Capítulo XV

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Izan Myers

Fara había dormido durante, casi todo el transcurso del viaje, por mi parte, me había encargado de revisar algunos documentos relacionados a la empresa. Las ventas estaban incrementando, esto traía beneficios a mi bolsillo y no sólo por eso, el hecho de que la empresa no se mezclara en nada con los negocios de tráfico que mantenía, me hacía sentir más tranquilo

Siempre había pensado que, si por alguna razón la prisión llegara a ser una opción en mi vida por algún error que se cometiera, mi empresa se iría a la mierda y no podía permitirme eso. Entonces, aunque todo el mundo sabía que el gran abogado Izan Myers tenía una gran fortuna, nadie sabía que era yo quien estaba detrás del mando de la empresa Dulce Pa§ion, ¿por qué? Bueno, Bruce se había encargado de mantenerme al margen de toda esa organización, para desvincularme con ella. No obstante, era un "socio" activo, de la misma.

Claro que todo esto se había pensado, antes de ingresar al mundo de tráfico y, si por alguna razón las sospechas de estos llegaban a relucir, no habría ningún otro inconveniente. Pero hasta ahora, todo estaba en orden, nadie sospechaba de nada y aun mejor, todos admiraban el apellido Myers. Después de todo, había cumplido con ese sueño, tener todo lo que quería a mis pies, dinero, propiedades, mujeres, todo, la felicidad estaba en mi vida, ¿el peligro? Igual, pero realmente era lo de menos, contaba con un anillo de seguridad lo suficientemente complejo y estratégico, que impedían cualquier ataque. Sí, ya había sufrido de dos intentos de muerte, no llegaron a mí, mis escoltas eran de confianza y los mejores en lo que hacían.

Mamá tenía motivos para sentirse orgullosa, papá también. Pero todo lo bueno que en mí y en mi vida había, no los hacía sentir tan orgullosos como el matrimonio de Gael, ¿por qué no aceptaban que yo no me casaría? Las mujeres las tengo a mis pies, a la hora, día y posición que yo quiera, no necesito atarme a una de ellas, sólo por complacer los estándares que una sociedad ha impuesto. ¿No puede haber Izan Myers para varias? Claro que se puede.

Fara me sacó de mis cavilaciones, su mirada de recién despertar, estaba en dirección al portátil, inmediatamente cerré las ventanas y dirigí mi vista hacia ella.

-¿Qué tanto observas?

-¿No puedo ver lo que hace mi novio? -dijo con picardía.

-Alguien despertó bromista, ¿eh? -alcé mi ceja y ella mordió su labio-. Prepárate, estamos por aterrizar.

Seguido de esto, guardé todos los documentos y el portátil, me limité a respirar, relajarme y esperar el descenso. Aunque fue inevitable no voltear a ver a Fara cuando las turbulencias se hicieron presentes, sus ojos estaban sellados y sus manos se aferraban al asiento, a tal punto que estaban blancas.

Tomé una de ellas y comencé a acariciarle el brazo, pude sentir como su cuerpo retiraba un poco de tensión y también, cómo su piel se erizaba ante mi tacto. No pude evitar sonreír ante tal acto, sabía lo que podía provocar en ella, pero siento tan obstinada y cerrada, ella no admitiría que quiere estar debajo o encima de mí.

-Tengo sueño -dijo mientras bajábamos del avión.

-¿Aún? -pregunté incrédulo-. Has dormido todo el vuelo.

-¿Y qué tiene? Acá es de noche, puedo dormir con total libertad -El viento alborotaba su cabello y le daba un toque sensual.

-Lo harías, si no estuvieras de camino a un hotel.

-Duermo cuando llegue al hotel, dah -contestó obvia.

-Sí, tal vez sea lo mejor, escucharte hablar no es grato.

-Si no es grato -calló por unos segundos y aproveché para avanzar hacia el lugar donde nos esperaban las maletas-, ¡oye, espérame!

Escuchaba como sus pasos venían a prisa detrás de mí y, como era de esperarse, comencé a caminar más rápido hasta llegar a mi destino. Tomé las maletas que podía traer conmigo y los guardias que me acompañaban cargaron unas y se encargaron de las de Fara.

-Eres un cretino -dijo agitada.

-Así que... ¿así te ves cuando estás en movimiento? -La ignoré.

-Eres un pervertido -contestó, parando y posando sus manos en las rodillas.

