woah... Es realmente un ángel.

De pronto siento que alguien pisa mi pie, me sobresalto y giro hacia el culpable. Es Seonghwa quien me mira con furia. Éste jala del cuello de mi camisa y hace que nuestros rostros se acerquen, acortando cada vez más la distancia de nuestros labios.

Siento como sus suaves belfos rozan mi oreja despertando nuevos y raros sentimientos que nunca he experimentado.

Y con su baja voz murmuró —Si sigues babeando así por él, por menos que vea se dará cuenta.

Se alejó un poco para conectar su dura mirada con la mía. Una sonrisa fanfarrona se forma en mi rostro —¿Aún no admites que estás celoso?

Él solo bufa y me suelta con brusquedad. Cabe destacar que no me tocó directamente, usa unos guantes de látex. Típico de él.

Justo después de que Kang se sentara, la puerta es abierta bruscamente y entró un malhumorado Jongho. Éste pasa una mirada rápida sobre todos nosotros y se detuvo en el pelirosa. Se acercó y se sentó a su lado, cruzándose de brazos sin saludar a alguien.

—Vas a ver que mi intuición no falla —le susurro a Park quien solo me ignora.

—¿No van a empezar? —cuestionó el Maknae con rudeza.

—Falta un miembro —le contesto.

—Si es Mingi es mejor que nosotros empecemos ya —opinó Wooyoung. —De aquí a que llegue pasará una semana, si es que recuerda venir.

—¡Oh, yo lo traigo! —exclamó Yunho alzando su mano con la emoción de un niño.

—Anda, tráelo —le permití y éste salió corriendo.

—¿Qué clase de club es este? Parecen un montón de retrasados —arrojó Jongho con rudeza, sin pensar en lo duro que ha sonado sus palabras para algunos integrantes del grupo. La verdad, me ofendí.

—¿Retrasados? —lo miré indignado y me levanto de mi asiento, el cual está en el centro de toda la mesa. —Te equivocas, camarada. Éste es el Club de los VIP's. ¿Sabes lo que significa? Que somos especiales y los únicos capacitados en esta escuela para pertenecer a este prestigioso club creado por mi. Nadie más podrá entrar, solo nosotros.

El menor frunció el ceño y abrió la boca para refutar algo pero Seonghwa se interpuso.

—Déjalo, no respondas ante tu líder.

Me sorprende que haya apoyado mi mandato y me haya hecho respetar. Le miro, conectando nuestras miradas y por primera vez le sonrío con honestidad. Poco a poco cae ante mis encantos.

Entonces... ¿Por qué parece mirarme con pena?

Levanto la vista para pasarla en cada miembro y no hay tanta felicidad. ¿Por qué no están felices? ¿No ven que les he dado la oportunidad de una en miles de millones? ¡Somos especiales, los elegidos! ¿Por qué no parecen sentirlo así?

 —¿Líder? —el Maknae bufo irónico como si se estuviese burlando de mí y de todos los demás —Este es un club de retrasados mentales, ¿Especiales? —suelta una risa burlesca y se levantó —¡Me rehuso a compartir Club con unos subnormales!

—¿¡Por qué insultas a mi equipo!? —exclame sin evitarlo. Maldito niño orgulloso, haré que pagues por todo. —¡Tu eres el retrasado al no entender la razón por la que estamos aquí! ¡Soy el elegido de Dios y me encargaré de guiarlos por el buen camino! ¡Aquí nadie está enfermo, todos son los bellos seres humanos que he elegido para compartir mi espléndido futuro!

Pensé que mis palabras servirían de algo, pero solo veo al menor aguantarse la risa. Mi rostro rojo de la cólera pero no alcanzo a decir nada cuando éste me responde con palabras que nunca espere escuchar.



—Hable en plural, tú también estás enfermo.














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