-Si sigues haciendo eso, terminaré follándote en el aeropuerto, camina.

No detuve mi paso para esperarla. Estaba por subir al auto cuando...

-¡En serio! -exclamó.

-¿Hm?

-¿Hm? ¿Eso dirás?

-Sólo es un sonido, no una palabra, así que están en un error al preguntar si sólo eso diré.

-Eres un idiota, Myers, sabes que no conozco este estúpido lugar -dijo elevando su tono.

-Sube -ordené serio y tomándola del brazo-, ni se te ocurra armar una escena en este jodido lugar, detesto esas mierdas -susurré.

-Suéltame, te digo que me...

Sabía que si no la callaba, haría un escándalo y lo que menos quería en este momento, era un maldito escenario de payasos. La besé con autoridad, mordí sus labios para que entendiera que a mí no debe llevarme la contraria, su cuerpo instintivamente se pegaba más al mío, al parecer aquello sólo la calentaba. Decidí separarme cuando consideré que estaba más calmada en cuento a su histeria y la llevé al auto.

Entró sin reprochar o decir algo, sólo observó por la ventana. Y yo me dediqué al celular, Bruce me estaba llamando, así que atendí.

El chofer sabía a donde llevarnos, así que no me interrumpiría durante la llamada, pero no conté con la charlatana que tenía a mi lado.

-¿Por qué lo hiciste?

-Fara, si no te molesta, estoy ocupado.

-Quiero una respuesta.

-Déjame hablar con Bruce y ya luego haces tus dramas.

-Yo quiero que contestes ahora.

-¡Maldita sea! ¿No entiendes? ¿Acaso no sabes que es de mala educación interrumpir una conversación ajena? ¡Joder! -dije molesto- Entiende que a mí, ¡nadie me da órdenes!

-Sólo quiero que contestes mi pregunta.

-¡Cállate! Maldición... -susurré esto último.

Bruce se reía al otro lado de la línea y yo estaba más cabreado de lo que podría estar por culpa de una mujer. ¿Tan difícil de tratar era esta chica? Me estaba hastiando.

Llegamos al hotel y dejé a Bruce con órdenes respecto a los trabajos de los que podía hacer, estando Fara a mi lado.

-Subamos -dije, indicándole el camino.

-¿Por qué lo hiciste?

-Y dale con lo mismo -contesté, cansado de sus preguntas.

-Quiero que me contestes.

-Yo quiero que te calles.

-No todo en la vida se puede, Myers -dijo ella.

-Sé que lo sabes de sobra, quieres que te folle y no se puede, cosas de la vida, Harper.

-Nunca he dicho eso -respondió cuando estábamos por entrar a la habitación.

Agradecía a mis hombres de seguridad y le abrí paso a la mujer que me acompañaba, después ingresé yo. Cuando creí que ya todo estaba en orden, hablé.

-A ver si me explico, señorita Harper. Eres novia -Hice comillas con los dedos-, por lo tanto, te puedo besar cuantas veces se me dé la maldita gana, ¿entiendes? A diferencia de Estados Unidos, acá tienes que dejar tus teatritos de lado, porque mis padres tendrán seguridad sobre nosotros, por el resto de la semana. Y si alguien se da cuenta que esto es una maldita mentira, tendrás que cargar con las consecuencias.

-¿Me estás amenazando?

-Fara, querida Fara... yo no amenazo, no tengo la necesidad, es una sencilla advertencia. O te apegas al maldito plan, que ya habíamos acordado o verás que realmente puedo ser un completo hijo de puta.

-¿Más? -preguntó con sorna.

-Quedas advertida, Harper.

Caminé hacia donde estaba la cama y me desvestí sin problema alguno, fui al baño y tomé una ducha, al salir, ella estaba recostada en la cama, con uno de los juegos para dormir, que habíamos comprado anteriormente. Su espalda estaba en mi dirección, por lo que me regalaba una vista bien dada, de su trasero.

Algo me decía que se trataba de una jugada intencional, por lo que me acosté y tal como ella, le di la espalda y me dispuse a descansar, no podía dormir, mi horario no era ese, pero me permití descansar, lo que días antes no había podido hacer bien.

A la mañana siguiente y por muy... curioso y exagerado que pareciera, Fara seguía durmiendo «¿Cómo podía dormir tanto?», la verdad, comenzaba a parecerme extraño. Decidí hacer ruidos intencionados para que ella despertara, no me iba a tomar el tiempo de despertarla pacientemente.

Y justo al salir de la ducha, ahí estaba, podía darme cuenta que estaba molesta y lo confirmé cuando...

-¿Sabes? No es necesario que hagas un maldito ruido con tal de despertarme, bastaba con un: Fara, ya es hora.

-No soy tu reloj despertador, Harper.

-Como sea -dijo pasando a mi lado y empujándome.

Fara Harper

Izan Myers, el tipo que recién salido de la ducha, se ve como una obra creada por los dioses del olimpo, «Ya, contrólate». A pesar de lo irritante que el sujeto podía ser, mi enojo estaba disipándose al verlo en toalla y con las gotas de agua recorriendo su esbelto cuerpo y cayendo de su cabello «Recato, Fara». Por eso mismo, decidí encerrarme veinte minutos en el apartado del baño, sabía que aquello lo estaba desesperando y que probablemente se enojaría, aunque, a diferencia de instantes atrás, no estab haciendo el ruido que causó para despertarme.

Sabía que aceptar este trato con este tipo de hombre, me traería más de algún problema y lo estaba empezando a notar, mi estabilidad emocional y hormonal se estaba desviando, el muy imbécil sabía como calentar a una mujer con tan sólo un beso y, si soy honesta... esa parte en la que dice "sólo tendremos sexo si yo quiero", me hace sentir como una esclava sexual, aunque no lo he tocado en ninguna ocasión, pero estoy segura que de no ser por eso, ya estuviera cabalgando encima de él «¡Pero qué descaro! ¡compórtate!».

Izan, a pesar de no conocerlo, es el hombre al que le gusta tener todo bajo control, sé que me quiere en su cama, pero... el idiota no da por siquiera tener un intento de follarme «¿Y acaso eso quieres?», obvio que quiero, bueno no... o es que, una probadita no estaría mal, ¿o si? «Fara, ¿qué tarugadas estás diciendo?».

Después de apalearme mentalmente y de bañarme, salí del cuarto de baño y vaya sorpresa... Izan no estaba. «Idiota».

Él sabe que yo no conozco el lugar, no pudo irse sin mí, me lo confirmaban algunas maletas que aún quedaban en la habitación, «Estúpida, son tus maletas».

-¡Izan Myers! -grité, cubriendo mi cara con la almohada.

Un toque, dos, tres toques en la puerta, me hicieron salir de mi burbuja de enojo, hacia el hombre con quien había aceptado iniciar una relación falsa. Abrí y ahí estaba uno de los sujetos que nos acompañó durante el viaje, uno de los tantos miembros de seguridad con los que contaba.

-El señor Myers la está esperando en la planta baja -informó.

-¿Por qué no me esperó?

-No tengo permitido mantener una conversación con usted, señorita. Cuando esté lista, me informa y la llevo hasta el lugar.

-No seas maleducado y responde mi pregunta -dije entrecerrando los ojos.

-El jefe tenía unos asuntos que resolver y usted estaba tardando demasiado -respondió.

-Bien, ¿eso te costaba?

-Con todo respeto, señorita. Quien me da órdenes es el jefe Myers, no tengo porqué obedecer a todas y cada una de sus exigencias, exceptuando aquellas que impliquen su seguridad y las permitidas por el señor.

Con estas palabras, el sujeto volvió a su puesto fuera de la habitación. «Maldición», no era su novia o prometida, ni cosa similar y... si bien tenía razón el hombre, no había porqué seguirme o darle órdenes.

Quería desesperar a Izan, pero el contrato es claro, si por un error adrede o causado por mí, la señora Myers, descubre esta farsa, tendré que pagar consecuencias, económicas o de otros tipos, «Que por cierto, no especificaba el contrato». Así que, sólo me quedaba actuar bien mi papel, de pequeña siempre quise ser actriz y bueno... ahora se me presentaba esta oportunidad, pero ¿y si intentaba cautivar a Izan? «No, no, no pienses eso» -decía mi subconsciente-. ¡Ya qué! Si voy a fingir ser la novia de esa creación griega, ¿por qué no? No iré a la cama sólo cuando él lo quiera, él también va caer en la cama, cuando yo lo provoque.

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¡Hola! Perdón la demora en actualizar, pero espero que sea de su agrado este capítulo.
He estado pensando en retirar por un tiempo la historia, en lo que arreglo algunos detalles de los primeros capítulos, pero aún no estoy segura.

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